El cierre de la III Conferencia de Estudios Estratégicos: “Transición
hacia un nuevo orden internacional: desafíos, amenazas y oportunidades”
-convocada por el Centro de Investigaciones de Política Internacional
(CIPI) y que acogió en su sede el Instituto Superior de Relaciones
Internacionales “Raúl Roa García” (ISRI)- sirvió para proseguir con el
examen descarnado sobre las problemáticas contemporáneas, tomando como
vórtice el arsenal que emerge de los enfoques marxistas y del
pensamiento crítico emancipatorio en general.
En realidad hay que felicitar a los organizadores, pues concibieron
una agenda de trabajo que en todo momento garantizó la presentación de
ponencias y el desarrollo de debates de alta calidad, en los cuales se
enrolaron prestigiosos académicos de casi una treintena de naciones. A
ello se añade (valor que incrementó los horizontes del encuentro) la
participación de la mayoría de los estudiantes del ISRI, a quienes
corresponderá en los próximos años la extraordinaria misión de continuar
multiplicando el enorme prestigio de la política exterior de la
Revolución Cubana, cimentada sobre la base de una ejecutoria ejemplar a
lo largo de décadas y apegada a principios inviolables.
Entre las numerosas temáticas que movilizaron al auditorio –imposible
de reseñar cada una de ellas en breves líneas- estuvo la del Dr. José
Luis Rodríguez García, asesor del Centro de Investigaciones de la
Economía Mundial (CIEM), titulada: “Escenarios de la economía
internacional a mediano plazo: Impactos previsibles para Cuba”. En sus
palabras el destacado investigador alertó que: “En el año 2030 se
calcula una población en todo el orbe de alrededor de 8500 millones de
habitantes, lo cual supondría un incremento de un 30 % de agua, un 40 %
de energía y un 50 % de alimentos con respecto a los volúmenes actuales.
Esas cifras evidencian los complejos desafíos para la propia existencia
de la especie humana. Hay que considerar con mucha fuerza, asimismo,
los efectos del cambio climático, las modificaciones en las dinámicas
sociopolíticas internas de los países y las relacionadas con los ejes de
poder a escala planetaria”.
En su documentada exposición abordó el agotamiento del modelo
capitalista. “Solo si mencionáramos los derivados financieros
comprobaríamos que por esta vía se generan 1200 billones de dólares,
veinte veces el Producto Interno Bruto (PIB) mundial, una de las tantas
expresiones de ese orden caótico. Por otro lado, hay una reducción de la
hegemonía de Estados Unidos, lo cual no quiere decir que se renuncie a
utilizar el poderío militar como instrumento de primer orden para la
resolución de las tensiones. El año anterior estallaron 51 conflictos,
al tiempo que los ritmos de crecimiento globales disminuyeron del 4 a un
2 por ciento. Para que se tenga una idea de la profundidad en el cambio
de los escenarios futuros, la República Popular China pasará de poseer
un 7 % dentro del PIB mundial a un 25 % en poco más de diez años,
mientras EE.UU., descenderá del 27 al 19 por ciento”, precisó.
Con relación a Cuba, significó el descomunal esfuerzo que se realiza
de forma cotidiana para garantizar el sostenimiento de nuestras
principales conquistas, en medio de un panorama foráneo verdaderamente
desolador. “Tenemos una economía abierta y ello es una condición que no
puede ignorarse en ninguna valoración. Entre el 2009 y el 2016 la tasa
de crecimiento fue de 2,3 %, si bien nos propusimos un 4 por ciento.
Hubo sectores en los últimos años de especial relieve como el turismo el
cual, entre el 2015 y el primer semestre del 2017, creció un 35 por
ciento”.
De igual manera elogió que: “Hemos honrado los compromisos contraídos
en cuanto al pago de deudas y ello, además de acrecentar el prestigio
del país, permite que se reactiven mecanismos de financiamientos a
corto, mediano y largo plazos, imprescindibles para el desarrollo de la
nación en diversos frentes, entre ellos el de infraestructura”.
