martes, 31 de mayo de 2016

El fundamentalismo islámico: un análisis teórico



Msc. Yoslán Silverio González
          Investigador/CIPI


El despegue de las concepciones del fundamentalismo islámico ha sido uno de los factores que más ha influido en las últimas décadas en la transformación de las sociedades árabes, con una marcada incidencia en la vida cotidiana de las personas y en especial de las mujeres. Este fenómeno ha sido estudiado por varios investigadores quienes han aportado diferentes conceptos a la hora de identificarlos. Muchas son las denominaciones: integristas, islamistas, extremistas, radicales, islam político. Todas recogen, en esencia, las bases de lo que constituye el fundamentalismo religioso. La diferencia básica entre estos conceptos está dada por la magnitud con la que sus partidarios operan en la sociedad, porque se puede ser fundamentalista en el plano personal y no necesariamente un extremista que aplique la violencia (1). 

Con en este ensayo propongo retomar el análisis sobre las diferentes tendencias y métodos que emplean los musulmanes más conservadores, sus características y los argumentos sobre los que legitiman sus programas. Una premisa que sí debe quedar establecida es que en ninguna circunstancia estos términos hacen referencia a los grupos terroristas que tienen una base ideológica supuestamente islámica, porque sus métodos contradicen todos los principios básicos del islam. Existe de esta forma una tendencia que asocia las posturas islámicas conservadoras con el terrorismo, llamado intencionalmente islámico. Ahora bien, si bien existen grupos terroristas cuyas bases programáticas descansan en el “islam”, asumir dicho enfoque es bien reduccionista, puesto que el conservadurismo dentro del islam es muy diverso y se manifiesta de diferentes maneras, una de las cuales – y la menor – es el uso de la violencia indiscriminada contra civiles inocentes: terrorismo. 

La primera interrogante a plantear es qué se entiende por fundamentalismo. Para el sociólogo Anthony Guiddens constituye un “tipo de pensamiento que propugna la vuelta a los significados literales de los textos sagrados. Puede surgir como respuesta a la modernización y la racionalización, insistiendo en respuestas que se basan en la fe y en la defensa de la tradición con razones también tradicionales” (2). El concepto recoge de forma clara la esencia del fundamentalismo: retomar los fundamentos iniciales de la religión, por lo que es propio de cualquier manifestación religiosa que persiga estos objetivos. Guiddens sostiene que los grupos religiosos, que profesan esos objetivos, demandan la aplicación literal de las sagradas escrituras y piensan que los mandamientos de las mismas tienen que ser aplicados estrictamente en todos los aspectos de la vida social. Se les denominan fundamentalistas “porque creen en el retorno a las bases fundamentales de sus doctrinas religiosas” (3). 

El economista y pensador egipcio, Samir Amín, en el último capítulo de su libro La desconexión, en lo referido al fundamentalismo islámico, hace alusión a la obra de Sayed Qotb, el ideólogo principal de los Hermanos Musulmanes (4). El origen de esta corriente de pensamiento, dice Amín, se sitúa en la elaboración teórica ofrecida por Qotb, en su obra titulada La justicia social en el Islam, de la cual se nutren los fundamentalistas islámicos actuales y cuyas tesis, dice, no han sido superadas. Es decir, los primeros indicios teóricos se ubican en el pensamiento del egipcio Sayed Qotb.

Dentro de los planteamientos expuestos por Qotb nos encontramos los referidos a la organización del Estado. En este, el poder político estaría expresado por la comunidad musulmana, donde el imán (5) sólo tendría que “asegurar el cumplimiento de la ley divina, que rige por sí sola y de forma positiva todos los aspectos de la vida social (familia, matrimonio, herencia)” (6). De esta forma el Islam no es sólo un conjunto de creencias sino también una forma de ordenar la sociedad, la cual es regida por una ley ya establecida, elaborada y que no precisa de ninguna modificación. La aplicación de La Sharia, tal y como fue concebida, es una de las demandas de los islamistas hoy en día. Según Qotb, el hombre es el auténtico sostén familiar, mientras que la mujer es demasiado emotiva como para que su testimonio valga tanto como el masculino (7). Para los musulmanes conservadores los problemas que existen en la actualidad son consecuencia de la no adopción de un Estado islámico ideal (8) con la Sharia como Constitución. Samir Amín destaca las causas que han provocado el resurgimiento islamista, el cual ha endurecido de forma acentuada los problemas familiares, en el marco del matrimonio por ejemplo: “por la parte árabe, la derrota ante el expansionismo sionista, y la sumisión en el proyecto norteamericano (…) han reducido la perspectiva de la región a nada (…). El Islam ocupó evidentemente el vacío creado por (…) el nacionalismo reformista” (9). Estos son otros factores que posibilitaron el ascenso de la ideología islamista en los años ´70.

