jueves, 26 de abril de 2012

Homenaje a Vietnam


Un pasaje de la Historia de las relaciones internacionales

Por Leyde E. Rodríguez Hernández

 La victoria de las fuerzas de liberación en Saigón, el 30 de abril de 1975, se produjo en un momento histórico caracterizado por la incapacidad de los Estados Unidos de mantener su política agresiva de “guerra fría” y de  imponer un orden mundial basado en la superioridad estratégica-militar norteamericana.

Con la derrota de los Estados Unidos en Vietnam,  el nuevo giro de la situación política internacional significó un duro revés para la política exterior de “vietnamización”, genocidio y terrorismo de Estado de la administración Nixon, como parte de la estrategia global norteamericana de la “Contención del Comunismo”, dirigida a hacer retroceder el proceso revolucionario mundial que tomó auge después de 1945 con la expansión del socialismo en Europa, Asia y América Latina, en esta última región con la Revolución cubana y la expansión del movimiento de liberación en las áreas coloniales del llamado Tercer Mundo.

Sin duda, la batalla de Saigón se libró en una época revolucionaria en las relaciones internacionales. Su trascendencia militar y política puso en crisis el gran diseño estratégico y hegemónico norteamericano en el marco de la confrontación entre los polos de poder del Este y el Oeste, pues ya el escenario político mundial estaba influido por la culminación del proceso de descolonización con su triunfo en la década de los años sesenta, la entrada de los Movimientos de Liberación Nacional en una nueva fase de consolidación de la independencia de los nuevos Estados y la reestructuración de las relaciones internacionales sobre bases más justas por la acción internacionalista de la URSS y el sistema socialista europeo.

El imperialismo retrocedió en los años posteriores, mientras el movimiento de las masas revolucionarias avanzaba en todos los continentes del planeta. Los Estados Unidos culminó su guerra de agresión en Vietnam en una posición de derrota. El poder político  norteamericano  estaba sumergido en una honda crisis moral, económica y militar que lo condujo a aceptar el proceso de distensión internacional resultante de los triunfos de las fuerzas progresistas y revolucionarias profundamente estimulados por la victoria vietnamita y el cambio indudable en la correlación internacional de fuerzas que representó el logro por la URSS de la paridad estratégica-militar general con los Estados Unidos, proceso que se materializó en la segunda mitad de la década de los años sesenta y principio de los setenta del siglo XX.

Desde ese momento, la URSS, en términos militares, equilibró el poderío norteamericano y devino una efectiva potencia militar global por el alcance de su fuerza naval y aérea. La paridad estratégica y militar de la URSS, anuló, en el terreno militar, la aspiración norteamericana a la supremacía absoluta en las relaciones internacionales de la época. En fin, la derrota norteamericana en Saigón fue el reflejo de la nueva correlación de fuerzas en el escenario internacional basada en la bipolaridad soviético-norteamericana. La presencia de otra potencia mundial, como un hecho objetivo y estructural del sistema internacional, impuso la necesidad del diálogo y la cooperación.

Como resultado, en 1975, se celebró en Helsinki, Finlandia, uno de los símbolos de la distensión: la Conferencia de Seguridad y Cooperación en Europa. El Acta de Helsinki constituyó el reconocimiento de las fronteras y el estrechamiento de la cooperación económica y política en el ámbito europeo. Las pretensiones norteamericanas de diseñar, sin obstáculos,  un esquema de dominación global liderado por los Estados Unidos recibieron un rotundo fracaso. Dada la capacidad de exterminio del moderno armamento estratégico nuclear, los Estados Unidos estuvieron obligados a reconocer el poderío soviético y negoció con la URSS un acuerdo para el control y la limitación de sus respectivas armas nucleares estratégicas (SALT, por sus siglas en inglés).  

En el contexto de la victoria del pueblo vietnamita, se observó  una tendencia hacia la globalización y la “multipolarización” de las relaciones económicas y políticas internacionales debido al fortalecimiento de otros actores internacionales: la Europa integrada, Japón y la influencia regional que adquiría China. Sin embargo, desde posiciones conservadoras, la diplomacia norteamericana percibió la emergente multipolaridad como un sistema de balance de poderes inspirado en la diplomacia clásica europea de los siglos XVIII y XIX, con el objetivo de disminuir la confrontación con la URSS, la pujanza de las fuerzas progresistas y limitar la creciente rivalidad económica con sus “aliados”: Europa y Japón. Resultó evidente que los Estados Unidos habían perdido capacidad para actuar en todas partes, globalmente, y buscaba repartir con otros polos de poder capitalista la carga de la lucha contra el avance de la revolución mundial.  
 
Desde el ángulo económico, se acentuaba la crisis del sistema capitalista con la quiebra del Sistema Monetario Internacional basado en el dólar, el desempleo creciente en los países capitalistas industrializados, el alza de los precios del petróleo y sus consecuencias para el conjunto de las economías desarrolladas. Todos estos hechos fueron los síntomas de una profunda crisis estructural del sistema capitalista, la mayor desde la crisis de los años 1929- 1933, que amenazó, en su conjunto, a la estabilidad interna del sistema capitalista. Como parte de todo ese proceso de carácter socioeconómico emergieron peligrosas amenazas globales: la pobreza, el hambre  en vastas zonas del llamado Tercer Mundo, agotamiento de los recursos energéticos, el inicio de la proliferación nuclear y la posibilidad de una guerra con esas armas de exterminio en masas.

Las genocidas acciones y el descalabro militar, político y diplomático de los Estados Unidos movilizaron a la opinión pública Internacional. Antes y después de 1975, los Estados Unidos recibieron la repulsa universal por la agresión y ocupación de Vietnam del Sur. Al interior de los Estados Unidos, se quebró el consenso de la sociedad y un amplio e influyente movimiento pacifista de signo progresista integrado por políticos, científicos e intelectuales protestaron enérgicamente contra la guerra tecnológica y las nefastas secuelas que dejó para el pueblo vietnamita. Es la época también de un amplio movimiento de solidaridad internacional con las causas justas, de la fortaleza del Movimiento de Países No Alineados, en defensa de los verdaderos intereses de los pueblos subdesarrollados y la creación de un Nuevo Orden Económico Internacional (NOEI).

La derrota de los Estados Unidos en Vietnam, en 1975, creó una dinámica global favorable para la expansión del socialismo y de los Movimientos de Liberación Nacional en todos los continentes. El panorama mundial al finalizar la década de los años setenta devino difícil para los Estados Unidos bajo el permanente “síndrome” de Vietnam en su política exterior,  las estructuras gubernamentales y su sociedad. Pero, aun así, la elite del poder norteamericano nunca renunció a sus intereses hegemónicos y agudizó un nuevo período de tensiones internacionales conocido con el nombre de segunda “guerra fría”, por el objetivo de frenar el avance del socialismo y de las fuerzas revolucionarias en todo el planeta.

Sin embargo, en todo el período histórico posterior hasta la actualidad, los estrategas norteamericanos  reconocieron  que en Vietnam libraron una “guerra equivocada, en un lugar equivocado, en un momento equivocado y con un enemigo equivocado.”[1] Decir que las administraciones norteamericanas pusieron el éxito de una guerra en un sitio equivocado es decir poco: rara vez en la historia los logros de una potencia imperialista acabaron siendo diametralmente diferentes a los objetivos propuestos.

