Raúl Zibechi: “Brasil ya es una potencia regional y
tiene muy claro que para ser una potencia mundial tiene que unir a toda
Sudamérica”
A principios de diciembre,
coincidiendo con la primera cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos
y Caribeños (Celac), el pensador uruguayo Raúl Zibechi, un referente
imprescindible para el análisis de los movimientos populares latinoamericanos,
visitó Santiago de Chile para participar en el encuentro “América Le Atina
Desde Abajo”.
Desde la revista libertaria Política y Sociedad
no quisieron dejar pasar la oportunidad de conversar con un gran conocedor de
las realidades nuestramericanas sobre la América Latina actual y su
posición en el mundo en crisis en que vivimos.
-Estamos asistiendo a cambios geopolíticos muy
profundos, se está alterando la correlación de fuerzas entre las potencias
mundiales, están apareciendo en escena otras nuevas que reivindican mayor
protagonismo en las instituciones internacionales y menor unilateralidad y se
gestan nuevos bloques económicos o se redefinen los ya existentes. ¿A qué
obedece este proceso y qué relación tiene con la crisis económica actual?
-El proceso, a mi modo de ver, se debe al agotamiento
de la hegemonía de los Estados Unidos: de la hegemonía unipolar vamos a
una multipolaridad.
¿Cuáles serían las causas de esto? Bueno, son varias,
una de las principales es la superposición de tres clases de conflictos
sociales en la década de los 60 y 70: movimientos obreros, movimientos de
liberación nacional, con independencias en Asia y África y
revoluciones en la periferia, y movimientos de las minorías, los derechos
civiles en EEUU, feministas, afrodescendientes, pacifistas, juveniles…
Eso lleva al sistema a trasladar progresivamente el
centro de acumulación desde la producción a las finanzas y luego a trasladar el
eje de sus políticas, por esta evolución del sistema financiero, al abandono
progresivo de los estados de bienestar. Finalmente, el sistema financiero
adquirió cierto nivel de desregulación sobre todo con las privatizaciones de
los fondos de pensiones básicamente en el mundo anglosajón, Estados Unidos, Reino
Unido, también en Japón, Países Bajos… que llegó a generar tal
cantidad de dinero virtual, acelerado con las nuevas tecnologías, que acabó
creando una multiplicidad de burbujas y de dinero virtual circulando por el
mundo que supera en varias veces el PIB mundial.
Antes el sistema financiero suponía una fracción del
PIB mundial, a día de hoy un solo banco tiene en derivados financieros el
equivalente al PIB mundial. Eso es como una máquina que gira enloquecida y que
va depredando primero a los países del tercer mundo, por ser los más frágiles,
luego a los intermedios y finalmente a los países más ricos, al propio EEUU,
generando burbujas, generando niveles de especulación inimaginables en nuestras
cabecitas simples que ven una cosa real y que no se imaginan que con una
botella de agua se puede especular generando millones de dólares a partir de lo
que puede rendir este producto en 20 años más.
Los derivados financieros son un delirio creado para
enriquecer artificialmente a un pequeño sector y creo que la crisis mundial
actual tiene que ver con esto, con una sucesión de mutaciones que ha hecho el
sistema capitalista de lo productivo a lo financiero empujado porque desde lo
productivo, que es el arraigo de la gente real a nivel de productor y
consumidor, las sublevaciones y las resistencias de la gente lo han ido
llevando a un lugar aparentemente más seguro pero que luego se demostró muy
inseguro para todo y finalmente los propios capitalistas se acaban devorando
entre ellos. En este momento la guerra del dólar contra el euro es una guerra
intercapitalista en el cual unos se quieren apoderar de partes de otros, ya no
es sólo una guerra contra los pobres, contra los trabajadores, es una guerra
entre ricos. Y la guerra que se adivina entre los países emergentes también es
una guerra entre los de arriba.
Hay varias peleas simultáneas.
Por un lado, hoy las multinacionales tienen mucho más
poder que muchos estados. Los bancos también tienen un poder enorme y han
obligado a los Estados Unidos, al gobierno más importante del mundo, a
salvarlos, y lo mismo ha pasado en Europa. Ellos no tenían ganas de
salvarlos porque es poner en riesgo la gobernabilidad de sus países.
Por otro lado, hay una pelea entre los países
emergentes. Que son países que se han venido fortaleciendo frente a los Estados
Unidos, Japón y Europa. Aparecen una serie de potencias emergentes sobre todo
en Asia, que indican que también estamos en una transición desde la hegemonía
occidental a la hegemonía oriental. Son insospechadas las consecuencias que
esto pueda tener, porque Occidente, desde que existe como tal, mantiene
cinco siglos de hegemonía mundial; pensar en una hegemonía oriental es algo que
desafía nuestra imaginación, la mía por lo menos.
