martes, 31 de octubre de 2017

Declaración de la Sociedad Económica de Amigos del País en ocasión del XIV foro de organizaciones de la sociedad civil cubana contra el bloqueo





La Sociedad Económica de Amigos del País (SEAP), fiel a su lema “PRO PATRIA”, exige, junto a nuestro pueblo, el levantamiento inmediato del Bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por los Estados Unidos de América contra Cuba. El Presidente Obama calificó al Bloqueo de obsoleto y dijo que había que suprimirlo. Ahora el nuevo Presidente de ese país imperial, Donald Trump, está revirtiendo las acciones de distensión con Cuba adoptadas por Obama. Su proceder estaba anunciado desde su campaña electoral y fue reafirmado en Miami cuando Trump planteó su política hacia Cuba en un show montado con lo más reaccionario de la mafia cubano americana radicada en la Florida.

Las administraciones norteamericanas se han caracterizado en fabricar pretextos para iniciar agresiones contra los gobiernos que no son de su agrado. Ocurrió con la voladura del acorazado Maine para intervenir en nuestra guerra de independencia; en el incidente del Golfo de Tonkin  para la guerra contra Viet Nam; en la mentira de la tenencia de armas de exterminio masivo para la invasión a Iraq. Ahora la supuesta “agresión acústica” a funcionarios diplomáticos norteamericanos radicados en Cuba, sirve de pretexto para revertir los avances logrados en la normalización de las relaciones entre nuestros países.

Con la suspensión del otorgamiento de visas a ciudadanos cubanos las relaciones migratorias se llevan, a prácticamente, al nivel que existía antes de que en el gobierno del Presidente James Carter se crearan las secciones de Intereses.

Estamos ante una situación de recrudecimiento de las medidas unilaterales contra Cuba, que no podemos pasar por alto. Ante ella el pueblo cubano sabrá enfrentar con la entereza y patriotismo que le han caracterizado en la defensa de su independencia, soberanía y derechos a lo largo de la historia.

La Sociedad Económica de Amigos del País reafirma que el Bloqueo es ilegal, es una violación del Derecho Internacional y de los derechos humanos de los cubanos, es inmoral, es cruel, viola toda ética en las relaciones entre las naciones. Los daños acumulados en las casi seis décadas que lleva implantado se elevan a 822 mil 280 millones de dólares USA, calculados al valor del oro tomando en cuenta su depreciación.

La Sociedad Económica de Amigos del País apoya al Gobierno Revolucionario en su decisión de presentar otra vez a consideración de la Asamblea General de las Naciones Unidas el proyecto de resolución que plantea la necesidad de suprimir el Bloqueo de EEUU contra Cuba y convoca a reforzar la solidaridad internacional con el pueblo cubano, víctima una vez más de las ambiciones neocolonialistas, imperialistas del gobierno de los Estados Unidos de América.

¡ABAJO EL BLOQUEO!
La Habana, 18 de octubre del 2017
“Año 59 de la Revolución”                       

La Diplomacia inadmisible



En un momento histórico en el que la política internacional amplía su campo de acción y sus perspectivas, y se abre a las operaciones más diversas entre los Estados a medida que incrementan su intervención y colaboración en materia económica, financiera y comercial, se hace necesario que el ámbito clásico del debate sobre la guerra y la paz se deje a  un lado.

Las relaciones diplomáticas se refieren a las actividades que establecen y desarrollan  los Estados  para construir un ambiente  de relaciones beneficiosas mutuas y de cooperación, que tiene como objetivo alcanzar, mantener o fortalecer la paz.

Los orígenes de las relaciones diplomáticas son tan antiguos como la historia de la sociedad humana. A medida que se fueron formando las  unidades políticas autónomas, surgió la necesidad de relacionarse y comunicarse unas con otras, especialmente con las vecinas. Evidentemente, la diplomacia actual presenta sustanciales diferencias de aquellas «prácticas diplomáticas» antiguas. Sin embargo, hoy, como ayer, las relaciones diplomáticas forman, junto con el comercio y la comunicación (y lamentablemente la guerra)  el sustrato esencial de una sociedad internacional cuyo entramado de relaciones y actores ha experimentado una constante y creciente complejidad a lo largo de la historia. 

