domingo, 28 de octubre de 2018

Una nueva carrera armamentística comienza



Por Mijaíl Gorbachov
 
Hace más de treinta años, el presidente Ronald Reagan y yo firmamos en Washington un acuerdo entre Estados Unidos y la Unión Soviética para la eliminación de misiles de alcance intermedio y corto, el Tratado sobre Misiles de Alcance Medio y Corto (INF). Por primera vez en la historia, dos clases de armas nucleares se eliminarían y destruirían.

Ese fue el primer paso. Después siguió el Tratado de Reducción de Armas Estratégicas (START I), que la Unión Soviética firmó en 1991 con el presidente George H. W. Bush, nuestro acuerdo sobre recortes radicales a las armas nucleares tácticas, y el Nuevo START, suscrito por los presidentes de Rusia y Estados Unidos en 2010.

Aún quedan demasiadas armas nucleares en el mundo, pero los arsenales estadounidense y ruso ahora son solo una fracción de lo que fueron durante la Guerra Fría. En la conferencia encargada del examen del Tratado sobre la No Proliferación de las Armas Nucleares, celebrada en 2015, Rusia y Estados Unidos informaron a la comunidad internacional que el 85 por ciento de esos arsenales habían sido desmantelados y, en su mayoría, destruidos.

Hoy, este logro formidable, del cual nuestras dos naciones pueden sentirse legítimamente orgullosas, está en peligro. La semana pasada, el presidente estadounidense Donald Trump anunció que su país planea retirarse del tratado INF y que tiene la intención de fabricar armas nucleares.

Me han preguntado que si ver el fin de un logro que me costó tanto trabajo alcanzar me deja un sabor amargo. Pero este no es un asunto personal. Hay mucho más en riesgo.

Se anuncia una nueva carrera armamentística. El tratado INF no es la primera víctima de la militarización de la política global. En 2002, Estados Unidos se retiró del Tratado sobre Misiles Antibalísticos; este año, del acuerdo nuclear con Irán. El gasto militar se ha disparado a niveles astronómicos y sigue en aumento.

Como pretexto para retirarse del INF, Estados Unidos apeló a las supuestas violaciones de Rusia a algunas disposiciones del acuerdo. Rusia ha expresado inquietudes similares sobre Estados Unidos y, al mismo tiempo, ha propuesto discutir los desacuerdos en una mesa de negociaciones para llegar a una solución que sea aceptable para ambas partes. Sin embargo, en los últimos años, Estados Unidos ha evitado involucrarse en este tipo de debates. Creo que ahora está claro por qué.

Con suficiente voluntad política, se podría resolver cualquier problema de cumplimiento en los tratados existentes. Pero, como hemos visto durante los últimos dos años, el presidente estadounidense tiene en mente un objetivo muy distinto: liberar a Estados Unidos de cualquier obligación, cualquier restricción, y no solo respecto de los misiles nucleares.

En realidad, Estados Unidos ha tomado la iniciativa de destruir el sistema de tratados y acuerdos internacionales que sirvió de cimiento para la paz y la seguridad después de la Segunda Guerra Mundial.

Sin embargo, estoy convencido de que las personas que esperan beneficiarse de una batalla mundial desmesurada están profundamente equivocados. No habrá un ganador en una “guerra de todos contra todos”, en particular si acaba convirtiéndose en una guerra nuclear. Y esa es una posibilidad que no se puede descartar. Una carrera armamentística implacable, tensiones internacionales, hostilidad y la desconfianza universal solo aumentarán el riesgo.

¿Es demasiado tarde para regresar al diálogo y las negociaciones? No quiero perder la esperanza. Confío en que Rusia tomará una postura firme pero equilibrada. Espero que los aliados de Estados Unidos, después de una seria reflexión, se rehúsen a ser plataformas de lanzamiento de los nuevos misiles estadounidenses. Quisiera que las Naciones Unidas, y en especial los miembros del Consejo de Seguridad —investidos por la Carta de las Naciones Unidas y con la principal responsabilidad de mantener la paz y la seguridad a nivel internacional—, tomen medidas responsables.

Ante esta amenaza funesta a la paz, no estamos indefensos. No debemos renunciar, no debemos claudicar.

Mijaíl Gorbachov fue secretario general del Partido Comunista de la Unión Soviética y presidente de la Unión Soviética. 

