viernes, 23 de diciembre de 2011

Angola: un salvavidas para el naufragio portugués

  Por David Jódar Huesca
 

Fuiente: http://ginrevista.com/

Cuando parecía que todo estaba bien, cuando no había una amenaza nuclear aparente por medio, cuando la sociedad internacional se preocupaba más por la ayuda humanitaria que por reforzar las fuerzas armadas, entonces llegó la hecatombe financiera. Sin duda ha supuesto un punto de inflexión a la tendencia en las políticas exteriores de los diferentes actores internacionales, cuestionando los paradigmas establecidos. Además de las repercusiones en la esfera internacional, los ciudadanos han sido afectados directamente por el leviatán de los mercados.

Prueba de ello es la situación en Portugal. En este pequeño país los ciudadanos experimentan o incluso vaticinan lo que en un futuro puede suceder en cualquier país europeo, la emigración a países en vías de desarrollo. Portugal ha sufrido la crisis económica en todo su esplendor y los datos lo reflejan a simple vista. Cabe resaltar a modo de ejemplo la deuda pública lusa, que desde el 2007 a aumentado del 65% (sobre el producto interior bruto) a superar ligeramente el 100% en el 2011. Además, las predicciones de los analistas no conceden ninguna mejoría, pues se estima que la deuda pueda alcanzar más del 120% en el 2013. Esto sin duda, repercute en la esfera social habiendo actualmente una tasa de desempleo del 12%[1]. Esta situación sin duda lleva a que los ciudadanos busquen alternativas de vida y deciden, ente otras, emigrar. «Miles y miles de trabajadores están saliendo ya para Holanda, Francia y Bélgica y también para Angola», constataba Albano Ribeiro, el presidente del Sindicato de los Trabajadores de la Construcción Civil del Norte[2] en el año 2009. Resulta sorpresivo que uno de los países receptor de portugueses sea Angola. Actualmente la tendencia lejos de disminuir, ha aumentado y Angola se posiciona como lugar predilecto para buscar suerte.

En las próximas líneas se expondrá el cambio de paradigma migratorio de los países considerados ricos, hacia países que hasta hace escasos años eran considerados pobres. O en otras palabras: cómo han pasado los países receptores de inmigración a ser países emisores.

Se tomará como referencia el caso portugués-angoleño. Angola es un país situado, en el suroeste africano, entre el Congo, la República Democrática del Congo, Zambia y Namibia. Alcanzó su independencia de Portugal  en el año 1975, por lo que su autodeterminación es reciente. En cuanto al sistema político se configura como una república de corte unitaria y con una única cámara legislativa, la Asamblea Nacional (Assembleia Nacional) con 220 escaños. El presidente es José Eduardo dos Santos desde 1979 perteneciente al partido Movimento Popular de Libertação de Angola (MPLA), que ostenta una mayoría abrumadora en el parlamento con 191 escaños. La principal oposición política es el partido União Nacional para a Independência Total de Angola (UNITA) con sólo 16 escaños; el resto se distribuyen entre múltiples partidos minoritarios.  En el 2010 dos Santos modificó la constitución vigente, aboliendo las elecciones presidenciales y estableciendo la elección del presidente a través del partido mayoritario en el Congreso, lo que beneficia claramente a su partido, que tiene expectativas de seguir gobernando sin restricción alguna por parte de una oposición débil y fragmentada. Esto, aunque es una evidencia de una ausencia de calidad democrática[3], proporciona al país una patente estabilidad política.

En cuanto al aspecto económico, Angola se posiciona como uno de los países con mayor crecimiento en África. Los datos son irrefutables, desde el año 2007 el país ha crecido un 36% (tomando como referencia el PIB) y las expectativas de crecimiento son inmejorables, pues según las predicciones de The Economist, en el año 2013 prácticamente habrá duplicado el PIB del año 2007[4]. Angola tiene amplias relaciones comerciales con Portugal, suponiendo las importaciones del país luso un 17,9% sobre el total de importaciones en Angola. El país subsahariano, por su parte, posé actualmente un 4% de las participaciones de las compañías portuguesas que cotizan en bolsa y la inversión se mantiene en crecimiento. Las compañías angoleñas también están creciendo a un ritmo vertiginoso, entre otras la compañía nacional de petróleo “Senagol” con dos Santos a la cabeza.  La tasa de desempleo no está disponible, pero se estima que por debajo del 12%, teniendo en cuenta que en Zambia, su país vecino, es del 13% y no está teniendo el crecimiento económico de Angola.

Como puede comprobarse, Angola posé dos grandes virtudes de cara a los portugueses. Por un lado ostenta una gran estabilidad política debido a la hegemonía de dos Santos a la cabeza del ejecutivo. Esto va unido a las relaciones óptimas que tienen Angola y Portugal, siendo el primero de los mayores acreedores lusos. Por otro lado, el crecimiento económico parece no tener límites, lo que supone un gran incentivo para intentar progresar en el país subsahariano. Todo ello se une a que los portugueses tienen como norma general una formación superior a los angoleños, por lo que las perspectivas de alcanzar puestos superiores en Angola son altas. De esta forma, parece que la tesis inicial se cumple en este caso, es decir, la antigua colonia lusa ha pasado de ser un país emisor a ser un país receptor de migración. No obstante, cabe esperar que esta extraña circunstancia cambie en los próximos años y que se trate más bien de una situación pasajera ocasionada por los problemas financieros portugueses.  Aún así se da la paradoja, aunque transitoria, de que la antigua metrópoli naufragada está siendo rescatada por su antiguo enclave. Sólo cabe contemplar hasta qué punto es una tendencia marginal o empieza a generalizarse.

Referencias:
“Country report: Portugal.” Economist Intelligence Unit. (2011)
“Country report: Angola.” Economist Intelligence Unit. (2011)

[1] En comparación con España es una tasa de desempleo despreciable, pero debe tenerse en cuenta el desempleo crónico española (hasta en años de bonanza) y el desempleo luso en el 2007 que apenas alcanzaba el 8%.
[2] Punzón, Carlos. "Los portugueses buscan en la emigración una salida a la crisis." La Voz de Galicia 26 9 2009, n. pag. Web. 23 Dec. 2011. <http://www.lavozdegalicia.es/mundo/2009/09/26/0003_7995860.htm>.
[3] Debe tenerse en cuenta que el régimen angoleño se considera autoritario según “The Economist Intelligence Unit’s Index of Democracy 2010”.
[4]    PIB nominal de Angola (US$ m): 2007:59,262 2008: 84,179 2009: 75,493 2010: 82,470 2011: 77,806 2012: 94,224 2013: 110,510

