viernes, 25 de abril de 2014

Armas nucleares y Cambio Climático:


¿Qué hacer por la supervivencia de la especie humana?


Por Leyde E. Rodríguez Hernández


Esta semana tuve el placer de presentar en el XI Seminario de Relaciones Internacionales, ISRI 2014, que se celebra en La Habana, del 23 al 25 de abril, una ponencia sobre los dos grandes desafíos de la Humanidad en el siglo XXI: las armas nucleares y el cambio climático global, en la que ofrecí las siguientes consideraciones:

Hay que hacer una diferenciación entre las amenazas que invocan los Estados Unidos y sus aliados, y las amenazas que esta coalición o bloque de poder imperialista generan a la humanidad. En realidad, el término humanidad está poco presente en las teorizaciones de las relaciones internacionales en su sentido anglosajón, porque están centradas en los intereses de seguridad de las grandes potencias. 

La humanidad no podrá responder a los colosales desafíos que amenazan su propia existencia, si no lo hace mediante una nueva concertación de esfuerzos entre todas las naciones, en particular, sobre la eliminación de las armas nucleares y el cambio climático global, pues las armas nucleares son las de mayor capacidad destructiva y efecto terrorista en toda la historia de la humanidad. De ser utilizadas acelerarían el cambio climático planetario, haciendo avanzar la amenaza de extinción de la especia humana. 

En la ponencia recuerdo el proceso en los Estados Unidos para la obtención de la bomba atómica hasta la elaboración de la estrategia nuclear en la “guerra fría”. El cambio en la tecnología militar ocasionado por el surgimiento del armamento atómico, lo cual ha tenido inevitables repercusiones políticas y militares durante la bipolaridad del sistema internacional y, después de esta, en 1991, tras la desaparición de la URSS.

Desde entonces, las armas nucleares forman parte de la planificación estratégica y política de los Estados Unidos. Fue y ha sido el mecanismo ideal de imposición de los objetivos norteamericanos al sistema internacional y, en especial, una carta de triunfo para enfrentar a las posiciones de la antigua diplomacia soviética.

Sin embargo, muy temprano algunos científicos como físico J. Robert Oppenheimer, advirtieron del peligro de las armas nucleares. Así expresó: “Cuando la guerra concluya, no hay razón para continuar trabajando en la bomba nuclear (…) ella nos llevará a la comunidad primitiva.” La mayoría de los físicos reflejaron su repulsión al proyecto, después del uso de la bomba atómica en Japón, y su optimismo de que, con el establecimiento de la paz, la investigación y el desarrollo de las armas nucleares podría ser innecesaria.

Pero, en las concepciones militares norteamericanas, las armas nucleares tienen un lugar central en la estrategia de disuasión, a la que no han renunciado, porque como dijo Henrry Kissinger: “las armas nucleares son “nuestras mejores armas”, el resultado de nuestra tecnología más adelantada. Dejar de emplearlas equivale a renunciar a las ventajas de un potencial industrial superior”.

Estas concepciones están inspiradas en el “realismo político”, escuela de pensamiento dominante en los estudios académicos y en la política exterior de los Estados Unidos hasta la actualidad.

En la narrativa de la ponencia hay varias ideas esenciales bajo el subtitulo de “infierno y barbarie nuclear”, en el que he tratado de recrear los testimonios ofrecidos por los Hibakushas: así llaman a los sobrevivientes de la masacre atómica de Hiroshima y Nagasaki, durante su encuentro con Fidel Castro en La Habana en el 2012.

Lo más preocupante es el daño a la naturaleza: la tragedia como un escape grande de radiación que ha contaminado la tierra y las aguas, dañando toda la agricultura y la pesca.

El uso de las armas nucleares produce un cambio climático abrupto a través del invierno nuclear. Por eso explico en la ponencia que los efectos serían devastadores, puesto que los daños causados por la precipitación radioactiva sobre extensas zonas, el agotamiento del ozono por los óxidos nitrosos de las explosiones nucleares y los cambios climáticos producidos por el humo de grandes y prolongados incendios afectaría gravemente a la mayor parte del planeta.

Incluso en tiempo de paz, las actividades militares - especialmente aquellas que envuelven armas nucleares - afectan al medio ambiente, puesto que se continúa con la producción y ensayo de armamentos, la instrucción de combate y las maniobras, la construcción de bases e instalaciones militares y el mantenimiento de estados de alerta y de preparación para el combate, así como los accidentes. Por lo demás, el desarme nuclear también implica problemas ecológicos que deben evitarse.

Si las armas nucleares, por su alto poder destructivo, carecen de utilidad militar, porque su uso provocaría un invierno nuclear de imprevisibles consecuencias para la vida en el planeta, entonces es necesario destruirlas y así nuestra especie se protegería de los accidentes, los errores de cálculo o cualquier actividad demencial que provoque su uso.

Mientras existan las armas nucleares, implican siempre el peligro de que ocurra el conflicto que nadie puede desear: la guerra nuclear.

Se requiere de un cambio de paradigma en las concepciones de la política exterior de las grandes potencias que propicie el abandono de las doctrinas y estrategias político-militares de la “guerra fría”, tales como la disuasión nuclear y las concepciones de seguridad internacional sustentadas en los presupuestos de la Destrucción Mutua Asegurada (DMA).

