Por Dr. Leyde E. Rodríguez Hernández
Profesor Titular
Vicerrector de Investigaciones
ISRI
El
Movimiento de Países No Alineados (MNOAL) es un foro diverso de concertación de
los países del sur, subdesarrollados y en desarrollo, con una amplitud
universal y proyección global sobre temas políticos, económicos y de seguridad
internacional.
Los NOAL son 120 Estados y otros 15 países observadores. Los Estados-miembro representan casi dos tercios de los miembros de la Organización de las Naciones Unidas y albergan 55% de la población mundial. El MNOAL incluye a todos los miembros de la
Unión Africana, de la
Liga de los Estados Árabes, de la
Organización de la
Conferencia Islámica, la mayoría de los
Estados asiáticos y latinoamericanos. La fuerza de los países del MNOAL, en los
inicios del siglo XXI, se encuentra en la actualidad de sus postulados, en el
peso de su legado político e histórico para los líderes contemporáneos y de los
pueblos que luchan hacia la definitiva emancipación de sus naciones.
La
historia y la dinámica del movimiento ejercieron su influjo en la formación del
sistema internacional de la posguerra y en el desarrollo progresista del
Derecho Internacional Público. El MNOAL apoyó el proceso de descolonización y,
como resultado, nuevos Estados independientes fueron incorporados a la política
internacional. El histórico aval del MNOAL está unido a la lucha por el
desarme, en el proceso de proscripción de las armas de destrucción masivas y la
no-proliferación de las armas nucleares, las convenciones sobre la proscripción
de las armas químicas, biológicas, en el espacio cósmico y el tratado para la
prohibición completa de los ensayos nucleares.
Sin
embargo, con la desaparición de la Unión soviética y la consecuente emergencia
de la unipolaridad en las relaciones internacionales, el MNOAL enfrentó un reto
extraordinario. El fin del enfrentamiento entre los dos bloques
irreconciliables que le otorgó razón de existencia, el nombre y su esencia,
supuso para algunos la pérdida de relevancia de este movimiento como actor
internacional. Existió incluso la posibilidad de su extinción, en tanto que
entidad para la articulación de las reivindicaciones fundamentales de los
países del sur. El desplome del sistema soviético y de sus aliados socialistas
trajo el engañoso y vulgar supuesto del “fin de la historia”, de las ideologías
y de la lucha de clases. Se habló de la desaparición del Tercer Mundo, como
foro reivindicativo de los intereses y aspiraciones de los pueblos del sur.
Aunque
el MNOAL mantuvo su vigencia frente a la embestida del imperialismo y sus
detractores en el propio Tercer Mundo, también es una realidad indiscutible que
las particularidades nacionales, regionales y la coyuntura internacional
contribuyeron a reorientar las prioridades y objetivos de sus miembros, lo cual
ha hecho difícil la armonización de posiciones y su unidad sobre los temas más
complejos de la agenda internacional.
Por
tanto, el principal reto del MNOAL sigue siendo la necesidad de buscar
soluciones novedosas y menos formales al mantenimiento de la unidad de acción
en medio de su diversidad y del complejo escenario internacional por la
política agresiva y militarista de los Estados Unidos con la complicidad de la
Unión Europea y otras potencias
capitalistas, que también interactúan en el ámbito bilateral y multilateral con
los países miembros del MNOAL.
El
principal desafío para el MNOAL tiene un carácter orgánico y se relaciona
con la consecución de un sólido proceso de revitalización que haga más efectiva
sus iniciativas y lo convierta en un factor más prominente para la
transformación progresista y revolucionaria de las relaciones internacionales.
En
toda su trayectoria, el MNOAL desarrolló perspectivas geopolíticas en varios
campos relevantes de las relaciones internacionales, pero ha sido, hasta el
presente, un foro de discusión y exposición de los intereses de los países
menos privilegiados del planeta. En el momento internacional actual no solo
resulta perentorio la elevación de su liderazgo en defensa del sur, sino además
la elaboración de una estrategia común para desplegar cierta capacidad de
desarrollo ideológico y una orientación política unificada contra el
imperialismo y sus manifestaciones.