La victoria vietnamita expandió el ejemplo de sus raíces populares hacia todos los pueblos del planeta y abrió una coyuntura  global favorable a la paz y la estabilidad internacional frente a la frustración hegemónica y militarista de los círculos de poder norteamericanos. 
                                                
Nota:
1.       Criterio de los Jefes del Estado Mayor Conjunto de los Estados U nidos citado por David Rees en “The age of containment”, Mac-millan, New York, 1968, p. 43. Véase también de John Lewis Gaddis, “Implementando la respuesta flexible: Vietnam como caso de prueba” en: “Estrategia de la Contención”, Grupo Editor Latinoamericano, Buenos Aires, 1989, p. 261.

martes, 24 de abril de 2012

El futuro está en el Sur

El equilibrio de poder entre Occidente y el resto del mundo o, si lo prefieren, entre el Norte y el Sur, está cambiando.
Por Aleksandra Lipczak – Polityka de Varsovia

Ana Ferreira irradia optimismo. Tiene veintiséis años, es originaria de las Azores y lleva cuatro años viviendo en África, primero en Angola y ahora Mozambique. Al contrario de lo que podría pensarse, no es voluntaria, sino una empleada en un departamento de recursos humanos.

“Cuando observo a mis amigos en Portugal, que viven de las becas de estudiantes, que sólo consiguen trabajos temporales, que no dejan de hacer cursos de posgrado, creo que están desvinculados del mundo real. Vivo en Maputo, me va muy bien y estoy avanzando en mi carrera profesional. ¿Qué motivo tendría para regresar?”, expone.

Gonçalo Jorge, un ejecutivo de márketing de veintiocho años natural de Lisboa, no luchaba para conseguir un empleo, sino contra la frustración. Tras obtener su título universitario, consiguió un trabajo en una empresa de transporte público. “Quería hacer cosas grandes, pero lo único que tenía era un trabajo sin importancia”, comenta. Cuando finalmente encontró un puesto interesante en una empresa privada, lo que no le convencieron fueron las condiciones, ya que le ofrecían un contrato de sólo un año. Así pues, se mudó a Angola y actualmente es director nacional en este país para un productor de vinos portugués. Es responsable de todas las operaciones de la empresa en Angola y gana cuatro veces más de lo que ganaba en Portugal.

Portugal ya ha perdido a uno de cada diez graduados universitarios. El éxodo lleva ya produciéndose varios años porque la crisis y la alta tasa de desempleo afectaron al país mucho antes que al resto de Europa. El desempleo juvenil en Portugal es del 34% actualmente y en España, del 50%. Si no fuera por la emigración, sería mucho más alto.

El Nuevo Mundo les acoge

A los que no son necesarios en Europa, como ingenieros, arquitectos o trabajadores de la construcción, se les recibe con los brazos abiertos en África y Sudamérica. Brasil se está preparando a toda prisa para el Mundial de fútbol de 2014 y para los Juegos Olímpicos de 2016. Se está contratando a un gran número de ingenieros y arquitectos para proyectos públicos, incluidos proyectos por un valor de 200.000 millones de dólares en el sector energético. La economía de Brasil creció cerca de un 3% el año pasado. Argentina registró un crecimiento del 8% y su tasa de desempleo es del 7%, es decir, tres veces inferior a la de España.

Angola, que cuenta con abundante petróleo, diamantes y otros recursos naturales, es uno de los países que actualmente crecen más rápido en el mundo. El crecimiento anual del PIB llega al 15% y 3.000 empresas portuguesas operan en todo el país, construyendo carreteras, puentes, rascacielos, vías férreas y oleoductos. El país, asolado durante treinta años por una guerra civil que acabó hace sólo una década, carece de especialistas, mientras que Portugal tiene un excedente de trabajadores cualificados.
“Desde hace unos cuatro años, en los periódicos portugueses se publican ofertas laborales en Angola”, comenta Pedro Góis, sociólogo experto en migraciones en la Universidad de Coimbra. “Se marchan principalmente dos grupos: personas más mayores que desean ahorrar algo de dinero y jóvenes que buscan desarrollo profesional y diversión”.

Jóvenes con apetito por la vida

Si los portugueses se sienten como en casa en Angola, les resulta aún más sencillo adaptarse a la vida en Brasil. Según las estimaciones del Observatório da Imigração de Lisboa, más de 700.000 emigrantes de Portugal viven y trabajan actualmente en Brasil.

En España, un país que en los últimos diez años acogió a alrededor de cinco millones de inmigrantes de Sudamérica, África y Asia, la emigración española a las antiguas colonias en Sudamérica es un fenómeno tan nuevo que pocos expertos están preparados para comentarlo. Pero las cifras hablan por sí solas: según los consulados españoles en Argentina, cada mes se establecen en este país 1.200 españoles.

“El emigrante típico es un hombre de entre 25 y 35 años, en muchos casos ingeniero, arquitecto o informático”, afirma Marta López-Tappero, experta en movilidad internacional en Adecco. “En definitiva, un joven con ganas de vivir nuevas experiencias y retos”.

En las antiguas colonias, el idioma no supone una barrera y la adaptación cultural es sencilla. Sobre todo en Buenos Aires. A finales del siglo XIX y principios del XX, alrededor de dos millones de españoles llegaron a Argentina como pasajeros de tercera clase, sobre todo desde Galicia, la región agrícola más desfavorecida del país, y por ello en Argentina actualmente a los españoles se les suele llamar gallegos. En la segunda mitad del siglo XX, primero por la dictadura y luego por la crisis de la década de los noventa, los argentinos fueron los que emigraron a Europa. Y ahora la tendencia vuelve a invertirse.

Una “invasión europea”, un “nuevo Eldorado”, “expediciones en busca de emociones”: son conceptos que se escuchan con frecuencia y que deben resultar preocupantes para los europeos. “No, no hay motivos para hablar de otra colonización”, afirma rotundamente Góis. “Más bien asistimos al nacimiento de una nueva clase mundial de emigrantes que nunca se asentará permanentemente en un lugar. Tarde o temprano, regresarán a su país o se marcharán a otro, donde la oferta sea mejor”.

Pero quizás la migración inversa sea efecto de los cambios mucho más profundos que tienen lugar en el mundo. El equilibrio de poder entre Occidente y el resto del mundo o, si lo prefieren, entre el Norte y el Sur, está cambiando.19 abril 2012
Anexo: Editorial – Tygodnik Powszechny

La cicatriz del desempleo

La crisis afecta a todo el mundo en Europa, pero se ha cebado con los más jóvenes, señala el semanario polaco Tygodnik Powszechny. Y no solo en Grecia, España o Portugal, sino también en Polonia, donde la tasa de paro en menores de 24 años ronda el 30%, y, en Eslovaquia, el 35%. Y esto conllevará efectos a largo plazo, advierte la publicación polaca.

El desempleo resulta doloroso para todos. Pero sobre los jóvenes titulados, que durante años han alimentado expectativas sobre su vida y sobre sí mismos, puede tener un gran impacto. La investigación demuestra que el paro de larga duración a una edad temprana genera más adelante una falta de confianza en uno mismo. Es lo que se conoce como la ‘cicatriz’ o el ‘estigma’ del desempleo. Así que incluso cuando Europa deje atrás la crisis, el futuro de estos jóvenes todavía estará en el aire.

