Ernesto Molina Molina 2
La Teoría de
la Dependencia surgió en la América Latina en La década de 1960. Intenta
explicar las nuevas características del desarrollo dependiente, que ya se había
implantado en los países latinoamericanos. Claudio Katz hace énfasis en este
artículo que reseñamos en los autores que formaron parte de la teoría marxista
de la dependencia, entre ellos, principalmente, en Marini, algo que considero
justo, desde el punto de vista científico.
Es
sorprendente la forma cómo une Claudio Katz la Historia del Pensamiento Económico Marxista y la polémica dentro del
mismo, para defender la teoría marxista de la dependencia, especialmente en la
figura de Ruy Mauro Marini.
Este
artículo de Katz pudiera titularse “Vindicación de Ruy Mauro Marini, desde Marx al Sur”.
Aunque llamo “reseña” este comentario mío, lo sumo al
debate excelentemente descrito por Katz. Es importante mostrar la dialéctica
contemporánea entre la innovación tecnológica y la transferencia tecnológica y
el efecto desigual que produce a favor de los países centro y las empresas
globales.
La competencia tecnológica global ha modificado el
mecanismo de formación del precio de producción internacional y la tasa de
cambio monetaria. Para este análisis, es importante consultar la obra de
GuglielmoCarchedi: Frontiers of PoliticalEconomy. 3
Cuando en el siglo XIX
Carlos Marx analizó la transformación del valor en precio de producción, partió
de tres supuestos teóricos:
- El análisis de cómo se establece una cuota general de ganancia se circunscribe al interior de cada país.
- Se supone una composición orgánica homogénea del capital en cada rama.
- Se suponen una cuota de plusvalía, una jornada de trabajo y un nivel de salario constantes.4
La competencia tecnológica rebasa hoy las fronteras
nacionales, y es necesario, por tanto, modificar el primer supuesto, ya que se
modifica el aspecto espacial.
- Las empresas transnacionales adquieren medios de producción y fuerza de trabajo en el extranjero.
- Trasladan partes del proceso productivo al extranjero.
- Venden partes de su producto en el extranjero.
- Aportan los fondos financieros (préstamos, etc.) para adquirir los medios de producción y la fuerza de trabajo en el extranjero.
Si la producción se ha internacionalizado, la fuerza de
trabajo nacional ha entrado en las relaciones de producción internacionales, ha
devenido parte de la fuerza de trabajo internacional. Esta fuerza de trabajo
ahora produce valor y plusvalía internacional, y esta plusvalía se redistribuye
a través de la formación del precio de producción internacional.
Pero también se modifica el aspecto tiempo. El
capital transnacional puede reaccionar instantáneamente dada la existencia de
los medios de comunicación actuales, así como la microelectrónica, la
computación para los cálculos en la toma de decisiones, incluso el transporte
–que no es instantáneo, pero sí muy rápido, y en 24 horas se traslada uno a
cualquier lugar del mundo.
La empresa global es una posibilidad real; se puede
dirigir, gerenciar una empresa con esas características, la base tecnológica
existe. El factor tiempo a corto, mediano y largo plazo puede estar presente
como variable muy flexible para optimizar las decisiones por la empresa
transnacional. El costo y el precio pueden asumir un carácter instantáneamente
internacional.
Si debemos priorizar ahora el análisis de la competencia
tecnológica global se hace necesario modificar el segundo supuesto teórico
de Marx. Las empresas dentro de una rama internacional compiten y resultan, por
tanto, en tres categorías: mejores, medianas y peores, y en buena medida lo son
por la diferente composición orgánica del capital que las caracteriza. Como
tendencia, a mayor composición orgánica dentro de la rama, mayores
rendimientos debe tener la empresa.
Presentamos en la tabla l el capital internacional
representado en tres ramas de producción internacional (A, B, C), cada una de
ellas compuestas por tres tipos de empresas (I, II, III) con composición
orgánica diferente. Las empresas II serían las que concentran la masa
fundamental de la producción dentro de la rama (empresas modales).
Debe tenerse presente el nivel de concentración de la
producción tan alto que se ha alcanzado en la actualidad, que hace que una
empresa “madre” se abastezca de muchas empresas “hijas”, desperdigadas por
muchas partes del mundo, para garantizar el producto terminado. Ese comercio
intra-firma no existía en época de Marx.
Si aceptamos el segundo supuesto de Marx entonces debemos
recordar los esquemas donde se explica la fuga de capital de las ramas de alta
composición orgánica hacia las ramas de baja composición orgánica, y la
formación como tendencia de los precios de producción y la ganancia media.
Puede apreciarse en la tabla 1 el precio único por unidad
que se realiza como tendencia y el traspaso de valor en virtud de la
competencia ínter ramal.
