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miércoles, 14 de septiembre de 2016

Los No Alineados y los retos del sur


Por Dr. Leyde E. Rodríguez Hernández
Profesor Titular
Vicerrector de Investigaciones 
ISRI


El Movimiento de Países No Alineados (MNOAL) es un foro diverso de concertación de los países del sur, subdesarrollados y en desarrollo, con una amplitud universal y proyección global sobre temas políticos, económicos y de seguridad internacional. 

Los NOAL son 120 Estados y otros 15 países observadores. Los Estados-miembro representan casi dos tercios de los miembros de la Organización de las Naciones Unidas y albergan 55% de la población mundial. El MNOAL incluye a todos los miembros de la Unión Africana, de la Liga de los Estados Árabes, de la Organización de la Conferencia Islámica, la mayoría de los Estados asiáticos y latinoamericanos. La fuerza de los países del MNOAL, en los inicios del siglo XXI, se encuentra en la actualidad de sus postulados, en el peso de su legado político e histórico para los líderes contemporáneos y de los pueblos que luchan hacia la definitiva emancipación de sus naciones.

La historia y la dinámica del movimiento ejercieron su influjo en la formación del sistema internacional de la posguerra y en el desarrollo progresista del Derecho Internacional Público. El MNOAL apoyó el proceso de descolonización y, como resultado, nuevos Estados independientes fueron incorporados a la política internacional. El histórico aval del MNOAL está unido a la lucha por el desarme, en el proceso de proscripción de las armas de destrucción masivas y la no-proliferación de las armas nucleares, las convenciones sobre la proscripción de las armas químicas, biológicas, en el espacio cósmico y el tratado para la prohibición completa de los ensayos nucleares.

Sin embargo, con la desaparición de la Unión soviética y la consecuente emergencia de la unipolaridad en las relaciones internacionales, el MNOAL enfrentó un reto extraordinario. El fin del enfrentamiento entre los dos bloques irreconciliables que le otorgó razón de existencia, el nombre y su esencia, supuso para algunos la pérdida de relevancia de este movimiento como actor internacional. Existió incluso la posibilidad de su extinción, en tanto que entidad para la articulación de las reivindicaciones fundamentales de los países del sur. El desplome del sistema soviético y de sus aliados socialistas trajo el engañoso y vulgar supuesto del “fin de la historia”, de las ideologías y de la lucha de clases. Se habló de la desaparición del Tercer Mundo, como foro reivindicativo de los intereses y aspiraciones de los pueblos del sur.

Aunque el MNOAL mantuvo su vigencia frente a la embestida del imperialismo y sus detractores en el propio Tercer Mundo, también es una realidad indiscutible que las particularidades nacionales, regionales y la coyuntura internacional contribuyeron a reorientar las prioridades y objetivos de sus miembros, lo cual ha hecho difícil la armonización de posiciones y su unidad sobre los temas más complejos de la agenda internacional.

Por tanto, el principal reto del MNOAL sigue siendo la necesidad de buscar soluciones novedosas y menos formales al mantenimiento de la unidad de acción en medio de su diversidad y del complejo escenario internacional por la política agresiva y militarista de los Estados Unidos con la complicidad de la Unión Europea y otras potencias capitalistas, que también interactúan en el ámbito bilateral y multilateral con los países miembros del MNOAL.

El principal desafío  para el MNOAL tiene un carácter orgánico y se relaciona con la consecución de un sólido proceso de revitalización que haga más efectiva sus iniciativas y lo convierta en un factor más prominente para la transformación progresista y revolucionaria de las relaciones internacionales.

En toda su trayectoria, el MNOAL desarrolló perspectivas geopolíticas en varios campos relevantes de las relaciones internacionales, pero ha sido, hasta el presente, un foro de discusión y exposición de los intereses de los países menos privilegiados del planeta. En el momento internacional actual no solo resulta perentorio la elevación de su liderazgo en defensa del sur, sino además la elaboración de una estrategia común para desplegar cierta capacidad de desarrollo ideológico y una orientación política unificada contra el imperialismo y sus manifestaciones.

