ISRI
Cuba.
El mundo se encuentra actualmente en una crisis global cuya causa
radica primariamente en la incapacidad de las políticas neoliberales para
resolver las contradicciones inherentes al sistema capitalista. Se trata de una
crisis sin precedentes desde la posguerra. Es una sinergia de múltiples crisis:
económico-financiera, alimentaria, energética y ambiental.
Como resultado de ello, el margen de acción de los países
subdesarrollados se ha reducido. Los planes de desarrollo son cada vez más
condicionados por la inserción del país en el escenario internacional.
La
crisis sistémica afecta no solo a los Estados naciones, también se ve reflejada
en los procesos integracionistas, donde
los países miembros intentan salir de la crisis olvidando que forman
parte de una integración. Europa es un referente mundial en lo que a sistema
integracionista se trata. Es un ejemplo de las
dificultades estructurales y funcionales
internas, como consecuencia.
América
Latina y el Caribe, no son ajenos a estos cambios, a la nueva situación global
creada por la crisis sistémica, agravada en esta región por la dependencia de
las principales potencias, entiéndase Unión Europea y Estados Unidos. ¿Qué
incidencia tendrán las relaciones entre la región de América Latina y el Caribe
con la Unión Europea ante el nuevo contexto global.
La
Unión Europea pasa por una situación compleja, no solo por la crisis sistémica internacional, sino por el efecto de sus propias contradicciones Internas: Ampliación
hasta los actuales 28 miembros; La caducidad de sus instituciones creadas y
confeccionadas para 15 estados miembros; el limitado alcance del Tratado de
Lisboa y la carencia de una política
exterior plasmada en el fracaso de la actual Política Exterior y de Seguridad
Común, (PESC), La falta de legitimidad democrática agravada aun mas con el
fracaso de participación en las elecciones al Parlamento Europeo.
Y
otras pocas veces se han tenido que enfrentar
Europa a tantas crisis y controversias simultáneas como en la actualidad.
Pensemos en la discusión de 2012 sobre el Marco financiero de la Unión Europea;
las sucesivas ayudas a Grecia o en las muchas otras disputas que se están
manteniendo. La crisis del Euro: el
Brexit (en incertidumbre hasta la actualidad) y la correspondiente
crisis de las deudas estatales han conducido a un enfrentamiento entre los
“países del Norte”, como Gran Bretaña, Dinamarca, Finlandia o Alemania y los
“países del Sur” como Italia, Portugal o España.).
El ya reconocible espacio público
europeo, el proceso paulatino de integración generan hoy una imagen de
integración diferenciada tanto de Europa en sentido estricto (UE) como de
Europa en sentido amplio. La comunidad constitucional europea tiene que
afirmarse también como comunidad solidaria. Del mismo modo que en el
federalismo existe una compensación financiera de los Estados más ricos o más
fuertes a los más débiles o más pobres, también tiene que existir una
solidaridad europea en sentido financiero. Esta solidaridad puede costar en
algunos países, pero los efectos positivos de las medidas de ayuda deben ser
explicados abiertamente a la ciudadanía europea. Precisamente Alemania, cuyos
Lander occidentales recibieron después de 1945 la positiva ayuda del Plan
Marshall deberían acordarse de esa solidaridad. La "Alemania europea"
tiene que hacer frente a la crisis de común acuerdo con la "España europea"
y con los otros Estados miembros de la Unión.
La UE se presenta a la altura de 2017
como un área en la que priman las dinámicas de renacionalización por encima de
las integradoras, y en la que no sólo se ha hecho especialmente difícil la
identificación de ámbitos comunes para la cooperación entre sus miembros, sino
que se cuestionan algunos de sus logros más publicitados: Ampliación, Schengen,
Libre movilidad, Brexit.etc.
Las medidas anti-crisis
han exacerbando el descrédito y la deslegitimidad de las instituciones
ante los ciudadanos de la UE.
En
este marco, Alemania ha afianzado su posición como líder indiscutible del
proceso, lo que constituye el símbolo más visible de otros desplazamientos de
poder que han tenido lugar internamente.
