Investigador en el CNRS
(Centre d’Économie de la
Sorbonne)
El marxismo es una de las armas
teórico-prácticas más poderosas, si no la más poderosa, de la que disponen las
clases trabajadoras para llevar adelante sus luchas. Eso explica a la vez su
presencia marginal en las esferas académicas e intelectuales, en las que estas
clases no están (o apenas lo están) representadas y en las que la influencia
ideológica de la burguesía es aplastante, así como el hecho de que el marxismo no
desaparecerá, muy a pesar de los signos evidentes de declive y de las ganas
de sus enemigos, incluidos los socialdemócratas. Sin embargo, su relación con
la economía, en cuanto disciplina científica, no está muy clara. En primer
lugar, porque la economía llamada “política”, aparecida en Europa occidental
entre los siglos XVI y XVIII, es ella misma un subproducto de la evolución
histórica del capitalismo.
La fórmula elegida por
Jean-Baptiste Say para definir la economía, como la ciencia que estudia la
manera como «se forman, se distribuyen y se consumen las riquezas»1, da la impresión de que éstas lo hacen «si
no por sí solas, al menos de una manera independiente de la voluntad humana»,
escribía Léon Walras; y añadía: «lo que ha seducido a los economistas de
esta definición [la que da Say], es precisamente este tinte exclusivo
como de ciencia natural que da a toda la economía política. Este punto de vista
les ayudaba sobre todo en su lucha contra los socialistas. Todo plan de
organización de la propiedad era rechazado por ellos a priori y, por así
decir, sin discusión»2. El marxismo
va mucho más lejos al demostrar, como señalaba Engels, que «la economía no
trata de cosas, sino de relaciones entre personas y en última instancia, entre
clases; aunque estas relaciones estén siempre ligadas a cosas y aparezcan como
cosas»3.
Las ideologías dominantes del
capitalismo se han ido consolidando con las mutaciones de este campo
disciplinar, que lentamente se ha transformado de «economía política» en
«economía pura ». «Economía política», es la forma en la que nació alrededor
del siglo XVII gracias a autores como Antoine de Montchrestien et William Petty4, que expresa la prevalencia de la economía
sobre la política como consecuencia de la consolidación del capitalismo; forma
en la que se fue perfeccionando a partir del siglo XVIII gracias a Adam Smith,
David Ricardo y a los aportes clásicos. « Economía pura », es lo que
pretende haber llegado a ser desde finales del siglo XX y más aun en estos
principios del XXI. La parte central del tríptico cronológico queda
representada por la formulación de una «economía política pura » (la teoría
walrrasiana del equilibrio general de los mercados) en los últimos decenios del
siglo XIX, un momento en que esta disciplina se había autonomizado (de la
filosofía y del derecho, inmediatamente después de la política y de la
sociología) y sólidamente institucionalizado.
El marxismo es, por supuesto, una
crítica de esta economía política. Marx y Engels tienen una concepción histórica
del capitalismo, y criticaron a aquellos que hacía de ella una concepción
«fetichista» atribuyendo poder a simples objetos materiales. Ellos insisten en
las relaciones sociales. El capital, es una relación social de producción ligado
a una estructura social dada e históricamente determinada. En el caso, los
medios de producción monopolizados por una parte de la sociedad que, dentro de
una relación de dominación y de explotación, oprime a los obreros que viven de
sus salarios. Criticaron a los clásicos que establecieron “leyes económicas”
sin reconocer que éstas son históricas y expresan las contradicciones de la
sociedad y de las tendencias a cambios profundos de esta sociedad.
Pero el marxismo es también, por
el hecho mismo de ser una crítica, la fundación de conceptos
clave de un saber científico auténtico, radicalmente alternativo, en economía
política. Con Marx y Engels, en el marco de una concepción materialista de la
historia, iban a quedar establecidas las características del modo de producción
capitalista, articuladas las fuerzas productivas y relaciones de producción,
concretados los límites de los antagonismos de clases, desenmascarados los
secretos de la explotación, comprendidos los movimientos complejos del capital,
medida la gravedad de sus crisis y, en la práctica, abiertos los horizontes de
las revoluciones proletarias que llegaban.
En los procesos de transición
socialista, el recurso a las herramientas de una planificación se fundamenta en
una ciencia económica propia de estos sistemas, adaptada a su funcionamiento
para la propiedad social, el lugar de los mecanismos de los mercados, la
organización institucional, etc. El ciclo se inicia mediante el objetivo de
alcanzar la mayor satisfacción posible de las necesidades del conjunto de la
población. Ya no son los poderes de compra de los agentes los determinantes,
sino la opción de satisfacer las necesidades sociales y el desarrollo. Las
actividades productivas deben efectuarse con una creciente eficacia gracias a
ese nuevo «cálculo económico». Se emplean términos bastante semejantes a los
utilizados en el capitalismo (excedente, coste…), pero su contenido es distinto
en razón de la especificidad de las relaciones en la que se insertan. Los
espacios ocupados por el mercado quedan condicionados por el predominio de
criterios sociales y por un objetivo de crecimiento compatible con la
solidaridad. La lógica que guía la reproducción ampliada de la economía ya no
es la del beneficio y la explotación.