Brasil ya es una potencia regional


Raúl Zibechi: “Brasil ya es una potencia regional y tiene muy claro que para ser una potencia mundial tiene que unir a toda Sudamérica”
A principios de diciembre, coincidiendo con la primera cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), el pensador uruguayo Raúl Zibechi, un referente imprescindible para el análisis de los movimientos populares latinoamericanos, visitó Santiago de Chile para participar en el encuentro “América Le Atina Desde Abajo”.
Desde la revista libertaria Política y Sociedad no quisieron dejar pasar la oportunidad de conversar con un gran conocedor de las realidades nuestramericanas sobre la América Latina actual y su posición en el mundo en crisis en que vivimos.
-Estamos asistiendo a cambios geopolíticos muy profundos, se está alterando la correlación de fuerzas entre las potencias mundiales, están apareciendo en escena otras nuevas que reivindican mayor protagonismo en las instituciones internacionales y menor unilateralidad y se gestan nuevos bloques económicos o se redefinen los ya existentes. ¿A qué obedece este proceso y qué relación tiene con la crisis económica actual?
-El proceso, a mi modo de ver, se debe al agotamiento de la hegemonía de los Estados Unidos: de la hegemonía unipolar vamos a una multipolaridad.
¿Cuáles serían las causas de esto? Bueno, son varias, una de las principales es la superposición de tres clases de conflictos sociales en la década de los 60 y 70: movimientos obreros, movimientos de liberación nacional, con independencias en Asia y África y revoluciones en la periferia, y movimientos de las minorías, los derechos civiles en EEUU, feministas, afrodescendientes, pacifistas, juveniles…
Eso lleva al sistema a trasladar progresivamente el centro de acumulación desde la producción a las finanzas y luego a trasladar el eje de sus políticas, por esta evolución del sistema financiero, al abandono progresivo de los estados de bienestar. Finalmente, el sistema financiero adquirió cierto nivel de desregulación sobre todo con las privatizaciones de los fondos de pensiones básicamente en el mundo anglosajón, Estados Unidos, Reino Unido, también en Japón, Países Bajos… que llegó a generar tal cantidad de dinero virtual, acelerado con las nuevas tecnologías, que acabó creando una multiplicidad de burbujas y de dinero virtual circulando por el mundo que supera en varias veces el PIB mundial.
Antes el sistema financiero suponía una fracción del PIB mundial, a día de hoy un solo banco tiene en derivados financieros el equivalente al PIB mundial. Eso es como una máquina que gira enloquecida y que va depredando primero a los países del tercer mundo, por ser los más frágiles, luego a los intermedios y finalmente a los países más ricos, al propio EEUU, generando burbujas, generando niveles de especulación inimaginables en nuestras cabecitas simples que ven una cosa real y que no se imaginan que con una botella de agua se puede especular generando millones de dólares a partir de lo que puede rendir este producto en 20 años más.
Los derivados financieros son un delirio creado para enriquecer artificialmente a un pequeño sector y creo que la crisis mundial actual tiene que ver con esto, con una sucesión de mutaciones que ha hecho el sistema capitalista de lo productivo a lo financiero empujado porque desde lo productivo, que es el arraigo de la gente real a nivel de productor y consumidor, las sublevaciones y las resistencias de la gente lo han ido llevando a un lugar aparentemente más seguro pero que luego se demostró muy inseguro para todo y finalmente los propios capitalistas se acaban devorando entre ellos. En este momento la guerra del dólar contra el euro es una guerra intercapitalista en el cual unos se quieren apoderar de partes de otros, ya no es sólo una guerra contra los pobres, contra los trabajadores, es una guerra entre ricos. Y la guerra que se adivina entre los países emergentes también es una guerra entre los de arriba.
Hay varias peleas simultáneas.
Por un lado, hoy las multinacionales tienen mucho más poder que muchos estados. Los bancos también tienen un poder enorme y han obligado a los Estados Unidos, al gobierno más importante del mundo, a salvarlos, y lo mismo ha pasado en Europa. Ellos no tenían ganas de salvarlos porque es poner en riesgo la gobernabilidad de sus países.
Por otro lado, hay una pelea entre los países emergentes. Que son países que se han venido fortaleciendo frente a los Estados Unidos, Japón y Europa. Aparecen una serie de potencias emergentes sobre todo en Asia, que indican que también estamos en una transición desde la hegemonía occidental a la hegemonía oriental. Son insospechadas las consecuencias que esto pueda tener, porque Occidente, desde que existe como tal, mantiene cinco siglos de hegemonía mundial; pensar en una hegemonía oriental es algo que desafía nuestra imaginación, la mía por lo menos.
-¿Sigue siendo pertinente, en este nuevo escenario, un enfoque anti-imperialista centrado exclusivamente en los Estados Unidos y las antiguas potencias colonizadoras o habría que actualizarlo?
-Actualmente estoy terminando un libro sobre Brasil, justamente porque me he dado cuenta de que sobre todo para los países pequeños de Sudamérica y también para los medianos como Argentina, Colombia, y quizás Chile también, en el futuro el impacto de Brasil como potencia va a ser muy fuerte, desafiando la tesis de Ruy Mauro Marini de hace 30 años del sub-imperialismo.
Hoy Brasil ya no es un país sub-imperialista, hay multinacionales brasileñas con un nivel de acumulación de capitales muy fuerte, ha habido cambios en las clases dominantes de Brasil en la cual se han insertado algunos sindicatos como el de los bancarios, se han insertado gerentes que vienen del PT, del Banco Nacional de Desarrollo (BNDES), en fin, tiene una capacidad de acumular capital muy grande.
Los fondos de pensiones y el BNDES son las dos fuentes de acumulación más potentes a día de hoy en Brasil, y Brasil es de los países que más acumula en el mundo y ya no sólo porque vayan capitales a Brasil, que siguen yendo, sino por la acumulación interna.
Brasil se convirtió en un país exportador de capitales. ¿A dónde? A Argentina, Bolivia, Uruguay, Paraguay… Brasil ya es una potencia regional y tiene muy claro que para ser una potencia mundial tiene que unir a toda Sudamérica. Eso es Unasur, que es más importante que la Celac y que el Mercosur, porque es la unidad de toda Sudamérica, que es su patio trasero. Brasil está construyendo un patio trasero.
Esto quiere decir que la lógica imperialista se mantiene pero ya no está focalizada exclusivamente en Estados Unidos; les recuerdo que en Paraguay se han quemado banderas brasileñas por parte de los campesinos, en Bolivia durante las marchas en defensa del Tipnis y contra el trazado de una carretera que la construye una empresa brasileña (dirigida por un cuñado de Lula), la gente gritaba “Evo lacayo de los brasileños”, en Haití también se han producido este tipo de reacciones. El ejemplo de Brasil es uno solo. Entonces estamos en un escenario distinto.
-Todos los países latinoamericanos, sin excepción, están tomando parte, con diferente velocidad, niveles de promoción e intencionalidad, en un proceso cada vez más amplio de integración latinoamericana, abarcando cada vez más rubros. En estos días se marca un nuevo hito en este camino con la cumbre inaugural de la Celac.
¿Cómo evitar que ese proceso de integración, como ha sucedido en el proyecto europeo, amplíe las desigualdades nacionales y esté al servicio de las potencias más fuertes de la región?; ¿cómo evitar que la integración acabe concretando un “capitalismo andino-amazónico” que concentre la riqueza, excluya a los pueblos y destruya el medio?
¿Cómo concretar una integración desde, por y para los pueblos?; ¿cómo valoras las iniciativas tomadas hasta el momento en el marco de la Alba?, ¿crees que van en ese sentido?
-Todo el escenario está colocado para que Brasil sea la potencia hegemónica en Sudamérica y para que el Amazonas y toda Sudamérica sea llenada de hidroeléctricas, porque Brasil necesita mucha energía. Se están construyendo muchas represas y las está construyendo Brasil. El proyecto IIRSA lo está desarrollando Brasil con préstamos del BNDES.
Yo creo que hay dos caminos.
Uno es que los países de la región le hagan frente a Brasil, pero no confío mucho en ello. Hoy no hay burguesías nacionalistas, hay burguesías que utilizan la celeste o la roja para adormecer a sus pueblos, pero eso no es una burguesía nacionalista. Las burguesías al día de hoy no tienen mayor interés que el crecimiento económico y no van a oponer ninguna resistencia al imperialismo brasilero. Yo creo que la soberanía nacional va a ser patrimonio de los estados fuertes. Y hay estados fuertes en el mundo. Estados Unidos pese a todo es un estado fuerte, Brasil es un estado fuerte, China es un estado fuerte. Alemania es un estado fuerte, pero incluso dentro de la Unión Europea ¿quién más? Un poco Francia o el Reino Unido, pero éste juega para otro lado.
Desde luego que un mundo multipolar es mejor que un mundo unipolar, porque a los pueblos la multipolaridad les abre una brecha porque hay equilibrios más frágiles: la unipolaridad es como una losa que pesa mucho. Ahora bien, yo no voy a luchar por la multipolaridad, yo voy a describirla e incluso a decir que me parece bien que emerjan potencias que desplacen a Estados Unidos, pero yo no voy a luchar para que Brasil sobrepase a Estados Unidos, voy a tomar nota de eso y voy a tratar de acomodar nuestra lucha, la de los pueblos, para enfrentar ese nuevo escenario. Un mundo multipolar es mejor, pero yo no voy a animar a los pueblos a luchar por ese mundo multipolar, porque ese mundo multipolar es neoliberal, capitalista, depredador.
Una integración latinoamericana me parece que es buena si se hace en pie de igualdad. En ese sentido, no tengo muchas esperanzas en la Alba porque es muy desde los estados, pero creo que en el marco de la integración regional, la Alba empuja a Brasil a hacer más concesiones. Creo que está bien que exista la Alba, pero no es mi proyecto. Creo que está bueno que exista el Banco del Sur para joder al Fondo Monetario Internacional, creo que está bueno que exista el Fondo del Sur si se hacen obras dentro de América Latina no para importar, como la IIRSA, sino obras de integración de verdad. No voy a luchar por eso, no voy a poner mis pocas fuerzas en luchar por eso, pero me parece que son procesos interesantes que nos abren puertas o pueden abrirnos puertas.
Por otro lado, si observamos finamente las cosas veremos que en Brasil hay una resistencia muy fuerte a una gigante hidroeléctrica como Belo Monte, en donde hay muchos actores, desde la Iglesia hasta pueblos indígenas, pasando por ambientalistas. O que en Jirau, una represa sobre el río Madeira, a principios de año hubo una gran revuelta, los 20.000 obreros que había trabajando en su construcción se levantaron y lo quemaron todo (N.d.R. ver un artículo de Zibechi al respecto). Son luchas que se parecen mucho a las que hubo en Cajamarca [Perú] estos últimos días contra la minería de oro, a la del Tipnis en Bolivia, a la de Hidroaysén en Chile…, ese camino alternativo pasa porque seamos capaces de coordinar y complementar estas luchas para que de alguna manera le pongan un freno a este capitalismo tan depredador. Yo a largo plazo soy optimista.
-Eres uno de los críticos más reconocidos del llamado “extractivismo”, el modelo de crecimiento económico mediante la explotación y exportación de recursos naturales que predomina en América Latina a día de hoy, ¿cuáles son los efectos económicos, sociales, políticos y culturales de este modelo?
-Los efectos ambientales los conocemos, son depredación y contaminación. Los efectos económicos son expropiación de recursos, agua, tierra, minerales. Y los efectos sociales son dramáticos, porque el extractivismo tiene un problema respecto al modelo fabril, y es que aunque éste fuera capitalista necesitaba productores y consumidores, entonces la patronal tenía que dialogar con sus obreros para que no le pararan y tenía que ofrecerle a los consumidores algo interesante. Ahora una minera que saca un mineral de Pascua Lama y lo manda a China necesita muy pocos trabajadores en Chile, ningún consumidor y además de dejar toda la contaminación que deja, genera cada vez más polarización social, da empleo a muy pocas personas, técnicos y poco más, porque hoy la minería es como una plataforma petrolífera, con un centenar de personas que se rotan y aisladas de las comunidades, ni siquiera hay posibilidad de resistir ahí.
Se ha hablado mucho de los efectos ambientales del extractivismo, eso está muy bien, pero apenas hemos hablado de los efectos sociales, del sinnúmero de pobres que genera, a los cuales se les aplica posteriormente esas políticas focalizadas del progresismo.
-¿Cómo se podría hacer para atraer a una alternativa al extractivismo a sectores sociales que están cabalgando sobre él o que en cierta medida se están beneficiando de la redistribución que se hace de sus regalías desde estos gobiernos progresistas?
-Acá hay un problema que, creo, tenemos todos los que estamos en contra de esto. Yo tengo claro que estoy contra el extractivismo, pero no tengo una alternativa para ofrecer al extractivismo. Es decir, tengo una alternativa para que en un barrio los vecinos tengan una huerta ecológica y no pasen tanta hambre, eso sí. Pero para los estados no hay una alternativa a la vuelta de la esquina. Y es que el lucro de las commodities es tan alto que no tenemos una alternativa.
Está claro que esto puede ser un handicap, pero hay que reconocerlo claramente; “señor, esto no me gusta, pero no sé qué hacer con esto”, porque las fábricas del patrón, como durante la revolución catalana, podías expropiarlas y ponerlas bajo control obrero y funcionar en régimen de autogestión. Después podías plantearte que para que el trabajo no fuera tan alienante se implantara en lugar del taylorismo algo más flexible, pero la producción estaba ahí. Ahora nosotros no podemos hacer un extractivismo bueno, un extractivismo bajo control obrero, que es lo que sostiene García Linera [vicepresidente de Bolivia] cuando dice que si el extractivismo es hecho por el Estado no es extractivismo. Y sí, lo es, el problema es que no tenemos una alternativa y esto hay que mirarlo de frente: “no tengo alternativa”. Bueno, vamos a ver cómo la construimos.
-¿Qué herramientas de análisis les recomendarías a los movimientos populares que pretendan generar una lectura propia, anticapitalista, alternativa, de la geopolítica de América Latina?
-Tienen que mirar los principales emprendimientos que hay en su país y ver a qué sectores pertenecen; te pongo el ejemplo de Uruguay. En Uruguay se ha vendido en 10 años el 40% de la tierra, casi la mitad de la tierra ha cambiado de manos. Y ha ido a parar a brasileños, a argentinos y a multinacionales, entre ellos a la papelera española Ence. La producción de soja es toda argentina, la carne es la mitad brasileña y el arroz es todo brasileño.
Esa es una lectura geopolítica. Las principales exportaciones nuestras son a Brasil y a China, antes eran a Estados Unidos y a Europa. Hay mecanismos relativamente sencillos que no implican el análisis geopolítico. China es entre el primero y el segundo importador de América Latina y está siendo uno de los principales inversores en minería y en hidrocarburos.
Entonces, yo creo que a través de esos indicativos sencillos o relativamente sencillos un movimiento puede darse cuenta que estamos transitando un cambio de hegemonías. En Brasil es muy claro, durante toda la colonia española todas las exportaciones de Brasil iban a Portugal, desde la independencia hasta 1920 era Inglaterra, de 1920 a 2010 era EEUU y hoy es China, y ése es un cambio que llegó para quedarse.
Hoy algo está cambiando, y muy pesado está cambiando. Yo creo que a través de esos indicadores podemos ver cambios geopolíticos. La gente tiende a plantearse la teoría del paréntesis, “EEUU era el hegemón y después de este paréntesis seguirá siéndolo”, y no es así, hay un giro. Convencer a la gente de que hay un giro es importante para que aprendamos a mirar lo nuevo, lo que está pasando.
Y la hegemonía china en el mundo, yo no sé desde el punto de vista político cómo puede ser, pero desde el punto de vista económico significa un desastre, está siendo un desastre. Desde el punto de vista cultural ¿puede implicar cambios? Pensémoslo un momento desde el punto de vista de los movimientos populares. Celebramos el Primero de Mayo, una fecha que se creó en EEUU, en Chicago. Celebramos el 8 de Marzo, que se generó en Nueva York. Celebramos el 28 de Junio, que es el día del orgullo gay, que nace en EEUU. Que es la misma cultura que la europea, y también celebramos la revolución francesa en Uruguay, los obreros cantaban “La Marsellesa”, los obreros entonaban canciones de la revolución española. Ahora bien, culturalmente, ¿qué nos une a los chinos? Puede que los aymaras dirían otra cosa o los mapuches, por ejemplo, que tienen una filosofía que es la del tercero incluido, al igual que las filosofías orientales no hay dialéctica de contrarios.
Lo que estoy queriendo decir es que es un escenario abierto, queda muy claro que la hegemonía occidental está tocando su fin, incluso culturalmente. Hay que estudiar, hay que aprender. Capaz que hay más sintonía entre los pueblos indígenas y los pueblos orientales que entre nosotros y ellos; no lo sabemos pero se abren interrogantes muy fascinantes para pensar y para estudiar.
Diciembre 20, 2011
Por Revista Política y Sociedad
Publicado en www.anarkismo.net