La ideología neoliberal
mantiene su hegemonía, reforzada por la ausencia de una alternativa viable al
modelo global de acumulación, lo que se refleja tanto en las políticas
económicas aplicadas por los gobiernos de los diferentes Estados miembros,
estén encabezados por partidos de la derecha conservadora o liberal, de la
socialdemocracia o compuestos por coaliciones multicolores. A ello ha
coadyuvado la debilidad sostenida de la
izquierda anti sistémica, carente de una propuesta alternativa teórica y
práctica realizable y atractiva que le permita competir con éxito en los marcos
electorales, en lo fundamental debido a su falta de unidad en los marcos
nacionales y regionales, Sus deformaciones de carácter político e ideológico, y
sus contradicciones internas, y a las escasas opciones del electorado
en un contexto que no da señales de salida definitiva de la crisis.
Ciertamente no se puede desconocer que la economía política ha
fracasado buscando formulas y justificaciones, para seguir adelante como
ciencia. Claramente, no ha ayudado mucho a los responsables políticos. Por lo
demás, la brecha entre los "contribuyentes netos" por un lado (por
ejemplo, Alemania) y los Estados beneficiarios (por ejemplo, Polonia) debilita
a la Unión Europea como comunidad jurídica, como unión de valores y como
estructura "pre federal".
Situación política actual de la Unión
Europea: Incidencia en América Latina y el Caribe.
El
24 de Julio de 2007 se fijaron las bases para la redacción del nuevo texto en forma de Tratado
que sustituyo a la ya histórica y fallida Constitución Europea, esa que no
llego a ver la luz y que ha mantenido a Europa en un estado de letargo durante
más de cuatro años.
La
cumbre de los Jefes de Estado y de Gobierno de los Veintisiete, celebrada en
Bruselas, logro tras largas y agotadoras reuniones bilaterales, aprobar un
mandato para convocar una Conferencia Intergubernamental que debería aprobar el
Tratado de Reforma (Tratado de Lisboa)[i],
en sustitución de la Constitución Europea, que no pudo prosperar al haber sido
rechazada o no ratificada por nueve Estados miembros.
Con
este pacto que desbloqueaba el paroxismo en el que se encontraba la Unión
Europea, Alemania se colocaba en una posición de liderazgo europeo, aunque esto
le costara ceder poder institucional en la Unión Europea. La posición de
Polonia, en estas negociaciones fue uno de los mayores obstáculos con los que
se encontraron todos los Jefes de Gobierno que acudieron con la intención de
sacar este texto. Jaroslaw Kaczynski, primer ministro polaco, consiguió traer a
la memoria de los Europeos los peores momentos que el antiguo continente había
vivido en su historia, el de la II Guerra Mundial, al invocar las pérdidas
humanas en la ésta, para inclinar a favor
de su país la reforma del sistema de voto de la UE. El presidente polaco violó
todas las sutilezas diplomáticas al declarar que las bajas sufridas por Polonia
ante la Alemania nazi eran susceptibles de recibir ahora compensación. “Si
Polonia no hubiese vivido lo que vivió entre 1939 y 1945, sería hoy un país con
66 millones de habitantes”, dando a entender que su peso no sería el que en la
actualidad se le intenta atribuir a un país con 38 millones de habitantes.
Estas declaraciones fueron criticadas por todos los representantes de los
restantes 26 países miembros.
El
20 de octubre de 2007 los veintisiete países miembros salvaron parte de los
contenidos esenciales de la Constitución Europea, pero el nuevo texto se
alejaba de las pretensiones de algunos
mandatarios europeos de crear un “mini tratado” o “tratado simplificado”. Las
250 páginas que se firmaran el 13 de diciembre de dicho
año, en Lisboa son solo realmente comprensible por los expertos e
iniciados, pero completamente ilegible para los ciudadanos.
Las
bases sustanciales del Tratado de Lisboa de la Unión Europea modificaban todos
los tratados anteriores. Las principales innovaciones las podemos recoger en
estos puntos:
·
Se abandona la idea de
elaborar una constitución como texto único que derogaba los tratados vigentes,
quedando en su lugar el nuevo tratado que enmienda los dos tratados
constitutivos (el Tratado de la Comunidad Europea de Roma de 1957 y el Tratado
de la UE DE Maastricht, de 1992), que ya fueron modificados en Ámsterdam (1996)
y Niza (2000). Con esto siguen en vigor los tratados existentes pero
enmendados.