La repercusión que tuvo la derrota egipcia ante Israel en 1967 y los acuerdos de Nasser con los países del Golfo, encabezados por Arabia Saudita, para compensar con financiamiento, las pérdidas egipcias en el Sinaí, significaron el fin de su liderazgo nacionalista árabe. La crisis económica de los setenta, vino a sumarse también a la insatisfacción social producto de la marginalidad de los que, procedentes del campo, se instalaban en las ciudades y no tenían empleo. La muerte de Nasser en 1970 y la sucesión a la presidencia de Anwar al Sadat, quien cambió el sentido de la política egipcia de su predecesor, fueron factores que posibilitaron que los islamistas hallaran un camino para hacer evidentes sus programas en Egipto. La Revolución Islámica de Irán (10), en 1979, demostró que un gobierno islamista podía llegar al poder y sirvió de apoyo moral para los mismos.

 Bajo estas circunstancias, comenzaron a escalar posiciones dentro de los gobiernos árabes para tratar de impulsar desde allí sus programas. En todo este entorno, el discurso islamista, hizo hincapié en que los problemas que existían eran producto de no establecer el Islam correcto, el verdadero, y de haberse apartado de él, asumiendo tendencias tales como el socialismo. Así la propaganda islamista tuvo buenos receptores dentro de la población, respaldados por los programas de asistencia social que desarrollaban en las áreas más pobres del país.

Siguiendo el planteamiento de Samir Amín, Mario González en el artículo El fundamentalismo: ayer y hoy, también se puede encontrar las múltiples causas de su despertar. Para Mario González el fundamentalismo islámico es la reacción a la ruptura de una tradición y a la crisis de una identidad que se ha visto afectada por el fortalecimiento del sionismo y la incapacidad árabe de contrarrestarlo y tras el agotamiento y los fracasos de los discursos políticos después de la descolonización – nacionalismo de Nasser y liberalismo de Sadat (11). Él afirma que el integrismo surgió de un movimiento social devenido en expresión política. Aquí radica una característica esencial: “el Islam, en su variante fundamentalista se ha convertido en nuestros días en una fuerza política” (12).

Samir Amín ha sido uno de los pensadores que más ha criticado las variantes del pensamiento islamista radical como corriente política, desmontando el proyecto de construcción nacional sobre la base del Islam como centro del sistema político  y  ha denunciado las verdaderas intenciones de sus principales promotores  cuando plantea que: “el Islam político se alinea en el campo del capitalismo dependiente y el imperialismo dominante. Defiende el principio del carácter sagrado de la propiedad y legitima la desigualdad y los requisitos de la reproducción capitalista. El apoyo prestado por los Hermanos Musulmanes en el parlamento egipcio a las recientes leyes reaccionarias que refuerzan los derechos de los propietarios en detrimento de los arrendatarios rurales” (13)

Para Amín el Islam político que llegó al poder en determinados países árabes islámicos lo hizo luego del fracaso de los proyectos nacionalistas de corte social democrático y laico. En muchos de estos casos han actuado más como garantes del sistema capitalista que de los sectores más necesitados. El Islam conservador es resultado del subdesarrollo y dichos modelos no producen una modernización (14). El islamismo como corriente surge en contraposición de los valores de la cultura occidental pero desde el punto de vista económico no se plantea destruir las relaciones capitalistas de producción y eliminar la supeditación a esos mismos poderes que critican, por lo que Samir Amin afirma que: “el Islam político no es antimperialista, ¡hasta sus militantes piensan que no lo es! Es un aliado inapreciable del imperialismo y éste lo sabe. Es fácil entender, por tanto, que el Islam político haya contado siempre en sus filas con la clase dominante de Arabia Saudí y Pakistán” (15). 

