lunes, 27 de junio de 2016

El PP vence en todas las comunidades autónomas excepto en Cataluña y el País Vasco donde lo hace Unidos Podemos



Los españoles rechazan el cambio político y apuestan por los recortes y la corrupción


Por Manuel Rico
InfoLibre

El PP es el partido que más escaños logra ganar, al pasar de 123 a 137 diputados, con el 100% del voto escrutado. El PSOE baja a 85 escaños, mientras que Podemos y sus confluencias no logran el 'sorpasso' y se quedan en 71 diputados. C's se desinfla y desciende hasta las 32 actas. Un pacto de PP con Ciudadanos, PNV y Coalición Canaria lograría 175 diputados, a uno de la mayoría absoluta.

La resistencia de Mariano Rajoy se ha mostrado una vez más la estrategia acertada. El PP es el partido que más crece en las elecciones generales celebradas este domingo, al pasar de 123 a 137 escaños y superar la barrera del 33% de apoyo electoral, según los datos con el 100% escrutado. La ventaja sobre la segunda fuerza, que hace seis meses era de 33 diputados, ha crecido ahora hasta los 52.

Un pacto de PP con Ciudadanos, PNV y Coalición Canaria lograría 175 diputados, a uno de la mayoría absoluta.

El PSOE ganó a las encuestas, pero por tercera vez consecutiva obtuvo su peor resultado en unas generales. A pesar de perder cinco escaños, ha logrado imponerse a los malos augurios de la mayoría de los sondeos, que pronosticaban el sorpasso de Unidos Podemos. No se ha producido ni en votos ni en diputados. Pedro Sánchez baja hasta 85 asientos en el Congreso, pero mejora su porcentaje de voto en algo más de medio punto (del 22,0 al 22,6%). El líder del PSOE aprovechó para reivindicar que su partido es el "hegemónico" en la izquierda.

Por tanto, tras el batacazo sufrido en las elecciones de hace seis meses, el bipartidismo recupera fuelle: entonces sumó el 50,7% de las papeletas, ahora sube cinco puntos hasta el 55,7%.

Los nuevos partidos se encuentran entre los perdedores de la noche electoral. La coalición entre Podemos e Izquierda Unida obtiene en número de escaños idéntico al 20-D: 71. Pero ni siquiera logra superar al PSOE en votos, algo que sí había ocurrido hace seis meses si se sumaban las papeletas logradas por ambas fuerzas por separado. Y las encuestas habían disparado unas expectativas en la formación de Pablo Iglesias que no se han visto cumplidas en las urnas. En una primera valoración, Iñigo Errejón admitió la decepción: "No son unos buenos resultados, no son los que esperábamos en Podemos". Iglesias reaccionó en la misma línea al decir que tenían "unas expectativas diferentes".

Uno de los grandes derrotados de la noche fue Albert Rivera. Ciudadanos pasa de 40 a 32 escaños, un retroceso importante en representación en el Congreso, pese a que en porcentaje de apoyo electoral apenas ha perdido un punto (del 13,9 al 13,0%). Unos datos que le sirvieron para culpar a la ley electoral y anunciar que peleará para cambiarla.

Las pérdidas y ganancias de voto de los cuatro grandes partidos también demuestran que Rajoy fue el gran vencedor del 26-J, ya que su formación es la única que sumó más sufragios ahora que hace seis meses. El PP cosechó casi 670.000 votos más (subió de 7,23 a 7,90 millones); el PSOE perdió 120.000 papeletas (bajó de 5,54 a 5,42 millones); Unidos Podemos se dejó por el camino más de un millón de apoyos (descendió de 6,13 a 5,04 millones), y Ciudadanos retrocedió en 390.000 sufragios (bajó de 3,51 a 3,12 millones).

Falta por escrutar el voto de los emigrantes, que se contará el miércoles. Aunque en una docena de circunscripciones el último escaño se decidió por menos de 3.000 votos, parece improbable que haya cambios en el reparto de diputados.

