martes, 7 de mayo de 2019

Medio Oriente: ¿Pasos hacia mayores contradicciones y violencia?

Por  María Elena Álvarez Acosta

 
El quehacer del magnate estadounidense ha aumentado las contradicciones y la situación de volatilidad en Medio Oriente. Foto: télam.

Donald Trump planteó tres ejes básicos con relación a Medio Oriente, en su campaña presidencial: la alianza con Israel, la lucha contra el terrorismo y la retirada de las tropas de Siria y Afganistán

Esto se ha cumplido de forma rápida y tardía.
En cuanto a lo que hemos calificado como forma rápida se encuentra: el apoyo irrestricto y sin límites a las acciones de la extrema derecha israelí, manifestado en:

  • El aval al aumento de los asentamientos (colonización) y la “limpieza étnica” en Cisjordania. Durante el gobierno de Trump se ha multiplicado por cuatro la construcción de casas de colonos israelíes. El gobierno de Netanyahu tiene planes para construir 10 mil 500 casas y se ha adjudicado la construcción de 5 mil 700.[1]
  • El traslado de la embajada de EE.UU. a Jerusalén. En mayo de 2017, el presidente de EE.UU. reiteró que la embajada de su país se trasladaría a Jerusalén. Un año después, Trump cumplió la promesa que había hecho en la campaña electoral en un acto de AIPAC,[2] la principal asociación del lobby pro israelí en EE.UU., para corresponder al apoyo que recibió de organizaciones protestantes evangélicas y judías.[3]Daría risa, si no fuera tan trágico, que Trump considera un logro el traslado de la embajada de Estados Unidos a Jerusalén, lo que obvia la consecuente legitimación de la postura israelí de asumir esa ciudad como su capital, pues expresa que eso resuelve un problema que ya no se debe negociar entre las partes (israelíes y palestinos). Además, como ya Israel cumplió ese objetivo, debe hacer algo “que le plazca al otro lado”, o sea a los palestinos.
  • La aceptación y el apoyo a Tel Aviv frente a las continuas masacres en Gaza.
  • La disminución –y eventual fin- de la ayuda a los refugiados palestinos. Ha planteado la necesidad de revisar esa categoría. Además, planteó el retiro del financiamiento a los refugiados palestinos; al tiempo que condiciona la ayuda a que en las escuelas no se utilicen, lo que denomina enfoques anti-israelíes y anti estadounidenses.
  • Sobre la solución del conflicto israelo-palestino, le gusta la de los “dos Estados”. No obstante, pone a Israel en primer plano, la Autoridad Nacional Palestina tendrá que aceptar lo que le “provean”. En la práctica, no tiene en cuenta los antecedentes del proceso de las conversaciones. Sin embargo, la propuesta de lo que se ha calificado como “plan del siglo” no tiene nada novedoso: se basa en promesas anteriores que no fructificaron.
En cuanto a la lucha contra el terrorismo, el rápido cumplimiento de este objetivo no ha sido contra el autodenominado Estado Islámico (EI), sino hacia Irán, calificado por Trump, como el terrorista número uno del área. Uno de los pasos más controversiales fue abandonar el acuerdo nuclear con Irán, anunciado en mayo de 2018.
Esta acción no sólo evidenció el cambio de paradigma de esta administración y la ruptura con respecto a su predecesor en un ámbito medular para mantener dinámicas que pudieran lograr cierta estabilidad en Medio Oriente; sino que ha generado contradicciones con sus aliados europeos, así como ha aumentado las que ya tenía con sus oponentes: Rusia y China. Ello ha contribuido al fortalecimiento de las relaciones entre estos dos últimos y ha evidenciado los resquicios entre los países europeos garantes del acuerdo y su principal aliado: Estados Unidos.


Otras promesas, ¿se cumplen más tarde o no se cumplen?

 


Convoy del Ejército de Estados Unidos viaja por una carretera junto a la frontera entre Siria y Turquía. Foto: EFE.

