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lunes, 2 de mayo de 2011

Fidel sobre Bin Laden, un recuento

Tomado de Cubadebate

2 Mayo 2011.  

Fidel. Foto: Roberto Chile (Archivo)
Fidel. Foto: Roberto Chile (Archivo)
De la Reflexión: Bush en el cielo (II)

Marzo 22 de 2008
5 y 19 p.m.
Al cumplirse el miércoles 19 de marzo cinco años de la estúpida guerra desatada en Iraq, Bush echa mano de alguna declaración, ficticia o real de Bin Laden, aunque en este último caso no se diga la fecha en que fue formulada ni puedan asegurar que es su voz.  Investigarán, prometen.  Nadie sacó nunca tanto provecho de tales materiales para moldear la opinión de los ciudadanos de Estados Unidos y muchos otros países del mundo con cultura y creencias similares, para justificar las brutales y genocidas guerras que tanto el imperialismo necesita. No cesa de formular y repetir una y otra vez las palabras y frases seleccionadas.  Las personas e instituciones aludidas, sin excepción, se sienten obligadas a replicar, sean o no ciertas las declaraciones. Obsérvese simplemente el provecho que Bush saca año por año, desde el primer día de los hechos ocurridos el 11 de septiembre.

De la Reflexión: Emplazamiento al Presidente de Estados Unidos

Agosto 3 de 2010
6 y 00 p.m.
Un despacho de la AFP informa lo nunca imaginado: Osama Bin Laden era un hombre de los servicios de inteligencia de Estados Unidos: “…Osama Bin Laden aparece en los informes secretos publicados por Wikileaks como un agente activo, presente y adulado por sus hombres en la zona afgano-paquistana.”
Se conocía que, en la lucha de los afganos contra la ocupación soviética de Afganistán, Osama cooperó con Estados Unidos, pero el mundo suponía que en su lucha contra la invasión extranjera aceptó el apoyo de Estados Unidos y la OTAN como una necesidad y que, ya liberado el país, rechazaba la injerencia extranjera, creando la organización Al Qaeda para combatir a Estados Unidos.
Muchos países, Cuba entre ellos, condenan sus métodos terroristas que no excluyen la muerte de incontables víctimas inocentes.
Cuál no sería ahora la sorpresa de la opinión mundial al conocer que Al Qaeda era una creación del gobierno de ese país.
Fue la justificación para la guerra contra los talibanes en Afganistán y uno de los motivos, entre otros, para la posterior invasión y ocupación de Iraq por las fuerzas militares de Estados Unidos. Dos países donde han muerto miles de jóvenes norteamericanos y gran número de ellos han sido mutilados. Entre ambos, más de ciento cincuenta mil soldados norteamericanos están comprometidos por tiempo indefinido, y junto a ellos, los integrantes de las unidades de la organización belicista OTAN, y otros aliados como Australia y Corea del Sur.

De la Reflexión: El Imperio por dentro (Quita y ultima parte)

Octubre 14 de 2010
9 y 51 p.m.
Las relaciones entre la CIA y el jefe del “grupo árabe”, Bin Laden, se mantuvieron hasta el mismo día en que se produjo el ataque a las Torres Gemelas de Nueva York, el 11 de septiembre de 2001.
¿Qué informó el Servicio de Inteligencia de Pakistán, ISI, a la cadena norteamericana de radio y televisión CBS? Que el día 10 de septiembre Osama Bin Laden fue sometido a diálisis del riñón en el hospital militar de Rawalpindi en Pakistán. “Debe tenerse en cuenta que el hospital se encuentra bajo la jurisdicción de las Fuerzas Armadas de Pakistán, que tienen estrechos vínculos con el Pentágono… No se hizo ningún intento de aprehender al fugitivo más conocido en Estados Unidos, luego entonces podría ser que Bin Laden sirviera a otro propósito mejor.”
Esa información fue publicada en el programa estelar de Dan Rather el 28 de enero de 2002, cuatro meses y medio después del atentado terrorista con que Bush justificó su guerra antiterrorista.
Conocer esto facilita comprender por qué en los diálogos con Obama en la Casa Blanca se afirmara que el problema más difícil podía proceder de Pakistán.

Declaración del Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba


El Ministerio de Relaciones Exteriores de la República de Cuba condena enérgicamente el brutal asesinato de uno de los hijos del líder libio Muamar El Gadhafi, junto a tres de sus nietos menores, que se encontraban en una vivienda familiar en Trípoli, cuando esta fue objeto de un ataque de las fuerzas de la OTAN, como han informado agencias internacionales de noticias.

El Embajador cubano en Libia, que visitó este domingo, junto al Cuerpo Diplomático acreditado en esa ciudad y corresponsales extranjeros, el lugar del bombardeo, confirmó que la vivienda está enclavada en un barrio residencial, donde incluso se encuentran varios inmuebles diplomáticos. Hace solo dos días, un ataque similar se produjo contra instalaciones de la Televisión libia, también confirmado por medios internacionales y nuestra Embajada.

