Msc. Yoslán Silverio González
Investigador/CIPI
El
despegue de las concepciones del fundamentalismo islámico ha sido uno de los
factores que más ha influido en las últimas décadas en la transformación de las
sociedades árabes, con una marcada incidencia en la vida cotidiana de las
personas y en especial de las mujeres. Este fenómeno ha sido estudiado por
varios investigadores quienes han aportado diferentes conceptos a la hora de
identificarlos. Muchas son las denominaciones: integristas, islamistas,
extremistas, radicales, islam político. Todas recogen, en esencia, las bases de
lo que constituye el fundamentalismo religioso. La diferencia básica entre
estos conceptos está dada por la magnitud con la que sus partidarios operan en
la sociedad, porque se puede ser fundamentalista en el plano personal y no necesariamente
un extremista que aplique la violencia (1).
Con
en este ensayo propongo retomar el análisis sobre las diferentes tendencias y
métodos que emplean los musulmanes más conservadores, sus características y los
argumentos sobre los que legitiman sus programas. Una premisa que sí debe
quedar establecida es que en ninguna circunstancia estos términos hacen
referencia a los grupos terroristas que tienen una base ideológica
supuestamente islámica, porque sus métodos contradicen todos los principios básicos
del islam. Existe de esta forma una tendencia que asocia las posturas islámicas
conservadoras con el terrorismo, llamado intencionalmente islámico. Ahora bien,
si bien existen grupos terroristas cuyas bases programáticas descansan en el
“islam”, asumir dicho enfoque es bien reduccionista, puesto que el
conservadurismo dentro del islam es muy diverso y se manifiesta de diferentes
maneras, una de las cuales – y la menor – es el uso de la violencia
indiscriminada contra civiles inocentes: terrorismo.
La
primera interrogante a plantear es qué se entiende por fundamentalismo. Para el
sociólogo Anthony Guiddens constituye un “tipo
de pensamiento que propugna la vuelta a los significados literales de los
textos sagrados. Puede surgir como respuesta a la modernización y la
racionalización, insistiendo en respuestas que se basan en la fe y en la
defensa de la tradición con razones también tradicionales” (2). El concepto recoge de forma clara la
esencia del fundamentalismo: retomar los fundamentos iniciales de la religión,
por lo que es propio de cualquier manifestación religiosa que persiga estos
objetivos. Guiddens sostiene que los grupos religiosos, que profesan esos
objetivos, demandan la aplicación literal de las sagradas escrituras y piensan
que los mandamientos de las mismas tienen que ser aplicados estrictamente en
todos los aspectos de la vida social. Se les denominan fundamentalistas “porque creen en el retorno a las bases
fundamentales de sus doctrinas religiosas” (3).
El
economista y pensador egipcio, Samir Amín, en el último capítulo de su libro La desconexión, en lo referido al
fundamentalismo islámico, hace alusión a la obra de Sayed Qotb, el ideólogo
principal de los Hermanos Musulmanes (4). El origen de esta corriente de
pensamiento, dice Amín, se sitúa en la elaboración teórica ofrecida por Qotb,
en su obra titulada La justicia social en
el Islam, de la cual se nutren los fundamentalistas islámicos actuales y
cuyas tesis, dice, no han sido superadas. Es decir, los primeros indicios
teóricos se ubican en el pensamiento del egipcio Sayed Qotb.
Dentro
de los planteamientos expuestos por Qotb nos encontramos los referidos a la
organización del Estado. En este, el poder político estaría expresado por la
comunidad musulmana, donde el imán (5) sólo tendría que “asegurar el cumplimiento de la ley divina, que rige por sí sola y de
forma positiva todos los aspectos de la vida social (familia, matrimonio,
herencia)” (6). De esta forma el Islam no es sólo un conjunto de creencias
sino también una forma de ordenar la sociedad, la cual es regida por una ley ya
establecida, elaborada y que no precisa de ninguna modificación. La aplicación
de La Sharia, tal y como fue concebida, es una de las demandas de los
islamistas hoy en día. Según Qotb, el hombre es el auténtico sostén familiar,
mientras que la mujer es demasiado emotiva como para que su testimonio valga
tanto como el masculino (7). Para los musulmanes conservadores los problemas
que existen en la actualidad son consecuencia de la no adopción de un Estado
islámico ideal (8) con la Sharia como Constitución. Samir Amín destaca las
causas que han provocado el resurgimiento islamista, el cual ha endurecido de
forma acentuada los problemas familiares, en el marco del matrimonio por
ejemplo: “por la parte árabe, la derrota
ante el expansionismo sionista, y la sumisión en el proyecto norteamericano (…)
han reducido la perspectiva de la región a nada (…). El Islam ocupó
evidentemente el vacío creado por (…) el nacionalismo reformista” (9). Estos son otros factores que
posibilitaron el ascenso de la ideología islamista en los años ´70.
