Las circunstancias actuales
nos plantean serios desafíos que también es preciso enfrentar unidos
Discurso pronunciado por el General de Ejército Raúl
Castro Ruz, Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros de la República
de Cuba, en la inauguración de la VII Cumbre de la Asociación de Estados del
Caribe, La Habana, 4 de junio de 2016, “Año 58 de la Revolución”.
Distinguidos Jefes de Estado y de Gobierno;
Estimado Embajador Alfonso Múnera Cavadía, secretario
general de la Asociación de Estados del Caribe;
Estimados delegados e invitados:
Por séptima ocasión nos reunimos los Jefes de Estado y
de Gobierno y otros altos representantes de los Estados y territorios agrupados
en la Asociación de Estados del Caribe. Esta vez para sostener un amplio
intercambio sobre el tema “Unidos para enfrentar los retos del desarrollo
sostenible, el cambio climático y la paz en el Caribe”.
Nuestras deliberaciones se encaminarán también a
fortalecer la organización sobre la base de sus principios fundacionales, como
organismo de consulta, concertación y cooperación.
Damos la bienvenida a la colectividad francesa de
ultramar de San Martín, nuevo Miembro Asociado, y saludamos la adhesión como
Observadores del Estado Plurinacional de Bolivia, la República de Kazajstán, la
República Oriental del Uruguay y la Alianza Bolivariana para los Pueblos de
Nuestra América (ALBA-TCP), al igual que la presencia de representantes de
naciones y organizaciones Observadoras.
Aspiramos a contar algún día con la adhesión de todos
los territorios caribeños, incluida la hermana isla de Puerto Rico como nación
independiente y soberana.
Cuando en julio de 1994 se reunieron en la ciudad de
Cartagena de Indias los Jefes de Estado y de Gobierno de las 25 naciones
independientes, junto a delegados de otros territorios caribeños, acogiendo la
iniciativa histórica de CARICOM de crear la Asociación de Estados del Caribe, lo
hicieron con el propósito de unirnos en defensa de nuestra identidad, acervo
cultural e intereses comunes, fortalecer la concertación política y la
cooperación, e impulsar el desarrollo sostenible y la integración de nuestros
pueblos.
La declaración programática de nuestra I Cumbre
en Trinidad y Tobago estableció el Turismo, el Transporte y el Comercio como
áreas estratégicas, a las que posteriormente se añadió la cooperación para
enfrentar los desastres naturales. En la Declaración de la VI Cumbre celebrada
en abril de 2014 en Mérida, México, con motivo del vigésimo Aniversario de la
AEC, y en la evaluación del Plan de Acción de Petion Ville, adoptado en la V
Cumbre realizada un año antes en esa ciudad de la República de Haití, se
reafirmó que existen indudables logros, pero también enormes retos por vencer.
Los problemas de conectividad aérea y marítima, sus
altos costos y las dificultades económicas —en gran medida como resultado de
los efectos de la crisis global— obstaculizan el comercio y las inversiones
entre nuestros países, por lo que nos urge encontrar soluciones novedosas,
factibles y convenientes para todos, con el trato especial y diferenciado que
requieren los pequeños Estados.
El desarrollo del turismo multidestino, la
diversificación de los mercados, el ascenso en términos de calidad y variedad
de los servicios turísticos, así como la formación de personal calificado,
constituyen también áreas prioritarias.
Aprovecho la ocasión para subrayar que Cuba está
especialmente interesada en ampliar y fortalecer la cooperación turística con
nuestros hermanos caribeños.
Por otro lado, los fenómenos asociados al cambio
climático, como la elevación del nivel del mar, que amenaza la existencia de
las pequeñas islas; los huracanes, cada vez más frecuentes y poderosos; las
lluvias intensas; la erosión costera y las extensas sequías, causan grandes
daños humanos y económicos. Por ello el desarrollo de la cooperación para la
reducción del riesgo de desastres y la mitigación de sus efectos, constituye un
imperativo inaplazable para nuestros gobiernos y debe ocupar un lugar central
en el plan de acción para el futuro inmediato.
El marco acordado en la Cumbre de París sobre Cambio
Climático es un importante punto de partida, pero debemos continuar trabajando
para lograr que se cumpla y ampliar su alcance, siempre sobre la base de
las responsabilidades comunes pero diferenciadas y del reconocimiento de las
vulnerabilidades de los países menos desarrollados, especialmente de los
pequeños estados insulares.
Defendemos el principio de que deben modificarse los
irracionales patrones de producción y consumo e insistimos en que se requiere
la voluntad política de las naciones industrializadas, para reducir la emisión
de gases de efecto invernadero y establecer compromisos serios de
financiamiento y transferencia de tecnología.
