Con los ojos del alma
20-08-2006
No había que pecar de retrógrado
para concebir un escenario donde la esperanza deviniera fuego en
extinción, acaso rescoldo, ceniza. Con la desaparición, en largo y
apurado dominó, de todo un campo socialista, y con la desintegración de
la ciclópea Unión Soviética, incluso en las filas de la izquierda muchos
pensaron que el cese del enfrentamiento entre los dos bloques
socioeconómicos, políticos, ideológicos, marcaba con hierro candente la
hora cero del consiguiente derrumbe del Movimiento de Países No
Alineados (NOAL).
“¿Para qué hará falta éste
ahora, cuando la historia llegó a su meta, a su fin irreversible?”, debe
de haberse ufanado más de uno en las exultantes hileras de derechistas
hechos a imagen y semejanza de teóricos como el inefable Fukuyama. Para
qué haría falta, sí, habida cuenta que precisamente el enfrentamiento de
los dos mundos irreconciliables otorgó a los NOAL esencia, nombre,
razón de existencia.
Pero quienes pensaban de esa
guisa dejaban de apreciar el fenómeno de modo concreto; el fenómeno como
prisma, constituido por miríadas de ángulos tan claros como un día
meridional. Porque para aquellos que desprecian los cantos de sirena del
neoconservadurismo intelectual resulta sumamente nítido que, mientras
el imperialismo se erija en hecho, será más que necesario un foro de
discusión y exposición de los intereses de los países menos
privilegiados, como asegura en artículo enjundioso el académico,
diplomático y periodista cubano Leyde Ernesto Rodríguez.
Coincidimos con él en que, “en
el momento internacional actual, no solo resulta perentoria la elevación
de su liderazgo (de los No Alienados) en defensa del Sur, sino, además,
la elaboración de una estrategia común para desplegar cierta capacidad
de desarrollo ideológico y una orientación política unificada contra el
imperialismo y sus manifestaciones, muchas de las cuales ya han sido
identificadas en distintas regiones del sistema internacional”.
Siguiendo esa línea de
pensamiento, el trabajo futuro de la enorme agrupación –116 países la
integran- “podría entroncarse directamente con la lucha de los pueblos,
de las fuerzas políticas de izquierda y de los movimientos sociales por
la construcción de un sistema mundial más justo y acorde con las
aspiraciones de las masas populares en todas las regiones y países”.
Y no solo ello. Como bien expone
Rodríguez, la dinámica de las relaciones entre la naciones de todo el
planeta se modifica permanentemente, y emergen diferentes áreas de
convergencia, en las que se torna impostergable exigir una real
cooperación en el eje Norte Sur de los vínculos globales, “porque la
unión de los países con posiciones afines en torno a distintos temas de
la agenda de los NOAL trasciende la conflictual división geográfica
Norte-Sur del sistema internacional frente a los legítimos anhelos de
supervivencia de toda la humanidad”.
Supervivencia. Anhelo quemante,
compartido. Anhelo que a Cuba, por ejemplo, le brota del alma nacional,
porque desde siempre ha estado en peligro, ante la ambición geopolítica
de su enemigo jurado: los Estados Unidos de Norteamérica. Y menciono a
Cuba no por estrecho chovinismo. La enarbolo en estas líneas porque
precisamente en su capital, La Habana, se celebrará la próxima cumbre de
los NOAL, la decimocuarta, del 11 al 16 de septiembre, tras lo cual,
continuando con la tradición del grupo, asumirá la conducción de éste
por un período de tres años.
Cuba sabe de anhelo de
supervivencia, decía. Por eso buscará las más novedosas y menos formales
soluciones que confluyan en la decisiva unidad de acción, a pesar de la
diversidad, la complejidad y las contradicciones inherentes a un orbe
donde la hegemonía está en la “cancha” de los EE.UU, la Unión Europa y
otras potencias capitalistas aliadas.
¿Alguien se atreverá a poner en
duda el aserto de que la Isla hará todo lo posible por la unidad de
acción en pro de la gente, preterida en otros lares y por otros grupos?
¿Alguien consciente colocaría en entredicho la decisión de cambiar las
reglas de juego tras haberse dotado a la agenda de esta Cumbre de un
contenido real, de un paradigma? Quien dude no vería a dos pasos la mole
enorme de la esperanza. Y, por cierto, debería acogerse a la operación
Milagro, aquella que le devolvería la vista, gracias a una Cuba que, en
voz de Fidel, ha propuesto el acercamiento real a los pueblos mediante
un proyecto de alfabetización para el Tercer Mundo, un plan para la
formación emergente de médicos y un programa que privilegia el ahorro,
provee la seguridad energética y preserva valiosos recursos naturales.
Haría bien en operarse... aunque, en honor a la verdad, hay cosas que solo se ven con los ojos del alma.