MSc Enrique R. Martínez Díaz,
investigador CIPI
Dentro
del complejo entramado de la política de los países imperialistas, y en
particular en los Estados Unidos de América (EE.UU.), ocupan un lugar
importante los llamados “tanques pensantes” (Think Tanks), donde se agrupan
generalmente los llamados intelectuales “orgánicos” del sistema, encargados de
aportar a los líderes políticos de la oligarquía los análisis y valoraciones sobre diferentes aspectos de la
realidad, necesarios para alcanzar los objetivos de dominación global.
Estos
“tanques pensantes” (muy bien recompensados por cierto) mantienen relaciones
muy estrechas con las grandes transnacionales,
que son la base del aparato de dominación económico-político; otros
componentes del sistema, como son las instituciones de gobierno, los llamados
partidos políticos, el Complejo Militar Industrial, etc, también tienen
vínculos importantes con los llamados “tanques pensantes”. Claramente, también las universidades y “collegues” son objeto de especial atención, pues son la
principal fuente de captación de futuros “especialistas”.
Recientemente,
uno de estos importantes “Tanques pensantes” estadounidense, la Brookings
Institution, elaboró un documento de unas 80 páginas, en formato pdf, en el
cual presentan un conjunto de ideas sobre el probable contenido de la futura
Estrategia de Seguridad Nacional de los EE.UU., que según lo anunciado,
presentará el Presidente Donald John Trump el próximo año 2018.
La
Estrategia de Seguridad Nacional (National Security Strategy, NSS) es un
documento de importancia especial; su emisión fue estipulada por la Ley de
Reorganización del Departamento de Defensa Goldwater-Nichols de 1986 (Department of Defense Reorganization Act of
1986 (Goldwater-NicholsAct, P.L. 99-433, §603,
codified in Title 50, U.S. Code, §3043), en la cual se estableció la
obligación del gobierno de EE.UU. de emitir un documento o informe ante el
Congreso en el que deberían pronunciarse, los intereses, metas y objetivos de los EE.UU.; las políticas, los
compromisos internacionales y las capacidades necesarias
para cumplir con esos objetivos; y el uso de los elementos
del poder nacional para alcanzar dichos objetivos; y que
debía proporcionar una evaluación de los riesgos asociados. De acuerdo a
los criterios de expertos norteamericanos[i], la NSS, para el gobierno
de Estados Unidos en su conjunto, teóricamente, puede servir para varios propósitos diferentes:
·
Definir objetivos priorizados, e indicar cuáles elementos del poder nacional
se van a utilizar para cumplir con ellos, por lo que puede proporcionar
orientación a los departamentos y organismos para utilizar en sus procesos
internos en la elaboración de presupuestos, planificación y ejecución, y la
organización, capacitación y equipamiento de personal.
·
Al vincular claramente los objetivos con
enfoques diseñados para cumplir con ellos, la estrategia de seguridad nacional
puede proporcionar al poder ejecutivo
herramientas claves para la toma interna de decisiones, y para
justificar los recursos y las autoridades solicitadas al Congreso.
·
Al presentar una visión estratégica
detallada, puede ayudar a informar a las audiencias públicas, tanto en casa
como en el extranjero alrededor de las
intenciones del gobierno de EE.UU.
El
documento elaborado por un equipo de investigadores de la Brookings, se
denomina: Building “Situations of Strength”, A National Security
Strategy for the United States[ii] (Construyendo “Situaciones de Fuerza”, una Estrategia de Seguridad
Nacional para los Estados Unidos).
Para
la elaboración del mismo, en el mencionado “Think Tank” fue creado un proyecto
de investigación denominado: Orden desde el Caos (Order from Chaos), en el cual
participaron un importante grupo de investigadores.