Pavel Palazhchenko tradujo este artículo del ruso al inglés.


jueves, 25 de octubre de 2018

Oteando la historia de las relaciones internacionales desde la Antigüedad hasta 1815



Por  Laura Álvarez Delgado
Estudiante 4to año del ISRI

Los períodos en que se divide la historia de las relaciones internacionales para su estudio tienen relación con los cambios en las condiciones del Orden Internacional imperante. Si tomamos como primera etapa de estudio la comprendida entre la Antigüedad y la firma de la paz de Westfalia en 1648, veremos que la Edad Antigua es una etapa muy temprana para hablar propiamente de relaciones entre naciones. Es en posteriores etapas históricas que estas se fueron consolidando y fueron estudiadas, más bien, dentro de la diplomacia y del derecho internacional. No me detendré en el análisis  restringido de la evolución de la diplomacia, en el presente trabajo ofrezco elementos que permiten una caracterización más amplia de las diferentes épocas para así comprender las relaciones internacionales que en ellas se establecieron.

El origen de las relaciones diplomáticas está muy ligado al de las propias relaciones entre las sociedades humanas y a la creciente diferenciación entre lo interno y lo externo desde el punto de vista de los territorios. Así, se fueron estableciendo cada vez más diversas formas de intercambio entre pueblos y ciudades colindantes. Un ejemplo a señalar fueron las relaciones entre las repúblicas griegas. En sus inicios, la diplomacia fue tomando un carácter ambulante. Primero, fue realizada mediante representantes designados de forma no permanente ante un país extranjero. Entonces, tuvo como limitantes las impuestas por el incipiente avance de los medios de transporte y las comunicaciones; además de la diferencias lingüísticas y culturales. No fue hasta la Edad Media que la Santa Sede, como potencia religiosa y política de la Cristiandad, adoptó la costumbre de enviar misiones diplomáticas temporales ante los soberanos con el fin de asegurar intereses. Estos son los inicios de las Nunciaturas, como se conocen en nuestros días.

Es Venecia el lugar reconocido como el de origen de la diplomacia moderna de carácter permanente, con el establecimiento de misiones en Roma y Constantinopla. Eran tiempos en los que la diplomacia estaba determinada por los intereses dinásticos y las aspiraciones de la nobleza feudal. Hacia los siglos XV y XVI aparecen obras precursoras del análisis moderno del poder y el sistema de estados como “El príncipe” de Maquiavelo, “De Monarchia” de Dante, uno de los más poderosos llamados a la prevalencia de la paz.

Sin embargo, estos siglos son también los de los grandes descubrimientos geográficos y la ampliación del comercio internacional que tuvo a Europa como centro del Sistema Internacional en gestación. En el siglo XVII, Francia emerge como potencia regional al aplicar una política de protección de la industria y el comercio, estimular la navegación e incentivar, en general, las relaciones de producción capitalistas mercantilistas. En la pugna entre Francia y el predominio de los Imperio de los Habsburgo, Francia se consolida en la supremacía europea, desatándose guerras religiosas como las del período de 1562 a 1598.

Los mencionados conflictos religiosos, producidos ante la Reforma y Contrarreforma de la Iglesia Católica tenían un carácter político. Fueron instrumento de control y dominación al interior de los Estados y de expansión contra otros Estados. En este sentido, fue relevante la Guerra de los Treinta Años (1618-1648); la cual consagró a Francia como la principal potencia continental.

La Paz de Westfalia (1648) puso fin a esa guerra y marcó, sin dudas, un punto de inflexión hacia un nuevo ordenamiento europeo. A partir de aquí, se produce la consolidación del Sistema Europeo de Estados. La diplomacia permanente se generalizó entre todos los países y monarcas de Europa. Paralelamente, fue configurándose un cuerpo de funcionarios especializados en las tareas diplomáticas, nombrado por el monarca entre la nobleza de su confianza. La idea que se sustentaba entre estos Estados fuertemente centralizados fue la del equilibrio entre potencias.

Otro resultado fue la atomización del El Sacro Imperio en más de 350 estados independientes, perfilándose un norte reformado y un sur católico. Hubo una disminución del poder del Papado en las decisiones de los Estados; desde el punto de vista religioso, se confirmó la libertad para los príncipes, y a los súbditos se les impuso convertirse a la religión de su príncipe o emigrar.

