Tras las dos guerras mundiales (más de 70 millones de muertos) y el holocausto que
dejaron a Europa exhausta económica y socialmente, en la década de los
cincuenta, la visión de futuro de algunos apóstoles de la unidad, como Schuman,
Monet y Spaak, supuso el inicio de una recuperación también moral, allá donde
todo era vergüenza y ruinas. Pensaron que las tragedias ocurridas en el siglo
XX eran suficientes y que era necesaria una reconstrucción integral del
continente, al menos de su parte occidental. Un par de décadas después una
Europa jubilosa cantó un himno a la alegría y paseó por el planeta su supuesta
superioridad democrática y de principios morales.
Ahora
esta misma Europa agoniza y mediante una decisión de la vergüenza contrata a un
gobierno sicario para que sea el brazo ejecutor de una política ilegal y
violenta contra los refugiados. El sicario es el gobierno de Turquía y las
víctimas quienes huyen de las persecuciones que sufren en sus propios países,
Siria, Irak, Afganistán, Pakistán, Yemen, Eritrea… El himno de la alegría es
ahora una melodía fúnebre. Claro que ya la Unión Europea miró para otro lado
demasiado tiempo cuando milicias serbias asesinaron de forma salvaje a ocho mil
musulmanes en Srebrenica.
Ahora,
la manera democrática de afrontar la crisis de los refugiados consiste en
patrocinar y financiar un mapa de campos gigantescos de concentración, desde
donde se deportan, devuelven y reprimen a refugiados, a cambio de 6.000
millones de euros, la anulación de los visados para los ciudadanos turcos y la
promesa de acelerar el ingreso de Turquía a la UE. Por debajo, fuera de la luz
pública, quién sabe qué otras concesiones se hacen a un país que viola todos
los artículos de los Derechos Humanos. Así es como los refugiados son
convertidos en mercancía con la que se trafica sin transparencia alguna, en
condiciones más propias de las mafias que de instituciones democráticas.
Pero
no es sólo la Comisión Europea culpable de esta deriva que marca un antes y un
después en el proyecto europeo. Está también la responsabilidad de los
gobiernos. Echemos una mirada al gobierno belga: “Devuélvanlos al mar. Vayan en
contra de la ley, me temo que no me importa si los hunden, los quiero
devueltos” ha dicho en una reunión inter-gubernamental el ministro del Interior
de Bélgica, Jan Jambon, según ha denunciado en la cadena de televisión BBC el
ministro de Inmigración del gobierno griego Ioannis Mouzalas. Por su parte el
primer ministro del Reino Unido, David Cameron, se ha referido a los refugiados
como si fueran bichos a combatir: “Esa plaga que sobrevuela Europa”. Lo dice
quien representa al colonialismo más brutal sufrido por África.
El
gobierno español no dice esas cosas, aunque a lo peor lo piensa. Pero ¿está
cumpliendo sus compromisos? El gobierno del Partido Popular afirmó que acogería
a 16.000, hoy son 18 los refugiados que han llegado procedentes de Italia. O
sea, hay gobiernos que, como Hungría, levantan muros y disparan, en tanto que
otros se aprovechan simplemente de su brutalidad para mirar hacia otro lado y
limitarse a un boicot pasivo.
El
asunto, no obstante, no empieza y acaba en la responsabilidad del gobierno del
PP. Los partidos políticos, no hacen nada digno de mención a favor de los
refugiados. Pareciera que los Derechos Humanos no son populares, no dan votos.
El caso es que ya me gustaría que los partidos que llevan semanas tratando de
llegar a un acuerdo para formar gobierno dedicaran al menos un 50% de sus
energías para fomentar la movilización de la sociedad. Hablan de cambio en las
políticas estatales, lo cual está muy bien, mientras que una tragedia humana
ocurre en las fronteras Mediterráneas.
Me
alegra que al menos se haya extendido en la sociedad las críticas a las
políticas de la UE. Pero hay que decir que esta Europa es la misma que sometió
a Grecia, que arremetió contra su democracia y le impuso medidas de austericidio.
Es la misma Europa que ya venía desde los Tratados de Lisboa matando la
política por encargo del poder financiero. Y esto es así porque Europa, mejor
dicho la Unión Europea, ha sido raptada por poderes que conspiran contra la
ciudadanía de a pie y la democracia.
Creo
que la UE se encuentra ante su mayor crisis en el proceso de integración. La
crisis de refugiados es el mayor reto al que se encuentra Europa. El espacio
Shengen, un pilar básico de la UE, está en coma. Y la política europea de
vecindad mediterránea ha fracasado. ¿Qué hacer ahora?
Es
difícil ser optimista a la luz de las divisiones escenificadas en el Consejo
Europeo. A pesar de todo, aunque sea para salvar un poco de honra se hace
necesaria una profunda reforma de la política migratoria que se apoye en el
derecho de las personas a ser protegidas y acogidas. Europa no dispone de un
sistema de asilo común. La reforma debe incluir la apertura de vías legales
para la presentación de peticiones de asilo en los consulados y un reparto
equitativo de las cargas de refugiados de obligatorio cumplimiento. Pero
también es necesario un marco legal para una gestión solidaria que atienda las
migraciones laborales, familiares, etc.
Ahora
bien, la ola de refugiados proseguirá si no se acaba con los conflictos armados
que la empujan. En primer lugar se debe poner fin a la venta de armas a
escenarios en guerra. En segundo término parece urgente abrir corredores
humanitarios en países en conflicto. En tercer lugar las vías diplomáticas
deben ocupar las mayores energías para detener los enfrentamientos armados y
abordar los escenarios postconflicto.
En
resumen, tanto los gobiernos, como la Comisión Europea, Naciones Unidas y muy
especialmente Estados Unidos (la destrucción de Irak está en el origen de buena
parte de lo que estamos viviendo) deben implementar una acción coordinada y
sostenida para parar las guerras y abrir procesos eficaces de reconstrucción.
Occidente, que ya se encargó de esquilmar e incluso de bombardear a los países
ahora sumidos en conflictos, debe asumir su responsabilidad en la construcción
de la paz.
Pero
seamos sensatos. Poco podemos esperar de quienes han vendido el alma de Europa.
Nos queda decir NO y nos queda la calle.
ALAI.org
*Politólogo especialista en Relaciones Internacionales y en materias de
Cooperación al Desarrollo, vinculado a redes sociales transnacionales y a ONGs. Ha publicado numerosos artículos de
opinión en prensa escrita y revistas digitales y es autor de varios libros.
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