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martes, 5 de marzo de 2013

Conversaciones con Jean-Pierre-Bel, Presidente del Senado francés



Estados Unidos debería levantar las sanciones contra Cuba, 
 declara el Presidente del Senado francés




Por Salim Lamrani
Opera Mundi

            Presidente del Senado desde 2011, Jean Pierre Bel es el segundo personaje del Estado francés según la Constitución. Este amigo íntimo del Presidente de la República François Hollande se ha convertido en el primer socialista que ocupa este cargo en la Cámara Alta del Parlamento bajo la V República. Domina el idioma español y es un buen conocedor de América Latina y particularmente de Cuba.
            Nacido en 1951 en el seno de una familia de resistentes comunistas del sur de Francia, Jean-Pierre Bel se involucró a partir de los años 1970 en las redes de solidaridad con la oposición española en lucha contra la dictadura de Francisco Franco, acogiendo a refugiados y brindando apoyo material a los antifascistas. Durante una de esas operaciones, fue arrestado por la policía franquista y estuvo varios meses en las cárceles españolas.
            Elegido alcalde en 1983 y senador en 1998, Jean-Pierre Bel presidió el grupo socialista del Senado de 2004 a 2011 y fue miembro durante más de diez años del Buró Nacional del Partido Socialista, antes de ser elegido número dos de la Nación. Jean-Pierre Bel es un ferviente partidario de un acercamiento entre Francia y América Latina, particularmente con Cuba, no sólo por razones políticas sino también afectivas. En efecto, admirador de la Revolución Cubana desde la adolescencia, encantado por la inteligencia notable del pueblo de José Martí, el Presidente del Senado se casó con una cubana y de esa unión nació una hija.
            En estas conversaciones realizadas en la isla, el Presidente del Senado aborda las relaciones entre Cuba y Francia, la política de la Unión Europea hacia el gobierno de Raúl Castro, el conflicto bilateral entre Washington y La Habana así como las perspectivas de su normalización bajo el segundo mandato de Barack Obama. Evoca también la distinción que le concedió a Eusebio Leal, historiador de La Habana, que recibió en nombre del Presidente de la República la Cruz de Comendador de la Legión de Honor. Por fin, este diálogo termina con una reflexión sobre la figura de Maximiliano Robespierre, Héroe de la Revolución Francesa.


            Salim Lamrani: Señor Presidente, ¿en qué estado se encuentran las relaciones entre Cuba y Francia?

            Jean-Pierre Bel: Las relaciones entre nuestros dos países se encuentran en una etapa crucial. Hubo recientemente, a finales del mes de enero, el encuentro entre la Unión Europea y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños en Santiago de Chile, donde los dirigentes de ambos continentes pudieron intercambiar puntos de vista e ideas sobre el futuro de nuestro mundo y sobre el modelo de sociedad que queremos construir. Cuba ha tomado la presidencia de esta institución, la CELAC, que agrupa las 33 naciones de América Latina y del Caribe, y se trata de un acontecimiento muy importante. El Primer Ministro francés, Jean-Marc Ayrault, estaba en Santiago y le puedo afirmar que hay una voluntad muy fuerte por parte de nuestro país, Francia, de profundizar las relaciones con Cuba. Hablé personalmente con el Presidente de la República, François Hollande, y hay una verdadera determinación de reforzar nuestros lazos con La Habana.

            SL: ¿Cuáles son los vínculos entre ambas naciones?

            JPB: Los lazos son múltiples y son de orden histórico y cultural. La Revolución Francesa y la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano influenciaron mucho a los grandes pensadores cubanos, particularmente al Apóstol y Héroe Nacional José Martí. La Revolución Francesa también marcó la Revolución Cubana en su lucha por la independencia. El himno nacional cubano, La Bayamesa, se inspira directamente en La Marsellesa y hay una gran similitud entre nuestras banderas. Grandes personajes franceses participaron en la organización de este país. Para La Habana, por ejemplo, fue un arquitecto francés quien realizó las grandes infraestructuras alrededor de la capital. Franceses de Burdeos fundaron la ciudad de Cienfuegos. Cuba es un país que siempre ha fascinado a los franceses. La epopeya revolucionaria de Fidel Castro marcó a mi generación. Todos teníamos el retrato de Che Guevara en nuestras habitaciones.
Más que un símbolo, Francia y Cuba comparten una historia común. Tenemos entonces la responsabilidad, nosotros, las generaciones de hoy, de retomar esta historia y hacer que nuestros dos países, nuestros dos pueblos, recuperen una amistad fuerte y fraternal.