De 1648 hasta 1815

Esta segunda etapa, comprendida desde la firma de la paz en Westfalia hasta el Congreso de Viena en 1815, se caracterizó por avances tecnológicos cruciales en el desarrollo de las fuerzas productivas: las Revoluciones industriales del siglo XVIII. Por su parte, a partir de 1760, Gran Bretaña se convertiría en el “taller del mundo”. En este momento, entran a la correlación de fuerzas otras dos potencias: Rusia y Prusia. Se dan conflictos como la Guerra de Sucesión Española (1702-1714) que enfrentará a Francia y España contra una alianza de naciones encabezada por Gran Bretaña, Austria y Holanda por la obtención del trono español. Finalmente, los Tratados de Utretcht (1713-1715) consienten la instauración de Felipe V (nieto de Luis XIV) como rey de España y primer Borbón español -aunque estableció importantes límites de contención territorial a Francia-. Durante más de 20 años, a mediados del siglo XVIII, se producen una serie ininterrumpida de guerras en Europa y fuera de ella donde las alianzas enfrentadas encuentran siempre a Gran Bretaña y Francia en lados opuestos. Así, llegamos a un verdadero hito en la historia de las relaciones internacionales y de la humanidad en general: la Revolución Francesa de 1789 y los éxitos militares de la Francia revolucionaria y la Francia de Napoleón Bonaparte.

Con las ideas de defensa de los derechos individuales del hombre, la preocupación por la tutela de las libertades personales contra un posible retorno al Antiguo Régimen, Francia se erigió como una verdadera amenaza para el resto de las potencias europeas. Estas se unieron en coaliciones para derrotar el avance de Napoleón, lo cual se logró en Waterloo en 1815. Sin embargo, no se puede dejar de afirmar que, dada su influencia en las revoluciones que se sucedieron en el siglo XIX de carácter liberal y nacionalista en Europa y otras partes del mundo, la Revolución Francesa inaugura una nueva era en la política internacional.

Marcando el declive de Francia, los miembros de la Quinta Coalición se reúnen en el Congreso de Viena para restaurar las monarquías que Napoleón había derrocado. Se trazaba así un nuevo mapa europeo y se intentaba poner coto a la expansión de las ideas de la Revolución de 1789. Este es el inicio del llamado "Concierto Europeo", en el que se comenzaron a tutelar los asuntos continentales por un directorio de grandes potencias, decidiendo en común sobre fronteras, repartos, dinastías, etc. Específicamente, implicó la hegemonía de las 5 grandes potencias (Gran Bretaña, Rusia, Prusia, Austria y Francia). Se implanta la diplomacia de conferencias sobre los grandes temas internacionales. Se restablecía así el equilibrio de poder entre las potencias europeas.

De forma general, podemos concluir que estamos ante dos etapas de las relaciones entre naciones profundamente marcadas por el desarrollo tecnológico y productivo que abrió el camino al capitalismo y al ascenso de una nueva clase social: la burguesía. La Iglesia desempeñó un rol preponderante en las relaciones entre Estados, a pesar de los pasos dados en Westfalia que le habían retirado preponderancia. Estamos ante los primeros tiempos de la llamada “edad de oro de la diplomacia en Europa”, del equilibrio de poder, la política de alianzas -bastante cambiantes- y del derecho internacional en el concierto de naciones.

Bibliografía

Rodríguez Hernández, L. E. (2017). Un siglo de teoría de las Relaciones Internacionales. La Habana: Editorial Universitaria Félix Varela.

Rodríguez Hernández, L. E. (2018, septiembre). Curso de Historia de las Relaciones Internacionales (2018-2019). Tema II. La Estructura y Dinámica del Sistema Internacional en vísperas del inicio de la fase imperialista del Capitalismo. La Habana: Instituto Superior de Relaciones Internacionales.

Romero Puentes, Romero Puentes, Y. (2017). Derecho Internacional Público. Parte General. La Habana: Minrex.
  

Una periodización particular de la Historia de las Relaciones Internacionales (1648-1815)


domingo, 14 de octubre de 2018

Evolución de la diplomacia desde la antigüedad hasta 1815

Congreso de Viena 1814-1815

Por Ariel Gala González
Estudiante 4to año ISRI

Si bien no pudiera hablarse de la existencia de “relaciones internacionales” hasta la Paz de Westfalia en 1648 (debido al gran significado que esta tuvo en Europa y el resto del mundo), sí pudiéramos referirnos a la evolución, desde tiempos antiguos, de la diplomacia. Este fenómeno surgió a raíz de la necesidad de todo hombre a relacionarse con su entorno para así poder garantizar su supervivencia y desarrollo. 

Esta tesis se encuentra en el epicentro de todo intento de establecimiento de relaciones diplomáticas a lo largo de la historia. Aunque las relaciones interpersonales podemos describirlas como los lazos micro-sistémicos, apreciaremos a continuación como estas transcendieron y evolucionaron para adaptarse a la gran escala, al macro-sistema, es decir, al Sistema Internacional moderno.

