jueves, 21 de agosto de 2014

Palestina: Declaración de Cuba ante la ONU - 28 de Noviembre de 1947


Cuba fue el único país no árabe que se opuso a la repartición de Palestina y creación del estado de Israel con una magnífica argumentación basado en el estricto cumplimiento del Derecho Internacional. 

A continuación la Declaración de Cuba ante la Organización de Naciones Unidas, efectuada por el Sr. Ernesto Dihigo  el 28 de noviembre de 1947.

De modo muy breve deseamos exponer las razones por las cuales la  delegación cubana se ve obligada a votar en contra del Plan de la partición de Palestina, recomendado por la Comisión ad hoc.

Hemos seguido con interés los debates; analizados los argumentos de  unos y otros, a fin de llegar a la conclusión que nos pareciera más  justa.

Cuba ha demostrado su simpatías hacia los hebreos y aprecio por sus  cualidades, pues ha admitido en su territorio a miles de ellos, que  hoy viven entre nosotros libres y tranquilamente, sin  discriminaciones, ni prejuicios, pero no podemos votar aquí conforme a  sus deseos, porque consideramos que la partición de Palestina es  contraria al derecho y la justicia.

En primer, la base inicial de toda su reclamación es la declaración  Balfour, causante de todo el problema que hoy tenemos ante nosotros.Pero la Declaración Balfour, a juicio nuestro, carece por completo de  valor jurídico, pues el Gobierno Británico ofreció en ella una cosa de  la cual no tenía derecho a disponer, porque no era suya. Mas,  aceptando su validez, lo que ahora quiere hacerse va mucho más allá de  sus términos, pues la misma prometió a los hebreos un "hogar" nacional  en Palestina, dejando a salvo los derechos civiles de la población  árabe; pero no un estado libre, cuya creación forzosamente  representaría una violación de esos derechos que se trato de  salvaguardar.

Es también contraria al derecho la Partición, si nos atenemos al  mandato contenido por la Sociedad de Naciones Unidas. Cabría preguntar  si la Sociedad de Naciones podría, en justicia, hacer lo que hizo, o  sea, ordenar el establecimiento de un hogar nacional judío con las  grandes consecuencias demográficas y políticas que ha tenido, en una  tierra ajena, sin el consentimiento de sus habitantes.
 
Pero,  admitiendo el hecho, la partición que estudiamos va contra los  términos de ese mandato, que un articulo ordeno no fueran afectados  los derechos y la posición de la población hebrea de Palestina. Y mal  puede sostenerse que esos derechos no resultan perjudicados, cuando va  a arrebatárseles a los nativos más de la mitad de sus territorios, y  varios cientos de miles de árabes quedaran sometidos al gobierno  hebreo, y colocados en una situación subordinada, allí, donde antes  eran los dueños.

En tercer lugar, el proyecto es también contrario al derecho, porque  va contra la libre determinación de los pueblos, que era principio  esencial del Parto de la Sociedad de Naciones, pues aquí se está  disponiendo de la suerte de una nación, privándola de la mitad de su  suelo nacional, el suelo que ha tenido durante muchos siglos, sin que  se haya consultado para conocer su opinión.  

Y si del Pacto de la  Sociedad pasamos a la Carta de las Naciones Unidas, encontramos que va  a cometerse idéntica violación, porque el principio de la libre  determinación de los pueblos se encuentra reconocido en el párrafo 2  del artículo primero, con carácter general, y reiterado en el párrafo 8 del artículo 76 para los pueblos no autónomos, al decir que "el  régimen de administración fiduciaria (equivalente al Mandato de la Sociedad) deberá tener en cuenta los deberes libremente expresados de 
los pueblos interesados"

No nos convence el argumento, dicho por  algunos de que Palestina es un Estado , y por tanto, no tiene el  carácter de sujeto de derecho internacional, pues en todo caso, esos  preceptos no hablan de estados, sino de pueblos, y no cabe dudas de  que el de Palestina lo es.

Hemos proclamado solemnemente el principio de la libre determinación  de los pueblos; pero, con gran, alarma vemos que, cuando ha llegado el  momento de aplicarlo, nos olvidamos de él. Tal sistema nos parece  funesto.  

