miércoles, 11 de noviembre de 2020

Los actores globales y el (re) descubrimiento de América Latina


Por Leyde E. Rodríguez Hernández

Agradezco a CRIES por incluir mi ponencia sobre las relaciones Rusia-América Latina en esta excelente obra colectiva inspirada en la Conferencia Internacional celebrada en Quitó del 27 - 29 de noviembre de 2019 titulada “¿Qué está pasando en América Latina? Una mirada desde afuera: percepciones e intereses de los actores globales” .

Como comenta el sitio web de CRIES, Andrés Serbin y Wolf Grabedorff nos presentan este volumen colectivo inspirado en la Conferencia Internacional llevada a cabo del 27 al 29 de noviembre de 2019 en Quito titulada “¿Qué está pasando en América Latina? Una mirada desde afuera: percepciones e intereses de los actores globales”. El propósito de estas páginas es adentrarse en las diversas relaciones entre actores regionales y extra-regionales en el marco de un sistema internacional complejo en transición para profundizar sobre las posibilidades del “(re) descubrimiento de una región”.

En un momento donde se habla de “pos-pandemia” es necesario comprender cómo el escenario internacional y doméstico afecta a nuestra región. A través de este compilado de veinticinco autores que se divide en cinco secciones podemos realizar el recorrido, desde distintos enfoques políticos, por los múltiples actores extra-regionales y profundizar sobre su influencia en América Latina y el Caribe.

La región enfrenta actualmente el desafío de insertarse en un sistema internacional en transición que se ha vuelto más complejo por la pandemia de la COVID-19. Conjuntamente con la re-configuración del sistema se encuentra atravesada por turbulencias domésticas. Desde las elecciones de Estados Unidos, que profundiza la escasa importancia estratégica de la región hasta el descontento con las elites políticas, descredito de las instituciones, altos niveles de desigualdad, demandas de diversos sectores sociales acerca de temas redistributivos, amplia polarización política y tendencias autoritarias que se han exacerbado estos últimos años. En el plano internacional se puede identificar, como llaman los autores y editores, el “desentendimiento estratégico de Estados Unidos con la región” y la presencia económica de China y Rusia que demandan una respuesta regional articulada frente a los desafíos, no solo de la pandemia, sino de la compleja transición que enfrenta el espectro político internacional.

El libro se divide en cinco secciones que nos invitan a entender las incertidumbres regionales y su dificultad para lograr una respuesta integrada en la inserción de este sistema. Además, realiza un análisis no solo sobre los diversos actores relevantes como Estados Unidos, la República Popular China, Federación Rusa, Canadá, Japón y de nuevos actores como la India, Irán o Turquía, sino que profundiza sobre las relaciones interregionales con la Unión Europea y Eurasia.

PDF online: http://www.cries.org/wp-content/uploads/2020/11/actores-globales-version-web1-2.pdf


lunes, 9 de noviembre de 2020

¿Qué ruptura con el capitalismo exige la crisis actual?

Por Rémy HERRERA


 
Transcripción de la intervención por videoconferencia de Rémy HERRERA el 6 de noviembre de 2020 en el debate organizado por el Partido Comunista Francés (PCF) en su centenario.

Se propusieron inicialmente para este debate estas tres preguntas :

¿Por qué una ruptura con el capitalismo?

¿Por qué una alternativa socialista?

¿Qué lecciones sacar de las experiencias de China, Vietnam y Cuba?

Buenas tardes a todas y todos los camaradas.

Quiero dar las gracias a los organizadores por esta iniciativa y por su invitación a hablar, a volver a hablar, de socialismo. Es una suerte, pues hace ya lustros que el PCF ha renunciado a hablar de ello; es más, ha renunciado al socialismo sin más. Y pienso personalmente, que es debido a esta renuncia por lo que el Partido está donde está, es decir en lo más bajo.

El problema es que al abandonar el socialismo - que es una vía, que es una transición - el Partido ha abandonado también la búsqueda del ideal comunista; de ahí su actual deriva, de ahí esta impresión de estar perdido.

Así que, lo confieso, sí, estoy muy contento de esta iniciativa pero… me siento como un cura obrero invitado a un concilio en el Vaticano, o como un miembro de alcohólicos anónimos invitado a una exposición de vinos y licores para decir: “¡hay que dejar de beber!”. Permitidme decirlo así medio en broma para no ser demasiado desabrido.

Acepté estar aquí y participar de este debate, no para dividir, sino para contribuir, modestamente, a la unidad de aquellas y aquellos que quieren hablar de socialismo con el fin de emprender una transición socialista, en ruptura con el sistema actual en el que vivimos y en el que vivimos cada vez peor.

Este sistema está en crisis. Esta crisis no es de ayer, remonta a por los menos medio siglo; es estructural, grave, gravísima incluso, es multidimensional. Es sistémica, lo que quiere decir que el sistema no va a encontrar una solución por sí mismo. El capitalismo declina, el capitalismo se degenera, y si no se hunde rápidamente es porque su Estado lo sostiene con las dos manos; así fue el caso en 2008 cuando el sector financiero colapsó, y así es el caso en la actualidad con la crisis “sanitaria” y una economía que vive con el gotero puesto.