En el Senado, el PP también se impuso con rotundidad, al obtener 130 de los 208 asientos que se elegían este domingo. Hace seis meses, había obtenido 124. Los conservadores tienen una cómoda mayoría absoluta en la Cámara Alta.

La derecha roza la mayoría absoluta
 
La formación de gobierno no será una tarea sencilla, aunque parece más factible que tras el 20-D. La suma de PP y Ciudadanos alcanza 169 escaños, mientras que PSOE y Unidos Podemos se quedan en 156 diputados. El partido de Rajoy alcanzaría 175 apoyos para una hipotética investidura si lograse el respaldo de los cinco diputados de PNV y de la única parlamentaria de Coalición Canaria. Sólo uno menos de la mayoría absoluta.

La lógica diría que Mariano Rajoy debería ser el primero en buscar la investidura, pero ya anunció durante la campaña que no se presentará si no tiene suficientes apoyos para salir elegido presidente. En sus primeras palabras tras la victoria, reclamó su derecho a gobernar y afirmó que a partir de este lunes hablará "con todo el mundo" para buscar una mayoría suficiente que se lo permita.

Los socialistas se encuentran, de nuevo, ante una encrucijada complicada: el bloque de izquierdas suma cinco escaños menos que el 20-D (156 ahora, 161 entonces) y el PP ha ampliado su ventaja respecto al segundo partido hasta los 52 diputados. Así que un Gobierno progresista parece descartado. Pero, por otro lado, los dirigentes del PSOE han dicho que bajo ningún concepto permitirán que Mariano Rajoy sea presidente con su abstención.

Alguna de las fuerzas tendrá que cambiar de opinión, si los partidos quieren evitar las terceras elecciones consecutivas en un año. Algo que todos los líderes descartaron en campaña.

El mapa territorial vuelve a ser azul

El PP se impuso en votos en 15 comunidades autónomas, todas menos Cataluña y País Vasco, donde venció Unidos Podemos. Ello supone que Rajoy le arrebata a los socialistas los dos únicos feudos que habían mantenido el 20-D: Andalucía y Extremadura.

En seis comunidades, el partido de Rajoy logró superar además el 40% de las papeletas: en Murcia (46,7%) –donde una vez más logró el mejor resultado de toda España–, Castilla y León (44,3%), Castilla-La Mancha (42,7%), La Rioja (42,6%), Cantabria (41,5%) y Galicia (41,4%).

También contundentes fueron los triunfos en Madrid, donde el PP mejoró casi cinco porcentuales desde el 20-D hasta situarse en el 38,2%, y en la Comunidad Valenciana, en la que fue primera fueza con una ventaja de diez puntos sobre Podemos-Compromís-EUPV.

Sin embargo, los dos triunfos más simbólicos para los conservadores son Andalucía y Extremadura. En la primera, Susana Díaz pierde por primera vez unas elecciones: el PP consigue el 33,5% de los votos, frente al 31,2% de los socialistas. Es cierto que las listas del PSOE prácticamente mantienen el apoyo porcentual (hace seis meses consiguieron el 31,5%), pero la fuerte subida de los conservadores les deja en el segundo puesto.

Todo apunta a que Susana Díaz deberá aplazar de nuevo sus aspiraciones a la Secretaría General del PSOE. No obstante, en su primera valoración de los resultados, la presidenta andaluza destacó que las tres únicas provincias de toda España donde los socialistas ganaron fueron Sevilla, Huelva y Jaén. El PP se impuso en 40 circunscripciones, Podemos en cinco (las tres vascas, Cataluña y Tarragona) y ERC en dos (Lleida y Girona).

Los nacionalistas se mantienen

El Congreso se completa con otras cinco fuerzas nacionalistas, que se reparten 25 escaños, uno menos que el 20-D.

En Cataluña, ERC se confirmó como primera fuerza nacionalista, lugar que ya había arrebatado el 20-D a Convergéncia Democrática (que entonces se presentó bajo las siglas de Democràcia i Llibertad). ERC logró esta noche nueve escaños, los mismos que hace seis meses, mientras que CDC obtuvo ocho, también idéntico resultado. Eso sí, en número de votos la diferencia se agranda en favor de los republicanos: ahora ERC aventaja en más de 147.000 a los convergentes, mientras que en las anteriores elecciones la diferencia no había llegado a las 35.000 papeletas.

