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lunes, 4 de mayo de 2015

El Capital, filme francés que satiriza la banca en la crisis capitalista


 Por Leyde E. Rodríguez Hernández 

El domingo 3 de mayo asistí, junto a mi esposa, a la exhibición del filme “El capital”, en el Cine 23 y 12, sede de la cinemateca cubana, para conocer la historia del imparable ascenso de Marc Tourneuil (Gad Elmaleh, actor humorístico), un prescindible asalariado del capital que se convierte en su indiscutible amo y señor. 

El capital, actualmente en la cartelera del XVIII Festival de Cine Francés en Cuba, es la última película relacionada con la banca y el mundo que la rodea, esta vez de la mano del director griego Costa-Gavras nos adentramos en la vida de Marc Tourneuil, un calculador y cínico banquero que consigue ascender hasta la presidencia de una de las entidades financieras más importantes de Francia, pero que también podríamos ubicar en Italia, España, Portugal o Grecia, entre otros países europeos que han sufrido la gran crisis económica iniciada en el 2008, cuyas consecuencias siguen padeciendo  la mayoría de los ciudadanos en cada una de esas naciones del llamado viejo continente. 

Durante toda la película vemos a un Marc orientado a la rentabilidad de su empresa que se muestra en cada momento obsesionado con satisfacer su ego profesional y su enriquecimiento personal en un "bajo mundo" de las finanzas que se caracteriza por la corrupción, el chantaje, la deslealtad y el accionar prácticamente mafioso de los gerentes de las finanzas internacionales, que tienen su centro principal en los Estados Unidos, pues debemos recordar que esta última crisis económica del capitalismo tuvo su epicentro en este país.   

Este excelente filme, que muestra el proceso de la especulación financiera de los bancos y su fortalecimiento frente al empobrecimiento de las mayorías sociales, está basado en la novela de Stéphane Osmont “El capital”, escrita en 2004 pero recontextualizada en la crisis económica del capitalismo actual.  Momentos antes de que concluyera la cinta, Marc Tourneuil, en tono irónico, reconoce que se ha convertido en un Robin Hood moderno, pues ha defendido a los ricos frente a los pobres, ya que le ha quitado a los pobres lo que tenían, para que los ricos sean ahora más ricos, recibiendo la unánime y pueril aprobación de los banqueros y accionistas, quienes lo ovacionan con frenesí.   

Con este filme, Costa-Gavras, fiel a su estilo comprometido con la política y la sociedad, ha realizado una dura crítica al injusto sistema financiero del capitalismo contemporáneo. El mensaje del director está claramente definido durante toda la película y logra demostrar cómo los ciudadanos dominados por el sistema capitalista neoliberal se convierten en verdaderos esclavos del Capital. Nos alerta de que deberíamos conocer al menos a los que lo sirven y cómo lo hacen, como única vía para la emancipación del capital.   

En cuanto a las críticas, la mayoría comparte el mensaje ideológico que se ha querido lanzar a la sociedad capitalista a través de esta película, sin embargo algunos de los críticos de los principales grandes medios de comunicación europeo al servicio del Capital han tratado de disminuir los valores de la pelicula considerando excesiva y poco creíble la sátira sobre la figura de Marc Tourneuil y el sistema bancario. Lo cierto es que el filme logra evidenciar la verdadera naturaleza del Capital y la vida de lujo y riqueza del 1 % frente al 99 % que se debate en el desempleo, la pobreza y el desahucio. Recordemos que en la crisis capitalista en Europa fueron salvados los bancos en detrimento de los ciudadanos. Y que ahora los sistemas políticos en Europa han perdido poder frente al Capital, acentuando más y más la tragedia humana.
  
Gavras, laureado en Cannes y ganador de un Oscar por su película "Z", con “El Capital”, un thriller financiero, ha realizado, en mi opinión, un homenaje a la emblemática obra del alemán Karl Marx, pero dejó claro, en una de sus respuestas al público, que el filme es anterior y no guarda relación con la obra “El capital en el siglo XXI”, de Thomas Piketty, un investigador de la Escuela de Economía de Paris, que se hizo célebre, en el 2014, cuando demostró que cada nación ha respondido de manera diferente a una ley básica del capitalismo, según la cual el rendimiento del capital suele ser superior, a veces por mucho, a la tasa de crecimiento de la economía, lo que puede estimular la concentración de la riqueza y agravar la inequidad; queda a los Estados decidir, individual o colectivamente, cómo influir en esa fuerza polarizante.  

Lo cierto es que tanto la película “El capital” de Gavras como el libro “El capital en el siglo XXI” de Thomas Piketty, han despertado animadas polémicas en prácticamente todo el mundo, en parte por reintroducir entre académicos, políticos, comentaristas y público en general la preocupación sobre las desigualdades sociales; en parte, en el caso de Piketty, por su propuesta de establecer políticas fiscales de alcance global que moderen la disparidad mediante impuestos a la riqueza y a la herencia; en parte por su visión amplia de lo que deben ser hoy las ciencias sociales, y en parte porque ofrece argumentos sólidos, frescos, para que gobiernos y sociedades combatan de manera frontal la desigualdad. Un flagelo que tantas veces es mencionado en los diversos escenarios de la política internacional actual. 

Por todo ello, ambas obras - cada una por su lado- una desde las artes cinematográficas y otra desde las ciencias sociales, constituyen voces imprescindibles en los tiempos de la tragedia humana del capitalismo del siglo XXI en crisis económica y sistémica, pues en palabras del director de cine Costa-Gavras: “Somos esclavos del capital. Nos tambaleamos cuando se tambalea. Nos regocijamos cuando crece y triunfa. ¿Quién nos liberará? ¿Deberíamos liberarnos nosotros?” De esta manera, una vez más, Francia, desde la creación intelectual, apuesta a la emancipación humana, al pensamiento contracorriente y a la posibilidad de otro mundo posible. 

Es una lástima que esta película no se haya exhibido antes en nuestro país, en todos los cines e incluso en la televisión, pues a través de ella podemos llegar a la reflexión humana en medio de la distracción, algo que es saludable, que necesitamos, y siempre agradecen los espectadores cubanos.