miércoles, 6 de septiembre de 2017

El conflicto nuclear de Corea del Norte y los principales actores implicados


Por Leyde E. Rodríguez Hernández

 

El pasado domingo, 3 de septiembre, la República Popular Democrática de Corea (RPDC) llevó a cabo su sexta prueba nuclear, probando una bomba de hidrógeno que –según las autoridades norcoreanas–, fue diseñada para ser portada por misiles balísticos intercontinentales. 
 
Pocos días antes, el 29 de agosto uno de los proyectiles de la RPDC sobrevoló la isla japonesa de Hokkaido y cayó en el océano Pacífico.

El líder norcoreano, Kim Jong-un, ha efectuado más de 80 lanzamientos durante su mandato, una cantidad mucho mayor que el total de pruebas realizadas por sus predecesores desde 1984, cuando Pyongyang lanzó su primer misil balístico. Solo en agosto de 2017, Corea del Norte realizó cuatro pruebas de misiles. 


La prueba efectuada por la RPDC de su bomba de hidrógeno ha elevado aún más las tensiones en la península coreana, desatando una fuerte condena por parte de las principales potencias. El presidente de Rusia, Vladímir Putin, la primera ministra de Reino Unido, Theresa May, el presidente de Francia, Emmanuel Macron, entre otros mandatarios, y también el secretario general de la ONU, António Guterres, criticó las acciones de la RPDC. 

El   conflicto   por   el   programa   de   misiles y nuclear de la RPDC está considerado como uno de los más peligrosos del sistema internacional actual.  Para su comprensión, es necesario remontarse a los orígenes de la guerra fría; al surgimiento de la estrategia nuclear; al armisticio que selló las hostilidades militares de la guerra de Corea (1950-1953), pero que dejó a ambas partes técnicamente en guerra y a la península dividida; al establecimiento de bases militares con armas nucleares en Corea del Sur; a los ejercicios militares que cada año Estados Unidos y sus aliados realizan muy cerca del territorio de la RPDC; a cuando la RPDC fue calificada como un “estado villano” o parte de un inexistente “eje del mal” en las estrategias de “seguridad nacional” estadounidenses.     
  
Lo cierto es que tampoco han faltado algunos esfuerzos diplomáticos para evitar el conflicto. Los principales implicados, la RPDC, Corea del Sur, Japón, Estados Unidos, China y Rusia, han tratado infructuosamente desde el 2009 de alcanzar una solución en negociaciones directas o multilaterales con Pyongyang, lo cual ha servido de pretexto para que Estados Unidos insista en la imposibilidad de nuevas conversaciones y exija que el Consejo de Seguridad de la ONU tome las medidas más duras posibles contra la RPDC, ya que percibe que con sus pruebas misilisticas y nucleares está "pidiendo una guerra", según la interpretación de la embajadora estadounidense ante Naciones Unidas.

Después de estos antecedentes, es importante examinar los argumentos y posiciones de los principales actores en el conflicto: 

RPDC:  

Para el líder, Kim Jong-un, el desarrollo de bombas nucleares y de misiles es una garantía de supervivencia ante la posibilidad de un bombardeo estadounidense al estilo de los ocurridos en la antigua Yugoslavia, Afganistán, Libia y a los que realiza la coalición liderada por Estados Unidos en Siria. Aunque su padre y predecesor, Kim Jong-il, fallecido en 2011, se comprometió al principio a negociar, Kim Jong-un se niega a ello. La RPDC se siente amenazada por Estados Unidos y Corea del Sur, considerándolos responsables de las causas de este conflicto y por eso desafía a Estados Unidos con posibles ataques nucleares.  


Pyongyang acusó a Estados Unidos de intentar "difamar" a Corea del Norte acusándola de intentar empezar una guerra, y afirmó que "los comentarios disparatados y beligerantes de 'fuego y furia' del presidente estadounidense Donald Trump" demuestran que es Estados Unidos quien está "pidiendo una guerra". "Con el surgimiento de la administración Trump, Estados Unidos se ha vuelto más temerario" con Corea del Norte, "y no le quedó otra opción  que redoblar sus esfuerzos para fortalecer la fuerza nuclear del Estado", sentenció la Cancillería norcoreana.

