El equilibrio de poder entre
Occidente y el resto del mundo o, si lo prefieren, entre el Norte y el
Sur, está cambiando.

“Cuando observo a mis amigos en Portugal, que viven de las becas de
estudiantes, que sólo consiguen trabajos temporales, que no dejan de
hacer cursos de posgrado, creo que están desvinculados del mundo real.
Vivo en Maputo, me va muy bien y estoy avanzando en mi carrera
profesional. ¿Qué motivo tendría para regresar?”, expone.
Gonçalo Jorge, un ejecutivo de márketing de veintiocho años natural
de Lisboa, no luchaba para conseguir un empleo, sino contra la
frustración. Tras obtener su título universitario, consiguió un trabajo
en una empresa de transporte público. “Quería hacer cosas grandes, pero
lo único que tenía era un trabajo sin importancia”, comenta. Cuando
finalmente encontró un puesto interesante en una empresa privada, lo que
no le convencieron fueron las condiciones, ya que le ofrecían un
contrato de sólo un año. Así pues, se mudó a Angola y actualmente es
director nacional en este país para un productor de vinos portugués. Es
responsable de todas las operaciones de la empresa en Angola y gana
cuatro veces más de lo que ganaba en Portugal.
Portugal ya ha perdido a uno de cada diez graduados universitarios.
El éxodo lleva ya produciéndose varios años porque la crisis y la alta
tasa de desempleo afectaron al país mucho antes que al resto de Europa.
El desempleo juvenil en Portugal es del 34% actualmente y en España, del
50%. Si no fuera por la emigración, sería mucho más alto.
El Nuevo Mundo les acoge
A los que no son necesarios en Europa, como ingenieros, arquitectos o
trabajadores de la construcción, se les recibe con los brazos abiertos
en África y Sudamérica. Brasil se está preparando a toda prisa para el
Mundial de fútbol de 2014 y para los Juegos Olímpicos de 2016. Se está
contratando a un gran número de ingenieros y arquitectos para proyectos
públicos, incluidos proyectos por un valor de 200.000 millones de
dólares en el sector energético. La economía de Brasil creció cerca de
un 3% el año pasado. Argentina registró un crecimiento del 8% y su tasa
de desempleo es del 7%, es decir, tres veces inferior a la de España.
Angola, que cuenta con abundante petróleo, diamantes y otros recursos
naturales, es uno de los países que actualmente crecen más rápido en el
mundo. El crecimiento anual del PIB llega al 15% y 3.000 empresas
portuguesas operan en todo el país, construyendo carreteras, puentes,
rascacielos, vías férreas y oleoductos. El país, asolado durante treinta
años por una guerra civil que acabó hace sólo una década, carece de
especialistas, mientras que Portugal tiene un excedente de trabajadores
cualificados.
“Desde hace unos cuatro años, en los periódicos portugueses se
publican ofertas laborales en Angola”, comenta Pedro Góis, sociólogo
experto en migraciones en la Universidad de Coimbra. “Se marchan
principalmente dos grupos: personas más mayores que desean ahorrar algo
de dinero y jóvenes que buscan desarrollo profesional y diversión”.
Jóvenes con apetito por la vida
Si los portugueses se sienten como en casa en Angola, les resulta aún
más sencillo adaptarse a la vida en Brasil. Según las estimaciones del
Observatório da Imigração de Lisboa, más de 700.000 emigrantes de
Portugal viven y trabajan actualmente en Brasil.
En España, un país que en los últimos diez años acogió a alrededor de
cinco millones de inmigrantes de Sudamérica, África y Asia, la
emigración española a las antiguas colonias en Sudamérica es un fenómeno
tan nuevo que pocos expertos están preparados para comentarlo. Pero las
cifras hablan por sí solas: según los consulados españoles en
Argentina, cada mes se establecen en este país 1.200 españoles.
“El emigrante típico es un hombre de entre 25 y 35 años, en muchos
casos ingeniero, arquitecto o informático”, afirma Marta López-Tappero,
experta en movilidad internacional en Adecco. “En definitiva, un joven
con ganas de vivir nuevas experiencias y retos”.
En las antiguas colonias, el idioma no supone una barrera y la
adaptación cultural es sencilla. Sobre todo en Buenos Aires. A finales
del siglo XIX y principios del XX, alrededor de dos millones de
españoles llegaron a Argentina como pasajeros de tercera clase, sobre
todo desde Galicia, la región agrícola más desfavorecida del país, y por
ello en Argentina actualmente a los españoles se les suele llamar
gallegos. En la segunda mitad del siglo XX, primero por la dictadura y
luego por la crisis de la década de los noventa, los argentinos fueron
los que emigraron a Europa. Y ahora la tendencia vuelve a invertirse.
Una “invasión europea”, un “nuevo Eldorado”, “expediciones en busca
de emociones”: son conceptos que se escuchan con frecuencia y que deben
resultar preocupantes para los europeos. “No, no hay motivos para hablar
de otra colonización”, afirma rotundamente Góis. “Más bien asistimos al
nacimiento de una nueva clase mundial de emigrantes que nunca se
asentará permanentemente en un lugar. Tarde o temprano, regresarán a su
país o se marcharán a otro, donde la oferta sea mejor”.
Pero quizás la migración inversa sea efecto de los cambios mucho más
profundos que tienen lugar en el mundo. El equilibrio de poder entre
Occidente y el resto del mundo o, si lo prefieren, entre el Norte y el
Sur, está cambiando.19 abril 2012
Anexo: Editorial – Tygodnik Powszechny
La cicatriz del desempleo
La crisis afecta a todo el mundo en Europa, pero se ha cebado con los
más jóvenes, señala el semanario polaco Tygodnik Powszechny. Y no solo
en Grecia, España o Portugal, sino también en Polonia, donde la tasa de
paro en menores de 24 años ronda el 30%, y, en Eslovaquia, el 35%. Y
esto conllevará efectos a largo plazo, advierte la publicación polaca.
El desempleo resulta doloroso para todos. Pero sobre los jóvenes
titulados, que durante años han alimentado expectativas sobre su vida y
sobre sí mismos, puede tener un gran impacto. La investigación demuestra
que el paro de larga duración a una edad temprana genera más adelante
una falta de confianza en uno mismo. Es lo que se conoce como la
‘cicatriz’ o el ‘estigma’ del desempleo. Así que incluso cuando Europa
deje atrás la crisis, el futuro de estos jóvenes todavía estará en el
aire.
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