miércoles, 20 de febrero de 2019

Donald Trump y el destino manifiesto de «iluminar» a la humanidad

Por Leyde E. Rodríguez Hernández


En la diatriba del actual comediante-presidente Donald Trump, los Estados Unidos tienen como destino manifiesto «iluminar» a la humanidad en sus ansias de libertad y emancipación.

De ahí el simbolismo de la estatua de Nueva York con el faro de la libertad iluminando el mundo —con una de sus principales réplicas en la Ciudad Luz, en otra pequeña isla parisina en el río Sena—, ícono inequívoco de la pretendida idea sobre la existencia de un «sueño americano», en una nación que se hace juzgar indispensable, emprendedora y pragmática.

Y en unos Estados Unidos con ínfulas paradigmáticas, las escenas diarias contradicen cualquier propaganda sobre el «modo de vida americano» (american way of life). Es una paradoja que la gran prensa transnacional silencie la realidad de ese simulado reino de la libertad que cuenta con la mayor población encarcelada del planeta: 2,2 millones de reos. Es una singularidad que Estados Unidos tenga menos del cinco por ciento de la población del orbe, pero casi un 25 por ciento de la penitenciaria mundial.

Esta situación resulta anormal, cuando nos percatamos que casi uno de cada cien adultos está tras las rejas, tasa entre cinco y diez veces más alta que las de Europa y otras sociedades del dominador eje norte-oeste en las relaciones internacionales. El racismo sigue muy presente, pues, de los encarcelados, el 60 por ciento pertenece al sector afroestadounidense o a latinos.

La situación de la juventud se encuentra condicionada por las coordenadas determinantes del sistema capitalista en los órdenes socioeconómico y político: el neoliberalismo y el neoconservadurismo han pautado el desarrollo de esa sociedad, a partir del último decenio del siglo XX. Es conocido cómo ese sistema ha generado una polarización en grado extremo de la sociedad, al concentrar la riqueza en manos de unos pocos mientras reparte la pobreza entre los sectores mayoritarios de trabajadores. Por su esencia, es un modelo inhumano, en crisis sistémica, entre cuyas víctimas figura la juventud, a la que excluye sin contemplaciones de ninguna índole.

En el país considerado un «modelo de democracia» —o sea, de un Gobierno electo y que gobierna en nombre del pueblo—, la población tiene escasa influencia sobre sus representantes. En los últimos años, aunque la opinión pública está abrumadoramente a favor de un incremento del salario mínimo —más del 75 por ciento lo apoya—, el Senado, del que más de la mitad de sus integrantes son millonarios, ha impidido esa medida. El panorama político y económico concebido por la plutocracia está validada en profundas investigaciones sobre los procesos de toma de decisiones políticas en los últimos 30 años, en las cuales puede apreciarse que los intereses de los más ricos siempre prevalecen sobre la voluntad e influencia de las mayorías, creando agudas desigualdades de riqueza y desequilibrios sociales. 

Como ha ocurrido muchas veces en la historia, en la actual maniobra imperialista jamás se revela ni al pueblo norteamericano, ni al mundo los objetivos reales como son las apetencias por los recursos naturales de Venezuela, además no hay espacios en Estados Unidos para informar sobre los verdaderos problemas sociales que padece el pueblo estadounidense, como la pobreza, la  violación de los Derechos Humanos como al de una vivienda digna, a la salud, entre otros, así como abusos policiales.

El capitalismo imperialista estadounidnese nunca ha protegido a los pobres ni se propone trabajar a favor de los desposeidos. En el libro del economista francés Thomas Piketty, "El capital en el siglo XXI", se valida que Estados Unidos está en camino hacia algo muy parecido a lo que se vivió en esa nación a finales del siglo XIX, pues la desigualdad económica ha llegado a los índices que imperaban hace más de un siglo.


