martes, 13 de noviembre de 2018

Profesor Néstor García Iturbe: legítimo combatiente de ideas y acción



Por Ernesto Molina Molina.[1]


El 10 de noviembre de 2018, falleció en La Habana el coronel de la Seguridad del Estado Néstor García Iturbe. Prestigioso politólogo cubano, profundo conocedor de la sociedad norteamericana desde sus orígenes hasta el presente, así como del conflicto entre Cuba y Estados Unidos a lo largo de toda su historia. Conocido, respetado y querido por sus alumnos y compañeros de profesión – dentro de toda Cuba – por su solidaridad, rigor y nivel académico; y por su compromiso con la Revolución Cubana y su quehacer a favor de la formación de oficiales del MININT en el conocimiento profundo del imperialismo norteamericano.

Su quehacer revolucionario iniciado como combatiente de la lucha clandestina, tuvo su continuidad en las filas de la seguridad cubana por más de 50 años; y fue ocupando cargos de gran responsabilidad, uniendo su desempeño como oficial con su actividad científica e intelectual, entre las cuales, es necesario destacar las siguientes:

40 años de experiencia como oficial de inteligencia.
14 años de experiencia en la Comisión de Desarme (Misión Cuba-ONU) 14 años de experiencia como Director del Centro de Educación de Posgrado “Adriana Corcho Callejas”.
3 años cómo jefe equipo de investigacióndel Instituto de Historia de Cuba.
3 años cómo jefe de grupo de Investigación del Centro para la Investigación de la Política Internacional (CIPI).
6 años como profesor del Instituto Superior de Relaciones Internacionales “Raúl Roa García” (ISRI), destacado miembro el Comité Académico de la Maestria en Relaciones Internacionales y del Consejo Asesor de Política Exterior (CAPE).
2 años como profesor del doctorado curricular Sur-Sur de la Universidad de la Habana.

Por varios años ha mantenido la direccióndel periódico digital GRUPO HERALDO, y que, con la valiosa colaboración de otros compañeros, hasta pocos días antes de su fallecimiento, llegó a alcanzar casi 4000 ejemplares, con información actualizada de carácter nacional e internacional; y con comentarios críticos muy afilados y profundos acerca, sobre todo, del conflicto entre Estados Unidos y Cuba. La ausencia de este periódico digital ya comienza a sentirse.

No nos proponemos presentar su amplísima Hoja de Vida; y quizás, lo mejor sea destacar algunas de sus investigaciones, porque reflejan especialmente suintensa vida al servicio de la Revolución Cubana frente a su enemigo fundamental: el imperialismo yanqui:

1986                          -El Complejo Militar Industrial Norteamericano.
1989                          -El Pentágono.
1989                          -El Gobierno Norteamericano.  Objetivos principales.
1990                          -El Departamento de Estado.
1994                          -La Actividad de la C.I.A. en Playa Girón.
1997                          -La política de Estados Unidos hacia Cuba.
1999                          -Narcotráfico y el Congreso de los EEE.UU.
2001                          -Resumen histórico de Estados Unidos.
2001                          -Un Paraíso llamado “Miami”.

Y entre varios de sus libros, quizás el más impresionante resulta ser: “Diplomacia sin sombra”, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2007. Llama la atención, que tratándose de un libro testimonio, resulte de extraordinario valor para destacar los principios profundamente éticos de la diplomacia cubana, incluso, ante un enemigo sin esos principios.

Por último, hay algo que Néstor aprendió muy bien de Fidel: decir la verdad es revolucionario, pero también, que hay que preparar muy bien los oídos de quienes van a escuchar la verdad; en lo cual Fidel supo aprender de Martí: “En silencio ha tenido que ser”.



 Nota:

[1] Miembro de Mérito de la Academia de Ciencias de Cuba; Profesor Titular del Instituto Superior de Relaciones Internacionales “Raúl Roa García” y Presidente de la Sociedad Científica de Pensamiento Económico y Economía Política de la ANEC.

viernes, 9 de noviembre de 2018

Las guerras, los adelantos tecnológicos y las revoluciones han constituido un motor impulsor en la historia de las relaciones internacionales.