Rodríguez García remarcó que: “Para que crezca el 1 % el PIB nacional
las importaciones deben crecer alrededor del 3 por ciento. En esta línea
es útil ganar en claridad también sobre las inversiones extranjeras,
estimadas sobre 2000 millones anuales, como vía de garantizar nuestros
objetivos estratégicos”, aseveró.
Todo imperio es víctima de sus propias contradicciones
Uno de los paneles que abordó cuestiones concernientes al centro de
poder imperial fue el que tuvo como tópico: “Estados Unidos, política
interna y exterior en la administración Trump”, bajo la conducción del
DR. Raúl Rodríguez Rodríguez, director del Centro de Estudios
Hemisféricos y sobre Estados Unidos (CEHSEU) de la Universidad de La
Habana. En el mismo se presentaron las ponencias “Algunas
consideraciones sobre la proyección de la política interna y exterior de
la Administración de Donald Trump”, de la Dra. Soraya Castro Mariño,
del CIPI; “Los territorios de la guerra”, de la Dra. Ana Esther Ceceña,
de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM); “Donald Trump y la
crisis del imperio estadounidense”, del Dr. Carlos Alzugaray Treto, de
la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) y la política exterior
del gobierno de Estados Unidos y el Derecho Internacional bajo la
presidencia de Donald Trump: Un enfoque de sus posibles proyecciones”,
del MSc. Harold Bertot Triana, del CEHSEU.
En su trabajo Alzugaray Treto -vinculado a las cuestiones
internacionales como diplomático, profesor y analista durante más de
cincuenta años- reflexionó sobre varios aspectos, entre ellos las ideas
planteadas por Paul Kennedy acerca del “sobredimensionamiento imperial”
en su libro Auge y caída de las grandes potencias, catalogado por los expertos como un clásico en la materia.
“Considero que todo imperio es víctima de sus propias contradicciones
y eso, invariablemente, los hace caer. Ello no niega que, una vez han
desaparecido, dejen huellas surgidas de la amargura y la prepotencia en
disímiles facetas”, a lo que añadió: “Estados Unidos está profundamente
dividido por sus desigualdades, incluyendo que la clase media se ha ido
destruyendo. Es en este contexto que Trump vuelve a la exaltación del
excepcionalismo norteamericano y de retomar su codiciado status de number one en la palestra internacional”.
Recordó que uno de los grandes periodistas estadounidenses, Walter
Ligman, escribió un texto donde explica la necesidad de un coherencia
entre los objetivos y capacidades de una nación, a la hora de llevar
adelante sus aspiraciones en política exterior. De no existir una
correspondencia entre esas dos cuestiones entonces se produciría lo que
Paul Kennedy llamó la “brecha de Ligman”. “Esta herramienta
metodológica es clave, dijo, para hacer una disección con profundidad
sobre el momento histórico por el que atraviesan los Estados Unidos”.
Aclaró que: “El orden liberal está preñado de falacias y mentiras. Se
trata de una construcción ideal que en verdad nunca existió, mediante
la cual se nos impuso un patrón de análisis que desafortunadamente caló
hondo en el imaginario popular global”.
En el cierre de su intervención explicó que: “Los partidos políticos
estadounidenses llevan tiempo haciéndose inoperantes, si bien ha sido
imposible cambiarlos o que desaparezcan. Sigue siendo aquel un sistema
marcado por el bipartidismo asociado con republicanos y demócratas.
Trump, más allá de las singularidades, es parte de un sistema. Estoy de
acuerdo con la idea de Sussan Streight de que los cuatro tablearos donde
se juega el orden mundial es en el de la producción, las finanzas, la
seguridad y el componente militar, y la comunicación. Estados Unidos
sabe que su fuerza hoy no es la que emanó luego de la II Guerra Mundial
en ninguno de estos campos, aunque mantenga la posición de vanguardia”,
finalizó.
Ceceña, por su parte, trajo ante el público numerosas imágenes y
mapas que ponen al descubierto, “Las fechorías y transgresiones que se
ejecutan a partir de lo que se denomina como ´brecha crítica´, tomando
en cuenta los recursos naturales presentes en las distintas zonas del
planeta y las apetencias imperiales que no cesan”.