Estados Unidos está en evidente decadencia civilizatoria y negado a un diálogo entre civilizaciones. Solo le interesa la imposición de un pensamiento único que preserve la dominación imperialista en el sistema capitalista. Su política exterior agresiva e imprevisible es un síntoma del proceso de erosión en el centro hegemónico mundial, en un escenario que se vislumbra de anarquía y revoluciones-contrarrevoluciones en un sistema internacional de  asimetrias multipolares, proliferación nuclear y fluctuaciones económicas desordenadas hacia el 2050.

lunes, 18 de febrero de 2019

EL Quad contra China


Por Fidel Vascós González *

Publicado en Firmas Selectas de Prensa Latina


Una de las primeras decisiones de Donald Trump, al asumir el cargo de presidente de los Estados Unidos, fue sacar a su país del Tratado Transpacífico (TPP en inglés). Con ello también estaba debilitando al Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC, en inglés), que incluye 21 países ubicados en la costa oriental de Asia y en la occidental del continente americano.

De inmediato no comprendí la movida. El TPP, una alianza de 12 países, había sido conformado con esmero por su antecesor, Barack Obama, con vistas a tratar de impedir el avance de China en la región. ¿Cómo era posible que Trump lo abandonara y dejara el espacio al gigante asiático? Despejé la incógnita al conocer la reciente creación del Cuadrilátero de Seguridad en Asia (QUAD), formado por EE.UU., Australia, Japón e India.

Trump no abandonaba la lucha contra China, sino la fortalecía desde otro ángulo, juntándose a otras tres potencias del área que se caracterizan por sus estrechas relaciones con el gobierno norteamericano. El QUAD también trae a primer plano la región Indo-Pacífico, en detrimento de la llamada Asia-Pacífico. La Indo-Pacífico comprende las aguas tropicales del océano Índico, el océano Pacífico occidental y central, así como el mar que los conecta en la zona de Indonesia.

Con la reciente creación del QUAD, lejos de abandonar la lucha contra China, Donald Trump la favorece.

Fue el primer ministro japonés Shinzo Abe quien esbozó -en el año 2007- la idea que  andando el tiempo se plasmó en el QUAD de hoy. En aquella ocasión Abe hizo referencia a la “confluencia de los dos mares”, frase que extrajo de un escrito del príncipe mogol Dara Shikoh que data de 1655.

En el 2012 Abe recordó lo dicho cinco años antes y agregó que “establecer la paz, la estabilidad y la libre navegación en el océano Pacífico es inseparable de la paz, la estabilidad y la libre navegación en el océano Índico”. Su intención era asustar a los países de la región con la idea de que el mar de China meridional pudiera convertirse en un lago interno de China, bajo su dominio.

Hay que recordar que por el Estrecho de Malaca, que desemboca en el mar de China meridional, transita más de la mitad del comercio marítimo mundial y el 80 por ciento del petróleo que importa el gigante asiático. En esa misma intervención Abe adelantó la propuesta para que “Australia, India, Japón y Estados Unidos formen un cuadrilátero para la defensa de los recursos marinos comunes en toda la región incluida entre el océano Índico y el Pacífico occidental”.

Aunque no se proclama como tal, el objetivo del Cuadrilátero es consolidar un bloque militar y estratégico contra China. Asimismo, está dirigido contra la República Popular Democrática de Corea.

Ya se han realizado varias reuniones y cumbres de los cuatro países en las cuales se reafirma el contenido principal del Cuadrilátero, a saber: garantizar la libre entrada de los ejércitos y las fuerzas navales y aéreas de los países miembros en el Indo-Pacífico y, especialmente, en el mar de la China meridional.

El permanente interés de EE.UU. en potenciar el Indo-Pacífico se refleja en el cambio de nombre de su Comando estratégico militar, que antes se denominaba Comando para el Pacífico  (US-PACOM) y ahora  es el Comando Indo-Pacífico (US-INDOPACOM). ¿Será el Quad el primer paso hacia una OTAN asiática?