Otro asunto que requiere atención prioritaria es el
relacionado con la soberanía sobre nuestros recursos naturales, que
constituyen garantía para el futuro y fuente de riqueza para los pueblos. Permitir
su explotación desmedida por intereses foráneos y con márgenes irrisorios de
beneficio para nuestras naciones equivale a hipotecar el desarrollo y
acrecentar la dependencia.
En los últimos años la Asociación de Estados del
Caribe ha concentrado sus principales esfuerzos en impulsar la cooperación en
las áreas estratégicas antes mencionadas, lo que es positivo y debemos
continuar desarrollando, sin perder de vista que las circunstancias actuales
nos plantean serios desafíos que también es preciso enfrentar unidos.
No podemos permanecer indiferentes ante las
turbulencias que tienen lugar en América Latina y el Caribe, como consecuencia
de la contraofensiva imperialista y oligárquica contra los gobiernos populares
y progresistas surgidos tras el fracaso de la ola neoliberal, lo que constituye
una amenaza a la paz, la estabilidad, la unidad y la imprescindible integración
regional.
La situación requiere fortalecer la consulta y la
concertación, en aplicación de los postulados de la Proclama de América Latina
y el Caribe como Zona de Paz, firmada por los Jefes de Estado y de Gobierno en
la II Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC),
celebrada en La Habana en enero de 2014. Habrá también que demandar de otros el
respeto a esos principios en sus relaciones con nuestros países.
Los compromisos de los Estados de la región de no
intervenir, directa o indirectamente, en los asuntos internos de cualquier otro
Estado y observar los principios de soberanía nacional, la igualdad de derechos
y la libre determinación de los pueblos; de fomentar las relaciones de amistad
y de cooperación entre sí y con otras naciones; de practicar la tolerancia y
convivir en paz, así como respetar plenamente el derecho inalienable de todo
Estado a elegir su sistema político, económico, social y cultural, constituyen
condiciones insoslayables para la paz, la concordia, el desarrollo y la
integración de nuestros países.
Ratifico nuestra más firme e incondicional solidaridad
con el hermano pueblo venezolano, con el gobierno legítimo del Presidente
Nicolás Maduro Moros y con la Revolución Bolivariana iniciada por el Comandante
Hugo Chávez Frías, que enfrentan con firmeza la embestida desestabilizadora y
la guerra económica y mediática de quienes pretenden barrer las conquistas
políticas, sociales y económicas que han beneficiado a millones de ciudadanos
que durante siglos vivieron en condiciones de pobreza, injusticia y
desigualdad.
Es motivo de profunda preocupación el inaceptable
intento del Secretario General de la Organización de Estados Americanos de
aplicar la llamada Carta Democrática Interamericana para intervenir en los
asuntos internos de Venezuela. La Declaración de nuestro Ministerio de
Relaciones Exteriores explica la posición de Cuba y me exonera de entrar en
detalles.
Solo reitero —en nuestra opinión— que la OEA, desde su
fundación fue, es y será, un instrumento de dominación imperialista y que
ninguna reforma podrá cambiar su naturaleza ni su historia. Por eso, Cuba jamás
regresará a la OEA.
A la mente me vienen unas palabras improvisadas que
pronuncié en el Balneario de Sauipe en Brasil, en el estado de Salvador de
Bahía, cuando se tocó el tema de la OEA y se cambiaron impresiones sobre lo que
posteriormente resultó la organización de la CELAC.
Algunos amigos Jefes de Estado, muy amigos nuestros
por cierto, se me acercaron y me plantearon: Raúl, ahora sí pueden entrar
en la OEA; y les dije: No. Otro añadió: Sí Raúl, es una
OEA sin americanos. Nuevamente respondí: No importa, mientras
exista ese nombre de OEA.
Y en mi discurso, como les decía, parafraseando
a José Martí, hablando de este tema de la OEA —y lo repito ahora, porque
insistentemente, en diferentes ocasiones el Secretario General de dicha
organización ha expresado que Cuba ingresará, que próximamente lo hará,
etcétera—, quiero repetir lo que dije entonces en ese balneario brasileño
hace unos años: antes de entrar a la OEA, primero se unirá el mar del Norte al
mar del Sur y nacerá una serpiente de un huevo de águila.
