Palabras en la presentación del libro:
"De Truman a Trump. Estados Unidos: Militarismo sin Fronteras"
Por Leyde E. Rodríguez Hernández
Pueden imaginar la alegría y satisfacción de un autor cuando su obra encuentra el máximo momento de su realización porque llega a los estudiantes y al público interesado en la temática que se presenta. Aunque lo hice en privado, quiero reconocer la excelente labor de coordinación desarrollada por el profesor Omar González, y su equipo de edición, corrección, maquetación y diseño, en el que se destacan, en el caso de este libro, las compañeras Ana Molina González y Yadyra Rodríguez, en un ejemplo de calidad profesional y capacidad técnica.
La presencia aquí como presentador del libro del Dr. C. José Ramón Cabañas, Director del CIPI, me colma de complacencia, por ser él, en nuestro país, uno de los más importantes conocedores de la política exterior de los Estados Unidos y del lugar que ha ocupado esa potencia en el sistema internacional de los siglos XX y XXI, entre otras razones, por el significativo peso del militarismo y la guerra como un instrumento privilegiado de su política exterior. Agradezco el íntimo y profundo prólogo escrito por mi colega y amigo Dr. C. Jorge Hernández Martínez, reconocido polítólogo, sociólogo e historiador, investigador del Centro de Estudios Hemisféricos sobre Estados Unidos (CEHSEU), a quien considero, en este momento, el principal académico cubano en las complejas problemáticas de la política interna y exterior estadounidense.
No puedo dejar de mencionar a mi familia, cuyo respaldo siempre ha sido decisivo para el logro de estos propósitos académicos.
Este libro complementa, en buena medida, mi obra anterior: Un Siglo de Teoría de las Relaciones Internacionales, publicado por la Editorial Félix Varela, en el 2017. Es una investigación histórica y politológica, estructurada a partir de la Teoría y la Historia de las Relaciones Políticas Internacionales, que recorre de modo panorámico el período de la Guerra Fría y de la llamada posguerra fría, actualizando la expresión de las pretensiones mundiales hegemónicas de las distintas administraciones estadounidenses, hasta prácticamente el momento actual.
Y aunque la temática posee un definido componente técnico, traté en todo momento de evadir los tecnicismos y exponer de manera comprensible, dentro de las coordenadas del lenguaje de las ciencias sociales, los análisis de un asunto complejo que requiere de un abordaje transdisciplinario.
Esta es una obra de máxima actualidad internacional, que ayuda a entender lo que sucede hoy en Europa. Si ustedes buscan a lo largo del texto la palabra Ucrania, se encontrarán que ese país es mencionado en seis ocasiones, quiero destacar que en la página 147 afirmo que los despliegues de sistemas antimisiles por Estados Unidos, en diversas regiones del mundo, principalmente en Europa del Este, estuvieron dirigidos a proteger las tropas e instalaciones de los Estados Unidos y extender la OTAN hasta Ucrania y las propias fronteras de este país con Rusia, mientras la Unión Europea dependió más que nunca de los conceptos estadounidenses sobre la guerra y las supuestas amenazas a la seguridad internacional.
Y esto lo afirmé citando, incluso, fuentes estadounidenses, tres años antes de la actual guerra en Ucrania, que como ustedes podrán leer, en el libro, aunque en los hechos recientes comenzó con la “Operación Militar Especial” de Rusia en territorio ucraniano, existen irrebatibles evidencias de que comenzó mucho antes e involucró a varias administraciones estadounidenses desde la caída de la URSS en 1991, coincidiendo con la etapa unipolar del sistema internacional, hoy en franco retroceso hacia la multipolaridad, pero que Estados Unidos intenta revertir a toda costa, llevando los acontecimientos al límite de una Tercera Guerra Mundial y al borde del uso de las armas nucleares, las que hasta ahora han sido solamente usadas por Estados Unidos en el genocidio de los bombardeos atómicos contra Hiroshima y Nagasaki en 1945.
En realidad, el despliegue del sistema antimisil se expandió por Europa y más allá: desde Turquía y el Mediterráneo al mar Báltico, en el contexto del conflicto ucraniano como un mecanismo de presión político-militar contra Rusia y de pretexto para la expansión de la OTAN, cada vez más, hacia el este y las propias fronteras rusas.