La diplomacia se convirtió en permanente, durante la primera mitad del siglo XV, en el intrincado contexto de las relaciones políticas que imperaban entre los reinos y repúblicas italianas. Se suele citar a Venecia como la instauradora de la diplomacia moderna de carácter permanente, con el establecimiento de misiones en Roma y Constantinopla. Sus embajadores, denominados oratores, mantuvieron una intensa actividad  y periódica correspondencia oficial. 

Con la consolidación del Sistema Europeo de Estados, tras la Paz de Westfalia de 1648, la diplomacia permanente se generalizó entre todos los países de Europa. Surgió así la necesidad de constituir unas oficinas (después llamadas Embajadas) encargadas de administrar las relaciones diplomáticas y la política exterior de los Estados. Paralelamente va configurándose un cuerpo de funcionarios especializados en las tareas diplomáticas que pasaron a depender de un Secretario de Estado, nombrado por el monarca entre la nobleza de su confianza, constituyendo así el antecedente remoto de los actuales Ministros de Relaciones Exteriores.

Durante esta etapa, el cambio más significativo que se produjo consistió en la implantación de un auténtico Derecho diplomático, cuyas normas fueron resultando  obligatorias para todos los Estados, como Derecho internacional consuetudinario. La mayoría de ellas resultantes de una costumbre durante los siglos precedentes. 

Esa práctica inveterada llevó a la negociación como la base fundamental  de las relaciones diplomáticas, dado que es por medio de la negociación que se ha de alcanzar la construcción o existencia de una comunidad internacional justa que, a través de la cooperación, permita el pleno desarrollo de los pueblos. Por ello, en toda relación diplomática, y sea cual sea el objetivo inmediato de la acción exterior por el que dicha relación se ha establecido, la finalidad última que justifica su existencia y le da pleno significado es la de alcanzar o mantener unas relaciones internacionales pacíficas. Las relaciones diplomáticas se perfilan así no solo como una forma de relación alternativa a la guerra sino, precisamente,  como una forma de relación destinada a evitar la guerra, la confrontación y el enfrentamiento. 

Fue así que la Convención de Viena de 1961, sobre Relaciones Diplomáticas,  es en cierta medida una especie de codificación de las prácticas diplomáticas, y reconoce incluso que las normas del Derecho internacional consuetudinario deben continuar rigiendo las cuestiones que no estén expresamente reguladas en la Convención. Está basada en los propósitos y principios de la Carta de las Naciones Unidas relativos a la igualdad soberana de los Estados, al mantenimiento de la paz y de la seguridad internacional y al fomento de las relaciones de amistad entre los Estados, con el objetivo de contribuir  al desarrollo de las relaciones amistosas entre las naciones, prescindiendo de sus diferencias de régimen político o social. 

Sin embargo, cuando la diplomacia se concibe y ejecuta para incrementar el poderío del Estado, propiciando el desencadenamiento de conflictos termina siendo rehén de la obsesión beligerante y, llegado ese punto, acaba por quedar desvirtuada y con frecuencia, desacreditada ante los otros Estados y organismos internacionales, así como ante la opinión pública, nacional e internacional. Y es que en política  internacional algunos Estados poderosos  recurren a la coacción, o a la fuerza, para tratar de imponer sus intereses a otros países, como las tristemente famosas «Diplomacia del Dólar» y «Diplomacia de las Cañoneras» (Gunboat Diplomacy). 