La
elaboración de documentos, por grupos o instituciones, con intención de
“asesorar” a presidentes norteamericanos tiene antecedentes; cualquiera puede
recordar que cuando Ronald Reagan llegó a la presidencia de los EE.UU., tenía
el llamado “Documento de Santa Fé”, del cual se hicieron varias versiones, y
que fue elaborado por un llamado “Comité”, en el cual participaban políticos,
militares retirados, académicos, etc; posteriormente, los llamados “neocons”
elaboraron para George W. Bush el llamado “Proyecto para un Nuevo Siglo
Americano” (Project for the New American Century o PNAC), que actuó como un grupo independiente, y
estaba integrado igualmente por representantes de diferentes sectores,
incluidos los académicos; por cierto, hemos encontrado al menos una persona
coincidente entre los que elaboraron este último documento y los integrantes de
la Brookings Institutions que presentaron el informe sobre una nueva NSS para
el presidente Trump: un académico estadounidense llamado Robert Kagan, el cual
ha escrito libros y muchos artículos
sobre política internacional, ha estado relacionado con George W. Bush y John
McCain, y además, es esposo nada menos que de Victoria Nuland, diplomática
norteamericana muy célebre por su participación en los acontecimientos de la
Plaza Maidan en Kiev, y una muy mentada frase acerca de la Unión Europea, que
no reproducimos aquí por discreción.
Hay
ciertos aspectos que no queremos dejar pasar por alto; la mayoría de estos
“distinguidos” académicos, al hacer valoraciones sobre la etapa histórica
posterior a la II Guerra Mundial, se esmeran en resaltar el papel de EE.UU. en
la conformación del orden internacional surgido al concluir la mencionada
conflagración; con gran entusiasmo destacan el “progreso mundial” y el
beneficioso papel de la nación norteña en el logro de la estabilidad global,
especialmente después de la conclusión de la llamada Guerra Fría.
No
dudamos que en ese período histórico las grandes empresas transnacionales, de capital mayoritariamente estadounidense,
han obtenido enormes ganancias, que han permitido a las oligarquías de los
principales países imperialistas y de las burguesías lacayas del Tercer Mundo,
disfrutar de un status de lujo y beneficios con los cuales no hubieran podido
soñar ni los más ambiciosos cortesanos imperiales de etapas anteriores, como la
célebre Corte de Versalles. Pero no es la realidad de los países pobres del
planeta, que poco o nada han sido beneficiados de esos avances, y en la
actualidad hay muchos más humanos hambrientos que antes, dado que el crecimiento
de la población mundial es precisamente en esos países pobres y
subdesarrollados; es conocido que diferentes instituciones a nivel global
plantean que la brecha entre los países altamente desarrollados y los llamados
“países en desarrollo” ha aumentado en los recientes años.
Los
excelsos “académicos” de la Brookings se ufanan en decir que el poderío
norteamericano y su extendida presencia internacional previnieron el
desencadenamiento de una nueva guerra mundial, que hubiera significado el
empleo masivo de las armas nucleares, lo que indudablemente hubiera conllevado
a la desaparición de la especie humana del planeta. No obstante, no mencionan u
omiten deliberadamente que prácticamente no ha habido un momento de paz en el
planeta en los últimos 70 años, y que en la mayoría de esos conflictos ha
desempeñado un papel principal, como agresor, EE.UU., como en los casos de Corea, Viet Nam, Irak, Afganistán, etc. A esto debemos sumar que en muchos otros
conflictos en los que no se involucró directamente, EE.UU. apoyó con armas y
recursos a una de las partes (curiosamente las más reaccionarias), ya fueran
potencias coloniales que enfrentaban a los pueblos que buscaban su
independencia (el continente africano fue el escenario principal); armando e
incitando a ciertos países para atacar a vecinos, generalmente enemigos de
EE.UU. (la Guerra entre Irán e Irak de 1980-1988, por ejemplo) (uno de los
probables antecedentes de la actual teoría sobre las llamadas “Guerras
Híbridas”); asistiendo y armando a Israel en su acción genocida contra el
pueblo palestino; asesorando y asistiendo a dictaduras en todo el planeta (en
América Latina, Asia, África); apoyando al gobierno del Apartheid de Sudáfrica
contra su pueblo y en su agresión a Angola; armando y entrenando a golpistas
como Castillo Armas en Guatemala, la contrarrevolución cubana (la brigada
invasora de Playa Girón y las bandas del Escambray); los “contras”
nicaragüenses, los “luchadores por la libertad” afganos, y otros muchos ejemplos más.