¿Por qué Islandia silenciada en el 2011?


islandia 300x199 Sin noticias de Islandia En Islandia, el pueblo ha hecho dimitir a un gobierno al completo, se nacionalizaron los principales bancos, se decidió no pagar la deuda que estos han creado con Gran Bretaña y Holanda a causa de su mala política financiera y se acaba de crear una asamblea popular para reescribir su constitución.

Y todo ello de forma pacífica. Toda una revolución contra el poder que nos ha conducido hasta la crisis actual.

He aquí, por qué no se han dado a conocer hechos durante dos años :

¿Qué pasaría si el resto de ciudadanos europeos tomaran ejemplo?

Esta es, brevemente, la historia de los hechos:

2008. Se nacionaliza el principal banco del país. La moneda se desploma, la bolsa suspende su actividad. El país está en bancarrota.

2009. Las protestas ciudadanas frente al parlamento logran que se convoquen elecciones anticipadas y provocan la dimisión del Primer Ministro, y de todo su gobierno en bloque. Continúa la pésima situación económica del país.

Mediante una ley se propone la devolución de la deuda a GB y Holanda mediante el pago de 3.500 millones de euros, suma que pagarán todos las familias islandesas mensualmente durante los próximos 15 años al 5,5% de interés.

2010. La gente se vuelve a echar a la calle y solicita someter la ley a referéndum.

En enero de 2010 el Presidente, se niega a ratificarla y anuncia que habrá consulta popular.
En marzo se celebra el referéndum y el NO al pago de la deuda arrasa con un 93% de los votos.

A todo esto, el gobierno ha iniciado una investigación para dirimir jurídicamente las responsabilidades de la crisis. Comienzan las detenciones de varios banqueros y altos ejecutivos. La Interpol dicta una orden, y todos los banqueros implicados, abandonan el país.
En este contexto de crisis, se elige una asamblea para redactar una nueva constitución que recoja las lecciones aprendidas de la crisis y que sustituya a la actual, una copia de la constitución danesa.

Para ello, se recurre directamente al pueblo soberano. Se eligen 25 ciudadanos sin filiación política de los 522 que se han presentado a las candidaturas, para lo cual sólo era necesario ser mayor de edad y tener el apoyo de 30 personas.

La asamblea constitucional comenzará su trabajo en febrero de 2011 y presentará un proyecto de carta magna a partir de las recomendaciones consensuadas en distintas asambleas que se celebrarán por todo el país.

Deberá ser aprobada por el actual Parlamento y por el que se constituya tras las próximas elecciones legislativas.

Esta es la breve historia de la Revolución Islandesa: dimisión de todo un gobierno en bloque, nacionalización de la banca, referéndum para que el pueblo decida sobre las decisiones económicas trascendentales, encarcelación de responsables de la crisis y reescritura de la constitución por los ciudadanos.

¿Se nos ha hablado de esto en los medios de comunicación europeos?

¿Se ha comentado en las tertulias políticas radiofónicas?

¿Se han visto imágenes de los hechos por la TV? Claro que no.

El pueblo islandés ha sabido dar una lección a toda Europa, plantándole cara al sistema y dando una lección de democracia al resto del mundo

Fuente: Boltxe Kolektiboa / Lahaine

Las especulaciones y esfuerzos de predicciones sobre Corea del Norte

La oportunidad de Obama

Análisis de John Feffer

WASHINGTON, dic (IPS) – En las últimas dos décadas, los presidentes de Estados Unidos se mostraron implacables con Corea del Norte, en un esfuerzo por precipitar un cambio de régimen o, al menos, minar su resistencia ante la constante presión internacional.

