Discurso
pronunciado por el General de Ejército Raúl Castro en la III Cumbre de la Celac
El presidente de los Consejos de Estado y de
Ministros, General de Ejército Raúl Castro Ruz, aseguró hoy que el proceso
iniciado entre Cuba y Estados Unidos para restablecer relaciones diplomáticas
fue posible gracias a la nueva época que vive nuestra región
Por Raúl Castro Ruz
Estimado Presidente Luis Guillermo Solís;
Estimadas Jefas y Jefes de Estado o de Gobierno de
América Latina y el Caribe;
Estimados Jefes de Delegaciones e invitados que nos
acompañan:
Nuestra América se ha adentrado en una época nueva y
ha avanzado, desde la creación de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y
Caribeños, en sus objetivos de independencia, soberanía sobre sus recursos
naturales, integración, construcción de un nuevo orden mundial, justicia social
y democracia del pueblo, por el pueblo y para el pueblo. Existe hoy un
compromiso con la justicia y el derecho de los pueblos superior al de cualquier
otro período histórico.
Juntos, somos la tercera economía a nivel mundial, la
zona con la segunda mayor reserva petrolera, la mayor biodiversidad del planeta
y con una alta concentración de los recursos mineros globales.
Desarrollar la unidad en la diversidad, la actuación
cohesionada y el respeto a las diferencias seguirá siendo nuestro primer
propósito y una necesidad ineludible, porque los problemas del mundo se agravan
y persisten grandes peligros y recios desafíos que trascienden las
posibilidades nacionales e incluso subregionales.
En el último decenio, las políticas económicas y
sociales y el crecimiento sostenido, nos permitieron enfrentar la crisis
económica global y posibilitaron una disminución de la pobreza, el desempleo y
la desigual distribución de ingresos.
Las profundas transformaciones políticas y sociales
llevadas a cabo en varios países de la región han traído la dignidad a millones
de familias que han salido de la pobreza.
Pero la región de América Latina y el Caribe es aún la
más desigual del planeta. En promedio, el 20% de los hogares con menores
ingresos capta el 5% de los ingresos totales; 167 millones de personas sufren
todavía de la pobreza, uno de cada cinco menores de 15 años vive en la
indigencia y la cifra de analfabetos supera los 35 millones.
La mitad de nuestros jóvenes no tienen educación
secundaria o noveno grado de enseñanza, pero en el sector de menos ingresos no
la completa el 78%. Dos tercios de la nueva generación no llegan a la
universidad.
Crecen las víctimas del crimen organizado y de la
violencia que amenazan la estabilidad y el progreso de las naciones.
¿Qué pensarán las decenas de millones de marginados
acerca de la democracia y los derechos humanos? ¿Cuál será su juicio sobre los
modelos políticos? ¿Qué opinarán acerca de las leyes electorales? ¿Es esta la
sociedad civil que toman en cuenta los gobiernos y las organizaciones
internacionales? ¿Qué dirían si se les consultara sobre las políticas
económicas y monetarias?
Poco tienen que mostrar a nuestra región, en estos
aspectos, muchos de los Estados industrializados donde la mitad de sus jóvenes
están en el desempleo, se descarga la crisis sobre los trabajadores y los
estudiantes a los que se reprime, mientras se protege a los banqueros, se
impide la sindicalización, se paga inferior salario a las mujeres por trabajo
igual, se aplican políticas inhumanas contra los inmigrantes, crece el racismo,
la xenofobia, el extremismo violento y tendencias neofascistas, y donde los
ciudadanos no votan porque no ven alternativa a la corrupción de la política o
saben que las promesas electorales se olvidan muy pronto.
Para alcanzar la llamada inclusión social y la
sostenibilidad ambiental, tendremos que crear una visión propia sobre los
sistemas económicos, los patrones de producción y consumo, la relación entre el
crecimiento económico y el desarrollo y, también, sobre la eficacia de los
modelos políticos.
Debemos superar las brechas estructurales, asegurar
educación gratuita y de alta calidad, cobertura universal y gratuita de salud,
seguridad social para todos, igualdad de oportunidades, lograr el ejercicio
pleno de todos los derechos humanos por todas las personas.
Dentro de tales esfuerzos, será elemental deber la
solidaridad y la defensa de los intereses del Caribe y, en particular, de
Haití.
