Congreso de Viena 1814-1815 |
Por Ariel Gala González
Estudiante 4to año ISRI
Si bien
no pudiera hablarse de la existencia de “relaciones internacionales” hasta la
Paz de Westfalia en 1648 (debido al gran significado que esta tuvo en Europa y
el resto del mundo), sí pudiéramos referirnos a la evolución, desde tiempos
antiguos, de la diplomacia. Este fenómeno surgió a raíz de la necesidad de todo
hombre a relacionarse con su entorno para así poder garantizar su supervivencia
y desarrollo.
Esta tesis se encuentra en el epicentro de todo intento de
establecimiento de relaciones diplomáticas a lo largo de la historia. Aunque
las relaciones interpersonales podemos describirlas como los lazos
micro-sistémicos, apreciaremos a continuación como estas transcendieron y
evolucionaron para adaptarse a la gran escala, al macro-sistema, es decir, al
Sistema Internacional moderno.
Evolución histórica de la diplomacia hasta Westfalia
(1648)
Es
válido destacar que, en el periodo en cuestión, dígase, la Antigüedad, afamados
Imperios como el de Roma, entre otros, fueron los responsables del surgimiento
de los lazos diplomáticos entre los estados. Sin embargo, no podemos decir que
en este periodo existiera alguna organización o estructura que se dedicara
enteramente al funcionamiento de la actividad diplomática. Por esta razón,
muchos autores han calificado la diplomacia “antigua” de ambulante, pues como
denota dicho adjetivo, no tenía una representación especifica (salvo para casos
excepcionales como la firma de tratados, acuerdos).
Igualmente,
a este panorama habría que incorporar los problemas básicos de la época que
dificultaban mucho la comunicación y el sostenimiento de vínculos diplomáticos.
Por ejemplo, las barreras lingüísticas, religiosas y culturales sumadas al
problema del transporte. A pesar de estas características, la diplomacia funcionó
de manera limitada durante varios siglos.
No fue
hasta la mitad del siglo XV que la diplomacia comenzó a adoptar un carácter más
permanente y estable. Empero, esto se concentró en la península de Italia. Es
conocido por muchos que Venecia es reconocida como la cuna de la diplomacia
moderna. De hecho, podemos afirmar que en suelo italiano fue donde la
diplomacia permanente surgió por primera vez tras el establecimiento de
misiones permanentes en Roma y Constantinopla.
Cuando
analizamos la época medieval y las características propias del feudalismo, es
imposible no abordar el rol que tuvo la religión en todas las facetas de la
sociedad (incluida la diplomacia). Efectivamente, la Iglesia católica mantenía
todavía un férreo control sobre Europa y los reinos que la componían.
Paralelamente, durante este periodo comenzaron a tener lugar los primeros
movimientos religiosos de carácter político que tenía el objetivo de lograr una
profunda reforma de la Iglesia. Desgraciadamente, la respuesta de la Iglesia no
se hizo esperar y demostró su poder absoluto a través de su instrumento de
control preferido, las guerras religiosas. Este se convirtió en fundamento de
dominación de un reino sobre otro. También, este demostró la decadencia del
sistema feudal y el dominio del catolicismo. Por ello, al fin de este periodo,
y más específicamente en 1648, aparecen los primeros estados modernos. De esta
forma, comenzó a configurarse el Sistema Europeo, la decadencia total del
control de la Iglesia, el ascenso del capitalismo primitivo y el surgimiento de
las relaciones internacionales.
Evolución histórica de la diplomacia hasta Congreso de
Viena (1815)
Como ha
dicho el doctor Leyde E. Rodríguez en su libro[i], “La paz de Westfalia, en
1648, marca el fin de una época y el inicio de otra”. Esta afirmación es
verídica puesto que se creó el primer orden internacional en donde ya figuraron
por primera vez los estados europeos modernos. A partir de este momento, el
Estado se convirtió en el núcleo del Sistema Internacional. Esto, aparejado con
el desarrollo tecnológico de la época y el “boom” de las relaciones económicas
capitalistas primitivas, van a dar lugar a que sea más posible que antes el
establecimiento de vínculos más duraderos y efectivos entre los estados
modernos y los reinos (vestigios de un sistema feudal en decadencia).
Con la
Paz de Westfalia, se articuló y creó el Sistema Europeo de estados que se
convirtió en el pilar del nuevo orden mundial. Sin lugar a dudas fue el
referente del desarrollo y la prosperidad del mundo. Además, con su
instauración, se logró generalizar la diplomacia de carácter permanente a todos
aquellos estados y reinos que mantuvieran vínculos diplomáticos con este
sistema. Entre tantas cuestiones, con Westfalia, surgió el Derecho
Internacional moderno, el cuerpo diplomático y la complejísima cuestión de la
soberanía de los Estados.
Como ha
mencionado el Dr. Leyde E. Rodríguez, “La historia diplomática empieza a dar
paso a la historia de las relaciones internacionales, que introduce nuevos
enfoques en la historia internacional”[ii]. Precisamente cabe destacar el
surgimiento del llamado “equilibrio de poder” que va a ser el mecanismo rector
del balance de las relaciones internacionales a lo largo de todo este periodo.