Corea del Sur: 

Se mueve entre la reconciliación con el norte y una política estricta de respecto a su vecino. Puesto que Seúl, con 25 millones de personas, se encuentra a solo 50 kilómetros de la frontera y en el rango de alcance de la artillería norcoreana, una guerra sería devastadora para Corea del Sur. La alianza con la superpotencia nuclear de Estados Unidos, que tiene 28.500 soldados destacados en Corea del Sur, tiene el objetivo de amedrentar a Pyongyang. Aunque Seúl quiere perfeccionar sus propios misiles, también el nuevo presidente, Moon Jae-in, ha tratado de rebajar las tensiones con el norte mediante el diálogo.

Sin embargo, la vía del diálogo con Pyongyang parece alejarse. Corea del Sur apostó por blindarse militarmente tras la sexta prueba nuclear norcoreana con nuevas maniobras disuasorias y con el despliegue de armas más potentes junto a Estados Unidos. En esta compleja coyuntura, el ejército surcoreano desplegó ejercicios militares con fuego real, y planea más maniobras conjuntas con Estados Unidos, que podrían incluir el despliegue de portaaviones de propulsión nuclear en aguas próximas a la península de Corea.

El presidente surcoreano, Moon Jae-in, y su homólogo estadounidense, Donald Trump, acordaron medidas disuasorias efectivas y el incremento de la presión internacional sobre el gobierno norcoreano. Ambos pactaron que las fuerzas surcoreanas aumenten la carga de munición de sus misiles, hasta ahora limitada por el acuerdo de seguridad bilateral, y contemplaron la introducción de armas y tecnologías de defensa avanzadas en Corea del Sur. Todo esto se combina con la imposición de la máxima presión posible sobre el gobierno de Kim Jong-un, a través de un nuevo paquete de sanciones del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas que incluya un bloqueo total de petróleo a Pyongyang, con el objetivo de quebrar su resistencia.
  
A pesar de todo eso, el líder surcoreano, Moon Jae-in, ha reafirmado que siempre defenderá la desnuclearización de Corea por la vía pacífica y que su oferta de diálogo al Norte sigue sobre la mesa, aunque su discurso se ha enfriado tras no recibir ninguna respuesta oficial del país vecino y ante las llamadas crecientes a abandonar dicha vía por parte de miembros de su gobierno y de diferentes sectores de derecha de la sociedad surcoreana.

Estados Unidos:
 
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha dado por finalizada la fase de la "paciencia estratégica". El Pentágono respondió que el régimen de Pyongyang se expone a una “gran respuesta militar”, “eficaz” y "aplastante", ante cualquier amenaza contra Estados Unidos, sus territorios en el Pacífico o sus aliados. Trump ha sido el primer presidente estadounidense en amenazar claramente con un ataque militar, algo que hasta ahora no tuvo consecuencias. Mientras tanto, se esfuerza por presionar a la RPDC  política y económicamente, y en reclutar para ese empeño a China y Rusia.

Estados Unidos aboga por impedir a Pyongyang el acceso a las divisas y también presiona a los países que acogen a los trabajadores norcoreanos. La existencia de este enemigo externo y los ensayos nucleares y de misiles norcoreanos, le sirven a Trump para justificar el militarismo estadounidense en la región asiática, continuar con la carrera armamentista nuclear y mantener la presencia militar en Corea del Sur y Japón.

China: 

China luchó junto a Corea del Norte frente a Corea del Sur y Estados Unidos en la guerra de Corea, pero la alianza ya es parte del pasado desde hace mucho tiempo y la relación con Pyongyang nunca fue tan mala como ahora. China trata de lograr negociaciones entre Corea del Norte y Estados Unidos. Alrededor del 90 por ciento del comercio norcoreano se produce a través de China, que participa en las sanciones contra Pyongyang. Sin embargo, Beijing no controla completamente el contrabando y teme un colapso del país vecino, puesto que un conflicto podría llevar a miles de refugiados a cruzar la frontera. Además, en el caso de que un eventual escenario de hundimiento de la RPDC conduzca a una reunificación con Corea del Sur, las tropas estadounidenses podrían establecerse en las fronteras de China. Es por eso que el gobierno chino favorece el actual status quo en la península coreana.