En una pormenorizada caracterización sobre varias de las figuras que
en realidad ejercen un papel preponderante en la administración Trump,
subrayó “la procedencia militar de varios de ellos y su participación en
diferentes tareas en estructuras como el Comando en Asia Central, donde
ensayaron procedimientos y conductas que quieren instaurar a escala
global. Es el caso de Michael Flyyn, Asesor de Seguridad Nacional quien
tuvo que renunciar apenas el 13 de febrero, a partir, en el plano
formal, de sus conversaciones con el embajador ruso en Washington y
mentir sobre ello al vicepresidente Mike Pence (es una madeja en
realidad mucho más compleja); John Kelly, al frente primero del
departamento de Seguridad Interna y desde el 31 de julio Jefe de
Gabinete de la Casa Blanca; de Kirsten Nielsen, quien acaba de ser
nombrada en la vacante abierta por Kelly en el Homeland Security,
y de Herbert Raymond McMaster, el cual sustituyó a Flyyn como Asesor de Seguridad Nacional”.
En sus palabras, Ceceña llamó la atención sobre otras figuras que,
“si bien a las sombras tienen un poder enorme como Eric Prince, fundador
y director de Blackwater; Jared Kusnher, Consejero Superior de Trump
(está casado con su hija Ivanka) y Stephen A. Feinberg, presidente de
Dyncorp y consejero extraoficial del mandatario estadounidense. No
podemos perder de vista las decisiones que adoptan, por el peligro
potencial que ellas entrañan, máxime cuando el modus operandi es que no salgan a la luz sus maquinaciones”, espetó.
El panel “Geoestrategia y polos de poder regional y global”, moderado
por el MSc. Santiago Espinosa Bejerano, incluyó los trabajos: “Las
relaciones India-Estados Unidos: historia, actualidad e implicaciones
para el contexto regional asiático”, del Lic. Manuel Alejandro Guerrero
Cruz; “La política exterior de Irán. Retos y perspectivas”, de la MSc.
Gisselle García Dorén; “La Política de Rebalance hacia la región Asia
Pacífico y la era Trump”, del Embajador Pedro Monzón Barata, todos ellos
del CIPI; “La política hacia la inmigración en el contexto de la
Administración Trump: actualidad y desafíos”, del Dr. Antonio Aja Díaz,
director del Centro de Estudios Demográficos (CEDEM) de la Universidad
de La Habana y de la MSc. María Ofelia Rodríguez Soriano, de la propia
institución, y “Factores en la política de Trump hacia América Latina:
retos y oportunidades”, escrita por quien suscribe estas líneas en
coautoría con el Dr. Luis René Fernández Tabío, del CEHSEU:
García Dorén expresó: “El gobierno iraní reconoce sus capacidades
como potencia media a escala mundial, con un creciente protagonismo. Se
distingue por el desarrollo de una política exterior activa, favorecida
por el acelerado proceso de multipolarización económica y política del
sistema internacional por parte de las potencias emergentes (como es el
caso de los países que integran el grupo BRICS). Entre las principales
estrategias desarrolladas por la República Islámica de Irán para la
esfera económica está el incremento de la concertación con los países
exportadores de petróleo (integrantes de la OPEP y no OPEP), la
diversificación de las inversiones en el sector energético y los
constantes pronunciamientos en contra de la corrupción. En el ámbito
político diplomático se evidencia un aumento en las visitas de alto
nivel, con ciertas prioridades, particularmente con Siria y figuras
políticas aliadas de la región”.
Sobre el tema nuclear -en un entorno donde el presidente Trump
planteó que el acuerdo suscrito por el presidente Barack Obama con el
gobierno iraní fue de los “peores arreglos firmados jamás por EE.UU.”-
la joven especialista dijo que: “El cumplimiento del proceso de
implementación del Plan Integral de Acción Conjunta, firmado por el G5+1
el 14 de julio de 2015, constituye la principal incertidumbre
estratégica para la política exterior iraní en el corto plazo. El
gobierno persa mantiene su interés en avanzar desde el entendimiento
diplomático y continuar desarrollando el programa nuclear con fines
pacíficos. La administración Trump lleva el tema en una escala en la que
se distingue un endurecimiento de la retórica y el predominio de una
línea dura por parte de las principales figuras vinculadas al ámbito
militar estadounidense. La voluntad política del resto de los países
firmantes del acuerdo será determinante para que el proceso no retroceda
o llegue a los niveles de tensión entre Estados Unidos e Irán
alcanzados durante la administración de George W. Bush”.