 

Lo que quiero decir es que no va a haber salida al problema sanitario con gente que está destruyendo hospitales públicos; ni salida al problema financiero con bancos que siguen especulando. No habrá salida al problema medioambiental con ecologistas unos más neoliberales que los otros, como tampoco la habrá para los problemas sociales con los social-liberales. Y añadiré que ni siquiera habrá salida para el terrorismo religioso con mercaderes del templo que han debilitado la educación nacional y la laicidad vendiéndolas al sector privado, por añadidura confesional.

El capital nunca encontrará solución mediante su lógica interna de beneficio por razones profundas, y múltiples; sobre todo: porque sus nuevas tecnologías tienden a economizar mucho el trabajo humano y socaban la creación de valor, porque el trabajo improductivo gana terreno al trabajo productivo, porque las contradicciones del capital exigen una intervención del estado que cada vez cuesta más, pero también porque la sobre-acumulación proviene principalmente ya del capital ficticio y las finanzas cercan a todo el sistema en una espiral de destrucciones, de conflictos, de guerras que termina por amenazarnos a todas y todos de muerte.

Es por esto por lo que hay que emprender una transición socialista; y no sólo para responder a un espíritu de justicia, es para responder al llamamiento de la razón, es incluso una cuestión de supervivencia para la humanidad, para la vida. De eso se trata, camaradas.

El socialismo no es solo una palabra, es una lucha. No es un fin, sino un proceso de transición, largo, difícil, que puede tomar múltiples formas en la vía de la emancipación, en el camino de la liberación del trabajo del dominio del capital. Porque el capitalismo es eso, el dominio del capital sobre el trabajo.

Oigo a algunos que dirán: ya se intentó y resultó mal. Pero ¿cuándo el socialismo se ha intentado en este país? ¿En 1981? En 1981 lo que hubo fue mitterrandismo y el “invento del neoliberalismo de Estado”, pero no socialismo. Es lo que explico en mi último libro En Lutte!

¿Y la URSS, y la Europa del Este, no es eso un fracaso? Sí. Lo que yo quiero deciros sobre este tema es que al capitalismo le llevó siglos emerger y desprenderse del feudalismo, ¿por qué entonces el socialismo, con una ambición más hermosa y mucho más justa, no tiene derecho a un tiempo amplio? Además ¿es el socialismo igual en todos los sitios? Si así fuera, habría fracasado en todos los sitios. Ahora bien, no es ese el caso, de ningún modo es el caso. Se hace creer que el socialismo ha fracasado del todo para que los trabajadores abandonen la lucha y se sometan, para que los pueblos del Norte y del Sur crean que no hay, que ya no hay, más alternativa.

Por eso las experiencias de China, de Vietnam y de Cuba son interesantes para nuestras luchas.

China es el mayor éxito económico del mundo, incluso de la historia mundial. Dicen nuestros enemigos: “¿China? ¡Eso es capitalismo!” Ahora bien nosotros, ¿tendríamos nosotros que creerles, que repetirlo y atribuir el éxito chino al capitalismo? ¡Esos elogios no los merece el capitalismo! No, este éxito chino se debe principalmente, esencialmente, al socialismo. Ninguno de los recientes logros chinos hubiera sido posible sin una encarnizada lucha contra el capitalismo, sin un control estricto de los capitalistas, sin la revolución que comenzó en 1949, que extirpó la miseria y la guerra del pueblo chino, y que le ha aportado el progreso social, la educación, la sanidad, las infraestructuras públicas, la independencia, la dignidad…

Seamos pues modestos pero no sumisos. Los chinos dicen: estamos explorando una transición larga hacia el socialismo. Intentemos comprenderles, aprendamos, seamos respetuosos.

Que no haya malentendidos: China está lejos, muy lejos del ideal comunista; hay demasiado desigualdad, demasiados defectos en esta etapa de transición, que es una etapa inicial del socialismo. Pero lo que es cierto es que el pueblo chino y sus dirigentes están lanzados en la batalla de la transición socialista. ¿Cómo terminará esto? Yo no lo sé. Pero es imposible negarles su voluntad. La historia no ha terminado.

Por otra parte, camaradas, imaginaos por un instante nuestro país con la propiedad de los suelos y subsuelos colectivizada; con la mayoría de las grandes empresas nacionalizadas; con la moneda, el banco, las finanzas controladas por el estado; controlada también la actuación de las transnacionales extranjeras en el territorio nacional; y además de la planificación, en la cumbre del poder, para supervisar a un estado superpoderoso ¿quién? ¡un Partido Comunista! Imaginaos a nuestro país organizado así, es decir, como lo está China actualmente. ¿Qué diríamos? ¿Qué esto es capitalismo? ¡Sin bromas! Se diría que es socialismo. Nuestros enemigos capitalistas dirían incluso: ¡eso es comunismo! Digamos más bien que se trata de una forma de socialismo de mercado, con capitalistas, por supuesto, pero capitalistas estrictamente controlados por el poder político de un Partido comunista.

China ciertamente no es un país comunista, pero está en lucha con el capitalismo para intentar dominarlo. Hay que intentar comprender todo esto, pensar por nosotros mismos y, desde un principio, liberarse de la ideología dominante, de la opresión de los medios de información dominantes que se han convertido entre nosotros en el primer obstáculo a la libertad de expresión.