Hollande y Sarkozy pujan por los 6,4 millones de votos ultras

Por Dabid Lazkanoiturburu
Gara

Los dos candidatos cortejan ya al electorado del Frente Nacional, pero el hasta ahora presidente tendrá que arriesgar más porque necesita un vuelco espectacular para continuar en el cargo.

François Hollande (28,6%) y Nicolas Sarkozy (27,2%) se han apresurado a cortejar a los votantes del ultra Frente Nacional (FN), que serán determinantes en la segunda vuelta, después de que su candidata lograra un resultado récord el domingo con el 17,9% de votos.

«Hay electores que se han podido guiar por la cólera», señaló el candidato del PS y favorito en la segunda vuelta. «Debemos convencer a los franceses que han dado ese mensaje», añadió.

Sarkozy fue, como siempre más incisivo. «Hay que respetar el voto de los electores y nuestor deber es escucharlo. Es un voto de sufrimiento (...) Yo les digo: `Os he escuchado'», declaró el presidente in pectore a la salida de su cuartel de campaña.

Sarkozy insistió, a la hora de interpretar el apoyo creciente al FN señalando que «ese voto de crisis existe y se va doblando de unas elecciones a otras. Hay que darle una respuesta».

El PS, que cuenta ya con los apoyos explícitos de Jean-Luc Mélenchon, del Frente de Izquierda (11,1%), y de los Verdes de Eva Joly (2,31%), cuenta con una ventaja de entre seis y ocho puntos de cara a la segunda vuelta e insiste en que «cuatro de cada cinco franceses han dicho no a Nicolas Sarkozy». Infiere que habrían dado su confianza a Hollande, pero no oculta su nerviosismo. En esa línea, la formación de Hollande se marca como objetivo recuperar el voto de las clases populares decepcionadas por la izquierda en los años ochenta y que viraron desde entonces a la extrema derecha. «Hay un voto del FN que es un voto de exclusión, de división, pero no es mayoriario», asegura la jefa del partido socialdemócrata, Martine Aubry.

Sea como fuere, el resultado de la candidata del FN, Marine Le Pen, es incontestable. Logró el domingo 6,4 millones de votos, cerca de un millón de votos más que los cosechados por su padre en la histórica segunda vuelta en la que se enfrentó a Jacques Chirac.

El FN ha logrado esperados pero no menos destacables resultados en su feudo del sudeste del Estado francés, donde el discurso de la extrema derecha contra la inmigración, el islam y la inseguridad encuentra un buen caldo de cultivo desde hace 25 años. Un discurso que ha renovado Marine Le Pen en los últimos meses poniendo en valor los valores de la laicidad y el credo republicano, en un intento de rebajar el tono.

Le Pen ha quedado en segundo lugar tras Hollande en los históricos enclaves industriales del norte y del este del Estado, donde ha conseguido una fuerte implantación ante un electorado más popular y sensible a su duscurso proteccionista y contrario a las políticas de la UE.

Finalmente, ha conseguido meter cuña en zonas semirurales del este de la región parisina, donde supera el 40% en localidades situadas a menos de 50 kilómetros de la capital francesa. Su electorado se ha ampliado, con una mayor proporción de obreros, empleados y jóvenes no diplomados pero también de las clases medias, que temen quedar desclasadas.

Sarkozy está obligado a lograr la gran mayoría de este voto, parte del cual se decantó por su candidatura en 2007, seducido por su discurso demagógico sobre el trabajo y el poder de compra, pero que ha sufrido un fuerte desengaño por su gestión durante estos cinco años. La tentación de dar una nueva vuelta de tuerca en el discurso xenófobo es muy grande. Su ministro de Exteriores, Alain Juppé, insistió ayer en que la inmigración «no puede ser un tema tabú».

No es tan fácil. Las encuestas publicadas tras el cierre de las urnas el domingo aseguran que Sarkozy logrará, en el mejor de los casos, dos tercios de los votos de la extrema derecha -otras solo le auguran un tercio-, mientras que el todavía presidente precisaría del 80% para tener posibilidades en la segunda vuelta, según el cálculo del politólogo Pascal Perrineau. A ello hay que sumar que cerca de un 20% de los votantes del FN podrían optar por Hollande en segunda vuelta (otras encuestas elevan la proporción a un tercio). Aubry insistió ayer en que «el FN ha sido alimentado por la crisis, las promesas incumplidas y la debilidad moral».

La tarea hercúlea de Sarkozy será tanto más difícil por cuanto Marine Le Pen no tiene intención alguna de salir en su auxilio, sino al contrario.

Aunque vaya a esperar hasta el desfile tradicional en honor a Juana de Arco el 1 de mayo, su elección está hecha. La consigna «no puede ser otra que ni Sarkozy ni Hollande», insistió ayer el número dos del FN, Louis Alliot. Su director de campaña, Florian Philippot, aseguró que «es imposible elegir entre dos candidatos intercambiables».

El FN mira ya a las legislativas de junio. Aunque el sistema electoral mayoritario le perjudica -no tiene ningún escaño-, espera superar a la UMP en la primera vuelta en una de cada cinco circunscripciones, entre ellas en Hénin-Baumont (norte), donde la propia Marine Le Pen logró el domingo el 35% de votos. El objetivo es forzar deserciones en la derecha homologada y salir así de su condición de partido protesta.

El peso de la extrema derecha en Europa

Austria: 28,2%: El FPO ocupa 34 de los 183 scaños en el parlamento austriaco con el 17,5% de los votos. El BZO, una escisión que defiende las mismas tesis populistas, euroescépticas e islamófobas, cuenta con 21 asientos y el 10,7%.

Suiza: 26,6%: La Unión Democrática de Centro constituye desde diciembre de 2011 el primer grupo parlamentario cvon 54 de los 200 escaños. Esta formación se hizo conocida por sus campañas, que presentaban a ovejas blancas que expulsan una oveja negra extranjera, cuervos representando rumanos y búlgaros mordisqueando la bandera suiza o a una mujer con un velo ante unos minaretes con forma de ojiva nuclear.

Noruega: 23% Con 41 de los 169 diputados, el Partido del Progreso tuvo entre sus miembros al autor de la matanza de Utoya, Anders Behring Breivik. Fue el gran perdedor en las elecciones locales del pasado julio.
Finlandia: 19%. El Partido de los Verdaderos Finlandeses ocupa 39 de los 200 asientos del Parlamento.

Hungría: 16,67%. El partido Jobbik entró en el Parlamento en abril de 2010, con 46 escaños de 386. Defiende los valores cristianos, de la familia y la autoridad usando a veces a símbolos de una formacion nazi de los años 30.

Dinamarca: 14%. El Partido Popular Danés dispone de 22 de los 179 escaños del Parlamento. Plantea una política anti-inmigración y hostil al islam.

Bélgica: 7,8%. El Interés Flamenco, en regresión, ocupa 12 de 150 eescaños. Defiende ideas anti-inmigración y secesionistas.