El hecho de que las posturas del MNOAL siguen siendo el silencio, declarativas o retóricas sobre las problemáticas mundiales, nos confirma la importancia estratégica de que los esfuerzos del movimiento, para su revitalización, no deben quedar en el plano de la política internacional y de sus organismos diplomáticos multilaterales. El trabajo futuro del MNOAL podría entroncarse directamente con la lucha de los pueblos, de las fuerzas políticas de izquierda y de los movimientos sociales por la construcción de un sistema mundial más justo y acorde con las aspiraciones de las masas populares en todas las regiones y países.

Revitalizar el movimiento NOAL en el siglo XXI implica convertirlo en un instrumento de cooperación y colaboración de alcance global, para la verdadera integración y unificación de los Estados-nación con similares intereses y afectados por iguales problemáticas de carácter económico, ecológico y social que tejen el contenido del conflicto norte-sur en las relaciones internacionales. Aunque en el sistema mundo globalizado de nuestro tiempo las naciones podrían agruparse según la interpretación del conflicto norte-sur en países industrializados, en vías desarrollo o del Tercer Mundo, lo cierto es que la dinámica de sus relaciones se modifica permanentemente y emergen disímiles áreas de convergencia en las que resulta impostergable exigir una real cooperación en el eje norte-sur de los vínculos globales, porque la unión de los países con posiciones afines en torno a distintos temas de la agenda del MNOAL trasciende la conflictual división geográfica norte-sur del sistema internacional frente a los legítimos anhelos de supervivencia de toda la humanidad ante amenazas cada vez mayores como los peligros de una guerra nuclear y el indetenible avance del cambio climático.

Dado que la amenaza de una guerra nuclear y el indetenible avance del cambio climático están cada vez más lejos de aproximarse a una solución, no deberían existir dificultades ni objeciones para enlazar coherentemente los temas de la agenda internacional con la del MNOAL, pues las cuestiones de naturaleza global requieren de un tratamiento igualmente global ya que aparecen en todas las agendas, tales como: medio ambiente, desarme -con la redistribución de los gastos de guerra en asistencia para el desarrollo-, acceso a los mercados y la tecnología, la lucha contra todas las formas de terrorismo, en especial el terrorismo de Estado, que practica los Estados Unidos e Israel, la vigencia y aplicación del Derecho Internacional Público y la exigencia de acabar con todas las manifestaciones de colonialismo, racismo, fascismo e imperialismo.

Justamente, el MNOAL debería analizar profundamente las consecuencias de las cruentas ocupaciones militares de los Estados Unidos y sus aliados en Iraq, Afganistán, y las nuevas “guerras preventivas” contra los países del sur, que tiene en Libia el ejemplo más cercano. Así como la injerencia externa y los golpes de Estados parlamentarios-judiciales que amenazan a la democracia, la paz y la estabilidad en América Latina. El MNOAL tiene como cardinal desafío contribuir más a la paz mundial. Es muy importante la ampliación del perfil de sus iniciativas diplomáticas a fin de exigir, en pleno, el cese inmediato de las amenazas de guerra imperialista en el Oriente Medio, contra Irán, Siria y Corea del Norte evitando, en lo posible, que los Estados Unidos continúen con su estrategia guerrerista en escenarios tercermundistas, lo cual se propone, abiertamente, destruir la soberanía, independencia e integridad territorial de un grupo significativo de países No alineados, como ha sido el caso de Venezuela, a la cual le han aplicado una "guerra no convencional" para destruir los logros sociales alcanzados por la Revolución Bolivariana. No hay mejor ocasión que la cumbre del MNOAL que se celebra del 13 al 18 de septiembre en Margarita, para que los países del sur expresen abiertamente su justa solidaridad con el pueblo y la Revolución Bolivariana.