-¿Sigue siendo pertinente, en este nuevo escenario, un
enfoque anti-imperialista centrado exclusivamente en los Estados Unidos y las
antiguas potencias colonizadoras o habría que actualizarlo?
-Actualmente estoy terminando un libro sobre Brasil,
justamente porque me he dado cuenta de que sobre todo para los países pequeños
de Sudamérica y también para los medianos como Argentina, Colombia,
y quizás Chile también, en el futuro el impacto de Brasil como potencia
va a ser muy fuerte, desafiando la tesis de Ruy Mauro Marini de hace 30 años del
sub-imperialismo.
Hoy Brasil ya no es un país sub-imperialista, hay
multinacionales brasileñas con un nivel de acumulación de capitales muy fuerte,
ha habido cambios en las clases dominantes de Brasil en la cual se han insertado
algunos sindicatos como el de los bancarios, se han insertado gerentes que
vienen del PT, del Banco Nacional de Desarrollo (BNDES), en fin,
tiene una capacidad de acumular capital muy grande.
Los fondos de pensiones y el BNDES son las dos
fuentes de acumulación más potentes a día de hoy en Brasil, y Brasil es de los
países que más acumula en el mundo y ya no sólo porque vayan capitales a
Brasil, que siguen yendo, sino por la acumulación interna.
Brasil se convirtió en un país exportador de
capitales. ¿A dónde? A Argentina, Bolivia, Uruguay, Paraguay… Brasil ya
es una potencia regional y tiene muy claro que para ser una potencia mundial
tiene que unir a toda Sudamérica. Eso es Unasur, que es más importante
que la Celac y que el Mercosur, porque es la unidad de toda
Sudamérica, que es su patio trasero. Brasil está construyendo un patio trasero.
Esto quiere decir que la lógica imperialista se
mantiene pero ya no está focalizada exclusivamente en Estados Unidos; les
recuerdo que en Paraguay se han quemado banderas brasileñas por parte de los
campesinos, en Bolivia durante las marchas en defensa del Tipnis y contra el trazado
de una carretera que la construye una empresa brasileña (dirigida por un cuñado
de Lula), la gente gritaba “Evo lacayo de los brasileños”, en Haití
también se han producido este tipo de reacciones. El ejemplo de Brasil es
uno solo. Entonces estamos en un escenario distinto.
-Todos los países latinoamericanos, sin excepción,
están tomando parte, con diferente velocidad, niveles de promoción e
intencionalidad, en un proceso cada vez más amplio de integración
latinoamericana, abarcando cada vez más rubros. En estos días se marca un nuevo
hito en este camino con la cumbre inaugural de la Celac.
¿Cómo evitar que ese proceso de integración, como ha
sucedido en el proyecto europeo, amplíe las desigualdades nacionales y esté al
servicio de las potencias más fuertes de la región?; ¿cómo evitar que la
integración acabe concretando un “capitalismo andino-amazónico” que concentre
la riqueza, excluya a los pueblos y destruya el medio?
¿Cómo concretar una integración desde, por y para los
pueblos?; ¿cómo valoras las iniciativas tomadas hasta el momento en el marco de
la Alba?, ¿crees que van en ese sentido?
-Todo el escenario está colocado para que Brasil sea
la potencia hegemónica en Sudamérica y para que el Amazonas y toda
Sudamérica sea llenada de hidroeléctricas, porque Brasil necesita mucha
energía. Se están construyendo muchas represas y las está construyendo Brasil.
El proyecto IIRSA lo está desarrollando Brasil con préstamos del BNDES.
Yo creo que hay dos caminos.
Uno es que los países de la región le hagan frente a
Brasil, pero no confío mucho en ello. Hoy no hay burguesías nacionalistas, hay
burguesías que utilizan la celeste o la roja para adormecer a sus pueblos, pero
eso no es una burguesía nacionalista. Las burguesías al día de hoy no tienen
mayor interés que el crecimiento económico y no van a oponer ninguna
resistencia al imperialismo brasilero. Yo creo que la soberanía nacional va a
ser patrimonio de los estados fuertes. Y hay estados fuertes en el mundo.
Estados Unidos pese a todo es un estado fuerte, Brasil es un estado fuerte, China
es un estado fuerte. Alemania es un estado fuerte, pero incluso
dentro de la Unión Europea ¿quién más? Un poco Francia o el Reino
Unido, pero éste juega para otro lado.