Holanda: 15,45%. La formación euroescéptica e islamófoba Partido por la Libertad fue la vencedora en junio de 2010, pasando de 9 a 24 de los 150 asientos. Apoyaba al Gobierno minoritario del Partido Liberal, pero la coalición acabó el sábado con el fracaso de las negociaciones para reducir el déficit.

Suecia: 5,7%: Bajo la Bandera de Demócratas de Suecia, la extrema derecha sueca está representada en el Riksdag con 20 de los 348 escaños.

Un análisis político de las elecciones francesas

Por Luis Roca Jusmet
Rebelión

Primera reflexión : habría que caracterizar a Francia como a una oligarquía liberal con elementos monárquicos y democráticos. Es una oligarquía porque manda el poder económico ( nacional y europeo) y las élites burocráticos ( básicamente el grupo dirigente del partido en el poder). El elemento monárquico viene del presidencialismo ( una persona con un poder institucional único: el presidente como nuevo monarca). Elementos democráticos : el sufragio universal y las libertades políticas). Que las elecciones sean presidenciales y no parlamentarias marca este elemento antidemocrático. 
 
Segunda reflexión : Compiten cuatro proyectos. El primero es el de la derecha europeista y neoliberal, representado sobre todo por Sarkozy ( en total, sobre una tercera parte de los votos). Otro el de la izquierda europeista socialdemócrata, representado sobre todo por Hollande ( en total otra tercera parte de los votos). El tercero es el neofascismo nacionalista, representado por Le Pen 

( algo más del 18% de votos). Finalmente el proyecto neocomunista, por decirlo así, de transformación del capitalismo y del estado, representado sobre todo por Mélechon ( algo más del 12% de votos). La tercera y cuarta opción, suman una tercera parte del electorado y comparten una retórica antisistema. ¿ Que quiere decir antisistema ? Quiere decir que cuestionan los proyectos insiticuionalistas y europeistas de las dos primeras opciones. Esto quiere decir que dos tercios de los franceses votan por "el sistema" ( Europa y las instituciones) y una tercera parte en contra.

Tercera reflexión : Detrás de las retóricas sistema/antisistema la división real debe hacerse por las prácticas que defienden frente a la crisis. Aquí volvemos a la diferencia derecha/izquierda. La derecha quiere hacer caer la crisis sobre las clases subalternas, sobre todo los inmigrantes y las clases trabajadoras. 

La izquierda cuestiona la lógica del capitalismo y quiere mantener el Estado del Bienestar atacando "los mercados" ( poderes financieros) y los ricos. Planteado así los votos de la derecha ( opción 1 y 3) superan algo a los de la izquierda ( opción 2 y 4).

Cuarta reflexión : El PSF es el partido socialista que ha llevado en Europa políticas más de izquierda, asumiendo sus lastres burocráticos y conciliadoras con los poderes económicas. Por jemplo : la jornada de 35 horas hace un tiempo, una buena manera de repartir el trabajo. En este sentido sus propuestas socialdemócratas son hoy anticapitalistas. Respecto a su izquierda el Frente de Izquierdas es un paso interesante, que lo situa casi en la línea de Alemania, único pais europeo donde la izquierda está unificada. Los troskystas, que se han mantenido al margen, se muestran como un gran fracaso sectario, tanto teórica como prácticamente. 

4) Si nos basamos en los estudios sociológicos de voto aparecidos en la prensa hay algun dato importante: la clase obrera vota un 32% a Le Pen, un 22% a Hollande, un 21 % a Sarkozy y un 20% a Mélechon. El voto obrero del malestar se desliza más al neofascismo que a la izquierda real. El voto obrero es el único "antisistema", es el colectivo que más vota tanto al neofascismo como a la izquierda real. En el voto a Sarkozy dominan los empresarios y jubilados. En el voto a Hollande los parados y los trabajadores cualificados.

Somalia, un vértice del triángulo de la muerte.


Por Leyde E. Rodríguez Hernández

Para un acercamiento al problema de Somalia, hay que estudiar la historia reciente de un país envuelto en un escenario de guerra entre los grupos que lucharon por controlar Mogadiscio, representados por la Unión de las Cortes (Tribunales) Islámicas, surgida en 1996, y la denominada Alianza para la Restauración de la Paz o “Señores de la Guerra”. Estos últimos perdieron una contienda que tuvo sus antecedentes inmediatos en las luchas entre múltiples grupos y etnias que, con particular violencia, provocaron la caída del presidente Mohamed Siad Barre, en enero de 1991.

En aquel período lucharon con todas sus fuerzas y medios por el control del poder las facciones del Congreso Unificado de Somalia, dirigidas por el presidente, Alí Mehdi Mohamed, y las del general Mohamed Farah Aidid, quien también agrupó las estructuras tribales y algunas organizaciones somalíes identificadas con su liderazgo. Es necesario recordar que los Estados Unidos apoyaron a Alí Mehdi Mohamed en detrimento del general Mohamed Farah Aidid, porque este había logrado el dominio de la capital al costo de su destrucción y la muerte de miles de personas.

Desde aquella época, la intromisión extranjera en el conflicto no ha cesado.

Con los cambios geopolíticos en las relaciones internacionales y la emergencia de la unipolaridad estratégica-militar de los Estados Unidos, inmediatamente después de la desaparición de la Unión Soviética, Somalia significó un punto estratégico en los objetivos globales estadounidenses, ya que con la operación “Tormenta del Desierto”, en Iraq, habían obtenido ventajas estratégicas en la franja occidental del Golfo Pérsico y la Península Arábiga, las cuales deseaban consolidar en el contexto de la expansión del proclamado “nuevo orden mundial” de la administración de George Bush, estrategia seguida por los presidentes William Clinton y George W. Bush, que terminó en el verdadero desorden mundial heredado por el premio Nobel de la Paz, Barack Obama. 

Los estrategas estadounidenses consideran que el control y subordinación de Somalia permitiría asegurar la salida del petróleo hacia el Océano Indico y, con una presencia militar estable en el país, podrían ejercer una mayor influencia política, diplomática y militar en una región que forma parte del explosivo “arcos de crisis”, pero donde yacen enormes reservas de petróleo, aún por explorar y explotar, en los desiertos del Ogaden.   

Esas motivaciones llevaron a los Estados Unidos, en 1992, al despliegue de una “intervención humanitaria”, que George Bush inició y William Clinton continuó, con el nombre de “Restaurar la esperanza”. Esta operación desembarcó los marines estadounidenses en el territorio somalí, recibiendo la rápida embestida de la población, por lo que no pudieron lograr el control total de la situación sobre el terreno. Sin embargo, el peso de los intereses geoeconómicos estimuló que los Estados Unidos manipulara el Consejo de Seguridad de la ONU con “argumentos humanitarios”, abriendo paso, en 1995, a una “coalición” integrada por 25 mil soldados de 23 países que ocuparon el territorio somalí. La presencia extranjera recibió nuevamente el rechazo de diversas organizaciones locales contrarias a una injerencia militar en su país.

Las acciones contra las tropas de la ONU tuvieron su punto álgido en la emboscada que causó la muerte a 24 soldados paquistaníes. El gobierno de los Estados Unidos culpó al general Aidid con la  responsabilidad de todos los ataques sufridos por los militares de la ONU. Para los combatientes somalíes, Aidid representó la lucha por la independencia y los valores nacionales mancillados por un agresor externo. Por esa razón, se entiende que obtuvo el apoyo de amplios sectores populares somalíes, cuando dirigió exitosas operaciones militares contra las fuerzas intervencionistas conducidas por los Estados Unidos.