La
repercusión que tuvo la derrota egipcia ante Israel en 1967 y los acuerdos de
Nasser con los países del Golfo, encabezados por Arabia Saudita, para compensar
con financiamiento, las pérdidas egipcias en el Sinaí, significaron el fin de
su liderazgo nacionalista árabe. La crisis económica de los setenta, vino a
sumarse también a la insatisfacción social producto de la marginalidad de los
que, procedentes del campo, se instalaban en las ciudades y no tenían empleo.
La muerte de Nasser en 1970 y la sucesión a la presidencia de Anwar al Sadat,
quien cambió el sentido de la política egipcia de su predecesor, fueron
factores que posibilitaron que los islamistas hallaran un camino para hacer
evidentes sus programas en Egipto. La Revolución Islámica de Irán (10), en
1979, demostró que un gobierno islamista podía llegar al poder y sirvió de
apoyo moral para los mismos.
Bajo estas circunstancias, comenzaron a
escalar posiciones dentro de los gobiernos árabes para tratar de impulsar desde
allí sus programas. En todo este entorno, el discurso islamista, hizo hincapié
en que los problemas que existían eran producto de no establecer el Islam
correcto, el verdadero, y de haberse apartado de él, asumiendo tendencias tales
como el socialismo. Así la propaganda islamista tuvo buenos receptores dentro
de la población, respaldados por los programas de asistencia social que
desarrollaban en las áreas más pobres del país.
Siguiendo
el planteamiento de Samir Amín, Mario González en el artículo El fundamentalismo: ayer y hoy, también
se puede encontrar las múltiples causas de su despertar. Para Mario González el
fundamentalismo islámico es la reacción a la ruptura de una tradición y a la
crisis de una identidad que se ha visto afectada por el fortalecimiento del
sionismo y la incapacidad árabe de contrarrestarlo y tras el agotamiento y los
fracasos de los discursos políticos después de la descolonización –
nacionalismo de Nasser y liberalismo de Sadat (11). Él afirma que el integrismo
surgió de un movimiento social devenido en expresión política. Aquí radica una
característica esencial: “el Islam, en su
variante fundamentalista se ha convertido en nuestros días en una fuerza
política” (12).
Samir
Amín ha sido uno de los pensadores que más ha criticado las variantes del
pensamiento islamista radical como corriente política, desmontando el proyecto
de construcción nacional sobre la base del Islam como centro del sistema
político y ha denunciado las verdaderas intenciones de
sus principales promotores cuando
plantea que: “el Islam político se alinea
en el campo del capitalismo dependiente y el imperialismo dominante. Defiende
el principio del carácter sagrado de la propiedad y legitima la desigualdad y
los requisitos de la reproducción capitalista. El apoyo prestado por los
Hermanos Musulmanes en el parlamento egipcio a las recientes leyes
reaccionarias que refuerzan los derechos de los propietarios en detrimento de
los arrendatarios rurales” (13).
Para
Amín el Islam político que llegó al poder en determinados países árabes
islámicos lo hizo luego del fracaso de los proyectos nacionalistas de corte
social democrático y laico. En muchos de estos casos han actuado más como
garantes del sistema capitalista que de los sectores más necesitados. El Islam
conservador es resultado del subdesarrollo y dichos modelos no producen una
modernización (14). El islamismo como corriente surge en contraposición de los
valores de la cultura occidental pero desde el punto de vista económico no se
plantea destruir las relaciones capitalistas de producción y eliminar la
supeditación a esos mismos poderes que critican, por lo que Samir Amin afirma
que: “el Islam político no es
antimperialista, ¡hasta sus militantes piensan que no lo es! Es un aliado
inapreciable del imperialismo y éste lo sabe. Es fácil entender, por tanto, que
el Islam político haya contado siempre en sus filas con la clase dominante de
Arabia Saudí y Pakistán” (15).
