jueves, 25 de octubre de 2012

Pese a Estados Unidos, Cuba cambia

Por  Ángel Guerra Cabrera
La Jornada 

Cuba aplicará una trascendente reforma migratoria a partir del 13 de enero del año entrante que suprime engorrosos trámites para viajar y propicia un mayor reencuentro de los cubanos. 
El hecho es muy positivo y responde a una aspiración mayoritaria de la nación. Pero apreciar su verdadero alcance exige considerar aunque sea someramente sus antecedentes y contexto histórico.
El análisis de este y de cualquier asunto de naturaleza política en Cuba no puede abstraerse de la política hostil y agresiva contra la revolución mantenida inflexiblemente por la vecina superpotencia desde los tiempos de la guerra de liberación. Esto es particularmente pertinente cuando se trata de la emigración, pues Estados Unidos la ha utilizado hasta la fecha como un arma de desestabilización de la isla.
Al triunfo de la revolución, los criminales de guerra, ladrones y ladronzuelos del tesoro público de la dictadura de Batista fueron recibidos como héroes en suelo estadounidense junto a la gran burguesía y sectores de clase media. Este conglomerado le sirvió a Washington para crear en Miami el núcleo duro de la subversión anticubana. Con ese propósito instaló allí la mayor de las estaciones de la CIA existentes entonces en el mundo, desde la que lanzó un inmenso programa desestabilizador contra la isla. Prolongado durante décadas, incluyó desde un plan de invasión militar directa, antecedido por la invasión de Bahía de Cochinos, hasta innumerables acciones terroristas y actividades políticas y propagandísticas dentro y fuera de Cuba. Entre ellas, el estímulo incesante a la emigración de los médicos, técnicos y obreros de alta calificación, continuado hasta hoy como parte de la guerra económica contra La Habana, que en eso consiste el bloqueo.
Como si fuera poco, Washington adoptó una norma migratoria para Cuba que no aplica a ningún otro país. Según la Ley de Ajuste Cubano, los ciudadanos de la isla no necesitan visa para entrar a Estados Unidos, donde al llegar reciben automáticamente permiso de trabajo y tienen derecho a la residencia y a la ciudadanía después de uno y dos años de estancia respectivamente… siempre que ingresen ilegalmente o soliciten asilo político una vez que lleguen allí.

Compárese esta situación con la represión, el trato discriminatorio y las deportaciones masivas que se reservan a los mexicanos, centroamericanos, haitianos y otros latinos, caribeños y ciudadanos de todos los demás países del planeta que intentan llegar o permanecer en territorio estadounidense. Al mismo tiempo, véase la hipocresía de esta política que impulsa a los cubanos a emigrar ilegalmente, con frecuencia al precio de su vida, mientras les entrega a cuentagotas en La Habana las visas de reunificación familiar.
¿Cuántos países pobres podrían resistir durante medio siglo sin colapsar una ley como la mencionada? Es muy importante la pregunta porque la visión que ofrece la industria de la mentira patrocinada por ya se sabe quién es la de una isla-presidio de donde la gente no emigra, sino escapa debido a la persecución política, una imagen totalmente alejada de la realidad de un país que contradictoriamente recibe más de dos millones de visitantes al año, cifra que continúa en ascenso cuando muchos otros destinos turísticos decaen.
Frente a la grosera agresión contra su integridad, Cuba se vio obligada a adoptar medidas para ordenar la emigración y combatir la fuga de talentos en medio de una excepcionalmente asimétrica situación de guerra no declarada, bloqueo económico y cerco mediático a un país pequeño y pobre por parte de la mayor potencia militar del planeta.
Cuba ha propuesto reiteradamente a Estados Unidos dialogar sobre todos los temas en conflicto, incluyendo la migración, pero ese país no da muestra alguna de estar interesado en una relación y una convivencia pacíficas. A lo largo de los años ha cambiado la estructura social y política de la emigración cubana, que en su mayoría se opone a las medidas agresivas contra la isla, con la que desea una relación normal.