Cuando esta estrategia no dio los resultados esperados, los sucesivos gobiernos estadounidenses terminaron, aunque con reticencias, negociando con los inflexibles funcionarios de Corea del Norte.

El gobierno de Barack Obama no es la excepción en este juego de entrar como leones y salir como corderos. Hasta ahora hizo poco por continuar las negociaciones iniciadas por su predecesor, George W. Bush, en la última parte de su segunda gestión de 2001 a 2009.

En cambio, luego del segundo ensayo nuclear de Corea del Norte, Obama adoptó la táctica de la “paciencia estratégica”, que equivalió, esencialmente, a ignorar a ese país en favor de otras prioridades de la política exterior.

Sin embargo, en los últimos meses negociadores de Washington comenzaron a reunirse con sus pares de Pyongyang. Según la agencia de noticias Associated Press, Estados Unidos estuvo a punto de anunciar un paquete de ayuda alimentaria para Corea del Norte, a lo que habría seguido el anuncio de la contraparte del congelamiento de su programa de enriquecimiento de uranio.

Pero la muerte del líder norcoreano, Kim Jong-il, ocurrida el sábado 17, impidió que se concretaran estos anuncios. Su hijo y sucesor, Kim Jong-un, todavía tiene que definir su posición sobre el incipiente acuerdo con Washington, así como sobre cualquier otro asunto relacionado.

Corea del Norte atraviesa 13 días de duelo por Jong-il, quien fue el segundo líder –el primero fue el padre de este, Kim Il-sung (1912-1994– en la historia del país. En estos días se filtraron de Pyongyang rumores en cuanto a un posible viraje hacia un gobierno colectivo, con Kim Jong-un compartiendo el poder con los militares.

Jong-il le dejó a su hijo un legado decididamente ambiguo. Por un lado, al momento de su muerte el país es más pobre que cuando él asumió el poder, la población está desnutrida y el sistema político es autócrata y anticuado.

Por otro lado, el líder fallecido el sábado se las arregló para mantener a su régimen relativamente intacto, aun cuando las potencias extranjeras ayudaban a derrocar a los regimenes de Iraq, Libia y Serbia.

Él preservó al país, por momentos de modo implacable, durante la hambruna y el colapso económico. En sus 17 años como gobernante soportó los virajes de las políticas estadounidenses, solamente para que los medios internacionales –y no los líderes de Estados Unidos– lo llamaran “impredecible”.

El líder norcoreano negoció cuando esa vía estuvo disponible, congelando su programa nuclear durante el gobierno de Bill Clinton (1993-2001) e incluso iniciando el desmantelamiento del mismo durante los posteriores años de Bush. Pero también desarrolló un programa secreto de enriquecimiento de uranio como segundo camino hacia la bomba.
Y al realizar dos ensayos con armas atómicas en 2006 y 2009, Kim Jong-il hizo que su país ingresara al club nuclear.

Quienes observan la situación desde afuera se esfuerzan por hacer predicciones sobre cómo será la era post-Kim Jong-il.

Durante mucho tiempo, los analistas de Washington se desesperaron por la falta de una inteligencia sólida respecto de Corea del Norte, hecho que quedó en evidencia cuando la noticia de que Kim Jong-il había muerto tardó 48 horas en conocerse.

Esta falta de información se extiende a Kim Jong-un, sobre quien se sabe poco más allá de su edad (menos de 30 años), sus antecedentes académicos (estudió un tiempo en Suiza) y algunos de sus intereses personales (el básquetbol).

Pero se sabe aun menos sobre cómo encajará el joven nuevo líder en el orden político de Pyongyang. Como su padre, tiene una relación cercana con las Fuerzas Armadas.

Kim Jong-un fue designado general cuatro estrellas pese a que no se le conoce ningún antecedente de servicio militar o experiencia bélica.

Bien podrá escuchar los consejos de su tía y tío político, incluso al punto de convertirse en algo más que un títere. El sistema norcoreano, presidido por una gerontocracia, no está diseñado para adaptarse a un joven con osadas ideas reformistas, aunque Kim Jong-un se inclina en esa dirección.

Al mismo tiempo, una elite de tecnócratas formados en Occidente espera desde hace años la oportunidad de dar un nuevo rumbo al país. También surgió una nueva clase media que hace acuerdos de negocios con China, opera la telefonía celular, disponible desde hace poco tiempo, y también conduce automóviles particulares, además de atestar los nuevos restaurantes de Pyongyang.

Hasta ahora, Kim Jong-un se ha mantenido en silencio, sin manifestar si se alinea con la elite de tecnócratas o con la nueva clase media.

En cuanto al gobierno de Obama, tras haber echado por la borda su paciencia estratégica para negociar de buena fe con Corea del Norte, ahora ha vuelto a la táctica de esperar y ver. El Departamento de Estado (cancillería) señaló que los debates sobre asistencia alimentaria todavía están en marcha, pero que es improbable que se produzcan más avances antes de Año Nuevo.

Washington no debería dejar que se le escape esta oportunidad de poner a prueba al nuevo gobierno norcoreano. Al ser 2012 un año electoral, es probable que Obama no se arriesgue a que sus rivales republicanos lo acusen de “contemporizador con el enemigo” a causa de una apertura hacia Pyongyang.

Además, el gobierno ya invirtió cierto capital político y asumió riesgos al enviar a la secretaria de Estado, Hillary Rodham Clinton, a Birmania.

Pero la ubicación estratégica de Corea del Norte y su misterioso programa nuclear requieren que Washington preste atención.

Cuando Kim Il-sung falleció en 1994, el gobierno de entonces de Bill Clinton continuó las negociaciones para un acuerdo que congelara el programa nuclear de Corea del Norte. Sin embargo, la resistencia del Congreso legislativo hizo que no cumpliera con el compromiso diplomático y económico que había anunciado.

Así se perdió efectivamente una oportunidad de poner fin a la guerra fría con Corea del Norte.
Ahora el gobierno de Obama tiene una oportunidad similar de usar la muerte de Kim Jong-il para inaugurar un nuevo capítulo en su relación con Corea del Norte. (FIN/2011)

jueves, 22 de diciembre de 2011

Corea del Norte después de Kim Jong-il. Escenarios de investigador norteamericano.




 "Es una sucesión incierta". Así piensa Scott A. Snyder, investigador principal de Estudios de Corea y Director del Programa de Estados Unidos y Política, Consejo de Relaciones Exteriores.  Entrevista de Bernard Gwertzman, editor consultor, Consejo de Relaciones Exteriores. 


 Scott Snyder: A pesar de una apariencia externa de unidad a raíz de la muerte de Kim Jong-il, es mucho lo desconocido sobre el proceso de sucesión de Corea del Norte, dice Scott A. Snyder, el principal experto en Corea del Consejo. Snyder espera que el liderazgo de Corea del Norte va a concentrarse hacia adentro para poner sus políticas en orden, pero se pregunta si los jefes militares seguirán siendo leales a Kim Jong-un, el hijo menor de Kim y su sucesor elegido a dedo, que cumple veintiocho años el próximo mes. "Corea es una sociedad que está atenta a la edad y la antigüedad", dice Snyder. "Y así la idea de un joven de veintiocho años de edad, quien también comanda las fuerzas armadas, es difícil de comprender, y queda por ver si en realidad es sostenible".

Con la muerte del presidente de Corea del Norte Kim Jong-il, parece que hay un plan de liderazgo en el que su hijo menor, Kim Jong-un, podría tomar el relevo. Pero la hermana de Kim Jong-il, Kim Kyong-hui está allí en una posición superior, así como su marido, Jang Song-taek. 

Bernard Gwertzman: ¿Qué va a pasar?

El enfoque inicial va a ser en conseguir posiciones a través de este período de duelo y funeral. El funeral se va a celebrar el 28 de diciembre. Ya existe un Comité de funeral y una especie de ordenamiento de los individuos que trabajarán en el comité, y que está encabezado por Kim Jong-un. Así que hay un sentido de orden en este proceso. Kim Kyong-hui está en la lista, así como Jang Song-taek.

Bernard Gwertzman: ¿Qué podemos aprender de la lista de miembros del Comité de funeral?

Scott Snyder: Esta lista realmente existe en mi punto de vista desde la inauguración en septiembre de 2010 de Kim Jong-il, como el próximo líder de la conferencia del Partido de los Trabajadores. Y hasta ahora parece que hay una gran cantidad de esfuerzos para sugerir un sentido de continuidad y un sentido que es un proceso colectivo  para que se funcione con eficacia. Lo que no sabemos es lo que está sucediendo detrás del escenario y si el proceso puede tenerse en la ausencia de Kim-Jong-il, porque realmente ha sido el pegamento que ha mantenido el sistema unido a lo largo de los últimos quince años.

Bernard Gwertzman: Corea del Norte va a ser menos militante, más dispuesta a llegar a acuerdos con el mundo exterior, volver a las conversaciones de desarme nuclear o se volverá más beligerante ¿Tiene usted alguna conjetura?