León
Rodríguez, investigador del Colegio de México, afirma que el fundamentalismo “al politizar la religión la hace una
ideología con Dios, establece un programa político, utiliza la propaganda y (…)
recurre a la lucha política institucional y en su fase extrema, a la
violencia. Su objetivo (…) es restaurar
la soberanía de Dios sobre el Estado y recuperar el papel de la religión en la
sociedad” (16).Para Gema Martín Muñoz estas corrientes proponen “a través de la reafirmación cultural y
religiosa islámica, un modelo político y social basado en los principios del
Islam primero, enmarcado en el período de Mahoma y los cuatro primeros califas.
Estos grupos deslegitiman a los poderes establecidos culpándolos del fracaso
económico, social y político de sus regímenes a causa de su alejamiento del
modelo propio islámico”(17).
Hay
islamistas que promueven la educación de la sociedad en lo que son los auténticos valores islámicos, para
de esta manera el propio pueblo pida instaurar un gobierno verdaderamente
islámico. Mientras, estos trabajan desde el interior del gobierno presionando
mediante reformas con el fin de imponer su programa. Al mismo tiempo crean una red de servicios sociales
para captar a la población, mientras el gobierno no puede asumir estos planes
sociales. “Tratan de ocupar el terreno de
lo cotidiano que el Estado no puede cubrir o resolver para convertirse en
verdaderos partidos de masas” (18). Estos son los que se conocen como
moderados. Otros islamistas, rechazan
las instituciones estatales y la sociedad debido al abandono de lo que ellos
denominan “el Islam correcto”. Para
estos “la sociedad vive una forma
idéntica a la jahililla (ignorancia) preislámica y no tiene ninguna esperanza
de redención” (19). La adopción de la violencia sería un medio legítimo
para alcanzar sus objetivos.
Teniendo
en cuenta los criterios anteriores hay que establecer una diferencia entre el
concepto de islamistas e islámico puesto que islámico o musulmán es toda
aquella persona que siga las
revelaciones de Mahoma producidas en el siglo VII y acepte su fe como forma de
vida. Dicho esto se pudiera definir como islamistas a aquellos
musulmanes que quieren establecer un Estado islámico regido por La Sharia en su
versión inicial, deseando que los principios establecidos en el Corán y la
Sunna sean cumplidos cabalmente por todos los practicantes de la fe. Estas
ideas las pueden profesar de manera individual o colectiva formando grupos. Para
ellos no existe diferencia entre el Islam como religión y como forma de
gobierno. Se pueden dividir en diferentes tendencias, desde las moderadas hasta
las más radicales. Los moderados son los que tienen una mayor presencia en la
sociedad egipcia y su ejemplo principal es la Hermandad Musulmana, que utiliza
la vía de las reformas políticas para alcanzar sus objetivos. Los radicales son
los que legitiman la violencia para lograr la islamización de la sociedad,
entendida como la implementación estricta y sin concesiones del modelo islámico
que tiene como referente la sociedad islámica del siglo VII.
Indiscutiblemente
las tendencias islamistas constituyen corrientes políticas en la mayoría de las
naciones árabes, presentándose en muchos de estos países como una alternativa a
los discursos políticos dominantes, con el inconveniente de lo que significarían
estás ideas para la sociedad en su conjunto. En este debate sólo se han tenido
en cuenta la repercusión en el plano político de sus acciones, pero no lo que
significaría para la sociedad en sentido general, y en especial para las
mujeres musulmanas, sector social que se ha visto más afectado por la
entronización de estas ideas desde las esferas del poder político, debido a la
gran carga de concepciones tradicionales que lastrarían los avances que el
movimiento feminista en estos países ha logrado a pesar de las dificultades.
Su
gran heterogeneidad dificulta poder precisar hasta dónde son fuerzas políticas
contestatarias a los poderes occidentales o aliadas a ellos en algunos casos,
por ejemplo si vemos la estrecha relación de las conservadoras y cerradas
sociedades de las monarquías del Golfo con EE.UU. Al mismo tiempo hay que tener
en cuenta que no es un fenómeno exclusivo para nada de los países árabes,
puesto que encontramos manifestaciones de este tipo de fundamentalismo más allá
de las fronteras árabes, inclusive en las sociedades musulmanas del África
Subsahariana, donde de igual manera existen grupos que operan sobre estas bases
como es el caso de Boko Haram en Nigeria
que prosigue tomar el poder para establecer un “Estado” con la Sharia como ley,
más allá de las regiones del norte y en contra de la educación occidental,
alejado de los valores islámicos “reales”. Sus programas políticos constituyen
toda una forma de organización social, sobre qué es lo que se debe hacer para
mantener una sociedad islámica “correcta” con un Estado verdaderamente
islámico.