A pesar de la compleja coyuntura de la política internacional actual y de las posiciones antagónicas entre las principales potencias mundiales, sí se podría lograr el objetivo del cese de la carrera de armamentos nucleares y el desarme nuclear, mediante las siguientes propuestas de acciones o medidas: a)    Creación de una cultura política o educación mundial de paz y contra las armas nucleares; b) Cesación del desarrollo y el perfeccionamiento cualitativo de las armas nucleares; c)  Cesación de la producción de todos los tipos de armas nucleares y de sus vectores y de la producción de material fisionable para armas; d) Aplicación de los avances de la ciencia y la tecnología en el desarme nuclear; o sea, en beneficio de la humanidad. Además, el desarme nuclear también implica preservar la ecología planetaria, lo que debe hacerse a través de los mejores resultados alcanzados por la ciencia y las nuevas tecnologías; e) Reducción de los gastos militares y utilización de los recursos destinados al mantenimiento de los arsenales nucleares, para el desarrollo, atendiendo a la conexión intrínseca entre desarme y desarrollo.

Lo más avanzado en política internacional en el plano propositivo sobre el desarme nuclear es la Declaración de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) aprobada por los Altos Funcionarios de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), reunidos el 20 de agosto en la ciudad de Buenos Aires, República Argentina. A eso se suma que América Latina y el Caribe es una zona libre de armas nucleares y de paz, aunque hay que decir que los Estados Unidos mantienen numerosas bases militares en la región y que Gran Bretaña, que usurpa las Islas Malvinas, realiza maniobras militares en el área con submarinos y medios navales que portan armas nucleares.

Todo está aún por hacerse para alcanzar el desarme nuclear, ahí radica la importancia de la  perspectiva teórica sobre el desarme nuclear.  Lo que si tengo claro es que los actores estatales y no estatales debieran actuar con urgencia a favor de la construcción de nuevas perspectivas políticas y económicas que contribuyan a la transformación de las relaciones internacionales, única vía conducente hacia el logro de un desarme general y completo, que incluya a las peores armas: las nucleares.

Quiero enfatizar que el 13 de abril el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) publicó la tercera y última parte de un informe en el que se advierte sin rodeos que solo tenemos 15 años para evitar superar el umbral de un calentamiento global de dos grados. Más allá, las consecuencias serán dramáticas. Pero no ha habido un solo comentario de los principales líderes mundiales de un planeta en el que habitan 7.500 millones de personas.

Solo los más miopes no toman conciencia de qué se trata: desde el aumento del nivel del mar, hasta más frecuentes huracanes y tormentas y un impacto adverso en la producción de alimentos.

La principal conclusión es que para detener la carrera hacia un punto sin retorno en el cambio climático del planeta, las emisiones globales deben reducirse entre 40 y 70 por ciento antes de 2050.

Solo las grandes modificaciones institucionales y tecnológicos darán una oportunidad superior a 50 por ciento de que el calentamiento global no traspase el límite de seguridad, y agrega que las medidas deben comenzar a más tardar en 15 años, completándose en 35.

Algunos expertos consideran que las principales economías deben fijar un impuesto a la contaminación con dióxido de carbono, elevando el costo de los combustibles fósiles, para impulsar el mercado de fuentes de energías limpias, como la eólica, la solar o la nuclear.

Diez países son los causantes de 70 por ciento del total de la contaminación mundial de gases de efecto invernadero, mientras Estados Unidos y China son responsables de 55 por ciento de esa magnitud.

La clave de cualquier acuerdo global sobre el cambio climático está en manos de Estados Unidos. El Congreso de ese país ha bloqueado toda iniciativa sobre el control climático, proporcionando una salida fácil para China, India y el resto de los contaminadores: “¿por qué debemos asumir compromisos y sacrificios, si Estados Unidos no participa?”.

Para concluir solo quiero decir que el progreso es equivalente al desarme y la paz. Sin desarme y paz global, otro mundo no sería posible, porque las armas nucleares son un componente clave en el no cambio de la política internacional o del estatus quo del sistema internacional actual.  El arma nuclear es un obstáculo para la transformación y la democratización de las relaciones internacionales.
    
En pocas palabras, en los tiempos difíciles que corren para la vida en la Tierra, la tarea impostergable, no exenta de audacia política en esta hora cargada de amenazas, es la necesidad de “pensar la paz” y el desarme nuclear, lo cual está directamente relacionado con el cambio climático global, cuyos nefastas consecuencias son nuevos elementos que se agregan a la conflictividad internacional y a la geopolítica del siglo XXI.


miércoles, 23 de abril de 2014

FRANCIA: EL FIN DE LA HEGEMONÍA DEL CÁRTEL DE “LA INFORMACIÓN”



La propaganda del imperio anglosajón nos ha hecho creer que Estados Unidos es “el país de la libertad” y que sus guerras no tienen otro objetivo que la defensa de sus ideales; pero la crisis ucraniana acaba de modificar las reglas del juego…

Por Thierry Meyssan

Los gobernantes siempre tratan de convencer de que están haciendo lo correcto porque las multitudes no siguen a alguien a sabiendas de que no tiene la razón. El siglo XX se caracterizó por el surgimiento de nuevos métodos de propagación de ideas que nada tienen que ver con la verdad. Los occidentales afirman que la propaganda moderna comenzó con el ministro nazi Joseph Goebbels. Así tratan de hacer olvidar que el arte de falsear la percepción de las cosas fue desarrollado desde mucho antes por los anglosajones.

