martes, 31 de enero de 2012

Discurso de Raúl Castro: “El rumbo ya ha sido trazado”

Discurso del General de Ejército Raúl Castro Ruz, Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, en la clausura de la Primera Conferencia Nacional del Partido, en el Palacio de Convenciones, el 29 de enero de 2012, “Año 54 de la Revolución”. (Versiones Taquigráficas - Consejo de Estado)

Raúl en la Clausura de la Primera Conferencia Nacional. Foto: Ismael FranciscoLa Primera Conferencia Nacional del Partido que hoy concluye sus sesiones ha estado dedicada, en correspondencia con la convocatoria librada por el 6to Congreso, a evaluar con objetividad y sentido crítico el trabajo del Partido, así como determinar con voluntad renovadora las transformaciones necesarias para situarlo a la altura que demandan las actuales circunstancias.

No olvidemos que solo el Partido, como institución que agrupa a la vanguardia revolucionaria y garantía segura de la unidad de los cubanos en todos los tiempos, solo el Partido, repito, puede ser el digno heredero de la confianza depositada por el pueblo en el único Comandante en Jefe de la Revolución Cubana , el compañero Fidel Castro Ruz (Aplausos).

No me detendré a exponer los datos de los participantes en el proceso de discusión del proyecto de Documento Base ni las numerosas modificaciones que resultaron del mismo, considerando el informe presentado por el Segundo Secretario del Comité Central, compañero José Ramón Machado Ventura, en la inauguración de este evento, que como todos conocen no comenzó ayer, sino casi inmediatamente después de la clausura del Congreso del Partido.

Tras la elaboración del primer borrador del Documento y su posterior análisis en múltiples reuniones del Buró Político y del Secretariado antes de la discusión en las organizaciones de base del Partido y la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC), durante los meses de octubre y noviembre del pasado año, sus resultados fueron analizados por el Tercer Pleno del Comité Central, celebrado el 21 de diciembre de 2011.

También en las primeras semanas de este mes, a nivel de provincia, se realizó el estudio y discusión por parte de los delegados a la Conferencia y otros cuadros. En total se elaboraron nueve versiones del Documento.

A diferencia del proyecto de Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución , cuyo debate incluyó, en uno u otro modo, a toda la población, el Documento Base de la Conferencia , dado su alcance menos abarcador y su enfoque más dirigido al funcionamiento interno del Partido fue analizado por toda la militancia, si bien nuestro pueblo conoció íntegramente su contenido a través de los medios de prensa.

Por otra parte, en el proceso preparatorio de la Conferencia fue debatido el papel de los militantes en interés del perfeccionamiento de las relaciones del Partido con la UJC , la Central de Trabajadores de Cuba y demás organizaciones de masas, de manera que las mismas incrementen, en las actuales condiciones, su protagonismo e influencia en la sociedad.

Como era de esperar, desde la publicación del Documento no han faltado las críticas y exhortaciones de quienes, confundiendo sus más íntimas aspiraciones con la realidad, se ilusionaron con que la Conferencia consagraría el inicio del desmontaje del sistema político y social conquistado por la Revolución , a lo largo de más de medio siglo, con el apoyo de la mayoría de los cubanos.

En este sentido, no fue nada casual que el primer objetivo del mismo exprese: “El Partido Comunista de Cuba, fuerza dirigente superior de la sociedad y del Estado, es fruto legítimo de la Revolución , al propio tiempo su vanguardia organizada y quien garantiza, junto al pueblo, su continuidad histórica”. Este concepto, al que jamás renunciaremos, se encuentra en plena correspondencia con el artículo cinco de la Constitución de la República , aprobada en referendo por el 97,7 por ciento de los electores, mediante el voto libre, directo y secreto.

Nuestros adversarios y hasta algunos que simpatizan con nosotros, abstrayéndose de la historia de permanente agresión, bloqueo económico, injerencia y el cerco mediático, expresado en las incesantes campañas de la prensa supuestamente libre, subordinada en su mayoría a los intereses imperiales predominantes, todo lo cual ha debido enfrentar la Revolución Cubana , nos exigen, como si se tratara de un país en condiciones normales y no una plaza sitiada, la reinstauración del modelo multipartidista que existió en Cuba bajo el dominio neocolonial de los Estados Unidos.

Renunciar al principio de un solo partido equivaldría, sencillamente, a legalizar al partido o los partidos del imperialismo en suelo patrio y sacrificar el arma estratégica de la unidad de los cubanos, que ha hecho realidad los sueños de independencia y justicia social por los que han luchado tantas generaciones de patriotas, desde Hatuey hasta Céspedes, Martí y Fidel.

Con el fin de organizar la lucha por la independencia de Cuba y Puerto Rico concibió Martí la creación de un solo partido político, el Partido Revolucionario Cubano, según sus propias palabras: “Para fomentar la revolución de modo que puedan entrar en ella… todos los cubanos de buena voluntad:… Todos los que amen a Cuba, o la respeten”.

Cuando ya la victoria sobre España era inminente, después de treinta años de guerra, se produjo la intervención norteamericana y una de las primerasmedidas fue disolver ese partido, al igual que el glorioso Ejército Libertador, para dar paso a lo que vino después, el multipartidismo de la república burguesa y la creación de un nuevo ejército con su represiva guardia rural incluida, garantía del dominio absoluto de todas las riquezas de la nación, de las que se apropiaron en los cuatro años de la primera ocupación militar.

Ese fue el triste final de los dos pilares de la revolución independentista, el Partido y su Ejército Libertador, resurgidos exactamente al cabo de 60 años bajo la conducción de Fidel, inspirado en las enseñanzas de Martí.  No permitiremos jamás que esa historia se repita.

No es mi propósito, en esta intervención, hacer un recuento de la evolución histórica del término Democracia, desde su conceptualización en la antigua Grecia, como el “poder del pueblo”, aunque la mayoría esclava no contaba para nada. Tampoco pretendo filosofar sobre la vigencia y utilidad de la llamada democracia representativa, que en definitiva es harto conocido que ha devenido invariablemente en la concentración del poder político en la clase que detenta la hegemonía económica y financiera de cada nación, donde las mayorías tampoco cuentan y cuando se manifiestan, como sucede en estos precisos momentos en muchos países, son brutalmente reprimidas y silenciadas con la complicidad de la gran prensa a su servicio, también transnacionalizada.

El mejor argumento es el que nos ofrece la democracia norteamericana, la cual se pretende imponer como modelo a todo el mundo, en la que se alternan el poder los partidos Demócrata y Republicano defendiendo, sin mayores diferencias, los intereses del mismo gran capital, al cual ambos se subordinan.

Ahí están, por citar unos pocos ejemplos, la Base Naval de Guantánamo, territorio ocupado por Estados Unidos ilegalmente, contra la voluntad del pueblo cubano y que así ha permanecido por más de 100 años, con independencia del partido en el poder en ese país, que tanto proclama la defensa de los derechos humanos al tiempo que, a pesar de las promesas del actual presidente, mantiene allí, hace una década, una prisión, donde en un limbo legal en estos momentos más de 170 ciudadanos extranjeros son sometidos a torturas y vejaciones.

El segundo ejemplo, la invasión por Playa Girón, concebida y planificada por un presidente republicano, Eisenhower, y llevada a cabo por el presidente Kennedy, apenas tres meses después de tomar posesión, que era del Partido Demócrata; y por último, el bloqueo económico, que ha perdurado medio siglo, sin importar si es republicano o demócrata quien ocupa la Casa Blanca.

Sin el menor menosprecio a ningún otro país por tener sistemas pluripartidistas y en estricto apego al principio del respeto a la libre determinación y la no injerencia en los asuntos internos de otros estados, consagrado en la carta de las Naciones Unidas, en Cuba, partiendo de sus experiencias en la larga historia de luchas por la independencia y soberanía nacional, defendemos el sistema del partido único frente al juego de la demagogia y la mercantilización de la política.

Si hemos escogido soberanamente, con la participación y respaldo del pueblo, la opción martiana del partido único, lo que nos corresponde es promover la mayor democracia en nuestra sociedad, empezando por dar el ejemplo dentro de las filas del Partido, lo que presupone fomentar un clima de máxima confianza y la creación de las condiciones requeridas en todos los niveles para el más amplio y sincero intercambio de opiniones, tanto en el seno de la organización, como en sus vínculos con los trabajadores y la población, favoreciendo que las discrepancias sean asumidas con naturalidad y respeto, incluyendo a los medios de comunicación masiva, mencionados varias veces en los Objetivos aprobados en esta Conferencia, los que deberán involucrarse con responsabilidad y la más estricta veracidad en este empeño, no al estilo burgués, lleno de sensacionalismo y mentiras, sino con comprobada objetividad y sin el secretismo inútil.

A este fin es necesario incentivar una mayor profesionalidad entre los trabajadores de la prensa, tarea en la que estamos seguros  contaremos con el apoyo de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC), los medios de comunicación y de los organismos e instituciones que deben tributarles información fidedigna y oportuna para, entre todos, con paciencia y unidad de criterio, perfeccionar y elevar continuamente la efectividad de los mensajes y la orientación a los compatriotas.

Al propio tiempo, la conformación de una sociedad más democrática contribuirá también a superar actitudes simuladoras y oportunistas surgidas, al amparo de la falsa unanimidad y el formalismo en el tratamiento de diferentes situaciones de la vida nacional.

Es preciso acostumbrarnos todos a decirnos las verdades de frente, mirándonos a los ojos, discrepar y discutir, discrepar incluso de lo que digan los jefes, cuando consideramos que nos asiste la razón, como es lógico, en el lugar adecuado, en el momento oportuno y de forma correcta, o sea, en las reuniones, no en los pasillos. Hay que estar dispuestos a buscarnos problemas defendiendo nuestras ideas y enfrentando con firmeza lo mal hecho.

Ya hemos dicho en otras ocasiones y así también se recogió en el Informe Central al 6to Congreso, que lo único que puede conducir a la derrota de la Revolución y el Socialismo en Cuba, sería nuestra incapacidad para erradicar los errores cometidos en los más de 50 años transcurridos desde el primero de enero de 1959 y los nuevos en que pudiéramos incurrir en el futuro.

No ha existido ni existirá una revolución sin errores, porque son obra de la actuación de hombres y pueblos que no son perfectos, enfrentados además, por primera vez, a nuevos y descomunales retos.  Por eso creo que no hay que avergonzarse de los errores, lo grave y bochornoso sería no contar con el valor de profundizar en ellos y analizarlos para extraerles las enseñanzas a cada uno y corregirlos a tiempo.