En Vietnam es un poco lo mismo que en China después del “Doi Moi[1], es decir, la renovación del socialismo, un proceso de mercado socialista iniciado después de los años tan difíciles de la posguerra, después de que Estados Unidos hubiera lanzado sobre el país tres veces más bombas  que todos los beligerantes de la Segunda Guerra mundial juntos. Y más recientemente, la encomiable manera como Vietnam supo afrontar la pandemia del Covid-19 ha sido aquí en Francia completamente silenciada, con el pretexto de que los vietnamitas mienten. ¡Cuando es nuestro propio gobierno, sometido al poder financiero y en guerra contra todo un pueblo, el que miente!

De estas tres experiencias actuales, es Cuba la que más alejada está del capitalismo. Es pues lógico que sea contra Cuba contra la que el imperialismo más se ensaña imponiéndole el bloqueo. Sin socialismo Cuba no hubiera resistido después de la caída de la Unión soviética. Pero sin la resistencia de Cuba hoy ya no hablaríamos de socialismo en América latina. Ahora bien, por todo este continente latino-americano, los pueblos están en pie y luchan por el socialismo. ¡Mirad Bolivia y la recientísima magnífica victoria de su pueblo! Se dirá que en Cuba hay penuria. Pero es una penuria creada por el bloqueo imperialista, no por el socialismo. Antes de la caída de la Unión Soviética en Cuba había de todo. Hoy, en Cuba faltan muchas cosas materiales, pero no falta en absoluto el espíritu de solidaridad. Los italianos lo saben bien, y todos los países africanos y casi todos los países del Sur lo saben también bien cuando desde hace mucho tiempo vienen recibiendo la ayuda y cuidados de las misiones internacionalistas cubanas.

Queridos camaradas, Cuba es absolutamente fundamental para nosotros porque los cubanos nos demuestran que es posible resistir.

Lo que nosotros podemos aprender de la experiencia de estos tres países es:

 en primer lugar, que hay que resistir, incluso si el imperialismo impone un bloqueo, incluso si el imperialismo llega a arrasar tu país.

 segundo, que existe una alternativa, que esta alternativa se llama socialismo, que incumbe a los Partidos comunistas asumir sus responsabilidades;

● y para terminar, que el socialismo sigue de actualidad; que debe, que puede incluso rebasar al capitalismo; que no es sinónimo de ineficacia, de penuria, sino de reparto, de opulencia incluso (una cierta opulencia, como lo deseaba Marx, como lo deseaba Lenin).

Así pues, hay que comprender que el capitalismo se está acabando, que el capitalismo agoniza, que va a desencadenar una violencia extraordinaria contra todos los pueblos antes de desaparecer, y que es el socialismo, la solidaridad, lo que camina con la historia.

 

Pero además de estas lecciones, importantes, ¿qué podemos sacar en conclusión de todo esto? Las experiencias cubana, vietnamita y china evidentemente no son exportables, es más, son inmensamente perfectibles, en todos los ámbitos; pero nos interesan porque en ellas se funden tres dimensiones clave: la dimensión de la emancipación social (anticapitalista), la dimensión de independencia nacional (antiimperialista) y la dimensión del humanismo igualitario (antirracista). La articulación de estas tres dimensiones es la que define la transición socialista de cada una de ellas, la que define su “proyecto comunista”. Incluso si estas tres revoluciones, que están en pie a la hora actual, y que resisten, tienen cada una condiciones históricas, socio-económicas y culturales particulares - lo que significa que nosotros aquí en Francia tenemos que buscar nuestras formas de lucha, renovadas, adaptadas para ser más eficaces en vistas a arrostrar los desafíos actuales -, el análisis de los mecanismos  profundos de estas tres revoluciones me parece útil para nosotros. Los tres son, ya lo dije: 1. antirracistas; 2. antiimperialistas; 3. anticapitalistas. ¿Qué quieren decirnos, a nosotros?

1. El antirracismo, porque, por supuesto, combatir el racismo de la extrema derecha y del sistema es prioridad absoluta. Pero no a la manera como lo hace la derecha que pone las comunidades unas contra otras; ni como lo hace la “nueva derecha” social-liberal del Partido Socialista francés, antirracista de palabras pero con sus actuaciones que apuntan a neutralizar las luchas populares, sobre todo en los barrios y suburbios de la periferias. No, nuestro combate, el nuestro, contra el racismo, no es societal, es político, es socio-económico. Y lo mismo ocurre con los otros combates fundamentales, entrelazados: el combate por la democracia, el combate por la igualdad hombre-mujer, el de la protección del medioambiente, que hay que situar, también en el corazón de nuestras luchas comunes por el socialismo. A este propósito, el Islam político, al igual que los otros fascismos, no quiere en absoluto romper con el capitalismo; al contrario, es un aliado y cómplice del imperialismo. Así que, una vez más, la opción por el socialismo será para nosotros el más seguro baluarte contra todos los fascismos, comprendido el fascismo del islamismo político.