Se precisa un nuevo orden económico, financiero y
monetario internacional, donde tengan cabida y prioridad los intereses y
necesidades de los países del Sur y de las mayorías, donde no prevalezcan los
que impone la concentración del capital y el neoliberalismo.
La Agenda de Desarrollo después del 2015 debe ofrecer
soluciones a los problemas estructurales de las economías de la región y
generar los cambios que conduzcan al desarrollo sostenible.
Es también imprescindible construir un mundo de paz,
sin el cual es imposible el desarrollo, regido por los Principios de la Carta
de las Naciones Unidas y del Derecho Internacional.
La firma por los Jefes de Estado y Gobierno de la
Proclama de América Latina y el Caribe como Zona de Paz, significó un paso
histórico y ofrece una referencia para las relaciones entre nuestros Estados y
con el resto del mundo.
La solidaridad en Nuestra América será decisiva para
hacer avanzar los intereses comunes.
Expresamos enérgica condena a las inaceptables e
injustificadas sanciones unilaterales impuestas a la República Bolivariana de
Venezuela y a la continuada intervención externa dirigida a crear un clima de
inestabilidad en esa hermana nación. Cuba, que conoce todas esas historias
profundamente por haberlas padecido durante más de 50 años, reitera su más
firme respaldo a la Revolución Bolivariana y al Gobierno legítimo conducido por
el presidente Nicolás Maduro Moros.
Nos unimos a la República Argentina en su reclamo de
las islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur y los espacios
marítimos circundantes. Apoyamos a la nación suramericana y a su Presidenta
Cristina Fernández, que enfrenta los ataques de los fondos especulativos y las
decisiones de cortes venales, violatorias de la soberanía de ese país.
Reafirmamos la solidaridad con el pueblo y gobierno de
Ecuador, que preside Rafael Correa, en apoyo a sus demandas de reparación por
los daños ambientales provocados por la trasnacional Chevron en la amazonia
ecuatoriana.
Como hemos dicho en otras ocasiones, la Comunidad
estará incompleta mientras falte Puerto Rico. Su situación colonial es
inadmisible, y su carácter latinoamericano y caribeño no admite lugar a dudas.
En el proceso de paz de Colombia, son significativos
los acuerdos alcanzados por el Gobierno y las Fuerzas Armadas Revolucionarias
de Colombia - Ejército del Pueblo en la Mesa de Conversaciones que se
desarrolla en La Habana. Nunca antes se había avanzado tanto en la dirección de
alcanzar la paz. Cuba, en su condición de garante y sede de estas
conversaciones, proseguirá brindando las facilidades necesarias y contribuyendo
en todo lo posible al fin del conflicto y la construcción de una paz justa y
duradera en la hermana Colombia.
Daremos resuelto apoyo, como hasta ahora, al justo
reclamo de los países del Caribe de reparación por los daños de la esclavitud y
el colonialismo, así como nos opondremos resueltamente a la decisión de
privarlos de recursos financieros imprescindibles con pretextos tecnocráticos
al pretender considerarlos de renta media.
Saludamos los excelentes progresos alcanzados en el
Foro CELAC-China y en los vínculos de la región con el grupo BRICS.
Reiteramos la preocupación por los enormes y
crecientes gastos militares impuestos al mundo por Estados Unidos y la OTAN,
así como el intento de extender la agresiva presencia de esta hasta las
fronteras de Rusia, con la cual tenemos históricas y fraternales relaciones,
mutuamente provechosas. Declaramos enérgica oposición a la imposición de
sanciones unilaterales e injustas contra esa nación.
La creciente agresividad de la doctrina militar de la
OTAN y el desarrollo de guerras no convencionales, que ya han tenido
devastadoras consecuencias y graves secuelas, amenazan la paz y la seguridad
internacionales.
Para Cuba, el principio de igualdad soberana de los
Estados y de autodeterminación de los pueblos es irrenunciable.
La Asamblea General de la Organización de las Naciones
Unidas debe usar sus facultades para preservar la paz y la seguridad
internacionales ante los dobles raseros, excesos y omisiones del Consejo de
Seguridad.
No debe esperar más para asegurar su plena membresía a
Palestina, a la que expresamos la solidaridad del pueblo y gobierno cubanos.
Debe cesar el veto en el Consejo de Seguridad para garantizar impunidad a los
crímenes de Israel.