Cuba ha hecho reiterados intentos por lograr esa normalización, casi siempre torpedeados por Washington. Las nuevas medidas adoptadas por La Habana responden a iguales deseos compartidos por la población de la isla. Habían sido anunciadas en varias ocasiones por el presidente Raúl Castro como parte del programa de actualización del socialismo cubano, que marcha sin prisa, pero sin pausa. Deliran los que hablan de fuga y derrumbe.


miércoles, 24 de octubre de 2012

Le socialisme cubain ouvre une nouvelle voie




Par  Sébastien Madau 
Dimanche 21 octobre 2012
 
La nouvelle est tombée mar­di : au travers d’une réforme de la loi migratoire de 1976, les Cubains n’auront plus besoin de permis de sortie pour se rendre à l’étranger. Un passeport suffira. Exit aussi la lettre d’invitation que devait payer l’invitant. La réforme entrera en vigueur le 14 janvier 2013 et s’inscrit dans le cadre des mesures impulsées par le président Raul Castro depuis son élection en 2008.

Le sujet était régulièrement abordé dans les instances. Les attentes étaient fortes. Au début de la Révolution, Cuba a déve­loppé du capital humain et régle­menté les flux migratoires afin de limiter la fuite des cerveaux, dans la santé, l’éducation ou la recherche. En 1960, l’île avait perdu trois de ses six millions de médecins. La première phase de départs (années 60) était de na­ture politique. Dès les années 70, mais surtout depuis les années 90, l’immigration est presqu’en­tièrement économique. Il n’est pas exclu que certaines profes­sions soient concernées par des mesures particulières.

Le choix donné aux Cubains

Dans son éditorial de mardi intitulé « Par la volonté commune de la Nation cubaine », Granma, quotidien du Parti communiste, lie la nouvelle aux relations avec les Etats-Unis. « La politique mi­gratoire de Cuba (...) s'est basée sur la reconnaissance du droit des citoyens à voyager, à émigrer ou résider à l'étranger et à la volon­té de favoriser les relations entre la Nation et son émigration. En même temps, nous avons légiti­mement le droit de nous défendre face à l'agressivité de Washington » lit-on. L’éditorialiste estime que « les dispositions pour réguler les flux migratoires du pays, ont été adoptés dans des circonstances imposées par les agressions qui dans ce domaine ont été appliquées par les différentes administrations nord-américaines ». La nouvelle a beaucoup fait parler sur l’île et a provoqué des réactions de l’étran­ger, notamment des Etats-Unis. « Nous saluons évidemment toute réforme qui permet aux Cubains de quitter leur pays et d'y revenir librement », a déclaré la porte-parole du département d'Etat américain Victoria Nuland. Il sera intéressant de voir si les Cubains solliciteront la Section des Intérêts Nord-américains à La Havane, qui joue le rôle d’am­bassade. Les Américains ayant jusque-là préféré inciter en sous-main l’immigration clandestine.

Toutefois, plusieurs questions restent en suspens: quelle utilisa­tion les Cubains vont faire de ce nouvel acquis de la Révolution? Doit-on s’attendre à un exode massif? En effet, souvent pour des motifs idéologiques, Cuba a été montré du doigt pour sa poli­tique migratoire. On y dénonçait les barrières bureaucratiques. En revanche, rarement le thème de la gestion de flux migratoires massifs en provenance de Cuba n’a été abordé. Sans oublier que la réforme cubaine n’enlève pas l’obligation d’obtenir un visa du pays étranger qui aura le dernier mot.

En fait, l’originalité vient de la volonté de l’Etat de l’inscrire dans le cadre de l’actualisation du socialisme cubain lancée en 2008. Depuis 20 ans, la chute de l’URSS et la crise mondiale n’avait pas permis à Cuba de dé­boucher vers de nouveaux acquis majeurs comme ce fut le cas au début de la Révolution (santé, éducation, sciences, culture). La politique menée avait surtout pri­vilégié le maintien, avec succès, de ces acquis.

Aujourd’hui , Cuba fait le pari de considérer ces Cubains d’ailleurs comme des acteurs po­tentiels du développement de l’île, et de laisser à chacun le choix d’y contribuer.

lunes, 22 de octubre de 2012

50 años de la Crisis de Octubre



Conversación del Dr. Leyde E. Rodríguez con Sébastien Madau, periodista de “La Marsellesa”,  Francia.
 
Sébastien Madau: ¿Qué visión tienen los historiadores cubanos sobre la posición cubana durante esta crisis?