El
hecho de que las posturas del MNOAL siguen siendo el silencio, declarativas o
retóricas sobre las problemáticas mundiales, nos confirma la importancia
estratégica de que los esfuerzos del movimiento, para su revitalización, no
deben quedar en el plano de la política internacional y de sus organismos
diplomáticos multilaterales. El trabajo futuro del MNOAL podría entroncarse
directamente con la lucha de los pueblos, de las fuerzas políticas de izquierda
y de los movimientos sociales por la construcción de un sistema mundial más
justo y acorde con las aspiraciones de las masas populares en todas las
regiones y países.
Revitalizar
el movimiento NOAL en el siglo XXI implica convertirlo en un instrumento de
cooperación y colaboración de alcance global, para la verdadera integración y unificación
de los Estados-nación con similares intereses y afectados por iguales
problemáticas de carácter económico, ecológico y social que tejen el contenido
del conflicto norte-sur en las relaciones internacionales. Aunque en el sistema
mundo globalizado de nuestro tiempo las naciones podrían agruparse según la
interpretación del conflicto norte-sur en países industrializados, en vías
desarrollo o del Tercer Mundo, lo cierto es que la dinámica de sus relaciones
se modifica permanentemente y emergen disímiles áreas de convergencia en las
que resulta impostergable exigir una real cooperación en el eje norte-sur de
los vínculos globales, porque la unión de los países con posiciones afines en
torno a distintos temas de la agenda del MNOAL trasciende la conflictual
división geográfica norte-sur del sistema internacional frente a los legítimos
anhelos de supervivencia de toda la humanidad ante amenazas cada vez mayores
como los peligros de una guerra nuclear y el indetenible avance del cambio
climático.
Dado
que la amenaza de una guerra nuclear y el indetenible avance del cambio
climático están cada vez más lejos de aproximarse a una solución, no deberían
existir dificultades ni objeciones para enlazar coherentemente los temas de la
agenda internacional con la del MNOAL, pues las cuestiones de naturaleza global
requieren de un tratamiento igualmente global ya que aparecen en todas las
agendas, tales como: medio ambiente, desarme -con la redistribución de los
gastos de guerra en asistencia para el desarrollo-, acceso a los mercados y la
tecnología, la lucha contra todas las formas de terrorismo, en especial el
terrorismo de Estado, que practica los Estados Unidos e Israel, la vigencia y
aplicación del Derecho Internacional Público y la exigencia de acabar con todas
las manifestaciones de colonialismo, racismo, fascismo e imperialismo.
Justamente,
el MNOAL debería analizar profundamente las consecuencias de las cruentas
ocupaciones militares de los Estados Unidos y sus aliados en Iraq, Afganistán,
y las nuevas “guerras preventivas” contra los países del sur, que tiene en
Libia el ejemplo más cercano. Así como la injerencia externa y los golpes de
Estados parlamentarios-judiciales que amenazan a la democracia, la paz y la estabilidad
en América Latina. El MNOAL tiene como cardinal desafío contribuir más a la paz
mundial. Es muy importante la ampliación del perfil de sus iniciativas
diplomáticas a fin de exigir, en pleno, el cese inmediato de las amenazas de
guerra imperialista en el Oriente Medio, contra Irán, Siria y Corea del Norte
evitando, en lo posible, que los Estados Unidos continúen con su estrategia
guerrerista en escenarios tercermundistas, lo cual se propone, abiertamente, destruir
la soberanía, independencia e integridad territorial de un grupo significativo
de países No alineados, como ha sido el caso de Venezuela, a la cual le han aplicado una "guerra no convencional" para destruir los logros sociales alcanzados por la Revolución Bolivariana. No hay mejor ocasión que la cumbre del MNOAL que se celebra del 13 al 18 de septiembre en Margarita, para que los países del sur expresen abiertamente su justa solidaridad con el pueblo y la Revolución Bolivariana.
