jueves, 23 de marzo de 2017

Las “situaciones de fuerza”, nueva fórmula de los “think tanks” imperiales



MSc Enrique R. Martínez Díaz, investigador CIPI

Dentro del complejo entramado de la política de los países imperialistas, y en particular en los Estados Unidos de América (EE.UU.), ocupan un lugar importante los llamados “tanques pensantes” (Think Tanks), donde se agrupan generalmente los llamados intelectuales “orgánicos” del sistema, encargados de aportar a los líderes políticos de la oligarquía los análisis y  valoraciones sobre diferentes aspectos de la realidad, necesarios para alcanzar los objetivos de dominación global.

Estos “tanques pensantes” (muy bien recompensados por cierto) mantienen relaciones muy estrechas con las grandes transnacionales,  que son la base del aparato de dominación económico-político; otros componentes del sistema, como son las instituciones de gobierno, los llamados partidos políticos, el Complejo Militar Industrial, etc, también tienen vínculos importantes con los llamados “tanques pensantes”. Claramente,  también las universidades y “collegues”  son objeto de especial atención, pues son la principal fuente de captación de futuros “especialistas”.

Recientemente, uno de estos importantes “Tanques pensantes” estadounidense, la Brookings Institution, elaboró un documento de unas 80 páginas, en formato pdf, en el cual presentan un conjunto de ideas sobre el probable contenido de la futura Estrategia de Seguridad Nacional de los EE.UU., que según lo anunciado, presentará el Presidente Donald John Trump el próximo año 2018.

La Estrategia de Seguridad Nacional (National Security Strategy, NSS) es un documento de importancia especial; su emisión fue estipulada por la Ley de Reorganización del Departamento de Defensa Goldwater-Nichols de 1986 (Department of Defense Reorganization Act of 1986 (Goldwater-NicholsAct, P.L. 99-433, §603,  codified in Title 50, U.S. Code, §3043), en la cual se estableció la obligación del gobierno de EE.UU. de emitir un documento o informe ante el Congreso en el que deberían pronunciarse, los intereses, metas y objetivos de los EE.UU.; las políticas, los compromisos internacionales y las capacidades necesarias para cumplir con esos objetivos; y el uso de los elementos del poder nacional para alcanzar dichos objetivos; y que debía proporcionar una evaluación de los riesgos asociados. De acuerdo a los criterios de expertos norteamericanos[i], la NSS, para el gobierno de Estados Unidos en su conjunto, teóricamente, puede servir para varios  propósitos diferentes:

·         Definir objetivos priorizados, e  indicar cuáles elementos del poder nacional se van a utilizar para cumplir con ellos, por lo que puede proporcionar orientación a los departamentos y organismos para utilizar en sus procesos internos en la elaboración de presupuestos, planificación y ejecución, y la organización, capacitación y equipamiento de personal.

·         Al vincular claramente los objetivos con enfoques diseñados para cumplir con ellos, la estrategia de seguridad nacional puede proporcionar al poder ejecutivo  herramientas claves para la toma interna de decisiones, y para justificar los recursos y las autoridades solicitadas al Congreso.

·         Al presentar una visión estratégica detallada, puede ayudar a informar a las audiencias públicas, tanto en casa como en el extranjero alrededor de  las intenciones del gobierno de EE.UU.

El documento elaborado por un equipo de investigadores de la Brookings, se denomina: Building “Situations of Strength”, A National Security Strategy for the United States[ii] (Construyendo “Situaciones de Fuerza”, una Estrategia de Seguridad Nacional para los Estados Unidos).

Para la elaboración del mismo, en el mencionado “Think Tank” fue creado un proyecto de investigación denominado: Orden desde el Caos (Order from Chaos), en el cual participaron un importante grupo de investigadores.