TABLA 1. LOS PRECIOS DE PRODUCCIÓN Y EL TRASPASO DE VALOR
PP
|
P
|
PR
|
TV
|
||
Rama A
|
90 c + 10 v + 10 p =
110 w
|
120
|
60
|
2
|
+10
|
Rama B
|
80 c + 20 v + 20 p = 120 w
|
120
|
100
|
1,2
|
0
|
Rama C
|
70 c + 30 v + 30 p = 130 w
|
120
|
80
|
1,5
|
-10
|
360 w
|
PP: Precio de producción
P:
Cantidad producida
PR:
Precio por unidad
TV:
Traspaso de valor
c:
Capital constante
v:
Capital variable
p:
Plusvalía
w:
Valor
Pero si modificamos el segundo supuesto, podemos reconocer
el papel tan importante que juega la competencia tecnológica internacional
dentro de la rama y hasta qué punto la robotización y todas las formas de
acceder a una alta tecnología asociada al capital constante, el ahorro de
insumos energéticos, materia prima, también asociados al capital constante y
los avances en microelectrónica, que permiten incorporar el conocimiento
científico al proceso productivo, sustituyendo mano de obra por capital constante,
etc., contribuyen a elevar los rendimientos a las empresas más avanzadas de la
rama.
En la tabla 2, dedicada a los precios de producción
internacionales, presentamos en una unidad la competencia ínter ramal y la
competencia dentro de cada rama, teniendo presente que la composición orgánica
del capital no solo es diferente entre las ramas A, B y C, sino también entre
las empresas dentro de rama internacional: empresas Sur, empresas emergentes; y
empresas Norte.
En este sentido, las empresas Norte son las que tienen
mayor capacidad de innovación, utilizan esa capacidad en su propio proceso productivo,
son firmas gigantes y generan también nuevos productos con calidad superior al
resto de las empresas de la rama.
Las empresas emergentes tienden más bien a recepcionar la
técnica ya desarrollada en las empresas Norte -que aún es competitiva y
dominante dentro de la rama-, pero ya las empresas Norte están preparándose
para pasar a una nueva generación tecnológica. Las empresas Sur son las menos
competitivas, no solo son incapaces de innovar, sino que están más limitadas a
recepcionar la técnica avanzada, por contar con menos capacidad gerencial y
dominio sobre el capital de financiación.
Si
observamos cuidadosamente el esquema del traspaso de valor que reflejamos en la
Tabla 2, podremos comprender la importancia que tiene prescindir del segundo
supuesto teórico de Marx.
a) Se mantiene la tendencia planteada por
Marx, la plusvalía social (l80 p) tiende a distribuirse proporcional al capital
total invertido (900 (c+v) y origina una cuota
general de ganancia.
TABLA 2. LOS PRECIOS DE PRODUCCIÓN INTERNACIONALES
Empresas
|
Empresas
|
Empresas
|
|
Rama A
|
Sur
|
Emergentes
|
Norte
|
Valor
normal (W)
|
85c+15v+15p=115
|
90c+10v+10p=10
|
95c+5v+5p=105
|
Producción
física (P)
|
50 u
|
60 u
|
70 u
|
Precio
realizado (PR)
|
100
|
120 ( 2 )
|
140
|
Traspaso de valor (TV)
|
-15
|
+10
|
+35
|
Rama B
|
Empresas
Sur
|
Empresas
Emergentes
|
Empresas
Norte
|
Valor
normal (W)
|
75c+25v+25p=125
|
80c+20v+20p=120
|
85c+15v+15p=115
|
Producción
física (P)
|
90 u
|
100 u
|
110 u
|
Precio
realizado (PR)
|
108
|
120 (1,2)
|
132
|
Traspaso de valor (TV)
|
-17
|
0
|
+17
|
Rama C
|
Empresas
Sur
|
Empresas
Emergentes
|
Empresas
Norte
|
Valor
normal (W)
|
65c+35v+35p=135
|
70c+30v+30p=125
|
75c+25v+25p=125
|
Producción
física (P)
|
70 u
|
80 u
|
90 u
|
Precio
realizado .(PR)
|
105
|
120 (1,5)
|
135
|
Traspaso de valor (TV)
|
-30
|
-10
|
+10
|
b) A nivel de rama, la transferencia de
valor se produce hacia las empresas que tienen una composición orgánica ramal
más alta y, por tanto, con mayor capacidad de innovación tecnológica, lo que origina de forma sistemática una
superganancia monopolista o una cuota de ganancia diferencial. Por tanto, los
países que aspiran a eliminar el intercambio desigual no solo deben luchar por
alcanzar una composición orgánica del capital más alto en todo su aparato
productivo, sino que, sobre todo, deben tratar de alcanzar una composición
orgánica por rama o por sector clave más alta que la composición orgánica
promedio ramal a nivel mundial (ventajas absolutas). Esta es la importancia de
saber elegir estratégicamente dónde efectuar el cambio tecnológico.