Sin
dejar de decir que algunos de aquellos que ellos apoyaron y abastecieron, luego
se han convertido en “enemigos”, “terroristas”, etc. Bastaría recordar a Osama
Bin Laden y su organización Al Qaeda, surgida de los fedayines “luchadores por
la libertad”, como los catalogaba el finado expresidente Ronald Reagan; ó el
actual Estado Islámico, o ISIS, derivado de organizaciones extremistas
musulmanas apoyadas por EE.UU. en su interés de derrocar al entonces presidente
iraquí Saddam Hussein (que en su tiempo fue también aliado versus Irán), y que, unido a diferentes fuerzas, se ha
convertido en una de las más importantes organizaciones terroristas del
planeta.
Sin
descontar su papel en el recrudecimiento de la Carrera Armamentista a nivel
planetario, que alcanzó niveles inusitados en la etapa llamada Guerra Fría, que
vio como las Fuerzas Armadas de EE.UU. extendieron un sistema de bases
militares inédito a nivel mundial, llenando todo el planeta de aviones, buques,
tropas, y incluso extendiendo la actividad militar al espacio exterior y más
recientemente al llamado ciberespacio. Sin embargo, una vez desaparecida la
URSS y el Pacto de Varsovia, tras un brevísimo intervalo de reducción en los
gastos militares, nuevamente los intereses del llamado Complejo Militar
Industrial fueron satisfechos con una reactivación de la Carrera Armamentista,
que entre 2005 y 2012 superó los niveles de la Guerra Fría, y que, de acuerdo a
los planteamientos del nuevo inquilino de la “White House”, será incrementada a
partir de 2018 a cotas superiores.
Según
los autores del informe “Situaciones de Fuerza”, el orden internacional creado
después del fin de la II Guerra Mundial ha tenido tres etapas:
a) 1949-1989:
La Guerra Fría, caracterizada por la rivalidad entre EE.UU. y la URSS.
b) Una
etapa de unos 20 años a partir de 1989, y
se caracterizó por la cooperación relativa entre los poderes mayores del mundo
y las amenazas transnacionales.
c) La tercera
fase, actual, caracterizada por cuatro tendencias:
1. El
mundo está volviéndose más competitivo geopolíticamente con grandes poderes
que desafían el liderazgo norteamericana
en Asia Oriental y Europa.
2. El
caos en el Medio Oriente es muy infeccioso y está extendiendo el desorden en la
región y más allá.
3. La tecnología está teniendo un efecto disociador en aumento.
4. El descontento occidental con el statu quo ha minado el deseo de internacionalismo en los Estados Unidos y
Europa.
Los autores
del documento “Situaciones de Fuerza” plantean que los que dirigen la política
en EE.UU. deberán guiarse por un conjunto de ocho principios para establecer
las estrategias regionales necesarias en
el enfrentamiento a los desafíos que se
les presentan:
1.
Entender la naturaleza competitiva del desafío.
2.
Restaurar la confianza con los aliados.
3.
Detener el revisionismo que amenaza el
orden internacional.
4. Distinguir
entre el revisionismo y las aspiraciones legítimas.
5.
Crear y desplegar la influencia de la diplomacia americana.
6. Lidiar
con las amenazas directas más inminentes a EE.UU.: El terrorismo Islamista, y
Corea del Norte.
7. Desarrollar
estrategias flexibles contra la incertidumbre y que compartan un propósito
común.
8.
Reconocer que el cambio climático es un problema geopolítico.