Evolución histórica de la diplomacia hasta Westfalia (1648)

Es válido destacar que, en el periodo en cuestión, dígase, la Antigüedad, afamados Imperios como el de Roma, entre otros, fueron los responsables del surgimiento de los lazos diplomáticos entre los estados. Sin embargo, no podemos decir que en este periodo existiera alguna organización o estructura que se dedicara enteramente al funcionamiento de la actividad diplomática. Por esta razón, muchos autores han calificado la diplomacia “antigua” de ambulante, pues como denota dicho adjetivo, no tenía una representación especifica (salvo para casos excepcionales como la firma de tratados, acuerdos). 

Igualmente, a este panorama habría que incorporar los problemas básicos de la época que dificultaban mucho la comunicación y el sostenimiento de vínculos diplomáticos. Por ejemplo, las barreras lingüísticas, religiosas y culturales sumadas al problema del transporte. A pesar de estas características, la diplomacia funcionó de manera limitada durante varios siglos. 

No fue hasta la mitad del siglo XV que la diplomacia comenzó a adoptar un carácter más permanente y estable. Empero, esto se concentró en la península de Italia. Es conocido por muchos que Venecia es reconocida como la cuna de la diplomacia moderna. De hecho, podemos afirmar que en suelo italiano fue donde la diplomacia permanente surgió por primera vez tras el establecimiento de misiones permanentes en Roma y Constantinopla. 

Cuando analizamos la época medieval y las características propias del feudalismo, es imposible no abordar el rol que tuvo la religión en todas las facetas de la sociedad (incluida la diplomacia). Efectivamente, la Iglesia católica mantenía todavía un férreo control sobre Europa y los reinos que la componían. Paralelamente, durante este periodo comenzaron a tener lugar los primeros movimientos religiosos de carácter político que tenía el objetivo de lograr una profunda reforma de la Iglesia. Desgraciadamente, la respuesta de la Iglesia no se hizo esperar y demostró su poder absoluto a través de su instrumento de control preferido, las guerras religiosas. Este se convirtió en fundamento de dominación de un reino sobre otro. También, este demostró la decadencia del sistema feudal y el dominio del catolicismo. Por ello, al fin de este periodo, y más específicamente en 1648, aparecen los primeros estados modernos. De esta forma, comenzó a configurarse el Sistema Europeo, la decadencia total del control de la Iglesia, el ascenso del capitalismo primitivo y el surgimiento de las relaciones internacionales.


Evolución histórica de la diplomacia hasta Congreso de Viena (1815)

Como ha dicho el doctor Leyde E. Rodríguez en su libro[i], “La paz de Westfalia, en 1648, marca el fin de una época y el inicio de otra”. Esta afirmación es verídica puesto que se creó el primer orden internacional en donde ya figuraron por primera vez los estados europeos modernos. A partir de este momento, el Estado se convirtió en el núcleo del Sistema Internacional. Esto, aparejado con el desarrollo tecnológico de la época y el “boom” de las relaciones económicas capitalistas primitivas, van a dar lugar a que sea más posible que antes el establecimiento de vínculos más duraderos y efectivos entre los estados modernos y los reinos (vestigios de un sistema feudal en decadencia).

Con la Paz de Westfalia, se articuló y creó el Sistema Europeo de estados que se convirtió en el pilar del nuevo orden mundial. Sin lugar a dudas fue el referente del desarrollo y la prosperidad del mundo. Además, con su instauración, se logró generalizar la diplomacia de carácter permanente a todos aquellos estados y reinos que mantuvieran vínculos diplomáticos con este sistema. Entre tantas cuestiones, con Westfalia, surgió el Derecho Internacional moderno, el cuerpo diplomático y la complejísima cuestión de la soberanía de los Estados.

Como ha mencionado el Dr. Leyde E. Rodríguez, “La historia diplomática empieza a dar paso a la historia de las relaciones internacionales, que introduce nuevos enfoques en la historia internacional”[ii]. Precisamente cabe destacar el surgimiento del llamado “equilibrio de poder” que va a ser el mecanismo rector del balance de las relaciones internacionales a lo largo de todo este periodo. Sumado a este proceso, es inevitable no relacionar la soberanía (o igualdad soberana) que se convirtió en un concepto que ha trascendido hasta nuestros días.