2. El antiimperialismo, quiere decir no solo poner fin a la lógica de la guerra de la OTAN bajo la hegemonía de Estados Unidos ; quiere decir liberarse también del yugo europeo. De todo corazón le deseo a Fabien Roussel en el PCF mucho ánimo cuando quiere hablar de socialismo continuando en la zona euro. La Unión Europea fue construida precisamente para impedir el socialismo, incluso ese fue su primer objetivo. Mucho ánimo a Laurent Brun en la CGT cuando pretende quedarse en la Confederación Europea de Sindicatos, eurólatra, social-liberal, totalmente sometida al capital. De verdad, ¡mucho ánimo a los dos si pretenden reformar lo irreformable! Esperando a Godot - esta Europa social que jamás llegará por la simple razón de que el marco europeo realmente existente lo prohíbe -, son la derecha y la extrema derecha las que ocupan el terreno de la contestación de la que nosotros hemos decidido desertar. Quiero recordar que el concepto de soberanía nacional nació en nuestras filas (en Valmy). De hecho, la censura del debate sobre el euro no solo es antidemocrática, es simplemente suicida. No reconstruiremos una perspectiva socialista, ni siquiera social, ni moderadamente social, sin un cuestionamiento radical del euro.

3. El anticapitalismo significa necesidad de romper con el sistema de dominación del capital al final de su carrera, obsoleto, ya casi exclusivamente destructivo, asesino, incluso criminal. La alternativa anticapitalista es la transición socialista. Es la única alternativa razonable. ¿Qué quiere decir eso para nosotros? Quiere decir más concretamente:

● unos servicios públicos fuertes, concebidos como condiciones de la ciudadanía;

● planificación, para la aplicación de una estrategia de desarrollo, socialista;

● el control de la moneda, de la banca y de los sectores estratégicos de la economía, lo cual implica nacionalizaciones, replanteándolo totalmente a partir de las experiencias pasadas;

● la propiedad colectiva de los recursos naturales y urgencia de la protección de la naturaleza;

● formas de propiedad, diversas, sí, pero orientadas hacia la socialización de las fuerzas productivas;

● una fuerte subida de los ingresos laborales, más rápida, con un objetivo de justicia social, en una óptica igualitaria;

● relaciones exteriores que garanticen intercambios beneficiosos para todos y basadas en la paz.

● y por supuesto, una forma de democracia política amplia, no ficticia como lo es hoy, sino auténtica, ampliamente participativa, que posibilite y concretice opciones estratégicas colectivas.

Así que todos juntos, deslegitimemos el capitalismo que promete la abundancia, pero generaliza la penuria (¡ya vemos lo que da de sí en plena pandemia!). Desacreditemos este sistema capitalista que nos vende felicidad en la publicidad, pero nos empuja a la peor de las crisis desde 1945; que sacraliza la libertad individual, pero desmantela nuestros derechos, destruye nuestros servicios públicos y empobrece cada día a más seres humanos. Desmontemos este sistema arcaico que habla de democracia, pero impone la dictadura de las finanzas. Camaradas, una dictadura no se recompone, se la destruye. El orden que nos impone el capital financiero es, hoy por hoy, una dictadura. Nuestro deber inmediato de todas y todos es unirnos para ponerle fin.

 

Traducción de Red Roja



[1] [renovación: nombre dado a las reformas económicas iniciadas por Vietnam en 1986]

Discurso de David Choquehuanca, vicepresidente de Bolivia, en su toma de posesión:


"Con el permiso de nuestros dioses, de nuestros hermanos mayores y de nuestra Pachamama, de nuestros ancestros, de nuestros achachilas, con el permiso de nuestro Patujú, de nuestro arcoíris, de nuestra sagrada hoja de coca.


Con el permiso de nuestros pueblos, con el permiso de todos los presentes y no presentes en este hemiciclo.

Hoy quiero compartir nuestro pensamiento en unos minutos.

Es obligación de comunicarnos, obligación de dialogar, es un principio del vivir bien.

Los pueblos de las culturas milenarias, de la cultura de la vida mantenemos nuestros orígenes desde el amanecer de los tiempos remotos.

Los hijos hemos heredado una cultura milenaria que comprende que todo está interrelacionado, que nada está dividido y que nada está fuera.

‘Vayamos juntos’

Por eso nos dicen que todos vayamos juntos, que nadie se quede atrás, que todos tengan todo y a nadie le falte nada.

Y el bienestar de todos es bienestar de uno mismo, que ayudar es motivo de crecer y ser feliz, que renunciar en beneficio del otro nos hace sentir fortalecidos, que unirnos y reconocernos en el todo es el camino del ayer, hoy mañana y siempre de donde nunca nos hemos alejado.

El ayni, la minka, la tumpa, nuestra colka y otros códigos de las culturas milenarias son la esencia de nuestra vida, de nuestro ayllu.

Ayllu no solo es una organización de sociedad de seres humanos, ayllu es un sistema de organización de vida de todos los seres, de todo lo que existe, de todo lo que fluye en equilibrio en nuestro planeta o Madre Tierra.


Durante siglos los cánones civilizatorios del Abya Yala fueron desestructurados y muchos de ellos exterminados, el pensamiento originario fue sistemáticamente sometido al pensamiento colonial.

Mas no lograron apagarnos, estamos vivos, somos de Tiwanaku, somos fuertes, somos como la piedra, somos cholke, somos sinchi, somos Rumy, somos Jenecherú, fuego que nunca se apagaba, somos de Samaipata, somos jaguar, somos Katari, somos comanches, somos mayas, somos guaraníes, somos mapuches, mojeños, somos aymaras, somos quechuas, somos jokis, y somos todos los pueblos de la cultura de la vida que despertamos larama, igual, rebelde con sabiduría.