Desde luego que un mundo multipolar es mejor que un
mundo unipolar, porque a los pueblos la multipolaridad les abre una brecha
porque hay equilibrios más frágiles: la unipolaridad es como una losa que pesa
mucho. Ahora bien, yo no voy a luchar por la multipolaridad, yo voy a
describirla e incluso a decir que me parece bien que emerjan potencias que
desplacen a Estados Unidos, pero yo no voy a luchar para que Brasil sobrepase a
Estados Unidos, voy a tomar nota de eso y voy a tratar de acomodar nuestra
lucha, la de los pueblos, para enfrentar ese nuevo escenario. Un mundo
multipolar es mejor, pero yo no voy a animar a los pueblos a luchar por ese
mundo multipolar, porque ese mundo multipolar es neoliberal, capitalista,
depredador.
Una integración latinoamericana me parece que es buena
si se hace en pie de igualdad. En ese sentido, no tengo muchas esperanzas en la
Alba porque es muy desde los estados, pero creo que en el marco de la
integración regional, la Alba empuja a Brasil a hacer más concesiones. Creo que
está bien que exista la Alba, pero no es mi proyecto. Creo que está bueno que
exista el Banco del Sur para joder al Fondo Monetario Internacional,
creo que está bueno que exista el Fondo del Sur si se hacen obras dentro
de América Latina no para importar, como la IIRSA, sino obras de integración de
verdad. No voy a luchar por eso, no voy a poner mis pocas fuerzas en luchar por
eso, pero me parece que son procesos interesantes que nos abren puertas o
pueden abrirnos puertas.
Por otro lado, si observamos finamente las cosas
veremos que en Brasil hay una resistencia muy fuerte a una gigante
hidroeléctrica como Belo Monte, en donde hay muchos actores, desde la Iglesia
hasta pueblos indígenas, pasando por ambientalistas. O que en Jirau,
una represa sobre el río Madeira, a principios de año hubo una gran
revuelta, los 20.000 obreros que había trabajando en su construcción se
levantaron y lo quemaron todo (N.d.R. ver un artículo de Zibechi al respecto). Son
luchas que se parecen mucho a las que hubo en Cajamarca [Perú] estos
últimos días contra la minería de oro, a la del Tipnis en Bolivia, a la de Hidroaysén
en Chile…, ese camino alternativo pasa porque seamos capaces de coordinar y
complementar estas luchas para que de alguna manera le pongan un freno a este
capitalismo tan depredador. Yo a largo plazo soy optimista.
-Eres uno de los críticos más reconocidos del llamado
“extractivismo”, el modelo de crecimiento económico mediante la explotación y
exportación de recursos naturales que predomina en América Latina a día de hoy,
¿cuáles son los efectos económicos, sociales, políticos y culturales de este
modelo?
-Los efectos ambientales los conocemos, son
depredación y contaminación. Los efectos económicos son expropiación de
recursos, agua, tierra, minerales. Y los efectos sociales son dramáticos,
porque el extractivismo tiene un problema respecto al modelo fabril, y es que
aunque éste fuera capitalista necesitaba productores y consumidores, entonces
la patronal tenía que dialogar con sus obreros para que no le pararan y tenía
que ofrecerle a los consumidores algo interesante. Ahora una minera que saca un
mineral de Pascua Lama y lo manda a China necesita muy pocos
trabajadores en Chile, ningún consumidor y además de dejar toda la
contaminación que deja, genera cada vez más polarización social, da empleo a
muy pocas personas, técnicos y poco más, porque hoy la minería es como una
plataforma petrolífera, con un centenar de personas que se rotan y aisladas de
las comunidades, ni siquiera hay posibilidad de resistir ahí.
Se ha hablado mucho de los efectos ambientales del
extractivismo, eso está muy bien, pero apenas hemos hablado de los efectos
sociales, del sinnúmero de pobres que genera, a los cuales se les aplica
posteriormente esas políticas focalizadas del progresismo.
-¿Cómo se podría hacer para atraer a una alternativa
al extractivismo a sectores sociales que están cabalgando sobre él o que en
cierta medida se están beneficiando de la redistribución que se hace de sus
regalías desde estos gobiernos progresistas?