Scott Snyder: En realidad estoy esperando una especie de vuelta hacia la política interior y un enfoque en conseguir las cosas en Pyongyang  antes de seguir adelante. Ya sabes, Kim Jong-il en realidad observó un período de tres años de luto, después de la muerte de su padre, en la que, a pesar de que todos sabían que él era el sucesor, no salía a realizar las funciones públicas ni tomaba posiciones de liderazgo visible en el plano externo.

Anticipo que es poco probable que Kim Jong-un vaya a tomar un papel activo en el corto plazo en la gestión de los asuntos del Estado.

Bernard Gwertzman:¿Eso fue en qué años?

Scott Snyder: Eso fue entre 1994 y 1997. Era la continuación de la resolución y del Acuerdo Marco entre Estados Unidos y Corea del Norte en 1994, por lo que no quiere decir que la diplomacia de Corea del Norte haga un alto completo. Pero preveo que es poco probable que Kim Jong-un se va a tomar un papel activo en el corto plazo en la gestión de los asuntos del Estado. Él estará involucrado mucho más en una especie de trabajo inicial detrás de la escena, especialmente en lo que respecta a la diplomacia.

Bernard Gwertzman: ¿Hay alguna posibilidad de provocación de la nueva dirección?

Scott Snyder: Debido a que sabemos muy poco acerca de la dirección, no tenemos una buena comprensión de las motivaciones en el caso de las provocaciones. Y esto es especialmente complicado en una circunstancia en la que una provocación podría ser evidencia de la fragmentación o división en el liderazgo de Corea del Norte. O podría ser una táctica utilizada para señalar a los extranjeros que se mantengan alejados o podría ser una táctica utilizada para obtener algún tipo de ventaja táctica.

Bernard Gwertzman: ¿Este funeral no será atendido por los dirigentes occidentales?

Scott Snyder: Así es, es sólo un asunto interno. Ningún líder extranjero está invitado.

Bernard Gwertzman: En las últimas semanas Estados Unidos ha tenido diplomáticos en China, reunidos con funcionarios de Corea del Norte. ¿Cuál fue el objetivo de esas conversaciones, y cree usted que los continúe o se detienen?

Scott Snyder: La semana pasada, el Enviado Especial para Asuntos de Derechos Humanos de Corea del Norte, Robert King, se entrevistó en Beijing con su homólogo, Gun Ri, Embajador, en la cuestión de las condiciones bajo las cuales los Estados Unidos podrían proporcionar asistencia alimentaria a Corea del Norte. También había expectación tras la visita del Representante Especial para la Política de Corea del Norte Glyn Davies a Seúl, Tokio y Beijing - que podría haber una tercera ronda de las conversaciones bilaterales entre Estados Unidos y Corea del Norte. Había rumores de prensa que ese conjunto de conversaciones han ocurrido a finales de esta semana. Es poco probable ahora saber qué va a suceder.

Los Estados Unidos tienen algunas decisiones interesantes para ejecutar en el marco de esta transición, es posible que deseen anunciar la provisión de ayuda alimentaria ahora - sobre todo porque las negociaciones ya se han producido y, presumiblemente, se produjo un cierto nivel de entendimiento alcanzado sobre las condiciones bajo las cuales los Estados Unidos estarían dispuestos a proporcionar esa asistencia.

Bernard Gwertzman: ¿Sería tal ayuda condicionada a que Corea del Norte regrese a las conversaciones de seis partes para detener su programa nuclear?

Scott Snyder:Las conversaciones sobre los alimentos han sido separadas de los asuntos nucleares.

Bernard Gwertzman:¿Y, el presumible nuevo líder, el Sr. Kim Jong-un, en realidad no se ha dado a conocer en la escena internacional, sin embargo, se ha hablado en público sobre él?

Scott Snyder: No. Se ha reunido con algunos líderes internacionales, pero siempre con su padre. Y en todas sus apariciones públicas hasta el momento había estado con su padre. Así que estaba siendo preparado para el liderazgo, pero esto sigue siendo las primeras etapas. Ahora él está, básicamente, por su propia cuenta, y vamos a averiguar si se puede avanzar. Si lo hace, con el apoyo de algún tipo de proceso de liderazgo colectivo que parece que se había puesto en su lugar. Vimos algo muy similar a esto después de la muerte de Kim Il-sung, cuando Kim Jong-il se hizo cargo.

Hay otro factor que aquí tengo que mencionar.  Está cumpliendo veintiocho años el 8 de enero, y a pesar de que tiene el título de General, Corea es una sociedad que está atenta a la edad y la antigüedad. Y así la idea de un joven de veintiocho años de edad, quien también comanda las fuerzas armadas, es difícil de comprender para los de afuera y queda por ver si en realidad es sostenible.

Bernard Gwertzman: ¿Háblenos un poco sobre él?

Scott Snyder: Al parecer, estuvo en un internado suizo por un par de años y también ha tenido  oportunidades educativas en el norte. Pero mi impresión es que realmente es un producto  de la escuela de Corea del Norte con la excepción de sus dos años en Suiza. Como recibió instrucción en Corea del Norte, parece haber tenido gran interacción con sus similares, por ejemplo, en la Universidad Kim Il-sung o en alguna otra universidad de Corea del Norte.

Kim Kyong-hui, quien es la tía del nuevo líder y su marido, Jang Song-taek, están en lo alto de la dirección. Algunas personas especulan que Jang, de hecho, podría ser el verdadero líder de las Fuerzas Armadas, por el momento.

Bueno, es complicado. Jang está en realidad más abajo en algunas de las listas de liderazgo, y tampoco estaba altamente clasificado en la conferencia del Partido de septiembre de 2010. Pero él tiene el mayor potencial para la experiencia institucional o de las conexiones en varias partes del sistema burocrático de Corea del Norte. Jang es el que parece tener un mayor contacto horizontal  con muchos otros en el sistema.

Bernard Gwertzman: Hablar de la relación ahora entre Corea del Sur y Corea del Norte. ¿Cómo es tensa?

Scott Snyder: Las dos Coreas se han mantenido realmente en términos de discurso a lo largo del verano y el otoño. El nuevo ministro de Unificación de Corea del Sur, Yu Woo-ik, nombrado en octubre, ha intentado abrir algunos canales nuevos. Pero el liderazgo de Corea del Norte ha cambiado su enfoque más hacia lo que es probable que tenga éxito con el actual presidente surcoreano, Lee Myung-bak, que en mantener un diálogo. Así que eso es un reflejo de la mala calidad de las relaciones entre las Coreas. Lee ha continuado insistiendo en una disculpa de Corea del Norte por el hundimiento de 2010 del barco naval surcoreano, Cheonan, y el bombardeo de Yeonpyeong, una isla de Corea del Sur, cerca de la parte continental de Corea del Norte.

Bernard Gwertzman:¿Hay una elección prevista en Corea del Sur?

Scott Snyder: Hay elecciones parlamentarias que tendrán lugar en abril del próximo año, y la elección presidencial se lleva a cabo en diciembre. Lee no se puede reelegir de nuevo por lo que habrá un nuevo presidente. Por el momento, parece que podría ser una carrera muy competitiva. Hubo una reciente elección para alcalde de Seúl, que fue ganada por un candidato progresista, Park Won-soon, que venció a un candidato del partido conservador de Lee. Por lo tanto, existe la posibilidad de un cambio en el poder de conservadores progresistas en Corea del Sur.

 Bernard Gwertzman: ¿Están  los progresistas más interesados ​​en estrechar sus relaciones con el norte?

Scott Snyder: Sí, han sido históricamente más interesados ​​en las relaciones. 

Bernard Gwertzman: ¿Cómo son las relaciones de Corea del Norte con China y los Estados Unidos?

Scott Snyder: Corea del Norte es económicamente casi totalmente dependiente de China y hay  una relación política más estrecha, pero en lo que puedo ver los chinos están abrazando a los norcoreanos. No necesariamente porque los norcoreanos están abarcando la parte de atrás de China. Y, de hecho, es discutible que Corea del Norte quiere más a los EE.UU. para entrar como en una especie de contrapeso estratégico con China. Pero la cuestión nuclear sigue siendo un punto importante. Simplemente, no hay posibilidad para los Estados Unidos de mejorar las relaciones diplomáticas con Corea del Norte sin la desnuclearización.

Bernard Gwertzman: ¿Y es probable que el nuevo liderazgo tendrá que mantener este punto de apoyo nuclear?

Scott Snyder: No hay razón para esperar sin embargo que no haya un cambio en la dirección de la política en Corea del Norte.

Traducción No-Oficial.  Fuente: http://www.cfr.org/
19 de diciembre 2011.

miércoles, 21 de diciembre de 2011

La Revolución en el sistema mundo del siglo XXI

Por Leyde E. Rodríguez Hernández
09-02-2011

En una interesante reflexión titulada “La suerte de Mubarak está echada”, Fidel Castro Ruz, el líder de la Revolución cubana, analizó que el mundo se enfrenta simultáneamente y por primera vez a tres problemas: crisis climáticas, crisis alimenticias y crisis políticas; pero en otra anterior referida a “La grave crisis alimentaria” se preguntó: ¿Podrá Estados Unidos detener la ola revolucionaria que sacude al Tercer Mundo? 