‘Una transición cada 2.000 años’

Hoy Bolivia y el mundo vivimos una transición que se repite cada 2.000 años, en el marco de la ciclidad de los tiempos, pasamos del no tiempo al tiempo, dando inicio al nuevo amanecer, a un nuevo Pachakuti en nuestra historia

Un nuevo sol y una nueva expresión en el lenguaje de la vida donde la empatía por el otro o el bien colectivo sustituye al individualismo egoísta.

Donde los bolivianos nos miramos todos iguales y sabemos que unidos valemos más, estamos en tiempos de volver a ser Jiwasa, no soy yo, somos nosotros.

Jiwasa es la muerte del egocentrismo, Jiwasa es la muerte del antropocentrismo y es la muerte del teolocentrismo.

Estamos en tiempo de volver a ser Iyambae, es un código que lo han protegido nuestros hermanos guaraníes, y Iyambae es igual a persona que no tiene dueño, nadie en este mundo tiene que sentirse dueño de nadie y de nada.

Desde el año 2006 empezamos en Bolivia un duro trabajo para conectar nuestras raíces individuales y colectivas, para volver a ser nosotros mismos, volver a nuestro centro, al taypi, a la pacha, al equilibrio de donde emergen la sabiduría de las civilizaciones más importantes de nuestro planeta.

Estamos en pleno proceso de recuperación de nuestros saberes, de los códigos de la cultura de la vida, de los cánones civilizatorios de una sociedad que vivía en íntima conexión con el cosmos, con el mundo, con la naturaleza y con la vida individual y colectiva de construir nuestro suma kamaña, de nuestro suma akalle, que es garantizar el bien individual y el bien colectivo o comunitario.

Chacha-warmi

Estamos en tiempos de recuperar nuestra identidad, nuestra raíz cultural, nuestro sake, tenemos raíz cultural, tenemos filosofía, historia, tenemos todo, somos personas, y tenemos derechos.

Uno de los cánones inquebrantables de nuestra civilización es la sabiduría heredada en torno a la Pacha, garantizar equilibrios en todo tiempo y espacio es saber administrar todas las energías complementarias, la cósmica que viene del cielo con la tierra que emerge de debajo de la tierra.

Estas dos fuerzas cósmicas telúricas interactúan creando lo que llamamos vida como una totalidad visible (Pachamama) y espiritual (Pachakama).


Al comprender la vida en términos de energía tenemos la posibilidad de modificar nuestra historia, la materia y la vida como la convergencia de la fuerza chacha-warmi, cuando nos referimos a la complementariedad de opuestos.

El nuevo tiempo que estamos empezando será sostenido por la energía del ayllu, la comunidad, los consensos, la horizontalidad, los equilibrios complementarios y el bien común.

Históricamente se comprende la revolución como un acto político para cambiar la estructura social, para así transformar la vida del individuo, ninguna de las revoluciones ha logrado modificar la conservación del poder, para mantener control sobre las personas.

‘Nuestra revolución es la revolución de ideas’

No se consiguió cambiar la naturaleza del poder, pero el poder ha logrado distorsionar la mente de los políticos, el poder puede corromper y es muy difícil modificar la fuerza del poder y de sus instituciones, pero es un desafío que asumiremos desde la sabiduría de nuestros pueblos. Nuestra revolución es la revolución de ideas, es la revolución de equilibrios, porque estamos convencidos que para transformar la sociedad, el Gobierno, la burocracia y las leyes y el sistema político debemos cambiar como individuos.

Nuestra verdad es muy simple, el cóndor levanta vuelo solo cuando su ala derecha está en perfecto equilibrio con su ala izquierda, la tarea de formarnos como individuos equilibrados fue brutalmente interrumpida hace siglos, no la hemos concluido y el tiempo de la era del ayllu, comunidad, ya está con nosotros.

Exige que seamos individuos libres y equilibrados para construir relaciones armónicas con los demás y con nuestro entorno, es urgente que seamos seres aptos de sostener equilibrios para sí y para la comunidad.


Estamos en tiempos de los hermanos de la apanaka pachakuti, hermanos del cambio, donde nuestra lucha no solo era por nosotros, sino también por ellos y no en contra de ellos. Buscamos el mandato, no buscamos enfrentamiento, buscamos la paz, no somos de la cultura de la guerra ni de la dominación, nuestra lucha es contra todo tipo de sometimiento y contra el pensamiento único colonial, patriarcal, venga de donde venga.

La idea del encuentro entre el espíritu y la materia, el cielo y la tierra de la Pachamama y Pachakama nos permite pensar que una mujer y hombre nuevos podremos sanar a la humanidad, al planeta, y a la hermosa vida que hay en ella y devolver la belleza a nuestra madre tierra.

Defenderemos los sagrados tesoros de nuestra cultura de toda injerencia, defenderemos nuestros pueblos, nuestros recursos naturales, nuestras libertades y nuestros derechos.

‘Volveremos al Qhapak Ñan’

Volveremos a nuestro Qhapak Ñan, el camino noble de la integración, el camino de la verdad, el camino de la hermandad, el camino de la unidad, el camino del respeto a nuestras autoridades, a nuestras hermanas, el camino del respeto al fuego, el camino del respeto a la lluvia, el camino del respeto a nuestras montañas, el camino del respeto a nuestros ríos, el camino del respeto a nuestra madre tierra, el camino de respeto a la soberanía de nuestros pueblos.