En sus conclusiones manifestó: “Irán intentará enfrentar a las
amenazas externas y abrirse espacios económicos, comerciales y de
cooperación en distintas regiones del mundo que le permitan
contrarrestar los efectos negativos de las acciones de los polos de
poder imperialistas”.
Hay que construir la unidad entre los sectores que no se resignan a la dominación imperialista
Los autores de la ponencia: “Factores en la política de Trump hacia
América Latina…”, expresamos como conclusiones preliminares que: “Es en
extremo difícil -dado los problemas apuntados, el alto grado de
incertidumbre y contradicciones del que es portador la administración de
Donald Trump- poder identificar cual es el vector resultante de
política exterior hacia la región, ni mucho menos sobre los asuntos
particulares y países que han recibido mayor atención y acciones
específicas que se puedan valorar. Más allá de los cambios anunciados, y
las consecuencias de sus aplicaciones prácticas, en la medida que ello
suceda, la oposición de fuerzas políticas internas, las condiciones
estructurales de las relaciones, y la permanencia de actores a escala
regional y mundial que no se subordinan a sus intereses y dictados, hace
pensar en una tendencia a la continuidad de las relaciones
interamericanas, si bien erosionados varios de sus presupuestos
tradicionales. En la práctica existe una política exterior activa para
cada uno de los países y subregiones, en correspondencia con los
intereses y desafíos identificados para su sistema de dominación
regional. No se descarta el empleo de múltiples instrumentos y entre
ellos la creciente manipulación mediática. Se espera una inclinación
mayor al empleo de la fuerza”.
De igual manera consignamos que: “La aplicación de políticas de
orientación neoliberal por los gobiernos de derecha, incrementará a
todas las luces las protestas de los más variados sectores y ocasionará
situaciones de creciente inestabilidad. Las posturas intervencionistas
de Trump, expresadas de un modo muy claro, crearán oportunidades a los
movimientos de izquierda, progresistas y antiimperialistas para retomar
la ofensiva y desplazar del gobierno a las oligarquías pro yanquis. No
será un camino fácil, pero es necesario precisar que si se construye la
unidad entre los sectores que no se resignan a la dominación
imperialista, es factible avanzar en las experiencias que encontraron
nuevos bríos, a partir de la llegada del inolvidable Comandante Hugo
Chávez al Palacio de Miraflores, el 2 de febrero de 1999 y del
pensamiento de figuras extraordinarias como Fidel y el Che”.
El panel: “La nueva correlación de fuerzas en los Estados Unidos”, el
cual fue coordinado por el Dr. Luis Suárez Salazar, de la UNEAC,
incorporó las presentaciones: “Donald Trump y el ascenso de la derecha
estadounidense: Crisis del liberalismo, caos sistémico e impactos sobre
el orden internacional”, del Dr. Carlos Eduardo Martins, de la
Universidad Federal de Río de Janeiro; “Continuada decadencia en materia
de Ciencia- Tecnología-Innovación. Retos y oportunidades para América
Latina y el Caribe”, del Dr. Fabio Grobart Sunshine, del Centro de
Investigaciones de la Economía Internacional (CIEI), de la Universidad
de La Habana; “Relaciones EE.UU.-Rusia y el regreso de la confrontación:
retos y oportunidades”, del MSc. Santiago Pérez Benítez, subdirector
del CIPI; “Trump en su laberinto”, del Dr. Marco A. Gandasegui, de la
Universidad de Panamá y “Estados Unidos y la nueva correlación de
fuerzas político-ideológicas: la dimensión interna”, del Dr. Jorge
Hernández Martínez, del CEHSEU”.