La racionalidad indica que en esas condiciones globales de crisis climáticas, crisis alimenticias y crisis políticas, Estados Unidos no tendría muchas posibilidades ni capacidad para resistir o detener una permanente ola revolucionaria que sacuda al Tercer Mundo. Sus poderosas armas nucleares, sus satélites y su poder mediático resultarían impotentes e inservibles frente al fervor revolucionario de los pueblos, independientemente de los colores de sus revoluciones y el contenido de sus reivindicaciones. 

A inicios del siglo XXI, a Estados Unidos también le costará mucho trabajo contener el derrumbe de su imperio, causante, en su condición de primera potencia imperialista, de guerras catastróficas para la humanidad y, por supuesto, de las tres problemáticas esenciales enunciadas por Fidel en su reflexión. 

Ante el empuje de una situación revolucionaria mundial frente a la crisis global del capitalismo, la Revolución y su impacto en la transformación de las Relaciones Internacionales cobra vital importancia para los pueblos. Se espera que los nuevos procesos revolucionarios que surjan en el siglo XXI contribuyan al cambio radical de las Relaciones Internacionales actuales, todavía bajo el control de un puñado de potencias que se autoproclaman la Comunidad Internacional para mantener en jaque a los países del Sur, sea mediante el control del capital, del Consejo de Seguridad de la ONU, el poder mediático o militar. 

De ahí la importancia de estudiar la Revolución, desde su aspecto teórico- conceptual y su significación para transformar -ahora más que nunca- las Relaciones Internacionales. El concepto de Revolución ha sido abordado con relativa sistematización por la teoría social y existen diferentes visiones del término, según las diversas interpretaciones ideológicas, clasistas e históricas. 

Desde la antigüedad los teóricos de la política estuvieron interesados en los problemas asociados al cambio cíclico de poder, los esfuerzos individuales y colectivos por derrocar un gobierno por medio de la violencia, así como en la comprensión de las justificaciones morales y económicas de la Revolución. Por lo general, le atribuían los sentimientos revolucionarios que aparecían dentro de un Estado a una discrepancia entre los deseos del pueblo y su situación perceptible, divergencia ésta que da lugar a un determinado desacuerdo político acerca de las bases sobre las cuales la sociedad debería organizarse y funcionar. 

La teoría política contemporánea se ha encargado de distinguir entre las revoluciones genuinas y otros fenómenos que con frecuencia han sido llamados con el mismo nombre, por ejemplo: el golpe de Estado de carácter militar o apoyados por los militares, la prolongación ilegal del período de gobierno de un líder o mandatario y otros actos de toma del poder relativamente súbitos por pequeños grupos de individuos de alto nivel; diversas formas de revueltas o rebeliones populares, campesinas, urbanas, religiosas y hasta los procesos de desintegración o ruptura política conocidos en sus diversas formas: estatal, regional, colonial, étnica o religiosa. Sin embargo, ninguno de estos fenómenos tiene una necesaria u obligada relación directa con el cambio revolucionario verdadero de la sociedad. 

En el siglo XX los enfoques teóricos burgueses de la política internacional analizaron la Revolución como una forma de conflicto violento en las Relaciones Internacionales. La escuela del realismo político ha enfatizado que las revoluciones forman parte de la dinámica conflictiva de los Estados y de la inevitable lucha por el poder entre los principales protagonistas de la política internacional. 

La visión evidentemente realista de Mark N. Hagopian definió la Revolución como una prolongada crisis en uno o más de los sistemas tradicionales de estratificación (clase, condición social, poder) de una comunidad política que implica una acción deliberada y dirigida por una elite para abolir o reconstruir uno o más de dichos sistemas por medio de una intensificación del poder político y el recurso a la violencia. [1] 
 
En esa misma línea de pensamiento, para Crane Brinton y otros teóricos anteriores a la Segunda Guerra Mundial, las revoluciones tienen lugar cuando la brecha entre el poder político distribuido y el poder social distribuido dentro de una sociedad se vuelve intolerable. 

En circunstancias de ese tipo las clases sociales que están experimentando algunos de los beneficios del progreso desean desarrollarse de forma más rápida que mediante las posibilidades concedidas por el sistema y por ello se sienten frustradas, paralizadas. El descontento por el reparto de los resultados económicos, el prestigio social y el poder político se extienden. Los valores tradicionales son abiertamente cuestionados y un nuevo mito social desafía el viejo. Los intelectuales se alienan de la vida política y gradualmente pasan de nuevas críticas a retirar la lealtad al sistema político. Las elites gobernantes empiezan a perder confianza en sí mismas, en sus creencias y en su capacidad para dirigir y resolver los problemas sociales. Las viejas elites devienen demasiado rígidas para atraer a las elites emergentes en sus filas y aceleran la polarización. 

La Revolución también se produce cuando hay una profunda contradicción entre quienes quieren lograr un cambio rápido y aquellos opuestos al cambio. Según Crane Brinton, el punto de ruptura es alcanzado cuando los instrumentos de control social caen, especialmente el ejército, la policía, estableciendo alianzas con los elementos descontentos o el gobierno en ejercicio demuestra ser inepto para usar esos instrumentos de control social. [2] 
 
Por su parte, los enfoques liberales o institucionalistas también perciben en las revoluciones hechos de naturaleza violenta que perturban la evolución gradual, ordenada de la sociedad. Estas nociones orientadas por las teorías del funcionalismo tuvieron preeminencia en la obra del sociólogo norteamericano Talcott Parsons, quien enfatizaba en la necesidad del consenso y el equilibrio en la sociedad, observando en el conflicto algo más bien anormal que rompe precisamente con el ordenamiento social. Parsons estaba más interesado en el orden social que en el cambio social, en la estática social que en la dinámica de los procesos, porque para su escuela el conflicto genera consecuencias perturbadoras y disfuncionales para la sociedad. 

En Europa otra vertiente de esta corriente, que intenta conciliar el estudio del equilibrio y el consenso social con el conflicto, ha tenido marcada influencia a través de la obra de los sociólogos Max Weber, Ralf Dahrendorf y Emile Durkheim. Aún con sus reconocidas contribuciones teóricas sobre el comportamiento colectivo, las creencias sociales, el liderazgo político y los procesos de integración, el pensamiento funcionalista no se caracteriza por su carácter revolucionario, sino por sus finalidades pragmáticas y encaminadas a la solución de los problemas inmediatos de la sociedad para lograr la preservación del orden social capitalista. 

De una forma u otra, la mayoría de los sociólogos influidos por las ideas de Carlos Marx han considerado que el conflicto puede servir para fines sociales positivos o progresistas. El conflicto violento (revolucionario) ha sido catalogado un medio útil para la resolución de disputas al interior de una sociedad y entre los Estados-naciones en el escenario internacional. Así muchos politólogos de nuestro tiempo aceptan el conflicto en calidad de una categoría explicativa central para el análisis del cambio social o el avance a partir de una teorización completa de la sociedad en sus aspectos de continuidad y cambio, que analiza en los condicionamientos clasistas y económicos la base de toda contradicción social y del conflicto revolucionario mundial. 

Esa concepción científica fundamental sobre la Revolución social está expuesta en la obra de Marx, Engels y Lenin. Una premisa fundamental del marxismo ha sido que la agudización de las contradicciones del capitalismo crea las condiciones para la Revolución que habrá de derrotarlo y abrir cause a una sociedad más justa y solidaria, atendiendo a la propuesta contenida en “El Manifiesto del Partido Comunista de Marx y Engels”. [3] 
 
Mediante el análisis de la situación de las Relaciones Internacionales de mediados del siglo XIX, Marx y Engels diagnosticaron que la Revolución sería protagonizada por el proletariado de los países industrializados de Europa y, años más tarde, Engels previó cómo el desarrollo de Europa Occidental operaba contra la lucha violenta y a favor de la acción parlamentaria de la clase obrera. Posteriormente, Lenin condujo al Partido Bolchevique a romper “el eslabón más débil de la cadena imperialista” con la idea de que sería una contribución a la Revolución mundial que tendría su centro en Alemania, según la lógica del pensamiento de Marx. [4] 
 
Las revoluciones sociales están determinadas por las leyes objetivas del desarrollo social y, en la contemporaneidad, tienen su origen en las contradicciones económicas, sociales, políticas internas del sistema capitalista. Lenin estaba convencido de que “las revoluciones no se hacen por encargo, no se pueden hacer coincidir con tal o cual momento, sino que van madurando en el proceso del desarrollo histórico y estallan en un momento condicionado por causas internas y externas”. [5] 
 
De esta manera, la interpretación leninista sobre las revoluciones nos indica que, desde el siglo XIX y hasta la actualidad, la filosofía de Marx constituye una teoría general válida para estudiar el movimiento revolucionario de las sociedades mediante el empleo de cierto número de instrumentos específicos, categorías o variables básicas, entre los cuales resulta fundamental el concepto de Modo de Producción y de lucha de clases entre explotados y explotadores. La influencia de Marx trascenderá mucho más allá de los teóricos o historiadores que, hasta el presente, han interpretado el ámbito nacional e internacional inspirados en sus ideas, ya que su obra ofrece una visión metodológica integral y coherente para el análisis de la dinámica de los procesos sociales en la época del modo de producción capitalista. 

