jueves, 12 de octubre de 2017

El socialismo es el horizonte de nuestros pueblos






Las últimas jornadas han sido particularmente emotivas para los revolucionarios de todo el orbe. De un lado, la presencia perenne de la figura inmortal  del Che Guevara –cuyo legado nos llega límpido a 50 años de que imperialistas y cipayos pretendieran infructuosamente esconderlo bajo piedras y páramos-, en la misma medida en que emerge con igual transparencia esa clarinada que partió en dos la historia de la humanidad, cuando un grupo de luchadores rusos, bajo la guía de ese genio que es Vladimir Ilich Lenin, tomó el cielo por asalto en aquel memorable octubre rojo, cien años atrás.

Un atributo de los que no dejamos de soñar es beber de deforma creativa sobre las grandes epopeyas y figuras que, a lo largo del tiempo, cimentaron el camino hacia nuevas utopías. Los símbolos, nadie puede tener duda de ello, forman parte de nuestra coraza ideológica. Lo que ellos representan entraña un legado que, convertido en destacamento de refuerzo en la óptica fidelista, se suma desde posiciones protagónicas a las peleas cotidianas que libramos, en escenarios cada vez más complejos.

Esa convicción nos compulsa a examinar con amplitud, y a considerar sin temor alguno cada uno de sus componentes, los procesos y personalidades que contribuyeron a cambiar el rumbo de los acontecimientos. Ello aconteció, en buena medida, porque  hombres y mujeres de carne y hueso no se quedaron con los brazos cruzados y supieron nadar a contracorriente, bajo la premisa de que –a la larga y pese a revese tácticos- el tiempo y la razón están del lado de los pequeños que no se quiebran y saben mantener la frente erguida.

Esas premisas inspiran a los participantes en las III Conferencia de Estudios Estratégicos: “Transición hacia un nuevo orden internacional: desafíos, amenazas y oportunidades”, la cual fue convocada por el Centro de Investigaciones de Política Internacional (CIPI), con el coauspicio del Instituto Superior de Relaciones Internacionales (ISRI) y el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO), entidad que festeja cincuenta años de creada.

En la sede del ISRI fue inaugurado este encuentro, considerado por los expertos como uno de los foros de mayor significación concebido desde los enfoques del marxismo y el pensamiento crítico emancipatorio en todo el continente. El Dr. Adalberto Ronda Varona, director del CIPI tuvo a su cargo las palabras de apertura, en las cuales, además de agradecer el trabajo de múltiples instituciones expresó: “En Cuba estamos de pie, luchando y venciendo. Estas sesiones son un homenaje al Che, a CLACSO y la demostración de que tenemos claridad acerca de cuales son los ejes temáticos donde necesitamos concentrarnos desde la ciencia y la teoría revolucionaria”.

 

Dejó constancia en sus palabras sobre el beneplácito de los organizadores de este fórum académico por el hecho de contar con 129 ponencias, en 32 paneles, que representan a 35 universidades, 19 centros de investigación y 13 fundaciones de 25 países, lo que habla a las claras de la ascendencia del encuentro antillano en todo el hemisferio.

La actividad estuvo presidida por José Ramón Balaguer Cabrera, miembro del Secretariado del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y jefe de su Departamento Internacional; Elba Rosa Pérez Montoya, ministra del Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente; Marcelino Medina, viceministro primero de Relaciones Exteriores e Isabel Allende Karán, rectora de la casa de altos estudios anfitriona.

El Che está más vivo que nunca

En la jornada inaugural se impartieron dos conferencias especiales. En la primera de ellas el Dr. Pablo Gentili, Secretario General de CLACSO, destacó el orgullo que implica para su organización, la cual agrupa a más de 600 instituciones en 47 países, formar parte de un intercambio de esta naturaleza, dedicado a aportar luces sobre cómo conjurar los grandes desafíos asociados a la lucha antiimperialista a escala global.
Sobre el Guerrillero Heroico afirmó: “La gran responsabilidad que tenemos es recuperar su legado. Necesitamos ser coherentes. El Che no murió. Él nos enseña que hay que vivir como se piensa, para transformarnos cada uno de nosotros en ejemplo de las causas por las que luchamos”.


En su análisis, a través del cual rindió tributo a la memoria del destacado intelectual cubano Fernando Martínez Heredia, recientemente fallecido, explicó que nuestros países son el resultado de “un modelo colonial y esclavista que se instauró durante siglos, el cual perpetuó la pobreza y la exclusión y levantó sociedades sobre la base del saqueo. Ese capitalismo de extracción, que nos expropió la democracia, la participación y los conocimientos, entre muchas cosas que nos usurpó, ha sido montado como una ficción discursiva, que solo puede sostenerse desde la alienación”.

El catedrático argentino dijo que no le gusta pensar la historia como la sucesión de ciclos, “porque ello implica pensar que así como un sistema nace está condenado a morir y ello denota un determinismo fatal que nos aleja de la esencia del asunto. Pienso que lo ocurrido en los últimos quince años fue un impulso, más  allá de las denominaciones y tintes en cada caso, el cual confirma que la historia avanza de manera sinuosa, con curvas inevitables pero también con grandes sorpresas”.