El foro: “Desafíos de los movimientos sociales y fuerzas políticas
progresistas y de izquierda, frente a la ofensiva de la derecha
internacional”, con Orietta Hernández Bermúdez, del CIPI, concentró los
trabajos: “Una pedagogía muy otra ante la pedagogía de la pertinencia
actual. Tejiendo con el Che ese nuevo andar”, de Samuel Cielo Canales,
de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México; “La derecha radical y
populista en la Europa Occidental: análisis de su discurso político”,
del MSc. Ángel Rodríguez Soler, del CIPI; “La izquierda en el Líbano: su
lucha y desafíos”, del MSc. Sultan Saleem Hamade, doctorante libanés de
la Universidad de La Habana, y “República Democrática del Congo (RDC):
conflicto y desafíos del gobierno de Joseph Kabila”, de la MSc. Yanelexy
Soto Soler, del CEHSEU.
En su trabajo Soto Soler afirmó: “Existen pocas probabilidades de que
se puedan realizar los comicios en diciembre de este año, tal como se
había previsto, por lo que el gobierno de Joseph Kabila tiene numerosos
desafíos para evitar que nuevas regiones se sumen a las ya
tradicionales provincias con focos de conflicto y hacer del
mantenimiento de la paz uno de sus ejes centrales como gobierno. Esto
debería combinarse, además, con el fortalecimiento de las instituciones
que han sido fruto de conversaciones, diálogos y procesos electorales y
no dejar espacio a la corrupción entre los miembros del gobierno y de
las fuerzas armadas, la aceptación del carácter multiétnico del país a
través de la implementación de políticas que garanticen a todas las
etnias y grupos sociales, por igual, el acceso a los abundantes recursos
con cuenta la RDC, así como su participación en el sistema político
congoleño. La inestabilidad política, como resultado de las guerras y
conflictos, así como la carencia de una verdadera plataforma de
oposición que se interese por una concepción no patrimonial, nepotista y
clientelista del poder, hacen muy difícil alcanzar la paz y a la vez
han alejado a la República Democrática del Congo de un desarrollo
económico y social sin las grandes ataduras a las potencias occidentales
y a las poderosas instituciones financieras que ella controlan, pese a
la abundancia de recursos que tiene para emprender este camino”.
Cuba jamás perdió la compostura
En otra de las sesiones de la mesa “Geoestrategia y polos de poder…”,
dirigido en esta ocasión por el MSc. Santiago Pérez Benítez,
subdirector del CIPI, se sumaron los trabajos: “La relaciones Cuba-UE:
principales tendencias e impactos del ejecutivo Trump”, del MSc. Raynier
Pellón Azopardo, del CIPI; “La renovada relación Unión Europea-Cuba:
una mirada desde el Parlamento Europeo”, de Elvira Isabel Hernández
Toledo, del Parlamento Europeo- Izquierda Unitaria Europea, España; “El
Congreso en la conformación de la política exterior de Estados Unidos.
El caso Cuba después del 17D”, de la MSc. Dalia González Delgado, del
CEHSEU y “El Memorando Trump sobre Cuba: inviabilidad de una política
fracasada”, escrito por el autor de este trabajo de conjunto con el Dr.
Luis René Fernández Tabío.
En dicha ponencia expresamos que: “La regresión en cuanto al
tratamiento a Cuba a partir de interpretaciones ideológicas e
intervencionistas, que acrecientan las sanciones económicas y las
acusaciones infundadas, es una vuelta a las etapas opacas llevadas a
cabo por la Casa Blanca. La resultante no puede ser otra que el fracaso,
en la medida en que esas decisiones no tienen sustento en la realidad
objetiva, y los procesos en curso en Cuba, Estados Unidos, la región y
el mundo. Es oportuno apuntar que los sectores retrógrados que se oponen
al avance, de manera previsible no escatimarán esfuerzos y pretextos
(sobre ello alertó desde el propio 17 de diciembre el General de
Ejército Raúl Castro Ruz) para que la comunicación establecida entre
ambos gobiernos implosione. En esta línea debe interpretarse (parece una
narración traída por los pelos, e inspirada en un libreto hollywoodesco
salido de las etapas más álgidas de la confrontación durante la guerra
fría) las supuestas afectaciones a un grupo de diplomáticos
estadounidense y su familiares en La Habana, caso en el que no se
presentan pruebas y los especialistas coinciden en lo “rocambolesco” del
guión escogido. No en balde Marcos Rubio exigió de inmediato el cierre
de la legación diplomática en nuestra capital, a todas luces el
verdadero objetivo de esas agrupaciones y figuras minoritarias, el cual
no pudieron obtener (con independencia de que también se lo exigieron al
mandatario) en el Memorándum del 16 de junio”.