Diosdado de Jesús Hernández Morera. Cuarto año. 
Instituto Superior de Relaciones Internacionales “Raúl Roa García”

Desde el propio surgimiento de las sociedades humanas, el hombre tuvo la necesidad de relacionarse con aquellos grupos más cercanos, tanto por cuestiones básicas como la alimentación hasta para la delimitación de sus territorios. Estas necesidades han ido evolucionando con el devenir de los siglos y con el progresivo avance y la consecuente interrelación en el sistema mundo capitalista. En este sentido, las guerras, los adelantos tecnológicos y las revoluciones han constituido un motor impulsor de la historia de las relaciones internacionales.

La diplomacia desde la antigüedad hasta la Paz de Westfalia (1648)

En este período, no existía organización ni una estructura conformada para el desarrollo de la actividad diplomática permanente. Algunos autores califican la diplomacia de la época como “ambulante”, pues tenía lugar mediante representaciones específicas para casos excepcionales, por un tiempo limitado, ya sea para la firma de un tratado, sistemas de alianzas y acuerdos comerciales.

La comunicación resultaba difícil debido al escaso desarrollo de los medios de transporte y a las barreras que establecían la lengua, la religión y el factor cultural. Solo a partir de la Edad Media, la Santa Sede comenzó a adoptar la práctica, que devino en costumbre, de enviar misiones diplomáticas temporales a determinados lugares para “limar asperezas” y bajo la égida de sus intereses económicos.

Un aspecto que resulta imprescindible destacar en esta época es la realización de los primeros viajes de descubrimientos geográficos a partir del siglo XV y la ampliación del comercio internacional. Los intereses dinásticos y las aspiraciones de la nobleza feudal seguían jugando un rol importante, pero la naciente burguesía comenzaba a ejercer una influencia notable.

En este contexto, la diplomacia se convirtió en permanente durante la primera mitad del siglo XV, entre los reinos y repúblicas italianas.En este sentido, Venecia es considerada como la cuna de la diplomacia moderna de carácter permanente, con el establecimiento de misiones en Roma y Constantinopla. 

En la Europa Medieval, la organización política se sustentaba en un vago orden religioso jerarquizado.Es en este período donde tienen lugar movimientos religiosos de carácter político, como la reforma y contrarreforma; por lo que las guerras religiosas devienen en instrumento de control y dominación al interior de los Estados y de expansión contra otros territorios, y comienzan a observarse los primeros rasgos del naciente capitalismo. De esta forma, al término de este período, aparecen los primeros estados y comienza la configuración de un sistema europeo encarnado en las monarquías absolutas, como resultado de una época de transición, de decadencia de las capas feudales y de ascenso de la burguesía. 

La diplomacia a partir de la Paz de Westfalia (1648) hasta el Congreso de Viena (1815)

La existencia de una coyuntura específica por la emergencia de los modernos estados europeos, las nacientes relaciones económicas capitalistas y los viajes interoceánicos, que pusieron en contacto a las principales potencias europeas con los grandes imperios de Asia Oriental y del continente americano, crearon nuevas condiciones políticas y económicas que exigían la presencia de órganos permanentes de representación y vías oficiales de comunicación e información en los otros países.  

El período iniciado con La Paz de Westfalia de 1648 permitió la consolidación del sistema europeo de estados. Con ello, el Estado moderno se convirtió en el centro sobre el cual gravitaría el pensamiento político en los siglos posteriores. La diplomacia permanente se generalizó entre todos los países y monarcas de Europa. Paralelamente, se fue configurando un cuerpo de funcionarios especializados en las tareas diplomáticas.

El equilibrio de poder rigió el funcionamiento del sistema en este período, que se orientó a asegurar la perpetuación de los propios estados, a los cuales, desde la Paz de Westfalia, se les atribuyó el concepto legal de soberanía e igualdad soberana. Si bien durante el siglo XVII y hasta fines del siglo XVIII este principio se refería a los reyes, la soberanía pasaría a la nación con la Revolución Francesa de 1789.