La elaboración de documentos, por grupos o instituciones, con intención de “asesorar” a presidentes norteamericanos tiene antecedentes; cualquiera puede recordar que cuando Ronald Reagan llegó a la presidencia de los EE.UU., tenía el llamado “Documento de Santa Fé”, del cual se hicieron varias versiones, y que fue elaborado por un llamado “Comité”, en el cual participaban políticos, militares retirados, académicos, etc; posteriormente, los llamados “neocons” elaboraron para George W. Bush el llamado “Proyecto para un Nuevo Siglo Americano” (Project for the New American Century o PNAC),  que actuó como un grupo independiente, y estaba integrado igualmente por representantes de diferentes sectores, incluidos los académicos; por cierto, hemos encontrado al menos una persona coincidente entre los que elaboraron este último documento y los integrantes de la Brookings Institutions que presentaron el informe sobre una nueva NSS para el presidente Trump: un académico estadounidense llamado Robert Kagan, el cual ha escrito  libros y muchos artículos sobre política internacional, ha estado relacionado con George W. Bush y John McCain, y además, es esposo nada menos que de Victoria Nuland, diplomática norteamericana muy célebre por su participación en los acontecimientos de la Plaza Maidan en Kiev, y una muy mentada frase acerca de la Unión Europea, que no reproducimos aquí por discreción.

Hay ciertos aspectos que no queremos dejar pasar por alto; la mayoría de estos “distinguidos” académicos, al hacer valoraciones sobre la etapa histórica posterior a la II Guerra Mundial, se esmeran en resaltar el papel de EE.UU. en la conformación del orden internacional surgido al concluir la mencionada conflagración; con gran entusiasmo destacan el “progreso mundial” y el beneficioso papel de la nación norteña en el logro de la estabilidad global, especialmente después de la conclusión de la llamada Guerra Fría.

No dudamos que en ese período histórico las grandes empresas transnacionales,  de capital mayoritariamente estadounidense, han obtenido enormes ganancias, que han permitido a las oligarquías de los principales países imperialistas y de las burguesías lacayas del Tercer Mundo, disfrutar de un status de lujo y beneficios con los cuales no hubieran podido soñar ni los más ambiciosos cortesanos imperiales de etapas anteriores, como la célebre Corte de Versalles. Pero no es la realidad de los países pobres del planeta, que poco o nada han sido beneficiados de esos avances, y en la actualidad hay muchos más humanos hambrientos que antes, dado que el crecimiento de la población mundial es precisamente en esos países pobres y subdesarrollados; es conocido que diferentes instituciones a nivel global plantean que la brecha entre los países altamente desarrollados y los llamados “países en desarrollo” ha aumentado en los recientes años.

Los excelsos “académicos” de la Brookings se ufanan en decir que el poderío norteamericano y su extendida presencia internacional previnieron el desencadenamiento de una nueva guerra mundial, que hubiera significado el empleo masivo de las armas nucleares, lo que indudablemente hubiera conllevado a la desaparición de la especie humana del planeta. No obstante, no mencionan u omiten deliberadamente que prácticamente no ha habido un momento de paz en el planeta en los últimos 70 años, y que en la mayoría de esos conflictos ha desempeñado un papel principal, como agresor, EE.UU., como en los casos de  Corea, Viet Nam, Irak, Afganistán, etc.  A esto debemos sumar que en muchos otros conflictos en los que no se involucró directamente, EE.UU. apoyó con armas y recursos a una de las partes (curiosamente las más reaccionarias), ya fueran potencias coloniales que enfrentaban a los pueblos que buscaban su independencia (el continente africano fue el escenario principal); armando e incitando a ciertos países para atacar a vecinos, generalmente enemigos de EE.UU. (la Guerra entre Irán e Irak de 1980-1988, por ejemplo) (uno de los probables antecedentes de la actual teoría sobre las llamadas “Guerras Híbridas”); asistiendo y armando a Israel en su acción genocida contra el pueblo palestino; asesorando y asistiendo a dictaduras en todo el planeta (en América Latina, Asia, África); apoyando al gobierno del Apartheid de Sudáfrica contra su pueblo y en su agresión a Angola; armando y entrenando a golpistas como Castillo Armas en Guatemala, la contrarrevolución cubana (la brigada invasora de Playa Girón y las bandas del Escambray); los “contras” nicaragüenses, los “luchadores por la libertad” afganos,  y otros muchos ejemplos más.