La resistencia popular somalí aniquiló una compañía de tropas especiales de los Estados Unidos con el saldo de 75 heridos, 18 muertos y un número indeterminado de desaparecidos. Las imágenes de los marines muertos arrastrados por las calles de Mogadiscio recorrieron el mundo, pero las cadenas de televisión occidentales no quisieron mostrar los más de 10 mil somalíes que perecieron, en las mismas calles, por la metralla y la barbarie de los agresores. El gobierno de William Clinton cargó con la responsabilidad histórica del primer fiasco guerrerista en suelo africano del invocado “nuevo orden mundial”. La administración estadounidense estuvo obligada a la retirada de sus soldados de la tierra invadida, sin que nunca pudieran aceptar aquella rotunda derrota convertida de por vida en el “síndrome somalí”, todavía recordado por quienes en la sociedad norteamericana estuvieron involucrados directamente en ese conflicto.

A pesar de aquel golpe en territorio somalí, los Estados Unidos persistieron en su interés de dominar a la irredenta Mogadiscio. Sí, a un país desangrado por la guerra, las enfermedades, la pobreza, sin hospitales y  escuelas.  A todo eso hay que añadir que Somalia es el único país que carece de una autoridad central. Las Cortes Islámicas mantienen el control de alrededor del 60 % del territorio, mientras el Gobierno Federal de Transición (GFT), vigilado por los Estados Unidos, controla solamente una mínima parte de la capital. 

Somalia es considerada por las potencias occidentales como un “Estado fallido”. Esta expresión es utilizada para justificar las políticas económicas neoliberales, la violación de la soberanía de los países del sur y la aplicación de acciones militares con supuestos fines humanitarios.

La Somalia del  Cuerno Africano forma parte del denominado “Triángulo de la Muerte”, que está integrado además por Etiopía y Kenya. Estos países sufren una severa escasez de alimentos y necesitan de una ayuda internacional urgente. La situación más grave está en Somalia, donde, según la ONU, 29 000 niños menores de cinco años han muerto y 3,7 millones de personas necesitan con urgencia asistencia humanitaria. Este terrorífico panorama es vergonzoso para el sistema capitalista globalizado, precisamente en una época en que, por diferentes vías, se ven amenazados los derechos de la especie humana a su supervivencia.    

Es evidente que de Somalia conocemos poco. En los últimos años solo se nos habla de un país de “piratas modernos” bien armados y con las indumentarias necesarias para apoderarse de embarcaciones y riquezas; pero, para muchos somalíes, los guardacostas por cuenta propia simbolizan la defensa de las aguas territoriales frente a la pesca ilegal y el vertido de desechos tóxicos: nuclear, uranio, cadmio, plomo y mercurio, en sus aguas territoriales. Sobre los implicados en estos hechos y el fenómeno de la “piratería” todavía queda mucho por dilucidar, porque, en aguas revueltas, las ganancias van casi siempre al bolsillo de los poderosos pescadores que monitorean al actual gobierno de transición, una facción favorable a los intereses estratégicos de los Estados Unidos en esa región. La realidad es que las sofisticadas fábricas flotantes de las potencias capitalistas se han apropiado de una de las más ricas zonas de pesca que quedan en el planeta. Los barcos occidentales son ilegales, furtivos y violan las más elementales leyes internacionales, porque son parte de una creciente iniciativa internacional de pesca delictiva.

El insuficiente conocimiento sobre Somalia, en las dos últimas décadas, pudiera explicarse porque sus problemáticas internas quedaron diluidas entre una miríada de acontecimientos que acapararon la atención internacional y que tuvieron un efecto  catastrófico para sus pueblos. Me refiero a la ocupación estadounidense de Iraq y la guerra indiscriminada en Afganistán, que llegaron a convertirse en los principales conflictos de la política mundial en franca competencia con la permanente agresión de Israel a los territorios palestinos ocupados. Esos sucesos mayores silenciaron las aterradoras circunstancias que atraviesa Somalia, un país en el que más de un millón de personas perdió la vida a causa de la guerra y más del 40 % de la población emigró hacia otros países.

Y si lo descrito fuera poco, en los tiempos de Barack Obama, amparado en pretextos de la lucha antiterrorista, continuó el bombardeo del territorio somalí con aviones no tripulados.

Claro está, la indiferencia, ante tanto infortunio, no es de extrañar por una llamada Comunidad Internacional en la que sus jugadores coinciden con el club selecto de las antiguas potencias coloniales. Tal es así que, en abril del 2012, después de que el denominado Foro de la Política Mundial (GPF, por sus siglas en inglés) presentara un informe sobre la situación somalí, para el primer Ministro británico, David Cameron, “Somalia es un país en caos, violento y sin esperanza, y amenaza los intereses del Reino Unido y de todos. No estamos para imponer soluciones a un país desde lejos”.

El mismísimo Cameron, la secretaria de Estado estadounidense, Hillary Clinton, y el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, apoyaron a la nueva administración de Somalia, que entrará en acción, en agosto de 2012, bajo la tutela de los prominentes dirigentes de la Comunidad Internacional. Sin embargo, el mencionado informe del GPF indicó que las verdaderas y únicas intenciones de las potencias en Somalia están centradas en las reservas de entre 5 mil millones y 10 mil millones de barriles de petróleo crudo, por un valor de 500 millones de dólares al precio actual. Además de las reservas de hierro, estaño, uranio, cobre y otros minerales, lo cual es una incitación justificada para que las potencias capitalistas aseguren una intendencia que les asegure sus intereses estratégicos de control de los recursos naturales en ese país. 

Queda claro que Somalia es un país maniatado por la llamada Comunidad internacional. Así lo confirman los insistentes ataques con aviones “drones” no tripulados; las operaciones militares secretas de los Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia, con el completo apoyo del Consejo de Seguridad de la ONU; la misión Atalanta, los mercenarios de Etiopia, Kenia, Burundi y Uganda. Pero la rebeldía del pueblo somalí no ha podido ser apagada. El movimiento de Jóvenes muyahidines de la Unión de Cortes Islámicas y el grupo armado Al-Shabaab continúan enfrentados a la intervención extranjera que subyuga al pueblo somalí.

Y lo leído hasta aquí es solo un breve recorrido por la convulsa historia de un vértice del referido “Triángulo de la Muerte”: Somalia, un país sufrido, preterido y esquilmado por las potencias capitalistas occidentales.

lunes, 16 de abril de 2012

VI Cumbre de las Américas


Rebelión de América Latina y el Caribe


CARTAGENA, 15 de abril.— La Cumbre de las Américas pasará a la historia por la posición común de Latinoamérica y el Caribe en los temas Cuba e Islas Malvinas.

La cita, que culminó sin una declaración final por la negativa de Washington y Canadá para que esos asuntos fueran incluidos en los debates, constituyó "una rebelión de América Latina y el Caribe contra Estados Unidos por su oposición frente al reclamo generalizado de integrar a Cuba a estos foros hemisféricos y al reclamo de soberanía de Argentina sobre las Islas Malvinas", declaró el presidente boliviano, Evo Morales.