La Delegación de Cuba está firmemente convencida de que la  paz verdadera y el mundo de justicia de que tanto hablaron los Grandes  Líderes de la Segunda Guerra Mundial no depende de que ciertos  principios fundamentales se inscriban en las convenciones y tratados,  y allí queden como letra muerta; sino de que, llegado el momento  oportuno, se cumplan por todos y para todos; grandes y pequeños;  débiles y fuertes.

¿Por qué no se ha procedido de un modo democrático en este caso, consultando la voluntad de todo el Pueblo de Palestina? ¿Es que se ha temido que el resultado de la consulta fuera contrario a lo que de  todos modos se quería hacer? Y, si esto es así, ¿Dónde están los  principios, y donde está la democracia que continuamente invocamos? 

No terminan ahí nuestras dudas legales. En el curso del debate, se han  impugnado las facultades de las Asambleas para acordar la Partición. Se ha acordado que, conforme a los artículos 10 y 11 de la Carta, la  Asamblea puede hacer recomendaciones sobre todo problema que este  dentro de los límites de la misma, que se relacionan con el  mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales.  

Sin discutir  ahora si el problema de Palestina esta dentro de esos límites, o si  constituye una amenaza para la paz internacional, no debemos dejar de  advertir que una cosa es hacer recomendaciones, y otra cosa muy  distinta es adoptar un plan que afecta la integridad internacional de  un pueblo y suposición jurídica; y recomendar la ejecución de un  proyecto a una comisión de la propia Asamblea. 

Tampoco me parece que  pueda sostenerse el que ese proyecto sea una mera recomendación, pues  toda recomendación lleva implícita la posibilidad de que no sea  aceptada, y el plan aprobado tiene, sin duda alguna, carácter  coactivo, como lo prueba el hecho de que por una de sus disposiciones,  será considerado como una amenaza o violación de la paz y un acto de  agresión, conforme al artículo 39 de la Carta, cualquier tentativa de  alterar por la fuerza el arreglo contemplado en la Resolución. Se  trata, pues, de algo que se impone a la fuerza, no de una mera  recomendación. Y como esto, a juicio nuestro, infringe la Carta, no  podemos votar a favor del proyecto. 

Porque teníamos todas esas dudas legales, votamos en la Comisión a  favor de que previamente se consultara con la Corte Internacional de  Justicia, para que pudiéramos avanzar sobre terreno firme.

La consulta fue rechazada por mayoría, lo que consideramos un error no  justificado por la demora que ello hubiera causado, pues más valía  haber esperado unos pocos meses que lanzarnos a una acción que tantas  dudas ofrece. Aparte de que la negativa de acudir a la Corte pudiera  dar la impresión de que la Asamblea rehúye buscar soluciones conforme  al derecho.

Por otro lado, consideramos que el proyecto es, además injusto. "El  pueblo árabe ha tenido ininterrumpidamente, durante muchos siglos, el  territorio de Palestina, y por los datos oficiales que se nos han  presentado, al terminar la Primera Guerra Mundial constituía casi el  90% de la población total del país. 

Mas, por medio del Reino Unido, como Potencia Mandataria, en  cumplimiento por lo resuelto por la Sociedad de las Naciones, se abrió  las puertas de una inmigración extranjera, ofreciéndole un lugar en  que pudiera vivir y desenvolver su existencia conforme a sus deseos,  de libertad religiosa y sin discriminaciones humillantes, Hemos dicho  inmigración extranjera, de modo consciente, pues, con todo respeto  hacia la opinión de los hebreos, ellos son, a juicio nuestro  extranjeros en la tierra Palestina. 

En efecto, durante los debates de la Comisión se produjeron datos para  probar que los antepasados de un gran número de los hebreos que han  dicho ya que aún quieren ir a Palestina, jamás estuvieron en esa  región. Pero, aun el caso de que los remotos antecesores de todos  ellos hubieran vivido allí, es indudable que abandonaron dicha tierra  hace tanto tiempo, al establecerse en otros países, que sus  descendientes han dejado de pertenecer a Palestina, del mismo modo que  nosotros, hombres de América nacidos de emigrantes, que vinieron de  todos los rincones de la tierra, no debemos considerarnos con derecho  a la tierra de nuestros padres en el Viejo Continente. 

