viernes, 31 de marzo de 2017

El ascenso al poder de la coalición de izquierda radical en Grecia


Por:
Camila Concepción Martinez  
José Manuel Labrada González   
El 25 de enero de 2015 resultó ser un día histórico, no sólo para el pueblo griego, sino también para la clase obrera europea e internacional. Por primera vez en un país del mundo occidental desarrollado, donde el capitalismo ha echado raíces profundas, es posible un gobierno de mayoría de izquierda, a pesar y en contra del intento persistente y constante por parte del capital nacional y extranjero por frustrar esta perspectiva.

La histórica victoria de SYRIZA[i] es un cambio brusco en la correlación de fuerzas entre la clase obrera y el capital de Grecia y produce un eco en todo el continente europeo, que reacciona ante la profunda crisis del sistema capitalista internacional.

Ha demostrado, en cierta medida, un aumento de poder de las fuerzas progresistas, a partir del descrédito de las contrapartidas de derecha. Este poder ha sido resultado de una búsqueda desesperada de cambios que beneficien al pueblo griego por parte de los sectores más desfavorecidos, concedido por las mayorías afectadas a causa de las políticas de austeridad[ii] impulsadas por la troika[iii], la ineficiencia y la corrupción en el sector público -evasión de impuestos y políticas de consumo basadas en el endeudamiento del estado.  

El objetivo de este breve trabajo es explicar la evolución de la Coalición de Izquierda Radical en Grecia, desde su formal surgimiento en 2004, hasta la toma del poder el 25 de enero de 2015; teniendo en cuenta las peculiaridades del caso griego dentro de la crisis del euro, que lo convierten en un caso atípico entre las tendencias generales de los movimientos políticos en Europa.

Peculiaridades de la crisis económica y política en Grecia.

Si analizamos las tendencias de los movimientos de izquierda en la Europa contemporánea es posible apreciar que, a pesar de la profunda crisis económica que enfrentan los países de la región desde 2004 -en apogeo a partir del año 2008-, las tendencias políticas se inclinan, de manera general, hacia el fortalecimiento de las fuerzas de derecha. Sin embargo, a la altura del año 2015 en Grecia, se encuentran maduras las condiciones sociales, políticas y económicas para que, por primera vez en la historia del occidente desarrollado europeo, ascienda al poder un partido de izquierda, obteniendo una abrumadora victoria en las urnas de las elecciones generales.  

Este fenómeno nos lleva a analizar las peculiaridades del caso griego, que posibilitaron el debilitamiento de la derecha y la fructificación de la izquierda radical en dicha nación.

Grecia entró en la UE en 2001 y vivió aproximadamente tres años de animación económica, producto de un enorme endeudamiento del Estado, sobre todo vinculado a la realización de los Juegos Olímpicos de Atenas 2004. Pocos días después de la ceremonia de cierre de los JJOO, el país informó a la UE que la deuda y el déficit público serían mucho mayores que lo esperado. El déficit llegó a 6.1% del PIB, más del doble de lo permitido por la UE, mientras la deuda pública alcanzó 110.6% del PIB, la más alta de todo el continente. Una deuda pública de esta magnitud significaría que una parte sustancial del presupuesto público se destinaría a los bancos y al FMI. Para ello, se debía generar un superávit primario, lo que solo sería posible aplicando una política de recortes a los derechos sociales y aumento de la carga tributaria a las trabajadoras. (Huland, 2015). Pero, dicha situación de viraje económico traería consigo una gran inestabilidad social y sacudiría el prestigio y la representatividad de los partidos gobernantes que llevaran a cabo estas medidas impopulares.

En 2005, la Comisión Europea empezó a monitorear las cuentas helénicas, dando inicio al ciclo de imposiciones políticas y económicas que desembocaría en la situación de total sumisión impuesta por la Troika y los gobiernos del PASOK[iv] y ND[v]. (Huland, 2015).  

Este fenómeno influiría decisivamente en el descrédito de ambos partidos, que se mostraron sumisos ante las políticas de austeridad de la troika y asumieron posiciones antipopulares, sin llegar nunca a dar solución a los problemas económicos de la nación, que ocasionaron una crisis multisectorial en la sociedad griega.  

La crisis del Euro afectaba a toda Europa, pero su repercusión en el país helénico no tuvo parangón (ver anexos 1 y 2). Las principales causas de esta catástrofe tienen su origen en el período comprendido entre los años 2000 y 2009, cuando los gobiernos griegos hicieron caso omiso del Pacto de Estabilidad de la UE, que establecía que el déficit público no puede superar el 3% y la deuda debe estar por debajo del 60%. En contraste, llegaron a acumular undéficit que en 2009 alcanzó 13,6%, y una deuda que superaba el 113% del PIB. (Huland, 2015).  

Las políticas de recortes se mantuvieron y se intensificaron progresivamente a lo largo del período y sus efectos se combinaron con la aplicación de una serie de medidas como el aumento de los impuestos, la prolongación de la edad media de jubilación de 61 a 63 años para hombres y mujeres, que, no habiendo solucionado de manera inmediata la creciente situación de pobreza y desempleo en la población, resultaron en una crisis de descrédito institucional y descontento público.

Los partidos de derecha comenzaron a perder el poder progresivamente debido a su incapacidad para solventar la crisis multisectorial en la nación. De esta manera, el rechazo a la Troika, al PASOK y a ND se fundió con la conciencia habitual de la población y se convirtió en un fenómeno generalizado.

La situación desembocó en manifestaciones de repudio por parte de las masas. En 2010 hubo seis huelgas generales que paralizaron el país, en las que se produjeron graves disturbios (La crisis griega: cronología de un país en el abismo financiero, 2017).

Finalmente, en el año 2015, el pueblo griego se vio forzado a cambiar el rumbo y depositar su esperanza, de manera definitiva, en la Coalición de Izquierda Radical, que enarbolaba un programa y consignas esencialmente progresistas, contrario completamente a las repudiadas políticas de austeridad de la troika. El pueblo griego optó por la opción de la izquierda, cuando, luego de más de una década de sumisión ante la UE y políticas fallidas, los gobiernos de derecha probaron su incapacidad para revertir la situación crítica que afrontaba la nación. 

    Surgimiento y evolución de SYRIZA hasta la toma del poder.
El nacimiento formal de SYRIZA se produjo durante la celebración de las elecciones legislativas de 2004, como resultado de una estrategia que llevaron a cabo varios de los partidos participantes con el objetivo de propiciar la formación de una alianza electoral. El fruto de esa concertación fue el eventual surgimiento de la Coalición de la Izquierda Radical en enero de 2004 (BBC, Syriza, la izquierda radical griega que promete plantarle la cara a Alemania, 2015), como una alianza electoral de varias organizaciones, de las cuales las más importantes son, en primer lugar, Synaspismós[vi] que ya existía como movimiento electoral dentro del Partido Comunista desde el año 1989, cuando se formó con el slogan de “renovar el comunismo y la izquierda”, apostando por una “alianza con el movimiento ecologista para luchar contra la globalización neoliberal”; en segundo lugar, la Organización Comunista de Grecia[vii], por último, la Izquierda Obrera Internacionalista[viii] (Huland, 2015).

En su primera cita electoral, el año de su fundación (2004), SYRIZA obtuvo 3% de los votos, superando por un pequeño margen la barrera para poder entrar en el Parlamento. Pese a la modesta votación, el resultado fue considerado un éxito.  

La Coalición de la Izquierda Radical impactó en ocasión de las elecciones legislativas griegas del año 2007, por el aumento de sus votos y la obtención de un inesperado 5,04% de sufragios, con lo cual también obtuvo 14 asientos del Parlamento Heleno.

En el año 2010, a partir del ala moderada del SYRIZA, se formó el partido DIMAR[ix], cuando miembros del "ala renovadora", partido Synaspismós, integrado en la coalición SYRIZA, abandonaron el partido, durante su sexto congreso (EFE, SYRIZA gana en Grecia y pide elecciones "cuanto antes", 2014).

SYRIZA experimentó un incremento notable en las elecciones generales de mayo de 2012, donde alcanzó el 16,8% de los votos y 52 escaños, que le valieron para superar los resultados del PASOK, aunque no fueron suficientes para desplazar a la Nueva Democracia, que obtuvo el 18% de los sufragios y aseguró 108 escaños (EFE, SYRIZA gana en Grecia y pide elecciones "cuanto antes", 2014).

Las elecciones tuvieron que ser repetidas en junio del mismo año, dada la imposibilidad de formarse un gobierno en el período anterior. Para la ocasión, SYRIZA se presentó como un partido, ya no como una coalición, con lo cual apuntaba a la consecución del premio de 50 escaños que otorgaba la ley electoral griega a la lista más votada. 

Sin embargo, aunque SYRIZA experimentó un vertiginoso aumento hasta alcanzar el 26,9% de los votos, Nueva Democracia obtuvo una vez más la victoria, ostentando el 29,7 % de los sufragios. Esta vez, como condición ineluctable para conformar el gobierno heleno, el partido vencedor tuvo que formar una coalición con el PASOK y la Izquierda Democrática. 

Las elecciones se vieron afectadas, en gran medida, por el crecimiento de la comisión de riesgo de la deuda pública que había experimentado el país durante la etapa de campaña electoral, además de las presiones de algunos organismos internacionales como el Fondo Monetario Internacional y la Comisión Europea, que desencadenaron, de manera sutil, una especie de campaña mediática que reforzó la coerción económica y política de la troika para evitar la posible victoria de SYRIZA.

En mayo de 2014, se celebraron las Elecciones al Parlamento Europeo, en las que SYRIZA se convirtió en el partido más votado de Grecia, con una ventaja de más de tres puntos sobre Nueva Democracia. Estos extraordinarios resultados de los procesos institucionales no eran más que el reflejo de los complejos procesos sociales que se venían gestando, provocados por la incapacidad de los gobiernos conservadores para revertir o controlar la profundización de la crisis económica que se había extendido a todos los sectores de la sociedad griega. Así, a finales de ese año, el todavía Primer Ministro AndonisSamaras se vio compelido a convocar elecciones. Sin embargo, el parlamento no fue capaz el 29 de septiembre de 2014, de elegir un nuevo presidente, por lo cual las elecciones se tuvieron que celebrar de manera anticipada.

De esta manera, Grecia llegaba a los comicios anticipados el 25 de enero tras un lustro de penurias. El país había sufrido una secuencia de planes radicales, cuyo objetivo inmediato era evitar a toda costa la quiebra del Estado. Este proceso resultó un tratamiento de choque: la austeridad implacable, que dejó en una situación precaria a los ciudadanos griegos, particularmente, a las clases sociales desfavorecidas, los funcionarios de los segmentos más bajos del escalafón estatal y jubilados con pensiones exiguas. 

"La gente está cansada. Harta de la crisis y de los efectos de la austeridad. Todo el mundo tiene un amigo que ha perdido el trabajo, o un familiar que necesita apoyo económico". Este es uno de los testimonios recogidos por la periodista Mariangela Paone en su libro Las cuatro estaciones de Atenas (Libros del K.O. 2014), sobre los efectos periódicos de las políticas de recortes en el Estado de Bienestar durante estos años.

En este contexto, el país necesitaba, nuevamente, un cambio de rumbo. Tras la celebración adelantada de las elecciones parlamentarias en enero de 2015, el partido de la izquierda radical en Grecia obtuvo 149 escaños, a dos de la mayoría absoluta, y SYRIZA se convirtió en la principal fuerza política del país heleno, desplazando a la Nueva Democracia por una gran diferencia, como segunda fuerza política.

Alexis Tsipras fue nombrado Primer Ministro tras este gran resultado electoral, pues fue la primera vez que un partido más a la izquierda de la socialdemocracia ganaba unas elecciones en el país.

En el manifiesto fundacional de SYRIZA, que contiene referencias al acuerdo griego con la troika, a las duras medidas de austeridad y a la crisis humanitaria, el objetivo del partido se describe así:

Luchando siempre por la unidad en la Izquierda, la ahora unida SYRIZA reivindica un gobierno de la Izquierda con una nueva mayoría social amplia y fuerte que vaya en favor de los intereses del pueblo. Los cantos que la gente gritaba en las calles y en las plazas, ‘El hombre antes que el dinero’ y ‘Otro mundo es posible’, se han convertido en un objetivo político y estratégico a través de SYRIZA”.   

La coalición resalta por su programa esencialmente progresista, que incluye ambiciosas metas como: subir el sueldo de los empleados públicos peor pagados, elevar las jubilaciones, ofrecer electricidad, medicinas y transporte gratuitos para los sectores más necesitados; bonos de comida para 300.000 familias que viven bajo el límite de pobreza, y reducir los impuestos sobre el combustible. También, promete volver a contratar a los despedidos por el Estado y crear nuevos puestos estatales, así como aumentar el salario mínimo a 751 euros.    

Como medida radical, la coalición ha prometido renacionalizar la compañía aérea Olympic Airlines, reabrir la empresa estatal de radiotelevisión ERT y crear un nuevo banco de desarrollo bajo la tutela del Estado, como primer paso para la renacionalización de compañías y servicios privatizados. En adición, SYRIZA ha prometido priorizar la reestructuración de la deuda externa griega. El presidente Tsipras se comprometió a cancelar dos tercios de la misma y se propone lograr la conmutación del resto. Este objetivo específico ha provocado especial polémica dentro de la comunidad europea, a partir de la declaración del presidente Tsipras acerca de que puede dejar de devolver la deuda, hasta que Grecia vuelva a tener desarrollo económico.   

Conclusiones

El ascenso al poder de la Coalición de la Izquierda Radical griega constituye un hito en la historia para las fuerzas progresistas de Europa y del mundo; sobre todo, porque ha demostrado la ineficiencia del conservadurismo capitalista y de las políticas de austeridad propias del liberalismo económico. Ha puesto en evidencia el descontento de las masas por el disfuncionamiento del orden económico internacional regulado por el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, en particular del articulado desde dentro de la Unión Europea por la troika. Es una señal de que los pueblos están luchando, nuevamente de manera resuelta, desde Europa, por un cambio de sistema, apostando por las fuerzas progresistas como nueva fuente de esperanza. 