China no se ha quedado con los brazos cruzados. Ha respondido afirmando su deseo de que esas relaciones no se dirijan “en contra de un tercero”; mientras continúa impulsando su iniciativa de La Franja y la Ruta de la Seda, así como fortaleciendo la Asociación Económica Integral Regional (RCEP en inglés), mediante la cual 16 países de Asia negocian desde el 2013, sin la presencia de los Estados Unidos, un tratado comercial de gran envergadura y  con proyecciones de integración en otros ámbitos.

La entrada en escena del QUAD dirigido por Estados Unidos es una respuesta a la modificación de las relaciones geopolíticas de toda la región impulsadas por La Franja y La Ruta, así como por las coaliciones subregionales (ASEAN, RCEP y otras).

El analista Emili J. Blasco explica la alteración geopolítica en marcha de la siguiente manera:
“Estamos asistiendo al nacimiento efectivo de Eurasia. Si esa palabra surgió como artificio, para reunir dos geografías adyacentes, sin relación, hoy Eurasia está emergiendo como realidad, en una única geografía. El catalizador ha sido sobre todo la apertura hacia Poniente de China: en la medida en que China ha comenzado a ocuparse de su parte trasera -Asia Central-, y ha dibujado nuevas rutas terrestres hacia Europa, las distancias entre los márgenes de Eurasia también se han ido reduciendo.

“Los mapas de la Iniciativa Cinturón y Ruta de la Seda tienen como efecto primero presentar un único continente, de Shanghái a París o Madrid. La guerra comercial entre Pekín y Washington y el desamparo europeo del otrora paraguas estadounidense contribuyen a que China y Europa se busquen mutuamente.”

A su vez, el centro de gravedad de la política mundial, que se había desplazado del Atlántico al Asia-Pacífico con la impronta de China, ahora parece moverse hacia el Indo-Pacífico, colocando a la India como Reino del Medio y no a China. De avanzar esta tendencia, Europa comenzaría a ser engullida por el nuevo supercontinente y quedaría como una península en el Oeste de Eurasia. Se comenzaría a desdibujar la noción cultural de Occidente como lo conocemos hoy, para dar paso al nuevo concepto de Euroasiático, en el cual Rusia y Turquía también serían asimiladas.

Retornando a las características del QUAD, no se pueden obviar sus contradicciones internas. Si EE.UU. pretende enfrentarse abiertamente a China para impedir su transformación en superpotencia mundial, por otra parte Japón y Australia buscan un equilibrio entre EE.UU. y China, reconociendo implícitamente el declive del primero y el ascenso de la segunda. La India tiene sus propias preocupaciones. Su incorporación al QUAD tiene que ver con el acercamiento de Paquistán a China; pero tampoco desea que China, con la que tiene fronteras, perciba al Cuadrilátero como un abierto desafío a sus intereses.


*Doctor en Ciencias Económicas.



domingo, 17 de febrero de 2019

De Ford a Bush[1]



Molina.jpg Por Ernesto Molina Molina.[2]
 
Este libro, publicado en el 2008, tiene gran vigencia, incluso, como patrón de análisis a las administraciones posteriores, las de Barack  Obama y Donald Trump, porque mantuvieron, con distintos matices,  el mismo objetivo: destruir la Revolución Cubana.

El 10 de noviembre del 2018 falleció el coronel del MININT Néstor García Iturbe, Doctor en Ciencias Históricas, profesor Titular del Instituto Superior de Relaciones Internacionales “Raúl Roa García”, y conocedor profundo desde la Revolución Cubana del conflicto histórico entre Cuba y Estados Unidos.

Últimamente, en Nuestra América, se ha llevado a la práctica una estrategia de ir ganando cuotas de poder poco a poco, mediante reformas; y aceptando el camino eleccionario. Este camino sufre golpes de todo tipo, porque el poder real, dentro y fuera de cada país, lo ejerce el capital, que no tiene escrúpulos para corromper, matar y mentir. Lenin no tuvo dudas, no esperó por la Asamblea Constituyente; y dio el golpe revolucionario en 1917.