La definitiva separación entre Estado e Iglesia fue un resultado fundamental de Westfalia. Esto fue una derivación de la secularización de la política sumado a la ausencia y debilitamiento de la Santa Sede en el ámbito internacional. Es entonces que, tras esta famosa división, las relaciones internacionales se comenzaron a reconocer como consecuencia de la propia naturaleza del Estado. Si bien antes a Westfalia se aceptaba una separación entre economía y política, y se creía en la noción que las relaciones internacionales eran el fruto de la unión entre diplomacia y derecho internacional, después de 1648, todo cambió. 

Los nuevos estados modernos empezaron a hacer más énfasis en analizar los procesos que ocurrían en el marco del Sistema Internacional. Es por ello que, a lo largo de todo este periodo (hasta el Congreso de Viena), se crearon muchas alianzas internacionales que determinaron el modus operandi del Sistema y de su equilibrio de poder. Sin embargo, hasta esa fecha, los Estados todavía no tenían un alto grado de interdependencia o interconexión. Esto no significo que el Sistema Europeo no fuera eficaz. Al contrario, a lo largo de estos años, se puso en duda la eficacia del llamado equilibrio de poder. Pero, como se demostró, durante los peores momentos de tensión, los países mantuvieron casi intacto el Sistema y el equilibrio entre sus partes. Ejemplos de estos momentos son la Guerra de los Treinta Años, el Tratado de Utrecht, y la Guerra de Independencia de los Estados Unidos.

No obstante, con el suceso de la Revolución Francesa, se llevó a cabo un notable proceso de configuración del Sistema Internacional. Esta nueva era que surgió tras 1789, despertó sentimientos encontrados en poderosa monarquías de la época como fueron los casos de Inglaterra, Austria y Prusia. Estas contemplaron la necesidad de destruir el nuevo sistema político que se estaba creando en Francia con los girondinos. Además, creyeron factible que podían utilizar ese momento de inestabilidad política para expandir su control sobre esta potencia europea. De esta forma, surgió la llamada alianza anti-francesa liderada por Inglaterra.

El resultado inmediato de este contexto complejo (crisis sistémica), donde tuvo lugar un quiebre del equilibrio de fuerzas, fue las Guerras Napoleónicas. Estas devinieron en una expansión impresionante del imperio francés bajo el liderazgo de Napoleón. Pero, su insaciable expansión sobre Europa solo trajo graves consecuencias para el Sistema Europeo que estaba en sus últimos suspiros. Sin embargo, a pesar de la fortaleza que demostró poseer el imperio francés con Napoleón Bonaparte, este fue derrotado dando paso así a una nueva restructuración del Sistema Internacional.

Con el Congreso de Viena de 1815, tuvo lugar otro reordenamiento político de Europa que intentó restablecer el statu quo de la Europa previa a Napoleón. En efecto, el mayor logro del Congreso de Viena fue precisamente el logro del restablecimiento del equilibrio de poder entre las potencias europeas (recordemos el papel jugado por el Concierto Europeo). Y de esta manera, se creó así otro orden internacional que se iba a mantener intacto hasta la 1ra Guerra Mundial.

De esta forma, entre 1648 y 1815, observamos como existía poco desarrollo del derecho diplomático. A pesar que en Westfalia surgen el Derecho Internacional moderno, y el cuerpo diplomático, no se puede afirmar que las cuestiones referentes a los privilegios, deberes e inmunidades de los diplomáticos estaban esclarecidas. De hecho, la gran ventaja de la diplomacia es que asumió muchas de sus funciones y reglas de forma consuetudinaria desde la Antigüedad hasta nuestros días.

Asimismo, en este periodo observamos cómo se creó por primera vez el Sistema Internacional con el surgimiento de los primeros estados modernos en Westfalia. Desde entonces, las relaciones internacionales se han complejizado y evolucionado para dar lugar al panorama actual. Hay que destacar que desde el 1648 hasta el 1815, se modificó el Sistema en dos ocasiones diferentes, los cuales dieron lugar a dos sociedades completamente distintas.

 Notas:

[1] Un siglo de teoría de las relaciones internacionales. Editorial Universitaria Félix Varela, La Habana, 2017, pág. 12
[1] Ibíd, pág. 14

Bibliografía:
 
         Carduch, R. (1993). La Diplomacia. In R. Carduch, Dinámica de la Sociedad Internacional. Madrid: CEURA.
        Rodríguez, L. (2017, septiembre). La Estructura y Dinámica del Sistema Internacional en vísperas del inicio de la fase imperialista del Capitalismo. Historia de las Relaciones Internacionales. La Habana.
         Rodríguez, L. (2017). Un siglo de Teoría de las Relaciones Internacionales .La Habana: Félix Varela.