En 1916, el Reino Unido creó en Londres la Wellington House y más tarde la Crewe House. Simultáneamente, los estadounidenses creaban el Comittee on Public Information (CPI). Partiendo del principio que la Primera Guerra Mundial era un enfrentamiento de masas y no de ejércitos, aquellos organismos trataron de intoxicar a sus propios pueblos, al igual que a los de sus aliados y sus enemigos.

La propaganda moderna comienza con la publicación en Londres del informe Bryce sobre los crímenes de guerra de Alemania, documento que fue traducido a 30 idiomas. Según el informe Bryce, el ejército alemán había violado a miles de mujeres en Bélgica, así que los británicos estaban luchando contra la barbarie. Al terminar la Primera Guerra Mundial se descubrió que todo el informe era una mentira enteramente fabricada con testimonios falsos y con ayuda de varios periodistas.

Mientras tanto, en Estados Unidos George Creel inventó una historia que presentaba la Guerra Mundial como una cruzada de las democracias por una paz que concretaría los derechos de la humanidad.

Los historiadores han demostrado que la Primera Guerra Mundial tuvo causas tan inmediatas como profundas, siendo la más importante de ellas la rivalidad entre las grandes potencias que competían entre sí por extender sus imperios coloniales.

Los burós de propaganda de Estados Unidos y del Reino Unido eran organismos secretos que trabajaban para el Estado. Se diferenciaban de la propaganda leninista que ambicionaba “revelar la verdad” a las masas ignorantes, en que los anglosajones trataban de engañarlas y manipularlas. Y para lograrlo, los organismos estatales anglosajones tenían que actuar a escondidas y usurpando falsas identidades.

Después de la desaparición de la Unión Soviética, Estados Unidos dio menos importancia a la propaganda y optó por las “Relaciones Públicas”. El objetivo ya no era mentir, sino llevar a los periodistas de la mano para que vieran únicamente lo que se les mostraba. Durante la guerra de Kosovo, la OTAN recurrió a Alastair Campbell, un consejero del primer ministro británico, para contarle diariamente a la prensa una historia diferente. Mientras los periodistas se entretenían en reportar las historias de Campbell, la alianza atlántica podía bombardear “en paz”. El objetivo no era tanto mentir sino más bien desviar la atención.

Pero lo que se ha dado en llamar story telling (en español, “contar historias”) cobró gran fuerza con el 11 de septiembre de 2001. El objetivo era concentrar la atención del público sobre los atentados de Nueva York y Washington para que no viera el golpe de Estado militar que se produjo aquel mismo día: traspaso de los poderes ejecutivos del presidente George W. Bush a una entidad militar secreta y detención camuflada de todos los miembros del Congreso estadounidense. Aquella operación de intoxicación fue obra de Benjamin Rhodes, actual consejero del hoy presidente Barack Obama.

Durante los siguientes años la Casa Blanca creó un sistema de intoxicación con sus principales aliados (Reino Unido, Canadá, Australia y, claro está, Israel). Esos cuatro gobiernos recibían diariamente instrucciones, incluso discursos completamente redactados, enviados por el Buró de Medios Globales para justificar la guerra contra Irak y calumniar a Irán.

Desde 1989, Washington se apoyaba en la CNN para divulgar rápidamente sus mentiras. Con el tiempo, Estados Unidos fue creando un cártel de cadenas informativas de televisión vía satélite (Al-Arabiya, Al-Jazeera, BBC, CNN, France24, Sky). En 2011, durante los bombardeos de la OTAN contra Trípoli, la OTAN logró convencer bruscamente a los libios de que habían perdido la guerra y que era inútil proseguir la resistencia.

Sin embargo, en 2012, la OTAN no logró reeditar la maniobra para convencer a los sirios de que el derrocamiento de su gobierno era inevitable. La repetición de aquella maniobra falló porque los sirios habían tenido conocimiento de lo sucedido en Libia, donde las cadenas de televisión internacionales habían manipulado la situación. Sabiendo aquello, el Estado sirio tuvo tiempo de prepararse para contrarrestar la manipulación que se había preparado. Este fracaso marcó el fin de la hegemonía del cártel de “la información”.

La actual crisis entre Washington y Moscú sobre la situación en Ucrania ha obligado a la administración Obama a revisar su sistema. Ya Washington no es el único que logra hacerse oír sino que tiene que tratar de rebatir los argumentos del gobierno y los medios de prensa rusos, accesibles en todas partes del mundo a través de transmisiones satelitales y de internet. El secretario de Estado John Kerry ha tenido que nombrar un nuevo secretario adjunto a cargo de la propaganda: el ex redactor jefe de Time Magazine, Richard Stengel. En realidad, Stengel ya estaba en funciones antes del 15 de abril de 2014, fecha en que prestó juramento para el cargo. Pero el 15 de marzo ya había enviado a los principales medios de la prensa atlantistas una “Hoja Informativa” sobre las “10 falsedades” de Vladimir Putin sobre Ucrania. Lo mismo había hecho el 13 de abril, distribuyendo un segundo documento con “otras 10 falsedades”.