·
La política exterior
común, como no podía ser de otra manera, recibe un fuerte espaldarazo. Se crea
la figura de un Alto Representante de la Unión para Asuntos Exteriores y
Política de Seguridad, con todas las competencias previstas en la Constitución.
La única diferencia es que no se la llamara ministro de Exteriores. Presidirá
el Consejo de Ministros de Exteriores, será vicepresidente de la Comisión y
tendrá un Servicio Exterior.
·
Se aprueba
la figura de un Presidente del Consejo estable. El
“macro estado” europeo queda muy lejos, pero se dan algunos pasos para
consolidar la UE como institución: La presidencia del Consejo deja de ser
rotatoria y de seis meses, y la asumirá una misma persona durante dos años y
medio, renovables.
·
Más poder a los
parlamentos nacionales. A petición de Holanda los parlamentos nacionales que
consigan el apoyo suficiente podrán exigir a la Comisión Europea que reexamine
y replantee una proposición si estiman que invade sus competencias.
Nadie
es ajeno a la forma en la que se
logró este acuerdo, pues se llego
en una situación realmente difícil.
En
la práctica no se cambia mucho, pero esta larga y difícil negociación puso de
manifiesto unas profundas divergencias sobre el sentido último de la Unión
Europea que han pesado negativamente en
el futuro.
Se
ha logrado que se mantenga la ampliación de las áreas de decidir por mayoría
cualificada, que se avance hacia una política Migratoria compartida y hacia una
seguridad interna común (con excepciones británicas), y no se han traspasado
las esenciales líneas rojas que habían fijado conjuntamente España y Francia.
Qué no figure formalmente la primacía del derecho comunitario sobre el nacional
no cambió gran cosa la realidad jurídica
Es casi obvio
que la incidencia del
nuevo Tratado de Lisboa, no
ha tenido una incidencia
directa apreciable sobre
las relaciones con América
Latina y el Caribe.
a través de su
propia estructura interna.
Los cambios o afectaciones , en los
artículos señalados , deben
enfocarse prioritariamente a
través de la actuación de las personalidades que están al frente de los diferentes órganos comunitarios. Su visión y acción a corto y
mediano plazo.
Hay
una serie de preguntas que podíamos plantearnos desde el inicio, y en la
actualidad podemos encontrar respuesta para algunas, lo que nos dará una visión
actualizada de cómo se encuentra la Unión Europea.
Las reformas contempladas en el
Tratado de Lisboa, en particular la entrada en vigor del nuevo mecanismo de
toma de decisiones en el Consejo tuvieron una dilatada instrumentación, y
aunque implican una flexibilización del proceso para las esferas en las que
resultan aplicables, sus principales avances perceptibles han sido relegados a
un discreto segundo plano por la pervivencia de la crisis.
En otros apartados del ámbito institucional,
la aplicación del Tratado tampoco ha reportado efectos favorables ni saltos
cualitativos en términos de cohesión política, dinamismo institucional,
representatividad en el escenario internacional o nuevos espacios de soberanía en la política exterior. En este último
campo se ha profundizado la mayor influencia de Alemania, Francia y
Reino Unido, aunque paralelamente se han
comenzado a apreciar las dificultades de un liderazgo trilateral
germano-franco-británico e incluso de una preeminencia sostenible del eje
franco-alemán, resultantes del fortalecimiento alemán.
Con América Latina, con una baja prioridad del
componente birregional, un alto grado de retórica, una inviable “Asociación
Estratégica” y un sistema de Acuerdos de Asociación subregionales centrados en
el libre comercio, que no logra ocultar el mayor interés y atención en actores
individuales (Brasil, México, Argentina, Chile) y el cuestionamiento permanente de los
procesos de izquierda regionales, La CELAC pasó a ocupar, no sin dificultades,
el lugar del Grupo de Río en el diálogo institucionalizado de la UE con la
región.
En
todos estos casos, las relaciones bilaterales de los Estados miembros de la UE
con contrapartes nacionales en las diferentes regiones han ganado en relevancia
frente a la proyección de la UE.
De
cara a la agenda multilateral, la UE sigue otorgando alta prioridad a los temas
de liberalización comercial, energía y cambio climático, migratorios y de
derechos humanos. Sus posiciones se mantienen esencialmente enfrentadas en
estos ámbitos, así como en la cooperación al desarrollo, a las de los países
subdesarrollados, incluso a las de las potencias emergentes, y no facilitan el
alcance de soluciones aceptables para la gran mayoría de la comunidad
internacional en las correspondientes negociaciones. La UE incumplió
los compromisos financieros de la cooperación internacional y los Objetivos de
Desarrollo del Milenio (ODM).