Sin dejar de decir que algunos de aquellos que ellos apoyaron y abastecieron, luego se han convertido en “enemigos”, “terroristas”, etc. Bastaría recordar a Osama Bin Laden y su organización Al Qaeda, surgida de los fedayines “luchadores por la libertad”, como los catalogaba el finado expresidente Ronald Reagan; ó el actual Estado Islámico, o ISIS, derivado de organizaciones extremistas musulmanas apoyadas por EE.UU. en su interés de derrocar al entonces presidente iraquí Saddam Hussein (que en su tiempo fue también aliado versus Irán),  y que, unido a diferentes fuerzas, se ha convertido en una de las más importantes organizaciones terroristas del planeta.

Sin descontar su papel en el recrudecimiento de la Carrera Armamentista a nivel planetario, que alcanzó niveles inusitados en la etapa llamada Guerra Fría, que vio como las Fuerzas Armadas de EE.UU. extendieron un sistema de bases militares inédito a nivel mundial, llenando todo el planeta de aviones, buques, tropas, y incluso extendiendo la actividad militar al espacio exterior y más recientemente al llamado ciberespacio. Sin embargo, una vez desaparecida la URSS y el Pacto de Varsovia, tras un brevísimo intervalo de reducción en los gastos militares, nuevamente los intereses del llamado Complejo Militar Industrial fueron satisfechos con una reactivación de la Carrera Armamentista, que entre 2005 y 2012 superó los niveles de la Guerra Fría, y que, de acuerdo a los planteamientos del nuevo inquilino de la “White House”, será incrementada a partir de 2018 a cotas superiores.

Según los autores del informe “Situaciones de Fuerza”, el orden internacional creado después del fin de la II Guerra Mundial ha tenido tres etapas:

a)    1949-1989: La Guerra Fría, caracterizada por la rivalidad entre EE.UU.  y la URSS.
b)    Una etapa de unos 20 años a partir de 1989,  y se caracterizó por la cooperación relativa entre los poderes mayores del mundo y las amenazas transnacionales.
c)    La tercera fase, actual, caracterizada por cuatro tendencias: 

1. El mundo está volviéndose más competitivo geopolíticamente con grandes poderes que  desafían el liderazgo norteamericana en Asia Oriental y Europa. 
2. El caos en el Medio Oriente es muy infeccioso y está extendiendo el desorden en la región y  más allá. 
3. La tecnología está teniendo un efecto disociador en aumento.  
4. El descontento occidental con el statu quo ha minado el deseo de  internacionalismo en los Estados Unidos y Europa.  
Los autores del documento “Situaciones de Fuerza” plantean que los que dirigen la política en EE.UU. deberán guiarse por un conjunto de ocho principios para establecer las estrategias regionales  necesarias en el enfrentamiento a  los desafíos que se les presentan:
1. Entender la naturaleza competitiva del desafío.  
2. Restaurar la confianza con los aliados.  
3. Detener el  revisionismo que amenaza el orden internacional.  
4. Distinguir entre el revisionismo y las aspiraciones legítimas.  
5. Crear y desplegar la influencia de la diplomacia americana. 
6. Lidiar con las amenazas directas más inminentes a EE.UU.: El terrorismo Islamista, y Corea del Norte. 
7. Desarrollar estrategias flexibles contra la incertidumbre y que compartan un propósito común. 
8. Reconocer que el cambio climático es un problema geopolítico.  

