martes, 25 de junio de 2019

Dependencia y Teoría del Valor 1



Ernesto Molina Molina 2


La Teoría de la Dependencia surgió en la América Latina en La década de 1960. Intenta explicar las nuevas características del desarrollo dependiente, que ya se había implantado en los países latinoamericanos. Claudio Katz hace énfasis en este artículo que reseñamos en los autores que formaron parte de la teoría marxista de la dependencia, entre ellos, principalmente, en Marini, algo que considero justo, desde el punto de vista científico.

Es sorprendente la forma cómo une Claudio Katz la Historia del Pensamiento  Económico Marxista y la polémica dentro del mismo, para defender la teoría marxista de la dependencia, especialmente en la figura de Ruy Mauro Marini.

Este artículo de Katz pudiera titularse “Vindicación de Ruy Mauro Marini, desde Marx al Sur”.

Aunque llamo “reseña” este comentario mío, lo sumo al debate excelentemente descrito por Katz. Es importante mostrar la dialéctica contemporánea entre la innovación tecnológica y la transferencia tecnológica y el efecto desigual que produce a favor de los países centro y las empresas globales.

La competencia tecnológica global ha modificado el mecanismo de formación del precio de producción internacional y la tasa de cambio monetaria. Para este análisis, es importante consultar la obra de GuglielmoCarchedi: Frontiers of PoliticalEconomy. 3

Cuando en el siglo XIX Carlos Marx analizó la transformación del valor en precio de producción, partió de tres supuestos teóricos:

  • El análisis de cómo se establece una cuota general de ganancia se circunscribe al interior de cada país.
  • Se supone una composición orgánica homogénea del capital en cada rama.
  • Se suponen una cuota de plusvalía, una jornada de trabajo y un nivel de salario constantes.4

La competencia tecnológica rebasa hoy las fronteras nacionales, y es necesario, por tanto, modificar el primer supuesto, ya que se modifica el aspecto espacial.

  • Las empresas transnacionales adquieren medios de producción y fuerza de         trabajo en el extranjero.
  • Trasladan partes del proceso productivo al extranjero.
  • Venden partes de su producto en el extranjero.
  • Aportan los fondos financieros (préstamos, etc.) para adquirir los medios de         producción y la fuerza de trabajo en el extranjero.

Si la producción se ha internacionalizado, la fuerza de trabajo nacional ha entrado en las relaciones de producción internacionales, ha devenido parte de la fuerza de trabajo internacional. Esta fuerza de trabajo ahora produce valor y plusvalía internacional, y esta plusvalía se redistribuye a través de la formación del precio de producción internacional

Pero también se modifica el aspecto tiempo. El capital transnacional puede reaccionar instantáneamente dada la existencia de los medios de comunicación actuales, así como la microelectrónica, la computación para los cálculos en la toma de decisiones, incluso el transporte –que no es instantáneo, pero sí muy rápido, y en 24 horas se traslada uno a cualquier lugar del mundo.

La empresa global es una posibilidad real; se puede dirigir, gerenciar una empresa con esas características, la base tecnológica existe. El factor tiempo a corto, mediano y largo plazo puede estar presente como variable muy flexible para optimizar las decisiones por la empresa transnacional. El costo y el precio pueden asumir un carácter instantáneamente internacional.

Si debemos priorizar ahora el análisis de la competencia tecnológica global se hace necesario modificar el segundo supuesto teórico de Marx. Las empresas dentro de una rama internacional compiten y resultan, por tanto, en tres categorías: mejores, medianas y peores, y en buena medida lo son por la diferente composición orgánica del capital que las caracteriza. Como tendencia, a mayor composición orgánica dentro de la rama, mayores rendimientos debe tener la empresa.

Presentamos en la tabla l el capital internacional representado en tres ramas de producción internacional (A, B, C), cada una de ellas compuestas por tres tipos de empresas (I, II, III) con composición orgánica diferente. Las empresas II serían las que concentran la masa fundamental de la producción dentro de la rama (empresas modales).

Debe tenerse presente el nivel de concentración de la producción tan alto que se ha alcanzado en la actualidad, que hace que una empresa “madre” se abastezca de muchas empresas “hijas”, desperdigadas por muchas partes del mundo, para garantizar el producto terminado. Ese comercio intra-firma no existía en época de Marx.

Si aceptamos el segundo supuesto de Marx entonces debemos recordar los esquemas donde se explica la fuga de capital de las ramas de alta composición orgánica hacia las ramas de baja composición orgánica, y la formación como tendencia de los precios de producción y la ganancia media.