Paralelamente, la lucha contra el terrorismo, específicamente, contra el autodenominado Estado Islámico se había mantenido como bandera de Washington para permanecer en la región. En ese escenario, “Trump tomó al mundo por sorpresa el pasado 19 de diciembre, cuando recurrió a Twitter para dar por derrotada a la facción del EI que opera en Siria y asegurar que el ejército estadounidense abandonaría la zona”[4]. Paralelamente, se planteó el retiro parcial de Estados Unidos de Afganistán, o sea 7 mil militares, la mitad de los 14 mil que tiene desplegados en ese país.[5]
En cierto sentido, estas dos últimas acciones no deberían ser una sorpresa. El presidente Trump había criticado durante mucho tiempo las guerras legadas por sus antecesores. Sin embargo, la retirada, al igual que la intervención, requiere un plan, una estrategia o un marco en el que se ubiquen las acciones de Washington. El hecho concreto es que el presidente Trump no la tiene. Es más, poco después planteó que no había dicho cuándo se retiraría.[6]
Según la agencia turca Anadolu, que cita fuentes locales, la noche del 4 de febrero los camiones pasaron por el puesto de control de Simelka en la frontera entre Irak y Siria, y el 5 de febrero –día que Trump pronunció el segundo discurso del Estado de la Unión– llegaron a los centros logísticos de EE.UU. en los distritos sirios de JarabIshk y Sirrin, que están bajo el control de formaciones estadounidenses y kurdas, en Siria.[7]

 

El segundo discurso del “Estado de la Unión”

 


El presidente de EE UU, Donald Trump, en el discurso sobre la unión el 5 de febrero. Foto: Reuters.

En dicha alocución,Trump mantuvo los hilos esenciales de sus líneas de campaña, expuso sus logros, que se resumen a continuación:

  1. En cuanto a Israel: “Mi Administración reconoció a la verdadera capital de Israel y con orgullo abrió la Embajada de los Estados Unidos en Jerusalén“. Como se observa, es todo para Israel, nada para los palestinos.
  2. En cuanto a Siria: “Cuando asumí el cargo, el Estado Islámico controlaba más de 20 mil millas cuadradas (unos 52 mil kilómetros cuadrados) en Irak y Siria. Hoy, hemos liberado prácticamente todo ese territorio de las garras de estos asesinos sedientos de sangre”. Precisamente el anuncio del retiro de las tropas desplegadas en Siria en diciembre, era posible, porque se proclamó la derrota total de la organización terrorista en ese país árabe.
Con gran rimbombancia y demostrando una falta de memoria histórica de su propio país estableció que: “las grandes naciones no pelean guerras interminables”, y mientras el ejército de los Estados Unidos continúa trabajando con sus aliados para destruir los restos de la organización terrorista del Estado Islámico, dijo que “es hora de darles a los valientes guerreros de Estados Unidos en Siria una cálida bienvenida a casa”.[8]
En la práctica, aún no se retira, por demás, el presidente estadounidense obvia un pequeño detalle, las acciones esenciales contra el EI han sido llevadas a cabo por los Ejércitos de los países de Siria e Irak, donde se incluye la resistencia de los kurdos, así como Hezbollah, Irán y Rusia.

  1. Insistió en que debía encontrarse una solución política a los combates de varios años en Afganistán. En ese ámbito, se efectúan conversaciones con los grupos que actúan en ese país, incluido el Talibán. Si los resultados fueran positivos, eventualmente podrían reducir el número de soldados en este país y se enfocarán en la lucha antiterrorista. Por tanto, esta es otra promesa que está por cumplirse.
Cuando hizo el balance de casi 19 años de “lucha en el Medio Oriente”, dijo, “Casi 7 mil soldados heroicos perdieron la vida en Afganistán e Irak. Más de 52 mil soldados se hirieron gravemente y gastamos más de 7 billones de dólares en el Oriente Medio”[9]. Dos años antes, cuando oficializó su candidatura presidencial expresó:

“Irak es un caos (…), “Irán está en la senda de las armas nucleares. Siria está envuelta en una guerra civil y en una crisis de refugiados que amenaza a Occidente. Después de 15 años de guerras en Medio Oriente, después de miles de millones de dólares gastados y miles de vidas perdidas, la situación es peor que nunca”.[10]
El magnate estadounidense descalificaba la actuación de EE.UU. hacia esa área. Parecía que su proyección variaría; sería más objetiva. Trump fue elegido presidente con la promesa de replegar al máximo las tropas estadounidenses en el exterior. Dos años después, solo había anunciado el retiro de Siria y Afganistán.