También quiero expresarles —no tengo que
argumentarles, ustedes tienen edad suficiente, no tanto como yo que ayer me
felicitaron los aquí presentes y aprovecho la ocasión para agradecerles
profundamente—, como le expresé en la reunión de la CELAC en La Habana a un
colega Presidente al entregarme la dirección de la CELAC, en un evento
anterior, me dijo bajito, cuando todos estaban de pie aplaudiendo:
Presidente, le entrego la CELAC, pero por un año, no por 50 (Risas). Le
contesté que los Castro somos firmes y longevos, y el cumplir los 85 años en el
día de ayer lo demuestra, y puedo aguantar varios quinquenios más
(Risas). Pero del gobierno, como ya he dicho en diferentes ocasiones,
incluyendo en el Parlamento y en el último Congreso de nuestro Partido, el 24
de febrero de 2018 dejo la presidencia de este querido país, que es el mío,
pero también es de ustedes.
También expresamos nuestra solidaridad con el pueblo
brasileño y la presidenta constitucional Dilma Rousseff, quien enfrenta
valientemente el golpe de Estado parlamentario promovido por la derecha
oligárquica y neoliberal para revertir las conquistas sociales alcanzadas
durante los gobiernos del Partido de los Trabajadores.
Ratifico nuestra satisfacción por los avances logrados
en el proceso de paz en Colombia y reitero que mantendremos los esfuerzos para
contribuir a lograr la firma de un acuerdo que ponga fin definitivamente al
conflicto armado en esa hermana nación.
Para preservar la convivencia pacífica y la
estabilidad es imprescindible evitar la exacerbación de los diferendos
territoriales heredados de la época colonial, que deben ser resueltos mediante
el diálogo y la negociación —a lo que
añado pacífica y armoniosamente—, con clara conciencia de la
responsabilidad histórica que tenemos con nuestros pueblos por el futuro de
paz, justicia, equidad y desarrollo sostenible al que todos aspiramos.
Esta conferencia es ocasión propicia para refrendar la
firme voluntad de continuar cooperando y compartiendo nuestros modestos logros
con los hermanos caribeños, a pesar de las dificultades económicas que
enfrentamos.
Consideramos igualmente ineludible el compromiso de
apoyar la reconstrucción y el desarrollo de la hermana República de Haití, cuna
de la primera revolución independentista y antiesclavista en Nuestra América.
Ratifico el respaldo al legítimo reclamo de los países
de la Comunidad del Caribe de recibir compensación por los horrores de la
esclavitud y la trata de esclavos.
De igual manera, reafirmo nuestro invariable apoyo al
derecho de los Estados pequeños y vulnerables a recibir un trato especial y
diferenciado en el acceso al comercio y las inversiones, y a su justa demanda
de recibir cooperación de acuerdo con sus necesidades reales y no sobre la base
de indicadores de ingreso per cápita que los clasifican como países de renta
media y, por tanto, les impiden el acceso a recursos financieros
indispensables.
Nunca olvidaremos que al constituirse la Asociación de
Estados del Caribe, en julio de 1994, los hermanos caribeños defendieron nuestra
pertenencia a esta entrañable familia, cuando Cuba atravesaba por una situación
muy difícil: la economía había caído un 35% en poco más de un año, debido a la
pérdida abrupta de sus principales mercados, provocada por la
desaparición del campo socialista europeo, y crecían las presiones imperiales
para bloquear y destruir la Revolución.
Tampoco olvidaremos el permanente respaldo que todos
los gobiernos aquí representados han dado a nuestra justa demanda de que se
ponga fin al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por los Estados
Unidos contra Cuba, que se mantiene vigente, a pesar de haber sido rechazado en
24 ocasiones en la Asamblea General de las Naciones Unidas y en otros
importantes foros, como la Cumbre de las Américas celebrada el pasado año en
Panamá, y de las medidas positivas, pero insuficientes, adoptadas por el
gobierno norteamericano.
Agradecemos también el apoyo expresado en la IV Cumbre
de la CELAC al reclamo de devolución del territorio (cubano) ilegalmente
ocupado por la Base Naval de los Estados Unidos en Guantánamo, en contra de la
voluntad de nuestro pueblo y gobierno.
Antes de concluir, deseo rendir tributo a la memoria
del Profesor Norman Girvan, destacado intelectual jamaicano, incansable
luchador por el progreso del Caribe y la integración regional y gran amigo de
Cuba, quien fuera Secretario General de nuestra Asociación.
También debemos reconocer la destacada labor realizada
por el Embajador Alfonso Múnera Cavadía en estos cuatro años como Secretario
General de la Asociación de Estados del Caribe y expresar nuestra satisfacción
por la elección de la Embajadora de Santa Lucía, June Soomer, primera mujer que
asumirá esa responsabilidad, a quien deseamos los mayores éxitos.
Sin más, declaro inaugurada la séptima Cumbre de la
Asociación de Estados del Caribe.
Muchas gracias (Aplausos).
Juventud
Rebelde
(Versiones
Taquigráficas - Consejo de Estado)
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