León Rodríguez, investigador del Colegio de México, afirma que el fundamentalismo “al politizar la religión la hace una ideología con Dios, establece un programa político, utiliza la propaganda y (…) recurre a la lucha política institucional y en su fase extrema, a la violencia.  Su objetivo (…) es restaurar la soberanía de Dios sobre el Estado y recuperar el papel de la religión en la sociedad” (16).Para Gema Martín Muñoz estas corrientes proponen  “a través de la reafirmación cultural y religiosa islámica, un modelo político y social basado en los principios del Islam primero, enmarcado en el período de Mahoma y los cuatro primeros califas. Estos grupos deslegitiman a los poderes establecidos culpándolos del fracaso económico, social y político de sus regímenes a causa de su alejamiento del modelo propio islámico”(17).

Hay islamistas que promueven la educación de la sociedad en lo que son los auténticos valores islámicos, para de esta manera el propio pueblo pida instaurar un gobierno verdaderamente islámico. Mientras, estos trabajan desde el interior del gobierno presionando mediante reformas con el fin de imponer su programa.  Al mismo tiempo crean una red de servicios sociales para captar a la población, mientras el gobierno no puede asumir estos planes sociales. “Tratan de ocupar el terreno de lo cotidiano que el Estado no puede cubrir o resolver para convertirse en verdaderos partidos de masas” (18). Estos son los que se conocen como moderados.  Otros islamistas, rechazan las instituciones estatales y la sociedad debido al abandono de lo que ellos denominan “el Islam correcto”. Para estos “la sociedad vive una forma idéntica a la jahililla (ignorancia) preislámica y no tiene ninguna esperanza de redención” (19). La adopción de la violencia sería un medio legítimo para alcanzar sus objetivos.

Teniendo en cuenta los criterios anteriores hay que establecer una diferencia entre el concepto de islamistas e islámico puesto que islámico o musulmán es toda aquella persona que siga  las revelaciones de Mahoma producidas en el siglo VII y acepte su fe como forma de vida. Dicho esto se pudiera definir como islamistas a aquellos musulmanes que quieren establecer un Estado islámico regido por La Sharia en su versión inicial, deseando que los principios establecidos en el Corán y la Sunna sean cumplidos cabalmente por todos los practicantes de la fe. Estas ideas las pueden profesar de manera individual o colectiva formando grupos. Para ellos no existe diferencia entre el Islam como religión y como forma de gobierno. Se pueden dividir en diferentes tendencias, desde las moderadas hasta las más radicales. Los moderados son los que tienen una mayor presencia en la sociedad egipcia y su ejemplo principal es la Hermandad Musulmana, que utiliza la vía de las reformas políticas para alcanzar sus objetivos. Los radicales son los que legitiman la violencia para lograr la islamización de la sociedad, entendida como la implementación estricta y sin concesiones del modelo islámico que tiene como referente la sociedad islámica del siglo VII. 

Indiscutiblemente las tendencias islamistas constituyen corrientes políticas en la mayoría de las naciones árabes, presentándose en muchos de estos países como una alternativa a los discursos políticos dominantes, con el inconveniente de lo que significarían estás ideas para la sociedad en su conjunto. En este debate sólo se han tenido en cuenta la repercusión en el plano político de sus acciones, pero no lo que significaría para la sociedad en sentido general, y en especial para las mujeres musulmanas, sector social que se ha visto más afectado por la entronización de estas ideas desde las esferas del poder político, debido a la gran carga de concepciones tradicionales que lastrarían los avances que el movimiento feminista en estos países ha logrado a pesar de las dificultades. 

