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miércoles, 21 de marzo de 2012

Barack Obama, una reflexión


Por Lorenzo Gonzalo 

Foto Virgilio Ponce
 Para muchos, la elección de Barack Obama como Presidente de Estados Unidos significó una esperanza. Para el mundo en general, su presencia parecía augurar una fase en la cual quedarían atrás las posturas imperiales y las políticas y prácticas que el Norte acostumbra imponer, al margen del consenso internacional. 

Para los estadounidenses, sobre todo para la juventud en trance de hastío, brindaba la esperanza de una nueva era, donde la distribución de riquezas podría controlarse a través de un mercado racional, rescatándolo del control de la especulación financiera. Al menos, ese es el sentir generalizado de una población joven que mira a Wall Street con ojos desconfiados, aun aquellos que son empleados directos o indirectos de sus actividades socialmente dudosas.

Pero al margen de que las expectativas no se han cumplido para unos u otros, la elección para Presidente de Estados Unidos, de alguien que ha dicho cosas poco habituales para un supuesto miembro del establishment estadounidense, negro por añadidura en el país de las grandes discriminaciones raciales, marca un hito que puede aún tener consecuencias positivas para el devenir nacional e internacional.

Gústenos o no, el destino de la humanidad está estrechamente vinculado a las reacciones del servicio exterior de Estados Unidos y del éxito de su sociedad a la hora de reclamar sus derechos plenos como seres pensantes y  miembros de un gran conglomerado social. De aquí que la elección de un hombre negro, pensador atípico dentro de las esferas dirigentes del poder estadounidenses, aun cuando no haya correspondencia plena con sus discursos del pasado y ni siquiera con las palabras de su campaña electoral del año 2008, gravitará dentro de la política y las luchas sociales del país, a contrapelo de los sectores más conservadores.
Estos últimos lo saben. Para bien, las crisis creadas por los sectores financieros, no han encontrado respuestas dentro de los republicanos, quienes para mal de su existencia como sectores políticos, no han renunciado a sus ideas y ni siquiera se han planteado un alto en el camino para apuntalar la malograda estructura de un partido que pronto pudiera pertenecer a un museo de curiosidades.

El Partido Demócrata no está muy avanzado en relación a su rival, pero al menos encontramos nichos de racionalidad en su seno, aun dentro de muchos simpatizantes, algunos de ellos pertenecientes al mundo de las riquezas, como es el caso de Warren Buffet y otros de su mismo estatus, quienes consideran que los ciudadanos, en la medida que más éxitos acumulan en el mundo de la capitalización, deben ser mayores colaboradores del aparato estatal y del futuro social de su entorno.

Sin importar el rumbo inmediato que tomen ambos partidos y las maniobras tras bambalinas que dieron al traste con la elección de un hombre negro, que ha expresado ideas progresistas poco comunes en un candidato de su tipo y mucho menos, para un aspirante a la más alta magistratura de Estados Unidos, la historia de su elección será motivo de estímulo, para pensar que su lema “si se puede”, algún día podrá convertirse en realidad.

Hasta el momento no se ha podido. Las trabas del poder o quizás las influencias negativas que surgen durante su ejercicio, tornan irracional cualquier pensamiento, aun el de las personas supuestamente más convencidas de sus prédicas humanísticas, haciendo imposible en este caso, que el voluntarioso lema se convierta en realidad.

No sabemos si Barack Obama saldrá electo en las elecciones de noviembre. Todos los analistas, hasta el momento, piensan que indefectiblemente ganará la contienda, no tanto por el legado de su gobierno, como por el desastre de la campaña electoral de los republicanos para elegir un candidato capaz de ganarle en esas elecciones.

Un segundo período para un hombre que, en su carrera política ha mostrado una ambivalencia entre sus ideas y sus hechos, la primera durante su campaña electoral y la segunda como Presidente, pudiera contribuir para aclarar dicha imagen, rescatando la esperanza de una buena parte de la ciudadanía. Pero también podría quedarse varado en el punto muerto de su primer período.

Barack Obama prometió muchas cosas durante su campaña, entre ellas cambiar la manera de hacer política en Washington, reducir las prácticas del cabildeo, eliminar las especulaciones de la bolsa, especialmente los fondos consistentes en “valores derivativos”, encontrarle solución a los problemas migratorios y crear un seguro médico que acabase con los enriquecimientos a costa de la salud de los ciudadanos, especialmente los más necesitados. También prometió terminar con la prisión de Guantánamo. Preguntado recientemente sobre esto último contestó que no se imaginaba cuán complicado era romper con los intereses políticos relacionados al tema. 

Definitivamente tampoco sabía de las dificultades para abrirse camino en la madeja de intereses que detienen o hacen difícil cumplir con las otras promesas.

De todas maneras, la realidad está presente y un hombre perteneciente a un sector explotado, vilipendiado, abusado y relegado muchas veces al plano de los animales domésticos, fue electo Presidente del más discriminatorio de todos los países.

Es algo nuevo, a lo cual se añade un pensamiento que sobrepasó el discurso de Kennedy e igualó los propósitos de Roosevelt, excepto que no pudo materializarlos de igual manera que este último, porque felizmente la Presidencia de Obama no ha sido desempeñada en medio de una conflagración mundial de la envergadura de la Segunda Guerra y en medio de la primera crisis económica que mostrara el lado débil de los colosos industriales. Cuando ocurrió la crisis de los años treinta, el mundo desarrollado pensaba que tenía a dios sujeto de las barbas.

No ha sido igual para Obama, pero su perfil también es diferente al de los anteriores, no solo por el color de su piel, sino por sus planteamientos previos a la Presidencia.

La discusión no es si Obama es electo Presidente o desalojado de su Magistratura, sino del legado que pudiese significar al margen de uno u otro resultado, para estimular las presiones sociales de una nación y un mundo que reclaman a gritos de víctimas inocentes, reformas y cambios sustanciales.

*Lorenzo Gonzalo periodista cubano residente en EE.UU. y subdirector de Radio Miami
Fuente: Martianos-Hermes-Cubainformación-Cubasolidaridad
http://auto-hermes.ning.com/profiles/blogs/barack-obama-una-reflexi-n-por-lorenzo-gonzalo
http://www.cubainformacion.tv/index.php/mundo/64-mundo/42238-barack-obama-una-reflexion