África, donde están también nuestras raíces, no
necesita consejos ni intromisión, sino transferencia de recursos financieros,
tecnología y trato justo. Siempre defenderemos los intereses legítimos de las
naciones con las que luchamos hombro con hombro contra el colonialismo y el
apartheid y con las que sostenemos fraternales relaciones y cooperación.
Siempre recordaremos su invariable solidaridad y apoyo.
La voz de Cuba defenderá sin descanso las causas
justas y los intereses de los países del Sur y será leal a sus objetivos y
posiciones comunes sabiendo que Patria es Humanidad. La política exterior de la
Revolución cubana seguirá siendo fiel a sus principios.
Estimadas y estimados colegas:
El pasado 17 de diciembre, regresaron a su Patria los
luchadores antiterroristas cubanos Gerardo Hernández, Ramón Labañino y Antonio
Guerrero, que junto a Fernando González y René González son para nosotros
motivo de orgullo y ejemplo de firmeza.
El Presidente de Estados Unidos reconoció el fracaso
de la política contra Cuba aplicada por más de cincuenta años y el completo
aislamiento que ha provocado a su país; el daño que el bloqueo ocasiona a
nuestro pueblo y ordenó la revisión de la obviamente injustificable inclusión
de la isla en la Lista de Países Patrocinadores del Terrorismo Internacional.
También ese día, anunció la decisión de restablecer
las relaciones diplomáticas de Estados Unidos con nuestro Gobierno.
Estos cambios son el resultado de casi siglo y medio
de heroica lucha y fidelidad a los principios del pueblo cubano. Fueron también
posibles gracias a la nueva época que vive nuestra región, y al sólido y
valiente reclamo de los gobiernos y pueblos de la CELAC.
Han sido una reivindicación para Nuestra América que
actuó en estrecha unidad por este objetivo en la Organización de las Naciones
Unidas y en todos los ámbitos.
Precedidos por la Cumbre del ALBA en Cumaná,
Venezuela, los debates sostenidos en el 2009 en la Cumbre de las Américas en
Puerto España, Trinidad y Tobago, llevaron al Presidente Obama, recién electo,
a plantear un nuevo comienzo con Cuba.
En Cartagena, Colombia, en el 2012, se produjo una
fuerte discusión con un planteamiento unánime y categórico contra el bloqueo,
ocasión en que incitó a un importante dirigente norteamericano a referirse a la
misma como el gran fracaso de Cartagena o desastre —fue el término exacto—y se
debatió sobre la exclusión de Cuba de estos eventos. Ecuador, en protesta,
había decidido ausentarse. Venezuela, Nicaragua y Bolivia plantearon que no
asistirían a otra Cumbre sin Cuba y recibieron el apoyo de Brasil, Argentina y
Uruguay. La Comunidad del Caribe asumió igual postura. México y las restantes
naciones se pronunciaron asimismo.
El presidente panameño, Juan Carlos Varela, antes de
su toma de posesión, hizo saber con determinación que invitaría a Cuba, con
plenos derechos e igualdad de condiciones, a la VII Cumbre de las Américas y
así lo hizo. Cuba inmediatamente declaró que asistiría.
Se demuestra la certeza de Martí cuando escribió que
“un principio justo, desde el fondo de una cueva, puede más que un ejército”
(Aplausos).
A todos los presentes les expreso la más profunda
gratitud de Cuba.
A los 188 Estados que votan contra el bloqueo en las
Naciones Unidas, a los que hicieron similar reclamo en la Asamblea General,
Cumbres y Conferencias internacionales y a todos los movimientos populares,
fuerzas políticas, parlamentos y personalidades que se movilizaron
incansablemente con ese objetivo, les agradezco sinceramente a nombre de la
Nación.
Al pueblo de Estados Unidos que manifestó creciente
oposición a la política de bloqueo y hostilidad, de más de cinco décadas,
también le reitero nuestro agradecimiento y amistosos sentimientos.
Estos resultados demuestran que gobiernos que tienen
profundas diferencias pueden encontrar solución a los problemas mediante un
diálogo respetuoso e intercambios, basados en la igualdad soberana y la
reciprocidad, en beneficio de sus respectivas naciones.