El intimo y ferviente anhelo de los hebreos de volver a Palestina, tal  vez por tradición, tal vez por razones místicas u obsesión religiosa,  es algo que puede tener toda nuestra consideración y simpatía  sentimental, pero que no constituye en opinión nuestra un título para  que se les entregue lo que no les pertenece; y mucho menos, si para  ello hay que despojar por la fuerza a otro con mas derecho.

Así mismo consideramos injusto el proyecto, porque es la impresión del  criterio de una minoría sobre una mayoría enorme, en contra de un  principio cardinal de la democracia. En el caso actual, esa minoría,  no queriendo someterse al criterio de los demás pretende poner casa  aparte, pero llevándose una porción del territorio del pueblo que lo  admitió en su seno. 

Hay otro aspecto que quiero mencionar dejando para el futuro los resultados: el Plan de Partición de Palestina implica el  establecimiento por esta Asamblea del principio de que toda minoría  racial, o de otra índole, puede pedir su separación de la comunidad  política de la cual forma parte.

Como ya expresó el jefe de nuestra Delegación de la Comisión, Cuba, no  hace muchos años, corrió el peligro de perder una parte de su  territorio como consecuencia de una inmigración norteamericana en la  Isla de Pinos. Por fortuna nuestra, y para honor del Gobierno de los  Estados Unidos de América, aquella tentativa fracasó, porque los  dirigentes de este país reconocieron noblemente nuestros derechos. Pero no podemos olvidar lo que ese peligro fue para nosotros, y  pensando en lo que hubiéramos sentido los cubanos si se nos hubiera  quitado una parte de nuestro suelo, no es fácil imaginar lo que  sentirían los árabes de Palestina si aprobara el plan de partición. Y  no podemos contribuir con nuestro voto a que se haga con ellos lo que  estaba dispuesto a aceptar que se hiciera con nosotros. 

Que no se diga que a veces hay que aceptar una solución política  aunque sea injusta, pues sobre la injusticia no se podrá nunca  asentarse la paz y la cordialidad entre los pueblos.

Respecto de los refugiados, judíos, o no judíos, que hoy se encuentran  en campos de concentración - problema por el cual tanto se ha  insistido por los partidarios del proyecto, - Cuba expresó que debía  resolverse con un criterio de buena voluntad por parte de todas las  Naciones Unidas, aceptándolos proporcionalmente, según las condiciones peculiares de cada país; pero entiende que no puede imponerse a  Palestina que ella lo resuelva, sobre todo si se tiene en cuenta que  es ajena por completo a las causas que han determinado el  desplazamiento de todas esas personas .

 Por esas razones, tendremos que votar en contra del plan de partición,  como ya lo hicimos en la Comisión, y una vez que lleguemos a formar  nuestro criterio, nos consideramos en deber de manifestarlo por medio  de nuestro voto, manteniéndolo con firmeza, a pesar de las gestiones y  presiones que se han hecho en torno nuestro.

28 de noviembre de 1947

jueves, 7 de agosto de 2014

Hiroshima y Nagasaki.


Deberíamos tomar las lecciones del mayor acto terrorista de la historia

Por Leyde E. Rodríguez Hernández

La humanidad no debería olvidar, los días 6 y 9 de agosto de cada año, el genocida bombardeo atómico contra las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki. 

En esos días, en el año 1945, el fuego nuclear redujo a cenizas la pacifica Hiroshima, calcinando al instante a más de 25 000 personas. También la vecina Nagasaki fue escenario del horrendo crimen con un saldo de más de 13 000 víctimas.   

Con el paso del tiempo las secuelas de la radiación nuclear causaron en la población  local una lenta agonía. Año tras año, unos 330 000 seres humanos sufrieron las mortíferas enfermedades producidas por el hongo atómico.

