Por Dr. Leyde E. Rodríguez Hernádez
Esta semana, del 5 al 7 de diciembre, se celebró la I Conferencia de Estudios Europeos organizada por la Cátedra Jean Monnet de la Universidad de La Habana, seguidamente las notas de mi intervención en el panel: " La Unión Europea y América Latina: vínculos estratégicos".
Esta
ponencia es una síntesis ilustrativa de los artículos La Unión Europea: múltiples crisis,
desafíos y oportunidades en el siglo XXI, publicado en la
Revista de Pensamiento social Horizontes y Raíces de la Universidad de La
Habana y del Comentario: El estado de la Unión Europea.
Relanzar Europa, publicado por la Red Cubana de Investigaciones
sobre Relaciones Internacionales (Redint).
Cuando
analizamos las oportunidades y desafíos actuales de la Unión Europea (UE), como
actor global, es importante recordar que en su nacimiento la Unión Europea
llegó dotada de una estrategia de paz y reconciliación de Europa, para alcanzar
la regeneración social y económica de un continente devastado por la guerra.
El proceso de integración europea se adaptó y
sobrevivió a los peores momentos de la guerra fría. La UE, de la misma
manera, supo renovarse a través del proyecto de la Unión Económica y Monetaria,
la Europa del Euro, consiguiendo su reunificación política con la caída del
muro de Berlín, la libre circulación y residencia, ambas altamente valoradas
por los ciudadanos europeos.
Si contrastamos esos trascendentales resultados de la
UE con su estado actual, se puede percibir lo atinado de su necesidad de
reforma en beneficio de los ciudadanos europeos y de la humanidad toda.
Las dificultades de la UE se relacionan con tres
fenómenos o procesos principales que impactan a las relaciones internacionales,
pero que en el caso que nos ocupa generan oportunidades y desafíos en lo que
denominamos recomposición de la UE, en el orden interno, y en la reconstrucción
de sus capacidades, como un poder global relevante, en un sistema internacional
marcado por tendencias multipolares:
- La crisis económica que ha atravesado la UE desde los años 2007- 2008.
- El referendo británico que abrió el proceso para la salida del Reino Unido de la Unión Europea (Brexit).
- La victoria de Donald Trump en las elecciones presidenciales de los Estados Unidos.
El escenario internacional mencionado, nos hace
pensar sobre la oportunidad que tiene la Unión Europea de Relanzarse, como ha
argumentado la Fundación Alternativas de España, en su informe anual 2017,
sobre el Estado de la Unión Europea. Se abre una nueva oportunidad para que la
UE comience un proceso de negociaciones que conduzcan a su reconfiguración,
para la adopción consensuada de otro tratado. Entre los temas principales que
han sido identificados y son objeto de debate se encuentran los siguientes:
- El mejoramiento de la colaboración en seguridad y defensa, para obtener autonomía estratégica;
- Una nueva política de inversiones;
- La armonización fiscal y el fortalecimiento de la eurozona con una gobernanza democrática;
- La creación de un parlamento de la eurozona;
- La elaboración de políticas comunes en el terreno digital y el de la transición energética y la denominada Europa de la Defensa, que había tenido la abierta oposición británica;
- Desmarcarse inequívocamente de las posiciones de la administración estadounidense de Donald Trump en un conjunto de temas:
- Comercio (proteccionismo);
- Migraciones (restricciones a países musulmanes);
- Energía y cambio climático (incumplimiento del acuerdo sobre cambio climático de Paris);
- Distanciarse respecto a una posición agresiva y de sanciones contra China y Rusia; del rompimiento del acuerdo nuclear con Irán; de una solución unilateral para el conflicto israelo-palestino o de una solución militar, con armas nucleares, al conflicto en la península coreana;
- Evitar intervencionismos políticos y sanciones contra países del sur, en particular, América Latina, cuyo caso sobresaliente y contradictorio son las sanciones y declaraciones injerencistas contra Venezuela, cuando pretende mejorar las relaciones con Cuba, y abandona la posición común.
Sigue pendiente de concretarse la próxima cumbre entre
la UE y la CELAC, inicialmente prevista para los días 26 y 27 de octubre en San
Salvador, pero que quedó aplazada en medio de la crisis política de Venezuela.
Una mirada desde América Latina y el Caribe nos
permite definir perspectivas mutuas de colaboración en los compromisos
adquiridos en la lucha contra el cambio climático, los mecanismos a favor de un
comercio justo y libre entre ambas regiones y la apuesta por el
multilateralismo para afrontar los desafíos comunes.
Desmarcarse o desconectarse de la administración
estadounidense de Donald Trump, en diversos temas críticos de la política
internacional, favorecerían la visión académica de que el sistema internacional
actual es multipolar y no unipolar, como siguen enfatizando algunos
especialistas cubanos y extranjeros, cuando observan la conducta supeditada o
tímida de la UE en distintos temas de la agenda internacional que promueve
Estados Unidos.