Entre estas categorías de diplomacia inadmisible, violatoria del Derecho internacional y contraria al mantenimiento de la paz,  puede incluirse ahora el reciente giro del Gobierno de EE.UU. en sus relaciones con Cuba, o sea, las pretendidas justificaciones,  con verdaderos matices de ciencia ficción, para enrarecer el ambiente de las relaciones reestablecidas entre Cuba y EE.UU., que al parecer busca un pretexto para crear un conflicto y dar marcha atrás al  avance que fruto de las negociaciones fue logrado después de más de medio siglo, y frustrar la continuación del diálogo respetuoso entre los dos gobiernos, y el propósito de implementar activamente los acuerdos bilaterales suscritos en los dos últimos años,  y avanzar aún más  con  acciones concretas en la cooperación en áreas de beneficio mutuo como la protección del medio ambiente, aplicación y cumplimiento de la ley, salud, agricultura, hidrografía y geodesia, entre otras (como ha manifestado su disposición el Gobierno cubano). Estas acciones de  confrontación y la drástica reducción del personal diplomático en las respectivas misiones en La Habana y  Washington por parte del Gobierno de EE.UU., sin consultar o escuchar el criterio del Gobierno cubano, bien como Estado acreditante o receptor, en uno u otro caso, constituyen hechos violatorios del Derecho internacional y, en especial, de la Convención de Viena de 1961 sobre Relaciones Diplomáticas, que originan molestias, insatisfacciones y  dificultan el intercambio y la colaboración entre los dos países. 

En un momento histórico en el que la política internacional amplía su campo de acción y sus perspectivas, y se abre a las operaciones más diversas entre los Estados a medida que incrementan su intervención y colaboración en materia económica, financiera y comercial, se hace necesario que el ámbito clásico del debate sobre la guerra y la paz se deje a  un lado.  Las relaciones diplomáticas son actualmente  la conducción de los negocios entre los Estados por medios pacíficos, basada en el respeto recíproco y la observancia del Derecho internacional. Era  eso lo que se esperaba del Gobierno de EE.UU. ante la posibilidad de abrir el comercio y el intercambio con el vecino cercano, mercado natural geográficamente. Lamentablemente, otro camino comienza a atisbarse en el horizonte, como fantasma amenazador de la guerra fría.

Fuente: Granma Internacional




lunes, 16 de octubre de 2017

Declaración de Solidaridad con los pueblos de América Latina y el Caribe



Los participantes en la III Conferencia de Estudios Estratégicos celebrada en La Habana del 11 al 13 de octubre de 2017  como parte de las actividades conmemorativas del 50º Aniversario de la desaparición física de Ernesto Che Guevara y del 50ª Aniversario de la fundación del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales expresamos nuestra total  solidaridad con los pueblos del continente latinoamericano. 

Manifestamos profundo pesar por las víctimas del sismo que costó la vida de millones de mexicanos y afectó otros países hermanos de Centroamérica.  Reafirmamos nuestro apoyo a todos los pueblos de El Caribe que han sufrido los embates de dos fuerzas huracanadas mayores en el mes de septiembre: Irma y María. Las islas de Cuba, República Dominicana, Dominica, Antigua y Barbuda, las Islas Vírgenes, Guadalupe, St.  

Martín, Puerto Rico son estados vulnerables, por razón de su condición insular, de la historia colonial sufrida  por sus pueblos y el acelerado cambio climático global, el cual es también el resultado de la brutal depredación de la naturaleza, ocasionada por el insaciable afán de riqueza y desprecio a la humanidad  que caracteriza al   sistema capitalista. 
En el caso de Puerto Rico, que  como consecuencia del huracán María  atraviesa quizás la  crisis humanitaria más grande de su historia, denunciamos que el gobierno de Estados Unidos obstaculiza con prepotencia imperial y colonial  la llegada de ayuda, como lo demuestra , entre muchos ejemplos, el que no haya  sido atendido el ofrecimiento de ayuda del pueblo cubano.  Con este proceder  impide la solidaridad, la ayuda humanitaria y la cooperación entre los pueblos en condiciones difíciles y complejas. Al mismo tiempo, nos unimos al reclamo l por la independencia de Puerto Rico, en demostración de los sentimientos de solidaridad y paz que caracterizan a los pueblos latinoamericanos y caribeños.   En tal sentido también reiteramos la necesidad de que se  cumplan los acuerdos logrados para lograr la necesaria paz en Colombia.
 

Convencidos de que “un mundo mejor es posible” construyamos juntos un orden  internacional más justo, solidario y sostenible.



La Habana, 13 de octubre de 2017