Según cuentan sobrevivientes del holocausto, cuando el bombardeo estadounidense lanzó el artefacto explosivo, bautizado irónicamente Little Boy (muchachito), sobre Hiroshima, una región de gran importancia militar para el ejército nipón, enseguida la atmosfera enrarecida emitió radiaciones que alcanzaron los 300 000 grados Celsius, una temperatura incapaz de ser resistida por ningún organismo viviente, pues resultó diez veces superior a la desprendida por el Sol. 

Y en un radio de aproximadamente un kilometro alrededor del lugar de la explosión los cuerpos se estamparon como fósiles en una alfombra de brasas, mientras los sobrevivientes desesperados intentaban beber agua, pero el preciado liquido contaminado por la lluvia cálida y viscosa cargada de material radiactivo. Por eso, cuando cada año llegan esta fechas, los japoneses recuerdan la tragedia con un minuto de silencio, que representa interminables años en el almanaque Oriental y Occidental. 

Junto a ellos, en todo el planeta, millones de personas recuerdan el crimen horrendo con el profundo dolor de seguir presenciando un mundo aún amenazado por 17 000 armas nucleares y atribulado por devastadores conflictos armados entre diversas naciones e incluso al interior de naciones que, por razones geopolíticas, pudieran provocar el estallido de una guerra nuclear de consecuencias catastróficas para la humanidad y para la vida en la Tierra. 

¿Pero el bombardeo estuvo dirigido realmente contra Japón? El pueblo del archipiélago puso las pérdidas humanas y materiales, pero el movimiento  inexorable de la historia demostró el verdadero propósito de la denominada “diplomacia del chantaje nuclear” del presidente Harry Truman. Ya para nadie es un secreto que el objetivo de la agresión del Sol Naciente estuvo enfilado a intimidar a la Unión soviética, cuya victoria contra el fascismo la convirtió en una de las superpotencias de la emergente guerra fría.

Pasados 69 años del acto terrorista más grave de la historia contemporánea, el arma nuclear continua siendo un factor de fuerza en la política internacional de las grandes potencias, impidiendo transformación democrática de las relaciones internacionales. La eliminación de las armas nucleares debe ser la prioridad de todos los pueblos en beneficio de la especie humana y de todas las que existen en la Tierra. 

¡Enfrentemos, pues, el peligro que representan las armas nucleares, ya que la posibilidad de que sean usadas sigue estando ahí!

miércoles, 6 de agosto de 2014

Reconocen el trabajo de Cuba por la paz y la seguridad mundial

Por Leyde E. Rodríguez Hernández


Colaborador del Movimiento Cubano
 por la Paz y la Soberanía de los Pueblos

Hoy asistí a la conferencia ofrecida por el coordinador para América Latina y el Caribe de la Campaña Internacional por la Eliminación de las Armas Nucleares, Héctor Guerra, en la sede de la Asociación Cubana de Naciones Unidas (ACNU), quién reconoció el trabajo de Cuba en favor de la paz y la seguridad mundial. 

Guerra elogió la relevancia de Cuba en distintos foros internacionales a favor del desarme nuclear, en una coyuntura internacional en la que existen 17 mil armas nucleares, nueve potencias nucleares que justifican su seguridad nacional en estas armas, a pesar de que buena parte de su población no está de acuerdo con que las posean.

El conferencista resaltó el peligro que ello representa para la humanidad y su desarrollo, ya que 2 mil de esas armas se encuentran en estado de uso inminente, y es necesario ponerle un control. A partir de los serios problemas para la eliminación de las armas nucleares, expresó  que también existen grandes oportunidades, por el riesgo de afectar a la población mundial es enorme, que exige de mucho trabajo, con el apoyo de la autoridad moral de América Latina para eliminar las armas nucleares.

Efectivamente, para el activista mexicano existen avances en Latinoamérica y el Caribe, en la lucha por la paz y la no proliferación de estas armas de destrucción masivas, respaldados por instrumentos políticos y jurídicos, constituyendo un acierto la declaración, en la II Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, efectuada en enero en La Habana, sobre la región como Zona de Paz.