Leyde E. Rodríguez: Primeramente, es necesario precisar que 50 años han transcurrido desde que la humanidad se vio al borde de la guerra nuclear. Desde entonces, este hecho histórico se ubica entre los acontecimientos más relevantes y trascendentes de la política internacional contemporánea. Desde el punto de vista político y académico, ha constituido un aspecto de especial atención de politólogos, sociólogos  e historiadores en Cuba y en todo el mundo.    

La prioridad de los estudios realizados ha recaído en el análisis de la forma en que se condujeron las relaciones entre las grandes potencias y las enseñanzas que de ellas se derivan para evitar situaciones que, como la Crisis de Octubre, podrían haber tenido consecuencias catastróficas. Sin embargo, la experiencia singular que significó la implicación de un país del Tercer Mundo y pequeño como Cuba, por su extensión territorial, en un acontecimiento de esa magnitud entre dos superpotencias, aún requiere de mayor estudio científico y difusión en el ámbito internacional. 

Desde el punto de vista histórico, dos problemáticas diferentes, aunque interrelacionadas, estuvieron presentes en la crisis y en todo el conjunto de la política internacional de la posguerra: las relaciones entre las grandes potencias y las relaciones de estas con el Tercer Mundo.

Precisamente en esa dualidad puede encontrarse una explicación al hecho de que mientras la solución de la crisis inició un proceso de distensión entre las dos superpotencias, no ocurrió lo mismo entre Estados Unidos y Cuba, porque aunque Cuba, no se proponía mezclar la situación internacional y el proceso de “guerra fría” con su Revolución, también es cierto que la dirección revolucionaria y su pueblo no estaban dispuestos a renunciar a la Revolución y la construcción del socialismo.

En ese sentido, la visión que tienen los historiadores cubanos sobre la posición de principios mantenida por la política exterior de Cuba durante la crisis, es que ella no hubiera sido posible, en condiciones de tanto peligro, sin la valentía demostrada por toda la nación en aquellas circunstancias reales de guerra y de posibilidad de exterminio nuclear. La conducta heroica y de unidad del pueblo cubano en defensa de su Revolución, que significa la independencia y la soberanía nacional del país, no tiene paralelo, no tiene precedentes en la historia reciente de la humanidad frente a la apocalíptica amenaza de confrontación nuclear. Esta determinación colectiva del pueblo cubano de defender su patria -a cualquier precio- es lo que durante muchos años me ha impresionado como investigador y, en buena medida, explica el accionar progresista e independiente de la política exterior cubana en el escenario internacional.   

Pienso que la posición cubana de no ceder en principios frente a las presiones estadounidenses durante la Crisis de Octubre, constituyó un acto de alcance histórico y un aporte de la Revolución cubana, no solo para su propio destino en el siglo XX y XXI, sino también para la experiencia de todos los países  independientes y liberados del planeta. La razón histórica y la moral de Cuba  se sintetiza y plasma en las cinco condiciones exigidas por el gobierno revolucionario como una verdadera garantía de cara a las intenciones de los Estados Unidos de humillarnos, imponiéndonos la inspección de nuestro territorio. Lo que recibió un No rotundo. Aquel no, junto a los Cinco puntos, que relaciono a continuación, se convirtió para la historia de Cuba en un Baraguá del siglo XX, y ofreció la perspectiva de una Cuba que actuaría en el futuro con total independencia en política exterior:   

1. Cese del bloqueo económico y de todas las medidas de presión comercial y económica que ejercen los Estados Unidos en todas partes del mundo contra Cuba.

2. Cese de todas las actividades subversivas, lanzamientos y desembarcos de armas y explosivos por aire y mar, organización de invasiones mercenarias, infiltraciones de espías y saboteadores que se llevan a cabo desde el territorio de los Estados Unidos y algunos países cómplices.

