viernes, 27 de septiembre de 2019

“El Príncipe” y las ideas políticas defendidas por Fidel Castro



Por Ernesto Molina Molina.[i]

Molina.jpgCon Nicolás Maquiavelo y su obra El Príncipe, la política busca su fundamentación científica y se crea una disciplina, la ciencia política, cuyo objeto fundamental lo constituyen las teorías políticas y los comportamientos políticos, sean al interior de los estados o en sus relaciones internacionales.

El Príncipe y las ideas defendidas por Fidel Castro Ruz como estrategia revolucionaria para acceder al poder, pueden dar una nueva luz sobre la necesidad o no de excluir los valores éticos en la ciencia política; y poner o no por encima de todo, los hechos necesarios a realizar, sean los que sean, para acceder al poder político y mantenerlo. Contraponer a Fidel con Maquiavelo implica esclarecer esa idea.  

¿Pero es que acaso es posible poner a El príncipe, obra primigenia de la ciencia política burguesa, al servicio de los pueblos oprimidos?

Maquiavelo, al escribir esta obra, eligió como destinatario de ella a un “príncipe”, a quien suponía podía encabezar la defensa de Italia frente a los “bárbaros”.

Los “bárbaros” para Maquiavelo podían ser los franceses, los alemanes, los españoles, cualquier otro Estado que amenazara con apoderarse de Italia; y aunque para él su patria chica era Florencia, aspiraba a una Italia poderosa como lo había sido en tiempos del imperio romano; y no como entonces era, dividida en pequeñas ciudades estado, principados o regímenes democráticos en perennes guerras intestinas, y muchas de ellas oprimidas por Estados extranjeros.   

Maquiavelo escribió con mucho desenfado y claridad sobre los crímenes de la iglesia y los príncipes, no solo como gobernantes, sino como individuos, no quedó nada en pie de la moral de los Papas y cardenales, que, junto al incienso oloroso de las catedrales lujosas, llenas de imágenes de santos y vírgenes; si aquellos Papas y cardenales tenían que esgrimir la espada y la ballesta para hacer la guerra; o elegir el veneno para el enemigo invitado a compartir la mesa; allí está el cronista político Maquiavelo, con su certero análisis valorativo; y si las cosas habían salido bien, para el Papa: era un “príncipe” de éxito.
  
Es bueno recordar aquí el problema que intentamos dilucidar: si se pueden reconciliar la ciencia política y los valores humanos, o si son irreconciliables. En otras palabras, si en la lucha por acceder al poder político y mantenerlo, la razón del Estado está por encima de todo y todo está permitido. Porque este es un punto esencial de la doctrina del realismo político en las relaciones internacionales: el poder es la clave de la concepción realista. Dado lo conflictivo y anárquico del sistema internacional, la tendencia “natural” del Estado y su objetivo central es adquirir el mayor poder posible, ya que lo que el Estado puede hacer en la política internacional depende del poder que posee. La política internacional se define, pues, en última instancia, como la lucha por el poder. El poder es, de esta forma, tanto un medio para un fin, como un fin en sí mismo.[ii]

¿Se pueden reconciliar la ciencia política y los valores humanos, o son estos irreconciliables? 

En otras palabras ¿Está por encima de todo la Razón del Estado en la lucha por acceder al poder político y mantenerlo? ¿Está todo permitido? ¿Es ingenuo tener escrúpulos en la lucha por el poder?

Precisamente, ambas personalidades, en sus épocas cada uno, fueron cultísimos desde los libros y desde sus actos políticos. Maquiavelo fue un habilísimo consejero político y militar; Fidel fue mucho más que consejero: fue un actor político y militar decisivo. A diferencia de Maquiavelo, Fidel defendió la verdad y combatió el uso de la crueldad y el temor. Los soldados batistianos se rendían porque sabían que sus vidas serían respetadas. Maquiavelo tiene que haber sido muy bien estudiado por Kissinger y Brzezinnski, por Churchill y por Hitler; para ellos, como defendía Maquiavelo, por razones de Estado no se puede confiar en “pactos de caballeros”. Entre las enseñanzas de Maquiavelo más aplicadas por estos señores está esta recomendación del ilustre florentino:

La experiencia nos demuestra, por lo que sucede en nuestros tiempos, que son precisamente estos “príncipes” quienes han hecho menos caso de la fe jurada, y han envuelto a los demás con su astucia y reído de los que han confiado en su lealtad, los únicos que han realizado grandes empresas. Digamos primero que hay dos maneras de combatir: una, con las leyes; otra, con la fuerza. La primera es distintiva del hombre; la segunda, de la bestia. Pero como a menudo la primera no basta, es forzoso recurrir a la segunda. Aquel que engaña encontrará siempre quien se deje engañar.