Con una visión optimista de la campaña que representa, Guerra dijo que la prohibición definitiva de las armas nucleares en el mundo se puede lograr en gran medida con el compromiso y la labor de los gobiernos en esta campaña, que reúne a más de 200 organizaciones de 90 países. Especial importancia concedió el orador a la “Iniciativa Humanitaria" en torno a las armas nucleares, pues como ocurrió en 1945, contra las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki, ningún servicio médico tiene capacidad de reaccionar frente a un holocausto o guerra nuclear.

Aunque para las grandes potencias las armas nucleares siguen siendo un medio de legítima defensa, la Campaña Internacional por la Eliminación de las Armas Nucleares, según Guerra, trabajará para alcanzar un tratado vinculante que prohíba las armas nucleares. En este objetivo, señaló, un factor clave serán los esfuerzos por sensibilizar a amplios sectores sociales que, en todo el mundo, tratan de sobrevivir a los conflictos locales, regionales, la pobreza, la violencia armada, las enfermedades, las desigualdades económicas y el desempleo, que genera y agudiza la crisis sistémica capitalista.

Sin embargo, considero que no basta con la prohibición de las armas nucleares. Se requiere de un proceso profundo y amplio en el que las potencias emergentes del siglo XXI, amantes de la paz, exijan y negocien, con las viejas potencias imperialistas, la edificación de un nuevo orden mundial libre de armas nucleares, y de las estrategias militares que las mantienen y reproducen. Esta sería la única garantía para una verdadera seguridad internacional, cuyo fin es lograr la supervivencia de la especie humana. Hoy en peligro de extinción, en caso de que se produzca una guerra nuclear y el cambio climático global.

A la conferencia asistieron representantes de organizaciones de la Sociedad Civil Cubana, periodistas, estudiantes y profesores.  