Estas criminales acciones se unen a los intensos bombardeos, incluso con aviones no tripulados norteamericanos de la más moderna tecnología, en los que mueren personas inocentes; a la entrega de armas y equipamiento a las denominadas fuerzas insurgentes y al despliegue de asesores militares en territorio libio.

La OTAN manipula y viola la misma resolución 1973 que impuso, carente de toda legitimidad, al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, con el pretexto de proteger las vidas de civiles.

Los hechos han confirmado las tempranas advertencias del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, sobre una intervención militar de la OTAN en Libia. Es evidente que los objetivos de la Alianza son el cambio de régimen y el control de sus recursos petrolíferos.

El Ministerio de Relaciones Exteriores, al tiempo que expresa su más profundo rechazo a los ataques indiscriminados de que es objeto el pueblo libio, reclama el cese inmediato de la agresión armada y se suma al llamado de la Unión Africana y otros grupos de países a la búsqueda urgente de una solución pacífica a la situación en ese país, con pleno respeto a su independencia, integridad territorial, soberanía sobre sus recursos naturales, y autodeterminación, sin ningún tipo de injerencia extranjera.


La Habana, 1ro. de mayo del 2011

Nexos entre las operaciones “Odisea del amanecer”, “Harmattan” y el ejercicio “Southern Mistral” contra Libia

Por Leyde E. Rodríguez Hernández

Definitivamente, el gobierno de los Estados Unidos no es un socio más en la agresión a Libia por un colectivo de países imperialistas. El Pentágono reconoció muy bien su función protagónica en la coordinación y liderazgo de una estrategia de guerra bautizada con el nombre de “Odisea del amanecer”.

La “Odisea del amanecer” es también la guerra iniciada por los bombardeos de los aviones franceses, al inicio del día 19 de marzo de 2011, bajo la operación “Harmattan”.1 Es el conflicto que necesitaba Nicolás Sarkozy, en un contexto electoral y de baja aceptación popular, y que ha logrado su materialización gracias a la luz verde de Barack Obama, los servicios distinguidos del filósofo -devenido diplomático- Bernardo-Henri Lévy, la activa gestión del canciller Alain Juppé, y al gobierno conservador inglés.

Esta nueva guerra imperialista en el siglo XXI estaba en preparación, al menos, desde la firma, el 2 de noviembre de 2010, de un tratado franco-británico de cooperación militar, que se perfiló en un ejercicio militar de gran amplitud organizado entre las dos potencias, del 15 al 25 de marzo de 2011, contra un supuesto país -”Southland”- con una población vapuleada por un “régimen dictatorial” al sur del Mediterráneo. El ejercicio militar, que abrió la vía para una fuerte cooperación castrense entre Francia y Gran Bretaña, estuvo codificado con el nombre “Southern Mistral”.2 Desde entonces, para atacar a Libia, sólo faltaba un pretexto de fuerza mayor con tintes de carácter humanitario que propiciara la creación de una coalición occidental, es decir, la aprobación de una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU, que arrastrara consigo a todas las potencias, las instituciones y gobiernos Árabes favorables al plan presentado por el bloque de países imperialistas.

Ahora la agresión contra Libia es un hecho consumado. Más de veinte blancos han sido golpeados por los barcos de guerra y submarinos de Estados Unidos y Gran Bretaña, que lanzaron, en apenas unas horas, una lluvia de más de 110 misiles de crucero Tomahawk, ocasionando terribles daños humanos y a la infraestructura Libia. Desde la morgue del hospital Jala de Bengasi llegaron algunas fotos de partidarios de Muammar Gadafi ya fallecidos, según la AP y el programa de la “guerra en vivo” transmitido por un canal de Justen TV en Internet. Algunos medios de la prensa europea y estadounidense aseveraron que probablemente los caídos son mercenarios, pero hay fotos de niños heridos y muertos a los que difícilmente se les podría llamar “partidarios de Gadafi”.

¿Cuál es el objetivo de la intervención, proteger a los civiles o retirar a Gadafi del poder?, le preguntó a Hillary Clinton, Secretaria de Estado de los Estados Unidos, una periodista en rueda de prensa. Clinton respondió con cinismo: “proteger a los civiles libios del ataque de su propio gobierno”, pero la realidad está diciendo otra cosa, por lo que queda al desnudo la inmoralidad e irresponsabilidad política de los Estados Unidos y sus aliados occidentales en esta guerra.

libia-21
Cientos de civiles, de mujeres, niños y ancianos morirán bajo las “bombas de la libertad” y la “democracia” de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), las mismas que caen cada día en Afganistán o Paquistán, para liberar a esos pueblos del terrorismo y de la opresión. Las mismas bombas que llevaron la libertad a Iraq al costo de unos cuantos cientos de miles de muertos. Pero ese chorro de sangre -verdadera barbarie- es justificado por occidente en su concepción de “daños colaterales” en beneficio de una supuesta libertad que, en realidad, no llega a los países del Sur, aunque se le sirva en bombas con el sello estadounidense, francés o británico.