Hoy día, Estados Unidos no solo mantiene armas nucleares en su propio territorio, sino en todo el mundo, incluida la militarmente ocupada Europa. Cerca de cien de sus ojivas nucleares se encuentran en Bélgica, Alemania, Italia, Holanda y Turquía, todos estados miembros de la OTAN.
Si en la lectura del libro ustedes se animan con el buscador, encontrarán 36 menciones a las siglas OTAN. Por supuesto, no se podría hacer una investigación sobre el militarismo del imperialismo estadounidense, de sus estrategias y doctrinas francamente agresivas sin seguir el hilo conductor de la principal alianza enemiga de la paz mundial.
Durante el gobierno de Trump, Estados Unidos se retiró unilateralmente del Tratado de Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio (INF por su sigla en inglés) de 1987, un acuerdo de control de armas con Rusia, que inmediatamente también se retiró. El abandono de ese tratado significa que cada país puede ahora lanzar misiles con un alcance de hasta 5 500 kilómetros y, así, debilitar la seguridad dentro y alrededor de Europa. La preocupación consiste en que la evolución del conflicto entre Estados Unidos y Rusia, en el territorio ucraniano, no conduzca a que las superpotencias inicien el lanzamiento de ese tipo de misiles nucleares que habían sido prohibidos por el Tratado INF.
La salida de Estados Unidos del Tratado INF llevó al Kremlin a la certeza de que la Casa Blanca buscaba instalar misiles cerca de sus fronteras -en Ucrania- para reducir el tiempo de ataque a las ciudades rusas. Además, Estados Unidos está construyendo un nuevo sistema de misiles, con un costo de 100 000 millones de dólares, que pueden viajar casi 10 000 kilómetros. Los misiles de ese sistema, llamado Disuasión Estratégica Terrestre (Ground Based Strategic Deterrent), son capaces de transportar armas nucleares y alcanzar cualquier lugar del planeta en pocos minutos. Esas armas, si se usan, ningún oído humano escuchará sonar la alarma del reloj del Apocalipsis.
Con el gobierno de Donald Trump, en la página 152 del libro, afirmo que el nuevo presupuesto estableció que Ucrania recibiría 350 millones de dólares en ayuda para seguridad e Israel unos 705 millones para sus sistemas de defensa antimisiles.
Por otro lado, los hechos y acontecimientos analizados en este libro explican la tendencia histórica, que siempre he calificado de profunda, del sistema internacional hacia la multipolaridad. Un proceso que fue interrumpido por la súbita caída de la Unión Soviética, ofreciendo oportunidades a Estados Unidos para apuntalar su hegemonía global mediante un efímero y peligroso unipolarismo. Pueden observar, como atestiguo en la página 165: “que todo ese enorme militarismo resultaba insuficiente para el poder imperial, pues necesitaban más para contraponerse a la transición del sistema internacional hacia la multipolaridad, lo cual significa pérdida de hegemonía y control de la dinámica internacional.
La multipolaridad encierra también la desestructuración del sistema internacional, poniendo en jaque las nociones teóricas tradicionales para su intelección, y expresa que el orden internacional liberal que lo acompaña, agudizó sus ruinas junto a las de Europa, en esta no muy reciente guerra ruso-estadounidense en el polígono ucraniano. Estados Unidos ya no puede aspirar y actuar como el policía del mundo, y peor, ya no puede reconfigurar a un escenario global que no comprende ni acepta.
Visto así, los gastos militares a escala mundial aumentaron, en medio de la pandemia de Covid-19. El gasto militar estadounidense, que supera al resto de las principales potencias nucleares en su conjunto, se debe a la "gran inversión" en investigación, desarrollo y proyectos a largo plazo, como la modernización del arsenal nuclear y la compra de armas a gran escala.
El negocio armamentista es extenso y se supone que un bloque de unos 60 millones de votantes estadounidenses, que tienen intereses financieros en el sistema militar de ese país, recibe ingresos financieros de esa procedencia.