Como he afirmado reiteradamente, Cuba y
Estados Unidos debemos aprender el arte de la convivencia civilizada,
basada en el respeto a las diferencias entre ambos gobiernos y en la
cooperación en temas de interés común, que contribuya a la solución de los desafíos
que enfrentan el hemisferio y el mundo.
Pero no se debe pretender que, para ello, Cuba tenga
que renunciar a sus ideales de independencia y justicia social, ni claudicar en
uno solo de nuestros principios, ni ceder un milímetro en la defensa de la soberanía
nacional.
No nos dejaremos provocar, pero tampoco aceptaremos
ninguna pretensión de aconsejar ni presionar en materia de nuestros asuntos
internos. Nos hemos ganado este derecho soberano con grandes sacrificios y al
precio de los mayores riesgos.
¿Acaso podrían restablecerse las relaciones
diplomáticas sin reanudar los servicios financieros a la Sección de Intereses
de Cuba y su Oficina Consular en Washington, cortados como consecuencia del
bloqueo financiero? ¿Cómo explicar el restablecimiento de relaciones
diplomáticas sin que se retire a Cuba de la Lista de Estados Patrocinadores del
Terrorismo Internacional? ¿Cuál será, en lo adelante, la conducta de los
diplomáticos estadounidenses en La Habana respecto a la observancia de las
normas que establecen las Convenciones Internacionales para las Relaciones
Diplomáticas y Consulares? Es lo que nuestra delegación ha dicho al
Departamento de Estado en las conversaciones bilaterales de la semana pasada y
se requerirán más reuniones para tratar estos temas.
Hemos compartido con el Presidente de
Estados Unidos la disposición de avanzar hacia la normalización de las
relaciones bilaterales, una vez que sean restablecidas las relaciones
diplomáticas, lo que implica adoptar medidas mutuas para mejorar el clima entre
ambos países, resolver otros problemas pendientes y avanzar en la cooperación.
La situación actual abre, modestamente, una
oportunidad al hemisferio de encontrar nuevas y superiores formas de
cooperación que convienen a las dos Américas. Ello permitiría resolver
acuciantes problemas y abrir nuevos caminos.
El texto de la Proclama de América Latina y el Caribe
como Zona de Paz constituye la plataforma indispensable para ello, incluido el
reconocimiento de que todo Estado tiene el derecho inalienable a elegir su
sistema político, económico, social y cultural, sin injerencia en ninguna forma
por parte de otro Estado, lo que constituye un principio irrenunciable de
Derecho Internacional.
El problema principal no ha sido resuelto. El bloqueo
económico, comercial y financiero, que provoca enormes daños humanos y
económicos y es una violación del Derecho Internacional, debe cesar.
Recuerdo el memorándum del subsecretario Mallory, de
abril de 1960, que, a falta de una oposición política efectiva, planteaba el objetivo
de crear en Cuba hambre, desesperación y sufrimiento para provocar el
derrocamiento del gobierno revolucionario. Ahora, todo parece indicar que el
objetivo es fomentar una oposición política artificial por medios económicos,
políticos y comunicacionales.
El restablecimiento de las relaciones diplomáticas es
el inicio de un proceso hacia la normalización de las relaciones bilaterales,
pero esta no será posible mientras exista el bloqueo, no se devuelva el
territorio ilegalmente ocupado por la Base Naval de Guantánamo (Aplausos), no
cesen las trasmisiones radiales y televisivas violatorias de las normas
internacionales, no haya compensación justa a nuestro pueblo por los daños
humanos y económicos que ha sufrido.
No sería ético, justo ni aceptable que se pidiera a
Cuba nada a cambio. Si estos problemas no se resuelven, este acercamiento
diplomático entre Cuba y Estados Unidos no tendría sentido.
No puede esperarse tampoco que Cuba acepte negociar
los aspectos mencionados por nuestros asuntos internos, absolutamente
soberanos.
Se pudo avanzar en esta reciente negociación porque
nos tratamos recíprocamente con respeto, como iguales. Para seguir avanzando,
tendrá que ser así.
Hemos seguido con atención el anuncio del Presidente
de Estados Unidos de algunas decisiones ejecutivas para modificar ciertos
aspectos de la aplicación del bloqueo.