Hermanos, para terminar, los bolivianos debemos superar la división, el odio, el racismo, la discriminación entre compatriotas, ya no más persecución a la libertad de expresión, ya no más judicialización de la política.

Ya no más abuso de poder, el poder tiene que ser para ayudar, el poder tiene que circular, el poder, así como la economía, se tiene que redistribuir, tiene que circular, tiene que fluir, así como la sangre fluye dentro de nuestro organismo, ya no más impunidad, justicia hermanos.


Pero la justicia tiene que ser verdaderamente independiente, pongámosle fin a la intolerancia a la humillación de los derechos humanos y de nuestra madre tierra.

El nuevo tiempo significa escuchar el mensaje de nuestros pueblos que viene del fondo de sus corazones, significa sanar heridas, mirarnos con respeto, recuperar la patria, soñar juntos, construir hermandad, armonía, integración, esperanza para garantizar la paz y la felicidad de las nuevas generaciones.

Solo así podremos alcanzar el vivir bien y gobernarnos nosotros mismos.

¡Jallalla Bolivia! "

lunes, 26 de octubre de 2020

Mesa Redonda Virtual: El rol del multilateralismo en tiempos de pandemia

Por Dr. Leyde E. Rodríguez Hernández

PARTICIPANTES:

Sra. Consuelo Vidal, Coordinadora Residente del Sistema de las Naciones Unidas en Cuba

Embajador Abelardo Moreno Fernández, Asesor del Ministro de Relaciones Exteriores

MSc. Santiago Pérez Benítez, Subdirector del Centro de Investigaciones de Política Internacional (CIPI)

Dr. C. Leyde E. Rodríguez, Vicerrector del ISRI

Dra. C. Magda Bauta, asociada individual de la ACNU 

Embajador Fermín Quiñones Sánchez, presidente de la ACNU / moderador

Moderador: ¿Qué lecciones aprendidas deja la Covid-19 en torno a la necesidad de las prácticas multilaterales?

No creo que las lecciones hayan sido aprendidas. La especie humana ha evidenciado ser irreflexiva, testaruda ante las realidades de la historia, la pandemia de la gripe española de 1918, las catástrofes naturales, la destrucción de la guerra, como la primera y la segunda guerra mundial. Ninguno de los participantes en esta mesa redonda vivimos tales acontecimientos. 

Hay quienes todavía vacilan en cuestionar a los Estados Unidos, después de tantas guerras injustificables en el Medio Oriente e invasiones y golpes de Estados en América Latina y el Caribe. Y qué decir del lanzamiento de las bombas atómicas contra Hiroshima y Nagasaki, un genocidio cuando apenas la Organización de Naciones Unidas (ONU) y el orden mundial actual en crisis - denominado liberal-  se iniciaba, cuyo aniversario 75 también conmemoramos en este crispado 2020.  

Me resulta difícil observar lo que sucede hoy en el ámbito internacional sin la historia. Seria vaciar la política y la diplomacia de contenido, de los hechos y factores que la vivifican. He podido identificar algunas lecciones importantes:

Frente a una crisis global se requiere de la cooperación para enfrentarla exitosamente. Las luchas geopolíticas no hacen más que agudizar la crisis para todos los actores del sistema internacional.

Es imposible ignorar que los problemas requieren de respuestas y soluciones globales. Ahora más que nunca, porque este fenómeno de la Covid-19 no tiene precedentes para las actuales generaciones. Es un fenómeno de connotación nacional o local, regional y global. La cooperación se requiere en todos los ámbitos, atendiendo las reivindicaciones de los países más pobres y subdesarrollados. Muchos de ellos cuentan con la voluntad de enfrentar y resolver problemas, pero no tienen los recursos e infraestructuras adecuadas, porque existen asimetrías entre los Estados y no todos tienen las mismas capacidades para solucionar los desafíos del impacto social producido por la Covid-19. 

Si bien la presencia de las instituciones multilaterales en todas las dimensiones: local, regional y global, es de suma importancia y esencial para la humanidad en la hora actual, se requiere colocar al ser humano y su protección en el centro de la estrategia multilateral, la cual, sería un fracaso, sin un liderazgo político capaz y sensibilizado en el apoyo de las medidas que adopten las instituciones multilaterales para preservar y potenciar los servicios de salud pública. 

Hemos visto la importancia de las tecnologías digitales para lograr regímenes de distanciamiento físico, para contrarrestar el virus y mantener el acceso a servicios de educación y salud. Pero hay que reconocer que existen todavía profundas desigualdades entre las naciones y los individuos en el acceso uso y disfrute de estas tecnologías.

Se hizo evidente la fragilidad de los sistemas sanitarios, no solo de los países en vías desarrollo, sino también en los considerados desarrollados como Estados Unidos, España, Francia y potencias emergentes de las dimensiones de Brasil, India y Rusia, que son potencias espaciales, al mismo tiempo, Rusia es una superpotencia militar. En el campo de los sistemas sanitarios la inconsistencia es global y lo relaciono con la vulnerabilidad e ineficiencia del sistema capitalista dominante en su etapa neoliberal para enfrentar esta pandemia, garantizar los derechos humanos y salvar vidas. 