En su disección sobre las experiencias de lucha reciente en la región, subrayó tres cuestiones.  “El éxito de una reforma social -la primera de ellas- depende de decisiones políticas que guían la economía y no de decisiones económicas que guían la política. En mi criterio entender esto es de la mayor importancia. No se trata de que el aumento del precio de productos naturales como el petróleo hiciera que se aplicaran esas políticas. Acceder a esa idea, de la que tristemente se hace eco una parte de la izquierda, es adscribirse a interpretaciones economicistas y despolitizadas las cuales le cercenan la extraordinaria riqueza a lo que sucedió. Estos enfoques no están lejos de las apreciaciones del Banco Mundial”.

Ante un auditorio que siguió con atención sus comentarios afirmó: “Lo que pasó en América Latina fue producto de decisiones políticas que se aplicaron. Desde que el inolvidable Comandante Hugo Chávez se instaló en el corazón del pueblo optó por transformar la sociedad venezolana y ello reflejó una voluntad. Esa idea nos lleva a que es posible proseguir un sendero, con independencia de la cuestión económica (lo que no implica en modo alguno ignorar eta esfera) si se tiene en verdad la voluntad y disposición para avanzar”.

El segundo aspecto que ponderó fue: “La política que combate la pobreza es necesaria para reducir la desigualdad pero no necesariamente la reducción de la pobreza reduce la desigualdad. Ambas lacras son, en América Latina y el Caribe, mucho más que una cuestión económica. El capitalismo contemporáneo produce y reproduce la desigualdad no solo impidiendo que se acceda a bienes de consumo, sino a través de grandes flagelos como la violencia. Vivimos como si hubiera una guerra permanente. Es el área geográfica con mayor tasa de asesinatos del mundo. En Siria, por ejemplo, mueren cada mes más de 2000 personas, en Brasil lo hacen más de 3000. En el Gigante Sudamericano son víctimas mortales de la violencia cada año más de 40 000 personas. Por peleas en los entornos primarios de socialización fallece un 25 %; debido al delito muere otro 35 % y el 40 % restante es debido a la policía y las fuerzas de seguridad que asesinan porque sí a los pobres, los negros y los desprotegidos. De las diez ciudades más violentas del mundo, 7 son latinoamericanas”, añadió.

Sobre esta idea prosiguió: “La violencia es una de las causas más visibles de la desigualdad. Disminuimos la pobreza pero no la violencia. Algunos especialistas de izquierda creen que los pobres generan la violencia, cuando en verdad este sector la sufre. Son los ricos quienes la producen cada vez más a través de formas que brutalizan la discriminación social y la militarización de los espacios. En Colombia, en medio de todos los avatares y el clima generado con el proceso de paz, más de 200 líderes campesinos han sido asesinados por las estructuras paramilitares que nunca desaparecieron”.

Como tercer elemento apuntó: “La democracia vive en un constante estado de amenaza porque la desigualdad corroe. No podemos olvidar la dimensión subjetiva de la democracia. Se trata de una forma de entender y concebir como nos posicionamos dentro de las relaciones de poder que marcan a la sociedades”.
Sobre algunas de las cifras que revelan el profundo abismo entre los privilegiados y los vilipendiados de siempre dijo: “En Chile el 10 % más pobre tiene que trabajar 175 años sin parar si quiere ganar lo que reciben en un mes el 1 % más rico. En República Dominicana serían 200 años, mientras que en Honduras, aunque parezca algo de ciencia ficción, tendrían que haber empezado a laborar 70 años antes de la llegada de Cristóbal Colón (es decir en 1422) si desean vivir con los estándares de los opulentos. En Bolivia, aún en medio del despliegue incesante de Evo Morales, 250 personas tienen el equivalente  al Producto Interno Bruto (PIB) de todo el país. En Guatemala la cifra de portentosos de otra galaxia –en cuyas manos está el equivalente a la riqueza de la nación- es de 100. Todavía más espeluznante: en América Latina 30 personas poseen los recursos de 300 millones de habitantes. No en balde los pobres consideran que este tipo de democracia sirve solo para reproducir el poder de los adinerados”, apostilló.

Meditando sobre la urgencia de explicarle bien a los sectores desprotegidos las naturaleza y el alcance de las transformaciones emprendidas, puso como ejemplo que: “En Brasil se le preguntó a las mujeres beneficiadas en el programa Bolsa Familia, acción llevada a cabo por los gobiernos de Lula y Dilma que mejoró la vida a más de 40 millones de personas. El 75 % de las féminas encuestadas dijo que los éxitos experimentados era gracias a Dios, y solo un 5 % lo relacionó con políticas públicas. Hace unos días estuve en Uruguay y los compañeros del Frente Amplio me contaban que en un estudio similar emprendido por ellos la respuesta fue que las mejorías eran producto del país, sin reconocer el papel transformador de la actividad política.”