            SL: ¿Y hoy en día?

            JPB: Hoy en día la época es diferente y deseo, tomando en cuenta mis lazos particulares con Cuba, contribuir a volver a encontrar esta vía de la amistad y compartir nuestros puntos de vista. Francia tiene un papel que desempeñar en Cuba y están presentes importantes empresas francesas, como por ejemplo Bouygues que está construyendo varios complejos hoteleros y tiene muchos proyectos en esta isla. También está el magnífico matrimonio entre Cuba y Francia con la marca Havana Club y la empresa Pernod-Ricard que permite llevar a través del mundo la excelencia cubana en materia de ron. Air France también ocupa un espacio importante en Cuba. Todos queremos profundizar nuestros lazos con Cuba y desarrollar nuestra cooperación, y para ello debemos respetar lo que es este país, su identidad, su sistema y su modo de funcionar. Tenemos mucho margen de progresión.

            SL: ¿Qué representa para usted este viaje a Cuba?

            JPB: Estoy encargado de llevar este mensaje de amistad y fraternidad de Francia a Cuba, y este viaje tiene una dimensión emotiva particular para mí pues mi segunda familia se encuentra en este país. Mi esposa es cubana y tengo este país en el corazón. Pero estoy aquí como Presidente del Senado francés, es decir como segunda figura de la República para testimoniar de la importancia que mi país concede a las relaciones y al diálogo con Cuba.

            SL: La Unión Europea impone desde 1996 una Posición Común respecto a Cuba, oficialmente por la situación de los derechos humanos, lo que hace de la isla la única nación del continente estigmatizada de esta manera. Lejos de constituir una política constructiva, se ha convertido en el principal obstáculo para la normalización de las relaciones entre La Habana y Bruselas. ¿Acaso no sería juicioso que la UE modificara su enfoque con las autoridades cubanas?

            JPB: Desde luego, la Unión Europea tiene que evolucionar y de hecho está modificando su enfoque respecto a Cuba. La Posición Común es una política anticuada y Francia quisiera ser el interlocutor en esta realidad y convencer al resto de Europa de que el diálogo con Cuba es necesario. Somos conscientes de las dificultades pues no tenemos la misma visión de la realidad. Nuestros sistemas políticos son diferentes. No obstante somos lúcidos y sabemos todo lo que ha sufrido este país durante los últimos años. Para el pueblo cubano la realidad ha sido dura. A veces vivo con el pueblo cubano, comparto su vida cotidiana y siempre me asombra su capacidad para hacer frente a las dificultades, para vivir mejor, para comer mejor, para tener más comodidad. Pero se trata sobre todo de una lucha por la dignidad. Para nosotros, franceses, Cuba tierra de espíritus libres, es sinónimo de inteligencia, dignidad y belleza. Desde esta perspectiva nos sentimos muy cercanos a este pueblo y a estos valores que llevamos juntos.

            SL: Estados Unidos impone sanciones económicas a Cuba desde hace más de medio siglo. Afectan a las categorías más vulnerables de la sociedad. La inmensa mayoría de la comunidad internacional, 186 países en 2012, se pronuncia a favor de su levantamiento inmediato. ¿Acaso no habría llegado el momento para Washington de normalizar sus relaciones con Cuba?

            JPB: No quiero inmiscuirme en las relaciones entre ambos países, pero si tengo que expresar mi opinión diría que ha llegado el momento, más que nunca, de volver a encontrar el sentido de las realidades. Sólo hay 170 kilómetros entre estas dos naciones que, en su historia, siempre se han mirado frente a frente. Es tiempo de que ambos pueblos caminen juntos, uno al lado del otro. Sería bueno para todos dejar de lado los diferendos y mirar colectivamente el porvenir con una mirada apaciguada. Es tiempo de acabar con las sanciones económicas que duran desde hace cincuenta años y hacen sufrir al pueblo cubano.