  1. Con respecto a Irán, repasó lo que considera fueron logros de su administración en el retiro del acuerdo nuclear de Plan de Acción Integral Conjunto (PAIC) de 2015 y el restablecimiento de duras sanciones a Teherán. También atacó el comportamiento actual del país persa hacia los Estados Unidos y hacia los judíos.
Sobre el régimen Iraní señaló que “para garantizar que esta dictadura corrupta nunca adquiera armas nucleares, retiré a Estados Unidos del desastroso acuerdo nuclear de Irán. Y el otoño pasado aplicamos las sanciones más duras jamás impuestas a un país.” Trump también calificó a Irán como “el principal patrocinador estatal del terrorismo”.
La implementación de la política exterior del magnate estadounidense ha estado acompañada por la agresividad en el discurso hacia determinados países, la defensa a ultranza de su aliado más importante, Israel; la ruptura de acuerdos previos y el irrespeto hacia el sistema multilateral y el hacer a mi manera.
La política de Trump lleva a un primer plano contradicciones de enemigos históricos en el área: Israel-Irán y Arabia Saudita-Irán. Como se observa, son países que clasifican como potencias medias que, por demás, tienen alianzas no solo a nivel regional, sino también a nivel internacional, lo que se revierte en eventuales aumentos de enfrentamientos y violencia en la región.
No solo apoya a Tel Aviv, con el endurecimiento de todas las formas y medidas contra los palestinos que viven en Israel y en los territorios ocupados; sino también en la necesidad de garantías máximas al primero, al tiempo que demoniza a Irán, al que califica como patrocinador del terrorismo y enemigo número uno de Israel que, en primera instancia, legitiman todas las acciones de este último bajo el pretexto de su autodefensa.
La práctica de todo para Israel todo contra Irán, impacta a nivel regional y mundial. En el primer caso, Siria es el ejemplo más elocuente. Con independencia de los avances hacia la paz en dicho país, Israel bombardea constantemente ese territorio; el pretexto es la cercanía de las fuerzas iraníes y que Bashar Al Assad es aliado de Teherán.
También Arabia Saudita refuerza su postura en contra de su histórico enemigo y, de igual forma, tiene el pretexto para justificar cualquier acción para defenderse, ya no sólo contra Teherán, sino contra todo aquel que considere que sea aliado del país persa. Ya hemos observado la muestra de ello en la agresión a Yemen y las terribles consecuencias para la población de este país.
En ese escenario, el quehacer del magnate estadounidense ha aumentado las contradicciones y la situación de volatilidad de la región, donde se conjugan los conflictos “estructurales”, históricos y los actuales, donde el factor exógeno ocupa un lugar destacado.
¿Hasta qué punto la política de Trump ha constituido una ruptura con respecto a la de sus antecesores?
¿Cómo ayuda la política de Trump a contrarrestar la creciente influencia de Rusia y la RPCH en la región? ¿Y qué señal envía a los aliados de EE.UU. en cuanto a la seriedad de los compromisos asumidos? ¿Qué impacto ha tenido en el sistema de alianzas en la región? ¿Serán sus aliados regionales los que deban desempeñar un papel protagónico? ¿Ha perdido EE.UU. espacio en el área? ¿Está en condiciones de recuperarlo?
Estas y muchas otras interrogantes se abren ante la cada vez más complicada realidad del área mesoriental. Una región donde no solo los actores regionales esperan lograr el protagonismo, sino donde la puja de los poderes mundiales se expresan de variadas formas en aras de reforzar su presencia.

Notas:

[1]Juan Carlos Sanz: Israel reactiva la expansión de los asentamientos, que se ha multiplicado por cuatro con la presidencia de Trump. Jerusalén 25 AGO 2018 .
[2]Para leer palabras de Trump en el acto, consultar aquí: Sarah Begley Marzo 21, 2016
[3]Entre los donantes individuales que concedieron fondos a su campaña, pocos fueron tan importantes como el magnate de los casinos, SheldonAdelson, que aportó 35 millones de dólares a la candidatura de Trump y otros grupos que la apoyaron. Iñigo Sáenz de Ugarte: Trump concede a la derecha israelí el triunfo sobre Jerusalén que esperaba desde 1980. 06/12/2017 – 21:26h
[4] Redacción BBC News Mundo: Por qué los kurdos son un nuevo foco de tensión entre Estados Unidos y Turquía y cómo esto puede afectar a Siria, 10 enero 2019
[5] Según la mayoría de los medios en EE. UU., Trump tomó la decisión pese a las fuertes objeciones de sus principales asesores de seguridad nacional y sin siquiera consultar con sus principales aliados en el exterior o simpatizantes en el Congreso. Quizá la más contundente de todas fue la del secretario de Defensa, James Mattis, quien presentó su renuncia irrevocable en señal de protestaSergio Gómez Maseri, 23 de diciembre 2018. ¿A qué juega Trump con la retirada de tropas de Siria y Afganistán?
[6] Jonathan Marcus, Corresponsal de Seguridad y Defensa: Donald Trump y Medio Oriente: por qué causa preocupación la “errática” política exterior del mandatario (y qué implica la renuncia de su secretario de Defensa), 21 diciembre 201, 21 diciembre 2018
[7]Javier Benítez: Trump y su discurso del Mal Estado de la Unión, 07.02.2019
[8] Erich Allende: Trump en el discurso del Estado de la Unión: mi administración reconoció la verdadera capital de Israel,Feb 6, 2019,
Ver más en: https://www.20minutos.es/noticia/3555551/0/mejores-frases-discurso-trump-estado-union/#xtor=AD-15&xts=467263
[9]Discurso del “Estado de la Unión” de Trump06.02.2019 ~ 08.02.2019http://www.trt.net.tr/espanol/mundo/2019/02/06/discurso-del-estado-de-la-union-de-trump-1140085
[10] Patrick Healy yJonathan Martin, Con un discurso sombrío, Donald Trump oficializó su candidatura presidencial, 22 de julio de 2016


