Por Leyde E. Rodríguez Hernández
Desde su surgimiento, en una coyuntura de unipolaridad en las relaciones
internacionales, mediante el Tratado de la Unión Europea (TUE) o Tratado de
Maastricht, el 7 de febrero de 1992, la Unión Europea suscitó esperanzas para
millones de personas en el mundo y, en especial, en América Latina y el
Caribe, un continente que ha soportado una historia de colonialismo,
neocolonialismo, injerencias en sus asuntos internos e intervenciones militares
de los Estados Unidos.
A pesar del alineamiento estratégico de la Unión Europea con Estados
Unidos, en las últimas décadas la opinión pública progresista ha deseado la
existencia de un polo de poder que signifique un balance de fuerza estable en las
relaciones internacionales, para el desarrollo equilibrado de la cooperación
internacional multisectorial, la promoción de la paz y la prosperidad
económica, en contraposición a las políticas hegemónicas que generan el
intervencionismo político, militar y la guerra como instrumento de la política
exterior de las grandes potencias.
En ese sentido siempre me he preguntado: ¿Qué sentido o interés tiene para
la humanidad una Unión Europea neocolonialista, militarista e intervencionista
en los asuntos internos de otras naciones soberanas e independientes? Ese tipo
de Unión Europea tampoco es beneficiosa para millones de niños, jóvenes y
adultos que en Europa sufren el desmantelamiento del estado de bienestar social
que disfrutaron durante décadas, mucho antes de que se instauraran las
catastróficas políticas económicas neoliberales.
Recuerdo que Fidel Castro Ruz había comentado que “cuando la Unión Europea
se creó, lo aplaudimos, porque era lo único inteligente y útil que podían hacer
como contrapeso ante el hegemonismo de su poderoso aliado militar y competidor
económico. También aplaudimos el euro como algo conveniente para la economía
mundial frente al poder asfixiante y casi absoluto del dólar.
Cuando en cambio, arrogante y calculadora, en busca de reconciliación con
los amos del mundo, ofende a Cuba, no merece de nuestro pueblo la menor
consideración y respeto.”[1]
Aunque explicado en otro contexto internacional, esa visión sobre la Unión
Europa tiene total vigencia, pero para entenderla a plenitud hay que recordar
que a Cuba se le aplicó la denominada “Posición Común” de la Unión
Europea de 1996, que tenía un carácter discriminatorio, pues condicionaba la
cooperación al avance en materia de derechos humanos y la copia o reproducción
del sistema político pluripartidista que proponen las potencias occidentales,
lo cual hizo que Cuba fuese el único país de América Latina que no tuviera un
acuerdo de cooperación con la Unión Europea.
Por eso resulta trascendental - y hasta promisoria - la visita efectuada a
Cuba por la alta representante para la Política Exterior y de Seguridad de la
Unión Europea, Federica Mogherini, los días 3 y 4 de enero de 2017, así como
las principales enfoques expuestos, ante distintos públicos, sobre cómo
deberán desarrollarse las relaciones entre Cuba y el bloque de países europeos,
reafirmándose así el Acuerdo de Dialogo Político y Cooperación entre La Habana,
Bruselas y los estados miembros de la Unión, suscrito en diciembre de 2016,
cuyas negociaciones estuvieron favorecidas con el restablecimiento de
relaciones cubano-estadounidenses en 2015 durante la administración de Barack
Obama.
Sin embargo, la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca y su cambio de
política hacia Cuba, que reforzó el bloqueo económico, comercial y financiero y
la vieja retórica de la confrontación política, ha colocado a la Unión Europea
a contracorriente de las intenciones de una revivida “guerra fría” contra la
isla.
Pues sí, la presencia en La Habana de Federica Mogherini justo cuando
comienza 2018, un año de desafíos y renovadas transformaciones para Cuba y en
la geopolítica global, es un simbólico gesto en sentido contrario a la política
hostil y de aislamiento internacional de los Estados Unidos hacia Cuba en el
primer año del gobierno de Donald Trump, lo que permitiría reverdecer los nexos
al nivel que reflejan los estrechos lazos históricos, económicos y culturales
entre Cuba y la Unión Europea.
Entre las distintas miradas de la política exterior de la Unión Europea
hacia Cuba, enarboladas por Federica Mogherini, que han tenido gran aceptación
en la opinión pública cubana, deben enfatizarse las siguientes:
- “El cerco económico, financiero y comercial de Estados Unidos contra Cuba no es una solución a la crisis cubana-estadounidense”.
- “El bloqueo no es la solución. Los europeos se lo hemos dicho muchas veces a nuestros amigos estadounidenses y lo hemos afirmado en las Naciones Unidas. El único efecto del bloqueo es empeorar la calidad de vida de mujeres, hombres y niños en la isla”.
- “Los 28 seguirán trabajando para poner fin al bloqueo estadounidense y no permitirán que Estados Unidos – con sus medidas unilaterales – sancione a los ciudadanos y las empresas europeas que comercien con Cuba”.
- “Sé muy bien que en estos momentos hay quien intenta aislar a Cuba, nosotros los europeos sabemos que estamos más cerca que nunca de ustedes, que Cuba y los cubanos no se han quedado solos”.