Lo primero que salta a la vista al leer ese texto es la necedad que lo caracteriza. El texto apunta a validar la historia oficial sobre una revolución en Kiev y a desacreditar el discurso ruso sobre la presencia de nazis en el nuevo gobierno ucraniano, cuando ya se sabe que en Kiev no hubo una revolución sino un golpe de Estado fomentado por la OTAN y ejecutado por Polonia e Israel con una mezcla de recetas para “revoluciones de colores” y “primaveras árabes”.

Los periodistas que recibieron las “hojas informativas” del gobierno de Estados Unidos y que se hicieron eco de su contenido, también conocen perfectamente el contenido de la conversación telefónica de la secretaria de Estado adjunta Victoria Nuland sobre cómo Washington iba a cambiar el régimen en Ucrania –en detrimento de la Unión Europea– y la del ministro estoniano de Relaciones Exteriores Urmas Paets sobre la verdadera identidad de los francotiradores de la plaza Maidan. Y también habían tenido conocimiento anteriormente de las revelaciones del semanario polaco Nie sobre el entrenamiento de los cabecillas nazis en la Academia de Policía de Polonia, 2 meses antes de los hechos de la plaza Maidan. En cuanto a negar la presencia de nazis en el nuevo gobierno ucraniano, es como decir que el sol sale de noche: No hace falta ir a Kiev para comprobarlo, basta con leer los escritos de los actuales ministros y escuchar sus declaraciones.

A fin de cuentas, si bien todos los argumentos que Washington se toma el trabajo de enviar por escrito a las redacciones permiten crear la ilusión de que existe un consenso de la gran prensa atlantista, el hecho es que no tienen la menor posibilidad de llegar a convencer a los ciudadanos mínimamente curiosos. Por el contrario, es tan fácil descubrir el engaño navegando un poco por internet, que ese tipo de manipulación no logrará otra cosa que reducir aún más la credibilidad de Washington.

El 11 de septiembre de 2001, el unanimismo de la prensa atlantista permitió convencer a la opinión pública internacional. Pero el trabajo que numerosos periodistas y ciudadanos –entre los que tengo el honor de contarme– han venido realizando desde entonces ha demostrado la imposibilidad material de lo que se afirma en la versión oficial. Trece años después de los hechos, cientos de millones de personas han tomado conciencia de aquellas mentiras. Y serán cada vez más numerosas… gracias al nuevo dispositivo estadounidense de propaganda. El resultado final es que quienes se hacen eco de la propaganda de la Casa Blanca, principalmente los gobiernos y los medios de prensa de la OTAN, están destruyendo su propia credibilidad.

Barack Obama y Benjamin Rhodes, John Kerry y Richard Stengel trabajan solamente para el corto plazo. Su propaganda sólo convence a los pueblos por espacio de algunas semanas. Pero los indignan cuando descubren la manipulación. Estos personajes están socavando involuntariamente la credibilidad de las instituciones de los Estados de la OTAN que se hacen eco de su propaganda conscientemente. Han olvidado que la propaganda del siglo XX funcionaba únicamente porque el mundo estaba dividido en dos bloques que no comunicaban entre sí y que el monolitismo al que hoy aspiran es incompatible con los nuevos medios de comunicación.

Aunque no ha terminado todavía, la crisis de Ucrania ya ha cambiado profundamente el mundo. Al contradecir públicamente al presidente de Estados Unidos, Vladimir Putin ha dado un paso que en lo adelante impide el éxito de la propaganda estadounidense.


RED VOLTAIRE                    

21 de abril de 2014                               

sábado, 19 de abril de 2014

Náufrago en tierra firme


Por Gabriel García  Marquez


El viernes, cuando Juan Miguel González fue a la escuela por su hijo Elián para pasar juntos el fin de semana, le dijeron que Elizabeth Brotons, su antigua esposa y madre del niño, se lo había llevado al mediodía y no lo había devuelto en la tarde. A Juan Miguel le pareció normal en su rutina de  divorciado.

Desde que Elizabeth y él se habían separado en los mejores términos, dos años antes, el niño vivía con su padre, y alternaba sus días entre la casa de éste y la de su madre. Pero en vista de que la puerta de  Elizabeth estuvo con candado no sólo el fin de semana, sino también el lunes, Juan Miguel empezó a hacer averiguaciones. Fue así como descubrió la mala noticia que ya empezaba a ser de dominio público en la ciudad de Cárdenas: la madre de Elián se lo había llevado para Miami, junto con 12 personas más, en un bote de aluminio de cinco metros y medio de largo, sin salvavidas y con un motor decrépito muchas veces remendado. Era el 22 de noviembre de 1999. "Aquel día se me acabó la vida", dice Juan Miguel cuatro meses después. Desde que se divorciaron había mantenido con Elizabeth una relación cordial y estable, pero más bien insólita, pues siguieron viviendo bajo el mismo techo y compartiendo sus sueños en la misma cama, con la esperanza de lograr como amantes el hijo que no habían podido tener de casados. Parecía imposible. Elizabeth quedaba encinta, pero sufría abortos espontáneos en los cuatro primeros meses de embarazo. Al cabo de siete pérdidas, y con una asistencia médica especial, nació el hijo tan esperado, para el cual tenían previsto un nombre único desde que se casaron: Elián.