En el nacionalismo vasco también se confirmó el cambio en el reparto interno de poder que se produjo el 20-D: el PNV ha vuelto a quedar claramente por delante de EH Bildu, al imponerse por 5 a 2. Eso sí, el partido del lehendakari Iñigo Urkullu es el único nacionalista que pierde un diputado en relación con las anteriores generales.

Por último, Coalición Canaria mantiene el escaño que tenía en la Cámara baja.

Se quedan fuera del Congreso, igual que el 20-D, el Bloque Nacionalista Galego y Geroa Bai.

La formación que más votos ha obtenido sin lograr representación es el Pacma, que sumó más de 284.000 papeletas. Se trata de un importante ascenso respecto a hace seis meses, cuando logró 220.000 votos.

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viernes, 24 de junio de 2016

El brexit vence en el referéndum y abre un período sin precedentes en la Unión Europea



El referéndum sobre la permanencia de Reino Unido en la Unión Europea se ha saldado a favor de la salida de la segunda economía del continente, un desenlace sin precedentes en el proyecto comunitario y que abre un período de incertidumbre tanto para el nuevo encaje británico en el continente, como para la sostenibilidad de un bloque que ha perdido a uno de sus más influyentes miembros.
 
Aunque el escrutinio no ha concluido oficialmente, el brexit ha logrado una victoria recibida por sus partidarios como el «día de la independencia británica», una euforia que contrasta con la negativa reacción de los mercados, que evidencian las serias implicaciones de una decisión contra la que habían luchado la práctica totalidad de las fuerzas políticas, económicas y sociales de Reino Unido.

Junto a los efectos sobre la volatilidad financiera, el statu quo británico se enfrenta a un terremoto político con epicentro en el Número 10 de Downing Street, puesto que el primer ministro, David Cameron, había apostado por una opción, la de la permanencia, ignorada por la mayoría de los ciudadanos.

Con una participación del 71,3%, la mayor en una votación en Reino Unido desde 1992 y más de seis puntos por encima del plebiscito de 1975 que había confirmado la permanencia en la por entonces Comunidad Económica Europa, el escrutinio ha dado un vuelco sin precedentes a una noche electoral que había arrancado con las encuestas a favor de la continuidad.

Este desenlace tiene profundas connotaciones políticas e institucionales, puesto que el debate sobre la sostenibilidad de Cameron al frente del Gobierno, del que había avisado que no dimitiría en caso de brexit, está ya planteado, incluso pese a la carta de dos tercios de los diputados conservadores que habían defendido la salida y que le han expresado su apoyo para permanecer en Downing Street por el «mandato y deber» obtenido hace tan sólo un año.

Sin «plan B»

Además, otra de las incógnitas es el grado de preparación de Reino Unido para un proceso que podría llevar años, puesto que el propio primer ministro había asegurado públicamente que no había «plan B». Tras jugarse su credibilidad a la carta de una apuesta que, según él, haría al «más fuerte y más seguro», Cameron ha quedado ya como el principal perjudicado de una campaña que ha dividido a la sociedad británica por una estrategia partidaria, puesto que, más que por clamor popular, el referéndum surgió para sofocar el incendio que Bruselas llevaba generando en los conservadores desde hace décadas.

La oposición laborista ha sugerido ya la necesidad de su dimisión ante un escenario sin precedentes en el que la única certidumbre es que, de vencer la salida, la decisión sería «irreversible». No en vano, David Cameron había avanzado ya que el proceso formal de retirada de los Veintiocho comenzaría de inmediato. Aunque el Tratado de Lisboa establece las pautas de este procedimiento en el artículo 50, el primer movimiento ha de partir del estado miembro, que debe notificar a la UE su deseo de abandonar.