Por otra parte, ante el cambio de los contornos de la
seguridad europea actual y del propio concepto de multilateralismo, se necesita
una nueva estrategia continental, con alcance global, que integre su acción en
los terrenos diplomático, económico, de la seguridad y la defensa.
En ese sentido, desde hace una década, los líderes
europeos aprobaron la primera Estrategia de Seguridad Europea, bajo la
premisa de que «Europa nunca ha sido tan próspera, tan segura, tan libre».
Pero, desde 2003, año en que se aprobó, Europa y el sistema internacional en su
conjunto han cambiado sustancialmente. Si bien Europa continúa siendo uno de
los centros principales de poder global, hoy ya no es vista como un paradigma
que seguir o copiar y, por lo tanto, suscita menos esperanzas y optimismo para
el resto de las naciones —como sucedió después de las dos guerras mundiales, en
la primera mitad del siglo XXI.
No podemos pensar que los desafíos de la UE son
solamente el Brexit o la elección de Donald Trump, la crisis de Ucrania con
Rusia o las guerras de Oriente Medio. Podríamos listar otros tan
complejos como esos:
- El estancamiento sin que se emprendan iniciativas institucionales efectivas que favorezcan el progreso de la integración europea.
- En este tema sobresale la preocupación por una construcción de la UE bajo la hegemonía germana, mientras que el nacionalismo genera inquietudes por sus radicales propuestas desintegradoras contra la moneda común, a favor del proteccionismo económico y contra los tratados europeos.
- Los problemas que ha provocado la crisis económica y financiera, como el déficit de estabilidad, porque se ha extendido por la UE las crisis presupuestarias estatales.
- La deficiencia estructural de la política económica de la Zona Euro, lo cual pone de manifiesto que no se pueden ignorar las consecuencias y los costos sociales y políticos de no contar con una política económica y financiera conjunta.
- La ola de refugiados y la inseguridad que producen los actos de terrorismo
- El populismo y la xenofobia crecen a lo largo de Europa, al mismo tiempo que los partidos europeos tradicionales, que una vez impulsaron la construcción europea, han perdido terreno, tanto a la izquierda como a la derecha, lo que se puede vincular con la crisis global de los paradigmas teóricos y políticos que sustentaron la hegemonía de los llamados partidos políticos tradicionales.
- Una parte de la población no se siente representada cultural y políticamente manifestando desafección hacia la democracia representativa.
- La necesidad de un nuevo contrato social para una política europea progresista que introduzca una visión democrática de bienestar y seguridad, lo cual estaría en correspondencia con los objetivos originales de la UE.
- La regulación del mercado salvaje, el poder desmedido de las transnacionales y la evasión fiscal, afín de evitar el daño que la desigualdad creciente genera en todos los tejidos de la sociedad: en el plano económico, social, político y moral.
Por otra parte, pienso que millones de personas en el
mundo y, en especial, en América Latina y el Caribe, desearían que la UE
sea un polo de balance de poder global, para el desarrollo equilibrado de la
cooperación internacional multisectorial, la promoción de un mundo de paz,
desarrollo y estabilidad, en contraposición a las políticas hegemónicas que
generan el intervencionismo político, militar y la guerra en las relaciones
internacionales.
Han sido tan estremecedoras las múltiples crisis
atravesadas por la UE, que estas han puesto en riesgo el proyecto supranacional
más potente e integrador que Europa ha conocido a lo largo de su historia.
Siempre he pensado que una eventual desaparición de la
UE es un escenario poco probable, pero sabemos que ha sido pronosticado por
distintos analistas políticos internacionales. La desintegración de la UE
representaría una catástrofe geopolítica de imprevisibles consecuencias para un
continente en condiciones de interdependencia compleja y con potencias
poseedoras de armas nucleares.
El desordenado, convulso y turbulento sistema
internacional actual es muy peligroso, para el mantenimiento de la paz mundial
y la supervivencia de la especie humana, por la existencia de enormes arsenales
de armas nucleares, no solo en Europa, sino por la proliferación nuclear en
distintas regiones que obstaculiza la fluidez de las relaciones
internacionales, y el acelerado cambio climático global, en una época marcada
por la persistente crisis sistémica del capitalismo globalizado.
Es por ello que los mejores escenarios para la UE se
relacionan con el aprovechamiento de las oportunidades existentes para
“Relanzarse” atendiendo las agudas asimetrías que desafían la
interrelación entre los estados miembros.
El 2017 fue un año crucial para el futuro de la UE,
porque asumió los retos de las elecciones en Holanda, Austria, Francia y
Alemania, donde a pesar de los retrocesos electorales, ante la pujanza de las
fuerzas políticas de extrema derecha contrarias a la UE, los sectores
europeístas representativos de la integración supranacional obtuvieron
resultados favorables en dichas elecciones; para beneficio de una UE que no
decidió disolverse y, por el contrario, se propone relanzarse, lo que quiere
decir reformarse o transformarse.
Solo el transcurso del tiempo demostrará la viabilidad de esas
pretensiones estratégicas, en el complejo y contradictorio laberinto de la
política internacional del siglo XXI.
No hay comentarios:
Publicar un comentario