martes, 31 de mayo de 2016

Terrorismo y geopolítica en la zona sahelo-sahariana



Msc. Yoslán Silverio González
CIPI

En los últimos años, el amplio corredor transahariano se ha convertido en un refugio para grupos terroristas de tendencia islamista que han aprovechado las características de la región y los conflictos desatados para afianzarse en estos territorios que se extienden desde las fronteras mauritano-maliense hasta Somalia y desde el norte de Argelia hasta el norte de Nigeria y Camerún. Por supuesto, sus acciones no se expresan de la misma manera ni con la misma intensidad. Esto se debe también a la amplia heterogeneidad de los grupos que operan en el área: desde aquellos perfectamente estructurados como AQMI (Al Qaeda del Magreb Islámico) hasta las coyunturales katibas que se forman y desintegran constantemente en dependencia del líder del momento. Esta situación complejiza el poder determinar cuántos activistas se encuentran entre sus filas, cuántas de estas organizaciones se mantienen realmente activas, cómo son las relaciones entre ellas, si es que existen y cuánto de propaganda informativa se genera en torno a estos temas. 

Esta situación en el Sahara-Sahel ha evolucionado constantemente, por lo que se pueden establecer varias etapas:

     1. La primera se ubica en Argelia en la década de 1990 durante la guerra civil entre las fuerzas islamistas y el ejército argelino. Los principales dirigentes islamistas de la región en la actualidad participaron en dicha guerra civil.
2. La segunda etapa está dirigida por el Grupo Salafista para la Predicación y el Combate (GSPC) entre 1998 y el 2007, con algunas incursiones en el Sahel.
3. La tercera entre el 2007 y el 2012. Aquí se produce la transformación del GSPC en AQMI. Luego desde Argelia comienza su expansión adentrándose en los territorios del norte de Mauritania, Mali y Níger, proceso que se ha denominado como sahelización del grupo. Su punto máximo de esplendor se sitúa en el año 2012 cuando, como consecuencia de la intervención de la OTAN en Libia en 2011 y la posterior sublevación de los tuareg en el norte de Mali, ocuparon amplios territorios en Mali y amenazaron con avanzar hacia el sur.
4. La cuarta etapa transcurre durante el año 2013 cuando se produce la respuesta regional de intervención militar comandada por Francia contra los terroristas en el norte de Mali. A raíz de la intervención franco-africana los movimientos terroristas quedaron debilitados y más dispersos por la región pero no neutralizados, por lo que se han mantenido operando en el área.

Esta situación lleva a plantear una nueva etapa entre los años 2014 y 2015 marcada por la recomposición y reconfiguración de los grupos terroristas en el Sahel, sobre todo los del norte de Mali, que parecían haber retrocedido. También se produjo una reestructuración de las fuerzas militares francesas con el lanzamiento de la Operación Barkhane.

En el caso de Nigeria esta propuesta de periodización no se comporta exactamente igual puesto que el grupo Boko Haram surgió de manera autónoma en la ciudad de Maidiguri en 2002 y hasta el 2009 se mantuvo con un enfoque muy local mientras estuvo dirigida por Yusuf. Un segundo momento se ubicaría entre el 2009 y el 2012 donde se produjo un aumento progresivo de sus acciones como resultado de la dinamización de las corrientes integristas de corte islámico por toda la región del Sahara-Sahel, transformándose en una organización de mayor impacto nacional. Una tercera etapa comprendería los años de 2013 y 2014 donde adquirieron una mayor trascendencia regional debido a sus acciones transfronterizas y la internacionalización mediática del grupo a partir del secuestro de las niñas y adolescentes en Chibok. Todos estos períodos estuvieron caracterizados por la ineficacia del ejército y gobierno nigerianos. Otra etapa se iniciaría con la llegada al poder de un nuevo equipo de gobierno dirigido por un musulmán.

La permanencia de las acciones de los grupos terroristas en las zonas desérticas y semidesérticas del África occidental ha sido posible debido a múltiples factores de carácter económico, político y social. Entre los factores que han incidido sobre el mantenimiento de la inseguridad en las zonas norte de los países sahelianos destacan los altos índices de pobreza, la falta de oportunidades económicas, la crisis alimentaria y el impacto adverso de los programas de ajuste estructurales que han provocado una mayor desatención por parte de los gobiernos centrales hacia las comunidades norteñas. Esto ha creado tensiones sociales que se expresan también en contradicciones étnicas por ejemplos las que se producen entre comunidades tuareg y árabes en el norte de Mali.

Las  malas condiciones económicas constituyen un caldo de cultivo para el reclutamiento de nuevos “militantes islamistas”, aunque este factor no es determinante, debido a que existen iguales problemas económicos en otros países y no se han producido este tipo de organizaciones. A todo esto también se suman la incapacidad de los gobiernos centrales de controlar efectivamente sus extensos territorios, donde las fronteras no tienen sentido y son violadas fácilmente. Los problemas de ingobernabilidad han creado espacios geográficos donde estos grupos terroristas en vinculación con las redes de traficantes operan libremente sin poder ser detectados. Por estas razones estamos en presencia de un fenómeno multicausal y con la capacidad de recomponerse constantemente. Esto indica la incapacidad de su solución mediante la vía armada, única opción utilizada hasta el momento por los gobiernos regionales apoyados por las potencias occidentales: Estados Unidos y Francia.