Lo nuevo no consiste en esa coexistencia necesaria entre la
ganancia media y la ganancia extraordinaria ya planteada por Marx. Lo nuevo
consiste en que esa ganancia extraordinaria se convierte en ganancia
diferencial primero, y en súper ganancia monopolista después, gracias al
desarrollo del monopolio de la generación tecnológica por parte de determinadas
empresas globales.
Esta diferente forma cómo influyen la
competencia tecnológica y la competencia financiera en la determinación de la
magnitud del valor y en la magnitud del precio de producción, aparece
sintetizado en palabras de Marx:
Lo que consigue la concurrencia,
empezando por una esfera concreta de producción, es establecer una plusvalía y
un precio comercial iguales partiendo de los diversos valores individuales de
las mercancías. Pero la competencia de los capitales en las distintas esferas
de producción es la que fija el precio de producción, el cual nivela las cuotas
de ganancia entre las distintas esferas. Para lograr lo segundo hace falta que
el régimen capitalista de producción se halle más desarrollado que para
realizar lo primero.”5
Lo más importante a comprender aquí es
que dentro de la rama existe la tendencia a la equiparación de los precios de
las mercancías, sean éstas producidas en condiciones mejores, medianas o
peores; mientras que en la competencia inter ramal se produce la tendencia a la
equiparación de la cuota de ganancia, como resultado de composiciones orgánicas
del capital diferentes y el libre movimiento de capitales.
Es nuestro interés destacar el papel
de la competencia tecnológica en la magnitud del precio de producción, porque,
como veremos más adelante, no es posible explicar la magnitud del precio de
monopolio o de oligopolio, sólo a partir de la competencia financiera.
¿Cómo
compiten tecnológicamente las transnacionales?
La mayoría de las innovaciones tecnológicas son el
resultado de las investigaciones emprendidas por las transnacionales o
entidades a su servicio. Una medida de cómo las transnacionales se dedican cada
vez más a las innovaciones tecnológicas está dada por el volumen de gastos en
I-D. También se pueden comprar tecnologías y transferir tecnologías: mediante
inversiones directas extranjeras, empresas conjuntas, subcontrataciones
internacionales, otorgamiento de licencias, concesiones, contratos de servicios
técnicos y cooperación tecnológica.
La transferencia tecnológica facilita el proceso de
equiparación internacional de la cuota de ganancia dentro de la rama y entre
las ramas. La ganancia extraordinaria está asociada a la innovación tecnológica
y la equiparación de la ganancia está vinculada a la transferencia tecnológica.
Ningún Estado del Norte o del Sur, que aspire a regular a
su favor en alguna medida el proceso globalizador en marcha, puede permanecer
impasible ante el cambio tecnológico. Con toda razón, Silvio Baró afirma:
Pero, no solo debido a los adelantos científico-técnicos se
ha producido (o se están produciendo) transformaciones en las estructuras
económicas, productivas y organizativas mundiales. A veces es posible observar
cambios que se llevan adelante debido a la acción deliberada de una o varias
importantes naciones, acción mediante la cual se persigue la consecución de
alguna ventaja.
Este paradigma es indicativo de la creciente significación
adquirida por la ciencia y la tecnología en las actuales condiciones de la
economía mundial. Pero, al mismo tiempo, asistimos a un momento que los
conocimientos y tecnologías modernas están siendo cada vez más protegidos por
los países desarrollados y sus empresas transnacionales, que son quienes lo
generan. De ello se infiere que si no se tiene la capacidad para crear o
acceder a estos adelantos no es posible seguir los cambios estructurales en la
economía mundial.6
El análisis macroeconómico contemporáneo ya no puede seguir
contemplando el cambio tecnológico como una variable exógena. Frente a esta
realidad, los países subdesarrollados ven sometida su capacidad de cambio
tecnológico a la reproducción del capital transnacional. Aun cuando los países
subdesarrollados se industrialicen hasta cierto punto, no acceden fácilmente a
la tecnología más avanzada. Si los Estados del Sur no acceden al nuevo
paradigma técnico-económico, difícilmente podrán defenderse de este nuevo orden
mundial.
El nuevo paradigma técnico-económico impone un enfoque
flexible del sistema de producción (equipos y maquinarias multipropósito), con
amplia utilización de la microelectrónica y la computación al proceso
productivo –se incorpora con más intensidad el conocimiento y la información–,
se entrelazan la industria y los servicios, se acorta el ciclo productivo, se
reduce el tamaño de las plantas y el componente de mano de obra (más robots);
se reduce también el consumo de energía y de recursos naturales por unidad de
producto; y se modifica el modelo gerencial privilegiando el recurso humano
(capacitación, flexibilidad, motivación).