A lo que añadimos: “El anuncio del secretario de Estado Rex Tillerson
el pasado 29 de septiembre, en el que informó sobre la disminución del
personal estadounidense acreditado en La Habana -apenas tres días más
tarde de sostener un encuentro con su homólogo cubano- representa no
solo una “decisión precipitada”, sino una concesión a esos sectores que
desprecian el diálogo como única fórmula viable para allanar el
conflicto histórico entre ambas naciones. (…) En realidad este proceder
de la actual administración –empeñada hasta la saciedad por presentarse
como un ejecutivo original capaz de obtener los mejores dividendos en
todas las esferas- no es en modo alguno novedoso. La decisión adoptada,
por el contrario, reproduce un patrón en el comportamiento político
estadounidense: el uso del pretexto en su doble condición de legitimar,
tanto en el plano interno como a escala foránea, la ulterior respuesta
gubernamental, más allá de que el “detonante” escogido para llevar a
vías de hecho sus pretensiones carezca de veracidad”.
En el epílogo del artículo incluimos que: “La actual coyuntura
regresiva representada por la política de Donald Trump hacia Cuba no
debe establecerse como tendencia a largo plazo. Ella no responde a los
objetivos y motivaciones generales de Estados Unidos, ni a sus intereses
económicos ni a su seguridad nacional, que son los factores esenciales
en la formación de su política exterior. Ni siquiera encuentra respaldo
en los temas principales detrás del lema nacionalista de Trump “America First”;
resaltando además que: “Es más, en una demostración de la estatura
política de los dirigentes antillanos, se señaló más de una vez que el
mandatario estadounidense ha sido mal asesorado, lo que sin dudas
establece una puerta abierta para la comunicación directa, y coloca
sobre el tapete la capacidad desde este lado para ventilar cualquier
asunto. Dicho de otra manera, algo de lo que se han hecho eco decenas de
expertos, Cuba ni perdió la compostura ni dejó de propiciar un ambiente
para que la diplomacia prosiga desempeñado el rol que asumió en la
última etapa de Obama. Esa manera de proceder demuestra potencia,
capacidad de resolución y entereza en el sendero escogido, al tiempo que
reconoce la necesidad del diálogo como sendero para ascender a nuevos
escalones, en la construcción de la denominada ´convivencia
civilizada´”.
Como parte del evento se presentó el libro: “Estados Unidos y la
nueva correlación de fuerzas internacional” (Buenos Aires, Consejo
Latinoamericano de Ciencias Sociales –CLACSO-, marzo del 2016)
perteneciente al Grupo de Trabajo de Estados Unidos de esa institución
que festeja su cincuenta aniversario; así como las revistas “Cuadernos
de Estudios Estratégicos” y “Cuadernos de Nuestra América”, del CIPI y
“Revista Electrónica CariCen. Análisis y debate sobre el Caribe y
Centroamérica”, del Centro de Estudios Latinoamericanos de la Facultad
de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de
México, UNAM.
En las conclusiones de esta III Conferencia de Estudios Estratégicos,
el viceministro de Relaciones Exteriores Rogelio Sierra Díaz destacó la
importancia de los exámenes desarrollados durante los tres días,
aportando elementos de gran importancia para entender los desafíos
actuales y, sobre todo, construir un orden internacional diferente. El
vicecanciller hizo un recuento de los hitos fundamentales de la política
exterior de la Revolución Cubana, diseñada para llevar adelante la
heroicidad de nuestro pueblo y defender las causas justas de cualquier
latitud, y cuyo paradigma principal es el pensamiento del Comandante en
Jefe. “Estamos seguros que otro mundo mejor es posible, y para ello
necesitamos de la teoría y el análisis riguroso y comprometido del cual
se ha hecho gala en estas jornadas”, concluyó.
⃰Licenciado en Historia; Máster en Seguridad y Defensa
Nacional y Profesor Auxiliar del Centro de Estudios Hemisféricos y sobre
Estados Unidos (CEHSEU) de la Universidad de La Habana.
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