            SL: En nombre del Presidente de la República francesa, François Hollande, usted acaba de condecorar a Eusebio Leal, historiador de la ciudad de La Habana, con la Cruz de Comendador de la Legión de Honor. Se trata de la más alta y antigua distinción que otorga nuestra nación. ¿Qué criterios motivaron esta decisión?

            JPB: Eusebio Leal es para nosotros un gran personaje. Me reuní con él varias veces en París y en La Habana y nos une una amistad y una admiración fuertes. Siempre me ha impresionado su inmenso talento, su cultura increíble y su insaciable curiosidad. Eusebio Leal tiene la particularidad de conocer nuestra propia historia mejor de nosotros. La estudió con mucha pasión, particularmente el periodo napoleónico. Siempre recordaré nuestro encuentro en el Palacio de Luxemburgo, sede del Senado de la República. Nos encontrábamos ante el asiento donde fue coronado el Emperador Napoleón y escuchábamos las explicaciones de varios especialistas de la época. Eusebio Leal, historiador de La Habana, cubano, nos dio una gran sorpresa al completar la exposición de los historiadores y esclarecer detalles y aspectos que todos ignorábamos. De hecho, en Cuba, en La Habana, se encuentra uno de los mayores museos en el mundo sobre Napoleón, obra de Leal, y es de una extraordinaria riqueza. Se inauguró en 2011 con la presencia de la Princesa Napoleón.

            SL: ¿Qué valores representa Eusebio Leal para usted?

            JPB: Eusebio Leal representa los valores de Francia, de los principios de nuestra Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano. Comparte la lucha de Francia por la libertad y la emancipación del género humano, mediante la conquista de nuevos derechos sociales. Comparte nuestro espíritu de resistencia y solidaridad hacia los más débiles. Es el lazo entre la Francia de Victor Hugo y Aimé Césaire y la Cuba de José Martí. Es el lazo entre nuestras dos culturas convergentes. Leal es al mismo tiempo el símbolo de esta extraordinaria cultura cubana, tan cercana de nosotros. Eusebio Leal es un grandísimo embajador de Cuba en Francia y en el exterior y creo que merece esta distinción particularmente importante. Muy pocas personalidades extranjeras fueron condecoradas con la Cruz de Comendador de la Legión de Honor, que estableció Napoleón Bonaparte el 19 de mayo de 1802. Que yo sepa, salvo Nelson Mandela, nadie ha recibido semejante distinción.

            SL: Maximiliano Robespierre, nuestro Libertador, el defensor de la soberanía popular, era sin duda el más fiel representante de las aspiraciones del pueblo francés durante la Revolución. ¿Cuándo le erigiremos una estatua en París?

            JPB: Muchos franceses se interesan por la historia de Robespierre y, como en Cuba, tenemos en Francia nuestros grandes debates. El modo en que Robespierre llevó nuestra Revolución y las razones por las cuales fue guillotinado en pleno periodo del Terror son objeto de controversia. Es verdad que también existió el terror blanco de los realistas. Vengo de un Departamento cuyo presidente de la Corte de Seguridad General, en la época del Terror, derrocó a Robespierre y le cortó la cabeza.

            SL: ¿Acaso defender el legado de Robespierre no es defender la Democracia?

            JPB: Conviene analizar estos acontecimientos con una mirada histórica. Las ideas de la Revolución son mías. El ideal de Robespierre es mío. Quizás no comparta hoy la forma en que se ejerció el poder en aquella época. Pero hoy es otro día, otra época, y resulta difícil emitir juicios a posteriori pues no vivimos la epopeya revolucionaria, y quién sabe cómo hubiéramos actuado si estuviéramos en el poder y tuviéramos que enfrentar una guerra civil y el asalto de todas las monarquías europeas coaligadas contra nuestra Patria y nuestra Revolución. Puedo emitir un juicio histórico, seguro, pero no un juicio político.


*Doctor en Estudios Ibéricos y Latinoamericanos de la Universidad Paris Sorbonne-Paris IV, Salim Lamrani es profesor titular de la Universidad de la Reunión y periodista, especialista de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos. Su último libro se titula Etat de siège. Les sanctions économiques des Etats-Unis contre Cuba, París, Ediciones Estrella, 2011, con un prólogo de Wayne S. Smith y un prefacio de Paul Estrade.