Por consiguiente, el movimiento MNOAL debería hacer un análisis crítico y exhaustivo de las actuales relaciones norte-sur, en un contexto de grave crisis estructural del capitalismo que afecta la vida de los pueblos del sur; pues antes de la actual crisis económica y financiera que atraviesan los Estados Unidos y la Unión Europea, las naciones del sur debilitaron sus Estados, porque abrieron aceleradamente sus economías a la competencia y depredación de los recursos naturales por las transnacionales y multinacionales al servicio de las potencias del norte industrializado.

La consecuencia inmediata ha sido que el sur en su conjunto está afectado por las políticas proteccionistas que obstaculizan la entrada de sus productos en los mercados de los países industrializados y los mantiene al margen de los principales flujos financieros, comerciales y de inversión. El mayor volumen de comercio mundial tiene lugar entre los países ubicados en el norte. En suma, unido a la grave crisis económica y social del mundo subdesarrollado, las corrientes migratorias constituyen otro aspecto esencial de la tendencia a la marginación de los pueblos del sur y de las persistentes concepciones discriminatorias, xenófobas en el norte, donde se levantan muros para enfrentar la avalancha migratoria, pero sin la voluntad política de resolver las causas que motivan ese complejo fenómeno migratorio.

Otra prueba para el movimiento NOAL es revertir la indiferencia del norte hacia el sur en el proceso de toma de decisiones de alcance mundial. Los países del MNOAL debieran  hacer causa común para fortalecer las instituciones de carácter mundial como las Naciones Unidas, en especial la Asamblea General y la democratización de su Consejo de Seguridad. En ese sentido, el MNOAL debiera oponerse firmemente a las posiciones unilaterales de los Estados Unidos y sus aliados tendientes a debilitar o manipular, en dependencia de sus intereses geoestratégicos, el funcionamiento de los mecanismos de Naciones Unidas, a la proliferación de los llamados regímenes internacionales especializados que amenazan con limitar la proyección multilateral y el trabajo del sistema de Naciones Unidas.

Aun así, el MNOAL debería prestar especial atención a todas las corrientes monopolizadoras de los asuntos mundiales por las grandes potencias en foros de composición restringida para el debate y la adopción de iniciativas de trascendencia global como el G-7 y el G-20, pues este último intenta consolidar un espacio semejante con la participación de algunos países del sur que se distinguen por sus potencialidades económicas, pero que no se encamina realmente en la búsqueda de una solución a los problemas que aquejan a todo el Tercer Mundo. Especial significado y repercusión para el sur tiene el protagonismo político de China, como potencia económica, en el Grupo de los 77, que representa los intereses económicos de 132 países en desarrollo. Muchos países del MNOAL desearían contar con una China más activa y favorable a los intereses del sur ante las posturas hegemónicas de un norte caracterizado por la asociación estratégica de los Estados Unidos y la Unión Europea.

Las fuerzas progresistas desearían un MNOAL con posiciones más enérgicas y una visión política más crítica sobre la evolución de las relaciones internacionales actuales, que exija el diseño de una nueva arquitectura financiera internacional acompañada de un nuevo orden mundial de la información y de las comunicaciones.

La esperanza en los No alineados solo será posible de alcanzar si el MNOAL emprende el desafío de desterrar las divergencias que conspiran contra la cohesión y el consenso entre sus miembros. Los conflictos en el seno del MNOAL tienen sus orígenes en los siglos de avasallamiento colonial y neocolonial del imperialismo. Solamente la unidad del sur podría aportar nuevos cambios cualitativos para la construcción de un sistema internacional pluripolar contrapuesto a la unipolaridad e incluso a la alternativa de recomposición multipolar de las relaciones internacionales por iniciativa de los Estados Unidos y las potencias interesadas en la consecución de un equilibrio de poder que sirva para perpetuar la dominación de los Estados más débiles del sistema y practicar una política coordinada hacia la contención o el retroceso del fenómeno revolucionario mundial en el siglo XXI, lo que impediría el resurgir de una nueva correlación de fuerzas internacionales favorable a los países del Tercer Mundo.