lunes, 17 de junio de 2013

Apuntes sobre la dependencia estructural de América Latina hacia Estados Unidos en las primeras décadas del siglo XX


Por  Nízida Varona Salas
El sistema capitalista mundial se estableció sobre la base de la conquista y colonización, asentada en una política de explotación y saqueo que las potencias europeas impusieron a América Latina, cuyo carácter fue esencialmente minero-extractivista. 

Como resultado de este proceso colonizador, América deviene en una colonia productora y suministradora de materias primas para los centros de la naciente economía industrial. Al mismo tiempo las naciones americanas se convierten en consumidoras de artículos industriales, que impiden el desarrollo de una producción nacional no destinada al proceso exportador y que pueda competir exitosamente con los productos importados.

Con la independencia política alcanzada por América Latina, se consiguió expulsar a la decadente y retrasada España, como metrópoli política; sin embargo el capital inglés y la posterior entrada del capital estadounidense dio lugar al llamado segundo proceso colonizador en el continente, que con métodos más sofisticados desarrolló idéntica estrategia de acuerdo con el desarrollo capitalista alcanzado en cada período histórico.

En este nuevo proceso, la región asume el modelo agroexportador; esto es  enclaves bananeros, plantaciones y fincas de café y otros productos primarios; serían los rubros a través de los cuales América Latina se inserta en la economía mundial capitalista. De ahí que se mantenga en la zona, la tarea de producir las materias primas para las industrias del norte, al tiempo que se comienza un proceso gradual de incremento de la presencia de empresas extranjeras. Esto sienta las bases de la conversión de estos territorios en la base para la acumulación de capitales.

Es importante señalar el rol de la burguesía nacional, que cede a los intereses de los monopolios extranjeros; los cuales a su vez dan apoyo y sostenimiento a los sectores que garantizan su intervención en las economías nacionales. Se establece entonces una relación bidireccional –favorable en los dos sentidos- entre ambos actores. En este sentido, en las economías de los países de la región comenzó a cobrar una importancia singular el capital extranjero en tanto este se dirigía al desarrollo, ampliación y diversificación de diferentes ramas de la economía.

Aparentemente la presencia de bienes de capital genera progreso; sin embargo el papel que ha desempeñado el capital extranjero en Latinoamérica ha sido el de crear empresas productoras de materias primas para el mercado mundial. De este modo han resultado beneficiadas ramas como la minería: aluminio, plomo, estaño, zinc, níquel, cobre y petróleo; la agricultura: café, cacao, azúcar, caucho, henequén, quinina, caoba; que constituyen materias primas indispensables para el funcionamiento de la economía mundial.

Teniendo en cuenta lo anterior puede decirse que las inversiones constituyen un elemento más de deformación del aparato productivo local (nacional), en tanto se sitúan en puntos estratégicos para el desarrollo de las economías centrales y no en los sectores que favorecerían más y mejor el desarrollo de los países ‘anfitriones’. Al mismo tiempo, dichas inversiones constituyen la mejor vía que les permite apropiarse del excedente económico; es decir el capital imperialista llega a América Latina atraído por la posibilidad de obtener superganancias si se tiene en cuenta que, como alertaba Lenin (aún en otro contexto):
En estos países atrasados el beneficio es de ordinario elevado, pues los capitales son escasos, el precio de la tierra relativamente poco considerable, los salarios bajos y las materias primas baratas.1
Otro de los factores de la llamada multifacética dependencia es la existencia de una herencia de pensamiento al estilo occidental, que se vincula además con los factores antes mencionados. América Latina es resultado de un proceso de hibridación y mestizaje de origen histórico que incluye la formación del pensamiento; pero la acentuación de esta tendencia pro-norteamericana, no es siquiera exclusiva de nuestro continente.

En este sentido, cuando se habla del proceso de desnacionalización  -en América Latina- no puede aludirse solo a lo económico sino también a lo cultural; pues este tiene su origen en el propio proceso de surgimiento de las naciones. Fue tradición y aún se mantiene la tendencia a que la burguesía nacional, la clase media y alta realice sus estudios en las principales universidades europeas y norteamericanas.

Pero veamos que estos elementos aunque se analicen por separado están indisolublemente ligados y un ejemplo lo constituye el dominio de los medios de comunicación. Unas pocas mega corporaciones son las que controlan o poseen, los grandes medios de comunicación en EEUU y sus productos culturales abarcan desde la prensa, la música, el cine, el entretenimiento, los parques de diversiones, la industria aeronáutica, entre otros.

Los productos y servicios de estos holdings son consumidos a diario por los propios norteamericanos, latinoamericanos y el resto del mundo. Estos grupos que tienen una cuota y un espacio dentro de las élites de poder.