En este sentido, por su permanente vigencia, es oportuno recordar las palabras del compañero Fidel el 28 de septiembre de 1986 al clausurar el Tercer Congreso de los CDR, cuando señaló: “La lucha contra las tendencias negativas y la lucha contra los errores cometidos continuarán indefectiblemente, porque tenemos el deber sagrado de perfeccionar todo lo que hacemos, perfeccionar la Revolución, tenemos el deber sagrado de no estar satisfechos jamás, ni siquiera cuando creamos que estamos haciendo las cosas bien hechas, mucho menos vamos a estar satisfechos cuando sabemos que no están haciéndose todas las cosas lo bien hechas que tienen que hacerse”.

La generación que hizo la Revolución ha tenido el privilegio histórico, pocas veces visto, de poder conducir la rectificación de los errores cometidos por ella misma, muestra elocuente de que no tuvieron una repercusión estratégica, de lo contrario, no estaríamos hoy aquí. No pensamos, a pesar de que ya no somos tan jóvenes, desaprovechar esta última oportunidad.

Al referirme a este asunto, me siento en el deber de alertar, una vez más, que no caigamos en la ilusión de creer que las decisiones adoptadas en esta Conferencia Nacional y ni tan siquiera los acuerdos de alcance estratégico adoptados por el 6to Congreso, constituyen la solución mágica a todos nuestros problemas.

Para impedir que nuevamente caigan en saco roto las instrucciones del Partido, el Buró Político decidió, al igual que como se indicó en su momento con respecto a la marcha de la actualización del modelo económico y el cumplimiento de los planes anuales y el presupuesto, que los plenos del Comité Central analicen dos veces al año la aplicación de los Objetivos de trabajo del Partido aprobados por esta Conferencia.  Del mismo modo procederán los comités provinciales y municipales del Partido, en la forma y frecuencia que establezca el Comité Central.

La experiencia nos ha enseñado que aquello que no se controla con efectividad, no se cumple o se ejecuta superficialmente.

Se impone trabajar y perseverar con Orden, Disciplina y Exigencia por hacer realidad los Lineamientos de la Política Económica y Social, igual que los Objetivos aprobados en este evento, dejar atrás el lastre de la vieja mentalidad y forjar con intencionalidad transformadora y mucha sensibilidad política la visión hacia el presente y el futuro de la Patria , sin abandonar, ni por un instante, el legado martiano y la doctrina del marxismo leninismo que constituyen el principal fundamento ideológico de nuestro proceso revolucionario.

Para lograr el éxito en este empeño es imprescindible, como se expresa en el objetivo número 37, “fortalecer la unidad nacional en torno al Partido y la Revolución, estrechar el vínculo permanente con las masas y consolidar la convicción de preservar la nación cubana y las conquistas económico-sociales, sobre la base de que Patria, Revolución y Socialismo, están fusionados indisolublemente”.

Ahora bien, el meollo del asunto no está en haber formulado adecuadamente ese objetivo o cualquier otro, sino en determinar las vías y formas en que lo llevamos a la práctica, con la máxima firmeza, de manera que podamos evaluar con integralidad cuánto y cómo avanzamos, detectar a tiempo las tendencias negativas y ser capaces de movilizar a la militancia y al pueblo en la consecución del objetivo en cuestión.

Esto mismo es aplicable a los enunciados relacionados con la Política de Cuadros, área que como también expresa el Informe Central del 6to Congreso, sufrió los efectos de la improvisación y la falta de previsión y sistematicidad, trayendo como secuela que no contemos todavía con una reserva de sustitutos experimentados y maduros, con preparación suficiente para asumir las complejas funciones de dirección en el Partido, el Estado y el Gobierno, tarea que por razones obvias, como todos comprenderán, reviste una importancia estratégica para la Revolución y en la cual trabajamos sin precipitación, pero sin pausa, en el cumplimiento de los acuerdos del Congreso.

Aprovecho la ocasión para ratificar que en la medida en que avancemos en la definición de todos los ajustes que será necesario introducir a la Constitución de la República y al marco legislativo complementario, entre otros asuntos, implementaremos la decisión de limitar a un máximo de dos períodos consecutivos de cinco años, el desempeño de los cargos políticos y estatales principales.  Al respecto, considero que una vez definidas y acordadas las políticas por las instancias pertinentes podemos iniciar su aplicación paulatina sin esperar por la reforma constitucional, recurso al que no debemos estar acudiendo a cada rato, o sea, ir a modificar algo de la Constitución, aunque sea por el propio Parlamento, sin necesidad de referendo.  Igualmente deberán modificarse en ese sentido los Estatutos y otros documentos rectores del Partido.

Al hablar de estos temas, no puede dejar de mencionarse la importancia de asegurar que la autoridad moral del Partido, de sus militantes y en especial de los dirigentes, en todos los niveles, se fundamente en el ejemplo personal, a partir de demostradas cualidades éticas, políticas e ideológicas y el permanente contacto con las masas.

La Revolución de los humildes, por los humildes y para los humildes, que tanta sangre costó a nuestro valeroso pueblo, dejaría de existir sin efectuarse un solo disparo por el enemigo, si su dirección llegara algún día a caer en manos de individuos corruptos y cobardes.

Estos conceptos, que no son nada nuevos, bien vale la pena tenerlos siempre presentes por el daño real y potencial que para el presente y futuro de la nación significa el fenómeno de la corrupción.

En las últimas semanas los diputados de la Asamblea Nacional y numerosos cuadros y funcionarios de todo el país, han recibido copiosa información acerca de algunos procesos investigativos, que en esta materia desarrollan los órganos especializados del Ministerio del Interior, en estrecha armonía con la Fiscalía y la Contraloría General de la República.  A su debido tiempo, luego del pronunciamiento de los tribunales correspondientes, toda nuestra población conocerá con amplitud estos hechos.

No hace mucho, al intervenir en la clausura de las sesiones del Parlamento el pasado mes de diciembre, me referí a la convicción de que la corrupción es, en la etapa actual, uno de los principales enemigos de la Revolución, mucho más perjudicial que el multimillonario programa subversivo e injerencista del gobierno de Estados Unidos y sus aliados dentro y fuera del país.  También dije que en lo adelante no permitiríamos que las acciones de enfrentamiento al delito fueran efímeras, como ciertamente nos ha sucedido en otras ocasiones.

Afortunadamente, sin el menor ánimo de restarle gravedad a este mal bastante generalizado en el planeta, considero que nuestro país puede ganarle la batalla a la corrupción, primero frenarla y luego liquidarla sin contemplaciones de ningún tipo. Ya advertimos que en el marco de la ley seremos implacables con el fenómeno de la corrupción.

Con frecuencia, varios de los implicados en los casos detectados ostentaban la militancia del Partido, demostrando fehacientemente su doble moral y el empleo de esa condición para agenciarse posiciones en las estructuras de dirección, violando de manera flagrante los deberes de un militante comunista, establecidos en los Estatutos.

Por ello, sin esperar a la revisión que se ejecuta en el marco de la actualización de los documentos rectores del Partido, el Tercer Pleno del Comité Central, celebrado en diciembre pasado, precisó que la sanción a aplicar a quienes participen en hechos de corrupción no puede ser otra que la expulsión de las filas del Partido, sin menoscabo de la responsabilidad administrativa o penal que corresponda, pues hasta ahora, como práctica, esta medida -la de expulsión- era excepcional y se reservaba a casos de traición a la Patria y delitos graves.

No nos cabe la menor duda de que la enorme mayoría de los ciudadanos y los cuadros de dirección son personas honestas, pero sabemos que eso no es suficiente, no basta con ser honrados y parecerlo, hay que pelear y enfrentarse, pasar de las palabras a la acción.

Es cierto que el Partido desde hace años venía librando el combate contra este flagelo; sin embargo, este andaba por un lado y el Gobierno por otro. Para asegurar el éxito es preciso que el Partido asuma definitivamente la conducción del proceso, lo cual no significa en lo más mínimo que suplantará las funciones que a cada institución le pertenecen.

El Partido, en primer lugar, exigirá a todos responsabilidades por el cumplimiento de sus obligaciones, sin intervenir en la administración, pero sí llamar la atención, alertar y luchar allí, desde el núcleo, el municipio, hurgar, pensar y volver a pensar en cómo movilizar al conjunto de las fuerzas en ese empeño. Cada vez que hagamos eso, vamos a comprobar que la correlación de fuerzas en todos los sentidos nos favorece en este empeño de derrotar la corrupción.  La importancia hay que dársela a la organización y constancia de esa lucha.

Además, esta no es función exclusiva de los militantes, es también un deber de cada ciudadano y ciudadana, militante o no, que se preocupe por su país.

Vale en este contexto retomar, por su actualidad, conceptos definidos desde 1973, hace casi 40 años, como parte del proceso preparatorio del Primer Congreso.

El Partido debe estar en capacidad de dirigir al Estado y al Gobierno, controlar su funcionamiento y el cumplimiento por ellos de las orientaciones trazadas, estimular, impulsar, coadyuvar al mejor trabajo de los órganos de gobierno, pero en ningún caso sustituirlos.  Los dirige mediante el control, y este término debe entenderse en la acepción de comprobar, examinar y revisar, nunca en el sentido de intervenir o mandar.

Aunque no está en el texto, está en el pensamiento de todos, de toda la masa de militantes, que en el Partido debe acabarse definitivamente el “mandonismo” su fuerza es moral, no jurídica, por eso hay que tener moral para dirigir el Partido y llevar a la masa de militantes ese espíritu, ¡es la fuerza moral!

El Partido dirige controlando que sus directivas, junto a las del Estado y el Gobierno, se ejecuten apropiadamente por quienes corresponda.

La organización partidista controla por intermedio de sus estructuras y de todos sus militantes, de arriba a abajo y viceversa, lo cual no niega el papel de control que el Gobierno realiza sobre la actividad administrativa a su cargo.

El control es simultáneo, pero no presupone interferencias. En una empresa de la producción o los servicios, este se ejerce por la administración de la entidad, por sus niveles superiores y por organismos estatales o gubernamentales, según competa, ya sea la Contraloría , la Fiscalía , los bancos, las oficinas de la administración tributaria, etcétera.
Las organizaciones del Partido en la base llevan a cabo el control mediante el accionar de sus militantes, ya sean simples trabajadores o dirigentes, apremiando con el ejemplo, del que emana su autoridad, que la administración se atenga estrictamente al cumplimiento de las normativas jurídicas vigentes, sin dejar de trasmitir a los organismos políticos superiores la información pertinente.  El Partido controla que los planes económicos y el presupuesto se elaboren de manera correcta y luego de aprobados por el Gobierno y el Parlamento se cumplan con rigurosidad.