Los autores del documento recomiendan que EE.UU. debe buscar un equilibrio nuevo y favorable en las diferentes regiones y dominios, siendo inflexible en determinadas situaciones, y en otras deberá, de forma prudente, hacer ajustes y nuevos compromisos.

Para ello consideran vital la actividad de esa nación en tres regiones: Europa, Asia Pacífico y Medio Oriente.  En el documento apenas se menciona a América Latina y el Caribe, así como tampoco es objeto de sus análisis el continente africano.

Prestan especial atención al análisis de las supuestas intenciones de Rusia, y en particular su presidente Vladímir Putin; e igualmente las de la República Popular China y su actual presidente Xi Jinping. De estas valoraciones, el que escribe considera que los autores del informe visualizan como principales rivales  a nivel global a estas dos naciones,  a las que adjudican intenciones de incrementar su papel global y establecer “áreas de influencia”, en particular a la RPCh (cuyo sostenido ascenso económico tiene en ascuas a los representantes del imperio); con ambas naciones, plantean que es necesario establecer relaciones que limiten acciones que consideran  “agresivas”,  a la vez que reconozcan aquellas aspiraciones que califican de “legítimas”. También mencionan  a India y Brasil como dos economías en ascenso a nivel mundial.

En el Medio Oriente, región que consideran caótica, tras hacer una tímida “autocrítica” al papel norteamericano en la desestabilización de esta, enfocan al terrorismo como base de la situación existente, sin dejar de presentar a Irán como un supuesto “agente desestabilizador”, y, obviamente, recalcando su apoyo a su principal aliado en la región, Israel.

También se focalizan en la supuesta amenaza que representa para ellos la República Popular Democrática de Corea, por su desarrollo nuclear y de mísiles balísticos, con los cuales amenaza a dos de sus principales aliados, Japón y Corea del Sur, así como a los aproximadamente 70 mil efectivos norteamericanos desplegados en esas dos naciones, además de una eventual capacidad de alcanzar el territorio continental de los EE.UU. (cuestión que hace suponer la poca confianza que tienen los expertos norteamericanos en el complejo y costoso sistema de defensa contra mísiles que ha venido desarrollando EE.UU. desde la época de la famosa “Guerra de las Galaxias” o Iniciativa de Defensa Estratégica del finado expresidente Ronald Reagan, actualmente conocida como Defensa Nacional contra Mísiles, National Missile Defense, y que tiene desplegados una importante cantidad de radares y sistemas de intercepción, incluso en la región del Pacífico, como en Alaska y en la Base de la Fuerza Aérea de Vanderberg, en California; amén de gran cantidad de buques con el sistema AEGIS);  no tienen en cuenta la responsabilidad de EE.UU. en la continuidad de la compleja situación en la península coreana, por su permanente hostilidad y despliegue bélico, su renuncia a negociar un tratado de paz con la RPDC y su abierto sabotaje a las negociaciones a seis bandas promovidas por la RPCh.

Otro de los aspectos importantes es en el que manifiestan cuáles instrumentos debe utilizar EE.UU. para el logro de sus objetivos. Aun cuando no emplean la terminología hecha popular durante la administración de Barack Obama de “Smart Power”, “Hard Power” y “Soft Power”, en esencia aluden a los elementos que conforman esta concepción, empero se conoce que uno de los objetivos de la administración Trump es incrementar aún más su superioridad militar.

Para ello, plantean que Estados Unidos deben llevar a cabo esta estrategia mediante el empleo de sus FF.AA., el poder diplomático, y económico. Los pasos específicos incluyen a lo siguiente:  