El nombre ha llamado la atención fuera de Cuba. Se ha escrito sin rubor que Elián era su patriarca bíblico, y un periódico lo ha celebrado como un  hallazgo de Rubén Darío. Para los cubanos, en cambio, Elián es un nombre como cualquiera de los muchos que ellos inventan a espaldas del santoral: Usnavi, Yusnier, Cheislisver, Anysleidis, Alquimia, Deylier, Anel. Sin embargo, lo que hicieron Elizabeth y Juan Miguel fue crear para el recién nacido un nombre equitativo con las tres primera letras del nombre de ella, Elizabeth, y las dos finales del nombre de Juan. Elizabeth tenía 28 años cuando se llevó al niño para Miami. Había sido una  buena estudiante de hotelería, y seguía siendo simpática y servicial como camarera de primer grado en el hotel Paradiso -Punta Arenas de Varadero-. Su padre dice que a los 14 años estaba ya enamorada de Juan Miguel González, y se casó con él a los 18. "Éramos como hermanos", dice Juan Miguel, un hombre  pausado, de buen carácter, que también trabaja en Varadero como dependiente cajero en el parque Josone. Ya divorciados y con el niño, Juan Miguel y Elizabeth siguieron viviendo juntos en la ciudad de Cárdenas -donde nacieron y vivieron todos los protagonistas de este drama- hasta que ella se enamoró del hombre que le costó la vida: Lázaro Rafael Munero, un guapo de barrio, mujeriego y sin empleo fijo, que no aprendió el judo como cultura física, sino para pelear, y lo habían condenado a dos años de cárcel por robo con fuerza en el hotel Siboney de Varadero. Juan Miguel, por su parte, se casó más tarde con Nelsy Carmeta, con quien hoy tiene un hijo de seis meses que fue el amor de la vida de Elián hasta que Elizabeth se lo llevó para Miami.


Juan Miguel no tuvo que perder tiempo para saber dónde estaba su hijo, porque en el Caribe se sabe todo. "Inclusive antes de que suceda", como me dijo uno de mis informantes. Todo el mundo sabía que el promotor y gerente de la aventura había sido Lázaro Munero, que había hecho por lo menos dos viajes clandestinos a los Estados Unidos para preparar el terreno. Así que tenía los contactos necesarios y bastantes agallas para llevarse no sólo a Elizabeth con el hijo, sino también a un hermano menor, a su propio padre con más de setenta años, y a su madre, todavía convaleciente de un infarto  Su socio en la empresa se llevó a la familia completa: su mujer, sus padres y su hermano, y a una vecina de enfrente cuyo esposo la esperaba en los Estados Unidos. A última hora, mediante el pago de mil dólares cada uno, se embarcó una muchacha de 22 años, Arianne Horta, con su hija de cinco años, Esthefany, y con Nivaldo Vladimir Fernández, marido de una amiga.

Una fórmula infalible para una buena recepción migratoria en los Estados  Unidos es llegar como náufrago a sus aguas territoriales. Cárdenas es un  buen punto de partida por su cercanía con la Florida, y por sus recodos marinos resguardados por manglares difíciles para los guardacostas que patrullan sus aguas. Además, el arte regional de barcas para la pesca en la vecina ciénaga de Zapata y la laguna del Tesoro facilita la materia prima para la construcción de embarcaciones ilegales. En especial, los tubos de aluminio para regadíos de cítricos, que se venden como pan barato cuando a no sirven para nada. Se dice que Munero debió gastarse unos 200 dólares en  billetes y 800 pesos cubanos más entre el motor y la construcción de la lancha. El producto final fue una chalupa no más larga que un automóvil, sin techo ni asientos, de modo que los pasajeros debieron viajar sentados en el fondo y a pleno sol. Se supone que el bote estaba listo desde septiembre pasado, a la espera de que pasara la estación de los huracanes. El motor fuera de borda no fue el que más les convino, sino el que pudieron encontrar con muchos años de zozobras en el estrecho de la Florida. Tres neumáticos de automóvil se embarcaron como salvavidas para 14 personas. No había sitio para uno más. Los tres eran negros, tal vez por la superstición caribe de que ese color ahuyenta los tiburones, que son cegatos por naturaleza. Antes de partir, la mayoría de los pasajeros se inyectaron Gravinol intravenoso para evitar el mareo.