Las medidas publicadas son muy limitadas. Persisten la
prohibición de créditos, del uso del dólar en nuestras transacciones
financieras internacionales; se impiden los viajes individuales de
norteamericanos bajo la licencia para los llamados intercambios “pueblo a
pueblo”, se condicionan estos a fines subversivos y se impide también que
viajen por vía marítima. Continúa prohibida la adquisición en otros mercados de
equipos y tecnologías que tengan más de un 10% de componentes norteamericanos y
las importaciones por Estados Unidos de mercancías que contengan materias
primas cubanas, entre muchísimas otras.
El presidente Barack Obama podría utilizar con
determinación sus amplias facultades ejecutivas para modificar sustancialmente
la aplicación del bloqueo, lo que está en sus manos hacer, aun sin la decisión
del Congreso.
Pudiera permitir en otros sectores de la economía todo
lo que ha autorizado en el ámbito de las telecomunicaciones con evidentes
objetivos de influencia política en Cuba.
Ha sido significativa su decisión de sostener un
debate con el Congreso con el objetivo de la eliminación del bloqueo.
Los voceros del gobierno norteamericano han sido
claros en precisar que cambian ahora los métodos, pero no los objetivos de la
política, e insisten en actos de injerencia en nuestros asuntos internos que no
vamos a aceptar. Las contrapartes estadounidenses no deberían proponerse
relacionarse con la sociedad cubana como si en Cuba no hubiera un gobierno
soberano (Aplausos).
Nadie podría soñar que la nueva política que se
anuncia acepte la existencia de una Revolución socialista a 90 millas de la
Florida.
Se quiere que en la Cumbre de las Américas de Panamá
esté la llamada sociedad civil y eso es lo que Cuba ha compartido siempre.
Protestamos por lo que ocurrió en la Conferencia de la Organización Mundial de
Comercio en Seattle, en las Cumbres de las Américas de Miami y Quebec, en la
Cumbre de Cambio Climático de Copenhague, o cuando se reúne el G-7 o el Fondo
Monetario Internacional, donde se le situó detrás de cercas de acero, bajo una
brutal represión policial, confinada a decenas de kilómetros de los eventos.
Claro que la sociedad civil cubana asistirá y yo
espero que no haya restricciones para las organizaciones no gubernamentales de
nuestro país que obviamente no tienen ni les interesa tener ningún estatus en
la OEA pero sí cuentan con el reconocimiento de la ONU.
Espero poder ver en Panamá a los movimientos populares
y las Organizaciones No Gubernamentales que abogan por el desarme nuclear,
ambientalistas, contra el neoliberalismo, los Occupy Wall Street y los
Indignados de esta región, los estudiantes universitarios y secundarios, los
campesinos, los sindicatos, las comunidades originarias, las organizaciones que
se oponen a la contaminación de los esquistos, las defensoras de los derechos
de los inmigrantes, las que denuncian la tortura, las ejecuciones
extrajudiciales, la brutalidad policial, las prácticas racistas, las que reclaman
para las mujeres salario igual por trabajo igual, las que exigen reparación por
los daños a las compañías trasnacionales.
Sin embargo, los anuncios realizados el 17 de
diciembre han concitado reconocimiento mundial y el presidente Obama ha
recibido por ello muy amplio apoyo en su país.
Algunas fuerzas en Estados Unidos tratarán de abortar
este proceso que comienza. Son los mismos enemigos de una relación justa de
Estados Unidos con América Latina y el Caribe, son los que entorpecen las
relaciones bilaterales de muchos países de nuestra región con esa nación. Son
los que siempre chantajean y presionan.
Sabemos que el cese del bloqueo será un camino largo y
difícil que requerirá del apoyo, la movilización y la acción resuelta de todas
las personas de buena voluntad en Estados Unidos y en el mundo; de la
aprobación por parte de la Asamblea General de las Naciones Unidas, en su
próxima sesión, de la resolución que reclama ponerle fin y, muy en particular,
de la acción concertada de Nuestra América.
Estimadas Jefas y Jefes de Estado y Gobierno:
Estimados amigos:
Felicitamos a Costa Rica, al Presidente Solís y a su
gobierno por la labor desarrollada al frente de la CELAC. Damos la bienvenida y
prestaremos pleno apoyo al Ecuador y al Presidente Correa que presidirá la
Comunidad en el 2015.
Muchas gracias (Aplausos).
Fuente: Granma
28 de enero de 2015 15:01:28
(Versiones Taquigráficas - Consejo de Estado)
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