Los hombres, en general, juzgan más con los ojos que con las manos, porque todos pueden ver, pero pocos tocar. Todos ven lo que parece ser, más pocos saben lo que eres; y estos pocos no se atreven a oponerse a la opinión de la mayoría, que se escuda detrás de la majestad del Estado. Y en las acciones de los hombres, y particularmente de los príncipes, donde no hay apelación posible, se atiende a los resultados. Trate, pues, un príncipe de vencer y conservar el Estado, que los medios siempre serán honorables y loados por todos; porque el vulgo se deja engañar por las apariencias y por el éxito; y en el mundo sólo hay vulgo, ya que las minorías no cuentan sino cuando las mayorías no tienen donde apoyarse.[iii]

Aquí hay una discrepancia fundamental de Fidel con Maquiavelo. Fidel hizo una revolución cultural para que el pueblo dejara de ser “vulgo”. Fidel practicó la verdad en el juicio del Moncada y en la Sierra, a diferencia del gobierno batistiano. En todas las situaciones duras y difíciles para el pueblo cubano, Fidel fue un militante de la verdad. Antes y después del Período Especial le dijo la verdad al pueblo. Por supuesto que al enemigo hay que hacerle escaramuzas y despistarlo; sin agentes infiltrados en el enemigo, Cuba no habría resistido; pero incluso, ante el enemigo, Fidel hubiera preferido que desde el principio los yanquis supieran de los misiles soviéticos a instalar en el territorio cubano. 

Fidel no solo accedió al poder al frente de un ejército del pueblo, sino que se adueñó de los conocimientos más avanzados en las ciencias sociales de su tiempo; y se actualizó  a lo largo de su vida en otros campos de la ciencia.  

En el juicio del Moncada, Fidel pronunció su defensa; y después con zumo de limón escribió “La Historia me Absolverá” ya en prisión, para que en una imprenta clandestina se reprodujera y diera a conocer al pueblo su programa de lucha. Fidel no destinó esta obra a un príncipe; o a un gobernante; o a un Estado ya establecido. Escribió esta obra después de haber realizado la acción para tomar el cuartel Moncada en Santiago de Cuba; y luego, sin desmayar, preparó una organización, a la que no llamó “partido”, sino Movimiento: tan desprestigiados estaban la mayoría de los partidos ante el pueblo. Y continuó la lucha por sacar del gobierno al tirano Batista y posteriormente, seguir adelante hacia una revolución social. Tuvo muy en cuenta las potencialidades revolucionarias dormidas de aquel pueblo, defraudado por tantos gobiernos corruptos; y también, ¿por qué no? porque los líderes que supuestamente contaban con la ideología más avanzada ̶ el marxismo leninismo ̶ rechazaban la lucha insurreccional como inviable o aventurera en aquellas circunstancias históricas.

Si en algo hay que coincidir con Maquiavelo, es cuando expresa: 

….un príncipe jamás podrá dominar a un pueblo cuando lo tenga por enemigo, porque son muchos los que lo forman; a los nobles, como se trata de pocos, le será fácil. Lo peor que un príncipe puede esperar de un pueblo que no lo ame es el ser abandonado por él; de los nobles, si los tiene por enemigos, no sólo debe temer que lo abandonen, sino que se rebelen contra él; pues, más astutos y clarividentes, siempre están a tiempo para ponerse en salvo, a la vez que no dejan nunca de congratularse con el que esperan resultará vencedor.(…)Hay que tener cuidado de los que se unen por cálculo y por ambición, es señal de que piensan más en sí mismos que en ti, y de ellos se debe cuidar el príncipe y temerles como si se tratase de enemigos declarados, porque esperarán la adversidad para contribuir a su ruina. Un príncipe necesita contar con la amistad del pueblo, pues de lo contrario no tiene remedio en la adversidad.[iv]

Para la lucha, Fidel confió en las propias fuerzas del pueblo. Precisamente, Ignacio Ramonet, en su libro “Cien Horas con Fidel”, le pregunta a Fidel: 

¿Ustedes en algún momento, consideraron que su seguridad estaba garantizada por la potencia militar de la Unión Soviética? En determinado momento llegamos a la convicción de que, si éramos atacados directamente por Estados Unidos, jamás los soviéticos lucharían por nosotros. Ni podíamos pedírselo. Con el desarrollo de las tecnologías modernas, era ingenuo pensar, o pedir, o esperar que aquella potencia luchara contra Estados Unidos, si éstos intervenían en la islita que estaba aquí a noventa millas del territorio norteamericano.  