Que el marxismo sea a la vez
crítico de la economía política y economía política alternativa, la misma
trayectoria de la ciencia económica moderna lo confirma. La corriente
neoclásica actualmente hegemónica, ha tomado de este modo la costumbre de
presentarse como la heredera de los pensadores clásicos. Ahora bien, las
rupturas que se ha visto obligada a operar en relación con estos últimos, han
sido decisivas y hechas necesarias por los desarrollos marxianos,
destructores y creadores a la vez, parientes próximos de las reflexiones clásicas,
pero conduciendo, por los caminos que Marx descubrió, a la teoría de la
extorsión de la plusvalía.
Estas rupturas que los
neoclásicos ocultan, se detectan a nivel metodológico, teórico y conceptual. i)
En el método: con el individualismo metodológico desaparece del pensamiento
burgués toda visión socio-histórica del capitalismo, bloqueando los análisis en
términos de clases sociales y tendencias a largo plazo. ii) En el plano
teórico: debido a un anclaje en la utilidad, que rebaja la realidad social a
una colección de homines oeconomici, el puente entre la teoría del valor
y la de la explotación se rompe, y con ello, una cierta relación de la economía
con lo político. iii) En cuanto a los conceptos: por el hecho de la
sustitución de un equilibrio a corto plazo mediante el ajuste de los precios
por un equilibrio a largo plazo mediante el ajuste de las cantidades, se
condena la comprensión de los ciclos y sobre todo de las crisis.
A la hora actual, estas rupturas
(entre clásicos y neoclásicos) se presentan de manera engañosa mediante el mainstream,
como continuidades que le permiten transformar la correspondencia ideológica
entre «armonía universal» de las teorías (históricas, sociales) de los
clásicos y el «equilibrio optimum» de los pseudo-teoremas (a-históricos,
a-sociales) de los neoclásicos, en un continuum puramente teórico. O
cómo hacer comulgar los unos con los otros -¡con excepción de Marx! – en una
visión apologética unificada de un capitalismo asumido como único pensable en
la teoría y horizonte insuperable de la historia. Y este mainstream
subrayará, con el apoyo de sus pretensiones de cientificidad, la riqueza de sus
«nuevas teorías», cuando la investigación que controla, ya no le da, según el
criterio de algunos de sus eminentes representantes5,
el más mínimo resultado innovador6. De
ahí se deriva una disciplina económica ficticiamente “apolítica” pero aplastada
por una corriente hegemónica dogmática que le hace tender hacia eso que yo
llamo “ciencia(-ficción) económica” 7.
El marxismo al que yo me refiero
aquí es un pensamiento desvinculado del economismo y del determinismo en que
muchos de los “ortodoxos” han encerrado esta corriente después de Marx8. Este último, sobre todo al final de su
vida, en investigaciones consagradas sobre todo a las formaciones sociales
pre-capitalistas y comunitarias agrarias, insistió en efecto en la necesidad de
una visión de la historia no lineal, sobre análisis innovadores en los que las
relaciones de producción se imbrican con otras relaciones con el fin de dar
consistencia al examen de las formas de propiedad, de dominación y de
explotación y, por lo tanto, en la multiplicidad de las vías posibles de
transición al socialismo.
Para profundizar: algunas referencias del autor
Herrera (R.),
« Critique de l’économie “apolitique” », L’Homme et la Société,
n° 135, p. 87-104, Paris, 2000.
—« Y
a-t-il une “Pensée unique” en économie politique ? », La Pensée,
n° 325, p. 99-111, Paris, 2001.
—« The ‘New’ Development Economics: A Neoliberal Con? », Monthly Review,
vol. 58, n° 1, p. 38-50, New York, 2006.
—« The Hidden Face of Endogenous Growth Theory », Review of
Radical Political Economics, vol. 38, n° 2, p. 243-257, New
York, 2006.
— « A Critique of Mainstream Growth Theory: Ways out of the Neoclassical
Science(-Fiction) and Towards Marxism », Research in Political Economy,
vol. 27, n° 1, p. 3-64, New York, 2011.
— « Neoclassical Economic Fiction and Neoliberal Political
Reality », International Critical Thought, vol. 3, n° 1,
p. 98-107, Londres, 2013.
—« A Marxist Interpretation of the Current Crisis », World
Review of Political Economy, vol. 5, n° 2, p. 128-148,
Londres, 2014.
—Penser
les crises, (dir.) (avec A. Casanova), Le Temps des Cerises, Paris,
2014.
Notas:
4 L’expression « économie politique » est
arrivée avec le Traicté de l'œconomie politique (1615) de
Montchestien.
5Malinvaud E., « Pourquoi les économistes
ne font pas de découvertes », Revue d’économiepolitique,
vol. 106, n° 6,p. 929-942, 1996.
7Herrera R., Dépenses publiques et
croissance économique - Pour sortir de la science(-fiction) néoclassique »,
L’Harmattan, Paris, 2010.
Traducción de Red Roja
No hay comentarios:
Publicar un comentario