Puede apreciarse en la tabla 1 el precio único por unidad que se realiza como tendencia y el traspaso de valor en virtud de la competencia ínter ramal.

TABLA 1.  LOS PRECIOS DE PRODUCCIÓN Y EL TRASPASO DE VALOR




  PP
  P
  PR
  TV
Rama A
90 c + 10 v + 10 p = 110 w    
120
 60
2
+10
Rama B      
80 c + 20 v + 20 p = 120 w    
120
100
1,2
    0
Rama C
70 c + 30 v + 30 p = 130 w    
120
 80
1,5
 -10

                                  360 w





PP: Precio de producción

P: Cantidad producida

PR: Precio por unidad

TV: Traspaso de valor

c: Capital constante

v: Capital variable

p: Plusvalía

w: Valor


Pero si modificamos el segundo supuesto, podemos reconocer el papel tan importante que juega la competencia tecnológica internacional dentro de la rama y hasta qué punto la robotización y todas las formas de acceder a una alta tecnología asociada al capital constante, el ahorro de insumos energéticos, materia prima, también asociados al capital constante y los avances en microelectrónica, que permiten incorporar el conocimiento científico al proceso productivo, sustituyendo mano de obra por capital constante, etc., contribuyen a elevar los rendimientos a las empresas más avanzadas de la rama.

En la tabla 2, dedicada a los precios de producción internacionales, presentamos en una unidad la competencia ínter ramal y la competencia dentro de cada rama, teniendo presente que la composición orgánica del capital no solo es diferente entre las ramas A, B y C, sino también entre las empresas dentro de rama internacional: empresas Sur, empresas emergentes; y empresas Norte.

En este sentido, las empresas Norte son las que tienen mayor capacidad de innovación, utilizan esa capacidad en su propio proceso productivo, son firmas gigantes y generan también nuevos productos con calidad superior al resto de las empresas de la rama.

Las empresas emergentes tienden más bien a recepcionar la técnica ya desarrollada en las empresas Norte -que aún es competitiva y dominante dentro de la rama-, pero ya las empresas Norte están preparándose para pasar a una nueva generación tecnológica. Las empresas Sur son las menos competitivas, no solo son incapaces de innovar, sino que están más limitadas a recepcionar la técnica avanzada, por contar con menos capacidad gerencial y dominio sobre el capital de financiación.

Si observamos cuidadosamente el esquema del traspaso de valor que reflejamos en la Tabla 2, podremos comprender la importancia que tiene prescindir del segundo supuesto teórico de Marx.

a)  Se mantiene la tendencia planteada por Marx, la plusvalía social (l80 p) tiende a distribuirse proporcional al capital total invertido (900 (c+v) y origina una cuota general de ganancia.



TABLA 2. LOS PRECIOS DE PRODUCCIÓN INTERNACIONALES



Empresas
Empresas
Empresas

Rama A
Sur
Emergentes
Norte
Valor normal  (W)
85c+15v+15p=115
90c+10v+10p=10
95c+5v+5p=105
Producción física (P)
50 u
60 u

70 u
Precio realizado (PR)
100
120       ( 2 )
140
Traspaso  de valor (TV)
-15                                                          
+10
+35





Rama B
Empresas
Sur
Empresas
Emergentes
Empresas
Norte

Valor normal (W)

75c+25v+25p=125

80c+20v+20p=120

85c+15v+15p=115   

Producción física (P)
90 u

100 u
110 u
Precio realizado (PR)
108
120        (1,2)
132
Traspaso  de valor (TV)
-17
0
+17




Rama C
Empresas
Sur
Empresas
Emergentes
Empresas
Norte

Valor normal (W)

65c+35v+35p=135

70c+30v+30p=125

75c+25v+25p=125
Producción física (P)
70 u
80 u

90 u

Precio realizado .(PR)
105
120        (1,5)
135
Traspaso  de valor (TV)
-30
-10
+10


b) A nivel de rama, la transferencia de valor se produce hacia las empresas que tienen una composición orgánica ramal más alta y, por tanto, con mayor capacidad de innovación tecnológica, lo que origina de forma sistemática una superganancia monopolista o una cuota de ganancia diferencial. Por tanto, los países que aspiran a eliminar el intercambio desigual no solo deben luchar por alcanzar una composición orgánica del capital más alto en todo su aparato productivo, sino que, sobre todo, deben tratar de alcanzar una composición orgánica por rama o por sector clave más alta que la composición orgánica promedio ramal a nivel mundial (ventajas absolutas). Esta es la importancia de saber elegir estratégicamente dónde efectuar el cambio tecnológico.