Holocausto palestino en Gaza


De nuevo ruego a Granma no emplear espacio de primera plana para estas lí­neas, relativamente breves, sobre el genocidio que se está cometiendo con los palestinos.
Las escribo con rapidez solo para dejar constancia de lo que se requiere meditar profundamente.
Pienso que una nueva y repugnante forma de fascismo está surgiendo con notable fuerza en este momento de la historia humana, en el que más de siete mil millones de habitantes se esfuerzan por la propia supervivencia.
Ninguna de estas circunstancias tiene que ver con la creación del imperio romano hace alrededor de 2400 años o con el imperio norteamericano que en esta región del mundo, hace apenas 200 años, fue descrito por Simón Bolívar cuando exclamó que: “… Estados Unidos parecen destinados por la Providencia a plagar la América de miserias en nombre de la Libertad”.
Inglaterra fue la primera real potencia colonial que utilizó sus dominios sobre gran parte de África, Medio Oriente, Asia, Australia, Norteamérica, y muchas de las islas antillanas, en la primera mitad del siglo XX.
No hablaré en esta ocasión de las guerras y los crímenes cometidos por el imperio de Estados Unidos a lo largo de más de cien años, sino solo dejar constancia que quiso hacer con Cuba, lo que ha hecho con otros muchos países en el mundo y solo sirvió para probar que “una idea justa desde el fondo de una cueva puede más que un ejército”.
La historia es mucho más complicada que todo lo dicho, pero es así, a grandes rasgos, como la conocieron los habitantes de Palestina y es lógico igualmente que en los medios modernos de comunicación se reflejen las noticias que diariamente llegan, así ha ocurrido con la bochornosa y criminal guerra de la Franja de Gaza, un pedazo de tierra donde vive la población de lo que ha quedado de Palestina independiente, hasta hace apenas medio siglo.
La agencia francesa AFP informó el 2 de agosto: “La guerra entre el movimiento islamista palestino Hamas e Israel ha causado la muerte de cerca de 1.800 palestinos […] la destrucción de miles de viviendas y la ruina de una economía ya de por sí debilitada”, aunque no señale, desde luego, quien inicio la terrible guerra.
Después añade: “… el sábado a me­diodía la ofensiva israelí había matado a 1.712 palestinos y herido a 8.900. Na­ciones Unidas pudo verificar la identidad de 1.117 muertos, en su mayoría civiles […] UNICEF contabilizó al menos 296 menores muertos”.
“Naciones Unidas estimó […] (unas 58.900 personas) sin casa en la Franja de Gaza”.
“Diez de los 32 hospitales cerraron y otros once resultaron afectados”.
“Este enclave palestino de 362 Km² no dispone tampoco de las infraestructuras necesarias para los 1,8 millones de habitantes, sobre todo en términos de distribución de electricidad y de agua.
“Según el FMI, la tasa de desempleo sobrepasa el 40% en la Franja de Gaza, territorio sometido desde 2006 a un bloqueo israelí. En 2000, el desempleo afectaba al 20% y a un 30% en 2011. Más del 70% de la población depende de la ayuda humanitaria en tiempos normales, según Gisha”.
El gobierno de Israel declara una tregua humanitaria en Gaza a las 07:00 GMT de este lunes, sin embargo, a las pocas horas rompió la tregua al atacar una casa en la que 30 personas en su mayoría, mujeres y niños, fueron heridos y entre ellos una niña de ocho años que murió.
En la madrugada de ese mismo día, 10 palestinos murieron como consecuencia de los ataques israelitas en toda la Franja y ya ascendió a casi 2000 el número de palestinos asesinados.
A tal punto llegó la matanza, que “el ministro de Asuntos Exteriores de Fran­cia, Laurent Fabius, ha anunciado este lunes que el derecho de Israel a la seguridad no justifica la ‘masacre de civiles’ que está perpetrando”.
El genocidio de los nazis contra los judíos cosechó el odio de todos los pueblos de la tierra. ¿Por qué cree el gobierno de ese país que el mundo será insensible a este macabro genocidio que hoy se está cometiendo contra el pueblo palestino? ¿Acaso se espera que ignore cuánto hay de complicidad por parte del imperio norteamericano en esta desvergonzada masacre?
La especie humana vive una etapa sin precedente en la historia. Un choque de aviones militares o naves de guerras que se vigilan estrechamente u otros hechos similares, pueden desatar una contienda con el empleo de las sofisticadas armas modernas que se convertiría en la última aventura del conocido Homo sapiens.
Hay hechos que reflejan la incapacidad casi total de Estados Unidos para enfrentar los problemas actuales del mundo. Puede afirmarse que no hay gobierno en ese país, ni el Senado, ni el Congreso, la CIA o el Pentágono quienes determinarán el desenlace final. Es triste realmente que ello ocurra cuando los peligros son mayores, pero también las posibilidades de seguir adelante.
Cuando la Gran Guerra Patria los ciudadanos rusos defendieron su país como espartanos; subestimarlos fue el peor error de los Estados Unidos y Europa. Sus aliados más cercanos, los chinos, que como los rusos obtuvieron su victoria a partir de los mismos principios, constituyen hoy la fuerza económica más dinámica de la tierra. Los países quieren yuanes y no dólares para adquirir bienes y tecnologías e incrementar su comercio.
Nuevas e imprescindibles fuerzas han surgido. Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, cuyos vínculos con América Latina, la mayoría de los países del Caribe y África, que luchan por el desarrollo, constituyen la fuerza que en nuestra época están dispuestos a colaborar con el resto de los países del mundo sin excluir a Estados Unidos, Europa, Japón.
Culpar a la Federación Rusa de la destrucción en pleno vuelo del avión de Malasia es de un simplismo anonadante. Ni Vladímir Putin, ni Serguéi Lavrov, ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, ni los demás dirigentes de ese Gobierno harían jamás semejante disparate.
Veintiséis millones de rusos murieron en la defensa de la Patria contra el nazismo. Los combatientes chinos, hombres y mujeres, hijos de un pueblo de milenaria cultura, son personas de inteligencia privilegiada y espíritu de lucha invencible, y Xi Jinping es uno de los líderes revolucionarios más firme y capaz que he conocido en mi vida.
Fidel Castro Ruz
Agosto 4 de 2014
10 y 45 p.m.