Y llegamos a la convicción total de que ese apoyo jamás ocurriría. Algo más: se lo preguntamos directamente un día a los soviéticos, varios años antes de la desaparición de la URSS. “Dígannoslo francamente”. “No”, respondieron. Sabíamos que era lo que iban a responder. Y entonces, más que nunca, aceleramos el desarrollo de nuestra concepción y perfeccionamos nuestras ideas tácticas y estratégicas con las cuales triunfó esta Revolución y venció incluso en el terreno militar a un ejército cien veces más numeroso en hombres y no se sabe cuántas veces más poderoso en armas. Después de esa respuesta, más que nunca nos arraigamos en nuestras concepciones, las profundizamos y nos fortalecimos a un nivel tal que nos permite afirmar que este país es militarmente invulnerable; y no en virtud de armas de destrucción masiva.[v]

Hay mucho, mucho que decir de esta contraposición entre las concepciones políticas de Fidel y Maquiavelo. Como Carlos Marx se valió de la crítica de la economía política burguesa para escribir El Capital; con todo derecho, vale la pena, desarrollar la ciencia política al servicio de la revolución de los pueblos oprimidos, estudiando críticamente la ciencia política burguesa, que tuvo como obra primigenia: El Príncipe; pero siempre, bajo el prisma de la ética revolucionaria.

Notas:

[i] Miembro de Mérito de la Academia de Ciencias de Cuba; Profesor Titular del Instituto Superior de Relaciones Internacionales “Raúl Roa García” y Presidente de la Sociedad Científica de Pensamiento Económico y Economía Política de la ANEC.
[ii] Ver: Leyde Rodríguez Hernández, Un siglo de Teoría de Relaciones Internacionales, p. 47, Editorial Félix Varela, la Habana, 2017.
[iii]Maquiavelo, Nicolás: El Príncipe (2002), p.p. 116-117, Editorial Alba, Madrid, ISBN 84-7517-916-4.
[iv]Maquiavelo, Nicolás: El Príncipe (2002), p.p. 65-68, Editorial Alba, Madrid, ISBN 84-7517-916-4.
[v]CIEN HORAS CON FIDEL, Conversaciones con Ignacio Ramonet, Tercera Edición, p.p. 415-416, Oficina del Consejo de Estado, La Habana, 2006.

La Tabla Económica de Quesnay y la crisis mundial que se avecina



Por Ernesto Molina Molina.[i]

Molina.jpgLa historia de la ciencia resulta muy interesante, porque el desarrollo no es lineal, avanza en zigzag, y las polémicas y el debate están siempre presentes.

A mediados del siglo XVIII, Francia pasaba por una terrible crisis agraria, motivada en gran parte, por los altísimos impuestos que el sistema feudal imponía a los siervos de la gleba y a los hacendados arrendatarios. Estos últimos ya explotaban el trabajo asalariado, pero eran la excepción.

Los fisiócratas partían de la idea de que los fenómenos sociales, políticos y económicos están gobernados por un “orden natural”, la competencia irrestricta, cuya sólida base reside en la gran propiedad agrícola capitalista y en la implantación de la libertad de comercio.

Francois Quesnay (1694-1774), en su Tabla Económica, no tuvo en cuenta a los siervos de la gleba. En la Tabla Económica, Quesnay expone el proceso de la circulación de la riqueza nacional y del producto social entre las tres clases sociales en su relación con el producto neto, que, según su punto de vista, sólo podía crearse en la agricultura. El producto neto es el excedente económico producido por los granjeros y obreros agrícolas, según la concepción fisiocrática.

Los fisiócratas identifican al trabajo productivo con el trabajo agrícola, pues reconocen al producto neto sólo en la agricultura. La industria es estéril, no produce valor, sólo cambia la forma material del valor.