Estos conceptos están bien claros hace bastante tiempo, desde el Primer Congreso, pero después nos olvidamos de aquellas resoluciones, de aquellos acuerdos, de aquel magnífico congreso y los engavetamos, y por eso casi medio siglo después tenemos que estarles quitando el polvo a los papeles de lo que hicimos hace 40 años, porque nos dedicamos a otras cosas, por una razón o por otra.  Por eso defendemos tanto la institucionalidad y que cada cual haga lo que le corresponda, sin interferir a los demás, más bien apoyándonos. Estos conceptos, además, han sido actualizados, por lo que se hace imprescindible desde la base, o sea, en el propio núcleo del Partido y el Comité de Base de la Juventud , educar a los militantes en esos principios y en cómo se hace esa tarea:  cada uno en el marco donde desenvuelve sus actividades; cómo se hace eso que hemos orientado en los diferentes congresos o Conferencia, como en este caso, o sea, educar a los militantes en los mismos para incorporarlos a su accionar diario.  No hay que hacerse filósofo, ¡no hay que hacerse filósofo!

Eso es lo que les debemos enseñar, sencillo y poco a poco irlos educando en las reuniones correspondientes, en cursillos o en lo que sea, que sepan cuál es su función, cuál es su papel; pero para desempeñar ese papel hay que tener moral en todos los sentidos.  Y les decía que ese es, en mi modesta opinión -y este fue un tema bastante discutido en algunas de las comisiones ayer-, el aspecto esencial del llamado trabajo político ideológico y no las consignas vacías y las frases prefabricadas.

Antes de concluir estas palabras considero necesario denunciar, una vez más, las brutales campañas anticubanas instigadas por el gobierno de Estados Unidos y algunos otros tradicionalmente comprometidos con la subversión contra nuestro país, con el concurso de la gran prensa occidental y la colaboración de sus asalariados dentro de la isla en el propósito de desacreditar a la Revolución, justificar la hostilidad y el bloqueo contra la población cubana y crear una quinta columna que facilite la aspiración de privarnos de la independencia y soberanía nacional.

Como expresa el editorial del periódico Granma del pasado lunes 23, los hechos hablan más que las palabras.  Las campañas anticubanas no harán mella en la Revolución ni en el pueblo, que continuará perfeccionando su socialismo.  Quedará nuevamente demostrado que la mentira, por muchas veces que se repita, no necesariamente se convierte en verdad, porque “un principio justo, desde el fondo de una cueva, puede más que un ejército”.
Compañeras y compañeros:

En menos de un año hemos efectuado dos eventos del Partido, esta Primera Conferencia Nacional y sobre todo el 6to Congreso, con acuerdos trascendentales para el presente y el futuro de la Revolución y el Socialismo en Cuba.  El rumbo ya ha sido trazado, avancemos pues con la misma decisión, la firmeza ideológica, el valor y la serenidad demostrada en más de 13 años de injusta prisión por nuestros Cinco Héroes, por cuya libertad nunca dejaremos de luchar y a quienes hacemos llegar el saludo fraternal de los comunistas y de todo el pueblo cubano.

Muchas gracias (Aplausos).
 
Tomado de Cubadebate

viernes, 27 de enero de 2012

LA INTERNACIONAL SOCIALISTA Y AMÉRICA LATINA: UNA CÁSCARA VACÍA

Por Maurice Lemoine

En 1951, la Internacional Socialista retomaba sus actividades para “liberar a los pueblos de su dependencia de los dueños de los medios de producción”. Hoy sus dirigentes afirman querer atenuar los “efectos nefastos de la globalización”. Una lenta deriva que ilustra la actitud de estos “socialistas” frente a sus pares latinoamericanos.

En su discurso de apertura del Consejo de la InternacionalAmérica Latina Socialista (IS), reunido en la sede de... la muy liberal Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), en París, el 15 de noviembre de 2010, la primera secretaria del Partido Socialista francés, Martine Aubry, no ocultaba su alegría: “Quiero saludar muy especialmente a nuestro presidente George Papandreu y felicitarlo por los resultados de las elecciones locales en Grecia [¡con una abstención récord del 53%!]. En un contexto difícil, son un apoyo y un triunfo que vienen a recompensar un coraje político que despierta admiración”. Se sabe lo que sucedió con el dirigente del Movimiento Socialista Panhelénico (PASOK) y la “austeridad justa” que pretendió imponer a su país. Se conoce también la suerte reservada por su pueblo a muchos miembros eminentes de la organización socialdemócrata: Laurent Gbagbo, Zine El Abidine Ben Ali y Hosni Mubarak, por sólo mencionar a algunos. Con tal déficit de análisis y un modo de funcionamiento similar, ¿sorprende realmente que este noble cónclave “socialista” ignore por completo los movimientos de fondo que sacuden a desde hace ya más de una década?

El 7 de diciembre de ese mismo año 2010, en Bruselas, un retrato y un nombre dominaban el ingreso “Altiero Spinelli” del Parlamento Europeo: los de Guillermo Fariñas, tercer opositor cubano en ocho años al que se le otorgaba el Premio Sájarov a los derechos humanos y la democracia. En cambio, sin publicidad alguna, en un anfiteatro, una decena de eurodiputados y asistentes parlamentarios escuchaban a sindicalistas y defensores de los derechos humanos provenientes de Colombia.

Los testimonios producían escalofríos: desde la llegada a la Presidencia, cuatro meses antes, de Juan Manuel Santos (ex ministro de Defensa de su predecesor Álvaro Uribe), habían sido asesinados treinta y nueve sindicalistas y doce militantes del Polo Democrático Alternativo (PDA), entre otros. El socialdemócrata danés Ole Christensen brindó mayor información: en julio de 2010, con el laborista británico Richard Howitt, también presente, había acompañado a la organización Justice for Colombia a un lugar tristemente célebre, La Macarena: “Estuvimos hasta en el osario. Hay más de dos mil personas (víctimas del ejército y de los paramilitares) enterradas allí. Tenemos que decir ‘No’ al Tratado de Libre Comercio (TLC) que negocian la Unión Europea y Colombia”. Una sola voz se elevó para defender a Bogotá, la del representante del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), Emilio Menéndez del Valle: “¿Usted piensa que en tres meses un gobierno puede resolver todos los problemas? Si un país entero votó masivamente [55,59% de abstención] por Santos, ¡debe ser respetado!”.

Divisiones

Pertenecientes a agrupaciones miembros de la Internacional Socialista, los eurodiputados Christensen y Howitt claramente no expresan a la mayoría. El eurodiputado belga y asesor de Izquierda Unida Europea/Izquierda Verde Nórdica (GUE/NGL) (1) Paul-Émile Dupret, repasa el espíritu de esta reunión y de muchas otras: “En su grupo parlamentario –el Partido Socialista Europeo (PSE)–, Christensen y Howitt están más bien a contracorriente. No estoy seguro de que la mayoría se pronuncie en contra de la firma del TLC. El presidente del grupo, el alemán Martin Schulz –Partido Socialdemócrata (SPD)– se muestra favorable al mismo. El PSOE aun más, ¡incondicionalmente!”.

Sin remontarse a la noche de los tiempos, cabe recordar que, fundado en 1933 por Salvador Allende, el PS chileno se negó a afiliarse a la IS, criticando sus “posturas conformistas en el seno del sistema democrático burgués capitalista” (2). Durante la Guerra Fría, la cuestión no se planteó realmente: al considerar la región como una zona de influencia de Estados Unidos, la IS no corrió riesgos. “No recuerdo textos que hayan condenado el derrocamiento de Jacobo Arbenz en Guatemala en 1954 –reflexiona Antoine Blanca, por entonces miembro de la Secretaría de Relaciones Exteriores de la Sección Francesa de la Internacional Obrera (SFIO)–. Diez años más tarde, cuando pedí la palabra para denunciar la intervención de los marines en Santo Domingo, Guy Mollet ¡me miró con ojos atónitos!”.

Mientras tanto, la Revolución Cubana (1959) había ubicado sin embargo al antiimperialismo en el centro del debate. Sin grandes consecuencias: “La IS se mostró interesada, pero finalmente se mantuvo muy distante”. Hasta el 11 de septiembre de 1973. Traumatismo tan fuerte como la Guerra Civil española, el derrocamiento y la muerte de Salvador Allende generaron en los socialistas europeos “una solidaridad emocional y el descubrimiento de un mundo que no se conocía”, recuerda Blanca quien, por mandato de la IS, se subió a un avión unos días después del golpe. En Viña del Mar, tuvo un momento de recogimiento ante la tumba del compañero presidente, antes de ser expulsado. “Fue el primer desafío digno de ese nombre, respecto de Washington, de una Internacional que, hasta ese momento, hacía todo como para mostrarse sumisa a la estrategia estadounidense y a la OTAN [Organización del Tratado del Atlántico Norte]”.

El apoyo de Estados Unidos a las dictaduras constituiría desde entonces el principal punto de disenso de una generación socialdemócrata –Willy Brandt (Alemania), Olof Palme (Suecia), François Mitterrand (Francia), Bruno Kreisky (Austria), pero también Mario Soares (Portugal) o Felipe González (España)– con el aliado estadounidense. Por su parte, los partidos reformistas víctimas de esos regímenes autoritarios buscaban aliados entre los países desarrollados. Los contactos se multiplicaban. En abril de 1976, tuvo lugar una primera reunión formal en Caracas, por invitación del presidente venezolano Carlos Andrés Pérez y su partido Acción Democrática (AD). La Primera Conferencia Regional de la IS para AméricaLatina y el Caribe, en Santo Domingo, en marzo de 1980, marcó el despliegue de esta corriente política en la región.
 
Entre las veintinueve organizaciones locales figuraban entonces, por Nicaragua, el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), admitido en 1978, cuando aún luchaba armas en mano para expulsar a Anastasio Somoza. Fidel Castro fue invitado como presidente en ejercicio del Movimiento de Países No Alineados. Y los europeos “se involucraban”: la presencia de partidos “hermanos” en el seno del Frente Democrático Revolucionario (FDR) en El Salvador, del Frente Democrático contra la Represión (FDCR) en Guatemala y del Frente Patriótico (FP) en Honduras –que, en los dos primeros casos, incluían un brazo político y un ala insurgente– los llevó a apoyar, de hecho, la lucha armada.

En Francia, en 1981, Mitterrand llegó al Elíseo con una rosa en el puño. Bajo la influencia de Lionel Jospin, Régis Debray (encargado de misión de la Presidencia de la República) y Blanca (quien sería designado en 1982 embajador itinerante para América Latina), París desafió a Estados Unidos en una región muy sensible para la potencia norteamericana. El 28 de agosto de 1981, la declaración franco-mexicana sobre la representatividad de la oposición salvadoreña –incluyendo su brazo armado (3)– tuvo un impacto considerable. Mitterrand no ocultaba su simpatía por los sandinistas; las relaciones con Cuba estaban en un buen momento. “En nombre de la IS y a espaldas de Washington –se entusiasma Blanca–, logré asestar ‘golpes’, como impedir un conflicto entre Costa Rica y Nicaragua”.