 La inestabilidad generalizada que experimentó Mali entre el 2012 y el 2013 fue un resultado directo de la propagación de los efectos de la guerra en Libia y posible además por la presencia de las condiciones objetivas internas antes mencionadas. Las victorias de los tuareg contra Bamako fueron posibles gracias al arribo de gran cantidad de armamento pesado procedente de los arsenales libios, una vez desestabilizado ese país por la agresión de la OTAN. En el avance de los tuaregs, comandados por el Movimiento Nacional de Liberación del Azawad (MNLA) se insertaron rápidamente otros actores regionales que complejizaron de manera más aguda el escenario interno maliense. El principal actor, causante de un cambio en la proyección de la insurgencia tuareg de carácter nacionalista, fue el grupo terrorista transnacional AQMI. Dicho grupo supo aprovechar en su beneficio la situación en el norte de Mali para afianzar sus posiciones por la región al encontrar  grupos afines que compartían su ideología y modus operandi. En este sentido estarían otros dos grupos: Ansar al Din de origen tuareg creado en 2011 y el Movimiento por la  Unidad y la Yihad en África Occidental (MUYAO) surgido en 2012.

El factor islamista fue esencial en el desarrollo de los acontecimientos posteriores y a la larga tuvo un peso mayor que el propio movimiento secesionista tuareg. En enero de 2013, Francia desplegó tropas a petición del gobierno interino de Malí. Es en este contexto en el cual intervienen miles de soldados franceses y africanos, respaldados logísticamente por Estados Unidos y otros aliados occidentales como Inglaterra y Alemania (1).

Las fuerzas norteamericanas entrenaron a varios batallones de efectivos malienses para ser enviadas al norte con el fin de enfrentar a los grupos rebeldes. Estos acontecimientos estimularon los enfrentamientos entre comunidades a la par que consolidaban la militarización de toda la región septentrional. La ofensiva militar multinacional actuó como un factor de estímulo para que las acciones, sobre todo de AQMI, se propagaran por toda la región en la medida que la intervención franco-africana los expulsaba de sus santuarios en el norte de Mali. Sus acciones se extendieron al sur de Argelia, al norte de Níger e incluso en el sur de Libia.

Los terroristas se fueron retirando a la par de la avanzada de las fuerzas militares francesas y africanas. Luego de cumplir con su objetivo principal: la paralización de la acciones militares de los insurgentes “islamistas”, los efectivos franceses se fueron retirando escalonadamente para ser remplazados por una fuerza de la ONU: la MUNISMA, desplegada para completar las acciones militares y como única vía de garantizar la seguridad en el norte. A pesar de la retirada de los terroristas, los tuaregs de Kidal se mantuvieron sobre las armas en enfrentamientos contra el ejército maliense. En estas acciones las tropas internacionales no intervinieron. Desde junio de 2013 se han producido varios acuerdos entre el gobierno de Bamako y las organizaciones tuareg nacionalistas bajo la mediación principal de Argelia.  En estas negociaciones se trataron de implementar un alto al fuego inmediato, la transferencia de las áreas ocupadas por los tuareg a la administración central de Bamako y posibles cuotas de autonomía para la región del Azawad.

Este fue otro paso en la pacificación de la región norte, en lo que respecta al conflicto con los tuareg, pero el componente terrorista, aparentemente expulsado de Mali, no ha sido erradicado ni mucho menos neutralizado. La situación de guerra en el norte de Malí se ha mantenido pero en el plano del enfrentamiento a pequeños comandos vinculados a las redes terroristas que permanecieron activos por el desierto maliense y al interior de pequeñas localidades. El conflicto se ha transformado en una guerra de guerrillas sin frentes definidos, constituyendo esto una de los retos en materia de seguridad al que se enfrenta el gobierno de Bamako.

En Níger, las células de la MUYAO y la dirigida por Belmokhtar han lazado varios ataques dentro del país. Ejemplo de ello fueron los dos ataques simultáneos con coches bomba, lanzados contra una base militar y una mina de uranio de propiedad francesa en la región de Agadez. En la acción armada, realizada el 23 de mayo de 2013 murieron 21 soldados. Este hecho es un ejemplo de cómo reaparecieron en el país para golpear los intereses de Francia al paralizar la gran mina de la empresa Somair, acciones que forzó la intervención de las fuerzas especiales francesas en Agadez con el fin de liberar a los rehenes que quedaban. Para Níger, luego de la intervención franco – africana en el norte de Mali, la amenaza islamista principal se desplazó de la frontera maliense a la frontera libia.

Otro de los actores que están influyendo negativamente en la estabilidad de la región ha sido el grupo terrorista Boko Haram. Las acciones de violencia protagonizadas por dicha organización fueron en aumento, sobre todo después de las elecciones presidenciales, que le dieron la victoria al  cristiano Goodluck Jonathan. Su teatro de operaciones no se limita a la zona centro – norte, específicamente en el Estado de Borno, sino a diferentes regiones del país, de lo cual es evidencia los atentados con bomba producidos en la ciudad de Abuja.