Parece que habían zarpado el 20 de noviembre desde un manglar en las inmediaciones de Jagüey Grande, muy cerca de Cárdenas, pero tuvieron que regresar por una falla del motor. Allí permanecieron escondidos dos días, a la espera de que lo repararan, mientras Juan Miguel creía que el hijo estaba ya en Miami. Esta primera emergencia sirvió para que Arianne Hortas comprendiera que el riesgo de la aventura era excesivo para la hija, y resolvió dejarla en tierra con su familia para llevársela más tarde por una vía segura. Se ha dicho también que Elián tomó conciencia allí mismo de los peligros de la travesía, y lloraba a grito herido para que lo dejaran.

Munero, temeroso de que los descubrieran por el llanto, amenazó a la esposa: "O lo callas tú o lo callo yo". En definitiva, zarparon al amanecer del 22, con buena mar, pero con mal motor. Con un tiempo como aquél, el viaje puede hacerse entre 48 y 72 horas, con un barco de poco impulso. Los relatos que los sobrevivientes hicieron a la prensa en la Florida después del naufragio, y los que aumentaron por teléfono a sus familias de Cárdenas, volvieron de dominio público los pormenores pavorosos de la tragedia. Sus versiones son las únicas posibles  mientras no se conozca la de Elián. Según ellos, a la medianoche del 22, los responsables del viaje desmontaron el motor desahuciado y lo tiraron en el mar para aligerar la carga. Pero la barca, descompensada, dio una voltereta de costado y todos los pasajeros cayeron al agua. Sin embargo, una suposición de expertos es que la voltereta pudo haber roto las frágiles soldaduras de los tubos de aluminio, y la barca se hundió.

Fue el final, en una noche negra y en un infierno de pánico. Las personas mayores que no sabían nadar debieron ahogarse al instante. Un factor contra la mayoría debió ser el Gravinol, que, en efecto, evita el mareo, pero provoca somnolencia y entorpece los reflejos. Arianne y Nivaldo se agarraron a uno de los neumáticos; Elián y tal vez su madre se agarraron de otro. Nada se supo del tercer neumático. Elián sabe nadar, pero Elizabeth no sabía, y bien pudo soltarse en medio de la confusión y el terror. "Yo vi cuando mamá se perdió en el mar", diría el niño a su padre después por teléfono. Lo que es difícil de entender, aunque merece ser cierto, es que ella tuvo la serenidad y el tiempo para darle al hijo una botella de agua dulce.

Con sus datos erróneos, Juan Miguel tuvo el presagio de la tragedia antes de que ocurriera. Había llamado varias veces a su tío Lázaro González, que vive en Miami desde hace años, e hizo averiguaciones de llegadas clandestinas o naufragios recientes, pero no le dieron razones de nada. Por fin, al amanecer del jueves 25 estallaron las noticias sucesivas. El cadáver de una mujer mayor fue encontrado en la playa por un pescador. Más tarde aparecieron vivos Arianne y Nivaldo, aferrados a uno de los neumáticos. Poco después se supo que un niño había aparecido frente a Fort Lauderdale, inconsciente y escaldado por el sol, y no amarrado, sino acostado bocarriba sobre otro neumático. Era Elián, el último sobreviviente.

La determinación de Juan Miguel desde que lo supo fue hablar por teléfono con el niño, pero no sabía adónde. El 25 lo llamó un médico de Miami para informarse de las enfermedades que Elián había tenido, las medicinas que toleraba mal, las operaciones que le hubieran hecho. Entonces supo con una gran alegría que era el mismo Elián quien había dado en el hospital el nombre de su padre y el teléfono y la dirección de su casa en Cárdenas. Juan Miguel dio los datos solicitados por el médico, y éste volvió a llamarlo el día siguiente para que hablara con Elián. Conmovido, pero con voz firme, Elián le contó a su padre cómo había visto ahogarse a su madre. También le dijo que había perdido la mochila y el uniforme de la escuela; Juan Miguel lo interpretó como un síntoma de desorientación y trató de ayudarlo. "No, papo", le dijo, "el uniforme tuyo está aquí y la mochila la tengo para cuando vuelvas". Sin embargo, también es posible que Elián tuviera otro juego de útiles en casa de su madre o que se lo hubieran comprado a última hora para que no insistiera en volver a su casa. Su apego a la escuela, que es famoso entre sus maestros y condiscípulos, así como sus deseos de volver a clase, tuvieron una demostración palmaria unos días después, cuando habló por teléfono con su maestra: "Cuídenme bien mi pupitre".

Desde las primeras llamadas, Juan Miguel se dio cuenta de que alguien en Miami entorpecía las conversaciones telefónicas con su hijo. "Es bueno que usted sepa que desde el principio hacían todo lo posible para sabotearnos", me dijo. "A veces le hablan a gritos al niño mientras conversamos, suben al máximo el volumen de los dibujos animados en la televisión o le ponen un caramelo en la boca para que no se le entienda lo que dice". Estas artimañas fueron sufridas también en carne propia por Raquel Rodríguez y Marcela Quintana, las abuelas de Elián, durante su tormentosa visita a Miami, cuando un agente de la policía, a órdenes de una monja frenética, les arrebató el teléfono celular con que ellas daban noticias del niño a sus familias de Cuba. La visita, que había sido prevista para dos días, se redujo al final a 90 minutos, con toda clase de interrupciones provocadas y con no más de un cuarto de hora a solas con Elián. De modo que volvieron a Cuba escandalizadas de cuánto lo habían cambiado. "Éste no es el mismo niño de antes", dijeron, atribuladas por la timidez y el retraimiento del que recordaban como un niño vivaz, inteligente y con una aptitud admirable para el dibujo. "¡Hay que salvarlo!".