Los
autores del documento recomiendan que EE.UU. debe buscar un equilibrio nuevo y
favorable en las diferentes regiones y dominios, siendo inflexible en
determinadas situaciones, y en otras deberá, de forma prudente, hacer ajustes y
nuevos compromisos.
Para
ello consideran vital la actividad de esa nación en tres regiones: Europa, Asia
Pacífico y Medio Oriente. En el
documento apenas se menciona a América Latina y el Caribe, así como tampoco es
objeto de sus análisis el continente africano.
Prestan
especial atención al análisis de las supuestas intenciones de Rusia, y en
particular su presidente Vladímir Putin; e igualmente las de la República
Popular China y su actual presidente Xi Jinping. De estas valoraciones, el que
escribe considera que los autores del informe visualizan como principales
rivales a nivel global a estas dos
naciones, a las que adjudican
intenciones de incrementar su papel global y establecer “áreas de influencia”,
en particular a la RPCh (cuyo sostenido ascenso económico tiene en ascuas a los
representantes del imperio); con ambas naciones, plantean que es necesario
establecer relaciones que limiten acciones que consideran “agresivas”,
a la vez que reconozcan aquellas aspiraciones que califican de
“legítimas”. También mencionan a India y
Brasil como dos economías en ascenso a nivel mundial.
En
el Medio Oriente, región que consideran caótica, tras hacer una tímida
“autocrítica” al papel norteamericano en la desestabilización de esta, enfocan
al terrorismo como base de la situación existente, sin dejar de presentar a
Irán como un supuesto “agente desestabilizador”, y, obviamente, recalcando su
apoyo a su principal aliado en la región, Israel.
También
se focalizan en la supuesta amenaza que representa para ellos la República
Popular Democrática de Corea, por su desarrollo nuclear y de mísiles
balísticos, con los cuales amenaza a dos de sus principales aliados, Japón y
Corea del Sur, así como a los aproximadamente 70 mil efectivos norteamericanos
desplegados en esas dos naciones, además de una eventual capacidad de alcanzar
el territorio continental de los EE.UU. (cuestión que hace suponer la poca
confianza que tienen los expertos norteamericanos en el complejo y costoso sistema
de defensa contra mísiles que ha venido desarrollando EE.UU. desde la época de
la famosa “Guerra de las Galaxias” o Iniciativa de Defensa Estratégica del
finado expresidente Ronald Reagan, actualmente conocida como Defensa Nacional
contra Mísiles, National Missile Defense,
y que tiene desplegados una importante cantidad de radares y sistemas de
intercepción, incluso en la región del Pacífico, como en Alaska y en la Base de
la Fuerza Aérea de Vanderberg, en California; amén de gran cantidad de buques
con el sistema AEGIS); no tienen en
cuenta la responsabilidad de EE.UU. en la continuidad de la compleja situación
en la península coreana, por su permanente hostilidad y despliegue bélico, su
renuncia a negociar un tratado de paz con la RPDC y su abierto sabotaje a las
negociaciones a seis bandas promovidas por la RPCh.
Otro
de los aspectos importantes es en el que manifiestan cuáles instrumentos debe
utilizar EE.UU. para el logro de sus objetivos. Aun cuando no emplean la
terminología hecha popular durante la administración de Barack Obama de “Smart
Power”, “Hard Power” y “Soft Power”, en esencia aluden a los elementos que
conforman esta concepción, empero se conoce que uno de los objetivos de la
administración Trump es incrementar aún más su superioridad militar.
Para
ello, plantean que Estados Unidos deben llevar a cabo esta estrategia mediante
el empleo de sus FF.AA., el poder diplomático, y económico. Los pasos
específicos incluyen a lo siguiente:
Poder militar
.. Preservar
la preponderancia del poder y el
liderazgo militar de EE.UU.
..
Eliminar las restricciones de la Ley de Control del Presupuesto de 2011 y la amenaza del llamado “secuestro”.
..
Fortalecer y modernizar las capacidades de las alianzasde EE.UU.