Con el nuevo paradigma técnico-económico la ventaja
competitiva descansa cada vez más en el conocimiento científico técnico, el
cambio tecnológico, la gestión tecnológica y los sistemas de información.
Reducir el costo de mano de obra es menos importante que elevar la calidad del
trabajo. La complejidad de lo que demanda el mercado (diferenciación del
producto, normas culturales, entrega, servicio post venta, especialización,
eficacia de las redes, tiempo de tomar la decisión de producción hasta poner el
producto en el mercado, flexibilidad productiva), todo ello exige remuneración
salarial que cuente con manos, hombros ymente de los obreros e ingenieros.
Ello exige que la competitividad se enfoque en el sistema desde diversos ángulos. Acceder al nuevo
paradigma técnico-económico no puede ser fruto de un esfuerzo individual y
empírico. Sin un sistema de educación bien concebido a todos sus niveles
(técnica, media especializada y superior) y una red de laboratorios de
investigación (I-D) a nivel nacional, sectorial y empresarial, no es posible
acceder a ese nuevo paradigma técnico-económico y en ello juega su papel el
Estado.
Recordemos que el tercer supuesto de Marx para analizar la
transformación del valor en precio de producción es partir de una cuota de
plusvalía, una jornada de trabajo y unnivel de
salario, constantes.
¿Cómo pueden competir los empresarios capitalistas en los
países subdesarrollados, al no poder entrar en la carrera tecnológica con las
empresas globales de los países desarrollados? Sencillamente, acuden al método
de la plusvalía absoluta: aumentar el grado de explotación de la clase obrera,
extender la jornada de trabajo y aumentar la intensidad de trabajo.
De aquí, la necesidad de modificar el tercer supuesto
planteado por Marx, para poder explicar el papel que desempeña la tasa de
cambio monetaria y el mecanismo inflacionario como forma de competencia espuria,
utilizada frecuentemente por los Estados nacionales en el Tercer Mundo.
La tasa de cambio monetaria es la tasa en que las monedas
extranjeras, incluida la internacional, son convertidas a la nacional. Debe
distinguirse la tasa realizada de la tasa tendencial. La tasa realizada de
cambio se mueve alrededor de la tasa tendencial. La tasa tendencial convierte
el precio internacional en precio nacional de producción expresado en la moneda
nacional. Un país que compite internacionalmente, mediante el mejoramiento
de la productividad, tendencialmente revalúa su moneda.
Téngase en cuenta que el patrón oro desapareció desde los
años treinta y las monedas son fuertes o débiles en dependencia de sus
capacidades productivas nacionales, más que por las reservas en oro que posean
dichos Estados. Un país que compite internacionalmente mediante una mayor
explotación de su clase obrera, en términos de intensidad de trabajo,
tendencialmente reduce el valor de su moneda. Cuando Alemania, antes del surgimiento del euro, revaluó su
moneda en forma tendencial (el marco alemán), de hecho,
preferenció la competencia tecnológica y así, compitió
básicamente mediante innovaciones tecnológicas.
Los países subdesarrollados devalúan sus monedas porque compiten básicamente mediante altas tasas de explotación e inflación. El aumento de la explotación es el antídoto de los países subdesarrollados contra la competencia tecnológica frente a los países desarrollados. Una alta tasa de inflación en el país subdesarrollado conduce a un salario real bajo. La inflación no aumenta la producción ni el valor, pero sí reduce el salario real, como regla.
Los países subdesarrollados devalúan sus monedas porque compiten básicamente mediante altas tasas de explotación e inflación. El aumento de la explotación es el antídoto de los países subdesarrollados contra la competencia tecnológica frente a los países desarrollados. Una alta tasa de inflación en el país subdesarrollado conduce a un salario real bajo. La inflación no aumenta la producción ni el valor, pero sí reduce el salario real, como regla.
Un empresario capitalista de un país subdesarrollado con
alta inflación, al vender al extranjero pierde competitividad, a menos que
dicho Estado nacional deprecie la moneda. Gracias a la depreciación se obtiene
menos moneda internacional, es decir, menos valor internacional. Ello equivale
a reducir los precios de sus mercancías en el exterior. No es casual que
siempre los países subdesarrollados firmen acuerdos con el FMI en los cuales
están obligados a combinar fuertes reducciones en los gastos de bienestar
social con una drástica depreciación.
Mediante la inflación los capitalistas obtienen más
plusvalía absoluta y mediante la depreciación pueden vender a precios
competitivos en el mercado internacional.
