Conversación del Dr. Leyde E. Rodríguez con Sébastien
Madau, periodista de “La Marsellesa”, Francia.
Sébastien
Madau: ¿Qué visión tienen
los historiadores cubanos sobre la posición cubana durante esta crisis?
Leyde E. Rodríguez: Primeramente, es
necesario precisar que 50 años han transcurrido desde que la humanidad se vio
al borde de la guerra nuclear. Desde entonces, este hecho histórico se ubica
entre los acontecimientos más relevantes y trascendentes de la política internacional
contemporánea. Desde el punto de vista político y académico, ha constituido un
aspecto de especial atención de politólogos, sociólogos e historiadores en Cuba y en todo el
mundo.
La prioridad de los
estudios realizados ha recaído en el análisis de la forma en que se condujeron
las relaciones entre las grandes potencias y las enseñanzas que de ellas se
derivan para evitar situaciones que, como la Crisis de Octubre, podrían haber
tenido consecuencias catastróficas. Sin embargo, la experiencia singular que
significó la implicación de un país del Tercer Mundo y pequeño como Cuba, por
su extensión territorial, en un acontecimiento de esa magnitud entre dos
superpotencias, aún requiere de mayor estudio científico y difusión en el
ámbito internacional.
Desde el punto de
vista histórico, dos problemáticas diferentes, aunque interrelacionadas,
estuvieron presentes en la crisis y en todo el conjunto de la política internacional
de la posguerra: las relaciones entre las grandes potencias y las relaciones de
estas con el Tercer Mundo.
Precisamente en esa
dualidad puede encontrarse una explicación al hecho de que mientras la solución
de la crisis inició un proceso de distensión entre las dos superpotencias, no
ocurrió lo mismo entre Estados Unidos y Cuba, porque aunque Cuba, no se
proponía mezclar la situación internacional y el proceso de “guerra fría” con
su Revolución, también es cierto que la dirección revolucionaria y su pueblo no
estaban dispuestos a renunciar a la Revolución y la construcción del
socialismo.
En ese sentido, la
visión que tienen los historiadores cubanos sobre la posición de principios
mantenida por la política exterior de Cuba durante la crisis, es que ella no
hubiera sido posible, en condiciones de tanto peligro, sin la valentía demostrada
por toda la nación en aquellas circunstancias reales de guerra y de posibilidad
de exterminio nuclear. La conducta heroica y de unidad del pueblo cubano en
defensa de su Revolución, que significa la independencia y la soberanía
nacional del país, no tiene paralelo, no tiene precedentes en la historia
reciente de la humanidad frente a la apocalíptica amenaza de confrontación
nuclear. Esta determinación colectiva del pueblo cubano de defender su patria
-a cualquier precio- es lo que durante muchos años me ha impresionado como
investigador y, en buena medida, explica el accionar progresista e
independiente de la política exterior cubana en el escenario internacional.
Pienso que la
posición cubana de no ceder en principios frente a las presiones estadounidenses
durante la Crisis de Octubre, constituyó un acto de alcance histórico y un
aporte de la Revolución cubana, no solo para su propio destino en el siglo XX y
XXI, sino también para la experiencia de todos los países independientes y liberados del planeta. La
razón histórica y la moral de Cuba se
sintetiza y plasma en las cinco condiciones exigidas por el gobierno
revolucionario como una verdadera garantía de cara a las intenciones de los
Estados Unidos de humillarnos, imponiéndonos la inspección de nuestro
territorio. Lo que recibió un No rotundo. Aquel no, junto a los Cinco puntos,
que relaciono a continuación, se convirtió para la historia de Cuba en un
Baraguá del siglo XX, y ofreció la perspectiva de una Cuba que actuaría en el
futuro con total independencia en política exterior:
1. Cese del bloqueo
económico y de todas las medidas de presión comercial y económica que ejercen
los Estados Unidos en todas partes del mundo contra Cuba.
2. Cese de todas las
actividades subversivas, lanzamientos y desembarcos de armas y explosivos por
aire y mar, organización de invasiones mercenarias, infiltraciones de espías y
saboteadores que se llevan a cabo desde el territorio de los Estados Unidos y
algunos países cómplices.
3. Cese de los
ataques piratas que se llevan a cabo desde bases en los Estados Unidos y Puerto
Rico.
4. Cese de todas las
violaciones de nuestro espacio aéreo y naval por aviones y navíos de guerra
norteamericanos.
5. Retirada de la
Base Naval de Guantánamo y devolución del territorio cubano ocupado por Estados
Unidos.