3. Cese de los ataques piratas que se llevan a cabo desde bases en los Estados Unidos y Puerto Rico.

4. Cese de todas las violaciones de nuestro espacio aéreo y naval por aviones y navíos de guerra norteamericanos.

5. Retirada de la Base Naval de Guantánamo y devolución del territorio cubano ocupado por Estados Unidos.

Para los historiadores cubanos, la posición cubana y la evolución de los acontecimientos durante la crisis, están directamente relacionados con el liderazgo de Fidel Castro y la manera en que él manejó el comportamiento de Cuba frente a las dinámicas soviéticas y norteamericanas. La enorme estatura de Fidel Castro, como dirigente político y estadista, quedó evidenciada en su actitud de dignidad nacional. Por haber conducido, con tanto talento político, una situación que pudo haber tenido un desenlace muy grave, no solamente para Cuba, sino para la supervivencia de la humanidad, el Che expresó en su carta de despedida: “He vivido días magníficos y sentí a tu lado el orgullo de pertenecer a nuestro pueblo en los días luminosos y tristes de la Crisis del Caribe. Pocas veces brilló más alto un estadista que en estos días…”       

Pero, ¿Qué significa esta frase? Que nunca tuvimos miedo. Los documentos históricos demuestran que mientras en Washington y en Moscú hubo dudas sobre el curso a seguir en determinados momentos, en Cuba siempre hubo claridad de qué se quería. Jamás se dudó. Y Fidel Castro, en particular, actuó desde una posición absolutamente vertical. Eso quedó manifiesto desde el momento mismo en que llega la propuesta de la Unión Soviética, hasta que se desata la crisis, y posteriormente. Los encuentros sucesivos entre los protagonistas principales de la crisis en las últimas décadas, lo han confirmado. Su sugerencia de hacer público el convenio – que Jrushov no aceptó, dando motivo a los Estados Unidos para desatar el alboroto mediático con que estalló la crisis – como las precisiones al documento soviético para garantizar la soberanía y destacar las ventajas mutuas del convenio, o los Cinco puntos en que se sintetizaron los reclamos cubanos, explican esa frase histórica del Che, que como sabemos recorrió el mundo.     

La posición de principios de la Revolución cubana y la firmeza de sus líderes, fue decisiva para que la crisis produjera, como aporte positivo fundamental, el compromiso de los Estados Unidos de no invadir la Isla. Y fue así porque al final de la crisis, los Estados Unidos no pudieron dejar a Cuba al margen de los resultados de un suceso que durante siete días estremeció la política internacional, teniendo como escenario principal a la mayor de las Antillas. Sin embargo, a la distancia de 50 años puede afirmarse que, salvo una invasión militar  “a gran escala”, pues ocurrió la agresión por Bahia de Cochinos, los Estados Unidos lo han intentado todo, para desestabilizar y destruir a la Revolución cubana, para evitar que su ejemplo cunda en los pueblos de América Latina y el Caribe, e incluso más allá.

Como en los tiempos de la Crisis de Octubre, la seguridad y la soberanía de Cuba se han preservado, ante todo, porque las once administraciones norteamericanas que de un modo u otro han repetido los errores de la precedente, no han podido abrir una brecha que vulnere el sentimiento de independencia y unidad nacional del pueblo cubano.

En el plano de la historia de las relaciones internacionales, la Crisis de Octubre nuevamente nos confirmó que hay que ir siempre a la raíz de los problemas o fenómenos de carácter político, y que sin olvidar la necesaria flexibilidad, se puede negociar en pie de igualdad cuando se mantienen los principios que sustentan una Revolución socialista, lo cual también es válido, en el siglo XXI, para cualquier nación independiente.

Estas son las principales enseñanzas que podemos recoger los historiadores cubanos de la Crisis de Octubre, en una época de nuevos desafíos, riesgos y amenazas, en la que sigue predominando en las relaciones internacionales el peligroso  fantasma de la guerra y la posibilidad del uso destructivo del arma nuclear.    

Sébastien Madau: ¿Por qué se llegó a tal situación, casi de 3ra guerra mundial?

Leyde E. Rodríguez: La humanidad estuvo casi a punto de una tercera guerra mundial, porque aunque algunos historiadores occidentales hayan querido limitar las causas de la crisis a  una insuficiente comunicación y los malos entendidos entre los protagonistas - sin omitir que estos accidentes estuvieron presentes – lo cierto es que la Crisis de Octubre fue uno de los episodios más dramáticos de la llamada “guerra fría”, una estrategia de confrontación iniciada por los Estados Unidos que representó un cisma en el sistema de relaciones internacionales, puesto que el mundo se dividió en zonas de influencia política y militar ignorando – en no pocas ocasiones – los problemas específicos de los países del Tercer Mundo.  
   