Por más que los fisiócratas se proclamaban partidarios de la monarquía absoluta, de hecho, todo su sistema teórico y su programa estaba dirigido a la abolición inmediata de todas las leyes restrictivas al capitalismo, de allí su consigna “laissez faire, laissez passere” (dejar hacer, dejar pasar).

Quesnay, médico de la corte, apreció que el sistema capitalista era mejor que el feudal, porque las granjas que utilizaban el trabajo asalariado, salían mejor paradas que las haciendas con siervos. Y creó una “tabla”, sin siervos y con obreros, creando el primer modelo macroeconómico de la historia. Algo que aún no existía, pero que convenía crear, según Quesnay.

Con ello quería convencer al rey de que se podría salir de la crisis, sustituyendo el trabajo feudal por el capitalista. Por supuesto, no lo convenció: y en 1789 ¿Qué sucedió? La Gran Revolución Francesa.

En la historia, casi siempre los problemas se intentan resolver primero por las buenas.

La tabla económica refleja con 500 movimientos los intercambios entre las tres clases a que aspira Quesnay que Francia modifique su situación social:

·         La clase productora: el capitalista que tenía una finca, el cual producía, junto a sus obreros asalariados, el producto neto.
·         La clase propietaria: los poseedores de la tierra (el rey, los terratenientes y la iglesia) y compradores del producto neto.
·         La clase estéril: todas aquellas personas no ocupadas en el trabajo agrícola, artesanos, comerciantes. Entre estas 3 clases tiene lugar la circulación del producto nacional.

Los 500 movimientos de intercambio entre las tres clases se pueden resumir en 5 actos:

La tabla económica de FrancoisQuesnay

Acto 1 Granjeros→           $2000 → Terratenientes
                                        ←$1000←
                                      → 1000mc→

(los granjeros les pagan la renta a los terratenientes; y estos le compran medios de consumo a los granjeros)

Acto 2 Terratenientes→ $1000→       Industriales
                                        ←1000mc←

(Los terratenientes le compran medios de consumo a los industriales)

Acto 3 Industriales→     $1000 →         Granjeros
 ←1000mc←

(Los industriales le compran medios de consumo a los granjeros)

Acto 4 Granjeros →        $1000→         Industriales
                                       ←1000mp←
(Los granjeros le compran medios de producción a los industriales)

Acto 5 Industriales→    $1000→            Granjeros
                                      ←1000mp←

(Los industriales le compran medios de producción a los granjeros)

La idea de la tabla era mostrar, cómo, al menos, se podía evitar la crisis, creando de nuevo las condiciones mínimas para seguir adelante, para garantizar el desarrollo del producto nacional. El dinero pasa de mano en mano y facilita el movimiento del producto nacional. Nada debe impedir el libre movimiento del intercambio mercantil, de lo contrario, habrá crisis.

Con la Revolución Industrial iniciada a fines del siglo XVIII y principios del siglo XIX, las crisis se hicieron cíclicas y tuvieron un carácter industrial, asociadas a la renovación del capital fijo, que, con la maquinaria y la gran industria, llegaron a cobrar preponderancia. El monopolio industrial a escala mundial sustituyó el predominio del monopolio comercial. El liberalismo económico sustituyó el predominio del proteccionismo económico. En realidad, ambos tipos de políticas han coexistido a escala nacional en dependencia de los intereses nacionales específicos.

En el siglo XIX, en el comercio mundial de la época del capitalismo de libre concurrencia sólo el dinero real (Oro) era válido como dinero mundial.

                 .....MMMMMMMM.....
                ..... O OOOOOOOO.....(circulación)
                 .....M MMMMMMM.....

En el mercado mundial funcionaba el dinero en toda su plenitud como la mercancía, cuya forma natural es al mismo tiempo la encarnación social inmediata del trabajo humano en abstracto: el oro (O). En 1933, se recogió todo el oro en Estados Unidos y se eliminó el patrón oro.

Surge el imperio del dólar

El Banco Central de Estados Unidos (FED) fue creado bajo la inspiración de los Morgan, los Warburg, los Rockefeller, los Rothchild: la ley o Acta de la Reserva Federal, fue creada por banqueros, no por legisladores, en 1913.

Para ser electo presidente de los Estados Unidos, W. Wilson recibió el apoyo de los banqueros, quien se comprometió a aprobar la ley. El Banco de la Reserva Federales una institución privada que le suministra “dinero” a interés al gobierno (al Tesoro).