Las fuertes acciones del gobierno llevaron a que BH estableciera bases en Níger y Chad como refugio y entrenamiento. Es en este contexto en el cual se establecieron los contactos con miembros de AQMI. Las autoridades nigerianas anunciaron en 2012 que uno de los comandantes de AQMI, Mohamed Suleiman Ashsta era la persona encargada de mantener los contactos entre ambas organizaciones y de entrenar a militantes de BH en lugares situados al norte de Mali (2).

Un grupo escindido de BH, nombrado Ansaru ha secuestrado y atacado objetivos internacionales en Nigeria y  países vecinos. Ambos grupos tienen vínculos con redes terroristas internacionales y fueron designados como organizaciones terroristas por los Estados Unidos. En 2013, el  gobierno federal nigeriano implementó un estado de emergencia y lanzó una ofensiva militar en los tres estados del noreste, donde los insurgentes estaban activos.

Las medidas adoptadas por el gobierno de Jonathan no dieron los resultados esperados: el ejército se mostró incapaz de derrotar militarmente a BH y de garantizar la seguridad en los estados del norte, más bien, los terroristas le propiciaron varias derrotas sistemáticamente y en varias oportunidades dejaban sus posiciones huyendo frente a sus ofensivas. Las fuerzas armadas nigerianas a pesar de ser una de las más fuertes de la región del África occidental, desde el punto de vista militar y técnico, se mostraron incapaces de controlar la situación de inseguridad en el norte del país.

A pesar del dispositivo militar desplegado en el área del norte de Nigeria las actividades de la organización terrorista continuaron y se volvieron más agresivas durante el 2014, razones por las cuales las acciones de Estados Unidos en cuanto a la lucha contra el terrorismo en Nigeria recibieron críticas por parte del gobierno de Abuja (3). Estados Unidos no se comprometió con el envío de más efectivos militares para entrar en combate contra el grupo terrorista, sino que concentró sus acciones en la realización de operaciones de inteligencia, vigilancia y reconocimiento aéreo para lo cual aumentó el empleo de los drones y el despliegue muy limitado de tropas desde Chad, bajo el control del AFRICOM. Es un ejemplo que desmoraliza el supuesto “compromiso” de EE.UU de luchar contra el terrorismo, como se cansan de plantear en todos los foros internacionales. En 2014 realizaron el despliegue de 80 efectivos militares desde Chad para apoyar en las labores contra Boko Haram, entre ellos había 40 operadores de aviones no tripulados o drones y de otros tantos miembros de la Fuerza Aérea encargados de la seguridad y de proveer asistencia sobre el terreno a las aeronaves. Estos efectivos no tenía como misión desplazarse sobre el terreno para realizar acciones militares o en esa oportunidad intervenir en el recate de los rehenes cautivos por parte de Boko Haram (4).

En febrero de 2015 BH se “vinculó” al grupo terrorista del autodenominado Estado Islámico, “subordinándose” oficialmente a su líder Abu Bakr al Baghdadi, para posteriormente adoptar el nombre del “Estado Islámico en el África Occidental” (Islamic State in West Africa, ISWA). Este acontecimiento fue más bien mediático que real, puesto que es muy cuestionable la posibilidad de que existan vínculos concretos entre las dos organizaciones en materia de financiamiento o en el envío de armamento. Esta relación solo puede ser vista en el plano de la identificación ideológica entre ambos grupos que persiguen la extensión del “califato”.

Esta situación de ingobernabilidad generalizada provocó la derrota del PDP en las elecciones presidenciales de inicios de 2015 y el cambio en la correlación de fuerzas dentro del Estado nigeriano con la emergencia del APC y un nuevo presidente perteneciente al norte musulmán. El  gobierno federal de mayoría musulmana en Abuja con el APC en el poder ha centrado su política en el derrocamiento efectivo de Boko Haram. El mandato de Buhari y su experiencia como militar - general retirado- le han insuflado una nueva dinámica al aparato militar lo que se ha traducido en acciones más concretas contra los grupos terroristas, logrando disminuir paulatinamente la cantidad de las actividades militares terroristas desarrolladas por Boko Haram. Un rol importante en la obtención de estos resultados lo desempeñó también la Fuerza Multinacional de Acción Rápida (Multinational Joint Task Force, MNJTF) conformada por tropas de Nigeria, Níger y Chad para combatir la presencia de Boko Haram en las inmediaciones del Lago Chad.

A pesar de ello sus células siguen activas pero limitadas a determinadas regiones de los estados del norte. En este contexto han tomado auge otros grupos de corte islamista, como Ansaru y el Movimiento Yusufiya, que se han desmarcado de los métodos violentos empleados por Boko Haram. Estos grupos siguen constituyendo una amenaza para la seguridad interna del país.

Francia sigue siendo la potencia europea más activa en la subregión, por estas razones impulsa su agenda propia de seguridad a lo interno de la UE, logrando una mayor implicación del bloque comunitario en la financiación de las misiones de paz promovidas por Francia en el seno de la ONU, para la solución del conflicto en la República Centroafricana. Paris prosigue con su política de injerencia en los asuntos internos de los países africanos. Francia también sigue demostrando un alto interés desde el punto de vista militar para el combate a los grupos terroristas en la región, sobre todo por ser su área de influencia – la zona francófona – la más afectada. No obstante, la importancia de la relación con Nigeria es significativa y está ubicada al nivel estratégico.