A pesar de la irritación de Ronald Reagan, prevalecieron las tesis de la Internacional, es decir, la resolución política de los conflictos armados. El presidente de Costa Rica, Oscar Arias, propuso el plan de paz para América Central que le valdría en 1987 el Premio Nobel. Miembro, durante todo ese período, de la comisión político-diplomática de la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG), el ex guerrillero Miguel Ángel Sandoval recuerda: “Nuestro movimiento vio siempre en la IS un espacio capaz de servir a sus objetivos: la negociación y la búsqueda de la paz. Así, nuestro primer encuentro con el gobierno y el ejército tuvo lugar en Madrid, gracias a la mediación del PSOE. Pero siempre fuimos conscientes de las profundas diferencias que existían entonces entre partidos como el sueco, el francés, el español y otros, más reformistas o claramente de derecha”.

En efecto, desde Santo Domingo, se perfilaron divisiones. Algunos miembros latinoamericanos de la IS –el Partido de Liberación Nacional (PLN, Costa Rica), AD (Venezuela), el Partido Revolucionario Dominicano (PRD), etc.– se distanciaron de los europeos. A diferencia de estos últimos, al no hundir sus lejanas raíces en el marxismo, no cuestionaban en absoluto el capitalismo y se mostraban en muchos casos fervientemente anticomunistas. “El concepto mismo de clase social es muy discutible en América Latina”, se atrevería a decir el dirigente de la Izquierda Democrática (ID) ecuatoriana Rodrigo Borja (4).

Vagamente reformistas, se valían de la IS para sacarle ventaja a la democracia cristiana cuando cayeran las dictaduras y porque, teniendo en cuenta la potencia económica de los países que gobernaban o gobernarían pronto sus amigos al otro lado del Atlántico, calculaban las ventajas que podrían obtener de ello. “La Internacional Socialista mantiene una relación clientelista –reaccionaría en 1999 el mexicano Porfirio Muñoz Ledo, del Partido de la Revolución Democrática (PRD)–. Algunos partidos vienen aquí a codearse con los europeos como si se codearan con una clase alta” (5).

En el Comité de la IS para América Latina y el Caribe (SICLAC) creado en 1980 conviven tanto el FSLN como la muy centrista Unión Cívica Radical (UCR) argentina; el PS chileno (¡afiliado en 1996!), que cogobernó con la democracia cristiana, y el Partido Revolucionario Institucional (PRI) mexicano, en el poder durante setenta años de manera bastante poco democrática. También se encuentra allí el Partido Liberal (PL) colombiano, que introdujo el modelo neoliberal (1990-1994), bajo cuyos gobiernos fue exterminada la agrupación de izquierda Unión Patriótica (1986-1990) y al que perteneció, hasta 2002, Uribe (6).

Poco importa. Al multiplicar las adhesiones a la Internacional, los socialistas del Viejo Continente “extienden su influencia”. De esta manera, como buenos gestores formados en el marco liberal e intentando mejorarlo marginalmente, promueven los intereses de los sectores de negocios y del capital europeos.

Una “verdadera política social”

Reunión del Consejo de la IS, en Buenos Aires, el 25 y 26 de junio de 1999: “Antes, el socialismo era más duro y estatista –señalaba agitado Felipe González–, pero el socialismo democrático aceptó siempre el mercado que, de hecho, va de la mano con la democracia” (7). Si bien condenaba “las trágicas desigualdades que golpean al mundo”, el documento final exhortaba “a sacar provecho de la globalización” para eliminar el desempleo, el hambre y la indigencia (8). En resumen, comentaba el brasileño Leonel Brizola (Partido Democrático Laborista, PDT), el texto “es tan general que puede servir tanto al pie derecho como al izquierdo” (9). Un breve párrafo que pasó inadvertido mencionaba la preocupación de la IS frente a “la evolución del proceso político en Venezuela [y a] la política de confrontación permanente del gobierno con las autoridades establecidas”. El presidente Hugo Chávez ocupaba el poder desde hacía apenas... seis meses.

Un mismo ceremonial rige tanto para los Consejos (en los cuales participa el conjunto de partidos) como para las reuniones locales del SICLAC. “Hay que pasar dos días de total agobio escuchando las intervenciones de algunos jefes de Estado o de partidos, discursos generalmente preparados por sus asesores y que, a menudo, descubriéndolos al llegar al estrado, leen agitados”, gesticula la ex vicepresidenta de la IS Margarita Zapata (FSLN). “Una retahíla de palabras huecas –completa Blanca–, llenas de buenas intenciones, de las que no surge estrictamente nada, sin orientación normativa para nadie: cada uno se va por su lado sin tener una idea más precisa de la situación”.

Único interés de estos foros: “Hay encuentros privados cara a cara e intercambios de grandes abrazos con los viejos compañeros” (Blanca). “Se establecen contactos y, sobre todo, uno se encuentra con los amigos” (Zapata). Ahora bien, nadie lo ignora, “los enemigos de mis amigos son mis enemigos”.

“Tomando las decisiones que, creo, se tomarán, el país es particularmente viable”, se entusiasma el español González luego de que, el 1 de enero de 1989, Carlos Andrés Pérez –apodado CAP– reasumiera como presidente de Venezuela (10). ¡Buena observación, “camarada”! Convertido al liberalismo y habiendo negociado un ajuste estructural con el Fondo Monetario Internacional (FMI), CAP hambreó al pueblo de la noche a la mañana. Y el pueblo se sublevó el 27 de febrero, en lo que quedaría en la historia como el Caracazo.

Con una brutalidad inusitada, la respuesta del poder causó unos tres mil muertos. Más afortunado que la Reagrupación Constitucional Democrática (RCD), el partido del presidente tunecino Ben Ali, que la IS expulsaría tras la represión del movimiento popular de enero de 2011, Acción Democrática, el partido de CAP, salió del paso sin un rasguño. En 1993, tras su destitución por corrupción, el Buró de la Internacional enviaría a CAP un comunicado expresándole su estima y amistad. Es verdad que, durante su primer mandato, “había sido generoso con sus amigos europeos: es de público conocimiento que, bajo la dirección de González, el PSOE se benefició ampliamente de su ‘solidaridad’ financiera” (11). Lo que generó la antipatía del teniente coronel Chávez quien, el 4 de febrero de 1992, se sublevó contra esa “democracia injusta y corrupta”.

Al igual que en Venezuela, los dirigentes de los partidos latinoamericanos miembros de la IS que llegaron al poder en los años 80-90 –Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Ecuador, México, Panamá, etc.– tuvieron una verdadera política social: satisficieron las necesidades de los bien vestidos y los bien alimentados. Desregulando y privatizando drásticamente, en connivencia con Washington, el Banco Mundial y el FMI, terminarían desacreditados, o incluso derrocados. Surgidos de las luchas o impulsados por movimientos populares, surgieron nuevos líderes: Chávez (Venezuela), Luiz Inácio Lula da Silva (Brasil), Evo Morales (Bolivia), Rafael Correa (Ecuador).

El 19 y 20 de julio de 2002, el SICLAC se reunió en Caracas. Sus anfitriones fueron los venezolanos Rafael Ángel Marín, dirigente de AD, Antonio Ledezma (Alianza Bravo Pueblo, ABP) y Miguel Henrique Otero, director del diario El Nacional. En diversos grados, todos participaron del intento de golpe de Estado contra Chávez, el 11 de abril anterior. “Advertido por amigos del PRI y del FSLN –cuenta Maximilien Arvelaíz, por entonces asesor del presidente venezolano–, me contacté con el secretario general de la IS, el chileno Luis Ayala, quien aceptó un encuentro con Chávez, con una condición: los participantes que lo desearan irían allí ‘a título personal’. Al día siguiente, efectivamente, algunos vinieron, pero, a último minuto, Ayala desistió”.

Al término de su reunión, el SICLAC emitió un comunicado en el que anunciaba su decisión de “apoyar a Acción Democrática y a la Coordinadora Democrática en la movilización y defensa del sistema democrático y sus instituciones”; dicho de otro modo: ¡a los golpistas! Presente como observador del PS francés, Jean-Jacques Kourliandsky recuerda este episodio: “Estuve a punto de ser agredido por el secretario general de AD por haber protestado: esas conclusiones habían sido redactadas y publicadas en la prensa opositora venezolana ¡antes de que comenzaran las reuniones!”. Luego, se encoge de hombros: “En realidad, no tienen ningún valor”. ¿Error o ceguera? Aún hoy figuran en el sitio oficial de la IS (12), como todas aquellas que seguirían, emanación directa de los tres partidos venezolanos miembros –AD, Movimiento al Socialismo (MAS), Podemos–, todos violentamente hostiles a la Revolución Bolivariana.

Ignorancia total

“¿La Internacional Socialista?”. Ex asesor de la embajada de Bolivia en Francia, Alfonso Dorado señala con grandes gestos: “Jaime Paz Zamora fue su vicepresidente. Eso incide mucho en la memoria colectiva...”. Dirigente del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), Paz Zamora celebró un acuerdo en 1989 con el ex dictador Hugo Banzer con el fin de acceder a la Presidencia. En 2002, para contrarrestar el crecimiento de Morales y su Movimiento al Socialismo (MAS) –no confundir con el partido homónimo venezolano–, se alió al multimillonario Gonzalo Sánchez de Lozada quien, tras ser elegido, sería expulsado del poder por una explosión social en octubre de 2003. El MAS boliviano no pertenece pues a la IS, tampoco el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), la Alianza País de Correa, el FMLN salvadoreño, la URNG guatemalteca; por otra parte, nadie se los pidió.

La Internacional sólo tiene un sueño: lograr la adhesión del Partido de los Trabajadores (PT) del poderoso Brasil y del ícono de la izquierda latinoamericana, Lula da Silva. Pero el PT puso sus huevos en otra canasta. En 1990, junto con Fidel Castro, fundó el Foro de San Pablo, que reúne tanto a partidos moderados (también miembros de la IS) como a agrupaciones nacidas de la lucha armada, partidos comunistas (incluyendo el cubano) y sus diferentes escisiones. “Enfrentar al neoliberalismo en América Latina –explica Valter Pomar, miembro de la dirección nacional del PT– exigía una actitud abierta y plural, teniendo en cuenta tanto la crisis por la que atravesaba el comunismo como la que golpeaba a la socialdemocracia. Dicho esto, mantenemos buenas relaciones con la IS...”. Pero de lejos.

Aferrados a sus antiguas alianzas, los socialdemócratas europeos, con la notable excepción de los portugueses, nada comprenden de esta nueva América Latina que se atreve a mencionar el “socialismo del siglo XXI”, busca la vía de una democracia “participativa”, a veces se equivoca, avanza, retrocede, pero que, en materia social, obtiene notables progresos.

A través de la Fundación Friedrich Ebert, el SPD alemán dispone de enormes medios, pero no se interesa por la región. Aplastados por Anthony Blair, los laboristas británicos “de pura cepa” parecen una tribu en vías de extinción. Silencio de radio en Italia donde, sin embargo... “Massimo d’Alema (Partido Democrático) vino a Caracas –se divierte Arvelaíz–. Estaba muy tenso. Hicimos que se encontrara con Chávez. ‘¡Esto me recuerda a mi juventud!’, exclamó al salir, encantado...”.