Lo nuevo no consiste en esa coexistencia necesaria entre la ganancia media y la ganancia extraordinaria ya planteada por Marx. Lo nuevo consiste en que esa ganancia extraordinaria se convierte en ganancia diferencial primero, y en súper ganancia monopolista después, gracias al desarrollo del monopolio de la generación tecnológica por parte de determinadas empresas globales. 

Esta diferente forma cómo influyen la competencia tecnológica y la competencia financiera en la determinación de la magnitud del valor y en la magnitud del precio de producción, aparece sintetizado en palabras de Marx:

Lo que consigue la concurrencia, empezando por una esfera concreta de producción, es establecer una plusvalía y un precio comercial iguales partiendo de los diversos valores individuales de las mercancías. Pero la competencia de los capitales en las distintas esferas de producción es la que fija el precio de producción, el cual nivela las cuotas de ganancia entre las distintas esferas. Para lograr lo segundo hace falta que el régimen capitalista de producción se halle más desarrollado que para realizar lo primero.”5

Lo más importante a comprender aquí es que dentro de la rama existe la tendencia a la equiparación de los precios de las mercancías, sean éstas producidas en condiciones mejores, medianas o peores; mientras que en la competencia inter ramal se produce la tendencia a la equiparación de la cuota de ganancia, como resultado de composiciones orgánicas del capital diferentes y el libre movimiento de capitales.

Es nuestro interés destacar el papel de la competencia tecnológica en la magnitud del precio de producción, porque, como veremos más adelante, no es posible explicar la magnitud del precio de monopolio o de oligopolio, sólo a partir de la competencia financiera.

¿Cómo compiten tecnológicamente las transnacionales?

La mayoría de las innovaciones tecnológicas son el resultado de las investigaciones emprendidas por las transnacionales o entidades a su servicio. Una medida de cómo las transnacionales se dedican cada vez más a las innovaciones tecnológicas está dada por el volumen de gastos en I-D. También se pueden comprar tecnologías y transferir tecnologías: mediante inversiones directas extranjeras, empresas conjuntas, subcontrataciones internacionales, otorgamiento de licencias, concesiones, contratos de servicios técnicos y cooperación tecnológica.

La transferencia tecnológica facilita el proceso de equiparación internacional de la cuota de ganancia dentro de la rama y entre las ramas. La ganancia extraordinaria está asociada a la innovación tecnológica y la equiparación de la ganancia está vinculada a la transferencia tecnológica.

Ningún Estado del Norte o del Sur, que aspire a regular a su favor en alguna medida el proceso globalizador en marcha, puede permanecer impasible ante el cambio tecnológico. Con toda razón, Silvio Baró afirma:

Pero, no solo debido a los adelantos científico-técnicos se ha producido (o se están produciendo) transformaciones en las estructuras económicas, productivas y organizativas mundiales. A veces es posible observar cambios que se llevan adelante debido a la acción deliberada de una o varias importantes naciones, acción mediante la cual se persigue la consecución de alguna ventaja.

Este paradigma es indicativo de la creciente significación adquirida por la ciencia y la tecnología en las actuales condiciones de la economía mundial. Pero, al mismo tiempo, asistimos a un momento que los conocimientos y tecnologías modernas están siendo cada vez más protegidos por los países desarrollados y sus empresas transnacionales, que son quienes lo generan. De ello se infiere que si no se tiene la capacidad para crear o acceder a estos adelantos no es posible seguir los cambios estructurales en la economía mundial.6

El análisis macroeconómico contemporáneo ya no puede seguir contemplando el cambio tecnológico como una variable exógena. Frente a esta realidad, los países subdesarrollados ven sometida su capacidad de cambio tecnológico a la reproducción del capital transnacional. Aun cuando los países subdesarrollados se industrialicen hasta cierto punto, no acceden fácilmente a la tecnología más avanzada. Si los Estados del Sur no acceden al nuevo paradigma técnico-económico, difícilmente podrán defenderse de este nuevo orden mundial.