Prosigue con su política de militarización de la subregión con importantes bases en Gabón y en Chad. La base en N´Djamena ha sido convertida en el centro de mando de la Operación Barkhane, de lucha contra el terrorismo en la zona del Sahel-Sahara, con el mandato de realizar operaciones transfronterizas en materia antiterrorista y evitar la emergencia de un nuevo santuario de grupos terroristas como ocurrió en Mali durante el 2012 (5). Esta operación fue lanzada por el presidente francés François Hollande el 15 de julio de 2014 y viene a ser la continuidad de la Operación Servalestablecida en Mali durante el 2013.

De acuerdo con el Ministro de Defensa francés, Jean-Yves Le Drian, la nueva fuerza cuenta con cuatro bases regionales: un grupo de batalla del desierto en Gao, Malí con mil efectivos; otra de las fuerzas aéreas en N'Djamena con un total de 1 300 tropas; las Fuerzas Especiales en Uagadugú, Burkina Faso y un centro de inteligencia en Niamey, Níger. Otras Bases temporales avanzadas también se instalaron en Madama (norte de Níger), Tessalit (norte de Malí) y en el norte de Chad. Chad se convirtió de esta manera en el epicentro de las acciones militares galas. Un total unos 3 mil soldados se mantienen movilizados para cubrir el amplio rango del Sahel y apoyar a los Estados del llamado G5: Burkina Faso, Mali, Mauritania, Níger y Chad. Las tropas francesas han estado respaldadas por seis aviones de combate, 20 helicópteros y tres aviones no tripulados o drones. Esta Operación ha estado bajo el mando del General Jean-Pierre Palasset (6).

Los países africanos de la región del Sahel incluidos en este programa reciben más financiamiento en cuanto a medios logísticos y entrenamiento, y están también respaldados por los acuerdos de cooperación militar suscritos con Francia desde la década de 1960. Mauritania había firmado con Francia un acuerdo en materia antiterrorista en noviembre de 2013. Este programa no afecta las tradicionales misiones militares de Francia en el resto de África, como las 350 tropas desplegadas en Senegal y las 450 en Gabón (7).Se ha incrementado de esta manera el accionar militar galo en esta área como resultado de la implementación de esta Operación, que ha permitido el reposicionamiento de las tropas francesas en el Sahel, que siguen reubicándose.

A inicios de 2016 se parecen estar dando nuevos pasos para una posible intervención militar de occidente en Libia, con el pretexto de luchar contra los grupos terroristas vinculados al Estado Islámico. Francia ha planteado mover tropas desde la República Centroafricana, en la medida que el conflicto en este país ha disminuido, para relocalizarlas en Chad en torno a las fronteras libias. Teniendo en cuenta los acontecimientos ocurridos en el Sahel a partir de 2012 como resultado de la intervención en Libia, un nuevo capítulo militar contra este país, tendría una repercusión inmediata sobre los Estados de la línea del Sahel.

Teniendo en cuenta todo lo anteriormente expresado a continuación se presentan varias ideas en cuanto a las perspectivas relacionados con la futura evolución del fenómeno del terrorismo en la región. Estos escenarios indican la tendencia más probable sin tener en cuenta la variable de otra intervención en Libia, la cual cambiaría completamente los siguientes escenarios:

Zona sahelo-sahariana:

  • Persisten las amenazas transnacionales, tanto la generada por las propias organizaciones integristas de corte islámico, como las derivadas del tráfico de estupefacientes, de personas y de armas  debido al descontrol de las inmensas fronteras y  a la facilidad con que operan estas redes de traficantes y narcoterroristas.
  • Se fortalecen las redes criminales asociadas a estas actividades que utilizan la porosidad de las fronteras para desplazarse de un territorio a otro.
  • Estas acciones afectan la seguridad de los Estados implicados, fundamentalmente los países del Sahel. Como resultado de todas estas situaciones, se observa una tendencia al crecimiento de los gastos militares de la región en su conjunto.
  • La presencia militar de las principales potencias occidentales, dígase Estados Unidos y Francia no ha disminuido debido a que persisten diferentes amenazas a la seguridad que estos esgrimen como pretexto para mantenerse en el área.
  • El potencial terrorista en la región no desaparece porque permanecen los remanentes de grupos como MUYAO y Ansar al Dine, aunque reconfigurados y con otro liderazgo, como también siguen activas algunas células terroristas como la de Belmokhtar y otros que no han sido eliminados físicamente por las acciones de los ejércitos nacionales y los servicios de espionaje occidentales que operan en la región.
  • La CEDEAO y la Unión Africana redoblan sus esfuerzos políticos diplomáticos y militares para apoyar a los gobiernos del área en el combate contra el terrorismo, aspecto que no ha dejado de estar presente en sus agendas y en las reuniones cumbres de dichos foros multilaterales. A pesar de sus políticas, estos dos actores subregionales no tienen la capacidad suficiente para contrarrestar por sí solos las amenazas para la seguridad que representan los grupos terroristas y dependen para ello de la ayuda exterior, sobre todo de Francia y Estados Unidos. 
  • En materia de seguridad la UE prosigue con la aplicación de su Estrategia Antiterrorista para el Sahel, lanzada en septiembre de 2011, pero priorizando el enfoque militar como respuestas a los problemas antes mencionados que no se limitan solamente a la lucha contra el terrorismo sino también a la contención de la migración ilegal que tanto le preocupa.
  • Por su parte el gobierno de Estados Unidos mantiene  activa la Iniciativa Transahariana de Lucha contra el Terrorismo. Esta iniciativa sigue debido a la definición del Sahel como un corredor de inseguridad por las acciones terroristas. EE.UU prosigue con sus programas militares de entrenamiento a soldados africanos en materia antiterrorista, ofreciendo financiamiento a los gobiernos y apoyo logístico para el desarrollo de las capacidades militares de la región, una política que sigue siendo una responsabilidad compartida con los europeos. De manera particular ha aumentado las actividades de espionaje y contrainteligencia en la región a través del despliegue de los aviones no tripulados por la zona del Sahara.