El
escenario de las relaciones de Cooperación
Unión Europea y América Latina-Caribe hay que proyectarlas sobre la base de esquemas selectivos, donde América Latina y el Caribe, respondieron,
desde un inicio, a un nivel de interés bajo por parte de la Comunidad Económica
Europea. Las relaciones institucionales entre ambas regiones, en los años
sesenta se pueden caracterizar como pobres y esporádicas. América Latina no era
un área priorizada para la Comunidad Europea, la cual estaba más interesada en
las relaciones de cooperación con sus ex colonias de África, Caribe y Pacífico,
que han estado asociadas a la Unión a través de los Acuerdos especiales de
comercio y cooperación tales como Yaundé, Lomé y Cotonou.
El convenio
de Cotonou, establecido en el año 2000 como modificación del
Convenio de Lomé, con una vigencia de veinte años, tiene entre sus propósitos
principales la eliminación de las condiciones de prefencialidad de la Unión
Europea hacia los países ACP, a la nueva filosofía basada en relaciones de
socios comerciales con lo que no se consideran las diferencias en los niveles
de desarrollo entre las partes, salvo en el caso de los países más atrasados.
Se incluye como principio fundamental el incremento de la dimensión política y
el reforzamiento de la cláusula
democrática y de la llamada gobernabilidad democrática vinculando el
acceso de la ayuda financiera al
cumplimiento de los criterios Europeos de Democracia, Derechos Humanos y
Estado de Derecho en los países ACP. Los
EPA.
La
Unión Europea ha desarrollado, acorde con la proyección de Estados Unidos.
Nuevos acuerdos de libre comercio con 75 de sus antiguas colonias en África, el
Caribe y el Pacífico (los países ACP). Estas desequilibradas negociaciones de
“Acuerdos de Asociación Económica (EPA, por sus siglas en inglés). Los EPAS (Economic Partnership
Agreemnets) o AER (Acuerdos
Económicos Recíprocos) se transforman en el caso de Cotonou actual,
bajo la concepción de diferenciación subregional. Esto es, bajo el alcance de Cotonou se establecen
ocho Acuerdos o EPAS. Seis con África con carácter subregional, uno con Asia y
otro con el Caribe. Esto establece un
proyecto de diferenciación dentro del
Grupo ACP donde el Caribe constituye la
prioridad de más bajo nivel para la Unión Europea. Vale decir, que no se pierde
la condición de Trato Especial y Diferenciado
de los países más atrasados.
Las implicaciones más relevantes de la firma del EPA entre CARIFORUM-Unión Europea se pueden enmarcar según criterios académicos y de hacedores de política exterior y tomando como base el propio articulado del Acuerdo, en los siguientes aspectos:
Las implicaciones más relevantes de la firma del EPA entre CARIFORUM-Unión Europea se pueden enmarcar según criterios académicos y de hacedores de política exterior y tomando como base el propio articulado del Acuerdo, en los siguientes aspectos:
Posee un nivel de gobernabilidad
supranacional más elevado, que los
acuerdos integracionistas de la CARICOM, al ser un instrumento legal
internacional vinculante. El EPA tendrá implicaciones negativas para el
desarrollo integracionista de la CARICOM y
por ende para las políticas macroeconómicas
de los países y su proyección regional.
Si bien ofrece oportunidades para la entrada de las exportaciones caribeñas en
Europa: barreras no arancelarias y la
férrea competencia que deberán cumplirse por los caribeños para obtener los
beneficios propuestos son
demasiado altas para
sus pobres capacidades exportadoras y de negociación. En
este grupo se encuentran las normas de
origen, medidas fitosanitarias y otras.en la categorización de las empresas y
certificación de los profesionales. Todo ello conlleva costos que no serán
financiados por el EPA.
La incorporación del Trato Nacional en el Acuerdo, para el comercio de
bienes, servicios e inversiones limita la actuación de los Gobiernos Caribeños
sobre la protección a las empresas nacionales y subregionales europeas. Puede provocar la desaparición paulatina de las
pequeñas y medianas empresas caribeñas del mercado.