Pero también los países desarrollados acuden a este tipo de
solución. Ello puede explicar por qué en 1985, mediante el Acuerdo Plaza, las
cinco naciones más industrializadas del mundo impulsaron una apreciación
ordenada de las principales monedas frente al dólar. Con ello se estaba
apoyando la capacidad competitiva de la industria y los servicios de los
Estados Unidos frente al producto japonés, por ejemplo.
El tercer supuesto teórico de Marx para explicar la
transformación del valor en precio de producción era perfectamente válido
cuando este precio de producción se formaba nacionalmente como tendencia
dominante. En la medida que la globalización impone como tendencia la formación
de un precio de producción internacional, sin eliminar las diferencias
nacionales en los mercados laborales, no es posible suponer una cuota de
plusvalía, una jornada de trabajo y un salario constantes en cada nación y
según la misma dinámica.
Las empresas globales eligen y sustituyen territorios
buscando más eficiencia, competitividad y rentabilidad. A esta tendencia se le
llama desterritorialización de la produccióny del capital. Para ello el
capital transnacional intenta diseñar, imponer y controlar el tipo de economía,
política, gobierno, Estado, democracia, cultura, en fin, el tipo de sociedad
que más conviene a los centros de poder del imperialismo. Las empresas globales también tienen acceso privatizado al
capital ajeno vía mercado financiero, lo cual garantiza también el monopolio de
la generación tecnológica.
Hasta aquí, el análisis del intercambio desigual entre
Norte y Sur, ha priorizado la esfera de la producción por encima de la esfera
de la distribución. De lo que se trata ahora; y destaca el análisis de Katz,
apoyado en Marini; es si es suficientemente importante para las luchas del Sur
frente al Norte, la esfera de la distribución. Katz brinda
varios argumentos al respecto, solo queremos destacar los relacionados con las
tijeras de precios productos básicos versus productos industriales.
El
encarecimiento del petróleo que acompañó a la irrupción de la OPEP mostró la
fortaleza de una materia prima no renovable, que permitió el surgimiento del
“petrodólar” y un gran atesoramiento de divisas por parte de las retrasadas
economías de Medio Oriente.
Este
episodio involucraba a una materia prima muy peculiar y enriquecía a pocos
países. Fidel inició en aquellos años una cruzada a favor de la unidad del Sur
petrolero con el Sur no petrolero: se presentaba la oportunidad abstracta para
el desarrollo del Sur, pero las oligarquías petroleras del Sur, prefirieron
abastecer de dólares los Bancos del Norte, y crear la gran oportunidad de
impulsar la deuda externa del Sur a límites extraordinarios.
El
advenimiento del gigante asiático China valorizó en las últimas décadas todos
los productos básicos y generó un récord de cotizaciones de los insumos
alimenticios, energéticos y minerales. Parecía que las tijeras de precios “productos básicos versus productos industriales”
felizmente se cerraba; y el Sur lograría una gran oportunidad para su
desarrollo.
Una vez más, el precio resultó un instrumento de
poder para el imperialismo. Los Estados Unidos reaccionaron con el petróleo
cracking: el precio del petróleo cayó.
Vale
la pena aquí citar ampliamente a Katz:
La prioridad que tiene el usufructo de
la naturaleza para las grandes empresas es registrada por el nuevo concepto de
extractivismo. Ese término resalta la destrucción del medio ambiente que imponen
las reglas del capitalismo contemporáneo.
Esa virulencia es impactante en la
actividad minera que dinamita montañas, disuelve rocas con compuestos químicos
y derrocha el agua requerida para la agricultura. El efecto de esa calamidad es
la desaparición de los glaciares andinos, la sabanización de la cuenca
amazónica y la inundación de las costas.
La altísima rentabilidad de las
materias primas ha introducido a ese ámbito en el sofisticado universo de las
transacciones financieras. También se han multiplicado las intensas disputas
por la captura de las ganancias en juego. Las ventajas logradas por cada
competidor no dependen exclusivamente de su capacidad tecnológica o astucia
comercial. El peso geopolítico de las distintas potencias se ha tornado decisivo
para ejercitar el control efectivo de los territorios apetecidos.
Katz
hace énfasis en algo que aconteció en Inglaterra cuando la Revolución
Industrial y el bloqueo napoleónico: Ricardo del lado de la burguesía
industrial, luchó contra Malthus, del lado de la clase terrateniente
capitalista. En el seno de dos sectores explotadores de plusvalía, se produjo
una lucha política por distribuir la plusvalía a favor de un sector sobre otro,
ya fuera en forma de renta del suelo; o de ganancia e interés de préstamo.