Japón:


Al igual que Corea del Sur, Japón es un aliado militar de Estados Unidos y considera a la RPDC una gran amenaza. Los misiles norcoreanos de medio alcance han caído en varias ocasiones en aguas japonesas o han sobrevolado el país. Japón se quiere proteger con un sistema antimisiles y el primer ministro conservador de derecha, Shinzo Abe, utiliza a la RPDC como excusa para apartarse de la doctrina militar básicamente defensiva del país. En medio de este ambiente de tensión, el gobierno de Japón ha anunciado que está elaborando un plan de evacuación masiva para los 60.000 ciudadanos nipones que residen en Corea del Sur en caso de que el país vecino se viera envuelto en un conflicto bélico, y recomienda no viajar allí a menos que sea imprescindible. 

Rusia: 

La RPDC y Rusia comparten una frontera de apenas 20 kilómetros y una línea de ferrocarril conecta ambos países. Moscú condena el rearme nuclear norcoreano y aplica las sanciones de la ONU. Sin embargo, rechaza cualquier solución violenta al conflicto y exige que Estados Unidos y la RPDC negocien. La presencia del ejército estadounidense en Corea del Sur también incomoda a Rusia, pues la instalación de un sistema antimisiles contra la RPDC debilita la posición estratégica rusa. Como ha sido tradición, Rusia no se inmiscuye en los asuntos internos de la RPDC, uno de los países perjudicados con el desbalance de poder internacional que significó la desintegración de la superpotencia soviética en 1991.  

Rusia reconoce los argumentos de la RPDC de que solo la disuasión nuclear puede protegerla, y que las sanciones por sus programas nuclear y de misiles no la van a detener. Rusia condena los ensayos nucleares norcoreanos, porque considera que son provocadores; pero, al mismo tiempo, ha explicado que la posición norcoreana se basa en los ejemplos de Irak y Libia, acusados de manera infundada de la fabricación y posesión de armas de destrucción masiva y ahora están literalmente en ruinas. Para Rusia, los ejemplos de Irak y Libia deben de ser recordados, y Corea del Norte será el último en olvidarlos. 

Otro actor significativo como el secretario general de la ONU, António Guterres, en declaraciones a los periodistas en la sede de Naciones Unidas, dijo que “la solución debe ser política. Las potenciales consecuencias de una acción militar son demasiado espantosas". "Una retórica de confrontación puede derivar en consecuencias inesperadas", insistió el titular de Naciones Unidas. 

En sus declaraciones a los periodistas, Guterres reiteró varias veces la necesidad de reducir las tensiones a raíz de estas pruebas nucleares, que condenó en duros términos, a la vez que expresó la necesidad de reducir la dialéctica belicista y promover soluciones políticas. "Las guerras no suelen comenzar con decisiones tomadas por las diferentes partes para ir a la guerra", afirmó Guterres, quien recordó cómo estalló la I Guerra Mundial y señaló que suelen tratarse de conflagraciones que estallan "paso a paso".

Así Guterres insistió en que se debe dar oportunidad a las negociaciones diplomáticas, y pidió unidad en el Consejo de Seguridad para enfrentar conjuntamente esta crisis. "Lo que es crucial hoy es garantizar la unidad del Consejo de Seguridad de la ONU. Sólo con una total unidad es posible una presión fuerte" sobre Corea del Norte "capaz de crear las condiciones para que una acción diplomática sea posible", insistió. 

Sobre la base de esa supuesta unidad, el pasado 5 de agosto el Consejo de Seguridad aprobó nuevas sanciones económicas contra el gobierno de Pyongyang, que entre otras cosas prohibió a Corea del Norte exportar, directa o indirectamente, carbón, hierro, plomo, pescados ni mariscos. Diversos medios de prensa se han hecho eco de los comentarios en los pasillos de Naciones Unidas que mencionan la posibilidad de que ahora se apruebe una prohibición en la venta de petróleo a Corea del Norte, pero eso afectaría a la población de ese país. 

