Por Ángel Guerra Cabrera
La Jornada
Cuba aplicará una trascendente reforma migratoria a
partir del 13 de enero del año entrante que suprime engorrosos trámites para
viajar y propicia un mayor reencuentro de los cubanos.
El hecho es muy positivo y responde a una aspiración
mayoritaria de la nación. Pero apreciar su verdadero alcance exige considerar
aunque sea someramente sus antecedentes y contexto histórico.
El análisis de este y de cualquier asunto de
naturaleza política en Cuba no puede abstraerse de la política hostil y
agresiva contra la revolución mantenida inflexiblemente por la vecina
superpotencia desde los tiempos de la guerra de liberación. Esto es
particularmente pertinente cuando se trata de la emigración, pues Estados
Unidos la ha utilizado hasta la fecha como un arma de desestabilización de la
isla.
Al triunfo de la revolución, los criminales de guerra,
ladrones y ladronzuelos del tesoro público de la dictadura de Batista fueron
recibidos como héroes en suelo estadounidense junto a la gran burguesía y
sectores de clase media. Este conglomerado le sirvió a Washington para crear en
Miami el núcleo duro de la subversión anticubana. Con ese propósito instaló
allí la mayor de las estaciones de la CIA existentes entonces en el mundo,
desde la que lanzó un inmenso programa desestabilizador contra la isla.
Prolongado durante décadas, incluyó desde un plan de invasión militar directa,
antecedido por la invasión de Bahía de Cochinos, hasta innumerables acciones
terroristas y actividades políticas y propagandísticas dentro y fuera de Cuba.
Entre ellas, el estímulo incesante a la emigración de los médicos, técnicos y
obreros de alta calificación, continuado hasta hoy como parte de la guerra
económica contra La Habana, que en eso consiste el bloqueo.
Como si fuera poco, Washington adoptó una norma
migratoria para Cuba que no aplica a ningún otro país. Según la Ley de Ajuste
Cubano, los ciudadanos de la isla no necesitan visa para entrar a Estados
Unidos, donde al llegar reciben automáticamente permiso de trabajo y tienen
derecho a la residencia y a la ciudadanía después de uno y dos años de estancia
respectivamente… siempre que ingresen ilegalmente o soliciten asilo político
una vez que lleguen allí.
Compárese esta situación con la represión, el trato discriminatorio y las deportaciones masivas que se reservan a los mexicanos, centroamericanos, haitianos y otros latinos, caribeños y ciudadanos de todos los demás países del planeta que intentan llegar o permanecer en territorio estadounidense. Al mismo tiempo, véase la hipocresía de esta política que impulsa a los cubanos a emigrar ilegalmente, con frecuencia al precio de su vida, mientras les entrega a cuentagotas en La Habana las visas de reunificación familiar.
Compárese esta situación con la represión, el trato discriminatorio y las deportaciones masivas que se reservan a los mexicanos, centroamericanos, haitianos y otros latinos, caribeños y ciudadanos de todos los demás países del planeta que intentan llegar o permanecer en territorio estadounidense. Al mismo tiempo, véase la hipocresía de esta política que impulsa a los cubanos a emigrar ilegalmente, con frecuencia al precio de su vida, mientras les entrega a cuentagotas en La Habana las visas de reunificación familiar.
¿Cuántos países pobres podrían resistir durante medio
siglo sin colapsar una ley como la mencionada? Es muy importante la pregunta
porque la visión que ofrece la industria de la mentira patrocinada por ya se
sabe quién es la de una isla-presidio de donde la gente no emigra, sino escapa
debido a la persecución política, una imagen totalmente alejada de la realidad
de un país que contradictoriamente recibe más de dos millones de visitantes al
año, cifra que continúa en ascenso cuando muchos otros destinos turísticos
decaen.
Frente a la grosera agresión contra su integridad,
Cuba se vio obligada a adoptar medidas para ordenar la emigración y combatir la
fuga de talentos en medio de una excepcionalmente asimétrica situación de guerra
no declarada, bloqueo económico y cerco mediático a un país pequeño y pobre por
parte de la mayor potencia militar del planeta.
Cuba ha propuesto reiteradamente a Estados Unidos
dialogar sobre todos los temas en conflicto, incluyendo la migración, pero ese
país no da muestra alguna de estar interesado en una relación y una convivencia
pacíficas. A lo largo de los años ha cambiado la estructura social y política
de la emigración cubana, que en su mayoría se opone a las medidas agresivas
contra la isla, con la que desea una relación normal.
Cuba ha hecho reiterados intentos por lograr esa normalización, casi siempre torpedeados por Washington. Las nuevas medidas adoptadas por La Habana responden a iguales deseos compartidos por la población de la isla. Habían sido anunciadas en varias ocasiones por el presidente Raúl Castro como parte del programa de actualización del socialismo cubano, que marcha sin prisa, pero sin pausa. Deliran los que hablan de fuga y derrumbe.
Cuba ha hecho reiterados intentos por lograr esa normalización, casi siempre torpedeados por Washington. Las nuevas medidas adoptadas por La Habana responden a iguales deseos compartidos por la población de la isla. Habían sido anunciadas en varias ocasiones por el presidente Raúl Castro como parte del programa de actualización del socialismo cubano, que marcha sin prisa, pero sin pausa. Deliran los que hablan de fuga y derrumbe.
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