En el Parlamento Europeo, “donde, desde hace varios años, los acuerdos de librecomercio son el principal tema abordado, el grupo socialista, en su mayoría, no es muy progresista –constata Dupret–. Por ejemplo, nunca obtuvimos su apoyo para inscribir a Honduras (donde hubo un golpe de Estado en 2009) en el orden del día”. En cambio, en 2004, fue el presidente del PSE, el español Enrique Barón Crespo, quien propuso invitar a Uribe, el jefe de Estado colombiano. Durante el discurso de este último, el 10 de febrero, “el GUE/NGL, los ecologistas, algunos liberales y muchos socialistas, desautorizando a Barón Crespo, abandonaron la sala. ¡Pero no los españoles!”.

Tratándose de América Latina, Madrid ejerce una influencia considerable en el seno de la UE. Siguiendo a Cuba –la última de sus colonias– tan de cerca como si se tratara de Galicia o Andalucía, España fue casi la única en defender la normalización de las relaciones de la isla con la UE. Hasta que perdió el poder, en noviembre de 2011, el PSOE desempeñó un papel importante a través de la cooperación. “Pero no se trata en absoluto de una proximidad política”, señala el boliviano Dorado (ver “La posada española”).

Gran conmoción en París, el 22 de octubre de 2010, en la sede del Partido Socialista: portavoz del PS, Benoît Hamon anunció que “se dispondría” a viajar a Venezuela y encontrarse allí, ¿por qué no?, con el presidente Hugo Chávez. Se ganó la ira del ala derecha del partido; los strauss-kahnistas trataron de atacarlo.

De su experiencia en la embajada de Bolivia, Dorado saca una conclusión decepcionante: “Tuvimos contactos anecdóticos con Ségolène Royal y Martine Aubry, pero el PS nunca manifestó un interés particular por saber qué pasa en nuestro país. Tratamos de profundizar la relación, sin resultados; nunca tuvimos pues la ocasión de discutir el socialismo del siglo XXI o esa experiencia de integración que es el ALBA (Alianza Bolivariana para los Pueblos de nuestra América)” (13). Es cierto que esta última, desde un punto de vista neoliberal, está en total contradicción con los intereses económicos y geopolíticos tanto de los europeos como de los estadounidenses.

Desde luego, hubo delegaciones de alto nivel del PS en los Foros Sociales de Porto Alegre en 2002 y 2003: se trataba ante todo de ganarles la partida a los altermundistas y cortejar a Brasilia. En campaña electoral, Royal se mostró ostensiblemente junto a las presidentas argentina y chilena, Cristina Fernández de Kirchner y Michelle Bachelet, una de cuyas proezas políticas fue haber permitido a la derecha dura regresar al poder bajo el signo... de la continuidad.

“Enviamos allí, a las reuniones del SICLAC, a gente que se ocupa de América Latina desde hace veinte años y que nunca cambió nada –se queja Roberto Romero, asistente parlamentario de Henri Emmanuelli–. Tampoco se trata de que exista, en el seno del PS, una hostilidad para con tal o cual. ¡Se trata de una ignorancia total! En términos de conocimiento, se está al nivel de Le Monde o Libération, cuyas decisiones editoriales sobre América Latina se asemejan a la desinformación”.

Tanto para Romero como para muchos de nuestros interlocutores, “la IS, esa cáscara vacía, es sin duda la mejor agencia de viajes del mundo, y bastante confortable... ¡Pero nada surge de allí!”. ¿Es tan cierto? De las reuniones del SICLAC y de sus partidos desacreditados provienen los comunicados que difunde la IS. En América Latina, la prensa opositora publica en primera plana: ¡la izquierda del mundo entero nos apoya! Los medios de comunicación europeos lo reproducen. ¡Protestemos contra el “populismo”! Los “socialistas” leen. Y el círculo se cierra.

1. Agrupa a los partidos antiliberales, anticapitalistas, ecosocialistas, comunistas o poscomunistas.
2. Declaración de principios aprobada en el segundo congreso del partido, en 1935.
3. El FDR-FMLN agrupa un ala política, el FDR, dirigido por el socialdemócrata Guillermo Ungo, y la guerrilla del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN).
4. Nueva Sociedad, N° 48, Caracas, mayo-junio de 1980.
5. Página/12, Buenos Aires, 27-6-99.
6. El SICLAC está integrado actualmente por treinta y nueve partidos, entre miembros “de pleno derecho”, “consultivos” y “observadores”.
7. Página/12, 26-6-99. Véase asimismo, Daniel Vilá, “Los caminos cerrados de la Tercera Vía”, Le Monde diplomatique, edición Cono Sur, Buenos Aires, julio de 1999.
8. “Consejo de Buenos Aires: construyendo el cambio”, sitio de la Internacional Socialista, 25-26 de junio de 1999 (www.internacionalsocialista.org).
9. La Nación, Buenos Aires, 28-6-99.
10. El País, Madrid, 2-2-89.
11. Bernard Cassen, “Unión sagrada en Estrasburgo”, Le Monde diplomatique, ed. Cono Sur, abril de 2004.
12. “Reunión del Comité de la Internacional Socialista para América Latina y el Caribe, SICLAC”, 19 y 20 de julio de 2002 (www.internacionalsocialista.org).
13. Cuba, Bolivia, Ecuador, Honduras (antes del golpe de Estado de 2009), Venezuela, San Vicente y las Granadinas, Antigua y Barbuda.

Relaciones de fuerza

La posada española Poseedora, a través de sus multinacionales, de importantes intereses económicos en América Latina (1), España conoce en detalle la realidad de las relaciones de fuerza. Y por lo tanto evita la confrontación. No obstante, su accionar se basa en una lógica muy clara.

Considerado un “padre fundador”, pero convertido en representante itinerante del capital ibérico, Felipe González se mantuvo fiel a sus viejos “camaradas”, entre ellos, el ex presidente peruano Alan García, tan ferozmente conservador durante su segundo mandato (2006-2011) como valientemente progresista al enfrentar al Fondo Monetario Internacional (FMI) durante el primero (1985-1990). Más a la izquierda, el ex presidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero consagró sin embargo los treinta minutos de su discurso en la XVII Cumbre Iberoamericana (en Santiago de Chile, en noviembre de 2007) a erigirse en defensor del social-liberalismo. Ejemplo significativo: si bien Madrid condonó 73 millones de euros de la deuda boliviana con la llegada al poder de Evo Morales, el 22 de enero de 2006, el entonces ministro de Relaciones Exteriores Miguel Ángel Moratinos previno, tres meses más tarde, que la nacionalización “no concertada” de los hidrocarburos podía tener “consecuencias” para las relaciones entre ambos países.

No nos detendremos en los cables revelados por WikiLeaks que atribuyen a varios dirigentes españoles confidencias tan poco diplomáticas como: “Chávez es un payaso”, el gobierno argentino “lamentable”, Morales “honesto, pero ignorante e inexperto”; el presidente nicaragüense Daniel Ortega es “el peor de todos”... En cambio, hay un cable que merece ser mencionado, que se refiere a una conversación mantenida en la embajada estadounidense en Madrid por Trinidad Jiménez, por entonces secretaria de Estado para Iberoamérica (antes de convertirse en ministra de Relaciones Exteriores de Zapatero): “Jiménez (dice que) España evita involucrarse en nuevas polémicas con Chávez [...] pero que su gobierno trabaja en las sombras alimentando a los periodistas con informaciones sobre las amenazas que pesan sobre la democracia en Venezuela” (2). Quien lee el diario “de centroizquierda” El País difícilmente pondría en duda la credibilidad de semejante afirmación.

1. Pedro Ramiro, “Néoconquistadors”, Manière de voir N°119, París, octubre-noviembre de 2011.
2. “Demarche on Democracy in Venezuela”, Embassy Madrid, “Confidential”, 27-11-07.
Maurice Lemoine
Periodista, autor de "Cinq Cubains" y numerosos libros sobre América Latina, ex Redactor en Jefe del Monde Diplomatique (París)

Fuente: http://www.monde-diplomatique.fr/20... Traducción: Gustavo Recalde

miércoles, 18 de enero de 2012

La primavera árabe y la guerra contra Libia



Por Dra. María Elena Álvarez Acosta  (1)

 Los movimientos de protestas que han tenido lugar en el Norte de África y Medio Oriente desde inicio de 2011, se han calificado como primavera árabe. Esta categoría incluye –y destaca- las acciones populares en contra de los gobiernos y el orden establecido.

Sin embargo, la lucha popular, o sea la primavera árabe, ha tenido una contraparte poderosa, que va más allá de las acciones de protesta en la región: las maniobras y  manipulaciones, en ocasiones intervenciones, de los poderes del momento. Estados Unidos, apoyado por  sus aliados, tanto europeos como árabes, ha tratado por todos los medios y vías de “controlar” una región que deviene esencial en la reconfiguración geoestratégica no solo regional, sino también mundial.

El presente trabajo tiene como objetivo establecer una primera aproximación al análisis de la correlación “primavera árabe” vs reacción regional y mundial. En especial adar respuesta a dos interrogantes: ¿En qué medida la primavera árabe se convirtió en una oportunidad para lo poderes imperialistas para derrocar el gobierno de Gadafi? ¿Qué características de las guerras contemporáneas se pusieron en práctica en Libia?