El
latifundio en América Latina puede calificarse como imperialista. Como lo fue
en Cuba; y por eso, porque se hizo una reforma agraria en Cuba ya en 1959, se
fortalece hoy la aplicación de la Ley Helms Burton, para rescatar las tierras
“robadas” a los terratenientes de toda laya.
Las oligarquías locales en América latina han tenido oportunidades para
defender mejor sus intereses en el reparto del excedente económico con las
transnacionales imperialistas. Pero han agachado la cabeza, Argentina ha sido
un ejemplo; y Katz lo expone en su artículo con variados ejemplos históricos.
Uno de ellos, tiene que ver con los productos transgénicos:
El boom de la soja reemplazó el
estancamiento de la producción cárnica y cerealera, los latifundistas se convirtieron
en empresarios y los chacareros se transformaron en contratistas. Toda la
actividad se capitalizó con sofisticadas modalidades de siembra directa y
semillas transgénicas.
Pero los teóricos de la renta
internacional resaltan que esa modernización no alteró el viejo mecanismo de
neutralización del excedente. El saldo favorable de la agro-exportación queda
contrarrestado por el déficit comercial de una industria más concentrada,
extranjerizada y subsidiada. El endeudamiento continúa absorbiendo el grueso de
las divisas, en una economía dolarizada por la inflación, la frecuencia de la
crisis y la localización externa del patrimonio de los acaudalados.
Katz defiende
la teoría dependentista frente a los teóricos de la renta internacional. Henry
George identificó como enemigo del “trabajo” a una de las formas de existencia del capital: la propiedad capitalista sobre la tierra;
pero no propuso como solución su expropiación; sino que propuso confiscar
mediante un impuesto único los
ingresos de la renta del suelo.
También
Proudhom, el economista pequeño burgués francés, identificó a una forma del capital (el capital a
préstamo) como el enemigo del trabajo. Por eso, propuso crear un banco popular
que ofreciera crédito gratuito a todo pequeño productor que necesitara
emprender su negocio.
El
mérito y acierto radical de Marx y Engels, es haber identificado al enemigo correcto: el capital, al cual
hay que expropiar mediante la revolución social; y al luchador correcto, portador del nuevo sistema social (el socialismo):
la clase obrera, capaz de defender los intereses propios y de los demás
trabajadores, campesinos, artesanos, pequeños productores, en fin, el pueblo.
Puedo
coincidir con Katz, porque cada forma de lucha tiene su importancia: el Sur
tiene que asumir su defensa ante todas las maniobras del Norte por apoderarse
de su excedente económico; dígase plusvalía, o incluso, parte del valor de la
fuerza de trabajo por superexplotación.
Con
razón, Katz afirma:
Por eso los teóricos marxistas de la dependencia
conectaron desde muy temprano su concepción con la estrategia socialista de la
revolución cubana. Sus críticos prefieren optar por razonamientos abstractos,
reflexiones puramente económicas y evaluaciones filosóficas ancladas en el
lenguaje dialéctico. Con esa lejanía de la lucha de clases resulta imposible
comprender y actuar en la realidad latinoamericana.
Y
más adelante, Katz resume el aporte a la teoría revolucionaria del Sur presente
en Marini:
Marini postuló una interpretación
integral de las causas del subdesarrollo, enriqueciendo la tradición forjada
por varios pensadores anticapitalistas. Absorbió además ideas innovadoras de
otras corrientes. Se distanció de las tesis convencionales que involucionaron
adoptando planteos liberales y mantuvo controversias con vertientes afines, que
se zanjaron en una confluencia.
Esa trayectoria indica un camino para
la renovación de las tesis dependentistas. La renovación exige comprender la
nueva etapa neoliberal del capitalismo mundializado, modificando conceptos
insuficientes e incorporando tesis faltantes.
La teoría del valor es el principio
ordenador de ese replanteo. Explica cómo la globalización productiva asentada
en la explotación de los trabajadores, remodela las fracturas entre el centro y
la periferia mediante transferencias de plusvalía. La omisión de este mecanismo
impide a los críticos del dependentismo comprender la lógica del subdesarrollo.
Reintegrar la teoría del valor a la
explicación de la dependencia es también vital, para desentrañar el esqueleto
oculto del capitalismo actual. No hay una mano invisible que guía a los
mercados, ni tampoco una sabia institución estatal que timonea la economía.
El cimiento del sistema es una competencia por beneficios surgidos de la explotación, que multiplica el lucro de las minorías y el sufrimiento de las mayorías. La misma indignación y rebeldía que en el pasado impulsó el estudio del subdesarrollo orienta su investigación actual.
El cimiento del sistema es una competencia por beneficios surgidos de la explotación, que multiplica el lucro de las minorías y el sufrimiento de las mayorías. La misma indignación y rebeldía que en el pasado impulsó el estudio del subdesarrollo orienta su investigación actual.