Consignó también que la brecha entre hombres y mujeres se incrementó, en cuanto a percibir ingresos y como expresión de un orden erigido sobre el poderío patriarcal. “De las 200 universidades más importantes de América latina solo 18 están dirigidas por rectoras, si bien las féminas son la mayoría de la matrícula”.

En el cierre de su exposición aseveró: “Los procesos de cambios son importantes, pero apenas representan y deben ser pensados como el inicio de una batalla de más larga proyección. Hay que tener cuidado en creer que la democracia es solo un problema de gestión y no de participación popular. La Revolución no es de arriba hacia abajo, ni una actividad secuencial transmitida desde el estado. La Revolución Cubana es un ejemplo impresionante de qué se puede logar con el pueblo como protagonista. Eso me lleva a invocar a un Che inspirador y visionario que se enroló en la travesía de recorrer esta región en su motocicleta junto a su amigo Alberto Granados. Ese viaje en la “Poderosa” le permitió conocer nuestra realidad, desde una ética enorme, acervo que fungió como detonante para su vocación ulterior de luchar sin descanso contra los oprobios que observó. Esa voluntad irrefrenable de actuar del Che tiene que contagiarnos”, finalizó.

Cada cubano lleva consigo a su propio Che

La segunda conferencia especial corrió a cargo de Gerardo Hernández Nordelo, Héroe de la República de Cuba y vicerrector del ISRI. Gerardo, en una muestra de humildad, confesó que sintió un poco de temor cuando recibió la tarea de hablarles a los participantes, de manera especial porque en el público se encontraban varias personas que trabajaron junto al Che, así como intelectuales que se dedican a estudiar su obra.

Dijo que encontró como única solución compartir la manera en que el Che ha estado presente a lo largo de su vida, y que en ello tenía coincidencia con cualquier compatriota, ya que todos los cubanos llevamos con nosotros la icónica figura del revolucionario ejemplar.
 
Fue así que, apoyándose en el testimonio gráfico, desgranó recuerdos desde sus etapa de pionero de sexto grado (los asistentes sonrieron cuando dijo de memoria el texto que se aprendió en Tarará, y con el cual recibía a los visitantes en la casa que el Che utilizó para recuperarse de una de las afecciones pulmonares, producto de los constantes ataques de asma que sufría) pasando por el cumplimento de la misión internacionalista en Angola hasta el período de injusta prisión en cárceles estadounidenses.

“Siempre nos inspiró el ejemplo del Che. En las condiciones más inverosímiles algún recluso conocía su obra. Varias veces, por otro lado, les facilitamos libros a otros que después llegaron a tatuarse su rostro en el brazo. Pese a las políticas por silenciar todas nuestras causas el imperio no pudo impedir que las virtudes  del inolvidable combatiente se esparcieran y germinaran en muchos lugares, incluyendo entre los jóvenes de esta institución llamados a continuar la inmensa obra de la política exterior cubana”, expresó con emoción.

En la propia sesión de apertura la Dra. Ana Sánchez Collazo, directora del Centro de Estudios Martianos (CEM), entregó la Distinción “Pensar es Servir” a CLACSO, “a partir de la extraordinaria labor desarrollada durante estas cinco décadas”, al tiempo que le confirió a Pablo Gentili, el reconocimiento “40 Aniversario del CEM”, tomando en cuenta su labor y liderazgo en el período en el que ha ocupado la Secretaría General de esta institución.

Gentili, a su vez, le otorgó el “Premio Latinoamericano y Caribeño de Ciencias Sociales CLACSO 50 Años” a Suzy Castor, de Haití, quien es desde hace tiempo una de las mentes más lúcidas de la región. Castor, nacida en 1936, es autora de una obra impresionante en el campo de la historia y las ciencias sociales en general. Obligada durante la dictadura Duvalierista al exilio por más de 30 años, residiendo en México y Cuba, se doctoró en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) a principios de los años 70 de la centuria anterior. Castor no pudo asistir a recibir el galardón por cuestiones de salud, pero mandató para ello a la Dra. Milagros Martínez, una de las grandes promotoras del trabajo de la Cátedra del Caribe Norman Girban de la Universidad de La Habana. Martínez remarcó la “marcada honestidad intelectual de Suzy” y “la necesidad de que conozcamos sus investigaciones, las cual reflejan en toda su diversidad y valor esa parte de nuestros pueblos que ha permanecido oculta para las grandes mayorías”. “A Suzy le debemos muchos homenajes por su valentía, llamando las cosas por su nombre, y por ser un referente de lo que significa un intelectual comprometido con su tiempo histórico y el futuro de la humanidad”, precisó.

⃰ Licenciado en Historia; Máster en Seguridad y Defensa Nacional y Profesor Auxiliar del Centro de Estudios Hemisféricos y sobre Estados Unidos (CEHSEU) de la Universidad de La Habana. 

http://www.trabajadores.cu/20171012/socialismo-horizonte-pueblos/



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