.. Actualizar
la disuasión mediante el incremento de la credibilidad de los compromisos de
seguridad existentes de EE.UU. y desarrollando respuestas
proporcionadas a las agresiones contra gobiernos no aliados.
.. Avanzar
hacia un equilibrio en el ciberespacio construyendo expectativas creíbles entre los
aliados, rivales, y los actores no-estatales acerca de las capacidades ofensivas y defensivas de EE.UU., y la magnitud
de una acción de respuesta norteamericana contra determinados ataques.
..
Modernizar el arsenal nuclear norteamericano y la infraestructura nuclear
apoyando y tranquilizando a sus aliados acerca del continuado compromiso norteamericano
a la extensión de la disuasión.
Poder diplomático
..
Construir "situaciones de fuerza" con los aliados y socios antes de
negociar con los rivales.
..
Reafirmar los intereses y compromisos norteamericanos, particularmente a aliados
y socios.
.. Asumirtanto
nuevas como viejas plataformas multilaterales para enfrentar los problemas
compartidos.
.. El
ganar el apoyo de los aliados para la diplomacia coercitiva.
..
Mantener los valores de democracia y derechos humanos en la diplomacia norteamericana.
Poder económico
..
Esperar y prepararse para una nueva crisis financiera internacional.
.. Reconocer
que una economía nacional fuerte requiere una economía global fuerte.
..
Hacer la diplomacia económica más ambiciosa enfrentando los numerosos desvíos y
problemas en la economía global que impactan y perjudican directamente a los Estados Unidos y los obreros norteamericanos.
..
Reforzarresponsablementeel poder económico utilizando las sanciones en respuesta a
actos excepcionales de agresión o ilegalidades, buscando el apoyo
multilateral, y teniendo presente el interés americano en una economía global
abierta.
..
Tomardecisiones económicas que tengan en cuenta la necesidad de mantener las
ventajas competitivas de EE.UU. y lasnecesidades de la seguridad nacional en las próximas décadas.
CONCLUSIONES.
Como
era lógico esperar, el documento de marras recoge un conjunto de ideas
elaboradas por los sesudos especialistas de la BrookingInstitution enfocadas en
mantener el llamado “liderazgo norteamericano” a nivel global; como se expresa
en su nombre, enfatiza en la adopción de “Situaciones de Fuerza” (“Situations
of Strength”, como dice el título del documento), recalcando que es el poder
militar la carta principal a la que tendrá que apostar la oligarquía norteamericana
en su objetivo de prolongar todo lo posible las grandes ventajas y ganancias
que ha obtenido durante todo este período histórico tras el final de la Segunda
Guerra Mundial, y en cual EE.UU. emergió como la principal potencia
imperialista a nivel planetario.
Esperemos
que la sensatez impere a nivel global, y que los pueblos del mundo, incluido el
norteamericano, ejerzan su influencia para evitar que devenga un final
catastrófico para la Humanidad, por la tozudez
imperialista de intentar retener sus posiciones de dominio mediante la fuerza
militar; lo que necesitan los pueblos del mundo es que los grandes recursos que
se dedican a las armas se empleen en enfrentar el hambre, las enfermedades, el
subdesarrollo y el cambio climático: como escribiera nuestro Comandante en Jefe[iii]:La paz ha sido el sueño dorado de la humanidad y
anhelo de los pueblos en cada momento de la historia.¡Un
Mundo Mejor es posible!
[i]Dale, Catherine. CRS 43174 National
Security Strategy: Mandates, Execution to Date, and Issues for Congress.
Congress Research Service, Washington, August 6, 2013
[ii] Building “Situations of Strength”, A National Security Strategy for the
United States
https://www.brookings.edu/wp-content/uploads/2017/02/fp_201702_ofc_report_web.pdf
[iii]Castro Ruz Fidel Luchar por la paz es el deber más sagrado de todos los seres humanos http://www.cubadebate.cu/reflexiones-fidel/2016//02/21/luchar-por-la-Paz-es-ei-deber-mas-sagrado-de-todos-los-humanos/
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