Para los
historiadores cubanos, la posición cubana y la evolución de los acontecimientos
durante la crisis, están directamente relacionados con el liderazgo de Fidel
Castro y la manera en que él manejó el comportamiento de Cuba frente a las
dinámicas soviéticas y norteamericanas. La enorme estatura de Fidel Castro,
como dirigente político y estadista, quedó evidenciada en su actitud de
dignidad nacional. Por haber conducido, con tanto talento político, una
situación que pudo haber tenido un desenlace muy grave, no solamente para Cuba,
sino para la supervivencia de la humanidad, el Che expresó en su carta de
despedida: “He vivido días magníficos y sentí a tu lado el orgullo de
pertenecer a nuestro pueblo en los días luminosos y tristes de la Crisis del
Caribe. Pocas veces brilló más alto un estadista que en estos días…”
Pero, ¿Qué significa
esta frase? Que nunca tuvimos miedo. Los documentos históricos demuestran que
mientras en Washington y en Moscú hubo dudas sobre el curso a seguir en
determinados momentos, en Cuba siempre hubo claridad de qué se quería. Jamás se
dudó. Y Fidel Castro, en particular, actuó desde una posición absolutamente
vertical. Eso quedó manifiesto desde el momento mismo en que llega la propuesta
de la Unión Soviética, hasta que se desata la crisis, y posteriormente. Los
encuentros sucesivos entre los protagonistas principales de la crisis en las
últimas décadas, lo han confirmado. Su sugerencia de hacer público el convenio
– que Jrushov no aceptó, dando motivo a los Estados Unidos para desatar el
alboroto mediático con que estalló la crisis – como las precisiones al
documento soviético para garantizar la soberanía y destacar las ventajas mutuas
del convenio, o los Cinco puntos en que se sintetizaron los reclamos cubanos,
explican esa frase histórica del Che, que como sabemos recorrió el mundo.
La posición de
principios de la Revolución cubana y la firmeza de sus líderes, fue decisiva para
que la crisis produjera, como aporte positivo fundamental, el compromiso de los
Estados Unidos de no invadir la Isla. Y fue así porque al final de la crisis, los
Estados Unidos no pudieron dejar a Cuba al margen de los resultados de un suceso
que durante siete días estremeció la política internacional, teniendo como
escenario principal a la mayor de las Antillas. Sin embargo, a la distancia de
50 años puede afirmarse que, salvo una invasión militar “a gran escala”, pues ocurrió la agresión por Bahia de
Cochinos, los Estados Unidos lo han intentado todo, para desestabilizar
y destruir a la Revolución cubana, para evitar que su ejemplo cunda en los
pueblos de América Latina y el Caribe, e incluso más allá.
Como en los tiempos
de la Crisis de Octubre, la seguridad y la soberanía de Cuba se han preservado,
ante todo, porque las once administraciones norteamericanas que de un modo u
otro han repetido los errores de la precedente, no han podido abrir una brecha que
vulnere el sentimiento de independencia y unidad nacional del pueblo cubano.
En el plano de la
historia de las relaciones internacionales, la Crisis de Octubre nuevamente nos
confirmó que hay que ir siempre a la raíz de los problemas o fenómenos de
carácter político, y que sin olvidar la necesaria flexibilidad, se puede
negociar en pie de igualdad cuando se mantienen los principios que sustentan
una Revolución socialista, lo cual también es válido, en el siglo XXI, para
cualquier nación independiente.
Estas son las
principales enseñanzas que podemos recoger los historiadores cubanos de la
Crisis de Octubre, en una época de nuevos desafíos, riesgos y amenazas, en la
que sigue predominando en las relaciones internacionales el peligroso fantasma de la guerra y la posibilidad del uso
destructivo del arma nuclear.
Sébastien
Madau: ¿Por qué se llegó
a tal situación, casi de 3ra guerra mundial?
Leyde E. Rodríguez: La humanidad estuvo
casi a punto de una tercera guerra mundial, porque aunque algunos historiadores
occidentales hayan querido limitar las causas de la crisis a una insuficiente comunicación y los malos
entendidos entre los protagonistas - sin omitir que estos accidentes estuvieron
presentes – lo cierto es que la Crisis de Octubre fue uno de los episodios más
dramáticos de la llamada “guerra fría”, una estrategia de confrontación
iniciada por los Estados Unidos que representó un cisma en el sistema de relaciones
internacionales, puesto que el mundo se dividió en zonas de influencia política
y militar ignorando – en no pocas ocasiones – los problemas específicos de los
países del Tercer Mundo.