Notas y referencias:

1) Aviones C-17 de la fuerza aérea norteamericana  cargados con un total de 168 toneladas de equipamiento realizaron vuelos hacia Mali, transportando a efectivos militares en su mayoría tropas francesas. Ver: Alain Courtillant.  EE.UU. intensifica su participación en Mali apoyando a las fuerzas francesas. AFP, 27 de enero de 2013. Disponible en: http://actualidad.rt.com/actualidad/view/84837-eeuu-mali-conflicto-francia-aviones 
2) Juan José Escobar Stemmann. Salafismo en el Sahel: lo que Europa se juega. Política Exterior 152. Disponible en: http://www.politicaexterior.com/articulo?id=5107 
3) Las relaciones entre Nigeria y Estados Unidos se tensaron desde fines de 2014. En diciembre Nigeria detuvo la formación por parte de Estados Unidos de un batallón nigeriano para combatir a Boko Haram. El embajador de Nigeria en Washington había criticado poco antes la negativa del gobierno estadunidense a vender armas a su país. El gobierno nigeriano dio a conocer la posición de Estados Unidos en su rechazo de venta de armamento y no compartir inteligencia para enfrentar al grupo islamista Boko Haram, a pesar de tener presencia militar en ese país africano. El periódico The Guardian publicó que el Gobierno de Nigeria estaba insatisfecho con el alcance, naturaleza y contenido del apoyo estadounidense para detener la ofensiva de los extremistas. 
4) Romoke W. Ahmad. Chibok - U.S. Envoy Meets Security Operatives, Drone Action Likely. Disponible en: http://allafrica.com/stories/201405091598.html y Obama despliega tropas para rescate de niñas secuestradas en Nigeria. EFE, 21 de Mayo 2014. Disponible en: Disponible en: http://www.rpp.com.pe/2014-05-21-obama-despliega-tropas-para-rescate-de-ninas-secuestradas-en-nigeria-noticia_693858.html 
5) Sahel: "Barkhane" démarre le 1er aoûtdernière. 19 juillet 2014. Disponible en: http://www.bbc.co.uk/afrique/region/2014/07/140719_barkhane-sahel.shtml 
6) Entre el 2010 y el 2011 dirigió las fuerzas francesas de la Operación Licorne en Costa de Marfil, en una acción militar para deponer a Laurent Gbagbo. También comandó las fuerzas francesas en Afganistán en 2011 y 2012. 
7) Amandine Gnanguênon. Operation Barkhane: a show of force and political games in the Sahel-Sahara.19 de agosto de 2014. Disponible en: http://www.issafrica.org/iss-today/operation-barkhane-a-show-of-force-and-political-games-in-the-sahel-sahara

El fundamentalismo islámico: un análisis teórico



Msc. Yoslán Silverio González
          Investigador/CIPI


El despegue de las concepciones del fundamentalismo islámico ha sido uno de los factores que más ha influido en las últimas décadas en la transformación de las sociedades árabes, con una marcada incidencia en la vida cotidiana de las personas y en especial de las mujeres. Este fenómeno ha sido estudiado por varios investigadores quienes han aportado diferentes conceptos a la hora de identificarlos. Muchas son las denominaciones: integristas, islamistas, extremistas, radicales, islam político. Todas recogen, en esencia, las bases de lo que constituye el fundamentalismo religioso. La diferencia básica entre estos conceptos está dada por la magnitud con la que sus partidarios operan en la sociedad, porque se puede ser fundamentalista en el plano personal y no necesariamente un extremista que aplique la violencia (1). 

Con en este ensayo propongo retomar el análisis sobre las diferentes tendencias y métodos que emplean los musulmanes más conservadores, sus características y los argumentos sobre los que legitiman sus programas. Una premisa que sí debe quedar establecida es que en ninguna circunstancia estos términos hacen referencia a los grupos terroristas que tienen una base ideológica supuestamente islámica, porque sus métodos contradicen todos los principios básicos del islam. Existe de esta forma una tendencia que asocia las posturas islámicas conservadoras con el terrorismo, llamado intencionalmente islámico. Ahora bien, si bien existen grupos terroristas cuyas bases programáticas descansan en el “islam”, asumir dicho enfoque es bien reduccionista, puesto que el conservadurismo dentro del islam es muy diverso y se manifiesta de diferentes maneras, una de las cuales – y la menor – es el uso de la violencia indiscriminada contra civiles inocentes: terrorismo. 