La primavera árabe: presupuestos básicos

Los factores y características de la región del Medio Oriente (y el norte de África) que, en última instancia, han condicionado los movimientos actuales contra el orden establecido y la postura de los diversos gobiernos y las potencias extrarregionales, especialmente,  EEUU, pueden resumirse de la siguiente forma:
1.En esta región no se han operado transiciones históricas de implantación de desarrollo del capitalismo e individualización social. El dominio otomano dio paso al control de los poderes del momento y, posteriormente, a una independencia concertada con las elites reaccionarias. Los casos más evidentes fueron los de la actual Jordania, Arabia Saudita, Libia, entre otros.
2.El fracaso del capitalismo periférico, agravado por la implementación de los programas de ajuste neoliberal de los años 90s, se manifestó en los polos de riquezas más contrastantes y desquiciantes, posiblemente, del mundo. La mayoría de la población, esencialmente, los jóvenes, no han encontrado cabida bajo esas condiciones. 
3.Los movimientos nacionalistas árabes, tanto el Nasserismo, que se conformó en torno a objetivos de cambios y transformación en el marco interárabe, como el Baasismo, que propugnaban la nacionalización -llegaron a proclamarse socialistas-; así como el movimiento nacionalista, encabezado por  Mossadegh (1951-53) en Irán, fracasaron. Sólo en Siria se mantuvo el BAAS en el poder, con cierto deterioro interno pero, sobre todo, como “última” fuerza aliada de la causa palestina en el mundo árabe. Mientras en el norte de África, la revolución argelina y el ascenso al poder de Gaddafi establecían líneas nacionalistas y revolucionarias que, en la actualidad, con sus peculiaridades, también, al igual que en Siria, han manifestadoinsuficienciasque podían ser utilizadas en función de intereses exógenos.
4.Los sistemas políticos han sido de corte autoritario y tradicional, con predominio de las Monarquías absolutas en la península Arábiga (Arabia Saudita, países del Golfo) y Jordania; democracia parlamentaria en Líbano e Israel; de partido Único en Siria (BAAS), confesional (Irán), democracia presidencialista en Egipto, a los que podrían agregarse, la Autoridad Nacional Palestina y un país ocupado que es Irak (democracia de la guerra), entre otras fórmulas. 
5. Los países occidentales y, en especial, EEUU, logró establecer alianzas, con independencia de que el primer lugar lo ocupaba Israel, con las monarquías del área, esencialmente, con Arabia Saudita y las monarquías del Golfo, dentro de las que Qatar ha elevado cada vez más su protagonismo.  Mientras, Marrueco y Egipto devenían piezas esenciales en el norte de África. Libia, por su parte, tuvo fluctuaciones en sus relaciones con los poderes del norte, con un acentuado “acercamiento” en los últimos años.
6. El mundo árabe y, en especial, el mundo islámico, deviene pieza clave en la identidad de los países, la que, en ocasiones, está por encima de las filiaciones sociales, las clases sociales o el Estado Nacional. Aunque se percibe el área como homogénea, en la práctica, cada país presenta peculiaridades, lo que reafirma su diversidad.
7. Ha habido una pugna histórica entre Irán y Arabia Saudita que se presenta como religiosa (Chía contra Sunna), pero es más que eso, tiene una base política y de liderazgo regional. A ello puede agregarse, las contradicciones de países como Arabia Saudita, ante el protagonismo alcanzado por Libia en el área de Medio Oriente y África.
8. Israel, aliado número uno de EEUU,  se presenta como  pieza clave en cualquier alternativa en la región y, con independencia, de la alianza apuntaba anteriormente, tiene sus intereses particulares, además sus propias preocupaciones, sobre todo hacia los países  que apoyan la causa palestina, donde Libia clasificaba.
9. Esta región presenta peculiaridades que le confieren –y ha sido así a lo largo de la historia- una gran importancia geoestratégica. Punto de intersección de tres continentes, con inmensos recursos de hidrocarburos que lo ubican como una región con una posición privilegiada.

Contexto internacional, poderes extrarregionales y algo más….

En los últimos años, la Geopolítica  ha pasado a concentrarse más en la expansión territorial física, que en el control supranacional efectivo. Esta forma de dominación se reafirma por la escasez creciente de recursos, sobre todo energéticos. La posible merma de este vital recurso en regiones tradicionalmente explotadas, unida al aumento de la demanda, ha condicionado que las potencias occidentales –con el fin de garantizar la seguridad petrolera- pongan en práctica acciones en los planos económico-militares para controlar los potenciales yacimientos de crudo y las rutas más importantes de los mismos.  

Otros recursos como el agua, la tierra y los minerales también han suscitado la aprensión imperial. El peligro que enfrentan hoy diferentes regiones del mundo tras el avance de la desertización y otros problemas globales medioambientales, hace que el vital líquido comience a cobrar importancia geoestratégica. Los poderes del momento necesitan controlar el agua del planeta, las mejores tierras y los recursos imprescindibles para el desarrollo tecnológico. 

Mientras en Europa la tendencia ha sido hacia el desmantelamiento del estado de bienestar y de una derechización de los poderes políticos, con una política exterior agresiva, donde sobresale Francia, en EEUU, aunque algunos plantean diversas tendencias o visiones  de política exterior, ha habido una continuidad en los propósitos y objetivos, declarados por los republicanos, y encubiertos –o no- por los demócratas. Todo ello en medio de una crisis estructural que ha desatado movimientos sociales “los indignados” que demuestran la inoperancia del sistema.

Paralelamente, emergen países como Rusia y China que, aunque no significan, aún, una amenaza para el poder estadounidense, se ven como un peligro latente y constante en el escenario internacional. Ambos han sorteado los impactos de la crisis estructural capitalista y han acentuado su protagonismo en el sistema internacional. 

En ese escenario, el Medio Oriente, deviene esencial, no solo por sus riquezas, sino además por su cercanía a espacios geográfico-políticos  que EEUU nunca ha controlado, como son las Repúblicas Centroasiáticas.
Debido a que el 64% de las reservas mundiales de petróleo están en el Medio Oriente y otra muy buena parte distribuida en Asia Central (sin olvidar la emergente economía petrolera de los Estados del Golfo de Guinea en África Occidental), las continuas dificultades del abastecimiento desde estas zonas y la cartelización de sus productores, hace más estratégica que nunca la explotación del gas natural del Asia Central.

El principal marco geográfico de la pugna mundial es Eurasia y su periferia fundamentalmente, debido al acceso que estos territorios brindan a los recursos energéticos del Medio Oriente y Asia Central, regiones exportadoras de energía hacia las dos grandes penínsulas industrializadas euroasiáticas, Europa Occidental y  Asia Oriental. 

El control del abastecimiento regular de los países productores y los territorios por los que atraviesan los oleoductos, así como los mares circundantes, aparecen hoy como la llave estratégica del dominio del mundo, o por lo menos parte de él.

El Medio Oriente es un área esencial para abastecer lo apetitos de las transnacionales y la demanda de petróleo y gas de la sociedad de consumo, así como las zonas petroleras y gasíferas y las rutas más importantes que  pasan por el Medio Oriente y las áreas africanas, donde recientemente se han descubierto grandes yacimientos de gas y petróleo. 

La actual situación geopolítica mundial se caracteriza por una gigantesca puja por la hegemonía mundial, donde Estados Unidos se “lleva las palmas” y el Medio Oriente tiene un lugar prioritario. 

En la actualidad se ha magnificado la relación religión-civilización-terrorismo para justificar las acciones en contra de los pueblos de la región. Esa triada ha tenido variaciones: religión-civilización-armas químicas y religión-civilización-democracia-derechos humanos.

La primavera árabe: oportunidades y desafíos

Después de la desintegración de la URSS, que dio al traste con el sistema socialista en Europa, la política de EEUU, como poder indiscutible del momento, ha recurrido cada vez más a la fórmula militar: el  “Nuevo Orden Mundial” proclamado por Bush padre.

Lo que los propios estadounidenses calificaron como Gran Medio Oriente Ampliado ha sido centro de esa política agresiva, la que se reafirmó después del 11 de septiembre de 2001; primero con la agresión a Afganistán, con el pretexto de apresar a Bin Laden y, posteriormente, a Irak, bajo la acusación de que Irak -Saddan Hussein- tenía armas químicas.

Estados Unidos arreció su implantación en la zona, sobre todo militar, ya no sólo confiaba en el apoyo de sus aliados, sino necesitaba una presencia militar directa. En la práctica, en medio del “choque de civilizaciones” EEUU ha mantenido su alianza con Israel, así como con algunas monarquías de la región, donde sobresale Arabia Saudita y, en los últimos tiempo, Qatar. Paralelamente, desataba una ofensiva diplomática contra Irán y aumentaba el número de bases y presencia militar.

Sin embargo, no todos eran éxitos para EEUU, durante el mandato de Bush, -heredado por Obama- esto se evidenció en:
1. El empantanamiento político militar en Irak.
2. EE.UU. no ha recibido todo el apoyo deseado –y necesario- para sancionar –y aislar- a Irán. Lo que demostraba cierto debilitamiento de su función mediadora. En la práctica, las maniobras para desestabilizar a Irán y a Siria no tenían los resultados esperados.
3. Hamas se hacía con el control de Gaza.
4. La resistencia patriótica en Líbano triunfaba.
5. Se mantenía la imposibilidad de llegar a un arreglo entre Israel y los palestinos.

Obama, no lograba solucionar esa herencia.  En ese contexto se inició la primavera  árabe. Esta ha presentado para EEUU, desafíos, pero también ha brindado oportunidades.

El desafío mayor ha sido aprovechar el momento para configurar –más bien reconfigurar-, entendido como, no sólo el mantenimiento, sino el reforzamiento (dominación) de la región.

En ese escenario,  EEUU ha tratado de capitalizar dichos movimientos, a partir de su lenguaje solidario de apoyo a la democracia. Sin embargo, para ello debía abandonar aliados y apuntalar a otros, no tan democráticos. En su accionar, se ha visto favorecido, por una parte, por las propias características de los movimientos que, con independencia de su persistencia, no han tenido un programa definido, ni un liderazgo único y, por otra, por las relaciones con viejos aliados al interior de los países. 

Se le brindaba la oportunidad a EEUU de mostrar su “mejor” cara, apoyar la transición sin perder terreno, apuntalar a sus aliados más importantes y derrocar a sus enemigos y aliados no confiables. En ese comportamiento, EEUU ha implementado tres variables esencialmente: 
• apoyo a la transición democrática en Egipto (y Túnez). Se sacrificaba a Mubarak y se lograba establecer un gobierno (militar) de transición;
• apoyo a los regímenes monárquicos del Golfo (también a Jordania y Marruecos en el norte de África), con el liderazgo de Arabia Saudita y un papel protagónico por parte de Qatar. Primero, las monarquías planteaban algunas reformas, al tiempo que se silenciaban las masacres en Bahrein y Yemen. En el primero, por acuerdo del Consejo de Cooperación del Golfo, se intervenía. Tanto las protestas como las acciones violentas se justificaban a partir de calificarlas como movimientos religiosos, que respondían a acciones de Irán;
• desestabilización, propiciando soporte militar y político a grupos que protestaran y donde no lo hacían creándolos. Esta fórmula era para Siria, Irán y Libia. Esta última variante, llevó a la guerra contra Libia y a la instauración de un gobierno por obra y gracia de las Naciones Unidas (NNUU) y la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). Se utilizaba y violaba el Derecho Internacional. La necesidad de proteger, sancionada por el Consejo de Seguridad en su Resolución 1973, se violó posteriormente, se utilizó para deponer y asesinar a Gaddafi y establecer un gobierno made in USA.

¿Por qué Libia?

