Por Enrique Muñoz
Gamarra (*)
Bien sabemos que el curso de la historia es entre flujos y
reflujos (ascensos y descensos), zigzagueante, pero, al fin y al cabo, siempre
ascensionales, donde el movimiento como producto de la contradicción, es lo más
importante.
Ante todo muestro aquí algunos hechos que han sido
determinantes en la deriva actual del mundo, es decir, en la nueva situación
mundial:
Primero, en 1956, tras la muerte de Stalin, la restauración
capitalista en la URSS constituyéndose a partir de ahí en una ex URSS.
Segundo, en 1976, tras la muerte de Mao Tse-Tung, la
restauración capitalista en China.
Tercero, en 1991 la implosión de la ex URSS.
No debemos olvidar que las altas tasas de las
ganancias capitalistas entre los años 1950-1970 hicieron ilusionarse a los
apologistas del sistema para sostener que aquello iba ser constante y
permanente. El jolgorio en Norteamérica era entonces muy grande.
Sin embargo el ciclo económico inaugurado inmediatamente después
del fin de la Segunda Guerra mundial no estaba establecido para toda la
eternidad, aquello iba a llegar a un punto límite y, eso ocurrió precisamente
en 1973.
A partir de entonces el sistema ingresaba a un ciclo económico largo de
contracción y crisis que afectaría muy seriamente el desarrollo posterior del
sistema capitalista mundial. Esto era muy claro sobre todo en el centro de este
capitalismo que estaba ubicado en occidente, precisamente en Estados Unidos.
Para continuar previamente hay que advertir que hablar de la nueva situación
mundial es hablar de cuestiones vivas y siempre en movimiento, no de cuestiones
inertes.
En esto son muy importantes los acontecimientos del 11 de
septiembre de 2001, momento en el que el entonces hegemon mundial (Estados
Unidos) habiéndose percatado de los graves riesgos al que estaba asistiendo su
omnímodo poder, decidió confrontarla.
Desde entonces, sin negar hechos similares anteriores, corrió
mucha sangre en el mundo. Fueron genocidios con millones de muertos.
Así fue en Afganistán donde fueron aniquilados un millón de
personas entre niños, ancianos, gente desarmada, etc. Allí los Estados Unidos
hicieron estallar (abril de 2017) su más poderosa bomba convencional, no nuclear,
al que con desparpajo llamaron 'Madre de todas las bombas”.
En Irak el genocidio fue de 2.4 millones de personas y más
de tres millones de refugiados.
En Libia cerca de 200, 000 muertos (aquí las cifras han sido
escondidas).
En Siria los destrozos fueron terribles.
Y en Yemen hasta ahora se dice que son 100, 000 muertos. A
Estados Unidos y Arabia Saudita, países agresores, poco les interesa la
hambruna que han generado.
Ahora mismo Venezuela está en grave riesgo. El golpe de Estado
esta aguantado. Los imperialistas estadounidenses están agazapados esperando el
momento oportuno. Es más, América Latina está en grave riesgo. Es una región que
puede incendiarse más pronto de lo que se imagina la CIA y el Pentágono.
En realidad los hechos fueron muy cruentos. Previamente es
necesario aclarar que entre 1990 y 2000 ya había empezado a sentirse en las
regiones asiáticas del planeta un fuerte desarrollo capitalista, en este caso
muy notorio en China.
Entre los años 2001-2007 estaba a las puertas la gran crisis
económica. Su estallido fue en 2008 y se presentó como una gran depresión
económica.
Además no olvidar que desde algunos años atrás estaba
latente en el movimiento comunista internacional notorias debilidades orgánicas en
los partidos comunistas que estaban siendo desbordadas por los acontecimientos
mundiales.
Esta situación conjugada con todo lo que estaba sucediendo
en el sistema de producción capitalista (producción caótica, sobreproducción de
mercancías, sobreacumulación de capitales, etc.) condujo a un importante
reajuste capitalista en el mundo.
Juinto a estos mismos hechos y el empuje de las leyes
capitalistas que estaban encumbradas, se desató en las esferas productivas una
verdadera hecatombe. La gran crisis económica se convirtió en un verdadero
vórtice. Algunos economistas la llamaron aterrizaje forzoso. Esto por supuesto
no puede pasarse por desapercibido.
El asunto es que la estructura económica del sistema
capitalista mundial había sido envuelta en un huracán de cambios que aplastaban
inmisericordemente antiguas estructuras del sistema unipolar (antiguo poder hegemónico).
