Por Leyde E. Rodríguez Hernández
La polaridad connota una determinada
distribución de fuerzas internacionales. La Unión Europea y China constituyen
dos polos principales de la emergente multipolaridad, que constituye una de las
estructuras alternativas del actual sistema de relaciones
internacionales.
La reciente cumbre entre la Unión
Europea y China, centrada en los aspectos relacionados con el comercio y las
inversiones, evidenció la importancia estratégica que ambas potencias conceden
a sus relaciones económicas, comerciales, financieras, así como a la interdependencia
forjada en un sistema internacional cada vez más multipolar.
Desde fines del siglo XX, la
Unión Europea y China trabajan en la construcción de una relación estratégica
mutuamente ventajosa, ya que, en el año 1985, suscribieron un acuerdo de comercio
y cooperación que ha ido abarcando una serie de actividades que conforman una
amplia agenda bilateral: la creación de oportunidades para los negocios, la
seguridad internacional, la protección del medioambiente o los intercambios
académicos, para solo mencionar los ámbitos más relevantes.
En el aspecto comercial, la Unión
Europea concede a China acceso preferencial al mercado comunitario mediante la
aplicación del Sistema de Preferencias Generalizadas. La Unión Europea y China
firmaron, en el año 2002, un Acuerdo sobre Transporte Marítimo y las dos
Comunicaciones de la Comisión tituladas: “Socios más cercanos.
Responsabilidades crecientes” y “Comercio e Inversión Unión Europea–China”, y
el documento de trabajo: “Política Comercial y de Inversión Unión
Europea-China”, del año 2006, los cuales, además de sentar las bases para el
futuro de las relaciones comerciales, vislumbraron el lanzamiento de
negociaciones para un nuevo marco institucional bilateral.
En enero de 2007 comenzaron las
negociaciones para concluir un nuevo Acuerdo de Asociación y de Cooperación,
que fue mucho más amplio que el firmado en 1985, aunque mantuvo el carácter no
preferencial y se abstuvo de incluir compromisos concretos de acceso al mercado
europeo.
Desde esa fecha, existen más de
cincuenta diálogos de la Unión Europea con China, incluido el relativo a los
asuntos comerciales y sectoriales, que sirven para mostrar el enfoque
reglamentario de la Unión Europea y para tratar potenciales contenciosos, en un
marco estructurado y constructivo. Los temas comerciales se abordan en las
reuniones anuales entre las instituciones respectivas de ambas potencias,
cubriendo una serie de áreas que afectan al desequilibrio de la balanza
comercial bilateral, el acceso al mercado, los derechos de propiedad
intelectual, el medio ambiente, la alta tecnología y energía.
El documento de la Unión Europea
“Estrategia 2007-2013”, trató de apoyar la reforma económica china en áreas
cubiertas por los diálogos sectoriales, con una asignación presupuestaria de
224 millones de Euros. En diciembre de 2010, la Unión Europea publicó el
informe sobre el III Encuentro del Diálogo Económico y Comercial Unión
Europea-China y, posteriormente, el documento Evaluación del Programa
Indicativo 2011-2013, que confirma la validez de la Estrategia Unión
Europea-China, y afirma la necesidad de sintonizar las actuaciones en
concordancia con el Plan Quinquenal 2011-2015 de China.
En este momento, la relación
Unión Europea-China tiene su horizonte centrado en el año estratégico 2020. Por
eso, ambas potencias adoptaron la "Agenda de Cooperación Estratégica Unión
Europea 2020" durante la XVI Cumbre celebrada en noviembre del 2013,
estableciendo el objetivo común de promover la cooperación en las áreas de paz
y seguridad, prosperidad, desarrollo sostenible e intercambios entre
naciones.
Para Wang Yiwei, profesor del
Instituto de Relaciones Internacionales de la Universidad del Pueblo de China y
subdirector del Centro de Estudios Europeos, la Unión Europea y China se consideran
desde hace mucho tiempo socios económicos y comerciales principales. Lo que se
demuestra en el hecho de que, en los últimos diez años, China se ha convertido
en el segundo mayor socio comercial de la Unión Europea, mientras que, esta
última, en el socio comercial más grande de China. [1]
Por consiguiente, las relaciones
económicas entre la Unión Europea y China están evolucionando de la cooperación
comercial a un modelo dual impulsado por la inversión y el comercio. O sea,
hacia un esquema o mecanismo bilateral que incluya aspectos de la economía, la
política, la cultura y lo académico.
Estos son muy fuertes indicios de
que la Unión Europea y China han establecido una base sólida en el diálogo
estratégico al más alto nivel. Se considera que, de continuar estos progresos
entre dos polos esenciales de la multipolaridad económica global, se abren
perspectivas para la negociación de una zona de libre comercio entre la Unión
Europea y China. Un pacto comercial de esa naturaleza incrementaría la interdependencia
de los dos bloques y reduciría el riesgo potencial de nuevas disputas
comerciales, que ha sido lo tradicional, entre potencias, a lo largo de la
historia de las relaciones internacionales.