El mundo está atento al progreso de la izquierda radical griega, que, aunque no se ha mostrado totalmente radical hasta el momento, sí se ha manifestado en favor del beneficio popular y ha traído a la nación griega una cierta estabilidad política, social y económica. Se espera que se convierta en un punto de inflexión en la comunidad internacional que dé un nuevo impulso a las fuerzas progresistas del mundo. 
           
Notas:

[i] Coalición de la Izquierda Radical
[ii] Una política de austeridad es la política económica que defiende la subida de impuestos y reducción del gasto público. La reducción del gasto público o de los presupuestos también son conocidos como recortes.
[iii] En la actualidad cuando se habla de 'troika' (sobre todo en los medios de información) se hace referencia a un grupo de decisión formado por la Comisión Europea (CE), el Banco Central Europeo (BCE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI).
[iv] Movimiento Socialista Panhelénico: partido socialdemócrata fundado en septiembre de 1974, que gobernó el país durante la mayor parte de los años ochenta y noventa. Perdió el poder en las elecciones legislativas del 7 de marzo de 2004 contra la Nueva Democracia (ND) y se transformó en el principal partido de oposición. Ganó nuevamente las elecciones en 2009.
[v] Nueva Democracia. Principal partido de centro-derecha en Grecia, fundado en 1974. Gobernó desde 2004 hasta 2009.
[vi]Synaspismós (SYN) Coalición de la Izquierda y el Progreso, actualmente Coalición de la Izquierda, los Movimientos y la Ecología; partido surgido de la fusión del antiguo Partido Comunista de Grecia interior (eurocomunista) y sectores minoritarios del KKE (Partido Comunista). Es el partido de Alexis Tsipras y se forma en 1991 a partir de sucesivas rupturas en el KKE, que entró en crisis tras la caída de la URSS.
[vii] (KOE) la principal organización maoísta del país.
[viii] (DEA) de tradición trotskista, formada en 2001 después de una ruptura del Partido Socialista de los Trabajadores. DEA mantiene actualmente relaciones con la organización conocida como Secretariado Unificado y con la International SocialistOrganization, de EEUU.
[ix] Izquierda Democrática fundado en junio de 2010, cuando miembros del "ala renovadora" del partido Synaspismós, integrado en la coalición SYRIZA, abandonaron el partido, durante su sexto congreso.

  
Bibliografía
BBC. (17 de Diciembre de 2003). Manifiesto de la Coalición. BBC.
BBC. (2015). 8 preguntas básicas para entender lo que pasa en Grecia… y sus consecuencias. BBC.
BBC. (2015). Grecia elige la izquierda radical de Syriza y rechaza la austeridad. BBC.
BBC. (2015). Syriza, la izquierda radical griega que promete plantarle la cara a Alemania. BBC.
CIT. (28 de enero de 2015). Comité Internacional de Trabajadores. Obtenido de Syriza toma el pode mientras los anteriores partidos de gobierno se hunden.
Declaraciones del Jefe de Prensa de PLUS en la iniciativa para unirse a la izquierda. (2003 de Diciembre de 2003). SynaspismosPress.
Dericquebourg, B. (2016). Los dilemas de Syriza. Dialnet.
EFE. (26 de mayo de 2014). SYRIZA gana en Grecia y pide elecciones "cuanto antes". EFE.
EFE. (2015). Ascenso y caída de Tsipras. El Mundo.
El blog del viejo topo. (29 de Junio de 2015). Obtenido de La tragedia griega en el siglo XXI:
http://blogdelviejotopo.blogspot.com.es/2013/06/el-termino-viejo-topo-en-la-tradicion.html
Ferrari, C. (2 de febrero de 2015). Razónpublica.com. Obtenido de Tragedia en Grecia: una historia económica,social y política inconclusa.
Historia Contemporánea de Grecia. (15 de Julio de 2011). Obtenido de Geahistoria.
Huland, G. (2015). La historia de Syriza y su retroceso programático. Correo Internacional, 24-28.
Jaraba, G. (5 de junio de 2012). Gabriel Jaraba blog. Obtenido de Para entender por qué es Syriza:
programa electoral, historia del partido y posibilidades actuales.
Karyotis, T. (2014). Los movimientos sociales frente al ascenso de Syriza y la izquierda parlamentaria. Diagonal.
Katsambekis, G. (2015). El Ascenso de la Izquierda radical griega al poder. Notas sobre el discurso y la
estrateia de Syriza. Línea Sur 9, 165-174.
La crisis griega: cronología de un país en el abismo financiero. (2017). 20 Minutos.
La otra izquiuerda griega. (2015). Organización Política La Caldera .
Laos, C. (2016). Grecia, el ave fénix del siglo XXI. The Huffington Post.
López, Á. (2015). Historia y política en la Grecia actual. Descubril la Historia.
Movimiento, C. (26 de Agosto de 2015). Movimiento Antimperialista y Anticapitalista . Obtenido de Grecia: renace la izquierda radical.
noticias, A. (2015). La historia de Syriza y su triunfo en las elecciones griegas. Abracadabra.
Paone, M. (2014). Las cuatro estaciones de Atenas . Grecia: Libros del K.O.
Pérez, J. (2015). El cambio en Grecia roza la mayoría. Diario Público.
Ponce, M. C. (s.f.). Historia de Grecia del siglo XX. I.E.S. Miguel de Cervantes.
Saura, G. (2015). La izquierda radical griega pierde a sus bases más entusiastas. La Vanguardia.
Sociales, T. (2015). El ascenso de los partidos de izquierda puede tambalear la actual idea de Europa.
Stefanoni, P. (2014). La izquierda populista crece en Europa, mientras los partidos tradicionales se repliegan. Infobae.
Telesur. (2015). Claves para conocer a Alexis Tsipras, líder de Syriza. Telesur.