Por lo anterior, se evidencia la necesidad de que el Estado ocupe su lugar en la protección social. El nivel de desamparo de vastos sectores sociales en todo el mundo ha sido muy elevado durante la pandemia y el costo en vidas humanas  ha sido demasiado alto en Estados Unidos y Brasil, para citar solo dos ejemplos cercanos de países en nuestro hemisferio que se han burlado de la cooperación internacional y el multilateralismo.

Se debe reconocer que la ONU, a través de su agencia especializada, la Organización Mundial de la Salud (OMS) trazó las orientaciones para alertar,  controlar  la pandemia, en junio de 2020, y reducir su impacto global, en especial en los países en vías de desarrollo, pero el ataque a la OMS fue brutal por la administración de Donald Trump. Es un hecho escandaloso e inédito en las relaciones internacionales de nuestra época.

Independientemente de las amenazas y peligros que acechan el multilateralismo, la ONU sigue siendo un componente necesario para la negociación internacional, el dialogo, la solución de los conflictos, encontrar consenso o soluciones a los problemas globales,  exponer las reivindicaciones de los países del Sur y, en su conjunto, del Movimiento de Países No alineados (MNOAL). 

Considero que se debe rechazar en el plano académico y político toda narrativa hegemónica e imperialista contraria a la existencia de la ONU y de los argumentos que favorecen su destrucción o desaparición. Junto al señalamiento de sus defectos e imperfecciones, debe defenderse su existencia, actualización y democratización, como un medio idóneo o tribuna necesaria para fortalecer el multilateralismo y la cooperación internacional en un mundo en el que proliferan los desafíos globales: pandemias, terrorismo, hambre, cambio climático, militarismo y las armas nucleares.

El multilateralismo ha sido en la práctica arruinado por las exacerbadas relaciones de poder, el hegemonismo y la acción unilateralista de Estados Unidos -y de otras potencias en asuntos puntuales de su interés nacional-, y la existencia de un orden internacional capitalista que se manifiesta en crisis, agresivo, caótico, desequilibrado, antidemocrático e injusto. 

Albergo la esperanza de que la humanidad aprenda las lecciones del fatídico año 2020, sin ignorar el conocimiento científico y la importancia del multilateralismo, en función del bienestar de la especie humana y de su supervivencia, en una época de inexorables e interdependientes problemas globales. 

Muchas gracias,


viernes, 23 de octubre de 2020

Retos, económicos, políticos, sociales y culturales de la sociedad internacional postpandemia de la Covid-19

Panel virtual Universidad Gerardo Barrios, El Salvador:

Celebración día del estudiante de relaciones y negocios internacionales.

  

 Por Dr. Leyde E. Rodríguez Hernández

Los retos, económicos, políticos, sociales y culturales de la sociedad internacional en la etapa postpandemia de la Covid-19 son múltiples, diversos, exponenciales, penetran y atraviesan a todas las naciones y a los individuos, en relación directa con las características regionales y de cada país. 

Por las contradicciones, la rivalidad, las pugnas geopolíticas entre grandes potencias y potencias medias y las asimetrías de poder entre los Estados, provoca que algunas potencias se consideren más soberanas que otros Estados. Por eso resulta difícil para mí pensar en términos de sociedad internacional en un medio tan competitivo en el que predominan las relaciones de poder, control y dominación. 

 

En el plano económico uno de los grandes retos es cómo reducir la ampliación de la brecha entre el Norte y el Sur. Ya antes de la pandemia el 1 % más rico del mundo poseía el doble de la riqueza de 6 900 millones de personas, mientras 600 millones vivían en la pobreza extrema, casi 690 millones sufrían hambre y 5,2 millones de niños menores de cinco años murieron, en su mayoría, por causas evitables y tratables. Cuando ustedes analizan los daños causados por la pandemia de la Covid-19 las cifras se han duplicado. Por tanto, la situación económica mundial es crítica y se agrava por los efectos devastadores de la Covid-19, cuyo mayor impacto se observará en los países menos desarrollados, muchos de ellos sufren medidas coercitivas unilaterales de Estados Unidos u otras potencias occidentales.     

Es muy peligroso para la seguridad internacional que los Estados Unidos, como la principal potencia económica, militar y tecnológica, desestime los organismos internacionales y acuerdos multilaterales, viola el derecho internacional y la Carta de las Naciones, y amenaza a la paz y la seguridad internacionales con un militarismo desenfrenado, muy altos gastos en la carrera armamentista que no le permitieron escuchar los reclamos universales de un “cese el fuego global” en la ONU para reducir los conflictos armados internacionales durante la pandemia, lo cual hubiera también contribuido a la paz en la postpandemia o la llamada nueva normalidad.  Un gran peligro para la existencia de la humanidad lo constituye la existencia y nuevos desarrollos de armas nucleares.  

 

Desde 2013 se observaba un período de desaceleración, estancamiento o crisis de las economías latinoamericanas. La Covid-19 paralizó aún más la posibilidad de acometer las reformas estructurales que necesita la región para que sus economías sean más productivas y competitivas y no quedar al margen de la actual revolución tecnológica y digital.

Esta expansión del coronavirus y su crecimiento en América Latina debe contemplarse desde tres ámbitos diferentes que se interrelacionan e influyen unos en otros: el político, el sanitario y el económico-social.