Un artículo publicado publicado por Rebelión titulado “Los amos de la prensa”.2 revela el control y dominio que ejercen megacorporaciones como el grupo AOL/Time Warner. Este se conoce en América Latina por la Revista Time, por la proveedora de servicios de internet AOL (AOL Europe, AOL Instant Messenger, AOL.com), las películas de la Warner Brothers, la CNN y sus sucursales (CNN en Español, CNN Radio, CNN Airport Network, CNN Headline News), HBO. Posee revistas como Life, Money. Al mismo tiempo participan en la junta directiva de otras compañías como Colgate-Palmolive Company, Hilton Hotels Corporation, Citigroup, Estée Lauder, Harvard University.

En este proceso de consolidación de la llamada dependencia, también ha desempeñado un rol trascendental el sistema interamericano; que ha sentado las bases para la conformación del eje influencia-hegemonía-dominación que ha caracterizado las relaciones entre EEUU y América Latina y en el cual instituciones y organizaciones como la Escuela de las Américas, el Banco Interamericano de Desarrollo, Organización Panamericana de la Salud, la Corte Interamericana de Derechos Humanos, entre otras desempeñan un rol vital.

El objetivo principal de la clase hegemónica en EEUU, en la región, es mantener un clima favorable a los intereses inversionistas de las grandes transnacionales estadounidenses con sus aliados locales; para lo cual es necesario instaurar sistemas políticos que favorezcan estos intereses; es entonces que los gobiernos de la región llegan al poder con el apoyo de las élites norteamericanas. Al mismo tiempo se precisaba descartar el peligro que representan los regímenes nacionalistas sensibles a las demandas populares de mejoras en la calidad de vida de la población y mejoras en las condiciones de las empresas nacionales (a favor de la demanda interna); así como la diversificación de sus economías.

Los planes para el derrocamiento del gobierno de Jacobo Arbenz en Guatemala constituyen un ejemplo de que la consigna del anticomunismo fue solo un pretexto utilizado por los círculos de poder en EEUU para mantener su dominio en el continente.

El proceso progresista en Guatemala desarrollado por Arbenz, comenzó a tensar las relaciones con EEUU por el rumbo nacionalista de las medidas (legalización de las labor de los partidos políticos, entre ellos el comunista, y los sindicatos). Sin embargo; no es hasta la aprobación de la Ley de Reforma Agraria que preveía la expropiación de tierras de la United Fruit Company que las tensiones se agudizan; pues constituían una amenaza directa a los intereses del capital norteamericano. Es entonces ahí donde la OEA comienza a desempeñar un rol protagónico en las presiones en el terreno diplomático e intenta vincular otras organizaciones como la Organización de los Estados Centroamericanos (ODECA).

Especial rol desempeñó el gobierno de Somoza en Nicaragua que autorizó junto a Honduras la creación de un puente aéreo para el traslado de armas desde EEUU hasta Guatemala. Asimismo en la X Conferencia en Caracas, los norteamericanos recibieron el apoyo de los representantes de dictaduras de la región: Cuba (Batista), Nicaragua (Somoza), Venezuela (Pérez Jiménez), Santo Domingo (Trujillo).

Una gran parte de los diplomáticos con puestos clave en el diseño e implementación de la llamada ‘Operación Guatemala’ poseían estrechos vínculos con la poderosa compañía frutera. Tal es el caso de John Foster Dulles, Jefe del Departamento de Estado; John M. Cabot, nombrado Subsecretario de Estado para Asuntos Interamericanos; su sobrino Henry Cabot Llodge, que fue designado Jefe de la delegación permanente de EEUU en la ONU y no por último menos importante, Allen Dulles, hermano del primero, que tenía a su cargo la dirección de la CIA. También es preciso mencionar que la persona elegida por la CIA para encabezar la oposición efectiva de carácter armado al gobierno oficial sería el coronel Carlos Castillo de Armas quien había sido formado en la escuela de mando de Kansas (EEUU) y que además recibió todo el apoyo necesario por parte de EEUU para dirigir el ejército de liberación.

Todo lo anterior, sienta las bases para que a finales de la década de los 80, se de el proceso de establecimiento de una nueva doctrina económica: el neoliberalismo, la cual con nuevas tácticas y un discurso renovado aboga e implica la búsqueda y apertura de nuevos mercados y la privatización de las instituciones del Estado, que fueron colocadas bajo el control y al servicio de las transnacionales.



Notas:

1. Lenin, V.: El imperialismo, fase superior del capitalismo. Ediciones en Lenguas Extranjeras, Moscú, 1948 (Disponible en formato digital).
2. Tomado del artículo Los amos de la prensa. Disponible en http://www.rebelion.org/noticia.php?id=51346 Consultado: 18 de enero de 2013.

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