La primera interrogante a plantear es qué se entiende por fundamentalismo. Para el sociólogo Anthony Guiddens constituye un “tipo de pensamiento que propugna la vuelta a los significados literales de los textos sagrados. Puede surgir como respuesta a la modernización y la racionalización, insistiendo en respuestas que se basan en la fe y en la defensa de la tradición con razones también tradicionales” (2). El concepto recoge de forma clara la esencia del fundamentalismo: retomar los fundamentos iniciales de la religión, por lo que es propio de cualquier manifestación religiosa que persiga estos objetivos. Guiddens sostiene que los grupos religiosos, que profesan esos objetivos, demandan la aplicación literal de las sagradas escrituras y piensan que los mandamientos de las mismas tienen que ser aplicados estrictamente en todos los aspectos de la vida social. Se les denominan fundamentalistas “porque creen en el retorno a las bases fundamentales de sus doctrinas religiosas” (3). 

El economista y pensador egipcio, Samir Amín, en el último capítulo de su libro La desconexión, en lo referido al fundamentalismo islámico, hace alusión a la obra de Sayed Qotb, el ideólogo principal de los Hermanos Musulmanes (4). El origen de esta corriente de pensamiento, dice Amín, se sitúa en la elaboración teórica ofrecida por Qotb, en su obra titulada La justicia social en el Islam, de la cual se nutren los fundamentalistas islámicos actuales y cuyas tesis, dice, no han sido superadas. Es decir, los primeros indicios teóricos se ubican en el pensamiento del egipcio Sayed Qotb.

Dentro de los planteamientos expuestos por Qotb nos encontramos los referidos a la organización del Estado. En este, el poder político estaría expresado por la comunidad musulmana, donde el imán (5) sólo tendría que “asegurar el cumplimiento de la ley divina, que rige por sí sola y de forma positiva todos los aspectos de la vida social (familia, matrimonio, herencia)” (6). De esta forma el Islam no es sólo un conjunto de creencias sino también una forma de ordenar la sociedad, la cual es regida por una ley ya establecida, elaborada y que no precisa de ninguna modificación. La aplicación de La Sharia, tal y como fue concebida, es una de las demandas de los islamistas hoy en día. Según Qotb, el hombre es el auténtico sostén familiar, mientras que la mujer es demasiado emotiva como para que su testimonio valga tanto como el masculino (7). Para los musulmanes conservadores los problemas que existen en la actualidad son consecuencia de la no adopción de un Estado islámico ideal (8) con la Sharia como Constitución. Samir Amín destaca las causas que han provocado el resurgimiento islamista, el cual ha endurecido de forma acentuada los problemas familiares, en el marco del matrimonio por ejemplo: “por la parte árabe, la derrota ante el expansionismo sionista, y la sumisión en el proyecto norteamericano (…) han reducido la perspectiva de la región a nada (…). El Islam ocupó evidentemente el vacío creado por (…) el nacionalismo reformista” (9). Estos son otros factores que posibilitaron el ascenso de la ideología islamista en los años ´70.

La repercusión que tuvo la derrota egipcia ante Israel en 1967 y los acuerdos de Nasser con los países del Golfo, encabezados por Arabia Saudita, para compensar con financiamiento, las pérdidas egipcias en el Sinaí, significaron el fin de su liderazgo nacionalista árabe. La crisis económica de los setenta, vino a sumarse también a la insatisfacción social producto de la marginalidad de los que, procedentes del campo, se instalaban en las ciudades y no tenían empleo. La muerte de Nasser en 1970 y la sucesión a la presidencia de Anwar al Sadat, quien cambió el sentido de la política egipcia de su predecesor, fueron factores que posibilitaron que los islamistas hallaran un camino para hacer evidentes sus programas en Egipto. La Revolución Islámica de Irán (10), en 1979, demostró que un gobierno islamista podía llegar al poder y sirvió de apoyo moral para los mismos.

 Bajo estas circunstancias, comenzaron a escalar posiciones dentro de los gobiernos árabes para tratar de impulsar desde allí sus programas. En todo este entorno, el discurso islamista, hizo hincapié en que los problemas que existían eran producto de no establecer el Islam correcto, el verdadero, y de haberse apartado de él, asumiendo tendencias tales como el socialismo. Así la propaganda islamista tuvo buenos receptores dentro de la población, respaldados por los programas de asistencia social que desarrollaban en las áreas más pobres del país.

Siguiendo el planteamiento de Samir Amín, Mario González en el artículo El fundamentalismo: ayer y hoy, también se puede encontrar las múltiples causas de su despertar. Para Mario González el fundamentalismo islámico es la reacción a la ruptura de una tradición y a la crisis de una identidad que se ha visto afectada por el fortalecimiento del sionismo y la incapacidad árabe de contrarrestarlo y tras el agotamiento y los fracasos de los discursos políticos después de la descolonización – nacionalismo de Nasser y liberalismo de Sadat (11). Él afirma que el integrismo surgió de un movimiento social devenido en expresión política. Aquí radica una característica esencial: “el Islam, en su variante fundamentalista se ha convertido en nuestros días en una fuerza política” (12).