A nadie en Miami parece importarle el daño que le están causando a la salud mental de Elián con los métodos de desarraigo cultural a que lo tienen sometido. En la fiesta de sus seis años, que cumplió el pasado 6 de diciembre en el cautiverio de Miami, sus anfitriones interesados lo retrataron con casco de combate, rodeado de armas mortíferas y envuelto en la bandera de los Estados Unidos, poco antes de que un niño de su edad asesinó a tiros de revólver a una compañera de escuela en el Estado de Michigan. No eran juguetes de amor, por supuesto, sino síntomas inequívocos de una conspiración política que millones de cubanos atribuyen sin reservas a la Fundación Cubano-Norteamericana, creada por Jorge Mas Canosa y sostenida por sus herederos, que al parecer está gastando millones de dólares para que Elián no sea devuelto a su padre. Es decir: el verdadero naufragio de Elián no fue en alta mar, sino cuando pisó la tierra firme en los Estados Unidos.

La rabia de los cubanos ante esta expropiación insólita tiene pocos precedentes aun en su propia revolución. La movilización popular y el torrente de ideas que se ha generado en el país para exigir el regreso del niño usurpado es espontánea y espectacular. Con una novedad: la participación masiva de la juventud y la infancia. El poeta católico Cintio Vitier, asombrado por la torpeza de los Estados Unidos, escribió en un poema para Elián: "¡Qué tontos! Nos han unido para siempre". Desde la otra orilla, un desafecto a la revolución dijo lo mismo de otro modo: "Los yanquis son tan brutos que han arrojado a la juventud cubana en brazos de Fidel".

Sin embargo, la empresa para quedarse con Elián tiene plata y poder, aun contra los órganos de justicia de los Estados Unidos, cuyo Servicio Nacional de Inmigración (INS) reconoció a Juan Miguel el pasado 5 de enero como la única persona habilitada para representar al niño y actuar en su nombre. El 24 de enero, la secretaria de Estado adjunta para asuntos consulares, embajadora Mary A. Ryan, pidió de manera expresa y pública que el niño fuera devuelto a su padre a la mayor brevedad, y advirtió que una decisión contraria "estará en total desacuerdo con los principios que nosotros defenderíamos en el caso de un niño norteamericano". El presidente Clinton declaró para la prensa: "En este caso no debe interferir ningún asunto político, sino respetar la decisión del INS".

No parece casual hasta qué punto el tema de la patria potestad ha incidido en las tensiones entre los Estados Unidos y la revolución cubana desde sus orígenes. En 1960, bajo la Administración de Eisenhower, cuando la CIA inventó letra por letra y puso a circular en Cuba una falsa ley según la cual los niños cubanos serían arrebatados a sus padres por el Gobierno revolucionario y enviados para adoctrinamiento precoz en la Unión Soviética. Infundios aún más truculentos decían que los niños más apetitosos serían enviados a los mataderos de Siberia para que los devolvieran como carne enlatada, y que cincuenta madres de Bayamo, en el oriente de Cuba, habían preferido matar a sus hijos menores antes que someterlos a la ley siniestra.

Esto fue lo que los mismos Estados Unidos bautizaron como la operación Peter Pan. A pesar de los desmentidos formales de Cuba, el Gobierno de Eisenhower llegó a un acuerdo secreto con la Iglesia católica norteamericana para que los padres cubanos pudieran enviar a sus hijos a los Estados Unidos sin padres, ni pasaporte ni equipaje. El éxodo desgarrador, en el cual invirtieron los Estados Unidos 28 millones de dólares, se convirtió en una comunidad de falsos huérfanos integrados a la fuerza en la cultura norteamericana. ¿Sería perverso asociar el caso de Elián con el fantasma de una nueva operación Peter Pan? No he podido evitarlo al escuchar el alegato público de un distinguido abogado de los servicios de inmigración de Miami, José Pertierra, que llegó de Cuba a los 12 años en aquel torrente de hijos sin padres, y acaba de hacer por televisión un alegato público para que se reconozca la patria potestad al padre de Elián. "Ni la familia que está en los Estados Unidos dice que este padre es un mal padre", dijo el doctor Pertierra. "Lo que dicen es que no les gusta la política de Fidel Castro, pero Fidel Castro no es el padre de este hijo". Al final de la entrevista dejó flotando un grano de pimienta en la sopa. "Lo más preocupante", dijo, "es que los jueces de la Florida son electos, y devolver este niño a Cuba podría costarle la elección a un juez de Miami". Por lo pronto ha llamado la atención que el juez King, el primero que debía decidir esta causa, tuvo que declararse impedido por sus vínculos con la Fundación Cubano-Norteamericana. 