No menos importante ha sido el posicionamiento de los líderes de las cinco potencias emergentes Brics (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) reunidos en una cumbre en la ciudad suroriental china de Xiamen, en la que condenaron “enérgicamente” la prueba nuclear conducida el domingo por Corea del Norte y expresaron profunda preocupación por la actual tensión y el prolongado conflicto nuclear en la península de Corea.


En conclusiones, en lugar de reconocer a la RPDC como un Estado soberano y avanzar hacia una coexistencia pacífica, Estados Unidos ha desplegado provocaciones  relacionadas con el fin de efectuar un ataque nuclear preventivo y con la política de “cambio de régimen” en Corea del Norte.  

El sexto y más potente hasta la fecha ensayo atómico de Pyongyang amenaza con desencadenar una escalada armamentística en la región, después de que Corea del Sur y Estados Unidos respondieron con exhibiciones de poderío militar y advertencias belicistas. Una guerra nuclear tendría en sus inicios catastróficas consecuencias para la RPDC, Corea del Sur, Japón, Guam, China y parte de Estados Unidos.   

Ahora la RPDC está más cerca de completar una fuerza nuclear estratégica y es muy probable que casi todas las medidas en su contra tendrán pocas posibilidades de frenarla. Todas las disposiciones militares que adopta Pyongyang constituyen un ejercicio legítimo y justo en la autodefensa de su Estado soberano, para hacer frente a la cada vez mayor amenaza nuclear y la política hostil de aislarla y desestabilizarla, que ya dura una década. 


Pero en tiempos de gatillos alegres, lo mejor sería que el antidemocrático y exclusivo Consejo de Seguridad de la ONU, conformado por las principales potencias que rigen el sistema internacionales actual, se propusieran el logro de una península coreana desnuclearizada y un proceso real de desarme general y completo como en no pocas ocasiones ha solicitado la política exterior cubana, así como la utilización de esos enormes recursos para el desarrollo económico y social de todos los pueblos. 

Para concluir, el caso coreano es una muestra de que la actuación militarista de las potencias imperialistas ha generado la proliferación de armamentos convencionales y de exterminio masivo. Y no solo se arman ellas mismas, como base de su poder en el plano internacional, sino que hacen grandes negocios suministrando armas y tecnologías militares a otros estados, contribuyendo a las tensiones y los conflictos en diversas áreas del sistema internacional. La proliferación de armas nucleares conduce a la difusión del poder por estados medianos y pequeños y ha aumentado los riesgos de una guerra nuclear.  


Todo lo anterior se debe al mal ejemplo de las grandes potencias nucleares, que no cumplen con el compromiso de trabajar por el desarme e ignoran los esfuerzos de la gran mayoría de los estados para ilegalizar las armas nucleares, como ocurrió el 7 de julio de 2017 con la adopción en la ONU de un tratado que prohíbe las armas nucleares. 

Ese instrumento multilateral recibió el apoyo de 122 países, el rechazo de Holanda y la abstención de Singapur. Lo peor es que las nueve naciones poseedoras de armas nucleares: Estados Unidos, Rusia, China, Reino Unido, Francia, India, Pakistán, Corea del Norte e Israel, decidieron no formar parte de las negociaciones celebradas entre el 15 de junio y el 7 de julio de 2017, al igual que otras apegadas a la doctrina de la disuasión nuclear o que cedieron a presiones y optaron por ausentarse.

En este crucial momento para la humanidad, resulta evidente el alto valor simbólico que América Latina y el Caribe, en la II Cumbre de la CELAC, en su Proclama de Paz, haya abogado por una “integración que fortalezca la visión de un orden internacional justo, afirmado en el derecho y en una cultura de paz que excluye el uso de la fuerza y los medios no legítimos de defensa, entre ellos las armas de destrucción masiva y, en particular, las armas nucleares”. [1]   

Notas:

[1]    Véase Proclama de América Latina y el Caribe como Zona de Paz. II Cumbre CELAC,  
            La  Habana, 28 y  29  de enero de 2014. Folleto impreso.

Fuentes: Despachos Cablegráficos de DPA (Alemania); AFP (Francia); EFE          
                  (España).                                                       



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