Existen fuertes contradicciones entre la aplicación del MUE y
el EPA, tanto en contenido como en secuencia. En esa disparidad de agendas, la balanza se
inclina para favorecer al EPA debido a su vinculación legal, su gobernabilidad
supranacional, el financiamiento que otorga la UE; todo de lo cual carece el
MEU.
Esto podría
tener un impacto previsible en el resquebrajamiento de la unidad de los PEDs o
al menos falta de apoyo de los ACP a las posiciones del resto de los países
subdesarrollados, en el momento en que se determine su negociación en OMC. De
la misma forma, pudiera implicar que los ACP, ya habiendo asumido las
posiciones europeas, lleguen a apoyarlas en ese contexto.
Las
políticas de austeridad redujeron los niveles de gasto a favor del desarrollo y
reforzaron los enfoques diferenciados y centrados en países específicos. Se ha
robustecido la condicionalidad política basada en la “promoción de la
democracia y los derechos humanos”, como un elemento central de los acuerdos de
cooperación, junto a
condicionantes devenidas tradicionales como las sociales y ambientales,
sanitarias y fitosanitarias y los acuerdos para la readmisión de inmigrantes.
La aplicación de dobles raseros en la proyección internacional, tanto en el
terreno de la cooperación como en el de la actuación política sigue
constituyendo una característica esencial de la proyección internacional de la
UE hacia los países en vías de desarrollo han sido relegados a un discreto
segundo plano por la pervivencia de la crisis. En otros apartados del ámbito
institucional, la aplicación del Tratado tampoco ha reportado efectos
favorables ni saltos cualitativos en términos de cohesión política, dinamismo
institucional, representatividad en el escenario internacional.
De
hecho, entre 2012 y 2017 siguió siendo evidente la incapacidad de la UE para
hablar con una sola voz y salvaguardar intereses comunes y se aceleró su
declive relativo en el contexto global, un proceso a largo plazo que se ha ido
construyendo a partir de la disminución de la parte de la Unión en el poder
económico global, su pérdida de credibilidad, de capacidad de liderazgo y de
influencia a nivel internacional, la erosión de su poder “blando” o “civil” y
de su poder “normativo”, la pérdida de atractivo de su modelo de gobernanza y
de su llamado a un multilateralismo efectivo y la disminución de su capacidad
para implementar una política exterior común y una política de defensa
colectiva y para ofrecer una respuesta estratégica.
Particularmente
en los asuntos referidos a la Política Exterior y de Seguridad Común (PESC), en los que aún predomina la regla de
la unanimidad, los avances son poco significativos, sólo salvados por el
recurso a la abstención constructiva, y en la práctica, la crisis ha
contribuido a rebajar el grado de prioridad y el volumen de recursos asignados
a la PESC. El efecto de ello ha sido una suerte de renacionalización de la
política exterior, agravada por la cohesión y confianza decrecientes entre los
Estados miembros, cuyo énfasis en sus propias relaciones bilaterales y
“asociaciones estratégicas” con terceros países, en particular con las
potencias emergentes, han ido en desmedro de la imagen de la UE, profundizando
la brecha entre su proyección internacional y las políticas exteriores de los
Estados miembros.
Europa
se encuentra de nuevo ante una situación compleja e inesperada, que les deja por el momento sin
reforma de sus instituciones, con lo que todo esto conlleva, instituciones creadas
y diseñadas para la Europa de los 15 ahora gobiernan una maltrecha Europa de
los 27.
Europa
hace frente a una situación Internacional con un Tratado de hace más de 15 años
con unas instituciones caducas; con una sociedad civil desencantada, cansada de
ver como las principales decisiones de la Unión se toman a sus espaldas. A
su vez, se encuentra
con una política exterior difusa, sin un plan ordenado y un programa
coordinado para que a largo plazo tenga resultados positivos. Sus relaciones
con América Latina y Caribe siguen
dependiendo de los impulsos de los diferentes gobiernos de turno, de su
alianza a los Estados Unidos y nunca de una política
consciente y pensada para buscar los verdaderos intereses no solo de Europa
sino de los países de América Latina, con el fin de establecer esos lazos que
les permita a ambos llegar a acuerdos duraderos y que no solo beneficien a esos
Estados de la Europa, dirigida en la actualidad por la derecha más reaccionaria
que en muchos años ha conocido la unión.
A
todos esto debemos recordar lo planteado
la vigencia de la crisis sistémica que sufre no solo
Europa sino un mundo que hoy es prisionero de su propio invento “la
globalización neoliberal” y que por primera vez logra que los países del norte
se cuestionen un sistema capitalista, sostenido por el consumo y sustentado por
Organismo Internacionales incapaces de hacer frente a los auténticos problemas
que tanto la economía , finanzas como la política mundial reclama.
América
Latina y el Caribe no serán ajenos a esta situación. Europa hoy está más
preocupada por salir lo mas airosa posible de la crisis, esa crisis
institucional en la que está sumida desde el fracaso de la constitución
europea, junto con la crisis democrática que no quieren reconocer y como no,
por la crisis sistémica que está haciendo tambalearse a las economías de todos
los países miembros.
Es
el momento de hacer una reflexión mucho más profunda, una reflexión que esté por encima de un
simple texto constitucional, y que lleve a plantear los
escenarios de acción futura de
esta posible nueva Unión Europea cuales
son los verdaderos retos y amenazas Queda
en el marco de la reflexión la
capacidad del Organismo integracionista de proyectar
un análisis crítico de estos
cincuenta años de evolución.
La
incidencia de estos retos
y desafíos que devienen
del propio desarrollo del
proceso institucional de la
organización, mantienen prácticamente
el mismo nivel de
expectativas hacia la
región latinoamericana y
caribeña.
Pocos son los
nuevos aportes que
pudieran incidir directa
y favorablemente en el
complejo tramado de
estas interrelaciones.
El
tema migratorio tiene una importante incidencia para la región latinoamericana y caribeña. La
aprobación de la Política Migratoria Común,[ii]
al ser una de las prioridades de la UE, se caracteriza por el enfoque utilitario, represivo y
xenófobo, dirigiendo gran parte de los documentos legislativos a este fin.
Entre éstos podemos destacar, la Directiva del Retorno, y la “Directiva
relativa a las condiciones de entrada y residencia de nacionales de terceros
países para fines de empleo altamente cualificado”, (Carta Azul); ésta ultima
una forma de legitimar el robo de cerebros.
Hace mucho tiempo que las
instituciones europeas decidieron que una de sus principales razones de ser es
la lucha contra lo que ellos llaman "inmigración ilegal". Incluido en
los planes de seguridad de la Unión Europea, lo asimilan a la lucha contra el
tráfico de drogas o de armas ilegales. Sitúan al migrante como un elemento
nocivo en sí mismo como si fuera un alijo de heroína, o peligroso como una
ametralladora.
Y las políticas que llevan aplicando
treinta años para frenar la entrada de personas migrantes en situación
administrativa irregular o expulsarlos cuando ya están en territorio UE van
desde las deportaciones forzadas, pasando por las
redadas racistas, y las detenciones y muertes que se producen en los CIE.
Ahora, después de todo ese tiempo,
parece que los líderes europeos han entendido una cosa muy obvia: para reducir
el número de migrantes que llegan a la UE hay que reducir el número de
migrantes que salen de África. Si de esta evidencia se derivaran políticas
encaminadas a que nadie abandone su lugar de origen por necesidad; a acabar con
el expolio de las multinacionales, foco de conflictos armados en todo el
continente; a condonar la deuda externa que desangra a muchos países africanos;
o a que las farmacéuticas dejen de hacer negocio con enfermedades por las que
mueren miles de personas a pesar de existir cura para ellas, sería, sin ninguna
duda, una muy buena noticia.
Sin embargo, esa no es la propuesta.
Los dirigentes de la Comisión Europea, siempre bien acompañados
de los gobiernos representados en el Consejo Europeo, han pensado que
para que los migrantes no salgan de África lo mejor es
poner vallas por todo el continente, que con las Ceuta y Melilla no hay
suficiente y que, por tanto, hay que ponerlas en Níger, en Senegal o en Libia.
Vallas físicas, o en forma de ejércitos, de centros de detención, o de
legislaciones en materia de visados. En definitiva, su plan es trasladar las
fronteras de la UE a países cada vez más lejanos. Crear muros, sean o no físicos,
cada vez más lejos.
A esto es lo que llamamos
externalización de fronteras, una serie de acuerdos de la UE con países
africanos con los que Bruselas impone sus políticas migratorias a cambio de ayuda técnica e inversiones bajo amenaza de retirarles los
fondos de cooperación si no aceptan los dictados de la nueva metrópoli.
La UE tiene acuerdos firmados con decenas de países de África y Asia, pero se ha marcado
cinco países como prioritarios: Níger, Nigeria, Senegal, Malí y Etiopía.
Recientemente, la Comisión
Europea publicó el cuarto Informe sobre el marco de asociación con terceros
países, que está dedicado
casi en su totalidad a estos cinco países.
Se trata de un documento –con un
lenguaje propio de épocas coloniales–, en el que la UE se permite evaluar las políticas migratorias de esos
países y definir como "socios proactivos" y "constructivos"
a aquellos que aplican las políticas más duras en materia de control de
fronteras que la UE ha diseñado. Como si de buenos y obedientes alumnos se tratara.
Es en la deportación, en la expulsión
de aquellas personas que después de jugarse la vida en la ruta por África, en
el Mediterráneo, de pasar por los CIE, de sufrir muchas de ellas la explotación
sexual y laboral, donde la UE pone el acento. Devolver al hambre, a la miseria,
a la falta de esperanza a miles de personas es, en definitiva, el pilar
fundamental de la política migratoria de la UE.
Y es en este punto donde, hay otros
dos países clave que sumar a los cinco mencionados: Libia
y Turquía. La UE también tiene acuerdos con ellos y a cambio de sumas
importantes de dinero se han convertido en plataformas tanto para recibir
deportados como para deportar desde ahí a otros países africanos –Libia–, o de
Oriente Medio y Asia –Turquía–.
A
la política migratoria y
por supuesto sus
promotoresse les olvida señalar que la mejor forma de luchar contra los
traficantes es instaurando un sistema de migración legal y garantizando un
cumplimiento efectivo del derecho al asilo. Así nadie tendrá que ponerse en
manos de mafias criminales. En estos momentos no hay prácticamente forma legal
de llegar, residir o trabajar en la Unión Europea. Y hasta que eso no se
solucione, la lucha contra los traficantes es sólo la excusa para seguir
blindando Europa.
En fin, se mantendrá la
desigualdad en el
desempeño de la política
exterior de los diferentes
estados miembros de la unión
europea., trabajando siempre bajo
la influencia de los países más poderosos y de los
temas de discusión, los intereses
y la experiencia respectivas.
Europa mantendrá
su intención de lograr la concreción de la Asociación
Estratégica Birregional incluso con la
firma del Acuerdo de Asociación Económica con Centroamérica. El Acuerdo con
Mercosur dependerá principalmente de la posición de
Brasil y Argentina, países, que ligerean el
grupo latinoamericano, además de
la ratificación de la entrada de
Venezuela A su vez, la UE mantendrá la estrategia de fortalecimiento de sus
relaciones con Chile y México. Venezuela
queda pendiente del
incumplimiento de una buena
cantidad de resoluciones Detrás de
ello están las posiciones e intereses
políticos y económicos
de formar un
acuerdo comercial excluyendo a
este país.
La suerte
está echada para
la región latinoamericana y caribeña;
Europa avanza en un
proceso de fortalecimiento de sus
mecanismos y propósitos de consolidación de una filosofía
basada en relaciones
de socios comerciales con los
que no se consideran las diferencias
en los niveles de
desarrollo entre ambas
regiones, salvo en los
casos de países más atrasados. Incluyen en esta proyección,
y como
principios básicos de su
filosofía el incremento de la
dimensión política y el reforzamiento de la
cláusula democrática y de
la llamada gobernabilidad democrática,
vinculando el acceso comercial y
financiero al cumplimiento de los
criterios Europeos de
Democracia, Derechos Humanos
y Estado de
Derecho.
[i] El Tratado de Lisboa, firmado por la Unión Europea (UE) en Lisboa el 13 de
diciembre de 2007, es el que sustituye a la Constitución para
Europa tras el fracasado tratado
constitucional de 2004 . www.europarl.europa.eu/atyourservice
[ii]La
presentación del Proyecto de Política Migratoria
Común se realizó En el mes de Junio 2008,
al nivel de Consejo y Parlamento Europeo.
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