-Acá hay un problema que, creo, tenemos todos los que
estamos en contra de esto. Yo tengo claro que estoy contra el extractivismo,
pero no tengo una alternativa para ofrecer al extractivismo. Es decir, tengo
una alternativa para que en un barrio los vecinos tengan una huerta ecológica y
no pasen tanta hambre, eso sí. Pero para los estados no hay una alternativa a
la vuelta de la esquina. Y es que el lucro de las commodities es tan
alto que no tenemos una alternativa.
Está claro que esto puede ser un handicap, pero
hay que reconocerlo claramente; “señor, esto no me gusta, pero no sé qué hacer
con esto”, porque las fábricas del patrón, como durante la revolución catalana,
podías expropiarlas y ponerlas bajo control obrero y funcionar en régimen de
autogestión. Después podías plantearte que para que el trabajo no fuera tan
alienante se implantara en lugar del taylorismo algo más flexible, pero la
producción estaba ahí. Ahora nosotros no podemos hacer un extractivismo bueno,
un extractivismo bajo control obrero, que es lo que sostiene García Linera
[vicepresidente de Bolivia] cuando dice que si el extractivismo es hecho por el
Estado no es extractivismo. Y sí, lo es, el problema es que no tenemos una
alternativa y esto hay que mirarlo de frente: “no tengo alternativa”. Bueno,
vamos a ver cómo la construimos.
-¿Qué herramientas de análisis les recomendarías a los
movimientos populares que pretendan generar una lectura propia,
anticapitalista, alternativa, de la geopolítica de América Latina?
-Tienen que mirar los principales emprendimientos que
hay en su país y ver a qué sectores pertenecen; te pongo el ejemplo de Uruguay.
En Uruguay se ha vendido en 10 años el 40% de la tierra, casi la mitad de la
tierra ha cambiado de manos. Y ha ido a parar a brasileños, a argentinos y a
multinacionales, entre ellos a la papelera española Ence. La producción
de soja es toda argentina, la carne es la mitad brasileña y el arroz es todo
brasileño.
Esa es una lectura geopolítica. Las principales
exportaciones nuestras son a Brasil y a China, antes eran a Estados Unidos y a
Europa. Hay mecanismos relativamente sencillos que no implican el análisis
geopolítico. China es entre el primero y el segundo importador de América
Latina y está siendo uno de los principales inversores en minería y en hidrocarburos.
Entonces, yo creo que a través de esos indicativos
sencillos o relativamente sencillos un movimiento puede darse cuenta que
estamos transitando un cambio de hegemonías. En Brasil es muy claro, durante
toda la colonia española todas las exportaciones de Brasil iban a Portugal,
desde la independencia hasta 1920 era Inglaterra, de 1920 a 2010 era
EEUU y hoy es China, y ése es un cambio que llegó para quedarse.
Hoy algo está cambiando, y muy pesado está cambiando.
Yo creo que a través de esos indicadores podemos ver cambios geopolíticos. La
gente tiende a plantearse la teoría del paréntesis, “EEUU era el hegemón y
después de este paréntesis seguirá siéndolo”, y no es así, hay un giro.
Convencer a la gente de que hay un giro es importante para que aprendamos a
mirar lo nuevo, lo que está pasando.
Y la hegemonía china en el mundo, yo no sé desde el
punto de vista político cómo puede ser, pero desde el punto de vista económico
significa un desastre, está siendo un desastre. Desde el punto de vista cultural
¿puede implicar cambios? Pensémoslo un momento desde el punto de vista de los
movimientos populares. Celebramos el Primero de Mayo, una fecha que se creó en
EEUU, en Chicago. Celebramos el 8 de Marzo, que se generó en Nueva
York. Celebramos el 28 de Junio, que es el día del orgullo gay, que nace en
EEUU. Que es la misma cultura que la europea, y también celebramos la
revolución francesa en Uruguay, los obreros cantaban “La Marsellesa”, los
obreros entonaban canciones de la revolución española. Ahora bien,
culturalmente, ¿qué nos une a los chinos? Puede que los aymaras dirían otra
cosa o los mapuches, por ejemplo, que tienen una filosofía que es la del
tercero incluido, al igual que las filosofías orientales no hay dialéctica de
contrarios.
Lo que estoy queriendo decir es que es un escenario
abierto, queda muy claro que la hegemonía occidental está tocando su fin,
incluso culturalmente. Hay que estudiar, hay que aprender. Capaz que hay más
sintonía entre los pueblos indígenas y los pueblos orientales que entre
nosotros y ellos; no lo sabemos pero se abren interrogantes muy fascinantes
para pensar y para estudiar.
Diciembre 20, 2011
Por Revista Política y Sociedad
Publicado en www.anarkismo.net
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