Desde el punto de vista religioso, el principio de la secularización de la política y la ausencia de la Santa Sede en las negociaciones, eran pruebas de la separación entre el Estado y la Iglesia. En ese momento, las relaciones internacionales eran vistas como una consecuencia de la naturaleza del Estado. El orden económico se entendía como algo separado de la política. El estudio de las relaciones internacionales consistía en la historia diplomática y el derecho internacional. 

De manera general, es necesario señalar que el sistema internacional, comprendido entre 1648 y 1789 se caracterizó por un bajo grado de polarización y un alto nivel de flexibilidad entre las alianzas. Los estados eran entes con bajo grado de interdependencia e interconexión. Los procesos de difusión de la cultura y otras materias ocurrían muy lentamente.

Sin embargo, el equilibrio de poder alcanzado enfrentó momentos de tensión. La Guerra de los Treinta Años (1618-1648) había consagrado a Francia como la principal potencia continental. En este período, los Tratados de Utrecht (1713-1715) crearon las bases para el despegue del colonialismo británico y para su proceso de industrialización, a lo cual se unió la Declaración de Independencia de los Estados Unidos y la Revolución Francesa. Esta última, inauguró una nueva era en la política internacional, pues el resto de las monarquías europeas (Austria, Prusia, Rusia e Inglaterra) vieron en ella un peligroso precedente para su propio porvenir, lo que dio paso a una alianza antifrancesa, donde Inglaterra no quería a una potencia competidora en el plano comercial y colonial.

Las Guerras Napoleónicas derivadas de este escenario contribuyeron a la expansión del Código de Napoleón (1807), a favor de la clase burguesa ascendente y de una sociedad en vías de desarrollo bajo un signo liberal y capitalista. Las reformas radicales que aplicó Napoleón en otras partes de Europa alentaron las sucesivas revoluciones del siglo XIX de carácter liberal y nacionalista.

El Congreso de Viena de 1815 constituyó el reordenamiento político europeo tras las Guerras Napoleónicas, no solo contra el imperialismo francés, sino también contra las ideas de la Revolución de 1789. El principal logro del Congreso de Viena fue el restablecimiento del equilibrio de poder entre las potencias europeas. No obstante, la paz solo se consiguió mediante el establecimiento del absolutismo como principio básico de la política internacional.

Por otra parte, en el período comprendido entre 1648 y 1815 existían aún pocas normas de derecho diplomático, tanto en lo referente a privilegios e inmunidades del personal y de las misiones,como en lo relativo a la jerarquía y rangos de los agentes diplomáticos. El agente diplomático actuaba como un representante personal del soberano y/o de la correspondiente dinastía, más que como el representante del Estado, aunque intervenía en la vida política interior de los estados ante los que se encontraba acreditado. De forma consuetudinaria, comienza a desarrollarse una jerarquía diplomática y a imponerse normas protocolarias o de cortesía internacional cuya importancia creciente trasciende hasta nuestros días.

Los períodos analizados hasta ahora nos demuestran que la evolución de la diplomacia ha estado en diálogo directo con las formaciones económicas sociales por las cuales ha atravesado la humanidad. De esta forma, sus rasgos característicos han cambiado y se han complejizado en la medida en que lo ha hecho el sistema internacional y los intereses de los estados que lo conforman. Las revoluciones, las guerras y los avances científico-técnicos han impulsado estos cambios en tanto son promotores de un nuevo contexto y de nuevas relaciones en el escenario internacional. 

Bibliografía

·         Calduch, R.- Dinámica de la Sociedad Internacional.- Editorial. CEURA. Madrid, 1993

·   Rodríguez Hernández, Leyde E. Conferencia: La Estructura y Dinámica del Sistema Internacional en vísperas del inicio de la fase imperialista del Capitalismo. Curso de Historia de las Relaciones Internacionales I. ISRI. La Habana, 2018

·         Rodríguez Hernández, Leyde E. Un Siglo de Teoría de las Relaciones Internacionales. ISRI. La Habana, 2018