Pero, para dejar atrás a Donald Trump, el presidente Joseph Biden, firmó el 27 de diciembre de 2021 la ley que recoge el aumento del gasto militar para el año 2022, un presupuesto de 768 mil 200 millones de dólares, que refleja la nueva política de los Estados Unidos para abandonar Afganistán y centrar sus esfuerzos contra Rusia y China.
Desde el inicio de la operación militar rusa en Ucrania, la demanda de armas estadounidenses se ha disparado. Según datos del departamento de la guerra de los EEUU, estos han proporcionado al régimen de Kiev armamento por al menos 3.200 millones de dólares, a los que habría que sumar todos los millones de ese signo monetario destinados en los años previos a los gobiernos salidos del golpe de Estado del Maidan. Pero la demanda de armas estadounidenses no sólo ha crecido por la transferencia de Estados Unidos a Ucrania, también por las peticiones de los países europeos. El Pentágono ha decidido establecer un equipo especial, con el fin de acelerar la aprobación por el gobierno de las ventas de armamento estadounidense.
El Pentágono hace de intermediario entre las empresas armamentistas y el resto de los países. Y es que en un régimen como el de los Estados Unidos, la línea de separación entre gobierno y grandes empresas es prácticamente inexistente, especialmente en negocios como el de la guerra. Sin ir más lejos, el secretario de la guerra de Biden viene directamente de la junta de Raytheon, una de las principales compañías armamentistas, igual que quien fuera el jefe del Pentágono de Trump, Mark Esper. De nuevo vuelve a ganar la industria de la guerra, cuyos beneficios desde el pasado 24 de febrero, con la guerra en Ucrania, no han dejado de aumentar.
El militarismo estadounidense en el siglo XXI continúa impulsado por un Complejo Militar-Industrial cada vez más y más imponente, cuya justificación yace en su amañada doctrina de seguridad nacional y belicosas estrategias político-militares patrocinadoras de la denominada disuasión nuclear.
Estas doctrinas militaristas son el resultado del entramado político, militar y económico creado durante la Segunda Guerra Mundial, que desde entonces es el garante de la superioridad tecnológica, y por ende militar de los Estados Unidos, y parte esencial de su política exterior como autoproclamado gendarme mundial.
En la nueva era geopolítica, mucho más compleja, donde las estrategias militares de las grandes potencias muestran una creciente dependencia de las armas nucleares, aparecen factores que revelan el inicio de una nueva carrera armamentista con el consiguiente riesgo asociado a la misma, pero también en la que la inteligencia artificial contribuye con novedosas armas de mayor capacidad destructiva en la que participan robots, drones, armas láser, misiles hipersónicos y la inteligencia artificial: la tecnología de ruptura que promete romper con todos los equilibrios militares en el plano estratégico y táctico, con carga nuclear o convencional.
En resumen, si se dedicaran los recursos destinados a cumplir con los objetivos de dominación de las corrientes militaristas que desangran las riquezas mundiales, a fines humanitarios, se podría todavía dar respuesta a las advertencias de los líderes políticos, académicos y científicos preocupados por el cambio climático, las hambrunas, la escasez de agua y múltiples problemas globales que afectan a la humanidad.
Podríamos estar hablando aquí mucho tiempo sobre el libro, pero no es el objetivo de esta presentación. Disculpen que me haya excedido, mi intención ha sido motivarlos para que revisen el libro; no me he propuesto que ustedes pierdan el sueño pensando en el apocalipsis nuclear o en el día del juicio final. Es necesario hoy denunciar, con mucha fuerza, el militarismo y luchar con tenacidad por la paz. Les recuerdo que para nuestro líder histórico Fidel Castro: “la lucha por la paz es un deber sagrado de todos los ciudadanos”.
Esta es una obra sin final, como lo es sin fronteras el militarismo estadounidense, pues como nos advierte el Marxismo: mientras exista el capitalismo y el imperialismo habrá militarismo y guerra en las relaciones internacionales. De ahí la importancia de luchar por la paz y el socialismo. Solo he hecho un alto en el gobierno de Donald Trump, para, en un nuevo día, comenzar con el militarismo de Joseph Biden, otra de las figuras de turno del militarista y decadente imperio estadounidense. El mismo que también nos ha impuesto un criminal e injusto bloqueo.
¡Les deseo una fructífera lectura!
Muchas gracias.
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