Venezuela: Guaidó, ruolo di Cuba ed effetti di Brasile e Messico



Carmine de Vito

L’Avana, Cuba: il Venezuela visto da qui non ha certamente il volto di Juan Guaidó. Dopo oltre due mesi dalla sua auto-proclamazione a presidente ad interim, le condizioni di vantaggio createsi con l’imponente sostegno mediatico e diplomatico esterno non appaiono più così solide; anzi.

Per Cuba, il Venezuela è il primo partner politico e commerciale. Le due economie sociali e produttive sono praticamente legate in un rapporto sinallagmatico: progetti sociali in cambio di risorse naturali, con più di ventimila cubani presenti in Venezuela nei diversi progetti tra cui ‘Buen vivir del paciente diabético’ (solo nel 2018, sono stati curati circa 11.000 bambini venezuelani utilizzando il farmaco cubano Heberprot-P) e le missioni ‘Barrio Adentro’ e ‘Milagro’ con oggetto cure di prossimità ed equità sociale.

È facile avvertire la preoccupazione a tutti i livelli; tutti ricordano quello che accadde nel 2002, nelle prime ore del colpo di stato di Pedro Carmona: l’Ambasciata cubana a Caracas fu assalita e tutte le strutture della cooperazione furono oggetto di una ignominiosa caccia all’uomo, perché ritenute il simbolo della deviazione politica chavista.

“Pedro el breve” durò meno di 48 ore: la mobilitazione de ‘los barrios’ riportò Hugo Chavez al Palazzo Miraflores. Determinante fu l’intervento di Fidel Castro, che diffuse da Cuba le dichiarazioni della figlia di Chavez, Gabriela, che denunciava il sequestro del padre e smentiva la sua rinuncia. Geniale fu l’idea dell’allora procuratore generale Isaias Rodriguez, costituzionalista e poi ambasciatrice del Venezuela in Italia, che, per aggirare la censura dei media, finse di dimettersi in una conferenza stampa, per poi denunciare il sequestro del presidente e fare un appello al rispetto della costituzione. Imprescindibile fu la reazione degli apparati fedeli a Chavez, che riscattarono il presidente e si unirono alla grande pressione popolare a suo favore.

Oggi è tutto diverso: non c’è né Fidel né Chavez; è cambiato tutto il contesto geo-strategico. La progressiva marginalizzazione della visione integrazionista e la vittoria dell’ultradestra di Bolsonaro in Brasile ha determinato, o ha dato un’opportunità, all’esperimento Guaidó.

Le due Amministrazioni

Non è un mistero che tra le tante ipotesi sul tavolo dell’Amministrazione Trump per arrivare a un superamento dell’esperienza bolivariana in Venezuela ci fosse quella delle ‘due amministrazioni’: lo si sapeva, ma non sussistevano le condizioni;  o, meglio, si stavano realizzando.

Bolsonaro s’insedia ufficialmente in Brasile il primo gennaio 2019 con un tamtam nell’area gonfio di revisionismo e rigenerati sentimenti anti-integrazionisti. Il 5 gennaio, l’Asamblea Nacional, dopo aver interrotto i negoziati condotti dall’ex premier spagnolo Zapatero, ritenuto troppo vicino al governo Maduro, elegge suo presidente Juan Guaidó, 35 anni, fino ad allora letteralmente sconosciuto; il 23 gennaio, Guaidó si autoproclama presidente e immediatamente partono le legittimazioni internazionali.