lunes, 27 de marzo de 2017

Nuevo intento de respuesta a la crisis sistémica del capitalismo: el trumpismo




“La crisis consiste precisamente en el hecho de que lo viejo muere

y lo nuevo no puede nacer. En este interregno se verifican los

fenómenos morbosos más variados”

                                                                                                                
                                                                            Antonio Gramsci


Por Dr. Jorge Casals Llano


Son pocos ya los que dudan de que el mundo esté en crisis a pesar de que no haya consenso acerca de su naturaleza. Se trata de la crisis del capitalismo que muere sin que lo nuevo acabe de nacer, lo que provoca caos, incertidumbre, confusión y aporía. Sabemos que un mundo mejor es posible, pero también que el peor nos puede ser impuesto si no somos capaces de entender, con la mayor precisión posible, lo que hoy ocurre para prever el futuro, y construirlo.

Al “leer” la historia del capitalismo es posible apreciar nítidamente cómo se ha ido regenerando, recreando y adaptando a las condiciones creadas por sus propias contradicciones: entre fines del siglo xix y principios del xx, el capitalismo de libre concurrencia pasa a ser capitalismo monopolista e imperialismo, cuyo eje se sitúa primero en Europa, para desplazarse hasta EE.UU. Ya a finales del siglo xx y principios del xxi ese mismo capitalismo se hace senil (en su cuna, Europa y también en EE.UU.) al propio tiempo que su eje se desplaza a Asia y al ¿socialismo de mercado? de la mano de la “globalización” (en realidad la internacionalización inherente al capital que alcanza grado superlativo).

En el orden teórico,  los fracasos sucesivos del capitalismo lo llevan –en períodos cada vez más cortos –del liberalismo (confianza ciega en el mercado),  a la regulación  (estado regulador), al neoliberalismo (estado que garantiza la regulación por el mercado) para en la actualidad, luego del “fracaso” del neoliberalismo y la globalización, intentar abandonar toda teoría, incluyendo la de los “costos comparativos” que fundamenta el “libre comercio” entre las naciones.

El capitalismo actual, caracterizado certeramente como senil, tiene como rasgos principales sus magros ritmos de crecimiento, el agotamiento de los recursos y la destrucción del medio ambiente. Este capitalismo, capaz de producir mercancías en “exceso” (lo que acelera la tendencia al descenso de la tasa de beneficios) se ve obligado por la competencia a introducir la ciencia y la tecnología a la producción como fuerza productiva directa lo que incide sobre la reproducción del sistema de muy diversas formas, siendo la más evidente su incidencia sobre el empleo y, por consiguiente, sobre la demanda. El capital sigue produciendo ganancias –o dejaría de ser capital –sin importarle donde, en que fronteras, y a qué precio, siempre que no lo pague él. Al mismo tiempo y para maximizar sus ganancias, la actividad fundamental del capital pasa de la producción a la especulación (lo que niega su propia esencia), consolidando lo que ya Keynes, desde mediados del pasado siglo, denominara “economía de casino”.

Desde el punto de vista geopolítico, la posición de los EE.UU. está hoy muy lejos de ser la que fuera cuando, al finalizar la Segunda guerra mundial, logró imponer al mundo el sistema de Bretton Woods y, junto con el mismo, su propia moneda como moneda de referencia global “tan buena como el oro”. Cuando el sistema fue abolido, por insostenible, por el propio presidente de los EE.UU. en 1971, al declarar la inconvertibilidad del dólar y su devaluación, el dólar se mantuvo como la principal  moneda de referencia global, lo que en buena medida hace posible aun hoy la hegemonía del país del norte en el comercio y las finanzas mundiales.