Samir Amín ha sido uno de los pensadores que más ha criticado las variantes del pensamiento islamista radical como corriente política, desmontando el proyecto de construcción nacional sobre la base del Islam como centro del sistema político  y  ha denunciado las verdaderas intenciones de sus principales promotores  cuando plantea que: “el Islam político se alinea en el campo del capitalismo dependiente y el imperialismo dominante. Defiende el principio del carácter sagrado de la propiedad y legitima la desigualdad y los requisitos de la reproducción capitalista. El apoyo prestado por los Hermanos Musulmanes en el parlamento egipcio a las recientes leyes reaccionarias que refuerzan los derechos de los propietarios en detrimento de los arrendatarios rurales” (13)

Para Amín el Islam político que llegó al poder en determinados países árabes islámicos lo hizo luego del fracaso de los proyectos nacionalistas de corte social democrático y laico. En muchos de estos casos han actuado más como garantes del sistema capitalista que de los sectores más necesitados. El Islam conservador es resultado del subdesarrollo y dichos modelos no producen una modernización (14). El islamismo como corriente surge en contraposición de los valores de la cultura occidental pero desde el punto de vista económico no se plantea destruir las relaciones capitalistas de producción y eliminar la supeditación a esos mismos poderes que critican, por lo que Samir Amin afirma que: “el Islam político no es antimperialista, ¡hasta sus militantes piensan que no lo es! Es un aliado inapreciable del imperialismo y éste lo sabe. Es fácil entender, por tanto, que el Islam político haya contado siempre en sus filas con la clase dominante de Arabia Saudí y Pakistán” (15). 

León Rodríguez, investigador del Colegio de México, afirma que el fundamentalismo “al politizar la religión la hace una ideología con Dios, establece un programa político, utiliza la propaganda y (…) recurre a la lucha política institucional y en su fase extrema, a la violencia.  Su objetivo (…) es restaurar la soberanía de Dios sobre el Estado y recuperar el papel de la religión en la sociedad” (16).Para Gema Martín Muñoz estas corrientes proponen  “a través de la reafirmación cultural y religiosa islámica, un modelo político y social basado en los principios del Islam primero, enmarcado en el período de Mahoma y los cuatro primeros califas. Estos grupos deslegitiman a los poderes establecidos culpándolos del fracaso económico, social y político de sus regímenes a causa de su alejamiento del modelo propio islámico”(17).

Hay islamistas que promueven la educación de la sociedad en lo que son los auténticos valores islámicos, para de esta manera el propio pueblo pida instaurar un gobierno verdaderamente islámico. Mientras, estos trabajan desde el interior del gobierno presionando mediante reformas con el fin de imponer su programa.  Al mismo tiempo crean una red de servicios sociales para captar a la población, mientras el gobierno no puede asumir estos planes sociales. “Tratan de ocupar el terreno de lo cotidiano que el Estado no puede cubrir o resolver para convertirse en verdaderos partidos de masas” (18). Estos son los que se conocen como moderados.  Otros islamistas, rechazan las instituciones estatales y la sociedad debido al abandono de lo que ellos denominan “el Islam correcto”. Para estos “la sociedad vive una forma idéntica a la jahililla (ignorancia) preislámica y no tiene ninguna esperanza de redención” (19). La adopción de la violencia sería un medio legítimo para alcanzar sus objetivos.

Teniendo en cuenta los criterios anteriores hay que establecer una diferencia entre el concepto de islamistas e islámico puesto que islámico o musulmán es toda aquella persona que siga  las revelaciones de Mahoma producidas en el siglo VII y acepte su fe como forma de vida. Dicho esto se pudiera definir como islamistas a aquellos musulmanes que quieren establecer un Estado islámico regido por La Sharia en su versión inicial, deseando que los principios establecidos en el Corán y la Sunna sean cumplidos cabalmente por todos los practicantes de la fe. Estas ideas las pueden profesar de manera individual o colectiva formando grupos. Para ellos no existe diferencia entre el Islam como religión y como forma de gobierno. Se pueden dividir en diferentes tendencias, desde las moderadas hasta las más radicales. Los moderados son los que tienen una mayor presencia en la sociedad egipcia y su ejemplo principal es la Hermandad Musulmana, que utiliza la vía de las reformas políticas para alcanzar sus objetivos. Los radicales son los que legitiman la violencia para lograr la islamización de la sociedad, entendida como la implementación estricta y sin concesiones del modelo islámico que tiene como referente la sociedad islámica del siglo VII. 

Indiscutiblemente las tendencias islamistas constituyen corrientes políticas en la mayoría de las naciones árabes, presentándose en muchos de estos países como una alternativa a los discursos políticos dominantes, con el inconveniente de lo que significarían estás ideas para la sociedad en su conjunto. En este debate sólo se han tenido en cuenta la repercusión en el plano político de sus acciones, pero no lo que significaría para la sociedad en sentido general, y en especial para las mujeres musulmanas, sector social que se ha visto más afectado por la entronización de estas ideas desde las esferas del poder político, debido a la gran carga de concepciones tradicionales que lastrarían los avances que el movimiento feminista en estos países ha logrado a pesar de las dificultades. 