Curiosamente, el historiador marxista británico Eric Hobsbawm señaló que el mundo capitalista globalizado, que emergió en la década de los noventa del siglo XX, ha resultado en muchas cosas enigmáticamente parecido al que había pronosticado Marx en 1848 en El Manifiesto Comunista [6] , pero ahora, sin duda, con más complejidad por los conflictos y problemas globales derivados de la interacción de múltiples fenómenos de carácter económico, financiero, militar, tecnológico y transnacional acumulados por el propio sistema capitalista que los engendra sin una perspectiva o posibilidad real de solución. 

Por eso la importancia de acudir a Marx y el justo elogio a su inevitable regreso en la coyuntura internacional actual. [7] 
 
Las condiciones que son fuente del potencial conflicto humano, es decir los problemas socioeconómicos, los impulsos violentos y agresivos originados de la frustración al medir lo concreto frente al ideal, la retirada y la alienación de las estructuras sociales existentes, más otros factores similares en la época de Marx, están volviéndose más comunes a escala planetaria. 

En casi todas las latitudes del sistema mundial, por el influjo expansivo de las tecnologías de la información y las comunicaciones, la brecha entre el cumplimiento esperado de las necesidades y la consumación concreta de las necesidades (aspiraciones o deseos) están ensanchándose entre muchas naciones, pueblos e individuos. Especialmente en el Tercer Mundo: Medio Oriente, Asia, África y América Latina, escenarios regionales en los que el proceso de desarrollo social, económico y político pocas veces es capaz de suministrar satisfacciones al ritmo creciente de las aspiraciones de los pueblos. En su conjunto, en esas regiones geográficas, con dos terceras partes de la humanidad en el subdesarrollo, la pobreza y la marginación, aumenta la desigualdad respecto al norte desarrollado, así como la posibilidad real de una ola revolucionaria. 

En la era actual de un sistema capitalista globalizado y de avances impresionantes de la revolución científico-tecnológica, los problemas clasistas y económicos sintetizados en el conflicto o contradicción Norte-Sur ocupan un plano sobresaliente en la dinámica de las Relaciones Internacionales. 

El conflicto Norte-Sur es una tendencia que se acentúa después de la desaparición de la confrontación Este-Oeste, que dominó el contexto internacional durante la prolongada “Guerra Fría”. La brecha entre ricos y pobres o entre el Norte y el Sur tiende a incrementarse a una velocidad sin precedentes, porque los países capitalistas desarrollados, donde reside poco más del 20 por ciento de la población mundial, se apropian o benefician del 80 por ciento de las riquezas productivas o naturales del planeta. En las últimas décadas del siglo XX y en la primera del XXI, las políticas económicas neoliberales ahondaron el abismo y el saqueo que aleja a los países subdesarrollados de las potencias centrales del capitalismo mundial. 

Relacionado con el conflicto Norte-Sur aparecen graves problemáticas globales: el crecimiento demográfico exponencial en las regiones tercermundistas, la escases de alimentos, precisamente cuando el planeta entra en una fase crítica por el agotamiento de los recursos naturales no renovables, la crisis ecológica por el deterioro del medio ambiente, la contaminación de los mares, ríos, la reducción de los bosques, la afectación de la capa de ozono de la atmósfera superior y las evidencias del cambio climático con el paulatino derretimiento de las grandes masas de hielo concentradas en los casquetes polares de la Tierra y el consecuente calentamiento global, que amenaza con una terrible catástrofe de imprevisibles consecuencias para la supervivencia de la especie humana. 

Esos problemas que aquejan a la humanidad son consecuencia directa de la desenfrenada explotación y barbarie capitalista. La máxima responsabilidad por ese estado de cosas recae en los países más desarrollados del sistema capitalista que alcanzaron altos niveles de expansión económica sobre la base de un modelo de vida y una economía altamente consumista y derrochadora. 

Ante el panorama desolador del sistema capitalista, en particular de su periferia pobre y subdesarrollada, los científicos sociales vuelven al pensamiento de Marx para adoptar nuevos modelos socioeconómicos que aprovechen más eficientemente los recursos humanos y naturales, contribuyan a conservarlos, renovarlos con políticas de desarrollo sustentables en beneficio de la humanidad toda. 

En el Norte también amplios sectores populares de los Estados Unidos y la Unión Europea sufren las desigualdades económicas y las injusticias propias de las sociedades capitalistas divididas en clases sociales antagónicas bajo la llamada fase tecnotrónica o postindustrial. Aún en los tiempos de la globalización económica el proceso de desarrollo capitalista siempre produce efectos perversos y asimétricos en relación con los beneficios que obtienen los pueblos. En los países del Norte y en los del Sur, la ruptura o desconexión con los mecanismos tradicionales de dominación capitalista juega un papel crucial en el crecimiento del potencial de conflicto revolucionario engendrado por las contradicciones entre ricos y pobres o entre una privilegiada minoría y las mayorías sometidas a la dictadura del capital.

La Revolución será inevitable en el sistema mundo del siglo XXI, pues a través de la historia el conflicto de clase ha sido el motor del cambio social. Las revoluciones constituyen la única vía posible para resolver la contradicción antagónica entre ricos y pobres al interior de las sociedades y en la transformación de las Relaciones Internacionales hacia un sistema verdaderamente democrático, justo y humano. 

Para la búsqueda de ese objetivo, en el marxismo y las ideas de Lenin reposa la teoría y estrategia de la Revolución, porque como señalara el Che “en definitiva, hay que tener en cuenta que el imperialismo es un sistema mundial, última etapa del capitalismo, y que hay que batirlo en una gran confrontación mundial. La finalidad estratégica de esta lucha debe ser la destrucción del imperialismo (….) El elemento fundamental de esa finalidad estratégica será, entonces, la liberación real de los pueblos (...)” [8] En el pensamiento de Che sólo mediante la Revolución se puede llegar a un orden social más solidario, a la abolición del capitalismo y a la formación de un “hombre nuevo”. [9] 
 
A la luz de los acontecimientos actuales en Venezuela, Bolivia, Ecuador y otros países de América Latina, e incluso de las revoluciones pacíficas latinoamericanas del siglo XX, podríamos decir que la Revolución o la toma del poder político por los explotados no necesariamente entrañan violencia o la guerra revolucionaria. Marx era consciente del papel de la violencia en la historia, pero la estimaba menos importante que las contradicciones inherentes a la vieja sociedad para el logro del último fin de los proletarios y explotados: la derrota del capitalismo. 

Marx previó una serie de choques de creciente intensidad entre el proletariado y la burguesía (explotados y explotadores) hasta la erupción de una Revolución que finalmente desembocaría en el derrocamiento de la burguesía y la edificación de una sociedad socialista. Con su propia dinámica y especificidad, en distintas regiones y países del sistema internacional, la colisión inevitable entre clases sociales antagónicas será una variable del cambio y de la emancipación humana en el siglo XXI. 

Las Revoluciones y el Sistema de Relaciones Internacionales 

Los teóricos marxistas no han ofrecido un estudio amplio y sistemático sobre la repercusión de las revoluciones en el sistema de Relaciones Internacionales de nuestra época. Algunos politólogos coinciden en que el sistema mundo moderno ha sido conformado en gran medida por las revoluciones, los conflictos y las guerras. [10] 
 
Los últimos cuatro siglos transcurridos estuvieron marcados por grandes e históricas revoluciones de carácter burgués, socialistas y/o de liberación nacional. Para los teóricos marxistas las revoluciones son las locomotoras de la historia porque aceleran los procesos de desarrollo y progreso humano. Desde el siglo XVII las revoluciones hicieron importantes aportes al desarrollo de la modernidad. Las revoluciones no solo han impulsado las transformaciones políticas y sociales al interior de las naciones, sino también la dinámica misma de las Relaciones Internacionales. 

El sistema internacional de escala planetaria de nuestros días es el resultado de la expansión geográfica y la complejización del sistema de Estados que emergió en Europa en el siglo XVII, después de un largo proceso histórico que, iniciado aproximadamente en los siglos XIV y XV, abarcaría varias centurias y convulsionarían ese continente. 

En suma, el sistema internacional es consecuencia del surgimiento del capitalismo que estableció nuevas estructuras políticas y de la creación de los modernos Estados-nacional-territoriales, que concretaron en la práctica las aspiraciones políticas de los intelectuales del Renacimiento y de la burguesía ascendente como clase dominante. Los siglos XVII, XVIII y XIX fueron el escenario de la expansión de este sistema hasta abarcar los cinco continentes.

El triunfante capitalismo europeo, con una tecnología, una ciencia e instituciones políticas más consolidadas, sometieron a su dominación colonial a los territorios “descubiertos” y conquistados por la fuerza de las armas en América, Asia y África. 