Sus efectos en América Latina implican un incremento de la incertidumbre económica que corre en paralelo con un aumento de la crisis económica, el desempleo, de las tensiones políticas y sociales al escalar la presión sobre las administraciones públicas y los sistemas sanitarios.

La Covid-19 es prueba para los gobiernos y el liderazgo político. La crisis se da en un momento de profunda debilidad de la mayoría de los gobiernos de la región que no han conseguido encauzar, de forma adecuada, en los años recientes, las reivindicaciones sociales de las clases medias emergentes. Se vive en la región la plenitud de la crisis y del fracaso del neoliberalismo como política económica. Es por eso que los servicios públicos, especialmente los sanitarios han colapsado. Pero, en realidad, ya estaban así antes de la crisis del coronavirus.

Lo anterior, junto con el estancamiento económico y la existencia de unas administraciones ineficientes y penetradas por la corrupción, el mal funcionamiento de esos servicios públicos, en el área de salud, además de educación, transporte y seguridad ciudadana, explica la creciente desafección popular que desembocó, a finales de 2019, en una serie de estallidos sociales que hacen precaria la estabilidad regional. Por ejemplo, Ecuador, Chile, la agitación social en Colombia, en Bolivia asumió el poder un gobierno de facto resultado de un golpe militar y contra Venezuela se ha producido una muy fuerte injerencia extranjera con el objetivo de crear un caos mediante los peores instrumentos de la “guerra hibrida” y está amenazada de invasión por el gobierno de Donald Trump.  

Brasil es el país con mayor número de infectados y fallecidos por la Covid-19 y México tiene entre sus grandes riesgos la cercanía a los Estados Unidos, epicentro global de la pandemia.

América Latina está dañada por un orden internacional desigual, injusto y antidemocrático. Además de la caída de los precios de las materias primas, la crisis llega a los países latinoamericanos por esa posición desventajosa en la estructura internacional y por otras problemáticas como la fuga de capitales y la acción perversa de actores no estatales como las transnacionales que explotan sus riquezas naturales y contribuyen al cambio climático global.

La evolución de la economía latinoamericana se vincula, por lo tanto, a cómo se comporten las economías de China, la Unión Europea y los Estados Unidos, y cuánto tarde en disminuir la expansión de la pandemia en la región.

Hasta ahora, las transformaciones económicas y sociales han estado paralizadas por el intenso período electoral de los años 2017-2019, la debilidad de los gobiernos surgidos de esos comicios (la mayoría –salvo México–, sin suficiente apoyo parlamentario) y por la fuerte oposición social a las tradicionales políticas económicas que generan más exclusión y pobreza.

Los países latinoamericanos y caribeños no tienen medios, recursos, tecnología ni la capacidad de acción colectiva en sus sociedades para enfrentar un evento de impacto total como la Covid-19.

La pandemia de coronavirus demuestra la necesidad de coordinar políticas a nivel regional con un sentido de solidaridad y cooperación entre los estados y pueblos, no solo para enfrentar la pandemia y sus secuelas, sino también para encausar los esfuerzos regionales hacia el logro de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible.     

Cuba, a pesar del recrudecido bloqueo económico, comercial y financiero del gobierno de Donald Trump, que ya dura más de 60 años, cuyos efectos son particularmente devastadores en el contexto de la pandemia de la Covid-19, ha reforzado su cooperación médica internacional con el envío de más de 3 mil 800 colaboradores organizados en 52 brigadas médicas a 39 países y territorios afectados por la enfermedad, quienes se sumaron a los que ya prestaban servicios en 59 Estados antes de la pandemia.  Y se cuenta con candidatos vacunales cubanos para enfrentar la Covid-19, en fase de ensayos clínicos en humanos y se espera que concluyan todas sus etapas en enero del 2021. 

 En estos momentos, en Cuba se trabaja en la ejecución de la Estrategia económica y social post Covid-19, con medidas que implican transformaciones profundas en la economía e innovadoras con el objetivo de desarrollar el país y elevar el nivel de vida de la población. Soberana 01 es el primer candidato vacunal de América Latina y el Caribe que recibe una autorización para ensayos clínicos y el número 30 en el mundo.

 

En mi opinión, América Latina y el Caribe tienen perspectivas en la política internacional, por su historia, cultura y la ingeniosidad de su gente, pero antes deberá resolver los profundos problemas estructurales que provocan sus crecientes desigualdades económicas y sociales, agudizadas por el capitalismo neoliberal.  Esos problemas solo podrían resolverse mediante procesos de integración solidarios que privilegien la colaboración frente a la competencia y fomenten una cultura de paz, en una región amenazada por conflictos, el cambio climático, bases militares extranjeras y maniobras militares de Estados Unidos, las cuales se suman a las medidas coercitivas unilaterales contra Cuba, Venezuela y Nicaragua, lo que no hace más que afectar los derechos humanos y las condiciones de vida de la población de esos países.

No obstante, en medio de tantos retos provocados por la Covid-19 y la crisis civilizatoria actual, también tenemos la esperanza de que la humanidad sepa encontrar nuevos caminos que permitan una transformación social profunda reducción de desigualdades, injusticias sociales y la construcción de un mundo de paz y cooperación entre los pueblos.   

Muchas gracias

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