En efecto, el vórtice fue la gran crisis económica del 2008
que estaba circunscrita en el ciclo económico largo de contracción y crisis
iniciado en 1973 e inmersa en la segunda fase del sistema capitalista mundial
(sistema imperialista).
Consecuentemente aquellos hechos condujeron a la bancarrota
de la economía estadounidense. En ese entonces era la máxima representante del
sistema capitalista mundial. También las principales economías europeas sufrieron
fuertes desastres.
En contraparte China empezaba a emerger como una importante
potencia capitalista (2000 para adelante). El desarrollo capitalista había sido
formidable. La manufactura había tenido un enorme desarrollo. Ya estaba concentrándose aquí
un tercio del proletariado mundial. China estaba convirtiéndose rápidamente en la
principal fábrica del mundo. Realmente esto era asombroso.
Y en Rusia había ocurrido un importante recambio
geopolítico. La llegada de Vladimir Putin al poder en el año 2000 fue muy
importante.
Posteriormente entrelos años (2005-2007) las burguesías
financieras de Rusia y China lograron entender lo latente que estaba la paridad
estratégica. Habían concluido un importante balance de las potencialidades de
sus armas disuasivas. En realidad era un importante balance geopolítico-militar.
Los hechos continuaban incursos en un fuerte proceso. De
acuerdo a esto en 2010 ocurrió la implosión de la hegemonía mundial
estadounidense. Aquello constituyó un extraordinario hecho geopolítico de
enorme trascendencia mundial.
Sobre esta base emergieron tres superpotencias capitalistas
(China, Estados Unidos y Rusia). Esto condujo en forma automática a la
estructura multipolar en el sistema internacional.
Y lo más importante, al empuje de estos hechos se entretejió
una nueva estructura económica del sistema capitalista mundial encabezada por
China y seguidas por Estados Unidos, India, Japón, Alemania y Rusia. Esto indicaba
que Estados Unidos había sido desplazado a un segundo lugar.
Así, los hechos fueron terminantes.
Entonces toda esta situación fue considerada por la
moribunda burguesía financiera estadounidense como un humillante impasse,
respondiendo inmediatamente con fuertes provocaciones y una cruenta carrera
armamentística.
Sin embargo en ese mismo momento ya estaban imponiéndose en el plano
internacional cuatro nuevas potencias militares mundiales (Rusia, Estados
Unidos, China y la RPDC) que automáticamente originaron una nueva correlación
de fuerzas. Una situación que fue claramente establecida tras la derrota
militar estadounidense en la península coreana en octubre de 2017.
Y así, a partir de esos momentos los hechos internacionales empezaron
a correr bajo este parámetro. En efecto, después de lo sucedido en la península
coreana, Estados Unidos pasó a orientar su maquinaria bélica contra Rusia,
China e Irán.
En realidad aquello indicaba una fuerte colisión entre las tres
superpotencias capitalistas (China, Estados Unidos y Rusia). Los impasses que
enfrentaban estaban volviéndose muy graves. En tanto la crisis económica seguía
aplastando sus economías. Por supuesto, el gran provocador era Estados Unidos. Pero
el poderío estadounidense había quedado en entredicho. Estaban en el ayer los
tiempos en que él solo decidía los asuntos mundiales. Ahora para existir debía
tranzar. Consecuentemente los hechos para los Estados Unidos eran aplastantes.
Estaba en una situación absolutamente crucial.
Sin embargo la caduca burguesía estadounidense era renuente
a esta nueva situación mundial. Se pavoneaba, por aquí y por allá, como si no
hubiera pasado nada. Se creía una Diosa y hegemónica eterna.
Por supuesto al empuje de semejante hechos, nueva situación
mundial y renuencia estadounidense a aceptar aquella situación, el mundo empezaba
a refulgir, a encabritarse y a contornearse como queriendo advertir con indómita
fuerza que nadie podía saltarse por encima de la nueva situación mundial, bajo
cargo de ser barrida por la historia.
Sin duda vivimos tiempos históricos.
(*) ENRIQUE MUÑOZ
GAMARRA:
Sociólogo peruano, especialista en geopolítica y análisis
internacional. Autor de los libros:
“Coyuntura Histórica. Estructura Multipolar y Ascenso del Fascismo en Estados
Unidos” e “Implosión de la hegemonía mundial estadounidense”. Además es
autor de más de 200 artículos publicados en varias páginas web y agencias de
información digitales de diversos países. Su Página web es: www.enriquemunozgamarra.org
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