El nuevo paradigma técnico-económico impone un enfoque flexible del sistema de producción (equipos y maquinarias multipropósito), con amplia utilización de la microelectrónica y la computación al proceso productivo –se incorpora con más intensidad el conocimiento y la información–, se entrelazan la industria y los servicios, se acorta el ciclo productivo, se reduce el tamaño de las plantas y el componente de mano de obra (más robots); se reduce también el consumo de energía y de recursos naturales por unidad de producto; y se modifica el modelo gerencial privilegiando el recurso humano (capacitación, flexibilidad, motivación).

Con el nuevo paradigma técnico-económico la ventaja competitiva descansa cada vez más en el conocimiento científico técnico, el cambio tecnológico, la gestión tecnológica y los sistemas de información. Reducir el costo de mano de obra es menos importante que elevar la calidad del trabajo. La complejidad de lo que demanda el mercado (diferenciación del producto, normas culturales, entrega, servicio post venta, especialización, eficacia de las redes, tiempo de tomar la decisión de producción hasta poner el producto en el mercado, flexibilidad productiva), todo ello exige remuneración salarial que cuente con manos, hombros ymente de los obreros e ingenieros.

Ello exige que la competitividad se enfoque en el sistema desde diversos ángulos. Acceder al nuevo paradigma técnico-económico no puede ser fruto de un esfuerzo individual y empírico. Sin un sistema de educación bien concebido a todos sus niveles (técnica, media especializada y superior) y una red de laboratorios de investigación (I-D) a nivel nacional, sectorial y empresarial, no es posible acceder a ese nuevo paradigma técnico-económico y en ello juega su papel el Estado.

Recordemos que el tercer supuesto de Marx para analizar la transformación del valor en precio de producción es partir de una cuota de plusvalía, una jornada de trabajo y unnivel de salario, constantes.

¿Cómo pueden competir los empresarios capitalistas en los países subdesarrollados, al no poder entrar en la carrera tecnológica con las empresas globales de los países desarrollados? Sencillamente, acuden al método de la plusvalía absoluta: aumentar el grado de explotación de la clase obrera, extender la jornada de trabajo y aumentar la intensidad de trabajo.

De aquí, la necesidad de modificar el tercer supuesto planteado por Marx, para poder explicar el papel que desempeña la tasa de cambio monetaria y el mecanismo inflacionario como forma de competencia espuria, utilizada frecuentemente por los Estados nacionales en el Tercer Mundo.

La tasa de cambio monetaria es la tasa en que las monedas extranjeras, incluida la internacional, son convertidas a la nacional. Debe distinguirse la tasa realizada de la tasa tendencial. La tasa realizada de cambio se mueve alrededor de la tasa tendencial. La tasa tendencial convierte el precio internacional en precio nacional de producción expresado en la moneda nacional. Un país que compite internacionalmente, mediante el mejoramiento de la productividad, tendencialmente revalúa su moneda.
Téngase en cuenta que el patrón oro desapareció desde los años treinta y las monedas son fuertes o débiles en dependencia de sus capacidades productivas nacionales, más que por las reservas en oro que posean dichos Estados. Un país que compite internacionalmente mediante una mayor explotación de su clase obrera, en términos de intensidad de trabajo, tendencialmente reduce el valor de su moneda. Cuando Alemania, antes del surgimiento del euro, revaluó su moneda en forma tendencial (el marco alemán), de hecho, preferenció la competencia tecnológica y así, compitió básicamente mediante innovaciones tecnológicas.

Los países subdesarrollados devalúan sus monedas porque compiten básicamente mediante altas tasas de explotación e inflación. El aumento de la explotación es el antídoto de los países subdesarrollados contra la competencia tecnológica frente a los países desarrollados. Una alta tasa de inflación en el país subdesarrollado conduce a un salario real bajo. La inflación no aumenta la producción ni el valor, pero sí reduce el salario real, como regla.

Un empresario capitalista de un país subdesarrollado con alta inflación, al vender al extranjero pierde competitividad, a menos que dicho Estado nacional deprecie la moneda. Gracias a la depreciación se obtiene menos moneda internacional, es decir, menos valor internacional. Ello equivale a reducir los precios de sus mercancías en el exterior. No es casual que siempre los países subdesarrollados firmen acuerdos con el FMI en los cuales están obligados a combinar fuertes reducciones en los gastos de bienestar social con una drástica depreciación. 

Mediante la inflación los capitalistas obtienen más plusvalía absoluta y mediante la depreciación pueden vender a precios competitivos en el mercado internacional.

