MSc
Enrique R. Martínez Díaz, Profesor Auxiliar, CIPI.
Los gastos militares de
EE.UU. han tenido un incremento incesante durante los últimos años, gracias a
la innegable influencia que las grandes transnacionales de la industria bélica
estadounidense (que son el núcleo de lo que se conoce como el Complejo Militar
Industrial), tienen en la administración de Mr Donald J. Trump.
Como deben recordar los
lectores, una de las primeras medidas que tomó el actual inquilino de la White
House, una vez asentado en la célebre oficina oval, fue aumentar en más de 50
mil millones de dólares el presupuesto del Departamento de Defensa para el Año
Fiscal 2017 (FY 2017).
El Presidente Trump emitió
el 27 de Enero de 2017 un documento
denominado Presidential Memorandum on
Rebuilding the U.S. Armed Forces (Memorando Presidencial para Reconstruir las
FF.AA. EE.UU.), en el cual, aludiendo a las potestades de su cargo, dio un
conjunto de órdenes, que en esencia, representaron un fortalecimiento de la
postura militarista que históricamente ha asumido el gobierno norteamericano.
Los presupuestos militares
para cada año han ido en aumento, y según lo aprobado en la Ley de Autorización de Defensa Nacional para
el Año Fiscal (FY) 2020 (2020 National
Defense Authorization Act), el pasado 20 de Diciembre, el monto del mismo
ascenderá a 738 mil millones de dólares, unos 12 mil millones de dólares más que
lo asignado para el FY 2019 recién concluido(726 mil 223 millones de dólares
según el reporte de la OFFICE
OF THE UNDER SECRETARY OF DEFENSE (COMPTROLLER) MAY 2019, table 1-2)
.
Para
justificar estos colosales gastos, los personeros del Pentágono y la Casa Blanca
aluden a la existencia de infinidad de supuestas amenazas a la seguridad de
EE.UU. y de sus aliados; no es ocioso recordar que, insistentemente, tales
personajes hacen referencia al papel del “liderazgo norteamericano” en la
seguridad mundial, el que plantean es beneficioso para la paz y la estabilidad
global (lo cierto es que es muy lucrativo para las grandes transnacionales de
capital mayoritariamente estadounidense que extienden sus tentáculos por la
mayor parte del planeta).
En dos de los documentos
estratégicos principales de la política norteamericana, la Estrategia de
Seguridad Nacional (ESN) de Diciembre de 2017 y la Estrategia de Defensa Nacional
(EDN) de Enero de 2018, la República Popular China (RPCH) y la Federación de
Rusia son presentadas como potencias rivales que pretenden variar el status
global, favorable al dominio imperialista norteamericano y de sus aliados, con
lo cual el papel de “liderazgo” ejercido por EE.UU. sería sustituido por un
orden mundial “multipolar”. Esto significaría la pérdida para los halcones de
Washington de su posición dominante, por ello, en la EDN se hace énfasis en la
necesidad de mantener y reforzar la superioridad militar estratégica de la que
ha gozado EE.UU. prácticamente desde el fin de la II Guerra Mundial, pero sobre
todo después del derrumbe de la URSS. La EDN considera esta situación como la principal amenaza o reto para EE.UU.,
poniendo en un segundo plano al terrorismo, lo que constituye un cambio
respecto a las anteriores estrategias: La
competencia estratégica interestatal, no el terrorismo, es ahora la principal
preocupación en la seguridad nacional de EE. UU. (EDN 2018).
Presentan dentro de esta
presuntas amenazas, además, las siguientes:la existencia de gobiernos de
diferentes naciones que no se pliegan a las exigencias norteamericanas, como
Irán, Venezuela, la República Popular Democrática de Corea y nuestra patria, y
que son calificados como “estados villanos” u otras denominaciones similares;
amén de las llamadas amenazas transnacionales, como el terrorismo, el
narcotráfico, el comercio ilegal de armas, etc.
Además, no es ocioso
recordar que EE.UU. se mantiene embotellado en el conflicto de Afganistán,
guerra calificada como la más larga que ha librado jamás el poderoso imperio
del Norte, y que pese a los enormes recursos invertidos y las numerosas tropas
desplegadas en el país asiático, no han alcanzado la victoria; las perspectivas
de una solución son lejanas, y esto aumenta el disgusto dentro de un importante
sector de la población norteamericana, amén del rechazo internacional.También,
como se sabe, los norteamericanos están involucrados en otros conflictos en el
planeta, de forma directa o indirecta.