Su sucesor, el juez Hoelever, sufrió un dudoso derrame cerebral. Michael  Moore, el juez actual, no parece tener mucha prisa para fallar antes de las elecciones. De todos modos, a muchos cubanos les inquieta que el Gobierno de Clinton no se atreva a devolver al niño, a pesar de sus leyes y sus propias convicciones, por temor de que el candidato demócrata, Al Gore, pierda los votos de la Florida. Sin embargo, la pérdida jurídica e histórica puede ser para los Estados Unidos mucho más costosa que la electoral, pues más de 10.000 niños norteamericanos andan hoy por el mundo, sacados de su país por uno de sus padres sin autorización del otro. Lo grave para ellos es que silos cónyuges que se quedaron en los Estados Unidos quieren recuperarlos, el precedente de Elián podrá ser usado para impedirlo.

Gabriel García Márquez La Habana, 15 de marzo de 2000 



jueves, 17 de abril de 2014

El panamericanismo, vivito y coleando



Por Roberto Miguel Yepe Papastamatin
Centro de Estudios Hemisféricos y sobre Estados Unidos (CESHEU)
Universidad de La Habana


Quienes se han apresurado a decretar que el panamericanismo está muerto o moribundo, o tienden a minimizar la importancia estratégica que (lamentablemente) tiene la región de América Latina y el Caribe dentro de la estrategia global estadounidense, harían bien en revisar las ideas contenidas en el breve documento que coloco debajo.

Algunos podrían argumentar que se trata de un texto rutinario e intrascendente, lleno de palabras vacías y frases gastadas. Es un razonamiento atendible, pero que no comparto. Lo simbólico también es muy importante en política y esta acción se inscribe dentro de uno de los esfuerzos más consistentes y sistemáticos desplegados por la diplomacia estadounidense casi desde sus propios orígenes: la creación y permanente recreación de una pretendida “comunidad” hemisférica en función de sus intereses, que ha incluido recursos tales como intentar “robarse” los idearios de Bolívar y Martí para la causa panamericanista.

Pero el asunto no se queda en el plano de las ideas ni en el papel. Al tiempo que trabajan activamente para recuperar su capacidad de control político en el continente -sensiblemente dañada desde la Revolución cubana y muy disminuida a partir del nuevo ciclo iniciado con la primera victoria electoral de Hugo Chávez -, los Estados Unidos y sus múltiples y poderosos aliados criollos no han dejado de desarrollar acciones y de impulsar procesos concretos de trascendencia estratégica en las áreas mencionadas en el documento (comercio, educación y energía) o en aquellas que omite, como el campo militar y de la seguridad, en el que se ejecutan iniciativas y se aplican nuevos conceptos que lesionan severamente la soberanía de los estados latinoamericanos y caribeños implicados.

Dentro de las “prioridades” del momento (Ucrania, Siria, Palestina-Israel, entre otras) y con crisis presupuestaria o sin ella, los Estados Unidos siempre encuentran espacio y recursos para no descuidar su “back yard”, como esta proclama de Obama evidencia. Y si no nos damos cuenta de eso, tendremos la pelea perdida de antemano.
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The White House
Office of the Press Secretary
For Immediate Release
April 11, 2014 

Presidential Proclamation -- Pan American Day and Pan American Week, 2014
BY THE PRESIDENT OF THE UNITED STATES OF AMERICA
A PROCLAMATION

On Pan American Day and during Pan American Week, the Western Hemisphere celebrates a significant anniversary in our shared history -- the birth of the International Union of American Republics, forerunner to the Organization of American States. In the 124 years since, our nations have faced great challenges and achieved great progress. We have built lasting friendships, created cultural exchanges, and worked in concert to meet the aspirations of all our peoples.

Today, the United States has more connections to our American neighbors than any other region in the world. These ties are essential to our security and prosperity, and they grow ever more vital with each passing year. Trade between our nations has surged. We are expanding educational exchanges that open doors to new markets, research, and opportunity. And in the international community, we work side-by-side to meet global challenges, from growing the world economy to combatting climate change. In the years to come, the United States will continue investing in clean energy, low-carbon development, and climate-resilient, inclusive growth. Alongside our regional partners, we will ensure that tomorrow's global energy map will be centered in the Americas.

Even more than shared interests, we are bound by shared ideals. After decades of progress, Latin America is assuming a greater role in world affairs. Together, Americans north and south have worked to strengthen civil society, and together we must stand for democracy, human rights, open markets, and fair trade. These practices advance peace and stability. They move us toward a world where -- from Boston to Buenos Aires, from Mexico City to Montreal -- human beings can pursue their dreams in freedom and dignity.

As we renew the ties between our countries and our peoples, let us reach for this future in the spirit of cooperation and mutual trust.

NOW, THEREFORE, I, BARACK OBAMA, President of the United States of America, by virtue of the authority vested in me by the Constitution and the laws of the United States, do hereby proclaim April 14, 2014, as Pan American Day and April 13 through April 19, 2014, as Pan American Week. I urge the Governors of the 50 States, the Governor of the Commonwealth of Puerto Rico, and the officials of the other areas under the flag of the United States of America to honor these observances with appropriate ceremonies and activities.

IN WITNESS WHEREOF, I have hereunto set my hand this eleventh day of April, in the year of our Lord two thousand fourteen, and of the Independence of the United States of America the two hundred and thirty-eighth.
BARACK OBAMA