No fue casualidad que El Estado y la Revolución fue el primer libro de Lenin publicado en Cuba después del triunfo de la revolución. Esta obra clásica constituye un estudio profundo y enriquecedor de la teoría de Marx acerca de la dictadura del proletariado; y Lenin deja bien claro que se es o no marxista por la posición que se asuma hacia esa categoría política definitoria: la dictadura del proletariado.

Fidel fue un maestro para ejercer la estrategia revolucionaria. A cada golpe del gobierno de Estados Unidos, respondió con un contragolpe. Y a cada posible distensión de las relaciones conflictivas, estuvo dispuesto a la negociación.

De Ford a Bush, constituye una obra histórica, teórica y estratégica, porque permite mostrar cómo los intereses de la política exterior de Estados Unidos hacia Cuba no han cambiado desde mucho antes del triunfo revolucionario en 1959. Lo mismo sucede con la política exterior de Estados Unidos hacia América latina.

Entre las ideas esenciales que el autor desarrolla en todos sus capítulos, señalamos las siguientes:

·         La política exterior de Estados Unidos hacia Cuba, como hacia cualquier otro país de Nuestra América, está determinada por el grupo que ostenta el poder, quienes toman las decisiones basadas en sus intereses económicos. Este grupo es el que gobierna el país y ni él ni los intereses han cambiado desde mucho antes del triunfo revolucionario en 1959.

·      En el establecimiento de la política exterior de Estados Unidos intervienen distintos organismos del gobierno estadounidense; cada cual con su propósito particular muy definido, pero que en general mantienen la línea trazada; de ahí que es posible que mientras la CIA realiza acciones agresivas y subversivas contra Cuba, pudiera el Departamento de Estado adelantar en algún aspecto del diferendo entre los dos países; este avance, lógicamente, representa un interés y un beneficio particular para Estados Unidos, independientemente de lo que signifique para nuestro país, que no debe ver esto como un cambio de política, pues estaríamos cometiendo un grave error.

Desde los primeros años de fundado, Estados Unidos tuvo el interés de anexionar a Cuba. Estados Unidos intervino en la guerra de 1895, con el pretexto del Maine, y la república tuvo que soportar en su Constitución la Enmienda Platt, que, aunque derogada en 1934, sus consecuencias llegan hasta hoy con la Base Naval de Guantánamo. Los gobiernos precedentes a la Administración Ford (Eisenhower, Kennedy, Johnson, Nixon) son analizados aquí muy brevemente, como antecedentes de las distintas políticas agresivas hacia Cuba, con distintos matices, pero bajo un mismo patrón: la búsqueda de la destrucción de la Revolución Cubana.

Este “modesto trabajo”, como lo llama el autor, contiene una introducción, 9 capítulos y documentos muy valiosos en 5 anexos, una verdadera investigación científica. La estructura por capítulos es la siguiente:

Capítulo 1 Antecedentes históricos.

Capítulo 2 Administración Ford

Capítulo 3 Administración Carter

Capítulo 4 Administración Reagan

Capítulo 5 Administración Bush

Capítulo 6 Administración Clinton

Capítulo 7 Administración Clinton 2do período

Capítulo 8 Administración Bush (hijo)

Capítulo 9 Epílogo

El arte de engañar y penetrar en las conciencias de los oprimidos hoy cuenta con verdaderos tanques pensantes en los Estados Unidos. Es sabido que la ciencia se pone al servicio del sistema del capital y que una tarea fundamental del poder socialista es poner la ciencia al servicio de los pueblos. Pero ello supone también ganar la guerra del pensamiento, sin lo cual no se puede contar con la subjetividad de los pueblos y actores presentes en la construcción del Sujeto revolucionario, algo que Fidel supo hacer con excelencia y que la Revolución Cubana tiene que seguir haciendo, tras la avalancha de mentiras y mensajes tóxicos que las redes digitales vienen haciendo para ganar las mentes dentro y fuera de Cuba.