Súmese a eso el que EE.UU. mantiene
un importante número de fuerzas desplegadas permanentemente fuera de su
territorio, en unas 514 bases militares
(según documentos oficiales) en más
de 30 países de Asia, Europa, África y
América Latina, o de forma transitoria (que ellos denominan rotacional), en agrupaciones aeronavales
que navegan por todos los océanos mundiales, u otras fuerzas. No es ocioso decir que hay muchas instalaciones
o fuerzas norteamericanas que, aunque actúan o existen fuera de su territorio, no es pública su
existencia.
Ciertamente, lo que si
parece estar claro es que, ante el evidente declive de la hegemonía
norteamericana a nivel global (proceso que, aunque lento, parece indetenible),
y el ascenso de otros poderosos actores en el escenario mundial, se ha
trastocado el unilateralismo, que disfrutaron los “halcones” anidados a orillas
del Potomac tras el fin de la llamada “Guerra Fría”, en un mundo multipolar en
el cual no pueden imponer sus condiciones.
Por lo tanto, aparentemente
los principales conformadores de la política en Washington han concluido que
solo les queda mantener la superioridad militar como instrumento para alcanzar
sus objetivos políticos a nivel planetario (y de paso, llenar las arcas de las
grandes empresas armamentistas).
De ese enorme presupuesto
para la “defensa”, más de 133 mil millones se destinarán a adquisiciones (procurements), lo que significará que
nuevos buques de guerra (existe un plan para elevar a 365 navíos la actual
flota de 285), aviones de combate, tanques, cañones y otros medios de combate
se añadirán a las actuales fuerzas armadas. Asimismo se destinan 102 mil
millones de dólares a Investigación, Desarrollo, Pruebas y Evaluaciones (Research,
Development, Test, And Evaluation), lo que significa que nuevas armas y sistemas militares
continuarán desarrollándose. En ambos casos, tales partidas presupuestales
son mayores que el gasto militar en el año 2019 de cualquiera de las restantes
potencias militares del planeta, con la excepción de China y los propios EE.UU.
A esto puede sumarse que más
de 16 mil millones de dólares serán destinados al departamento de Energía de
los EE.UU. para el mantenimiento ´de las armas nucleares, que en número
superior a 7000 ojivas integran el arsenal norteamericano de
esas armas de destrucción masiva; únicamente la Federación de Rusia dispone de
cantidades similares de esos medios de destrucción, cuyo eventual empleo
liquidaría de la faz de la tierra a toda la humanidad. Sería un triste final
para una especie biológica que se autocataloga de sabia (Homo Sapiens).
71 mil 500 millones de
dólares serán destinados a las
operaciones militares fuera de su territorio (las denominadas Overseas Contingency Operations, OCO), lo que significa que aproximadamente una décima
parte de todo el gasto militar estadounidense estará destinado fundamentalmente
a continuar desarrollando guerras y a intervenir en aquellos lugares donde
considere necesario “defender” sus intereses (por ejemplo, continuar
apropiándose del petróleo de la República Árabe de Siria).
También puede considerarse
que en las mentes de los regentes imperiales residentes en Washington DC esté
presente el recuerdo de que la intensificación de la Carrera Armamentista a
finales del Siglo XX provocó el colapso de la URSS (amén de otras causales), y
especulen que tratar de arrastrar a sus actuales adversarios a un evento
semejante les reportará un resultado similar. Muy sintomático es que EE.UU.,
bajo el gobierno de Mr. Trump, se ha ido retirando de la mayor parte de los
tratados, e incluso está en peligro la ratificación del muy importante Tratado de Reducción de Armas Estratégicas
del año 2010, conocido como START
III, que controla la posesión de ojivas nucleares en activo por parte de las
dos superpotencias nucleares, Rusia y EE.UU.
Ciertamente, las actuales
tendencias hacen prever que las amenazas a la paz internacional son cada vez
más peligrosas. Solo cabe esperar que los pueblos del mundo, incluido el pueblo
norteamericano, decidan obligar a sus gobiernos a renunciar al armamentismo y
actuar en favor de la paz y el desarme universal. ¡Un Mundo Mejor es Posible!
BIBLIOGRAFÍA
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(https://www.acq.osd.mil/eie/Downloads/BSI/Base%20Structure%20Report%20FY18.pdf)Gould, Joe.
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(https://www.defensenews.com/congress/2019/12/19/pentagon-finally-gets-its-2020-budget-from-congress/)
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Macías, Amanda.Trump signs $738
billion defense bill. Here’s what the Pentagon is poised to get CNBC, Dec 20,
2019
(https://www.cnbc.com/2019/12/21/trump-signs-738-billion-defense-bill.html)
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The White House Office of the Press Secretary. Presidential Memorandum on
Rebuilding the U.S. Armed Forces. Washington DC, Jan 27, 2017
(https://www.whitehouse.gov/the-press-office/2017/01/27/presidential-memorandum-rebuilding-us-armed-forces)
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