Todos los países de América Latina y el Caribe quieren que Cuba esté presente, pero hay una imposición, una dictadura que no lo acepta, expresó el mandatario, quien aseguró que Estados Unidos cada vez está más aislado. 


El mandatario boliviano aseguró que Estados Unidos cada vez está más aislado.


Acerca de la plenaria presidencial a puertas cerradas y a la que no tuvo acceso la prensa, dijo que "si somos transparentes no tenemos nada que ocultar", reseña PL.

En su opinión hay temor de que los pueblos del mundo vean quiénes son los verdaderos enemigos de la inclusión.

 
Asimismo, calificó de justa la ausencia de su homólogo ecuatoriano, Rafael Correa, en protesta al veto de Estados Unidos hacia Cuba.

Evo también indicó que muchos países, además de los que conforman el bloque de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), reclamaron que esta sea la última Cumbre sin la Isla caribeña.


Ese bloque integracionista manifestó que no participará más en una Cumbre de las Américas sin la presencia de Cuba y exigió el cese inmediato del bloqueo económico, financiero y comercial de Estados Unidos contra esa nación.


En ese sentido, el gobernante anfitrión, Juan Manuel Santos, calificó tal política como anacrónica y expresó que otro foro hemisférico de este tipo con un Haití postrado y sin la presencia de Cuba sería inaceptable.


Para el jefe de Estado, nada justifica ese camino, el cual —dijo— es un anacronismo que se mantiene anclado en una era de guerra fría ya superada hace varias décadas.


También reclamaron la participación de Cuba los dignatarios de El Salvador, Mauricio Funes, y de Paraguay, Fernando Lugo, quien además condenó el bloqueo económico de Estados Unidos.


"Consideramos que dicha práctica vulnera principios del Derecho Internacional que, desde todos nuestros organismos multilaterales y regionales, defendemos y buscamos garantizar", expresó.


Para el mandatario salvadoreño, y en el contexto del lema central de esta Cumbre
Las Américas interconectadas como socios para la prosperidad, la ausencia de Cuba constituye una deuda histórica que se debe subsanar.

"Los 32 países del continente condenamos el bloqueo criminal de EE.UU. contra Cuba (... ) No se trata de un tema del pasado", aseguró por su parte el canciller de la República Bolivariana de Venezuela, Nicolás Maduro, cuyo discurso obtuvo VTV de manera extraordinaria, ante la censura informativa alrededor del encuentro.


La República Bolivariana y un número importante de los países aquí reunidos exigimos el fin del criminal bloqueo contra Cuba y en el tema de Las Malvinas pedimos que se ponga fin a la colonización de este territorio que es argentino, afirmó.


"¿Cómo podemos ser aliados de Estados Unidos cuando nos criminaliza permanentemente?", planteó Maduro, y expresó, además, que esta pregunta deben hacérsela en EE.UU., donde todavía no han comprendido que Venezuela ha avanzado democráticamente en la región.


El presidente de Uruguay, José Mujica, subrayó que "estamos ante un desafío civilizatorio. Por estas cosas queremos que la bandera de la estrella solitaria esté con nosotros, es parte de nosotros, de nuestro dolor".


"No reclamamos las Malvinas por ofender la historia de Gran Bretaña o por ofender a nadie —defendió el mandatario uruguayo—, las reclamamos porque tenemos un sentido de pertenencia".


La presidenta argentina, Cristina Fernández, pronunció un discurso en el que agradeció el respaldo y la solidaridad de más de 30 países a la causa de las Malvinas, al tiempo que señaló que debería ser la última reunión sin la presencia de Cuba.


Se refirió también a la unidad del Caribe y Centroamérica y destacó el papel de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), entre los puntos más salientes de su mensaje.


Desde Nicaragua, el presidente Daniel Ortega, quien tampoco asistió a la Cumbre en apoyo a Cuba, aseguró que las discusiones de los presidentes en Cartagena no fueron transmitidas para complacer los intereses de Estados Unidos.


"Como se iban a debatir temas que iban a poner en evidencia que Cuba no es la aislada, sino que el aislado es el imperio, entonces pusieron como condición que no se transmitiera", dijo.

 
Desde la cumbre de Mar del Plata, Argentina (2005), que también concluyó sin declaración oficial, los finales de estos encuentros han sido tensos por las diferencias entre los países del norte, y las naciones del sur, añade PL.

En aquella ocasión el rechazo al Área de Libre Comercio de las Américas generó reacciones encontradas y marcó el inicio de una nueva etapa política y económica en las relaciones de los países de la región.


Hoy, el concierto de integración de las naciones latinoamericanas aísla a Estados Unidos y Canadá, que siguen siendo desde entonces, las notas discordantes.


Otro de los temas fuera de la agenda oficial que conminó a un amplio debate entre los asistentes al cónclave hemisférico fue el rotundo fracaso de la guerra contra las drogas lanzada por Estados Unidos y centrada en la interdicción, que no ha disminuido ni la producción ni el consumo y ha dejado cientos de miles de muertos en América Latina y el Caribe.


Ese país, dijo Evo Morales, usa el tema del narcotráfico para su injerencia geopolítica en la región y lamentablemente acusa a los gobiernos de Latinoamérica como responsables de ese flagelo.


"Exigimos responsabilidad compartida" en esta lucha que pasa por la reducción del consumo en Estados Unidos, agregó.


Por su parte, el presidente Santos, informó que únicamente hubo tres puntos de consenso en la VI Cumbre de las Américas, que resultaron en sendos comunicados en la que los países del continente se comprometieron a apoyar la conferencia de Río+20, a luchar contra la delincuencia transnacional y apoyar la competitividad en la región.


ESTADOS UNIDOS AISLADO

La VI Cumbre de las Américas fue un duro golpe para Estados Unidos, que en esta cita buscaba profundizar el comercio con la región para recuperar empleos, refiere Reuters.

En sus discursos, Obama prefirió centrar su intervención en los temas comerciales. El presidente estadounidense participó en el cierre del Foro Económico que se organizó en paralelo a la cumbre.

En la cumbre pasada hace tres años, en Trinidad y Tobago, un popular Obama despertó el entusiasmo de los líderes latinoamericanos con promesas y hasta medidas concretas, como relajar algunas restricciones sobre Cuba.

Pero Cuba sigue sometida al mismo bloqueo económico que le impuso Estados Unidos hace medio siglo.

Para empeorar las cosas, Obama tuvo que lidiar con un escándalo de prostitución que involucró a miembros de su equipo de seguridad, 11 de los cuales fueron enviados de regreso a casa, reseña AFP. (SE)

Fuente: Tomado de Granma.

viernes, 13 de abril de 2012

Ignacio Ramonet y la explosión del periodismo


Por Luis Hernández Navarro

El 10 de marzo del 2000, Jack Kelly publicó en el USA Today la historia de Jacqueline, una empleada de hotel cubana que huyó de su país en una patera. Según el periodista, en su odisea la migrante se ahogó trágicamente en el estrecho del Golfo. La nota era falsa. La mujer, cuyo verdadero nombre era Yamilet Fernández, estaba viva. 