El análisis no puede pasar por alto que la geopolítica responde a los intereses de la plutocracia dominante (el 1%), que la plutocracia es, cada vez más, plutocracia transnacional y los “estados –nación”, cada vez más,  estados transnacionalizados (en el sentido de que sus acciones quedan orientadas por los intereses de las transnacionales). Al propio tiempo, que las relaciones mundiales son protagonizadas, además de por los estados –nación, como en el pasado más o menos reciente,  por nuevos centros de poder como las ya referidas grandes empresas transnacionales  y aun otros múltiples actores que dejaron de ser grupos de presión y se han convertido en factores de poder real.

Barak Obama, un hombre inteligente y capaz, sin duda estaba consciente (al igual que los que lo impulsaron a la presidencia) de la necesidad de introducir cambios en el funcionamiento del sistema que garantizaran la recuperación del nivel de vida de la “clase media” norteamericana a la vez que la hegemonía de los EE.UU. en el mundo. Por ello mismo, asumió la presidencia de los EE.UU. utilizando el eslogan“Si se puede” (Yes we can) y en su mandato se apoyó en lo que denominó “Poder inteligente” (Smart power) seguramente considerando a aquellos que alertaban, ya desde principios de los 70, acerca de la tendencia al declive del poder imperial norteamericano y la recomposición geopolítica del mundo. El principal fracaso de Obama fue no ser capaz de revertir esta tendencia.

El nuevo intento de reconfiguración geopolítica y de recuperación del terreno perdido, aun en contra de buena parte de la plutocracia global, se hace explícito cuando Donald Trump alcanzala presidencia de los EE.UU. con su “Hacer los EEUU un gran país nuevamente” (Make America great again) que desde su discurso de asunción hace hincapié en que es presidente de los EEUU y no del mundo, aunque  subrayando su intención de liderarlo.

No puede obviarse que no todo lo que propone el presidente Trump implica una total ruptura con el accionar de administraciones anteriores (lo que incluye a ex presidentes como Reagan, Bush, Clinton, Bush hijo y Obama[1], por mencionar solo algunos) en respuesta a la declinación del poder político y económico de Estados Unidos y como intento de reconfiguración de la geopolítica global. Sirvan de ejemplo, tanto el llamado Reaganomic y su “guerra de las estrellas”, como las guerras que destrozaron a Irak, Libia, Siria y la prioridad de los gastos militares (en 2015 casi 10 veces los de Rusia y 3 veces los de China que Trump pretende ahora aumentar más de 50, 000 millones de dólares). También  el compromiso con la desregulación financiera neoliberal, apreciable tanto en la sustitución de la ley Glass – Steagall por la Commodity Futures Modernization Act durante la presidencia de Clinton, como en la no aplicada en su totalidad ley Dott – Frank por Obama, dirigida a regular organizaciones que operan derivados OTC (Over the counter) con el objetivo de mitigar riesgos financieros y que ahora se ve bajo amenaza de ser derogada por Trump y su equipo.

Otra cosa distinta es si el actual presidente puede hacer que los EE.UU. puedan mantener –como se suponía sería capaz de hacer el “poder inteligente” –su ya debilitada hegemonía (en el sentido gramsciano  de que hegemonía es una forma de dominación en la que la coerción, la violencia y la imposición se utilizan in extremis cuando resulta insuficiente el consenso y la aceptación de los dominados).

El primer gran problema que debería ser capaz de resolver el actual presidente es la situación en los mismos EE.UU.[2] y la división al interior de su propio país y partido, las dos últimas exponenciadas por su accionar, y de lo cual lo que se diga es reiterativo ante lo evidente. Solo a manera de ejemplo vale la referencia al denominado Obamacare, repudiado por los republicanos todos aunque no tanto como para ponerlos de acuerdo en un nuevo programa que sustituya subsidios por desgravaciones fiscales, reduzca la intervención estatal y disminuya los impuestos que financien el sistema, cualquiera este sea, sin perjudicar a los usuarios del Medicaid cuyo costo es de más de 20,000 millones anuales.

El segundo tiene que ver con la capacidad de liderazgo global de los EE.UU. cuando su presidente multiplica las agresiones verbales tanto contra sus aliados –incluyendo a los de Europa, Japón y América Latina –como contra los que no lo son –sea en Asia, África, Medio Oriente o Australia. El retiro de las negociaciones integracionistas con el área del Pacífico y Trasatlánticas solo debilitan el liderazgo norteamericano sin que le reporte beneficio alguno.

En este propio sentido inciden las declaraciones proteccionistas del actual presidente norteamericano capaces de provocar una guerra comercial con resultados imprevisibles. No puede pasarse por alto aquí algo conocido por cualquier empresario, político, analista o sencillamente por cualquier habitante del planeta medianamente informado: las grandes empresas transnacionales operan en todos los continentes, en multiplicidad de países y forman cadenas productivas de subcontratación, externalización, tercerización, relocalización… por lo que una misma empresa, aprovechando las llamadas “ventajas competitivas” puede,  por ejemplo,  construir desde un teléfono hasta un automóvil o un avión cuyas partes se fabrican en diferentes países por una o distintas empresas que terminan ensamblándose en uno u otro país por lo que, ni la producción en la actualidad es “nacional”, ni el pago de aranceles una y otra vez al atravesar partes y piezas cada frontera, con los consiguientes incrementos en el costo de los bienes producidos, pueda beneficiar de ninguna manera al consumidor norteamericano.