Pero también los países desarrollados acuden a este tipo de solución. Ello puede explicar por qué en 1985, mediante el Acuerdo Plaza, las cinco naciones más industrializadas del mundo impulsaron una apreciación ordenada de las principales monedas frente al dólar. Con ello se estaba apoyando la capacidad competitiva de la industria y los servicios de los Estados Unidos frente al producto japonés, por ejemplo.

El tercer supuesto teórico de Marx para explicar la transformación del valor en precio de producción era perfectamente válido cuando este precio de producción se formaba nacionalmente como tendencia dominante. En la medida que la globalización impone como tendencia la formación de un precio de producción internacional, sin eliminar las diferencias nacionales en los mercados laborales, no es posible suponer una cuota de plusvalía, una jornada de trabajo y un salario constantes en cada nación y según la misma dinámica.

Las empresas globales eligen y sustituyen territorios buscando más eficiencia, competitividad y rentabilidad. A esta tendencia se le llama desterritorialización de la produccióny del capital. Para ello el capital transnacional intenta diseñar, imponer y controlar el tipo de economía, política, gobierno, Estado, democracia, cultura, en fin, el tipo de sociedad que más conviene a los centros de poder del imperialismo. Las empresas globales también tienen acceso privatizado al capital ajeno vía mercado financiero, lo cual garantiza también el monopolio de la generación tecnológica.

Hasta aquí, el análisis del intercambio desigual entre Norte y Sur, ha priorizado la esfera de la producción por encima de la esfera de la distribución. De lo que se trata ahora; y destaca el análisis de Katz, apoyado en Marini; es si es suficientemente importante para las luchas del Sur frente al Norte, la esfera de la distribución. Katz brinda varios argumentos al respecto, solo queremos destacar los relacionados con las tijeras de precios productos básicos versus productos industriales.

El encarecimiento del petróleo que acompañó a la irrupción de la OPEP mostró la fortaleza de una materia prima no renovable, que permitió el surgimiento del “petrodólar” y un gran atesoramiento de divisas por parte de las retrasadas economías de Medio Oriente.

Este episodio involucraba a una materia prima muy peculiar y enriquecía a pocos países. Fidel inició en aquellos años una cruzada a favor de la unidad del Sur petrolero con el Sur no petrolero: se presentaba la oportunidad abstracta para el desarrollo del Sur, pero las oligarquías petroleras del Sur, prefirieron abastecer de dólares los Bancos del Norte, y crear la gran oportunidad de impulsar la deuda externa del Sur a límites extraordinarios.

El advenimiento del gigante asiático China valorizó en las últimas décadas todos los productos básicos y generó un récord de cotizaciones de los insumos alimenticios, energéticos y minerales. Parecía que las tijeras de precios “productos básicos versus productos industriales” felizmente se cerraba; y el Sur lograría una gran oportunidad para su desarrollo.

Una vez más, el precio resultó un instrumento de poder para el imperialismo. Los Estados Unidos reaccionaron con el petróleo cracking: el precio del petróleo cayó.


Vale la pena aquí citar ampliamente a Katz:

La prioridad que tiene el usufructo de la naturaleza para las grandes empresas es registrada por el nuevo concepto de extractivismo. Ese término resalta la destrucción del medio ambiente que imponen las reglas del capitalismo contemporáneo.

Esa virulencia es impactante en la actividad minera que dinamita montañas, disuelve rocas con compuestos químicos y derrocha el agua requerida para la agricultura. El efecto de esa calamidad es la desaparición de los glaciares andinos, la sabanización de la cuenca amazónica y la inundación de las costas.

La altísima rentabilidad de las materias primas ha introducido a ese ámbito en el sofisticado universo de las transacciones financieras. También se han multiplicado las intensas disputas por la captura de las ganancias en juego. Las ventajas logradas por cada competidor no dependen exclusivamente de su capacidad tecnológica o astucia comercial. El peso geopolítico de las distintas potencias se ha tornado decisivo para ejercitar el control efectivo de los territorios apetecidos.


Katz hace énfasis en algo que aconteció en Inglaterra cuando la Revolución Industrial y el bloqueo napoleónico: Ricardo del lado de la burguesía industrial, luchó contra Malthus, del lado de la clase terrateniente capitalista. En el seno de dos sectores explotadores de plusvalía, se produjo una lucha política por distribuir la plusvalía a favor de un sector sobre otro, ya fuera en forma de renta del suelo; o de ganancia e interés de préstamo.