M.A. Rothchild pudo decir: “Denme el control del suministro de dinero de una nación y no me interesa quien haga sus leyes”.

Las monedas no son dinero porque el Estado las acuñe. Y, sin embargo, después de la Segunda Guerra Mundial, el dólar norteamericano ($) cobra tal preponderancia en el sistema monetario internacional, que desde entonces da la impresión de que el Estado norteamericano tiene la capacidad de acuñar dinero mundial.
                   .....MMMMMMMM.....
               .....     $ $ $ $ $ $ $ $.....(circulación)
                   .....MMMMMMM M.....

Desde que el dólar fue impuesto por Estados Unidos como la divisa internacional (Bretton Woods), la Reserva Federal, no solo cobra interés por suministrar dólares al mercado mundial, sino que exporta su inflación al resto del mundo.

En 1971-1973, Estados Unidos eliminó la tasa de cambio fija y la hizo flotante. El sistema financiero internacional creado después de la Segunda Guerra Mundial perdió estabilidad y seguridad; y el mundo financiero se hizo turbulento e imprevisible. La tasa de cambio flotante desató la especulación financiera.

Estados Unidos pudo estafar aún más al resto del mundo exportando su inflación con un dólar devaluado.

A partir de los años 70 del siglo XX, comenzaron a desplegarse las políticas neoliberales, sustituyendo a las políticas keynesianas que habían predominado después de la Segunda Guerra Mundial en los países capitalistas desarrollados.

Las políticas keynesianas estuvieron dirigidas a regular el ciclo económico capitalista que había llegado a ser catastrófico, cuando la Gran Depresión de los años 30.

Las políticas neoliberales aparentaron ser un regreso al liberalismo económico defendido por Adam Smith y David Ricardo; en realidad, respondían no, al monopolio industrial de la época de la Revolución Industrial, respondían ahora al monopolio financiero: que exige libre movimiento de capitales a escala mundial.

¿Quién podía imaginar que el libre movimiento de capitales iba a favorecer un desarrollo desigual y a saltos de un grupo de países como Japón, los Tigres Asiáticos y sobre todo, de China? Todas estas economías llegaron a rivalizar en competitividad tecnológica con Estados Unidos

Ello pudo suceder porque dichos Estados receptores del capital yanqui o europeo supieron desarrollar una política soberana de desarrollo. Aplicaron a su manera y en nuevas condiciones una “Tabla Económica” de nuevo tipo a escala nacional.

Durante décadas, el intercambio de productos básicos por productos industriales había sido cada vez más desfavorable.

Con el despertar del gigante asiático (China), los precios de los productos básicos mejoraron ostensiblemente. Pero ello duró poco, los Estados Unidos reaccionaron con el petróleo fracking: el precio del petróleo cayó.

Hoy el producto es mundial y el planeta maravilloso en que vivimos es quizás único. No tenemos otro. El modelo a construir para salvar al mundo de la crisis es mucho más complicado que la famosa Tabla Económica de Quesnay.

Cada Estado nacional, legítimo representante de los intereses de su pueblo, tendrá que construir su propia “Tabla Económica”; hasta que podamos contar con una “Tabla Económica Mundial”

Se avecina una crisis mundial. Donald Trump, legítimo representante de los banqueros yanquis de siempre, se opone a cualquier Tabla Económica nacional o Mundial y le hace la guerra comercial y financiera al resto del mundo; especialmente a la Ruta de la Seda: la Tabla Económica China. ¿Podremos convencer a los banqueros yanquis y a Trump para evitar la crisis? ¿Hará falta de nuevo la guillotina?

¿O habrá que hacer lo que Martí sugirió hacer con los banqueros yanquis?

En cuerda pública, descalzos y con la cabeza vendada debían ser paseados por las calles los malvados que amasen sus fortunas con las preocupaciones y los odios de los pueblos... ¡Banqueros no, bandidos!

(José Martí, Obras Completas, en 28 tomos, T. 13, pp. 344-345, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1975)

Notas:


[i] Miembro de Mérito de la Academia de Ciencias de Cuba; Profesor Titular del Instituto Superior de Relaciones Internacionales “Raúl Roa García” y Presidente de la Sociedad Científica de Pensamiento Económico y Economía Política de la ANEC.