De hecho, Londres no está obligado a proceder inminentemente, es más, los partidarios de romper con Bruselas han manifestado ya su preferencia por aguardar, puesto que, pese a meses de campaña, la fórmula que regiría sigue siendo una incógnita.

Los plazos, a priori, están marcados, si bien los dos años establecidos en la normativa comunitaria podrían ampliarse siempre que lo autoricen los otros veintisiete socios. Expertos en Derecho europeo creen que, dada la complejidad, las negociaciones podrían llevar hasta una década y los propios defensores del divorcio asumen que, como mínimo, serían necesarios cuatro años.

Reacción

De momento, los mercados han evidenciado las secuelas del escenario que se abre en el bloque occidental: la divisa británica ha caído a niveles inéditos desde 1985, lo que podría acarrear una intervención de contingencia del Banco de Inglaterra, que ya había avanzado que tenía previstas medidas para garantizar la estabilidad financiera.

Junto a la City y Downing Street, la atención estará en el continente, donde se espera que los demás líderes, que han mantenido en secreto su plan de acción en caso de brexit, se reúnan a la máxima urgencia y exijan a Reino Unido clarificaciones sobre las áreas más delicadas, como el futuro de los casi tres millones de ciudadanos comunitarios que residen al norte del Canal de la Mancha.

Encaje

Además, uno de los factores más complejos será el potencial encaje británico en el mercado común. La presión, por tanto, será notable para hallar una solución que implicará delicados compromisos de las partes, un esfuerzo que podría necesitar años antes de que se pueda garantizar el apoyo de una mayoría cualificada de los ministros del ramo para, posteriormente, lograr que la propuesta sea ratificada por los demás estados miembro y, a continuación, por los Parlamentos europeo y británico.

El problema es que uno de los catalizadores del brexit ha sido el control de los flujos migratorios y la pertenencia al mercado común implicaría, a priori, el libre movimiento de personas, dos elementos indisociables y, para la UE, innegociables, por lo que, a priori, Londres no podría mantener el primero sin tener que aceptar el segundo, lo que complica la ecuación entre prosperidad económica y límites a la entrada de ciudadanos comunitarios.

No en vano, abandonar el mercado común no es una opción extendida entre los defensores del ‘Brexi’, que se encuentran divididos entre quienes proponen directamente abandonarlo, aquellos que creen posible permanecer por el propio interés del resto de sus integrantes de no perder a la segunda economía europea, los que abogan por establecer acuerdos bilaterales e, incluso, quienes ven viable operar con los 161 miembros de la Organización Mundial de Comercio (OMC).

Este encaje, con todo, constituye tan solo una pieza más del complejo puzle legislativo de un proceso que obligaría a revisar hasta 80.000 páginas de acuerdos comunitarios, con el objetivo de decidir descartes, qué áreas enmendar y cuáles mantener, un sumario que, inevitablemente, querrá supervisar el Parlamento británico y cuya duración constituye un enigma.

Además, la salida incrementa el riesgo de una crisis constitucional para la unión británica, puesto que Escocia, protagonista de un plebiscito de independencia hace menos de dos años, ha apoyado mayoritariamente la continuidad en la UE y cuya ministra principal ha reconocido que este desenlace reavivará las ansias secesionistas.

Sin precedentes

En consecuencia, junto a la resolución de una profunda crisis política en casa, el Gobierno, independientemente de su constitución, tendrá que resolver un proceso sobre el que no hay precedentes, tan solo la salida de Groenlandia, ni siquiera un estado, sino un territorio que formaba parte de Dinamarca, hace más de 30 años, cuando la UE no era tampoco la unión política en la que se ha convertido hoy en día.

Por si fuera poco, este nuevo capítulo tendría que acordarse con socios que difícilmente mostrarán empatía hacia quien ha decidido abandonar, a pesar de los compromisos que tanto costaron en febrero y que hubiesen garantizado para Reino Unido el ansiado estatus de verso libre de una Europa cada vez más cohesionada.

Por otra parte, a escala europea, el temor es que la partida británica genere un efecto dominó entre otros integrantes de los Veintiocho y, sobre todo, que desencadene un peligroso auge del populismo.