Poder militar 

.. Preservar la preponderancia del  poder y el liderazgo militar de EE.UU.
.. Eliminar las restricciones de la Ley de Control del Presupuesto de 2011  y la amenaza del llamado “secuestro”.  
.. Fortalecer y modernizar las capacidades de las alianzasde EE.UU. 
.. Actualizar la disuasión mediante el incremento de la credibilidad de los compromisos de seguridad  existentes   de EE.UU. y desarrollando respuestas proporcionadas a las agresiones contra gobiernos no aliados.
.. Avanzar  hacia un equilibrio en el ciberespacio  construyendo expectativas creíbles entre los aliados, rivales, y los actores no-estatales acerca de las capacidades  ofensivas y defensivas de EE.UU., y la magnitud de una acción de respuesta norteamericana contra determinados ataques.
.. Modernizar el arsenal nuclear norteamericano y la infraestructura nuclear apoyando y tranquilizando a sus aliados acerca del continuado compromiso norteamericano  a la extensión de la disuasión.  

Poder diplomático   

.. Construir "situaciones de fuerza" con los aliados y socios antes de negociar con los rivales. 
.. Reafirmar los intereses y compromisos norteamericanos, particularmente a aliados y socios.  
.. Asumirtanto nuevas como viejas plataformas multilaterales para enfrentar los problemas compartidos. 
.. El ganar el apoyo de los aliados para la diplomacia coercitiva. 
.. Mantener los valores de democracia y derechos humanos en la diplomacia norteamericana. 

Poder económico   

.. Esperar y prepararse para una nueva crisis financiera internacional.  
.. Reconocer que una economía nacional fuerte requiere una economía global fuerte. 
.. Hacer la diplomacia económica más ambiciosa enfrentando los numerosos desvíos y problemas en la economía global que impactan y perjudican directamente  a los Estados Unidos y los obreros norteamericanos.  
.. Reforzarresponsablementeel poder económico utilizando las sanciones en  respuesta a  actos excepcionales de agresión o ilegalidades, buscando el apoyo multilateral, y teniendo presente el interés americano en una economía global abierta.  
.. Tomardecisiones económicas que tengan en cuenta la necesidad de mantener las ventajas competitivas de EE.UU. y lasnecesidades de la seguridad nacional  en las próximas décadas.  

CONCLUSIONES. 

Como era lógico esperar, el documento de marras recoge un conjunto de ideas elaboradas por los sesudos especialistas de la BrookingInstitution enfocadas en mantener el llamado “liderazgo norteamericano” a nivel global; como se expresa en su nombre, enfatiza en la adopción de “Situaciones de Fuerza” (“Situations of Strength”, como dice el título del documento), recalcando que es el poder militar la carta principal a la que tendrá que apostar la oligarquía norteamericana en su objetivo de prolongar todo lo posible las grandes ventajas y ganancias que ha obtenido durante todo este período histórico tras el final de la Segunda Guerra Mundial, y en cual EE.UU. emergió como la principal potencia imperialista a nivel planetario.

Esperemos que la sensatez impere a nivel global, y que los pueblos del mundo, incluido el norteamericano, ejerzan su influencia para evitar que devenga un final catastrófico para la Humanidad, por la tozudez imperialista de intentar retener sus posiciones de dominio mediante la fuerza militar; lo que necesitan los pueblos del mundo es que los grandes recursos que se dedican a las armas se empleen en enfrentar el hambre, las enfermedades, el subdesarrollo y el cambio climático: como escribiera nuestro Comandante en Jefe[iii]:La paz ha sido el sueño dorado de la humanidad y anhelo de los pueblos en cada momento de la historia.¡Un Mundo Mejor es posible!


[i]Dale, Catherine. CRS 43174 National Security Strategy: Mandates, Execution to Date, and Issues for Congress. Congress Research Service, Washington, August 6, 2013
[ii] Building “Situations of Strength”, A National Security Strategy for the United States https://www.brookings.edu/wp-content/uploads/2017/02/fp_201702_ofc_report_web.pdf
[iii]Castro Ruz Fidel Luchar por la paz es el deber más sagrado de todos los seres humanos http://www.cubadebate.cu/reflexiones-fidel/2016//02/21/luchar-por-la-Paz-es-ei-deber-mas-sagrado-de-todos-los-humanos/

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