Su gran heterogeneidad dificulta poder precisar hasta dónde son fuerzas políticas contestatarias a los poderes occidentales o aliadas a ellos en algunos casos, por ejemplo si vemos la estrecha relación de las conservadoras y cerradas sociedades de las monarquías del Golfo con EE.UU. Al mismo tiempo hay que tener en cuenta que no es un fenómeno exclusivo para nada de los países árabes, puesto que encontramos manifestaciones de este tipo de fundamentalismo más allá de las fronteras árabes, inclusive en las sociedades musulmanas del África Subsahariana, donde de igual manera existen grupos que operan sobre estas bases como es el caso de  Boko Haram en Nigeria que prosigue tomar el poder para establecer un “Estado” con la Sharia como ley, más allá de las regiones del norte y en contra de la educación occidental, alejado de los valores islámicos “reales”. Sus programas políticos constituyen toda una forma de organización social, sobre qué es lo que se debe hacer para mantener una sociedad islámica “correcta” con un Estado verdaderamente islámico. 
Citas y referencias:
1) Aleya 4: 76 – 78. “Los que combaten por la causa de Alá nosotros les concederemos una retribución inmensa. Alá prefiere a los combatientes.” El Sagrado Corán. Traducción de Ahmed Abboud y Rafael Castellanos. (Primera edición) Centro Islámico de Venezuela, Valencia.
2) Anthony Guiddens. Sociología. Madrid, Alianza Editorial S.A, 2007, p.912.
3) Ibídem, p. 550.
4) Organización islamista fundada en 1928 por Hassan al Bana. Su ideólogo principal fue el egipcio Sayed Qotb. En 1954 intentaron asesinar a Nasser en Alejandría y realizaron otro complot contra él en 1965.
5) Los imanes o sheijs actúan como jueces, árbitros, guías espirituales en las mezquitas locales. Cada uno tiene la facultad de legislar, de emitir decretos religiosos para guiar la conducta de la comunidad. Estos decretos son las fatuas (dictamen religioso en caso de duda sobre una cuestión determinada y hecho público por una autoridad reconocida a menudo un mufti)
6) Samir Amin. La desconexión. Buenos Aires. Ediciones del Pensamiento Nacional. Editorial IEPALA, 1988, p.339.
7) Íbidem, p. 340.
8)El estado islámico ideal se define como una teocracia que implica que Alá es el soberano y cualquier gobernante terrenal no es más que un guía temporal, electo por la comunidad para cumplir la ley divina (…) la voluntad divina se manifiesta (…) invariablemente a través de una Ley Revelada que está en el Corán, que es la palabra y la ley de Alá a los hombres”. Ver: León Rodríguez. El papel político del Islam en el Medio Oriente. Fundamentalismo y modernidad: el caso islámico. 12 de septiembre de 2000. p. 4. Disponible en: http://delfos.mty.itesm.mx/Audio/islam.html. Consultado en diciembre de 2008.
9) Samir Amin. Ob. cit., p .139.
10) Movimiento revolucionario – religioso dirigido por el Ayatollah Ruhollan Khomeini, que derrotó al Sha (dinastía Palhavi) de Irán, en 1979, quién había tratado de promover una modernización inspirada en Occidente. Khomeini organizó un gobierno islamista con la Sharia como Constitución. Se comenzó a practicar una rigurosa segregación de sexos y las mujeres fueron obligadas a cubrirse la cabeza en público.  Khomeini fue presidente de Irán hasta su muerte en 1981.
11) Mario González. El fundamentalismo: ayer y hoy. En: Revista de África y Medio Oriente, La Habana, vol. 11, no 1, 1984, pp. 10 y 19.
12) Íbidem, p. 16.
13) Samir Amin. “El Islam político, al servicio del imperialismo”. Disponible en: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=69804
14) Samir Amin. “Conflictos políticos y luchas sociales en los países árabes. Avances revolucionarios a partir de derrotas dramáticas”. En: El mundo árabe: raíces y complejidades de la crisis. Ciencias Sociales, Instituto Cubano del Libro, La Habana, 2011. p 134.
15) Samir Amín. “El Islam político, al servicio del imperialismo”. Disponible en: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=69804
16) León Rodríguez. Ob. cit. p.2.
17) Gema Martín Muñoz, Begoña Valle Simón y Ma. Ángeles López. El Islam y el mundo árabe. Ediciones Mundo Árabe e Islam, Madrid, 1996, pp. 339 – 340.
18) Zelmis Domínguez. Movimientos políticos – religiosos de filiación islámica: Egipto y Sudán. En: Revista de África y Medio Oriente, La Habana, vol. 11, No 1, 1984, p. 104.
19)Mediterráneas. Feminismo e islamismo en Egipto, en busca de nuevos paradigmas.2004, p. 2. Disponible en: http://www.mediterraneas.org/article.php3?id_article=58. Consultado en 2007.
 











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