El latifundio en América Latina puede calificarse como imperialista. Como lo fue en Cuba; y por eso, porque se hizo una reforma agraria en Cuba ya en 1959, se fortalece hoy la aplicación de la Ley Helms Burton, para rescatar las tierras “robadas” a los terratenientes de toda laya.

Las oligarquías locales en América latina han tenido oportunidades para defender mejor sus intereses en el reparto del excedente económico con las transnacionales imperialistas. Pero han agachado la cabeza, Argentina ha sido un ejemplo; y Katz lo expone en su artículo con variados ejemplos históricos. Uno de ellos, tiene que ver con los productos transgénicos:

El boom de la soja reemplazó el estancamiento de la producción cárnica y cerealera, los latifundistas se convirtieron en empresarios y los chacareros se transformaron en contratistas. Toda la actividad se capitalizó con sofisticadas modalidades de siembra directa y semillas transgénicas.


Pero los teóricos de la renta internacional resaltan que esa modernización no alteró el viejo mecanismo de neutralización del excedente. El saldo favorable de la agro-exportación queda contrarrestado por el déficit comercial de una industria más concentrada, extranjerizada y subsidiada. El endeudamiento continúa absorbiendo el grueso de las divisas, en una economía dolarizada por la inflación, la frecuencia de la crisis y la localización externa del patrimonio de los acaudalados.


Katz defiende la teoría dependentista frente a los teóricos de la renta internacional. Henry George identificó como enemigo del “trabajo” a una de las formas de existencia del capital:  la propiedad capitalista sobre la tierra; pero no propuso como solución su expropiación; sino que propuso confiscar mediante un impuesto único los ingresos de la renta del suelo.

También Proudhom, el economista pequeño burgués francés, identificó a una forma del capital (el capital a préstamo) como el enemigo del trabajo. Por eso, propuso crear un banco popular que ofreciera crédito gratuito a todo pequeño productor que necesitara emprender su negocio.


El mérito y acierto radical de Marx y Engels, es haber identificado al enemigo correcto: el capital, al cual hay que expropiar mediante la revolución social; y al luchador correcto, portador del nuevo sistema social (el socialismo): la clase obrera, capaz de defender los intereses propios y de los demás trabajadores, campesinos, artesanos, pequeños productores, en fin, el pueblo.

Puedo coincidir con Katz, porque cada forma de lucha tiene su importancia: el Sur tiene que asumir su defensa ante todas las maniobras del Norte por apoderarse de su excedente económico; dígase plusvalía, o incluso, parte del valor de la fuerza de trabajo por superexplotación.

Con razón, Katz afirma:

Por eso los teóricos marxistas de la dependencia conectaron desde muy temprano su concepción con la estrategia socialista de la revolución cubana. Sus críticos prefieren optar por razonamientos abstractos, reflexiones puramente económicas y evaluaciones filosóficas ancladas en el lenguaje dialéctico. Con esa lejanía de la lucha de clases resulta imposible comprender y actuar en la realidad latinoamericana.

Y más adelante, Katz resume el aporte a la teoría revolucionaria del Sur presente en Marini:

Marini postuló una interpretación integral de las causas del subdesarrollo, enriqueciendo la tradición forjada por varios pensadores anticapitalistas. Absorbió además ideas innovadoras de otras corrientes. Se distanció de las tesis convencionales que involucionaron adoptando planteos liberales y mantuvo controversias con vertientes afines, que se zanjaron en una confluencia.

Esa trayectoria indica un camino para la renovación de las tesis dependentistas. La renovación exige comprender la nueva etapa neoliberal del capitalismo mundializado, modificando conceptos insuficientes e incorporando tesis faltantes.

La teoría del valor es el principio ordenador de ese replanteo. Explica cómo la globalización productiva asentada en la explotación de los trabajadores, remodela las fracturas entre el centro y la periferia mediante transferencias de plusvalía. La omisión de este mecanismo impide a los críticos del dependentismo comprender la lógica del subdesarrollo.

Reintegrar la teoría del valor a la explicación de la dependencia es también vital, para desentrañar el esqueleto oculto del capitalismo actual. No hay una mano invisible que guía a los mercados, ni tampoco una sabia institución estatal que timonea la economía. 

El cimiento del sistema es una competencia por beneficios surgidos de la explotación, que multiplica el lucro de las minorías y el sufrimiento de las mayorías. La misma indignación y rebeldía que en el pasado impulsó el estudio del subdesarrollo orienta su investigación actual.                                                                         

La defensa de los precios del Sur en una sociedad en transición al socialismo.