Las históricas revoluciones que impactaron esos siglos e influyeron en la evolución y conformación de un sistema de relaciones internacionales fueron las siguientes:

En el Siglo XVII: Las Revoluciones holandesa o inglesa. 

En el Siglo XVIII: Las Revoluciones norteamericana, francesa, haitiana y su secuela en las revoluciones de Independencia en Latinoamericana, a inicios del siglo XIX. 

En el Siglo XIX: Las Revoluciones europeas de 1848 [11] y la Comuna de París en 1871. [12] 
 
La expansión del capitalismo creó el mercado mundial y puso en contacto a las regiones más lejanas del planeta sobre la base de la más brutal explotación, saqueo, el genocidio de las poblaciones autóctonas y la imposición de la cultura europea. En este período histórico nuevos Estados surgirían en los continentes sometidos con el consentimiento de Europa o por la lucha de los pueblos por su independencia. La inclusión de las repúblicas americanas al sistema internacional europeo que les extendió su reconocimiento de derecho, constituyó la primera gran expansión del sistema, que hasta entrado el siglo XX mantendría su centro hegemónico en la Europa burguesa dominadora. 

A fines del siglo XIX, en pleno desarrollo del capitalismo monopolista en su fase imperialista, dos nuevas potencias, una en América: Estados Unidos, y otra en Asia: Japón, desafiaron a Europa su supremacía internacional. El sistema internacional a las puertas del siglo XX comienza a devenir global y el centro hegemónico inicia un desplazamiento hacia otros continentes. 

Por la trascendencia de las revoluciones que estremecieron al mundo: la de Octubre o soviética de 1917, la china de 1949 y la cubana de 1959, entre otras de liberación nacional en el Tercer Mundo, el siglo XX inauguró una nueva era en la política internacional. El poderoso movimiento anticolonialista y antiimperialista, que se desarrolló particularmente después de 1945, dio el golpe definitivo al viejo sistema colonial de las principales metrópolis capitalistas. Ese proceso histórico condujo a la formación de nuevos Estados independientes en casi todos los continentes, principalmente en el Tercer Mundo. 

Las revoluciones tienen una inmediata influencia más allá de las fronteras nacionales de los Estados, introducen saltos históricos y conmociones sociales que determinan o condicionan la política exterior de los países mediante una cinemática de continuidad y cambio que repercute en el ámbito global de las relaciones internacionales y contribuye a la evolución y formación del sistema internacional. 

Por primera vez, en la historia de las Relaciones Internacionales, el sistema mundo alcanzó una dimensión efectivamente global o planetaria. En la actualidad es un sistema integrado por más de 190 Estados en interacción, a los que se añade una multiplicidad de entidades transnacionales no directamente estatales con influencia política, en algunos casos mayor que la política exterior individual de muchos Estados. 

El sistema internacional continuó básicamente heterogéneo pese al colapso o la renuncia estratégica de la Unión Soviética y el bloque socialista europeo, lo cual determinó el fin de la confrontación Este-Oeste y un cambio coyuntural en la correlación de fuerzas favorable al sistema capitalista con Estados Unidos embriagado en su liderazgo unipolar. Esas modificaciones abruptas del mapa geoestratégico mundial colocaron a la formación económico-social capitalista en una supremacía incuestionable durante un determinado período histórico del sistema mundial. 

Sin embargo, desde la izquierda, pensamos que el sistema internacional prosigue en una época de tránsito del capitalismo al socialismo dado que en él coexisten todavía en un dilema de cooperación y hostilidad Estados capitalistas, imperialistas, socialistas, desarrollados y subdesarrollados con regímenes de diversos tipos: reaccionarios y revolucionarios. Debe tenerse en cuenta que la dinámica política internacional ya no sólo se desarrolla entre los Estados, pues la solidaridad internacionalista entre los pueblos, las sociedades y sectores sociales disímiles, que luchan por un mundo mejor y posible, ha comenzado a desbordar los marcos nacionales para convertirse en una fuerza esencial de la transformación revolucionaria de las Relaciones Internacionales. 

Con las crisis múltiples que atraviesa la humanidad: crisis climáticas, crisis alimenticias y crisis políticas, el escenario de la política mundial podría estar signado por nuevos procesos revolucionarios en lo que Lenin denominó los “eslabones más débiles de la cadena imperialista”. Las características especificas de esos cambios podrían aportar elementos cualitativamente nuevos para la construcción de un sistema internacional pluripolar en alternativa a la recomposición multipolar de las Relaciones Internacionales por iniciativa de Estados Unidos y la Unión Europea, potencias interesadas en la consecución de un equilibrio de poder mundial que sirva para perpetuar la dominación de los Estados más débiles del sistema y la práctica de una política coordinada hacia la contención o el retroceso del fenómeno revolucionario global. 

En ese escenario, las revoluciones en Cuba, Venezuela, Bolivia y Ecuador representan la concertación de una avanzada del polo de Sudamérica hacia la construcción de cinco polos de poder plural e ideales que favorezcan un genuino proceso revolucionario hacia el Socialismo en el siglo XXI, cuando todavía el imperialismo sigue siendo la antesala de la Revolución social, como lo advirtió Lenin en 1917, pero ahora en una proporción más globalizada del conflicto Norte-Sur en las Relaciones Internacionales. 

Los más recientes ejemplos de insurrección en Túnez y Egipto lo atestiguan. Y es solamente una avanzada.


Notas:
Correo Electrónico del autor: leyder34@yahoo.com


[1] Referencia de su obra: “The Phenomenon of Revolution and International Politics”, New York, Dodd, Mead, 1974, p. 1, citado por James E. Dougherty, Robert L. Pfaltzgraff en: Teorías en pugna en las relaciones internacionales, Grupo Editor Latinoamericano, Buenos Aires, 1993, p. 323.
[2] Alusiones sobre la Revolución tomadas de la obra de Crane Brinton: “Anatomy of Revolution”, New York, Norton, 1938. Véase también sobre el tema de Lyford P. Edward: “The Natural History of Revolution”, Chicago, 1927, y George Pettee: “The Process of Revolution”, New York, Harper & Row, 1938. Ibídem.
[3] Para Marx y Engels la abolición de la propiedad privada es un objetivo esencial de la revolución Véase “El Manifiesto del Partido Comunista”. Editora Política, La Habana , 1982, p. 31.
[4] Lenin continuó los estudios de Marx sobre la revolución en la época de una nueva fase del capitalismo, véase entre otros trabajos: “El imperialismo, fase superior del capitalismo, Obras Escogidas, tomo I, Editorial Progreso, Moscú, p. 689; y sobre la doctrina marxista y las tareas del proletariado en la revolución, véase “El Estado y la Revolución ”, Editora Política, La Habana, 1963.
[5] Informe en la Conferencia provincial de Moscú de los comités fabriles, 23 de julio de 1918, Obras Completas, Editorial Progreso, Moscú, t. 36, p. 475.
[6] Breve artículo titulado “Marx y la globalización”, que constituye la intervención del célebre historiador marxista en un debate sobre Marx con el escritor Jacques Attali, el 2 de marzo del 2006, durante la Semana del Libro Judío en Londres. Véase en Rebelión: www.Rebeli o n.org
[7] Véase el folleto: “Efectivamente Marx está regresando: un artículo en la prensa norteamericana y precisiones indispensables”, que contiene el artículo de John Cassidy, “El regreso de Carlos Marx, publicado en The New Yorker, 20-27 de octubre de 1997, y los comentarios de Raúl Valdés Vivó, sobre ese revelador artículo, Editora Política, La Habana , 1998.
[8] Ernesto Che Guevara. Mensaje a los pueblos del mundo a través de la continental. 1967. Escritos y discursos. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana , 1977, t. 9, p. 397
[9] Véase esa concepción en el trabajo de Ernesto Che Guevara: “El Socialismo y el hombre en Cuba”. 12 de marzo de 1965, Ibídem, t. 8, p. 256.
[10] Véase de Hannah Arendt: “On Revolution”, Nueva York, Viking, 1965. Sobre la Revolución y las Relaciones Internacionales, consúltese del teórico marxista británico Fred Halliday, el capítulo 6 de su importante obra “Rethinking International Relations, The Macmillan Press, Ltd, London, 1994.
[11] La historia de Europa de 1789 a 1848 es la historia de las grandes transformaciones económicas, sociales y políticas que asentaron, de forma definitiva, el capitalismo industrial, véase de Eric Hobsbawn, “Las Revoluciones Burguesas”, Selección de Lecturas, Editorial Pueblo y Educación, La Habana , 1982.
[12] Marx y Engels utilizaron ampliamente la experiencia del movimiento revolucionario durante el último tercio del siglo XIX para desarrollar su teoría de la Dictadura del Proletariado. Durante ese período de la vida de Marx y Engels aparecieron obras clásicas tales como: La guerra civil en Francia y Crítica del Programa de Gotha, de Marx, los tomos II y III de El Capital, obra finalizada por Engels después de la muerte de Marx, Anti-Duhring, Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana y Origen de la familia, la propiedad privada y el estado, de Engels, entre las obras principales. Marx y Engels acompañaron su obra teórica de una intensa actividad revolucionaria práctica.