Sumado a este proceso, es inevitable no relacionar la soberanía (o igualdad
soberana) que se convirtió en un concepto que ha trascendido hasta nuestros
días.
La
definitiva separación entre Estado e Iglesia fue un resultado fundamental de
Westfalia. Esto fue una derivación de la secularización de la política sumado a
la ausencia y debilitamiento de la Santa Sede en el ámbito internacional. Es
entonces que, tras esta famosa división, las relaciones internacionales se
comenzaron a reconocer como consecuencia de la propia naturaleza del Estado. Si
bien antes a Westfalia se aceptaba una separación entre economía y política, y
se creía en la noción que las relaciones internacionales eran el fruto de la
unión entre diplomacia y derecho internacional, después de 1648, todo cambió.
Los
nuevos estados modernos empezaron a hacer más énfasis en analizar los procesos
que ocurrían en el marco del Sistema Internacional. Es por ello que, a lo largo
de todo este periodo (hasta el Congreso de Viena), se crearon muchas alianzas
internacionales que determinaron el modus operandi del Sistema y de su
equilibrio de poder. Sin embargo, hasta esa fecha, los Estados todavía no
tenían un alto grado de interdependencia o interconexión. Esto no significo que
el Sistema Europeo no fuera eficaz. Al contrario, a lo largo de estos años, se
puso en duda la eficacia del llamado equilibrio de poder. Pero, como se
demostró, durante los peores momentos de tensión, los países mantuvieron casi
intacto el Sistema y el equilibrio entre sus partes. Ejemplos de estos momentos
son la Guerra de los Treinta Años, el Tratado de Utrecht, y la Guerra de
Independencia de los Estados Unidos.
No
obstante, con el suceso de la Revolución Francesa, se llevó a cabo un notable
proceso de configuración del Sistema Internacional. Esta nueva era que surgió
tras 1789, despertó sentimientos encontrados en poderosa monarquías de la época
como fueron los casos de Inglaterra, Austria y Prusia. Estas contemplaron la
necesidad de destruir el nuevo sistema político que se estaba creando en
Francia con los girondinos. Además, creyeron factible que podían utilizar ese
momento de inestabilidad política para expandir su control sobre esta potencia
europea. De esta forma, surgió la llamada alianza anti-francesa liderada por Inglaterra.
El
resultado inmediato de este contexto complejo (crisis sistémica), donde tuvo
lugar un quiebre del equilibrio de fuerzas, fue las Guerras Napoleónicas. Estas
devinieron en una expansión impresionante del imperio francés bajo el liderazgo
de Napoleón. Pero, su insaciable expansión sobre Europa solo trajo graves
consecuencias para el Sistema Europeo que estaba en sus últimos suspiros. Sin
embargo, a pesar de la fortaleza que demostró poseer el imperio francés con
Napoleón Bonaparte, este fue derrotado dando paso así a una nueva
restructuración del Sistema Internacional.
Con el
Congreso de Viena de 1815, tuvo lugar otro reordenamiento político de Europa
que intentó restablecer el statu quo de la Europa previa a Napoleón. En efecto,
el mayor logro del Congreso de Viena fue precisamente el logro del
restablecimiento del equilibrio de poder entre las potencias europeas
(recordemos el papel jugado por el Concierto Europeo). Y de esta manera, se
creó así otro orden internacional que se iba a mantener intacto hasta la 1ra
Guerra Mundial.
De esta
forma, entre 1648 y 1815, observamos como existía poco desarrollo del derecho
diplomático. A pesar que en Westfalia surgen el Derecho Internacional moderno,
y el cuerpo diplomático, no se puede afirmar que las cuestiones referentes a
los privilegios, deberes e inmunidades de los diplomáticos estaban
esclarecidas. De hecho, la gran ventaja de la diplomacia es que asumió muchas
de sus funciones y reglas de forma consuetudinaria desde la Antigüedad hasta
nuestros días.
Asimismo,
en este periodo observamos cómo se creó por primera vez el Sistema
Internacional con el surgimiento de los primeros estados modernos en Westfalia.
Desde entonces, las relaciones internacionales se han complejizado y
evolucionado para dar lugar al panorama actual. Hay que destacar que desde el
1648 hasta el 1815, se modificó el Sistema en dos ocasiones diferentes, los
cuales dieron lugar a dos sociedades completamente distintas.
Notas:
[1] Un siglo de
teoría de las relaciones internacionales. Editorial Universitaria Félix Varela,
La Habana, 2017, pág. 12
[1] Ibíd, pág. 14
Bibliografía:
Carduch, R. (1993). La Diplomacia. In R.
Carduch, Dinámica de la Sociedad Internacional. Madrid: CEURA.
Rodríguez, L. (2017, septiembre). La
Estructura y Dinámica del Sistema Internacional en vísperas del inicio de la
fase imperialista del Capitalismo. Historia de las Relaciones
Internacionales. La Habana.
Rodríguez, L. (2017). Un siglo
de Teoría de las Relaciones Internacionales .La Habana: Félix Varela.
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