La defensa de los precios del Sur en
una sociedad en transición al socialismo.
El socialismo desde el Sur debe
inducir determinada competencia, aquella que elimina lo innecesario
socialmente. Una empresa peor necesaria puede hacerse innecesaria a partir de
cierto límite, incluso no por ella misma, sino porque las mejores avanzan más
rápido.
En la estrategia a seguir con el
aparato productivo nacional es importante esta correlación estructural entre
peores, medianas y mejores (dentro de la rama) y entre sectores clave y
tradicionales (entre ramas). Los criterios de competitividad no pueden perder
de vista ni al aparato productivo nacional, ni al nivel de competitividad
internacional.
Ernesto Che Guevara
realizó esfuerzos teóricos muy bien encaminados para la determinación del papel
de las categorías mercantiles: costo y precio en el sistema socialista. En el
sistema que propone el Che podemos ver el costo (como medidor de eficiencia
empresarial) y al precio (como medidor de eficiencia social).
Un socialismo “paternalista” protege a
la peor empresa no socialmente necesaria. Es lógico que una sociedad que
construye el socialismo herede un aparato productivo nacional no homogéneo, con
una estructura productiva muy desigual. ¿Qué mecanismos hay que crear para que
sólo funcionen las empresas peores socialmente necesarias y aquellas que
aventajan a éstas últimas? Es interesante la forma como Ernesto Che Guevara
reconocía la importancia de comparar los costos de producción empresariales con
vistas a medir la eficiencia en la gestión empresarial; y al mismo tiempo,
reconocía a los precios nacionales, comparados con los internacionales para
medir la competitividad del aparato productivo nacional frente al resto del
mundo.7
Se debe estar consciente que a los precios a los que
se refiere el Che, como medidores de eficiencia social, son los precios
mayoristas. Estos precios son los que reflejan el nivel tecnológico alcanzado
por el país al compararlos con los precios del mercado externo de los fondos
exportables y de los productos que sustituyen importaciones.
Se puede expresar con certeza, que los
precios mayoristas son una medida del nivel de competitividad nacional en la
esfera internacional, algo a tener muy presente por las economías del Sur; y
pretender desconocerlos es perder la brújula
de la economía nacional ante el mercado externo, y cuando por medios
administrativos centralizados se alteran estos precios mayoristas, se pierde la
brújula para la competitividad.
En ausencia de productos similares con
precios comparables, los precios mayoristas deben garantizar como mínimo el
rendimiento de la inversión estatal (excepto transitoriamente por aspectos de
mercadotecnia) y de no ser competitivos tienen que programarse las acciones
para que lo sean a corto plazo, o de lo contrario dejar de producir dichos
productos.
Se debe tener muy presente que, para respaldar las
políticas sociales y las necesidades básicas de la población, no es conveniente
y, además, es improcedente alterar arbitrariamente y de manera continuada los
precios mayoristas de un grupo de productos.
Ya hemos constatado cómo una sociedad
que construye el socialismo hereda un aparato productivo nacional no homogéneo,
con una estructura productiva muy desigual. De allí, la necesidad de reconocer
el papel tan importante que juega las decisiones de inversión dentro de cada
rama y hasta qué punto la aplicación de una alta tecnología asociada a los
medios de producción, el ahorro de insumos energéticos, materia prima y los
avances en microelectrónica, permiten incorporar el conocimiento científico al
proceso productivo, sustituyen mano de obra por medios de producción, etc., y
contribuyen a elevar los rendimientos a las empresas más avanzadas de cada
rama.
Para que la cooperación alcance un
amplio desarrollo en el socialismo es imprescindible la regulación activa del
Estado. De allí que, si aspiramos a que determinadas tendencias progresivas en
el desarrollo de las fuerzas productivas estén presentes en el aparato
productivo nacional, el Estado, ya sea por la vía de la planificación o por la
vía de la regulación estatal, debe fomentarlas.
Conocer las leyes es
actuar en correspondencia con la acción de éstas, y sólo es posible lograrlo
reconociendo ese sistema de contradicciones objetivas y hallar las formas de
desenvolvimiento de esas contradicciones en función del desarrollo de la
sociedad.
El Che no sólo
reconoció contradicciones objetivas presentes en el período de transición.
Reflejó este conocimiento en la práctica, en el Sistema Presupuestario de
Financiamiento. Su sistema se nos presenta como la forma en que él aborda y
propone la solución de estas contradicciones.
