martes, 24 de junio de 2014

EL CLUB DE BILDERBERG Y EL PROBLEMA DE UCRANIA

Por Boris Novoseltsev

La 62ª reunión del Club de Bilderberg, una de las estructuras más cerradas de la gobernanza global y que los periodistas le han achacado el epíteto de la camarilla global, se llevó a cabo en la ciudad de Copenhague, Dinamarca entre el 31 de mayo y el 1º de junio del corriente.

En un informe de prensa, la organización declaró que la agenda cubriría una amplia gama de cuestiones tales como el futuro de la democracia y de la clase media, la nueva arquitectura internacional del Medio Oriente y el futuro de Europa. Esta redacción vaga y ambigua ocultó problemas específicos que también fueron objeto de discusión. Estos incluyeron las perspectivas del programa nuclear iraní, particularmente dado el acercamiento entre Rusia, China e Irán y el alza en los movimientos nacionalistas en Europa, lo cual aumenta el peligro de su desintegración; el acuerdo gasífero entre Rusia y China; la futura legislación de la Unión Europea sobre la privacidad en Internet; las guerras cibernéticas y su influencia sobre la libertad en Internet y el cambio climático.

Dos puntos fueron centrales: la situación en Ucrania y la política exterior de Barack Obama, considerada por los círculos influyentes del establecimiento global, como ineficiente.

El tono de estas discusiones fue impuesto por el reciente acuerdo gasífero de largo alcance entre Rusia y China. Según observadores occidentales, el acuerdo le ha permitido a Rusia fortalecer significativamente su posición en el mundo en general y en Ucrania en particular. La asociación gasífera entre Rusia y China le quita a Kiev su último argumento: el control del gasoducto que une a Rusia con sus socios europeos. Al mismo tiempo, la alianza estratégica entre China y Rusia ha sido un largo dolor de cabeza para Occidente, que ha hecho todo lo posible para impedir el acercamiento entre los dos países.

Uno de los participantes en la reunión del Bilderberg en Copenhague confirmó que Ucrania fue uno de los primeros problemas en discutirse durante la reunión del 31 de mayo a la mañana. No se sabe con exactitud quiénes participaron en la reunión, pero se puede sacar ciertas conclusiones considerando la lista de las personas invitadas.

Indudablemente pareciera que la reunión entre los participantes giró sobre la actual estrategia de Estados Unidos que es considerada ineficiente pero que todos no estaban muy seguros acerca de cómo debería cambiar. Estuvieron particularmente dudosos acerca del grado en que sería necesario que Occidente redujera el nivel de tensión en sus relaciones con Moscú respecto al problema ucraniano.

Se presume que el Secretario General de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen y el general de cuatro estrellas norteamericano, Philip Breedlove, Comandante de las fuerzas de la OTAN en Europa, también participaron en la discusión sobre Ucrania en la reunión del Bilderberg. Varios días antes de esta reunión, luego del encuentro de los jefes del estado mayor de la OTAN, el mismo Breedlove anunció que la alianza no tenía planeado un cambio en el formato de sus relaciones con Rusia en relación con los problemas de seguridad global a consecuencia de la crisis de Ucrania, especialmente con relación a Afganistán. (Aparentemente, no se le ocurrió al general norteamericano discutir si a Rusia le gustaría mantener el formato de sus propias relaciones con la OTAN en respuesta a sus diferencias respecto de Ucrania). La posición de Rasmussen es menos clara, pero en recientes declaraciones públicas no ha planteado que la confrontación con Rusia sea intensificada.

El director del Programa Rusia y Eurasia del Centro Carnegie, Eugene Rumer, quien anteriormente había llamado la atención sobre el hecho de que el problema en Ucrania está lejos del factor ruso sino en el vacío de seguridad creado por las acciones del régimen de Kiev, luego de los acontecimientos de Maidan, estaba presente en la discusión sobre Ucrania. Además, Rumer cree que los intentos de Kiev por conseguir ayuda militar directa de Estados Unidos en forma de armamentos, por ejemplo,son contraproducentes, ya que Ucrania misma es el noveno productor exportador de armamentos en el mundo y su problema no es la falta de armamento sino la abundancia de éste.

Resulta revelador que casi no hubiera representantes invitados de la Unión Europea para tratar lo de Ucrania en la reunión de Copenhague (con la excepción del Ministro de Relaciones Exteriores de Suecia, Carl Bildt). Según observadores, los europeos dentro de la élite global están siendo gradualmente apartados en la resolución del problema de Ucrania.

En general, fue imposible que los temores de los grandes industriales y hombres de negocios, quienes tradicionalmente conforman una proporción significativa de los invitados a las reuniones de Bilderberg, no surgieran durante las discusiones en Copenhague, ya que las sanciones iniciadas por el gobierno de Obama contra Rusia están desatando un caos en sus negocios sin que aporten ningún beneficio tangible para ellos.

Por otra parte, los críticos del gobierno de Obama creen que debido a sus acciones en relación con la cuestión de Ucrania, han creado las condiciones para que Pekín y Moscú inicien exitosamente la construcción de relaciones estratégicas de largo plazo que Occidente no puede ver de ninguna manera como no sea una amenaza contra el sistema global de gobernanza (de ahí que la contención del desarrollo de una asociación entre China y Rusia sea prioritaria una vez más).

Luego de la reunión del grupo de Bilderberg, pareciera que la presión sobre el gobierno de Obama está creciendo en Occidente simultáneamente desde dos puntos: de parte de aquellos que les gustaría que la Casa Blanca redujera la agresividad en la retórica hacia Rusia y de aquellos que son agudamente críticos del presidente norteamericano por su falta de decisión y determinación respecto de Ucrania y que creen que Ucrania debe ser conservada como un territorio para combatir a Rusia en años venideros.

Dificultoso resulta señalar cuál será el balance final de estas fuerzas, pero resulta bastante obvio que la insatisfacción con Washington ha crecido en Occidente desde la anterior reunión del grupo Bilderberg. Esta insatisfacción es compartida por líderes europeos, corporaciones transnacionales e incluso por parte de las élites del gobierno norteamericano. La ironía de la situación revelada por la crisis ucraniana es que existe el riesgo de que la política exterior de Washington utilizada para intimidar a Rusia, se está haciendo realidad aunque de otra forma, contra los mismos Estados Unidos.

Resulta improbable que el resultado de las discusiones de Bilderberg se manifieste el día de mañana, pero comenzará a sentirse durante el otoño y en todas las áreas importantes de la política mundial china, rusa y ucraniana.


APORREA                          

19 de junio de 2014. VENEZUELA




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