El autor de La explosión del periodismo se refiere a narraciones de fraude periodístico, como los reportajes del júbilo popular en el momento que derriban la estatua de Saddam Hussein, que en el libro forman parte del capítulo Mentirosos compulsivos.


Foto: Ap
La narración de este fraude periodístico y de otros más, como los reportajes del júbilo popular en el momento de la demolición de la estatua de Saddam Hussein en Bagdad, el 9 de abril del 2003, forma parte del capítulo Mentirosos compulsivos, del libro La explosión del periodismo, de Ignacio Ramonet. Según el analista, la existencia de este tipo de prácticas es una de las razones por las que la prensa diaria de pago se ha desacreditado ante sus lectores y se encuentra al borde del precipicio.

El descrédito de los periodistas, de acuerdo con Ramonet, está relacionado también con la confusión creciente entre comunicación (entendida como la difusión de mensajes complacientes y aduladores en favor de las empresas que las encargan) e información; la concentración monopólica de los medios y el concubinato entre políticos y periodistas.

Antes, asegura el periodista, los periódicos vendían información a los lectores; ahora lo que hacen es vender consumidores a los anunciantes.

El descrédito, sin embargo, no es el único problema que enfrenta la prensa. La época en la que los medios y los periodistas detentaban el monopolio de la información en la sociedad está llegando a su fin, afirma Ignacio Ramonet. El impacto del meteorito Internet ha provocado un cambio sustantivo del ecosistema mediático y la extinción masiva de los diarios de la prensa escrita. Sin embargo, los periódicos no van a desaparecer. Por el contrario, asegura el semiólogo nacido en España y radicado en Francia, probablemente nunca ha existido un momento más favorable para ser periodista.

La explosión del periodismo es el último libro de uno de los principales promotores del Foro Social Mundial y entrevistador del subcomandante Marcos y de Fidel Castro, publicado en España el año pasado por Clave Internacional y reeditado por el Instituto Cubano del Libro.

En apenas 130 páginas, el autor de 20 libros más, director desde 1990 hasta el 2008 de la edición francesa de Le Monde diplomatique, y desde ese año de la edición española de la publicación, dibuja una detallada y vívida radiografía de los problemas que padece el periodismo contemporáneo. Con la precisión del cirujano disecciona a una prensa desubicada tras los impactos de la revolución digital, el surgimiento y expansión de las redes sociales, la fragmentación de los lectores, el colapso de la credibilidad de los medios y el impacto de la crisis económica.

La radiografía que hace, muestra un paciente con graves problemas. Tan solo entre el 2003 y el 2008, la difusión mundial de los diarios de pago cayó un 7,9 % en Europa y un 10,6 % en América del Norte. Solamente en Estados Unidos desaparecieron 120 periódicos, con la pérdida de unos 25 mil empleos. La difusión de la prensa escrita cae un 10 % al año. Numerosas publicaciones han sacrificado sus ediciones impresas. El Financial Times paga a sus redactores solamente tres días por semana.

La explosión del periodismo es, simultáneamente, un ensayo sobre la prensa escrita y un diagnóstico de sus principales retos, una crónica de sus aventuras y desdichas a lo largo de los últimos diez años, y un pequeño catálogo de algunas de sus experiencias exitosas. Es así como pasa revista y analiza a profundidad casos como WikiLeaks y lo que llama la excepción tunecina. Entre los factores que explican el agravamiento de la decadencia de la prensa escrita de pago se encuentran, según el autor de La tiranía de la comunicación, la especulación financiera (con la salida en Bolsa de medios de comunicación y fusiones y concentraciones de los grandes grupos mediáticos), la excesiva dependencia de la publicidad, la competencia de los periódicos gratuitos, el envejecimiento del lector de prensa y la pérdida de fidelidad a los medios escritos.

El libro concluye explicando el éxito de Die Zeit (El Tiempo), el seminario alemán cuyas ventas se han disparado y que tira medio millón de ejemplares. La clave de su fortuna consiste, de acuerdo con Giovanni di Lorenzo, su director, en ignorar los consejos de los expertos, estudiar las necesidades de sus lectores, renunciar a las modas y publicar artículos largos, documentados y serios.

La explosión del periodismo es un libro esclarecedor y actual; un trabajo indispensable para comprender la problemática y los desafíos de la prensa hoy en día.  

Publicado en Granma. (Tomado de La Jornada)

jueves, 12 de abril de 2012

El secreto de la supervivencia de Corea del Norte

 
Por Fiodor Lukiánov 
RIA NOVOSTI


Corea del Norte vuelve a centrar la atención de todo el mundo.

El lanzamiento del satélite ‘Kwangmyongsong-3’ (‘Estrella Brillante’) a bordo del cohete portador Unha-3 (‘Vía Láctea’), planeado para esta semana con el fin de conmemorar el centenario del nacimiento del fundador del país comunista, Kim Il-sung, no deja dormir tranquilos a todos sus vecinos ni a Estados Unidos. Pese a que se hace hincapié en el alto nivel de transparencia del suceso, inhabitual para el país, nadie cree en que sea un programa cósmico pacífico sino ensayo de un misil balístico. Más aún, se sabe por experiencia que los artefactos norcoreanos pueden desviarse de su curso y caer donde sea.

Hace 20 años, cuando cayó la URSS, el régimen norcoreano del ‘Juche’ se quedó sin apoyo material y lo tomaron por condenado a derrumbarse también. En 1994, cuando falleció Kim Il-sung y su lugar fue ocupado por su hijo, con fama de ser un ‘playboy’ incapaz de gobernar un país, el colapso también se consideraba inevitable. Ahora que al mando se encuentra el nieto del padre de la nación, joven y de poca experiencia, de nuevo le auguran la caída al régimen. Veremos cuáles serán los resultados dentro de unos años…

La excepcional estabilidad del socialismo coreano se debe a varios factores. El primero, que la presión implacable de Pyongyang nunca ha dejado lugar para brotes de ideología alternativa al régimen, si se compara con la experiencia de otros países socialistas que han mostrado que una liberalización controlada deja de ser controlada muy pronto.

Además, las autoridades norcoreanas logran mantener un hermetismo de la sociedad que no tiene parangón en el mundo contemporáneo: no hay otro Estado que esté tan aislado de las influencias externas. Esto asegura un nivel de protección muy alto ante acontecimientos similares a la primavera árabe.

El segundo factor es que cuando la nueva situación mundial estaba todavía formándose, Pyongyang apostó por el programa nuclear. Como resultado, cuando la administración estadounidense decidió, a las puertas del siglo XXI, cambiar regímenes indeseados por la fuerza, resultó demasiado arriesgado tocar Corea del Norte por peligro de provocar una respuesta nuclear que habría hecho daños inadmisibles tanto al adversario como al propio país. Resulta muy provechoso que todo el mundo sepa que no hay nada que le detenga a uno. Corea del Sur, por ejemplo, se abstiene de cruzar ciertos límites pese a sus declaraciones y amenazas. Nadie sabe a ciencia cierta si Corea del Norte está lista para cometer un suicidio de verdad, pero tampoco hay quien quiera verificarlo. Al darse cuenta de esto, Pyongyang está afianzando su imagen de un socio irracional, peligroso e impredecible.