En su sistema está
presente la contradicción plan - mercado, la contradicción entre relaciones
planificadas y relaciones monetarias mercantiles. El debate científico y
práctico no está completamente resuelto. Esta polémica a lo interno de la
economía política del socialismo se inició desde el surgimiento de la URSS y
cobró carácter internacional años después. Las nuevas experiencias de la
República Popular China y Vietnam renuevan el tema. La cuestión está en que las
relaciones planificadas son inherentes al socialismo y al comunismo: definen el
objetivo final. Ello puede explicar por qué el Che resuelve la contradicción
plan – mercado a favor del plan.
En muchos países que
antes eran socialistas esta contradicción fue resuelta a favor del mercado. No
obstante, muchos autores afirman y argumentan que esto se debe a la necesidad
de democratizar el socialismo; pero hoy notamos que se ha creado hasta un
mercado de fuerza de trabajo. Cuando la fuerza de trabajo es mercancía existe
la explotación del hombre por el hombre y esto no es otra cosa que capitalismo.
El tema sigue abierto.
En conclusión, mientras exista el
capitalismo a escala global, los países que avanzan hacia el socialismo han de
crear un aparato productivo – a escala del sistema integral del socialismo –
con una composición orgánica del capital cada vez más alta hasta alcanzar y
sobrepasar a las potencias capitalistas más avanzadas, sin lo cual no podrán
eliminar el intercambio desigual. Esa tarea histórica parece muy lejana; y, no
obstante, hoy se percibe en el horizonte una suerte de Sujeto Sur para el
Desarrollo que ya comienza a desafiar al Norte en el terreno de la competencia
internacional.
Pero
mientras exista un Sur dividido, mientras dentro del “Sur”, exista algo así
como un Norte y un Sur, ese horizonte estará aún lejano. Brasil, por ejemplo,
gracias a sus riquezas, posee el mayor mercado interno de la región, una
estructura productiva más diversificada y con su mayor potencialidad
productiva, logra que sus empresas sean mayores y más competitivas que las de
sus países vecinos; y, por tanto, puede realizar un intercambio desigual a su
favor con el resto de América latina y el Caribe.
Un Sur unido implica que los países se
integran para compartir las ventajas que resultan de un territorio común; una
naturaleza y una historia común; países con economías, que, aunque desiguales
en desarrollo, unidos en una estrategia común, den ventajas frente a otras
naciones del mundo.
Un Sur unido, implica una integración legítima en que los
países articulen sus economías para sacarle mejor provecho a los recursos
naturales, humanos y materiales y ampliar el mercado, en función del desarrollo
humano. Se trata de fortalecer las magnitudes reguladoras claves: aquellas que
elevan la capacidad negociadora con el resto del mundo; pero que al mismo
tiempo potencian el mercado interno, el nivel de empleo, el salario medio y la
inversión nacional. Ventajas compartidas significa que, en función de los
intereses de estos pueblos, los países se junten para compartir sus fortalezas
naturales y sociales.
La defensa de los precios del Sur exige tener presente la
exportación de inflación vía dólar. La economía imperialista de Estados Unidos
se soporta en dos pilares: el dólar y el Pentágono. Ambos pilares hoy sostienen
con dificultad la economía del Estado más poderoso. Ello puede explicar el
proteccionismo feroz de Donald Trump, que impone condiciones a sus adversarios,
pero también a sus aliados, sin respetar para nada a la Organización Mundial
del Comercio. Ello puede explicar también la nueva Política de Seguridad de los
Estados Unidos, que tiende a desplazar sus prioridades agresivas en la esfera
militar hacia América Latina y el Caribe.
Notas:
[1]Claudio Katz, artículo aparecido en su página web: www.lahaine.org/katz
[2] Miembro de Mérito de la Academia de Ciencias de Cuba; Profesor
Titular del Instituto Superior de Relaciones Internacionales “Raúl Roa García”
y Presidente de la Sociedad Científica de Pensamiento Económico y Economía
Política de la ANEC.
[3]GuglielmoCarchedi:
Frontiers of Political Economy, University of Amsterdam, 1990.
[4] Carlos Marx: El capital, Editorial de Ciencias
Sociales, La Habana, l973, t. 3, pp. l66-l67.
[5] Carlos Marx, El Capital, Tomo III, Capítulo X, p. 202,
Editorial Nacional de Cuba, La Habana, 1973.
[6] Silvio Baró Herrera: Globalización y desarrollo mundial,
Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1997, pp. 59-60.
[7] Debe tenerse presente aquí - y el Che estaba consciente de
ello - que los precios nacionales en el socialismo normalmente son regulados
por el Estado, para subsidiar o desestimular el consumo de determinados
productos, y, por tanto, al efectuar la comparación de los precios nacionales
con los precios internacionales, estadísticamente, debe eliminarse esta
desviación que conscientemente el Estado socialista realiza.
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