George W. Bush y José María Aznar ya no gobiernan en sus respectivos países, pero la continuidad de sus políticas y el legado ideológico de las “guerras infinitas” sigue en pie, agitando los tambores de la guerra contra países ubicados en la periferia capitalista. La agresión a Libia evidencia que Barack Obama representa la vieja política conquistadora de los Estados Unidos. La política de “cambio de régimen”, entronizada por Bush, se mantiene incólume. El sutil “emperador” Barack Obama ha mostrado su estampilla guerrera a contrapelo de su condición de Premio Nobel de la Paz.

Las acciones de la política exterior del gobierno de Barack Obama persiguen mantener el actual sistema de poder mundial en su configuración unipolar, y sin ningún contrapeso de la Unión Europea, que sin consenso, también se convierte en un instrumento de los intereses geoeconómicos y militaristas de los Estados Unidos en el escenario mundial.

Con su aplastante poderío militar, los Estados Unidos, Francia y Gran Bretaña buscan intimidar la ola de sublevaciones progresistas en los países Árabes, la eliminación de gobiernos que no son de su agrado, independientemente de su orientación política, filosófica o religiosa, revertir las crecientes tendencias objetivas favorables a la multi y pluripolaridad mundial, y minimizar los nuevos roles internacionales que pudieran desempeñar naciones como Brasil, la India, Sudáfrica, Venezuela, Rusia, China e Irán en el sistema internacional actual.

Es por eso que la política de Obama es diametralmente contraria a los intereses de los países que aspiran a un mundo sin hegemonías imperialistas en el siglo XXI. En América Latina, los Estados Unidos recrudece las campañas mediáticas contra la Revolución cubana y las amenazas contra Venezuela, Bolivia, considerados por los estrategas de inteligencia de Washington como una amenaza contra los intereses estadounidenses en ese continente. De manera increíble, Cuba permanece en la lista de países terroristas de Washington, cuando desde ésta capital se han financiado y organizado cientos de acciones terroristas contra la mayor de las Antillas, que han sido ejecutadas por las organizaciones terroristas asentadas en Miami; pero los Estados Unidos siempre ha considerado a sus terroristas “combatientes por la libertad” en cualquier parte del mundo.

El Tío Sam también apoya a las fuerzas de derecha que se oponen a los proyectos de integración y a los gobiernos democráticos de la región. Se intenta neutralizar a Brasil y su política exterior independiente. Washington actúa con fuerza para limpiar la nefasta imagen de su intervencionismo militar en América Latina, y usa el carisma de Obama para presentar una “nueva política” hacia la región con discursos demagógicos en Brasil, Chile y El Salvador. Se pretende reciclar viejas “Alianzas para el Progreso”, al estilo de la época de Kennedy, para contener y obstaculizar la alborada de los países miembros de la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA), y de todos aquellos que ansían un futuro sin subordinación a la superpotencia estadounidense.

En términos teóricos, el discurso de Barack Obama manifiesta que las nuevas estrategias militares y de seguridad nacional de los Estados Unidos se orientan hacia la cooperación y el multilateralismo, pero en la práctica mantiene el objetivo de imponer sus intereses a través de un uso descarnado de la fuerza militar, como lo demuestran los bombardeos para una intervención y cambio de régimen en Libia; un país que es miembro de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), que posee las mayores reservas probadas en África: 44 000 millones de barriles de petróleo, y un poco más de 54 billones de pies cúbicos de gas natural, lo que constituye claramente la única motivación real para la intervención militar de las potencias imperialistas en el conflicto interno que sacude a Libia.

Lo más preocupante de todo esto es la pasividad de las sociedades de la llamada “Comunidad Internacional”, de sus fuerzas progresistas y de izquierda, que no se han movilizado contra la guerra, y el sufrimiento y la masacre de otros pueblos a causa del militarismo imperialista. Las acciones guerreristas de Francia en Afganistán han costado la vida a 54 franceses y tiene un costo aproximado de 700 millones de euros anuales. Al mismo tiempo, los terroristas del ejército israelí pueden continuar matando palestinos en completa impunidad, pues saben que sus amigos de la “Comunidad Internacional” y la ONU no les molestarán. Si acaso una esporádica resolución en la ONU, que sabemos no será nunca respetada por Israel.
En este instante, percibo la irresponsabilidad política de la nueva guerra imperialista que se gestaba contra Libia, posiblemente desde el establecimiento de los acuerdos militares franco-británicos en noviembre de 2010, y la concretización de toda una estrategia de guerra tras las maniobras militares denominadas “Southern Mistral”.