En tercer lugar, un papel decisivo lo tiene el apoyo de Pekín. China fue patrón de Pyongyang aún en la época soviética, llegando a ser su protector principal desde los 90. Esto no está relacionado con la ideología: los pragmáticos chinos son ajenos al dogmatismo norcoreano. China parte de la idea de que el ‘status quo’ le es más provechoso que cualquiera de las alternativas: sea una Corea unida pro estadounidense o una ‘gran Corea’ con sus ambiciones y ánimos nacionalistas, Pekín perderá en ambos casos.

En cuarto lugar, en la práctica nadie está interesado en la unión de las dos Coreas. Pyongyang no piensa en la expansión desde hace mucho, su tarea primordial es la de sobrevivir. Seúl, en el caso de la unificación, corre riesgo de quebrar. Japón, aunque teme a los norcoreanos impredecibles, no querrá ver una Corea unida ni siquiera bajo los auspicios de Seúl, pues las múltiples reclamaciones que acumularon los coreanos contra sus vecinos en estos cien años están dirigidas sobre todo a Japón.

Es curioso que Rusia hubiera ganado más que nadie en el caso de la unión de las dos Coreas. Las relaciones especiales con Corea del Norte no son nada más que una fantasía. Pero, unidas las Coreas, habría un país de peso e influencia, que apenas tiene reclamaciones históricas o de algún otro tipo contra Moscú. Rusia, con su nuevo interés por Asia, espera diversificar sus relaciones para evitar la dependencia absoluta de China: Corea podría convertirse en el socio más cómodo. Además, recordemos los planes relativos a las arterias de transporte y energía, lastrados por las disputas entre ambas Coreas. Todo esto explica los esfuerzos de Rusia por cambiar el enfoque del arreglo del conflicto: del fracasado planteamiento estadounidense a un intento de interesar a Pyongyang por medio de dividendos económicos, como el proyecto del gasoducto transcoreano.

En definitiva, para Estados Unidos la cuestión norcoreana no está tan clara como parece. Es cierto que Washington no puede quedarse tranquilo cuando existe un país impredecible que no deja de molestar a la superpotencia con sus ensayos nucleares, lanzamientos de misiles y otros trucos. Sin embargo, analizada la situación a largo plazo, el Pyongyang de hoy resulta útil para Estados Unidos.

La tarea primordial para Estados Unidos para el próximo decenio consiste en afianzar sus posiciones en Asia y el Pacífico, lo cual ya ha sido dicho oficialmente. La competencia estratégica con China todavía no es un hecho, pero su probabilidad va aumentando rápidamente. Sería una provocación demasiado atrevida lanzarle a Pekín un desafío, empezando a “rodearlo” (aunque la activación de la diplomacia estadounidense en Vietnam, Myanmar y por todo el Sudeste Asiático es evidente). La interdependencia económica a diferentes niveles no permite actuar a quemarropa. Pero la existencia en la región de un régimen agresivo que además está confirmando esta reputación conscientemente y al que temen sus vecinos, socios de Estados Unidos, es un perfecto pretexto para consolidar sus alianzas y aumentar la presencia político-militar, desde la terrestre y marítima hasta la antiaérea.

Desde este punto de vista, Pekín debería hacer optar a sus tutelados por una vía de transformación pacífica, pero por ahora parece que no puede conseguirlo. No basta con intentar persuadir a los líderes norcoreanos, es evidente que es imposible. Y la idea occidental de que Pyongyang retroceda si China reduce o suspende la ayuda económica puede resultar errónea. Las autoridades de Corea del Norte se dan cuenta de que sus socios chinos se esfuerzan por evitar una agudización que puede cambiar el ‘status quo’ perjudicando a la propia China. Y esto significa que la idea de dicha radicalización puede ser objeto de chantaje, no solo contra Estados Unidos, Japón y Corea del Sur, sino contra China también. Por eso la presión por parte de Pekín puede provocar una agresión de Pyongyang contra Seúl o Tokio, lo que causará una escalada de tensión con la participación estadounidense, haciendo daño a China. Es una paradoja: la supervivencia de un régimen anacrónico, un extraño fruto de una época acabada y de una ideología fracasada, la aseguran las complicadas relaciones entre las potencias asiáticas y la dura rivalidad que todavía está por llegar.

Cuba: Cumbre y más allá

Por Jorge Gómez Barata
ARGENPRESS
 
Cuando la Revolución Cubana no era aceptada sino combatida; por asesinar a Fidel Castro se ofrecía dinero y se hubieran concedido medallas, ser marxista se declaró “incompatible con el sistema interamericano”, Cuba resistió, no sólo sobrevivió sino que avanzó y contra viento y marea se consolidó.

Cuando Cuba fue expulsada de la OEA y ningún país iberoamericano excepto México reconocía al Gobierno Revolucionario y el pueblo cubano sufría las rudeza del bloqueo económico norteamericano asumiendo sus terribles consecuencias y defendía sus conquistas frente cientos de bandas armadas y organizaciones contrarrevolucionarias que operaban en todas las provincial del país y pagando un altísimo precio derrotaba la invasión mercenaria por bahía de Cochinos, la Revolución no pidió tregua.

No se expuso la “otra mejilla” no por soberbia sino porque ambas estaban excesivamente maltratadas por siglos de conquista, colonización y aspiraciones de independencia frustradas. La respuesta de los pueblos fue contundente: la cordillera de los Andes, las selvas de América y muchas urbes se convirtieron en escenarios de lucha y virtualmente en la Sierra Maestra de América.

Las oligarquías reaccionarias temblaron y con asesores gringos acuñaron la Doctrina de Seguridad Nacional, inventaron categorías como “Conflicto de Baja Intensidad” y pidieron ayuda para contener la insurgencia. Washington fue generoso, envío armas, puso a funcionar tiempo extra a la Escuela de las Américas y enseñó a torturar y a desaparecer.

Un pequeño país que no levantó bandera blanca cuando la desaparición del socialismo real y de la Unión Soviética, no sólo la dejaron sola sino que los proclamados herederos, se sumaron al bloqueo norteamericano y presionaba a La Habana tratando de cobrar “deudas” y en Miami se pedían “Tres días de licencia para matar en la Isla”, por qué habría de hacerlo ahora.

La hegemonía lograda por Estados Unidos frente a la Revolución Cubana comenzó a resquebrajarse y se hizo trizas no porque cambiara el imperio sino porque cambió Latinoamérica. Las oligarquías y el imperio no fueron condescendientes con Cuba sino que fueron derrotadas por los procesos encabezados por gobernantes progresistas, avanzados y realistas y en cualquier caso no amanuenses de los Estados Unidos. Antes de que lo hiciera Estados Unidos, América Latina unánimemente levantó el bloqueo. 

Decir que Cuba y la Revolución no estarán en la Cumbre Iberoamericana el próximo fin de semana es una broma. Quienes no estarán serán los oligarcas que una vez la expulsaron de la OEA y los imperialistas que con arrogancia podían ordenar que se le ignorara. Esta vez América Latina hablará con una sola voz; el lenguaje no será de suplica y habrá un ultimátum que ahora no viene del imperio. 

Bloqueo y ¡Basta! serán las palabras más escuchadas por Barack Obama que como recientemente afirmara un comentarista: “Ira a la Cumbre a sufrir” ¡Que sufra pues! Allá nos vemos.