El socialismo desde el Sur debe inducir determinada competencia, aquella que elimina lo innecesario socialmente. Una empresa peor necesaria puede hacerse innecesaria a partir de cierto límite, incluso no por ella misma, sino porque las mejores avanzan más rápido.

En la estrategia a seguir con el aparato productivo nacional es importante esta correlación estructural entre peores, medianas y mejores (dentro de la rama) y entre sectores clave y tradicionales (entre ramas). Los criterios de competitividad no pueden perder de vista ni al aparato productivo nacional, ni al nivel de competitividad internacional.

Ernesto Che Guevara realizó esfuerzos teóricos muy bien encaminados para la determinación del papel de las categorías mercantiles: costo y precio en el sistema socialista. En el sistema que propone el Che podemos ver el costo (como medidor de eficiencia empresarial) y al precio (como medidor de eficiencia social).

Un socialismo “paternalista” protege a la peor empresa no socialmente necesaria. Es lógico que una sociedad que construye el socialismo herede un aparato productivo nacional no homogéneo, con una estructura productiva muy desigual. ¿Qué mecanismos hay que crear para que sólo funcionen las empresas peores socialmente necesarias y aquellas que aventajan a éstas últimas? Es interesante la forma como Ernesto Che Guevara reconocía la importancia de comparar los costos de producción empresariales con vistas a medir la eficiencia en la gestión empresarial; y al mismo tiempo, reconocía a los precios nacionales, comparados con los internacionales para medir la competitividad del aparato productivo nacional frente al resto del mundo.7

Se debe estar consciente que a los precios a los que se refiere el Che, como medidores de eficiencia social, son los precios mayoristas. Estos precios son los que reflejan el nivel tecnológico alcanzado por el país al compararlos con los precios del mercado externo de los fondos exportables y de los productos que sustituyen importaciones.

Se puede expresar con certeza, que los precios mayoristas son una medida del nivel de competitividad nacional en la esfera internacional, algo a tener muy presente por las economías del Sur; y pretender desconocerlos es perder la brújula de la economía nacional ante el mercado externo, y cuando por medios administrativos centralizados se alteran estos precios mayoristas, se pierde la brújula para la competitividad.

En ausencia de productos similares con precios comparables, los precios mayoristas deben garantizar como mínimo el rendimiento de la inversión estatal (excepto transitoriamente por aspectos de mercadotecnia) y de no ser competitivos tienen que programarse las acciones para que lo sean a corto plazo, o de lo contrario dejar de producir dichos productos.

Se debe tener muy presente que, para respaldar las políticas sociales y las necesidades básicas de la población, no es conveniente y, además, es improcedente alterar arbitrariamente y de manera continuada los precios mayoristas de un grupo de productos.

Ya hemos constatado cómo una sociedad que construye el socialismo hereda un aparato productivo nacional no homogéneo, con una estructura productiva muy desigual. De allí, la necesidad de reconocer el papel tan importante que juega las decisiones de inversión dentro de cada rama y hasta qué punto la aplicación de una alta tecnología asociada a los medios de producción, el ahorro de insumos energéticos, materia prima y los avances en microelectrónica, permiten incorporar el conocimiento científico al proceso productivo, sustituyen mano de obra por medios de producción, etc., y contribuyen a elevar los rendimientos a las empresas más avanzadas de cada rama.

Para que la cooperación alcance un amplio desarrollo en el socialismo es imprescindible la regulación activa del Estado. De allí que, si aspiramos a que determinadas tendencias progresivas en el desarrollo de las fuerzas productivas estén presentes en el aparato productivo nacional, el Estado, ya sea por la vía de la planificación o por la vía de la regulación estatal, debe fomentarlas.

Conocer las leyes es actuar en correspondencia con la acción de éstas, y sólo es posible lograrlo reconociendo ese sistema de contradicciones objetivas y hallar las formas de desenvolvimiento de esas contradicciones en función del desarrollo de la sociedad.

El Che no sólo reconoció contradicciones objetivas presentes en el período de transición. Reflejó este conocimiento en la práctica, en el Sistema Presupuestario de Financiamiento. Su sistema se nos presenta como la forma en que él aborda y propone la solución de estas contradicciones.