A lo anterior debe agregarse que el proteccionismo norteamericano obligaría incluso a los actuales socios comerciales de los EE.UU., quiéranlo o no, a adoptar contramedidas para la defensa de sus intereses “nacionales”. Lo anterior es válido desde la UE hasta China, desde India hasta Japón, América Latina y Australia. Sirvan aquí de constatación las recientes declaraciones del secretario de Comercio de China, ZhongShan, en la sesión anual del parlamento en Pekín refiriéndose a las relaciones EE.UU. - China:  "una guerra comercial no beneficiaría a ninguno de los dos países y no tendría ninguna ventaja" añadiendo que "muchos amigos estadounidenses y occidentales piensan que China no puede vivir sin Estados Unidos, pero eso es solo media verdad pues "Al mismo tiempo, EE.UU. no puede vivir sin China". Sin duda, dada la importancia actual de los EE.UU. en el comercio global,  medidas proteccionistas darían lugar a una  espiral mundial que terminaría perjudicando a todos.

Para el caso particular de México, el proteccionismo estadounidense afectaría su comercio en unos 80, 000 millones de dólares lo que tendría su contrapartida en la disminución de las importaciones mexicanas desde los EE.UU. lo que desestabilizaría no solo a México sino también a los propios EE.UU. Lo más importante, sin embargo, es que la desestabilización de una zona de la importancia mundial de Norteamérica desestabilizaría al mundo y haría que los EE.UU. (que al propio tiempo desperdicia las posibilidades en el área del Pacífico) disminuyan su cada vez más mermado liderazgo, beneficiando a China.

En el referido contexto, al margen de los problemas meramente económicos y más relacionados con la geopolítica,  subyace el diferendo EE.UU. – China en la región del Asia oriental en la que China ha aumentado ostensiblemente su presencia económica, política, diplomática y militar. La VIIma flota de los EE.UU. está presente en el área, pero la misma no puede controlar el acceso a los océanos ni servir siquiera de factor disuasivo sin embarcar a los EE.UU. y al mundo en un enfrentamiento militar en el que  se sabrá el comienzo pero nunca sabremos cuando terminó luego de que comiencen a utilizarse las más de mil bombas existentes, cada una de ellas con capacidad destructiva hasta más de 30 veces mayor que las de Hiroshima y Nagasaki.

A los no iniciados pudiera desconcertar el “auge” de los indicadores de la economía de los EE.UU. incluso antes de que Trump tomara posesión del cargo de presidente.  Al respecto deben hacerse dos comentarios, el primero relacionado con el incremento de los “valores” financieros y que los índices de la bolsa de Nueva York hayan marcado nuevos records y el segundo respecto al resto de los valores.

Primero: Nada hay de extraño en que los indicadores de bolsa hayan experimentado un alza si se tiene en consideración que el presidente Trump y su equipo reiteradamente se refirieron a la ley Dott – Frank (a lo que ya hicimos referencia anteriormente) en el sentido de que había que desregular el sector financiero a los efectos de eliminar las trabas que dificultaban el acceso de los inversores a los fondos disponibles. 

Segundo: Tampoco hay nada extraño en la reacción –a partir del discurso populista de derecha de Trump–que un análisis a priori, superficial y desde la estricta lógica microeconómica puede producir en los sectores de la construcción, la industria, la salud, la biotecnología, la energética y de tantos otros y el efecto multiplicador previsible que promete la inversión en la deteriorada infraestructura del país; la reanimación del sector industrial y automovilístico mediante la adopción de medidas proteccionistas y que gravan la relocalización fuera de los EE.UU.; el aumento de los gastos militares que inyectarán dinero en la circulación y aumentarán el consumo y con ello el PIB de la nación; la reformulación del sistema de salud de la manera que en un video que circula en las redes sociales el Senador Bernie Sanders asegura es  “un traspaso masivo de riqueza de los trabajadores y personas de ingresos medios a los más ricos de este país”; también y por esa misma razón, aumentan las expectativas de las empresas productoras de medicamentos y biotecnológicas porque disminuye el riesgo del establecimiento de un mayor control de precios; las energéticas porque se levantarán las restricciones para elevar la producción doméstica de carbón, petróleo y gas de esquisto y se eliminarán las ayudas que reciben las industrias productoras de energías alternativas…..todo lo que ha provocado, además, que incluso empresas transnacionales hayan prometido volver a invertir en los EE.UU.