Citas
y referencias:
1) Aleya 4: 76 – 78.
“Los que combaten por la causa de Alá nosotros les concederemos una retribución
inmensa. Alá prefiere a los combatientes.” El Sagrado Corán. Traducción
de Ahmed Abboud y Rafael Castellanos. (Primera edición) Centro Islámico de
Venezuela, Valencia.
2)
Anthony
Guiddens. Sociología. Madrid, Alianza
Editorial S.A, 2007, p.912.
3) Ibídem,
p. 550.
4) Organización islamista fundada en 1928 por Hassan
al Bana. Su ideólogo principal fue el egipcio Sayed Qotb. En 1954 intentaron
asesinar a Nasser en Alejandría y realizaron otro complot contra él en 1965.
5) Los imanes o sheijs actúan
como jueces, árbitros, guías espirituales en las mezquitas locales. Cada uno tiene
la facultad de legislar, de emitir decretos religiosos para guiar la conducta
de la comunidad. Estos decretos son las fatuas (dictamen religioso en caso de
duda sobre una cuestión determinada y hecho público por una autoridad
reconocida a menudo un mufti)
6) Samir Amin. La desconexión. Buenos Aires. Ediciones
del Pensamiento Nacional. Editorial IEPALA, 1988, p.339.
7) Íbidem, p.
340.
8) “El estado islámico ideal se define como una teocracia que implica que Alá
es el soberano y cualquier gobernante terrenal no es más que un guía temporal,
electo por la comunidad para cumplir la ley divina (…) la voluntad divina se
manifiesta (…) invariablemente a través de una Ley Revelada que está en el
Corán, que es la palabra y la ley de Alá a los hombres”. Ver: León Rodríguez. El papel político del Islam en el Medio Oriente. Fundamentalismo y
modernidad: el caso islámico. 12 de septiembre de 2000. p. 4. Disponible
en: http://delfos.mty.itesm.mx/Audio/islam.html. Consultado en diciembre de 2008.
9) Samir Amin. Ob. cit., p .139.
10)
Movimiento
revolucionario – religioso dirigido por el Ayatollah Ruhollan Khomeini, que
derrotó al Sha (dinastía Palhavi) de Irán, en 1979, quién había tratado de
promover una modernización inspirada en Occidente. Khomeini organizó un
gobierno islamista con la Sharia como Constitución. Se comenzó a practicar una
rigurosa segregación de sexos y las mujeres fueron obligadas a cubrirse la
cabeza en público. Khomeini fue
presidente de Irán hasta su muerte en 1981.
11) Mario González. El fundamentalismo: ayer y hoy. En: Revista de África y Medio
Oriente, La Habana, vol. 11, no 1, 1984, pp. 10 y 19.
12) Íbidem, p. 16.
13) Samir Amin. “El
Islam político, al servicio del imperialismo”. Disponible en: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=69804
14) Samir Amin. “Conflictos políticos y luchas
sociales en los países árabes. Avances revolucionarios a partir de derrotas
dramáticas”. En: El mundo árabe: raíces y
complejidades de la crisis. Ciencias Sociales, Instituto Cubano del Libro,
La Habana, 2011. p 134.
15) Samir Amín. “El
Islam político, al servicio del imperialismo”. Disponible en: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=69804
16) León Rodríguez. Ob. cit. p.2.
17) Gema Martín Muñoz, Begoña Valle Simón y Ma.
Ángeles López. El Islam y el mundo árabe.
Ediciones Mundo Árabe e Islam, Madrid, 1996, pp. 339 – 340.
18) Zelmis Domínguez. Movimientos políticos – religiosos de filiación islámica: Egipto y
Sudán. En: Revista de África y Medio Oriente, La Habana, vol. 11, No 1,
1984, p. 104.
19)Mediterráneas. Feminismo e islamismo en Egipto, en busca de nuevos paradigmas.2004, p. 2.
Disponible en: http://www.mediterraneas.org/article.php3?id_article=58. Consultado en
2007.
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