En su sistema está presente la contradicción plan - mercado, la contradicción entre relaciones planificadas y relaciones monetarias mercantiles. El debate científico y práctico no está completamente resuelto. Esta polémica a lo interno de la economía política del socialismo se inició desde el surgimiento de la URSS y cobró carácter internacional años después. Las nuevas experiencias de la República Popular China y Vietnam renuevan el tema. La cuestión está en que las relaciones planificadas son inherentes al socialismo y al comunismo: definen el objetivo final. Ello puede explicar por qué el Che resuelve la contradicción plan – mercado a favor del plan.

En muchos países que antes eran socialistas esta contradicción fue resuelta a favor del mercado. No obstante, muchos autores afirman y argumentan que esto se debe a la necesidad de democratizar el socialismo; pero hoy notamos que se ha creado hasta un mercado de fuerza de trabajo. Cuando la fuerza de trabajo es mercancía existe la explotación del hombre por el hombre y esto no es otra cosa que capitalismo. El tema sigue abierto.

En conclusión, mientras exista el capitalismo a escala global, los países que avanzan hacia el socialismo han de crear un aparato productivo – a escala del sistema integral del socialismo – con una composición orgánica del capital cada vez más alta hasta alcanzar y sobrepasar a las potencias capitalistas más avanzadas, sin lo cual no podrán eliminar el intercambio desigual. Esa tarea histórica parece muy lejana; y, no obstante, hoy se percibe en el horizonte una suerte de Sujeto Sur para el Desarrollo que ya comienza a desafiar al Norte en el terreno de la competencia internacional.

Pero mientras exista un Sur dividido, mientras dentro del “Sur”, exista algo así como un Norte y un Sur, ese horizonte estará aún lejano. Brasil, por ejemplo, gracias a sus riquezas, posee el mayor mercado interno de la región, una estructura productiva más diversificada y con su mayor potencialidad productiva, logra que sus empresas sean mayores y más competitivas que las de sus países vecinos; y, por tanto, puede realizar un intercambio desigual a su favor con el resto de América latina y el Caribe.

Un Sur unido implica que los países se integran para compartir las ventajas que resultan de un territorio común; una naturaleza y una historia común; países con economías, que, aunque desiguales en desarrollo, unidos en una estrategia común, den ventajas frente a otras naciones del mundo.

Un Sur unido, implica una integración legítima en que los países articulen sus economías para sacarle mejor provecho a los recursos naturales, humanos y materiales y ampliar el mercado, en función del desarrollo humano. Se trata de fortalecer las magnitudes reguladoras claves: aquellas que elevan la capacidad negociadora con el resto del mundo; pero que al mismo tiempo potencian el mercado interno, el nivel de empleo, el salario medio y la inversión nacional. Ventajas compartidas significa que, en función de los intereses de estos pueblos, los países se junten para compartir sus fortalezas naturales y sociales.

La defensa de los precios del Sur exige tener presente la exportación de inflación vía dólar. La economía imperialista de Estados Unidos se soporta en dos pilares: el dólar y el Pentágono. Ambos pilares hoy sostienen con dificultad la economía del Estado más poderoso. Ello puede explicar el proteccionismo feroz de Donald Trump, que impone condiciones a sus adversarios, pero también a sus aliados, sin respetar para nada a la Organización Mundial del Comercio. Ello puede explicar también la nueva Política de Seguridad de los Estados Unidos, que tiende a desplazar sus prioridades agresivas en la esfera militar hacia América Latina y el Caribe.


Notas:
[1]Claudio Katz, artículo aparecido en su página web: www.lahaine.org/katz
[2] Miembro de Mérito de la Academia de Ciencias de Cuba; Profesor Titular del Instituto Superior de Relaciones Internacionales “Raúl Roa García” y Presidente de la Sociedad Científica de Pensamiento Económico y Economía Política de la ANEC.
[3]GuglielmoCarchedi: Frontiers of Political Economy, University of Amsterdam, 1990.
[4] Carlos Marx: El capital, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, l973, t. 3, pp. l66-l67.
[5] Carlos Marx, El Capital, Tomo III, Capítulo X, p. 202, Editorial Nacional de Cuba, La Habana, 1973.
[6] Silvio Baró Herrera: Globalización y desarrollo mundial, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1997, pp. 59-60.
[7] Debe tenerse presente aquí - y el Che estaba consciente de ello - que los precios nacionales en el socialismo normalmente son regulados por el Estado, para subsidiar o desestimular el consumo de determinados productos, y, por tanto, al efectuar la comparación de los precios nacionales con los precios internacionales, estadísticamente, debe eliminarse esta desviación que conscientemente el Estado socialista realiza.