Considero que la causa principal de que se llegara a una situación muy tensa y de peligro de estallido de una tercera guerra mundial, se encuentra en la postura agresiva e intransigente de los Estados Unidos hacia Cuba. Los Estados Unidos no hicieron un solo intento por comunicarse directamente con Cuba, aun asumiendo el riesgo de que un cálculo equivocado desencadenara la guerra. Tampoco permitió que Cuba participara de ninguna forma en las negociaciones, hasta el punto de que el gobierno cubano tuvo que hacer una declaración por separado ante el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, porque los Estados Unidos se negó a trabajar en un documento tripartito que reflejara el fin de la crisis.

Para los Estados Unidos no constituyó un elemento a considerar que durante la crisis estaba en plena ejecución la llamada “Operación Mangosta” que, como ya es conocido, fue una verdadera cruzada agresiva contra Cuba, y  tenía el firme propósito de crear las condiciones para la intervención militar estadounidense en nuestro país.

Es importante destacar que ni el retiro de los cohetes, ni la desaparición de la URSS fueron suficientes para las exigencias estadounidenses en relación con Cuba. Habría que preguntarse: ¿Por qué los Estados Unidos pudo llegar a acuerdos en 1962 con su principal enemigo de la “guerra fría” y, sin embargo, en relación con Cuba no estuvo dispuesto a avanzar un solo paso en la solución de un diferendo aparentemente mucho más sencillo? ¿Por qué incluso a lo largo de 50 años Washington ha podido mejorar sus relaciones con países como Vietnam, con el que sostuvo una guerra sangrienta y desgarradora para su estabilidad interna y su prestigio internacional, e incluso los ciudadanos estadounidenses pueden viajar tranquilamente a Corea del Norte, y por el contrario mantiene intacto su férreo bloqueo económico, financiero y comercial contra Cuba, así como una actitud beligerante al mantener a la Isla en un arbitrario y espurio elenco de países considerados terroristas.     

Como lección del pasado, podríamos decir que el tratamiento que recibió Cuba durante la Crisis de Octubre no es único en la historia de la política internacional, pues la arrogancia, la prepotencia y la irracionalidad, ha sido, lamentablemente, una práctica habitual de los poderosos en todas las etapas del azaroso devenir de la humanidad.  

Sébastien Madau: ¿Hoy, cuál es la posición del estado cubano hacia el armamento nuclear?

Leyde E. Rodríguez: En cuanto a las armas nucleares, la política exterior de Cuba siempre ha mantenido una posición de principios, pues la posesión de esas más de 20 000 armas en poder de diferentes estados, representan un grave peligro para la supervivencia de toda la especie humana. En suma, la vida en nuestro planeta pende de un hilo ya que miles de esas armas se encuentran listas para ser empleadas de inmediato por estados antagónicos o rivales en el escenario de la política internacional. 

Cuba ha reafirmado su histórica posición en el Movimiento de Países No Alineados, ya que el desarme nuclear es, y debe seguir siendo, la más alta prioridad en la esfera del desarme. La relevancia del desarme nuclear no podrá ser ignorada o minimizada por las grandes potencias porque de la eliminación de las armas nucleares depende el futuro de la humanidad.

En distintos foros multilaterales, Cuba también ha denunciado que son conocidas las pretensiones de algunas potencias de promover un enfoque de no proliferación selectivo, donde el problema no radica en la existencia de las armas nucleares, sino en la “buena” o “mala” conducta de quien las posee”. Por eso, Cuba ha rechazado categóricamente la aplicación selectiva del Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP). Asimismo, el gobierno cubano, ha alertado a todos los estados que las obligaciones contraídas en materia de desarme nuclear y el uso pacífico de la energía nuclear no pueden continuar siendo relegadas en el marco de ese Tratado.

La política exterior cubana considera importante el respeto al derecho inalienable de los estados al uso pacífico de la energía nuclear, bajo la estricta observancia de los compromisos contraídos en virtud del TNP.

En fin, Cuba defiende un proceso o programa escalonado de Desarme General y Completo de todos los tipos de armas de destrucción masiva, que sea verificado por las instituciones internacionales competentes; pero también el cese de las estrategias y doctrinas político-militares agresivas que, teniendo su origen en el período de la “guerra fría”, todavía hoy, privilegian el desarrollo y el perfeccionamiento del arma nuclear.