Libia es el cuarto productor de petróleo en África con reservas mundiales de 42 000 millones de barriles, con reservas de gas estimadas en 1,540 billones de m3, con recursos acuíferos esenciales. Además del aspecto recursos, hay cinco aspectos esenciales que no podemos obviar en su elección  como blanco del imperialismo:
• su ubicación geográfica, al sur del Mediterráneo, entre el Magreb y el Medio Oriente y vórtice de los países africanos en la línea del Sahel. Esta última región ha sido dominada históricamente por Francia y, en menor medida, por Italia;
• la acción estadounidense forma parte de una agenda militar más amplia que, a mediano plazo, socava los intereses de China y puede eclipsar la influencia de la Unión  Europea: 
•  Libia no era un socio confiable, se planteaba que Kadafi, entre otros aspectos, iba a licitar la explotación de los recursos. Los acuerdos firmados con EEUU, Francia e Italia se consideraban poco fiables;
•   Libia había desempañado un papel esencial en la Unión Africana;
•  Libia no estaba en condiciones de enfrentar una invasión por aire.

Los objetivos estaban claros, los apetitos imperialistas y su tradición imperial, pero también, esto posibilitaba, por una parte,  reforzar la seguridad de Israel (Israel necesitaba países que no apoyaran a los palestinos. La eliminación  de un régimen libio radicalmente antisionista era un  beneficio “colateral”) y, por otra, establecer un gobierno aliado que permitiera establecer bases militares en el territorio, instalarlas 42 años después de que la revolución dirigida por Gadafi las expulsara.

En la lógica imperial, y en la práctica, Libia era el país más probable para un cambio de régimen: era ambicionado y el eslabón más débil.

Las guerras contemporáneas

Los objetivos de las guerras actuales siguen siendo el reparto o reordenamiento por el control y saqueo de los recursos, en función de la lógica de la acumulación capitalista, ahora con un carácter neoliberal transnacional. 

La guerra imperialista transnacional se expresa como respuesta de los monopolios transnacionales frente a la crisis estructural sistémica y el agotamiento de los recursos naturales, la necesidad de controlar estos últimos, eliminar cualquier actor contestatario o dudoso, así como impedir el fortalecimiento de los “otros”, en este caso las potencias emergentes. A ello se suma las potencialidades y necesidades productivas del complejo militar industrial. 

Las guerras contemporáneas mantienen muchas características que podríamos caracterizar como de tradicionales, al tiempo que  presentan peculiaridades que las diferencian  de las efectuadas en períodos anteriores.  Lo nuevo o por lo menos los rasgos que predominan, son los siguientes:
• Los intereses que representan: el capital transnacional. Conformación de un complejo militar industrial de base transnacional. 
•   El poder destructivo y la ampliación de los circuitos y  niveles de violencia, con utilización de tecnológica avanzada y fuerzas militares de otro carácter. 
•  Manipulación de los organismos internacionales, en una legitimización del intervencionismo y el genocidio mediante la conformación de un derecho imperialista transnacional.
• La utilización de la descomunal capacidad mediática al servicio de la guerra imperialista.

El capital transnacional

Históricamente la guerra imperialista se libró en nombre de intereses del Estado nacional, aún hoy están presentes dichos intereses. Sin embargo, cada vez más, la actual acumulación capitalista obliga a ir más allá de la estrategia de expansión  del capital nacional, para representar y expresar los intereses de las transnacionales, así como de determinadas ramas, donde sobresalen la de los hidrocarburos y las militares. 

Ello se pone de manifiesto claramente en el actuar de EEUU, en lo que podríamos denominar sus intereses nacionales vs intereses imperiales. No obstante, es el gendarme mundial del capitalismo contemporáneo y representa,  un poder económico, político y militar de alcance excepcional y epicentro de las empresas transnacionales más poderosas del planeta.

Además, si anteriormente el capital ficticio desempeñaba un papel secundario en el financiamiento de las contiendas militares, en la actualidad han ganado un espacio protagónico. 

Las grandes transnacionales del armamento (Boeing, General Dynamics, Lockheed Martin, Northrop y otras)  ocupan el puesto de accionista principal  del capital global  de los principales complejos militares; los que regulan la centralización y concentración de las fuerzas productivas -incluida la investigación científica y los adelantos tecnológicos- en este sector de la economía y  quienes se apropien del mayor por ciento de  los flujos financieros globales provenientes de la producción y consumo del material bélico que circula en el planeta. 

El complejo militar industrial mantiene su base nacional  y su fusión con los Estados, pero ahora se trata, en esencia, de monopolios transnacionales. Estos han diversificado sus funciones. Ahora no solo aportan armamentos, técnica de combate y avituallamiento para las tropas, sino también legiones privadas de mercenarios que actúan bajo el manto de  empresas de seguridad -ejércitos transnacionales.

El poder destructivo y la ampliación de los circuitos y  niveles de violencia, con utilización tecnológica avanzada y fuerzas militares de otro carácter. 

Desde el año 1991, con la caída del campo socialista y la desintegración de la URSS, que puso fin a la bipolaridad en la correlación de fuerzas, y el proclamado “nuevo orden mundial” que venía acompañado del desarrollo de los proceso de transnacionalización del capital, la violencia se ha impuesto en los lugares más recónditos del planeta.

En términos geopolítico y militar-estratégico, para agredir a un país, bajo diversos pretextos,  únicamente hace falta imaginar que ese país es una amenaza para los intereses de las grandes transnacionales. No es necesario mostrar o discutir otras razones. A ella le son consustanciales: 1) el derecho a agredir a cualquier nación esgrimiendo el carácter preventivo, 2) la política de guerra sin cuartel; que desconoce la proporcionalidad y la limitación de las acciones y 3) la práctica de racionalidades absolutamente desequilibradas. 

En la actualidad, y el caso de Libia es ilustrativo, no se necesita desembarcar tropas, con las medios con que cuentas los poderes “centrales”; no importa que los aviones inteligentes –no tripulados-, dejen caer sus bombas sobre los civiles, simplemente se justifica como daño colateral.
No es necesario mantener fuerzas militares, para ello utilizan fuerzas internas o las fuerzas contratadas, ejércitos privados y mercenarios.

Manipulación de los organismos internacionales

Desmontar el sistema l establecido por el Derecho Internacional es un objetivo -y práctica- en las guerras actuales. Sobran los ejemplos, pero sobresalen el desdibujamiento de las diferencias reconocidas entre situaciones de violencia (conflicto armado internacional, conflicto armado no internacional, las guerras civiles, entre otras) y los estados de paz. Lo mismo vale para las categorías de mercenario y combatiente, invasión e intervención humanitaria,  crimen y daño colateral, por solo citar algunos. Asimismo, las razones que se esgrimen y se demuestran pueden ir desde la lucha contra el terrorismo, hasta la lucha por los derechos humanos o la democracia, sin tener en cuenta las condiciones reales y los costos de las acciones. La Intervención Humanitaria, la prevención y la necesidad de proteger son los calificativos más utilizados. 

Esta inclinación a la ambigüedad reafirma las tácticas imperialistas: presentar de forma indeterminada algo que es absolutamente determinado, que enmascara sus aspiraciones geopolíticas. 

Un rápido vistazo a las últimas guerras (Somalia, Kosovo, Afganistán, Irak)  demuestran, sobre todo la de Libia, que los organismos internacionales - la Corte Internacional de Justicia, la mayoría de los miembros del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, el Tribunal Penal Internacional) responden a los poderes del momento.

La oligarquía dominante ha superado efectivamente la jurisdicción y la autoridad de la institucionalidad legalmente constituida.  En la práctica, la OTAN y los  Estados Unidos han ocupado las funciones que le correspondería  al Derecho Internacional Público y sus instituciones.

La utilización de los organismos de Naciones Unidas, incluyendo el Consejo de Seguridad, “legitiman” las acciones. En el caso de Libia, se aprobó una Resolución que fue citada continuamente, pero en la práctica se violó todo el tiempo.

Capacidad mediática al servicio de la guerra imperialista. 

Concentrando en sus manos todos los medios de comunicación tradicionales posibles (prensa, radio, televisión, Internet), y todas las actividades de los sectores de la cultura de masas, de la comunicación y la información, la oligarquía dominante ha logrado configurar  un sistema de dominación ideológica que le permite, en tiempo real y a escala global, construir falsos enemigos y escenarios de guerras, silenciar crímenes,   o exaltar aquellos valores  que glorifican sus objetivos de clase. Así, en ese gran espectáculo que es el mundo de la información, construido y moldeado por la hegemonía de los sectores dominantes, la guerra queda reducida también a puro show mediático.

Libia y las guerras contemporáneas

Al abrirse la “caja de Pandora”  los poderes del momento han tratado de instrumentar diferentes mecanismos y estrategias para mantener –y fortalecer- el control sobre el Medio Oriente y el norte de África. En ese escenario, la acción militar ha ocupado un papel central, aunque no es algo nuevo. 

Los acontecimientos en Libia se presentaron como una revuelta interna, que condujo a una guerra civil y a la necesidad de auxiliar a la instauración de la democracia. Un vistazo más objetivo y sosegado demuestra que el accionar de las revueltas populares le dio la oportunidad a EEUU y a sus aliados de intervenir en ese país. Posiblemente Libia sea el ejemplo más ilustrativo de cómo se mueven las relaciones internacionales actuales y de las características de las guerras contemporáneas.

El 17 de febrero de 2011 se anunciaba que Gadafi masacraba al pueblo libio. Inmediatamente el asunto se llevó  a deliberación ante el Consejo de los Derechos Humanos. Este  aprobó el 25 de febrero, en sesión de emergencia, la Resolución  que recomendaba suspender a Libia de la organización y solicitó una investigación  independiente sobre las acciones de Gadafi contra los manifestantes. La Asamblea General de las NNUU debía debatir la cuestión.

El 17 de marzo, en menos de treinta días, con la propuesta de la Liga Árabe de establecer una zona de exclusión aérea, se aprobó la Resolución 1973 en el Consejo de Seguridad. Las razones que llevaron a tomar la Resolución fueron, según el texto que Libia no había cumplido la Resolución 1970 (embargo de armas, congelamiento de cuentas en el exterior, no permitir viajar ni a Kadafi ni a 17 de sus familiares y no eliminación de la violencia); gran preocupación del deterioro de la situación, con escalada de la violencia y desprotección de la población civil, sistemática violación de los derechos humanos, considerando que los ataques a la población civil era un crimen contra la humanidad.

Ello implicaba la necesidad de asegurar la protección a civiles y áreas de población civil y la necesidad del regreso de las agencias humanitarias. Considerando que el establecimiento de la prohibición de vuelos era un importante elemento para la protección de civiles y la seguridad de la asistencia humanitaria y un paso decisivo en el cese de las hostilidades, se determinó que la situación en Libia continuaba constituyendo un peligro para la paz y seguridad internacional. Se invocó el capítulo VII de la carta de NNUU.

La Resolución 1973  estableció, entre otros aspectos:
-           la protección de los civiles, “tomar todas las medidas necesarias para protegerlos”
-           establecer una zona de exclusión aérea
-           reforzar el embargo de armas
-           la prohibición de vuelos
-           el congelamiento de haberes del país.