Es conocido que, en el año 2012,
la inversión de China en los países europeos superó la inversión de la Unión
Europea en China, y que, en el año 2013, los bancos centrales de Europa y China
firmaron un acuerdo de intercambio monetario de 350.000 millones de yuanes
(45.000 millones de euros). Esto demuestra que las relaciones económicas entre
la Unión Europea y China – de cara al 2020-, serán cada vez más estables y
previsibles, pues los flujos monetarios abandonan al dólar en sus transacciones
financieras recíprocas, ejerciendo –probablemente- un impacto positivo sobre la
economía mundial y la estabilidad del sistema internacional. Al mismo tiempo,
se plantea que existen ciertos entendimientos sobre las oportunidades futuras
entre ambos polos de poder mundial. China se ha propuesto el reto de establecer
una Ruta de la Seda del siglo XXI y una Ruta de la Seda Marítima, mientras el
objetivo estratégico de la Unión Europea es establecer una zona de libre
comercio desde Lisboa hasta Vladivostok, que podría estar en armonía con las
pretensiones de China.
Otra cuestión de particular significación es la cooperación sobre la paz y la seguridad internacional. La "Agenda de Cooperación Estratégica Unión Europea-China 2020" ofrece nuevas esperanzas para la concertación en el mantenimiento de la paz y la seguridad internacional. Ambas potencias no son indiferentes ante el fortalecimiento del poderío militar de Rusia, que, como actor euroasiático, intenta revalorizar su posicionamiento geopolítico frente a las amenazas a su seguridad nacional proveniente de la manifiesta expansión de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y el avance del despliegue de la “defensa” antimisil estadounidense en territorio europeo, y hasta muy cerca de las fronteras rusas.
Otra cuestión de particular significación es la cooperación sobre la paz y la seguridad internacional. La "Agenda de Cooperación Estratégica Unión Europea-China 2020" ofrece nuevas esperanzas para la concertación en el mantenimiento de la paz y la seguridad internacional. Ambas potencias no son indiferentes ante el fortalecimiento del poderío militar de Rusia, que, como actor euroasiático, intenta revalorizar su posicionamiento geopolítico frente a las amenazas a su seguridad nacional proveniente de la manifiesta expansión de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y el avance del despliegue de la “defensa” antimisil estadounidense en territorio europeo, y hasta muy cerca de las fronteras rusas.
Todo esto, en el contexto de la
crisis ucraniana, vislumbra que la cooperación entre la Unión Europea y China,
en materia de seguridad internacional, sea una prioridad. Hay que considerar
que, en la coyuntura económica de la crisis sistémica del capitalismo, para la
mayoría de las naciones europeas es vital la estabilidad en sus vínculos con
las potencias económicas y comerciales. De ahí también que los enormes recursos
naturales y energéticos de Rusia revisten de gran valor estratégico. Basta con
señalar que el 70 por ciento del petróleo que exporta Rusia va para Europa. Lo
mismo ocurre con el gas –del que tiene inmensas reservas-: el 65 por ciento de
su producción está destinada a los países de un continente que importa la mitad
de la energía que consume.
Sin embargo, el acercamiento del
polo euro-chino pudiera verse perturbado por la permanente injerencia de los
Estados Unidos en los asuntos europeos, que priva a la Unión Europea de una
política exterior y de seguridad autónoma, en suma, independiente. Para la
administración de Barack Obama, Europa tiene que hacer un mejor uso de sus
recursos naturales para no depender de otras potencias. Siguiendo la retórica y
las posturas estadounidenses, la Unión Europea es crítica en relación con los
Derechos Humanos en el gigante asiático, mantiene la vieja política europea de
legitimar el status de algunos territorios chinos, el embargo de armas, las
restricciones para la venta de alta tecnología y el conflicto en algunas áreas
comerciales, como si se tratara de una tentativa por “contener” a China, lo que
parece, en el siglo XXI, cada vez menos posible.
Asimismo, existen otros problemas
globales, que rompen los consensos y la armonía entre estas dos grandes
potencias, perjudicando la fluidez de la política internacional, como por
ejemplo: el cambio climático, la ciberseguridad, las armas nucleares y su
proliferación, el terrorismo, la piratería y los conflictos regionales, los
cuales trazan serias amenazas a la seguridad mundial, pero también estimulan
que la Unión Europea y China ejerciten el diálogo desde una visión
multidimensional de la seguridad internacional. Por eso, es trascendente el
discurso chino cuando argumenta la idea de que ninguna civilización es superior
a otra y la necesidad de asociar lo material con lo espiritual en la
perspectiva de civilización, en referencia a que el pueblo chino ama la paz y
se opone a la guerra.
Si tanto el pueblo chino como el
europeo aman la paz, entonces la Unión Europea y China, dos polos de la
multipolaridad global, podrían incentivarse a actuar de forma más activa en la
promoción de mecanismos e iniciativas multilaterales relevantes a favor de la
paz y por la eliminación efectiva de los riesgos de la inseguridad y
proliferación nuclear, dada la significación que reviste, para la supervivencia
de la especie humana, la eliminación de las armas nucleares.
En fin, las oportunidades
estratégicas de las relaciones Unión Europea-China, por su peso específico y
perspectivas, signarán la evolución del sistema internacional multipolar del
siglo XXI. De hecho, el indiscutible ascenso económico de China ha desplazado a
la Unión Europea de los primeros planos comerciales en diferentes áreas,
colocándose hoy con gran capacidad para influir en la dinámica de las
relaciones internacionales y constituir un factor adicional en la erosión del
protagonismo de la Unión Europea, cuyas pretensiones de erigirse en una
superpotencia están todavía vigentes.
Notas:
[1] Tres oportunidades estratégicas en las
relaciones Unión Europea-China. Por Wang Yiwei, Pekín, 31/03/2014 (Sitio en
Internet: “El Pueblo en Línea”).
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