Por Maurice Lemoine
En 1951, la Internacional
Socialista retomaba sus actividades para “liberar a los pueblos de su
dependencia de los dueños de los medios de producción”. Hoy sus
dirigentes afirman querer atenuar los “efectos nefastos de la
globalización”. Una lenta deriva que ilustra la actitud de estos
“socialistas” frente a sus pares latinoamericanos.
En su discurso de apertura del Consejo de la InternacionalAmérica Latina
Socialista (IS), reunido en la sede de... la muy liberal Organización
para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), en París, el 15
de noviembre de 2010, la primera secretaria del Partido Socialista
francés, Martine Aubry, no ocultaba su alegría: “Quiero saludar muy
especialmente a nuestro presidente George Papandreu y felicitarlo por
los resultados de las elecciones locales en Grecia [¡con una abstención
récord del 53%!]. En un contexto difícil, son un apoyo y un triunfo que
vienen a recompensar un coraje político que despierta admiración”. Se
sabe lo que sucedió con el dirigente del Movimiento Socialista
Panhelénico (PASOK) y la “austeridad justa” que pretendió imponer a su
país. Se conoce también la suerte reservada por su pueblo a muchos
miembros eminentes de la organización socialdemócrata: Laurent Gbagbo,
Zine El Abidine Ben Ali y Hosni Mubarak, por sólo mencionar a algunos.
Con tal déficit de análisis y un modo de funcionamiento similar,
¿sorprende realmente que este noble cónclave “socialista” ignore por
completo los movimientos de fondo que sacuden a desde hace ya más de una década?
El 7 de diciembre de ese mismo año 2010, en Bruselas, un retrato y
un nombre dominaban el ingreso “Altiero Spinelli” del Parlamento
Europeo: los de Guillermo Fariñas, tercer opositor cubano en ocho años
al que se le otorgaba el Premio Sájarov a los derechos humanos y la
democracia. En cambio, sin publicidad alguna, en un anfiteatro, una
decena de eurodiputados y asistentes parlamentarios escuchaban a
sindicalistas y defensores de los derechos humanos provenientes de
Colombia.
Los testimonios producían escalofríos: desde la llegada a la
Presidencia, cuatro meses antes, de Juan Manuel Santos (ex ministro de
Defensa de su predecesor Álvaro Uribe), habían sido asesinados treinta
y nueve sindicalistas y doce militantes del Polo Democrático
Alternativo (PDA), entre otros. El socialdemócrata danés Ole
Christensen brindó mayor información: en julio de 2010, con el
laborista británico Richard Howitt, también presente, había acompañado
a la organización Justice for Colombia a un lugar tristemente célebre,
La Macarena: “Estuvimos hasta en el osario. Hay más de dos mil personas
(víctimas del ejército y de los paramilitares) enterradas allí. Tenemos
que decir ‘No’ al Tratado de Libre Comercio (TLC) que negocian la Unión
Europea y Colombia”. Una sola voz se elevó para defender a Bogotá, la
del representante del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), Emilio
Menéndez del Valle: “¿Usted piensa que en tres meses un gobierno puede
resolver todos los problemas? Si un país entero votó masivamente
[55,59% de abstención] por Santos, ¡debe ser respetado!”.
Divisiones
Pertenecientes a agrupaciones miembros de la Internacional
Socialista, los eurodiputados Christensen y Howitt claramente no
expresan a la mayoría. El eurodiputado belga y asesor de Izquierda
Unida Europea/Izquierda Verde Nórdica (GUE/NGL) (1) Paul-Émile Dupret,
repasa el espíritu de esta reunión y de muchas otras: “En su grupo
parlamentario –el Partido Socialista Europeo (PSE)–, Christensen y
Howitt están más bien a contracorriente. No estoy seguro de que la
mayoría se pronuncie en contra de la firma del TLC. El presidente del
grupo, el alemán Martin Schulz –Partido Socialdemócrata (SPD)– se
muestra favorable al mismo. El PSOE aun más, ¡incondicionalmente!”.
Sin remontarse a la noche de los tiempos, cabe recordar que, fundado
en 1933 por Salvador Allende, el PS chileno se negó a afiliarse a la
IS, criticando sus “posturas conformistas en el seno del sistema
democrático burgués capitalista” (2). Durante la Guerra Fría, la
cuestión no se planteó realmente: al considerar la región como una zona
de influencia de Estados Unidos, la IS no corrió riesgos. “No recuerdo
textos que hayan condenado el derrocamiento de Jacobo Arbenz en
Guatemala en 1954 –reflexiona Antoine Blanca, por entonces miembro de
la Secretaría de Relaciones Exteriores de la Sección Francesa de la Internacional
Obrera (SFIO)–. Diez años más tarde, cuando pedí la palabra para
denunciar la intervención de los marines en Santo Domingo, Guy Mollet
¡me miró con ojos atónitos!”.
Mientras tanto, la Revolución Cubana (1959) había ubicado sin
embargo al antiimperialismo en el centro del debate. Sin grandes
consecuencias: “La IS se mostró interesada, pero finalmente se mantuvo
muy distante”. Hasta el 11 de septiembre de 1973. Traumatismo tan
fuerte como la Guerra Civil española, el derrocamiento y la muerte de
Salvador Allende generaron en los socialistas europeos “una solidaridad
emocional y el descubrimiento de un mundo que no se conocía”, recuerda
Blanca quien, por mandato de la IS, se subió a un avión unos días
después del golpe. En Viña del Mar, tuvo un momento de recogimiento
ante la tumba del compañero presidente, antes de ser expulsado. “Fue el
primer desafío digno de ese nombre, respecto de Washington, de una Internacional
que, hasta ese momento, hacía todo como para mostrarse sumisa a la
estrategia estadounidense y a la OTAN [Organización del Tratado del
Atlántico Norte]”.
El apoyo de Estados Unidos a las dictaduras constituiría desde
entonces el principal punto de disenso de una generación
socialdemócrata –Willy Brandt (Alemania), Olof Palme (Suecia), François
Mitterrand (Francia), Bruno Kreisky (Austria), pero también Mario
Soares (Portugal) o Felipe González (España)– con el aliado
estadounidense. Por su parte, los partidos reformistas víctimas de esos
regímenes autoritarios buscaban aliados entre los países desarrollados.
Los contactos se multiplicaban. En abril de 1976, tuvo lugar una
primera reunión formal en Caracas, por invitación del presidente
venezolano Carlos Andrés Pérez y su partido Acción Democrática (AD). La
Primera Conferencia Regional de la IS para AméricaLatina y el Caribe, en Santo Domingo, en marzo de 1980, marcó el despliegue de esta corriente política en la región.
Entre las veintinueve organizaciones locales figuraban entonces, por
Nicaragua, el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), admitido
en 1978, cuando aún luchaba armas en mano para expulsar a Anastasio
Somoza. Fidel Castro fue invitado como presidente en ejercicio del
Movimiento de Países No Alineados. Y los europeos “se involucraban”: la
presencia de partidos “hermanos” en el seno del Frente Democrático
Revolucionario (FDR) en El Salvador, del Frente Democrático contra la
Represión (FDCR) en Guatemala y del Frente Patriótico (FP) en Honduras
–que, en los dos primeros casos, incluían un brazo político y un ala
insurgente– los llevó a apoyar, de hecho, la lucha armada.
En Francia, en 1981, Mitterrand llegó al Elíseo con una rosa en el
puño. Bajo la influencia de Lionel Jospin, Régis Debray (encargado de
misión de la Presidencia de la República) y Blanca (quien sería
designado en 1982 embajador itinerante para América Latina), París desafió a Estados Unidos en una región muy sensible para la potencia norteamericana.
El 28 de agosto de 1981, la declaración franco-mexicana sobre la
representatividad de la oposición salvadoreña –incluyendo su brazo
armado (3)– tuvo un impacto considerable. Mitterrand no ocultaba su
simpatía por los sandinistas; las relaciones con Cuba estaban en un
buen momento. “En nombre de la IS y a espaldas de Washington –se
entusiasma Blanca–, logré asestar ‘golpes’, como impedir un conflicto
entre Costa Rica y Nicaragua”.
A pesar de la irritación de Ronald Reagan, prevalecieron las tesis de la Internacional,
es decir, la resolución política de los conflictos armados. El
presidente de Costa Rica, Oscar Arias, propuso el plan de paz para América
Central que le valdría en 1987 el Premio Nobel. Miembro, durante todo
ese período, de la comisión político-diplomática de la Unidad
Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG), el ex guerrillero Miguel
Ángel Sandoval recuerda: “Nuestro movimiento vio siempre en la IS un
espacio capaz de servir a sus objetivos: la negociación y la búsqueda
de la paz. Así, nuestro primer encuentro con el gobierno y el ejército
tuvo lugar en Madrid, gracias a la mediación del PSOE. Pero siempre
fuimos conscientes de las profundas diferencias que existían entonces
entre partidos como el sueco, el francés, el español y otros, más
reformistas o claramente de derecha”.
En efecto, desde Santo Domingo, se perfilaron divisiones. Algunos miembros latinoamericanos
de la IS –el Partido de Liberación Nacional (PLN, Costa Rica), AD
(Venezuela), el Partido Revolucionario Dominicano (PRD), etc.– se
distanciaron de los europeos. A diferencia de estos últimos, al no
hundir sus lejanas raíces en el marxismo, no cuestionaban en absoluto
el capitalismo y se mostraban en muchos casos fervientemente
anticomunistas. “El concepto mismo de clase social es muy discutible en
América Latina”, se atrevería a decir el dirigente de la Izquierda Democrática (ID) ecuatoriana Rodrigo Borja (4).
Vagamente reformistas, se valían de la IS para sacarle ventaja a la
democracia cristiana cuando cayeran las dictaduras y porque, teniendo
en cuenta la potencia económica de los países que gobernaban o
gobernarían pronto sus amigos al otro lado del Atlántico, calculaban
las ventajas que podrían obtener de ello. “La Internacional
Socialista mantiene una relación clientelista –reaccionaría en 1999 el
mexicano Porfirio Muñoz Ledo, del Partido de la Revolución Democrática
(PRD)–. Algunos partidos vienen aquí a codearse con los europeos como
si se codearan con una clase alta” (5).
En el Comité de la IS para América Latina
y el Caribe (SICLAC) creado en 1980 conviven tanto el FSLN como la muy
centrista Unión Cívica Radical (UCR) argentina; el PS chileno
(¡afiliado en 1996!), que cogobernó con la democracia cristiana, y el
Partido Revolucionario Institucional (PRI) mexicano, en el poder
durante setenta años de manera bastante poco democrática. También se
encuentra allí el Partido Liberal (PL) colombiano, que introdujo el
modelo neoliberal (1990-1994), bajo cuyos gobiernos fue exterminada la
agrupación de izquierda Unión Patriótica (1986-1990) y al que
perteneció, hasta 2002, Uribe (6).
Poco importa. Al multiplicar las adhesiones a la Internacional,
los socialistas del Viejo Continente “extienden su influencia”. De esta
manera, como buenos gestores formados en el marco liberal e intentando
mejorarlo marginalmente, promueven los intereses de los sectores de
negocios y del capital europeos.
Una “verdadera política social”
Reunión del Consejo de la IS, en Buenos Aires, el 25 y 26 de junio
de 1999: “Antes, el socialismo era más duro y estatista –señalaba
agitado Felipe González–, pero el socialismo democrático aceptó siempre
el mercado que, de hecho, va de la mano con la democracia” (7). Si bien
condenaba “las trágicas desigualdades que golpean al mundo”, el
documento final exhortaba “a sacar provecho de la globalización” para
eliminar el desempleo, el hambre y la indigencia (8). En resumen,
comentaba el brasileño Leonel Brizola (Partido Democrático Laborista,
PDT), el texto “es tan general que puede servir tanto al pie derecho
como al izquierdo” (9). Un breve párrafo que pasó inadvertido
mencionaba la preocupación de la IS frente a “la evolución del proceso
político en Venezuela [y a] la política de confrontación permanente del
gobierno con las autoridades establecidas”. El presidente Hugo Chávez
ocupaba el poder desde hacía apenas... seis meses.
Un mismo ceremonial rige tanto para los Consejos (en los cuales
participa el conjunto de partidos) como para las reuniones locales del
SICLAC. “Hay que pasar dos días de total agobio escuchando las
intervenciones de algunos jefes de Estado o de partidos, discursos
generalmente preparados por sus asesores y que, a menudo,
descubriéndolos al llegar al estrado, leen agitados”, gesticula la ex
vicepresidenta de la IS Margarita Zapata (FSLN). “Una retahíla de
palabras huecas –completa Blanca–, llenas de buenas intenciones, de las
que no surge estrictamente nada, sin orientación normativa para nadie:
cada uno se va por su lado sin tener una idea más precisa de la
situación”.
Único interés de estos foros: “Hay encuentros privados cara a cara e
intercambios de grandes abrazos con los viejos compañeros” (Blanca).
“Se establecen contactos y, sobre todo, uno se encuentra con los
amigos” (Zapata). Ahora bien, nadie lo ignora, “los enemigos de mis
amigos son mis enemigos”.
“Tomando las decisiones que, creo, se tomarán, el país es
particularmente viable”, se entusiasma el español González luego de
que, el 1 de enero de 1989, Carlos Andrés Pérez –apodado CAP–
reasumiera como presidente de Venezuela (10). ¡Buena observación,
“camarada”! Convertido al liberalismo y habiendo negociado un ajuste
estructural con el Fondo Monetario Internacional
(FMI), CAP hambreó al pueblo de la noche a la mañana. Y el pueblo se
sublevó el 27 de febrero, en lo que quedaría en la historia como el
Caracazo.
Con una brutalidad inusitada, la respuesta del poder causó unos tres
mil muertos. Más afortunado que la Reagrupación Constitucional
Democrática (RCD), el partido del presidente tunecino Ben Ali, que la
IS expulsaría tras la represión del movimiento popular de enero de
2011, Acción Democrática, el partido de CAP, salió del paso sin un
rasguño. En 1993, tras su destitución por corrupción, el Buró de la Internacional
enviaría a CAP un comunicado expresándole su estima y amistad. Es
verdad que, durante su primer mandato, “había sido generoso con sus
amigos europeos: es de público conocimiento que, bajo la dirección de
González, el PSOE se benefició ampliamente de su ‘solidaridad’
financiera” (11). Lo que generó la antipatía del teniente coronel
Chávez quien, el 4 de febrero de 1992, se sublevó contra esa
“democracia injusta y corrupta”.
Al igual que en Venezuela, los dirigentes de los partidos latinoamericanos
miembros de la IS que llegaron al poder en los años 80-90 –Argentina,
Bolivia, Brasil, Chile, Ecuador, México, Panamá, etc.– tuvieron una
verdadera política social: satisficieron las necesidades de los bien
vestidos y los bien alimentados. Desregulando y privatizando
drásticamente, en connivencia con Washington, el Banco Mundial y el
FMI, terminarían desacreditados, o incluso derrocados. Surgidos de las
luchas o impulsados por movimientos populares, surgieron nuevos
líderes: Chávez (Venezuela), Luiz Inácio Lula da Silva (Brasil), Evo
Morales (Bolivia), Rafael Correa (Ecuador).
El 19 y 20 de julio de 2002, el SICLAC se reunió en Caracas. Sus
anfitriones fueron los venezolanos Rafael Ángel Marín, dirigente de AD,
Antonio Ledezma (Alianza Bravo Pueblo, ABP) y Miguel Henrique Otero,
director del diario El Nacional. En diversos grados, todos participaron
del intento de golpe de Estado contra Chávez, el 11 de abril anterior.
“Advertido por amigos del PRI y del FSLN –cuenta Maximilien Arvelaíz,
por entonces asesor del presidente venezolano–, me contacté con el
secretario general de la IS, el chileno Luis Ayala, quien aceptó un
encuentro con Chávez, con una condición: los participantes que lo
desearan irían allí ‘a título personal’. Al día siguiente,
efectivamente, algunos vinieron, pero, a último minuto, Ayala desistió”.
Al término de su reunión, el SICLAC emitió un comunicado en el que
anunciaba su decisión de “apoyar a Acción Democrática y a la
Coordinadora Democrática en la movilización y defensa del sistema
democrático y sus instituciones”; dicho de otro modo: ¡a los golpistas!
Presente como observador del PS francés, Jean-Jacques Kourliandsky
recuerda este episodio: “Estuve a punto de ser agredido por el
secretario general de AD por haber protestado: esas conclusiones habían
sido redactadas y publicadas en la prensa opositora venezolana ¡antes
de que comenzaran las reuniones!”. Luego, se encoge de hombros: “En
realidad, no tienen ningún valor”. ¿Error o ceguera? Aún hoy figuran en
el sitio oficial de la IS (12), como todas aquellas que seguirían,
emanación directa de los tres partidos venezolanos miembros –AD,
Movimiento al Socialismo (MAS), Podemos–, todos violentamente hostiles
a la Revolución Bolivariana.
Ignorancia total
“¿La Internacional Socialista?”.
Ex asesor de la embajada de Bolivia en Francia, Alfonso Dorado señala
con grandes gestos: “Jaime Paz Zamora fue su vicepresidente. Eso incide
mucho en la memoria colectiva...”. Dirigente del Movimiento de
Izquierda Revolucionaria (MIR), Paz Zamora celebró un acuerdo en 1989
con el ex dictador Hugo Banzer con el fin de acceder a la Presidencia.
En 2002, para contrarrestar el crecimiento de Morales y su Movimiento
al Socialismo (MAS) –no confundir con el partido homónimo venezolano–,
se alió al multimillonario Gonzalo Sánchez de Lozada quien, tras ser
elegido, sería expulsado del poder por una explosión social en octubre
de 2003. El MAS boliviano no pertenece pues a la IS, tampoco el Partido
Socialista Unido de Venezuela (PSUV), la Alianza País de Correa, el
FMLN salvadoreño, la URNG guatemalteca; por otra parte, nadie se los
pidió.
La Internacional sólo tiene un sueño: lograr la adhesión del Partido de los Trabajadores (PT) del poderoso Brasil y del ícono de la izquierda latinoamericana,
Lula da Silva. Pero el PT puso sus huevos en otra canasta. En 1990,
junto con Fidel Castro, fundó el Foro de San Pablo, que reúne tanto a
partidos moderados (también miembros de la IS) como a agrupaciones
nacidas de la lucha armada, partidos comunistas (incluyendo el cubano)
y sus diferentes escisiones. “Enfrentar al neoliberalismo en América Latina
–explica Valter Pomar, miembro de la dirección nacional del PT– exigía
una actitud abierta y plural, teniendo en cuenta tanto la crisis por la
que atravesaba el comunismo como la que golpeaba a la socialdemocracia.
Dicho esto, mantenemos buenas relaciones con la IS...”. Pero de lejos.
Aferrados a sus antiguas alianzas, los socialdemócratas europeos,
con la notable excepción de los portugueses, nada comprenden de esta
nueva América Latina
que se atreve a mencionar el “socialismo del siglo XXI”, busca la vía
de una democracia “participativa”, a veces se equivoca, avanza,
retrocede, pero que, en materia social, obtiene notables progresos.
A través de la Fundación Friedrich Ebert, el SPD alemán dispone de
enormes medios, pero no se interesa por la región. Aplastados por
Anthony Blair, los laboristas británicos “de pura cepa” parecen una
tribu en vías de extinción. Silencio de radio en Italia donde, sin
embargo... “Massimo d’Alema (Partido Democrático) vino a Caracas –se
divierte Arvelaíz–. Estaba muy tenso. Hicimos que se encontrara con
Chávez. ‘¡Esto me recuerda a mi juventud!’, exclamó al salir,
encantado...”.
En el Parlamento Europeo, “donde, desde hace varios años, los
acuerdos de librecomercio son el principal tema abordado, el grupo
socialista, en su mayoría, no es muy progresista –constata Dupret–. Por
ejemplo, nunca obtuvimos su apoyo para inscribir a Honduras (donde hubo
un golpe de Estado en 2009) en el orden del día”. En cambio, en 2004,
fue el presidente del PSE, el español Enrique Barón Crespo, quien
propuso invitar a Uribe, el jefe de Estado colombiano. Durante el
discurso de este último, el 10 de febrero, “el GUE/NGL, los
ecologistas, algunos liberales y muchos socialistas, desautorizando a
Barón Crespo, abandonaron la sala. ¡Pero no los españoles!”.
Tratándose de América Latina,
Madrid ejerce una influencia considerable en el seno de la UE.
Siguiendo a Cuba –la última de sus colonias– tan de cerca como si se
tratara de Galicia o Andalucía, España fue casi la única en defender la
normalización de las relaciones de la isla con la UE. Hasta que perdió
el poder, en noviembre de 2011, el PSOE desempeñó un papel importante a
través de la cooperación. “Pero no se trata en absoluto de una
proximidad política”, señala el boliviano Dorado (ver “La posada
española”).
Gran conmoción en París, el 22 de octubre de 2010, en la sede del
Partido Socialista: portavoz del PS, Benoît Hamon anunció que “se
dispondría” a viajar a Venezuela y encontrarse allí, ¿por qué no?, con
el presidente Hugo Chávez. Se ganó la ira del ala derecha del partido;
los strauss-kahnistas trataron de atacarlo.
De su experiencia en la embajada de Bolivia, Dorado saca una
conclusión decepcionante: “Tuvimos contactos anecdóticos con Ségolène
Royal y Martine Aubry, pero el PS nunca manifestó un interés particular
por saber qué pasa en nuestro país. Tratamos de profundizar la
relación, sin resultados; nunca tuvimos pues la ocasión de discutir el
socialismo del siglo XXI o esa experiencia de integración que es el
ALBA (Alianza Bolivariana para los Pueblos de nuestra América)”
(13). Es cierto que esta última, desde un punto de vista neoliberal,
está en total contradicción con los intereses económicos y geopolíticos
tanto de los europeos como de los estadounidenses.
Desde luego, hubo delegaciones de alto nivel del PS en los Foros
Sociales de Porto Alegre en 2002 y 2003: se trataba ante todo de
ganarles la partida a los altermundistas y cortejar a Brasilia. En
campaña electoral, Royal se mostró ostensiblemente junto a las
presidentas argentina y chilena, Cristina Fernández de Kirchner y
Michelle Bachelet, una de cuyas proezas políticas fue haber permitido a
la derecha dura regresar al poder bajo el signo... de la continuidad.
“Enviamos allí, a las reuniones del SICLAC, a gente que se ocupa de América Latina
desde hace veinte años y que nunca cambió nada –se queja Roberto
Romero, asistente parlamentario de Henri Emmanuelli–. Tampoco se trata
de que exista, en el seno del PS, una hostilidad para con tal o cual.
¡Se trata de una ignorancia total! En términos de conocimiento, se está
al nivel de Le Monde o Libération, cuyas decisiones editoriales sobre América Latina se asemejan a la desinformación”.
Tanto para Romero como para muchos de nuestros interlocutores, “la
IS, esa cáscara vacía, es sin duda la mejor agencia de viajes del
mundo, y bastante confortable... ¡Pero nada surge de allí!”. ¿Es tan
cierto? De las reuniones del SICLAC y de sus partidos desacreditados
provienen los comunicados que difunde la IS. En América Latina,
la prensa opositora publica en primera plana: ¡la izquierda del mundo
entero nos apoya! Los medios de comunicación europeos lo reproducen.
¡Protestemos contra el “populismo”! Los “socialistas” leen. Y el
círculo se cierra.
1. Agrupa a los partidos antiliberales, anticapitalistas, ecosocialistas, comunistas o poscomunistas.
2. Declaración de principios aprobada en el segundo congreso del partido, en 1935.
3. El FDR-FMLN agrupa un ala política, el FDR, dirigido por el
socialdemócrata Guillermo Ungo, y la guerrilla del Frente Farabundo
Martí para la Liberación Nacional (FMLN).
4. Nueva Sociedad, N° 48, Caracas, mayo-junio de 1980.
5. Página/12, Buenos Aires, 27-6-99.
6. El SICLAC está integrado actualmente por treinta y nueve
partidos, entre miembros “de pleno derecho”, “consultivos” y
“observadores”.
7. Página/12, 26-6-99. Véase asimismo, Daniel Vilá, “Los caminos
cerrados de la Tercera Vía”, Le Monde diplomatique, edición Cono Sur,
Buenos Aires, julio de 1999.
8. “Consejo de Buenos Aires: construyendo el cambio”, sitio de la Internacional Socialista, 25-26 de junio de 1999 (www.internacionalsocialista.org).
9. La Nación, Buenos Aires, 28-6-99.
10. El País, Madrid, 2-2-89.
11. Bernard Cassen, “Unión sagrada en Estrasburgo”, Le Monde diplomatique, ed. Cono Sur, abril de 2004.
12. “Reunión del Comité de la Internacional Socialista para América Latina y el Caribe, SICLAC”, 19 y 20 de julio de 2002 (www.internacionalsocialista.org).
13. Cuba, Bolivia, Ecuador, Honduras (antes del golpe de Estado de
2009), Venezuela, San Vicente y las Granadinas, Antigua y Barbuda.
Relaciones de fuerza
La posada española
Poseedora, a través de sus multinacionales, de importantes intereses económicos en América Latina
(1), España conoce en detalle la realidad de las relaciones de fuerza.
Y por lo tanto evita la confrontación. No obstante, su accionar se basa
en una lógica muy clara.
Considerado un “padre fundador”, pero convertido en representante
itinerante del capital ibérico, Felipe González se mantuvo fiel a sus
viejos “camaradas”, entre ellos, el ex presidente peruano Alan García,
tan ferozmente conservador durante su segundo mandato (2006-2011) como
valientemente progresista al enfrentar al Fondo Monetario Internacional
(FMI) durante el primero (1985-1990). Más a la izquierda, el ex
presidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero consagró sin
embargo los treinta minutos de su discurso en la XVII Cumbre Iberoamericana
(en Santiago de Chile, en noviembre de 2007) a erigirse en defensor del
social-liberalismo. Ejemplo significativo: si bien Madrid condonó 73
millones de euros de la deuda boliviana con la llegada al poder de Evo
Morales, el 22 de enero de 2006, el entonces ministro de Relaciones
Exteriores Miguel Ángel Moratinos previno, tres meses más tarde, que la
nacionalización “no concertada” de los hidrocarburos podía tener
“consecuencias” para las relaciones entre ambos países.
No nos detendremos en los cables revelados por WikiLeaks que
atribuyen a varios dirigentes españoles confidencias tan poco
diplomáticas como: “Chávez es un payaso”, el gobierno argentino
“lamentable”, Morales “honesto, pero ignorante e inexperto”; el
presidente nicaragüense Daniel Ortega es “el peor de todos”... En
cambio, hay un cable que merece ser mencionado, que se refiere a una
conversación mantenida en la embajada estadounidense en Madrid por
Trinidad Jiménez, por entonces secretaria de Estado para Iberoamérica
(antes de convertirse en ministra de Relaciones Exteriores de
Zapatero): “Jiménez (dice que) España evita involucrarse en nuevas
polémicas con Chávez [...] pero que su gobierno trabaja en las sombras
alimentando a los periodistas con informaciones sobre las amenazas que
pesan sobre la democracia en Venezuela” (2). Quien lee el diario “de
centroizquierda” El País difícilmente pondría en duda la credibilidad
de semejante afirmación.
1. Pedro Ramiro, “Néoconquistadors”, Manière de voir N°119, París, octubre-noviembre de 2011.
2. “Demarche on Democracy in Venezuela”, Embassy Madrid, “Confidential”, 27-11-07.
Maurice Lemoine
Periodista, autor de "Cinq Cubains" y numerosos libros sobre América Latina, ex Redactor en Jefe del Monde Diplomatique (París)
Fuente: http://www.monde-diplomatique.fr/20...
Traducción: Gustavo Recalde
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