La spallata ‘tipo Ucraina’ non riesce, ma la partita internazionale sulla codificazione del multilateralismo o, meglio, sulla preservazione dell’ordine unipolare si sposta nel quadrante sudamericano, riproponendo il medesimo schema asimmetrico medio-orientale in salsa creola. Da una parte gli Stati Uniti e tutto il blocco conservatore sudamericano e dall’altra Russia, Cina, Cuba e le potenze regionali Messico, Turchia e Iran; l’Europa va in ordine sparso, con Regno Unito, Francia, Spagna e Portogallo che spingono per riconoscere Guaidó e l’Italia a sostenere una soluzione concordata e pacifica.

L’effetto Bolsonaro

La vittoria dell’ultradestra di Bolsonaro in Brasile cambia radicalmente gli equilibri politici nel continente. Il tratto originale di Bolsonaro sta nella sua capacità di mettere a sistema le diverse destre latino-americane, diverse per cultura e formazione sociale.

Il mix di retorica anti-marxista, populismo, predilezione divina e liberismo economico avvicina, conferendo unità politica a processi politici nazionali, come le destre tecnocratiche di Cile e Perù e la destra ‘uribista’ colombiana, isolazionista per definizione.

Questo nuovo allineamento culturale che va dagli Stati Uniti al Cile, ovvero da Trump a Piñera passando per Bolsonaro, non è tuttavia solidissimo come si palesa o come pretende di mostrarsi.

Il Messico di Lopez Obrador

Il neo-presidente messicano Andrés Manuel López Obrador (Amlo) ha immediatamente posto una condizione di principio al tentativo di riconoscimento internazionale di Guaidó: “La nostra politica è di rispetto per i governi e i popoli del mondo. Una politica di amicizia, neutralità, autodeterminazione, non intervento, cooperazione per lo sviluppo”.

Assieme al presidente uruguaiano Tabaré Vázquez, che agli inizi tentennava, si è rifiutato di riconoscere la legittimità di Guaidó, ritenuto un usurpatore, ma ha contestualmente richiamato le parti a una soluzione non violenta e dialogante, ottenendo numerosi dividendi politici.

Non ha esautorato il ruolo del Gruppo di Lima sulla crisi venezuelana, stigmatizzando le numerose criticità del governo Maduro, e allo stesso tempo non si è conformato all’asse Trump-Bolsonaro, aprendo un ampio spazio politico e di azione.

Strategico per storia e geografia, Il nuovo respiro messicano diventa centrale in un processo di mediazione: proposta che Guaidó ha seccamente rifiutato e che incontra la forte attenzione del Vaticano, in prima linea nella ricerca di una soluzione negoziata, e di Russia e Cina, che, giocando di sponda con il Messico, possono gestire i fortissimi interessi in Venezuela non in prima linea. La partita è aperta: nessuno forza perché sbagliare, anche una sola mossa, significherebbe compromettere la contesa, quindi perdere.

Gli scenari possono cambiare

Il ‘cambio’ in Messico testimonia la condizione di liquidità nei rapporti di forza nell’area. Se il governo Maduro resiste (finora l’impianto bolivariano nella sua dimensione civico-militare è rimasto pressoché intatto), da qui a breve si presenterà l’incognita Argentina: in ottobre si vota per le presidenziali in un clima di malcontento tra svalutazione del peso, inflazione e produzione agricola in forte tensione, con il ‘macrism’ in bilico e un possibile, mai sottovalutato, ritorno dell’ex presidente Cristina Fernández de Kirchner.

In Brasile, Bolsonaro deve passare dagli slogan ai fatti;  la crisi economica e sociale è inquietante, con il nord che ha votato per Lula, che, nonostante il c
arcere, conserva un consenso e un fascino importante. Tutto questo porta al 2020 e alle elezioni presidenziali negli Stati Uniti.

Forse alla fine ci accorgeremo di quanta poca strada il deputato presidente Guaidó avrà fatto; non sarà ‘el breve’, però, ad oggi, rispetto a tutto quello che si muove, discutendo con Leyde Ernesto Rodríguez (vice rettore dell’Istituto Superiore di Relazioni Internazionali ‘Raul Garcia’ dell’Avana http://www.isri.cu/), rischia di essere ‘l’effimero’.