Respecto a la burbuja incrementada en las bolsas, solo habría que añadir que precisamente la desregulación financiera promovida por el presidente Clinton (refrendada por la Commodity Futures Modernization Act) fue uno de los factores que disparó la crisis de 2007, de la cual aún la economía norteamericana y global no se ha recuperado a pesar de las ingentes cantidades de dinero que se han introducido en la circulación y ocasionado lo que los economistas llamamos “trampa de liquidez”, o más explícitamente, que la economía no reaccione al estímulo que representa el aumento de la cantidad de dinero en circulación, ni aun con tasas de interés negativas.

Tampoco es viable, económicamente viable, el crecimiento prometido por Trump para los cuatro años de su mandato hasta igualar las tasas de los años 50 y 60 cuando los EE.UU. alcanzaran la cúspide de su hegemonía mundial al menos porque:

a)      Los problemas del capitalismo contemporáneo no tienen solo que ver con las políticas comerciales. La relocalización industrial que Trump pretende revertir con el proteccionismo provocaría reacciones legítimas de los perjudicados que conduciría  inevitablemente a una guerra comercial global.

b)      La creación de empleo (no solo en EE.UU.) tiene que ver con la introducción de nuevas tecnologías y ésta con la calificación y recalificación de la fuerza de trabajo. La producción competitiva en la actualidad tiene que ver tanto con los niveles salariales (lo que Trump no podrá resolver) como con la introducción de cambios tecnológicos que potencien la productividad. Estos cambios tecnológicos, como regla, requieren de poca –o muy poca –fuerza de trabajo aunque de alta calificación por lo que no contribuiría a la masiva creación de empleo.

c)      A pesar de las promesas de retorno a los EE.UU. de algunas empresas transnacionales, está por verse si los análisis políticos, económicos, sociales y tecnológicos que  necesariamente preceden a las inversiones  que realizan las grandes empresas garantizan a sus ejecutivos y accionistas la viabilidad de tal decisión.

d)     La producción, como ya se ha señalado antes, se ha hecho global por lo que introducir restricciones al trasiego de partes y piezas entre los diferentes componentes de las redes de producción y distribución solo aumentaría costos y desempleo en lugar de crear empleos en los EE.UU. y mejorar la calidad de vida de los estadounidenses.

e)       Los costes de producción en EE.UU. son más elevados que en el resto de sus competidores por lo que la producción “nacional” en los EE.UU. será más cara y más caros, por consiguiente,  los precios del consumo en los EE.UU.

f)      El aumento del gasto militar y la inversión en infraestructura, no puede ir acompañado, como promete el presidente Trump, con una rebaja masiva de impuestos sin que ello aumente, aún más, el ya abultado déficit presupuestario juntamente con la deuda pública. 

g)   La subida de los tipos de interés para financiar la economía seguiría aumentando la deuda e incrementando el desequilibrio de la balanza comercial; la depreciación del dólar minaría la confianza en el mismo que sería sustituido a escala global por otras monedas más confiables.

h)    La información oficial disponible revela que la aplicación del plan de Trump para reformar el Obamacare garantizaría “un ahorro” de 337.000 millones de dólares en diez años,  a cambio, dejaría sin cobertura a 24 millones de estadounidenses.

i)        El presidente Trump insiste en el amplio uso de los combustibles fósiles (incluido el carbón y el gas de esquisto),  rechaza los estudios científicos y niega la dimensión de la crisis ecológica y el cambio climático lo que traerá graves consecuencias para los ciudadanos norteamericanos y para todos los que habitamos el planeta.

Por supuesto que el análisis debería incluir, además de los desaguisados geopolíticos y económicos, las declaraciones y posiciones de Trump respecto a las mujeres, el aborto, la xenofobia, el ultranacionalismo de derecha, el aislacionismo, el racismo, el oscurantismo y la negación de la ciencia, el militarismo y la prepotencia…pero como además de economista soy optimista, todo lo hasta aquí escrito me recuerda lo aprendido en mis lejanos tiempos del bachillerato y el relato de cuando el rey Luis XV- “Después de mi el diluvio” - debió escuchar la profecía del Abate Jean-Baptiste de Beauvais,  tomada del profeta Jonás: “40 días más y Nínive será destruida”. Muy poco faltaba entonces para el inicio de la revolución francesa.


[1]La economía de los EEUU tuvo un crecimiento irregular en 2016: primer trimestre un crecimiento anualizado del 0,8 que pasó al 1,4% en el segundo y un 3,5% en el terceropara un 1,6% en el año, lastrado por la caída de las exportaciones un 4,3%. La Reserva Federal proyecta un 2,1% en 2017.
[2] Es recomendable al respecto leer el documentado informe del “Registro de derechos humanos en EE.UU. 2016”  de la Oficina de Información del Consejo de Estado de la República Popular China