Por
consiguiente, el movimiento MNOAL debería hacer un análisis crítico y
exhaustivo de las actuales relaciones norte-sur, en un contexto de grave crisis
estructural del capitalismo que afecta la vida de los pueblos del sur; pues
antes de la actual crisis económica y financiera que atraviesan los Estados
Unidos y la Unión Europea, las naciones del sur debilitaron sus Estados, porque
abrieron aceleradamente sus economías a la competencia y depredación de los
recursos naturales por las transnacionales y multinacionales al servicio de las
potencias del norte industrializado.
La
consecuencia inmediata ha sido que el sur en su conjunto está afectado por las
políticas proteccionistas que obstaculizan la entrada de sus productos en los
mercados de los países industrializados y los mantiene al margen de los
principales flujos financieros, comerciales y de inversión. El mayor volumen de
comercio mundial tiene lugar entre los países ubicados en el norte. En suma,
unido a la grave crisis económica y social del mundo subdesarrollado, las
corrientes migratorias constituyen otro aspecto esencial de la tendencia a la
marginación de los pueblos del sur y de las persistentes concepciones
discriminatorias, xenófobas en el norte, donde se levantan muros para enfrentar
la avalancha migratoria, pero sin la voluntad política de resolver las causas
que motivan ese complejo fenómeno migratorio.
Otra
prueba para el movimiento NOAL es revertir la indiferencia del norte hacia el
sur en el proceso de toma de decisiones de alcance mundial. Los países del
MNOAL debieran hacer causa común para fortalecer las instituciones de
carácter mundial como las Naciones Unidas, en especial la Asamblea General y la
democratización de su Consejo de Seguridad. En ese sentido, el MNOAL debiera
oponerse firmemente a las posiciones unilaterales de los Estados Unidos y sus
aliados tendientes a debilitar o manipular, en dependencia de sus intereses geoestratégicos,
el funcionamiento de los mecanismos de Naciones Unidas, a la proliferación de
los llamados regímenes internacionales especializados que amenazan con limitar
la proyección multilateral y el trabajo del sistema de Naciones Unidas.
Aun
así, el MNOAL debería prestar especial atención a todas las corrientes
monopolizadoras de los asuntos mundiales por las grandes potencias en foros de
composición restringida para el debate y la adopción de iniciativas de
trascendencia global como el G-7 y el G-20, pues este último intenta consolidar
un espacio semejante con la participación de algunos países del sur que se
distinguen por sus potencialidades económicas, pero que no se encamina
realmente en la búsqueda de una solución a los problemas que aquejan a todo el
Tercer Mundo. Especial significado y repercusión para el sur tiene el
protagonismo político de China, como potencia económica, en el Grupo de los 77,
que representa los intereses económicos de 132 países en desarrollo. Muchos
países del MNOAL desearían contar con una China más activa y favorable a los
intereses del sur ante las posturas hegemónicas de un norte caracterizado por
la asociación estratégica de los Estados Unidos y la
Unión Europea.
Las
fuerzas progresistas desearían un MNOAL con posiciones más enérgicas y una
visión política más crítica sobre la evolución de las relaciones
internacionales actuales, que exija el diseño de una nueva arquitectura
financiera internacional acompañada de un nuevo orden mundial de la información
y de las comunicaciones.
La
esperanza en los No alineados solo será posible de alcanzar si el MNOAL
emprende el desafío de desterrar las divergencias que conspiran contra la
cohesión y el consenso entre sus miembros. Los conflictos en el seno del MNOAL
tienen sus orígenes en los siglos de avasallamiento colonial y neocolonial del
imperialismo. Solamente la unidad del sur podría aportar nuevos cambios
cualitativos para la construcción de un sistema internacional pluripolar
contrapuesto a la unipolaridad e incluso a la alternativa de recomposición
multipolar de las relaciones internacionales por iniciativa de los Estados
Unidos y las potencias interesadas en la consecución de un equilibrio de poder
que sirva para perpetuar la dominación de los Estados más débiles del sistema y
practicar una política coordinada hacia la contención o el retroceso del
fenómeno revolucionario mundial en el siglo XXI, lo que impediría el resurgir
de una nueva correlación de fuerzas internacionales favorable a los países del
Tercer Mundo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario