Por Laura Álvarez
Delgado
Estudiante 4to año del ISRI
Los períodos en que se divide la
historia de las relaciones internacionales para su estudio tienen relación con
los cambios en las condiciones del Orden Internacional imperante. Si tomamos
como primera etapa de estudio la comprendida entre la Antigüedad y la firma de
la paz de Westfalia en 1648, veremos que la Edad Antigua es una etapa muy
temprana para hablar propiamente de relaciones entre naciones. Es en
posteriores etapas históricas que estas se fueron consolidando y fueron
estudiadas, más bien, dentro de la diplomacia y del derecho internacional. No
me detendré en el análisis restringido de
la evolución de la diplomacia, en el presente trabajo ofrezco elementos que permiten
una caracterización más amplia de las diferentes épocas para así comprender las
relaciones internacionales que en ellas se establecieron.
El origen de las relaciones
diplomáticas está muy ligado al de las propias relaciones entre las sociedades
humanas y a la creciente diferenciación entre lo interno y lo externo desde el
punto de vista de los territorios. Así, se fueron estableciendo cada vez más
diversas formas de intercambio entre pueblos y ciudades colindantes. Un ejemplo
a señalar fueron las relaciones entre las repúblicas griegas. En sus inicios,
la diplomacia fue tomando un carácter ambulante. Primero, fue realizada
mediante representantes designados de forma no permanente ante un país
extranjero. Entonces, tuvo como limitantes las impuestas por el incipiente
avance de los medios de transporte y las comunicaciones; además de la
diferencias lingüísticas y culturales. No fue hasta la Edad Media que la Santa
Sede, como potencia religiosa y política de la Cristiandad, adoptó la costumbre
de enviar misiones diplomáticas temporales ante los soberanos con el fin de
asegurar intereses. Estos son los inicios de las Nunciaturas, como se conocen
en nuestros días.
Es Venecia el lugar reconocido como
el de origen de la diplomacia moderna de carácter permanente, con el
establecimiento de misiones en Roma y Constantinopla. Eran tiempos en los que
la diplomacia estaba determinada por los intereses dinásticos y las
aspiraciones de la nobleza feudal. Hacia los siglos XV y XVI aparecen obras
precursoras del análisis moderno del poder y el sistema de estados como “El
príncipe” de Maquiavelo, “De Monarchia” de Dante, uno de los más poderosos
llamados a la prevalencia de la paz.
Sin embargo, estos siglos son
también los de los grandes descubrimientos geográficos y la ampliación del
comercio internacional que tuvo a Europa como centro del Sistema Internacional
en gestación. En el siglo XVII, Francia emerge como potencia regional al
aplicar una política de protección de la industria y el comercio, estimular la
navegación e incentivar, en general, las relaciones de producción capitalistas
mercantilistas. En la pugna entre Francia y el predominio de los Imperio de los
Habsburgo, Francia se consolida en la supremacía europea, desatándose guerras religiosas
como las del período de 1562 a 1598.
Los mencionados conflictos
religiosos, producidos ante la Reforma y Contrarreforma de la Iglesia Católica
tenían un carácter político. Fueron instrumento de control y dominación al
interior de los Estados y de expansión contra otros Estados. En este sentido,
fue relevante la Guerra de los Treinta Años (1618-1648); la cual consagró a
Francia como la principal potencia continental.
La Paz de Westfalia (1648) puso fin
a esa guerra y marcó, sin dudas, un punto de inflexión hacia un nuevo
ordenamiento europeo. A partir de aquí, se produce la consolidación del Sistema
Europeo de Estados. La diplomacia permanente se generalizó entre todos los
países y monarcas de Europa. Paralelamente, fue configurándose un cuerpo de funcionarios
especializados en las tareas diplomáticas, nombrado por el monarca entre la
nobleza de su confianza. La idea que se sustentaba entre estos Estados
fuertemente centralizados fue la del equilibrio entre potencias.
Otro resultado fue la atomización
del El Sacro Imperio en más de 350 estados independientes, perfilándose un
norte reformado y un sur católico. Hubo una disminución del poder del Papado en
las decisiones de los Estados; desde el punto de vista religioso, se confirmó
la libertad para los príncipes, y a los súbditos se les impuso convertirse a la
religión de su príncipe o emigrar.
De 1648 hasta 1815
Esta segunda etapa, comprendida
desde la firma de la paz en Westfalia hasta el Congreso de Viena en 1815, se
caracterizó por avances tecnológicos cruciales en el desarrollo de las fuerzas
productivas: las Revoluciones industriales del siglo XVIII. Por su parte, a
partir de 1760, Gran Bretaña se convertiría en el “taller del mundo”. En este
momento, entran a la correlación de fuerzas otras dos potencias: Rusia y
Prusia. Se dan conflictos como la Guerra de Sucesión Española (1702-1714) que
enfrentará a Francia y España contra una alianza de naciones encabezada por
Gran Bretaña, Austria y Holanda por la obtención del trono español. Finalmente,
los Tratados de Utretcht (1713-1715) consienten la instauración de Felipe V
(nieto de Luis XIV) como rey de España y primer Borbón español -aunque
estableció importantes límites de contención territorial a Francia-. Durante
más de 20 años, a mediados del siglo XVIII, se producen una serie
ininterrumpida de guerras en Europa y fuera de ella donde las alianzas
enfrentadas encuentran siempre a Gran Bretaña y Francia en lados opuestos. Así,
llegamos a un verdadero hito en la historia de las relaciones internacionales y
de la humanidad en general: la Revolución Francesa de 1789 y los éxitos
militares de la Francia revolucionaria y la Francia de Napoleón Bonaparte.
Con las ideas de defensa de los
derechos individuales del hombre, la preocupación por la tutela de las
libertades personales contra un posible retorno al Antiguo Régimen, Francia se
erigió como una verdadera amenaza para el resto de las potencias europeas.
Estas se unieron en coaliciones para derrotar el avance de Napoleón, lo cual se
logró en Waterloo en 1815. Sin embargo, no se puede dejar de afirmar que, dada
su influencia en las revoluciones que se sucedieron en el siglo XIX de carácter
liberal y nacionalista en Europa y otras partes del mundo, la Revolución
Francesa inaugura una nueva era en la política internacional.
Marcando el declive de Francia, los
miembros de la Quinta Coalición se reúnen en el Congreso de Viena para
restaurar las monarquías que Napoleón había derrocado. Se trazaba así un nuevo
mapa europeo y se intentaba poner coto a la expansión de las ideas de la
Revolución de 1789. Este es el inicio del llamado "Concierto Europeo",
en el que se comenzaron a tutelar los asuntos continentales por un directorio
de grandes potencias, decidiendo en común sobre fronteras, repartos, dinastías,
etc. Específicamente, implicó la hegemonía de las 5 grandes potencias (Gran
Bretaña, Rusia, Prusia, Austria y Francia). Se implanta la diplomacia de
conferencias sobre los grandes temas internacionales. Se restablecía así el
equilibrio de poder entre las potencias europeas.
De forma general, podemos concluir
que estamos ante dos etapas de las relaciones entre naciones profundamente
marcadas por el desarrollo tecnológico y productivo que abrió el camino al
capitalismo y al ascenso de una nueva clase social: la burguesía. La Iglesia
desempeñó un rol preponderante en las relaciones entre Estados, a pesar de los
pasos dados en Westfalia que le habían retirado preponderancia. Estamos ante
los primeros tiempos de la llamada “edad de oro de la diplomacia en Europa”,
del equilibrio de poder, la política de alianzas -bastante cambiantes- y del
derecho internacional en el concierto de naciones.
Bibliografía
Rodríguez Hernández, L. E. (2017). Un siglo de teoría de las Relaciones
Internacionales. La Habana: Editorial Universitaria Félix Varela.
Rodríguez Hernández, L. E. (2018,
septiembre). Curso de Historia de las Relaciones Internacionales (2018-2019). Tema II. La Estructura y Dinámica del
Sistema Internacional en vísperas del inicio de la fase imperialista del
Capitalismo. La Habana: Instituto Superior de Relaciones
Internacionales.
Romero Puentes, Romero Puentes, Y.
(2017). Derecho Internacional Público.
Parte General. La Habana: Minrex.
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