Considero que la
causa principal de que se llegara a una situación muy tensa y de peligro de
estallido de una tercera guerra mundial, se encuentra en la postura agresiva e
intransigente de los Estados Unidos hacia Cuba. Los Estados Unidos no hicieron
un solo intento por comunicarse directamente con Cuba, aun asumiendo el riesgo
de que un cálculo equivocado desencadenara la guerra. Tampoco permitió que Cuba
participara de ninguna forma en las negociaciones, hasta el punto de que el
gobierno cubano tuvo que hacer una declaración por separado ante el Consejo de
Seguridad de las Naciones Unidas, porque los Estados Unidos se negó a trabajar
en un documento tripartito que reflejara el fin de la crisis.
Para los Estados
Unidos no constituyó un elemento a considerar que durante la crisis estaba en
plena ejecución la llamada “Operación Mangosta” que, como ya es conocido, fue
una verdadera cruzada agresiva contra Cuba, y
tenía el firme propósito de crear las condiciones para la intervención
militar estadounidense en nuestro país.
Es importante
destacar que ni el retiro
de los cohetes, ni la desaparición de la URSS fueron suficientes para las
exigencias estadounidenses en relación con Cuba. Habría que preguntarse: ¿Por
qué los Estados Unidos pudo llegar a acuerdos en 1962 con su principal enemigo
de la “guerra fría” y, sin embargo, en relación con Cuba no estuvo dispuesto a
avanzar un solo paso en la solución de un diferendo aparentemente mucho más
sencillo? ¿Por qué incluso a lo largo de 50 años Washington ha podido mejorar
sus relaciones con países como Vietnam, con el que sostuvo una guerra
sangrienta y desgarradora para su estabilidad interna y su prestigio
internacional, e incluso los ciudadanos estadounidenses pueden viajar tranquilamente
a Corea del Norte, y por el contrario mantiene intacto su férreo bloqueo
económico, financiero y comercial contra Cuba, así como una actitud beligerante
al mantener a la Isla en un arbitrario y espurio elenco de países
considerados terroristas.
Como lección del
pasado, podríamos decir que el tratamiento que recibió Cuba durante la Crisis
de Octubre no es único en la historia de la política internacional, pues la
arrogancia, la prepotencia y la irracionalidad, ha sido, lamentablemente, una
práctica habitual de los poderosos en todas las etapas del azaroso devenir de
la humanidad.
Sébastien
Madau: ¿Hoy, cuál es la posición del estado cubano
hacia el armamento nuclear?
Leyde E. Rodríguez: En cuanto a las armas nucleares, la
política exterior de Cuba siempre ha mantenido una posición de principios, pues
la posesión de esas más de 20 000 armas en poder de diferentes estados, representan
un grave peligro para la supervivencia de toda la especie humana. En suma, la
vida en nuestro planeta pende de un hilo ya que miles de esas armas se
encuentran listas para ser empleadas de inmediato por estados antagónicos o
rivales en el escenario de la política internacional.
Cuba ha reafirmado su histórica
posición en el Movimiento de Países No Alineados, ya que el desarme nuclear es,
y debe seguir siendo, la más alta prioridad en la esfera del desarme. La
relevancia del desarme nuclear no podrá ser ignorada o minimizada por las
grandes potencias porque de la eliminación de las armas nucleares depende el
futuro de la humanidad.
En distintos foros
multilaterales, Cuba también ha denunciado que son conocidas las pretensiones
de algunas potencias de promover un enfoque de no proliferación selectivo,
donde el problema no radica en la existencia de las armas nucleares, sino en la
“buena” o “mala” conducta de quien las posee”. Por eso, Cuba ha rechazado
categóricamente la aplicación selectiva del Tratado de No Proliferación Nuclear
(TNP). Asimismo, el gobierno cubano, ha alertado a todos los estados que las
obligaciones contraídas en materia de desarme nuclear y el uso pacífico de la
energía nuclear no pueden continuar siendo relegadas en el marco de ese
Tratado.
La política exterior cubana
considera importante el respeto al derecho inalienable de los estados al uso
pacífico de la energía nuclear, bajo la estricta observancia de los compromisos
contraídos en virtud del TNP.
En fin, Cuba defiende un proceso
o programa escalonado de Desarme General y Completo de todos los tipos de armas
de destrucción masiva, que sea verificado por las instituciones internacionales
competentes; pero también el cese de las estrategias y doctrinas político-militares
agresivas que, teniendo su origen en el período de la “guerra fría”, todavía
hoy, privilegian el desarrollo y el perfeccionamiento del arma nuclear.
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