El problema de Cuba llevó a Kennedy al fracaso de Girón, a la Crisis de los misiles y a convocar La Alianza para el Progreso para evitar el Problema de su Patio Trasero.

El problema de Cuba llevó a Ford al error de creer que Cuba, con tal de mejorar sus relaciones con Estados Unidos, haría concesiones de principios relacionadas con Puerto Rico, Angola y problemas internos de Cuba.

El problema de Cuba llevó a Carter a una política zigzagueante con la Isla, primero, para avanzar en las relaciones entre los dos países; y al final, con el estímulo a las salidas ilegales, que condujo a su desastre del Mariel.

El problema de Cuba llevó a Reagan a utilizar todas las vías para agredir a Cuba; se intensificó el bloqueo económico y financiero, se diseminaron plagas y enfermedades, se prepararon sabotajes y atentados a los dirigentes cubanos; pero hubo que negociar la paz en Angola y la independencia de Namibia con Cuba.

El problema de Cuba llevó a Bush a tratar de dañar la imagen de Cuba en el campo de los derechos humanos y a recrudecer el bloqueo con la Ley Torricelli, la caída de la URSS y el campo socialista, les hizo suponer que Cuba no resistiría; y la fruta no cayó.

El problema de Cuba llevó a Clinton a enturbiar las relaciones con Cuba, con la propuesta y firma de la Ley Helms-Burton, el caso del niño Elián, manipulado por la mafia de Miami; y al juicio político de los héroes cubanos, acusados de acciones que no habían realizado. El regreso de Elián fue una victoria del pensamiento y la verdad de Cuba sobre las conciencias del pueblo estadounidense.

El problema de Cuba llevó a W. Bush a una alianza fraudulenta con la mafia cubana de Miami, acrecentar la política agresiva contra Cuba, se fortaleció la Ley de Ajuste cubano, se acusó a Cuba de producir municiones bacteriológicas; y con gran desvergüenza, se propuso una “ayuda humanitaria” a Cuba. Una vez más, la fruta no cayó.

El problema de Cuba llevó a Obama, al final de su mandato, a restablecer las relaciones diplomáticas con Cuba, reconociendo el fracaso de la política del bloqueo, pero sin eliminarlo.

Hoy Donald Trump levanta la bandera de la Doctrina Monroe ante la “amenaza” de la Revolución Bolivariana de Venezuela.

La historia de todas estas administraciones yanquis en sus relaciones con la Revolución Cubana, muestran matices asociados a diversas situaciones internas y externas de Estados Unidos, y aunque algunas administraciones han mostrado un mayor interés en mejorar las relaciones entre ambos países, las condicionales para que esto suceda evidencian lo contrario: no existe por parte de Estados Unidos la voluntad política necesaria para alcanzar un entendimiento, basado en la convivencia civilizada, en el respeto a la igualdad, la autodeterminación y el respeto a la soberanía de Cuba. En todo caso, hay que agradecer a Donald Trump que haya despertado a algunos ilusos que se dejaron dormir con los arrullos del “hermano” Barack Obama, como lo llamó Fidel en una de sus últimas reflexiones.

Este libro de Néstor García Iturbe muestra cómo el problema de Cuba es una alerta de por qué la Revolución Bolivariana de Venezuela representa una “amenaza”para Estados Unidos; y así también, cualquier otro proceso de izquierda en América latina, como lo ha sido Cuba por 60 años.

Notas:


[1]  Néstor García Iturbe, Editora Política, 2008, ISBN 978-959-01-0788-7
[2] Miembro de Mérito de la Academia de Ciencias de Cuba; Profesor Titular del Instituto Superior de Relaciones Internacionales “Raúl Roa García” y Presidente de la Sociedad Científica de Pensamiento Económico y Economía Política de la ANEC.