Su gran heterogeneidad dificulta poder precisar hasta dónde son fuerzas políticas contestatarias a los poderes occidentales o aliadas a ellos en algunos casos, por ejemplo si vemos la estrecha relación de las conservadoras y cerradas sociedades de las monarquías del Golfo con EE.UU. Al mismo tiempo hay que tener en cuenta que no es un fenómeno exclusivo para nada de los países árabes, puesto que encontramos manifestaciones de este tipo de fundamentalismo más allá de las fronteras árabes, inclusive en las sociedades musulmanas del África Subsahariana, donde de igual manera existen grupos que operan sobre estas bases como es el caso de  Boko Haram en Nigeria que prosigue tomar el poder para establecer un “Estado” con la Sharia como ley, más allá de las regiones del norte y en contra de la educación occidental, alejado de los valores islámicos “reales”. Sus programas políticos constituyen toda una forma de organización social, sobre qué es lo que se debe hacer para mantener una sociedad islámica “correcta” con un Estado verdaderamente islámico. 
Citas y referencias:
1) Aleya 4: 76 – 78. “Los que combaten por la causa de Alá nosotros les concederemos una retribución inmensa. Alá prefiere a los combatientes.” El Sagrado Corán. Traducción de Ahmed Abboud y Rafael Castellanos. (Primera edición) Centro Islámico de Venezuela, Valencia.
2) Anthony Guiddens. Sociología. Madrid, Alianza Editorial S.A, 2007, p.912.
3) Ibídem, p. 550.
4) Organización islamista fundada en 1928 por Hassan al Bana. Su ideólogo principal fue el egipcio Sayed Qotb. En 1954 intentaron asesinar a Nasser en Alejandría y realizaron otro complot contra él en 1965.
5) Los imanes o sheijs actúan como jueces, árbitros, guías espirituales en las mezquitas locales. Cada uno tiene la facultad de legislar, de emitir decretos religiosos para guiar la conducta de la comunidad. Estos decretos son las fatuas (dictamen religioso en caso de duda sobre una cuestión determinada y hecho público por una autoridad reconocida a menudo un mufti)
6) Samir Amin. La desconexión. Buenos Aires. Ediciones del Pensamiento Nacional. Editorial IEPALA, 1988, p.339.
7) Íbidem, p. 340.
8)El estado islámico ideal se define como una teocracia que implica que Alá es el soberano y cualquier gobernante terrenal no es más que un guía temporal, electo por la comunidad para cumplir la ley divina (…) la voluntad divina se manifiesta (…) invariablemente a través de una Ley Revelada que está en el Corán, que es la palabra y la ley de Alá a los hombres”. Ver: León Rodríguez. El papel político del Islam en el Medio Oriente. Fundamentalismo y modernidad: el caso islámico. 12 de septiembre de 2000. p. 4. Disponible en: http://delfos.mty.itesm.mx/Audio/islam.html. Consultado en diciembre de 2008.
9) Samir Amin. Ob. cit., p .139.
10) Movimiento revolucionario – religioso dirigido por el Ayatollah Ruhollan Khomeini, que derrotó al Sha (dinastía Palhavi) de Irán, en 1979, quién había tratado de promover una modernización inspirada en Occidente. Khomeini organizó un gobierno islamista con la Sharia como Constitución. Se comenzó a practicar una rigurosa segregación de sexos y las mujeres fueron obligadas a cubrirse la cabeza en público.  Khomeini fue presidente de Irán hasta su muerte en 1981.
11) Mario González. El fundamentalismo: ayer y hoy. En: Revista de África y Medio Oriente, La Habana, vol. 11, no 1, 1984, pp. 10 y 19.
12) Íbidem, p. 16.
13) Samir Amin. “El Islam político, al servicio del imperialismo”. Disponible en: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=69804
14) Samir Amin. “Conflictos políticos y luchas sociales en los países árabes. Avances revolucionarios a partir de derrotas dramáticas”. En: El mundo árabe: raíces y complejidades de la crisis. Ciencias Sociales, Instituto Cubano del Libro, La Habana, 2011. p 134.
15) Samir Amín. “El Islam político, al servicio del imperialismo”. Disponible en: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=69804
16) León Rodríguez. Ob. cit. p.2.
17) Gema Martín Muñoz, Begoña Valle Simón y Ma. Ángeles López. El Islam y el mundo árabe. Ediciones Mundo Árabe e Islam, Madrid, 1996, pp. 339 – 340.
18) Zelmis Domínguez. Movimientos políticos – religiosos de filiación islámica: Egipto y Sudán. En: Revista de África y Medio Oriente, La Habana, vol. 11, No 1, 1984, p. 104.
19)Mediterráneas. Feminismo e islamismo en Egipto, en busca de nuevos paradigmas.2004, p. 2. Disponible en: http://www.mediterraneas.org/article.php3?id_article=58. Consultado en 2007.