- “No es el momento para demostraciones de fuerza que no conducen a ningún lugar. La verdadera fuerza está en el diálogo y la cooperación”.
- “La única alternativa al actual desorden internacional es un orden mundial más cooperativo, más justo y más solidario basado en el multilateralismo”.[2]
Las anteriores palabras manifiestan que la Unión Europea, a pesar de sus
compromisos estratégicos con la Organización del Tratado del Atlántico Norte
(OTAN) y los Estados Unidos, tiene suficiente voluntad política y plena
independencia para el desarrollo de un diálogo político respetuoso y la
consolidación de un intercambio constructivo con Cuba basado en el principio de
la igualdad soberana de los estados refrendado en la Carta de la Organización
de las Naciones Unidas (ONU).
Es cierto que el reforzamiento del bloqueo de los Estados Unidos contra
Cuba es obsoleto e ilegal, y que la postura irracional de Donald Trump ofrece
oportunidades económicas a una Unión Europea afectada por la crisis económica
iniciada en 2007, pero que es el primer socio comercial de Cuba, con un
intercambio de unos 2400 millones de dólares en 2016, así como el mayor
inversor extranjero en la isla en áreas como el turismo y la agroindustria.
Como corolario de esos impulsos bilaterales, la Unión Europea y Cuba
desarrollarán una fructífera colaboración en sectores específicos como las
energías renovables, por un valor de 18 millones de euros, la agricultura, 21
millones, y otros diez para el intercambio cultural, al tiempo que una
delegación del Banco Europeo de Inversiones visitará la isla en enero para
identificar nuevas posibilidades de colaboración en el mercado cubano. Esto se
suma a las millonarias inversiones que de manera individual distintos actores
europeos como Francia, España, Portugal, Italia y otras 19 de los 28 que
conforman el bloque comunitario, tienen en la mayor de las Antillas en
diferentes sectores de la economía cubana, particularmente el turismo.
A todo eso, que no es poco, se añade los 9 millones de euros que donó
recientemente la Unión Europea para apoyar los esfuerzos del pueblo y gobierno
cubano en las labores de reconstrucción tras el paso del devastador huracán
Irma en septiembre de 2017.
Más allá de las objetivas diferencias existentes entre Cuba y la Unión
Europea en temas como las diversas concepciones existentes sobre los derechos
humanos y la materialización de ellos a través de un determinado sistema
político y social, ambas partes, con sus asimetrías de poder en el sistema
internacional, tienen puntos de vistas coincidentes y pueden asociarse en
asuntos vitales de la agenda internacional del siglo XXI, entre ellos: el
cambio climático, el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible y
el rol de las Naciones Unidas para mantener la paz, la seguridad y la
cooperación internacional.
Los resultados, impactos y potencialidades de las relaciones Cuba-Unión
Europea incrementan la credibilidad de la acción del bloque en materia de
política exterior hacia la isla, aleja cualquier tipo de imprevisibilidad y
evidencia la consistencia del cambio real en la política de la Unión Europea
hacia Cuba, reconocida por Bruselas como un actor que desempeña un rol político
importante en la concertación diplomática con América Latina y el Caribe. Ese
posicionamiento geopolítico de la isla y las oportunidades económicas que se
ofrecen en la nueva coyuntura, son factores que motivan las proyecciones de la
Unión Europea hacia Cuba, aunque, como todos los procesos internacionales, esos
renovados vínculos también enfrentarán la prueba del tiempo.
Es trascendental para la actuación global de la Unión Europea desconectarse
de la imprevisible y errática conducta de la administración estadounidense que
preside Donald Trump, porque favorece la perspectiva de que la estructura del
sistema internacional actual es multipolar y no unipolar. La unipolaridad solo
justifica su existencia cuando se constata una conducta supeditada de la
Unión Europea en distintos temas de la agenda internacional, como ha sido el caso de las acciones
militares promovidas por los Estados Unidos.
En el desordenado, convulso y turbulento sistema internacional actual, es
vital una Unión Europea social que contribuya al equilibrio entre los
principales poderes globales, lo cual le permitiría cobrar mayor
relevancia internacional en una etapa crucial para el mantenimiento de la paz
mundial y la supervivencia de la especie humana, debido al acelerado cambio
climático, las migraciones, los graves problemas humanitarios asociados a
ellos, el incremento de los conflictos internacionales, la existencia de
enormes arsenales de armas nucleares y su proliferación en distintas regiones
del planeta. En síntesis, en una época marcada por la persistente crisis
sistémica del capitalismo globalizado.
Notas:
[1]
Discurso pronunciado por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz en el acto por
el aniversario 50 del asalto a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de
Céspedes, efectuado en Santiago de Cuba, el 26 de julio del 2003
http://www.fidelcastro.cu/es/discursos/discurso-en-ocasion-del-50-aniversario-del-asalto-los-cuarteles-moncada-y-carlos-manuel-de
[2] Para esta nota se tomaron referencias y datos de distintas Agencias de
Prensa: ANSA, AFP, EFE y PL, las cuales reflejaron los pronunciamientos de
Federica Mogherini durante su visita a Cuba.
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