Ban Ki Mung declaraba que la Resolución 1973 afirmaba de manera clara e inequívoca la determinación de la comunidad internacional de cumplir su responsabilidad sobre la protección de civiles ante la violencia.
Solo algunas consideraciones sobre la Resolución 1973:
• Demuestra el tratamiento diferenciado que se le dan a situaciones semejantes, solo si se compara con las resoluciones que EEUU ha vetado a favor de Israel y la intervención  en Bahrein y la situación de Yemen.
• Presupuso un precedente funesto, el Consejo de Seguridad antepuso  el uso e la fuerza sin utilizar lo que establece el Capítulo VI de la carta de NNUU, en su art 33. Las soluciones, ante todo, mediante negociaciones, conciliación, arbitraje y medios pacíficos.
• Se ponía en práctica  y se legitimaba la agenda estadounidense, el poder inteligente (Zanahoria y Garrote).

El guión seguido fue impecable, sobre todo para los que no quisieron ver: la imagen de Gadafi se satanizó hasta tal punto que, aún, intelectuales de izquierda planteaban que era indefendible, claro, se omitía un pequeño detalle, al aceptar las propuestas de EEUU y sus aliados, la soberanía Libia quedaba huérfana. La cuestión no era defender a Gadafi, pero se puso sobre la mesa en esos términos, la cuestión era la soberanía. Simplemente la trampa era que nadie podía apoyar a Gadafi, tal era la situación y el descrédito.

¿Quién defiende la soberanía de un país? El Estado, sus fuerzas armadas. En qué se convirtió la situación de Libia, en una guerra de “opositores”, quienes al principio dijeron que no querían intervención, pero después la pidieron a gritos .EEUU mantuvo un perfil bajo, se apoyó en las acciones de sus aliados del primer mundo y del Medio Oriente, se proponía, a partir de la Resolución una acción colectiva, en base a la defensa de los valores democráticos y de los derechos humanos. Sin lugar a dudas, todos o casi todos sabían que la letra se violaría, pero en la práctica se legitimó una acción intervencionista en nombre de la defensa de los derechos humanos.

El 18 de marzo comenzaron las acciones contra Libia. Obama  señalaba que las acciones eran parte de una coalición internacional, donde el liderazgo de EEUU era esencial, el premio nobel de la paz era el abanderado de la seguridad colectiva, pero el liderazgo era de EEUU. Defendía la intervención militar. O sea: apoyo en sus aliados, carácter humanitario, actuar colectivamente y en base a Res 1973, inicialmente al mando de operaciones y trasladarlo a la OTAN.

El 19 de marzo, bajo los bombardeos en territorio libio, en la cumbre en París, la coalición se comprometen a actuar colectivamente. Ese mismo día, Ban Ki Moon señalaba que “El derecho a la libertad de expresión y a la libertad de reunión tienen que ser protegidos. Son los principios fundamentales de la democracia”.  Obsérvese el cambio de matiz en el discurso.

Después de que la coalición había comenzado los bombardeos, la OTAN comenzó a liderarla, (27 de marzo)   claro los países de la coalición y de la OTAN eran los mismos.

El día 31 de marzo  se anuncia que representantes de EEUU y otros países visitarían a los rebeldes, el 13 de abril, ya establecida la zona de exclusión aérea, se plantea la ayuda económica a los rebeldes, al mismo tiempo comienzan las invitaciones para que representantes de los rebeldes  visiten a Washington y otras capitales. Había que darles dinero, por supuesto del congelado a Gaddafi.

Para mediados de julio, el grupo de contacto, que en la práctica obvió todo el tiempo a la ONU y al Consejo de Seguridad, conversaba sobre reconocer al Consejo Nacional de Transición, conformar un Gobierno Provisional, o sea, una transición pacífica, para lo que se discutían planes de la era posGaddafi. Se reconocía al Consejo y, aunque  entraba en vigor la zona de exclusión aérea, las bombas seguían cayendo.

La práctica de la guerra neoliberal transnacional

• Prácticamente no se había aprobado la resolución y ya había comenzado el bombardeo. Parecía que había serios contradicciones al interior de la coalición, pero en la práctica, los aliados más poderosos de EEUU, o por lo menos aquellos que querían mantener o fortalecer su papel tomaron rápidamente la iniciativa: Francia y Gran Bretaña.
• La Odisea del Amanecer era fuego amigo, las bombas no mataban a civiles, los ataques selectivos  para proteger a civiles se equivocaban muy poco, se aseguraba por parte de los jefes militare  que tendrían cuidado de asegurar los daños colaterales mínimos.  Aunque se estableció la zona de exclusión aérea rápidamente, continuaron los bombardeos. ¿Por qué? Se repetía que Kaddafi continuaba atacando a civiles. Se negaba que quisieran matar a Kaddafi. También se negaba  que apoyaran a grupos rebeldes  y que el objetivo fuera establecer un gobierno de transición a la democracia. Sin embargo, posteriormente se ha comprobado, que las protestas contra el régimen fueron apoyada a través de las fronteras, con mercenarios y agentes especiales, mientras se declaraba públicamente que no se debía –o sí?proporcionar armas a los rebeldes, no solo se hacía, sino que se les ayudaba con los bombardeos a avanzar en sus posiciones.
• Por su parte, los rebeldes, Consejo Nacional de Transición, rechazó invitaciones reiteradas de conversar con el gobierno para buscar una salida pacífica, pues no incluía la renuncia de Gadafi. El devenir de la acción demostró, no solo que lo querían matar, sino que se hizo de la forma más bárbara posible, el nuevo gobierno ya esta instalado y para ello, hasta los enemigos de EEUU, razón de ser de su política antiterroristas, los miembros de Al Qaeda están en el poder.
• ¿Cuál fue el papel de la ONU en ese contexto? Justificar la acción, todos los jefes de gobiernos y militares acudían a la Resolución 1973, aunque se violó sistemáticamente, pero debemos recordar que se incluyó “todas las medidas necesarias dentro de la carta”, desde un inicio Hillary Clinton lo había aclarado, este es el primer paso.
• La OTAN afianzaba su protagonismo, obviando que no es una organización de las NNUU, pero tampoco eso parece que llamó la atención, sobre todo teniendo como precedentes a Kosovo y Afganistán.
• Aunque podría plantearse que la acción conjunta contra Libia implicaba el fin del unilateralismo, la respuesta obvia es no: Estado Unidos tiene una gran cantidad de compromisos militares, su política mantiene una línea de continuidad con sus predecesores en cuanto a los “cambios de regímenes”, pero ahora bajo la responsabilidad compartida. Garantiza su control operativo y estratégico, legitima su liderazgo y representa los del capital transnacional.
• La visión imperial y la práctica fueron completadas exitosamente: Operación internacional que reconoce su liderazgo, EEUU como pilar de la seguridad mundial y defensor de la libertad humana, por todos los medios, parece que el predilecto es la guerra. EEUU lograba la acción, sin tener tropas en tierra, ninguna baja y compartía los gastos. Además EEUU custodiaría los 33000 millones de dólares de los fondos libios.
• En un discurso contradictorio, Obama planteaba “Libia y el mundo esta mejor sin Gadafi. Yo junto con otros líderes, hemos adoptado ese objetivo, y lo intentaremos alcanzar por medios no militares…. Si intentáramos derrocar a Gadafi nuestra coalición se dividiría. Porque al contrario de los que afirman algunos, el liderazgo estadounidense no es simplemente  asunto de actuar solos y soportar toda la carga nosotros”. Posteriormente, después del asesinato de Gaddafi, dijo que esa sería la fórmula para todos los “dictadores”.
• La reconfiguración del área avanzaba bajo la égida estadounidense, se demostraba la supremacía imperial.
• EEUU y sus aliados, en medio de una situación convulsa, decían defender los valores similares a los que estaban en la calle reclamando sus derechos, la inestabilidad les favoreció. Indudablemente se perfeccionaban los mecanismos. Se mantenía la continuidad de la política estadounidense. El “nuevo orden mundial” seguía en marcha. 

Otros apuntes necesarios

La primavera árabe se ha manifestado como un movimiento  sin precedentes en la región, sobre todo por su cuantía, persistencia y composición. Esto refleja las contradicciones al interior de las sociedades mesorientales (y del norte de África).

EEUU y sus aliados han utilizado un tratamiento diferenciado, que les ha permitido, utilizar la zanahoria y el garrote. Por una parte, apoyar los procesos transicionales “pacíficos” y, por otra, utilizar la fuerza, con tres variantes: represión de los   movimientos en los países en que la “democracia” no es una opción, desestabilizar regímenes (Siria), y deponer por la fuerza (genocidio) el poder establecido como en Libia. Como se observa, ha predominado el garrote.

La intervención  militar se ha convertido en la última parte de la injerencia en los asuntos internos de los países considerados contestatarios por los poderes imperialistas. La primera, es desacreditar el régimen que se quiere eliminar; la segunda, movilizar y apoyar a la diáspora, con el apoyo de los medios masivos de comunicación; el apoyo internacional, en este caso a nivel regional, ese papel lo desempeñó la Liga Árabe; aprobación –cobertura- de las Naciones Unidas, aunque en otros casos se ha prescindido de este paso. Por último, la operación militar, con el consentimiento de la opinión pública internacional.

La guerra contra Libia marca una línea de continuidad  en el accionar del imperio, que se ha ido “perfeccionando”  desde la invasión a Panamá, pasando por  la Guerra del Golfo, la intervención en Yugoslavia y Kosovo, Somalia, Afganistán e Irak. 

Parece que  la nueva fórmula, cada vez más, incorpora a la OTAN como núcleo básico del comportamiento de EEUU para mantener los valores democráticos y los derechos humanos.

Los intereses en Libia son obvios, pero no sólo se refieren a los intereses geopolíticos petroleros y gasíferos, sino también  garantizar el control de la región, implantar una mayor presencia militar y controlar el espacio, áreas estratégicas, tanto del Medio Oriente como de África, apuntalara a aliados y enviar mensaje a enemigos, lo que se sabía al inicio se declaró al final “este es el modelo” para los que no defiendan los valores occidentales, (según ellos los entienden) ¿no será la traducción  la misma de que o están conmigo o en mi contra de Bush hijo?

La guerra en Libia confirma un formato que se viene desarrollando desde los años 90s, lo más peligroso es que, aún no se ha estabilizado el país y ya retumban los mismos pasos hacia Siria e Irán, sólo con algunos cambios de matices.

EEUU afianza su liderazgo, aumenta su presencia y debilita a sus  enemigos. La primavera árabe vs reacción mundial se mantiene. Todo indica que hasta el momento, EEUU ha “jugado” bien sus cartas y va ganando la partida.  Sin embargo, el juego no ha terminado.
¿Será que la democracia made in USA demuestra que la civilización ha retrocedido hacia la barbarie?

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(1)  Profesora Titular del Instituto Superior de Relaciones Internacionales "Raúl Roa Garcia". La Habana, Cuba.