Lamentablemente, al cierre de este artículo, la aviación francesa continuaba su brutal ofensiva aérea contra Libia, y las fuerzas británicas lanzaban unas 40 bombas contra un aeropuerto, que seguramente ninguno de estos dos países reconstruirán, pues según conocemos, la reducción de presupuestos y la crisis económica les impide invertir dinero en los servicios de salud, educación y seguridad social de sus pueblos. Mucho menos se comprometerán en la reconstrucción de obras sociales destruidas por sus propias bombas libertarias.
Hasta aquí algunos botones de muestra de los resultados tangibles de un acuerdo militar entre dos potencias imperialistas miembros de la OTAN, que en su momento no fue debidamente denunciado por los actores políticos amantes de la paz.

Notas:
1. Ver el nombre de la operación militar en el artículo «Libye: début des opérations aériennes françaises», en sitio:http://www.defense.gouv.fr/actualites

2.  En paralelo, debe recordarse que “Tormenta del desierto” fue el nombre asignado en enero de 1991, por el Pentágono, al ataque contra Iraq en el gobierno de George Bush (padre). Esa operación también estuvo precedida por un ejercicio casi idéntico a “Southern Mistral”, que fue dirigido algunos meses antes en Kuwait, por el general estadounidense Norman Schwarzkopf. Ver el artículo: “Démarrage de l’exercice franco-britannique Southern Mistral”, en «Armée de l’Air» sitio:http://www.defense.gouv.fr/air/actus-air/demarrage-de-l-exercice-franco-britannique-southern-mistral

domingo, 1 de mayo de 2011

El gran noticiero del terror contra Cuba en Francia

Por Leyde E. Rodríguez Hernández

Desde el balcón de mi residencia parisina, el agradable sol primaveral –tórrido en horas de la tarde para la mayoría de los franceses-  me sirvió de motivación tropical para un artículo basado en un hecho real que se reitera con distintos actores políticos y periodistas en la televisión francesa.

El miércoles 20 de abril de 2011, el señor Jack Lang, diputado por el Partido Socialista, acudió a un programa de gran audiencia: “Le Grand Journal” (El Gran Noticiero) del Canal + con el supuesto de debatir diversos temas relacionados con la política interna francesa; pero para sorpresa de muchos espectadores, el periodista de ese canal Jean Michel Aphatie entonó su conocida estridencia anticubana para precisarle a Lang su enfoque de predilección: “¿Es Fidel Castro un dictador de la peor especie?” “Por sus prisioneros políticos y las personas que apenas pueden respirar, mientras solo quedan algunos comunistas.”, apostilló Aphatie, en un contexto en que se presentaban imágenes de Fidel acompañado del presidente cubano Raúl Castro Ruz, en el plenario del VI Congreso del Partido Comunista de Cuba.

   Lang festeja 50 aniversario del trunfo de la Revolución cubana en la UNESCO,
Paris, 11 marzo 2009
Cabría preguntarle a Aphatie por qué, con tantos temas en Francia y en la agenda de la política mundial, siempre tiene que hacerle a sus entrevistados la misma pregunta, como si su repertorio se resumiera a una interpelación, como si le pagaran por repetir una y varias veces la palabra “dictadura”. Ante esta situación extravagante, se podría sugerir a los lectores buscar el nombre de Aphatie en la nómina del Cuban Money Project, un centro de pago a los periodistas de  diversos países para que  entrevisten en contra del gobierno cubano; por lo que, en adelante, habría que dilucidar si Aphatie ya aparece o si aspira a que lo tengan en cuenta en la lista del dinero ante la reducción creciente del “poder adquisitivo” en su entorno. La ruta del dinero en Aphatie sería una investigación interesante que ayudaría a despejar la causa de su maligna actitud hacia Cuba, pues, hasta ahora, se me ocurren tres hipótesis fundamentales: es una cuestión de mercenarismo al servicio de grandes potencias; es un apego ciego, sin límites, a la ideología anticomunista; se trata de una compleja patología mental todavía no diagnosticada.

Pero sigamos. A la brutal tortura del antipático Aphatie, quien repetía a ritmo de ritornelo: “dictadura, dictadura, dictadura”, con voz segunda de un conjunto musical, Lang intentó hilvanar palabras, las cuales tejió tal vez “inconscientemente” a favor del objetivo de su entrevistador, que consistió en llevarlo a una posición indigna hasta que cayó como una endeble caña brava a la orilla de un rio, algo que siempre sucede tras el azote de vientos huracanados. 

El ruido de aquel estribillo subliminal con acento de Aphatie perturbó la inteligencia de Lang, quien  confesó a su inquisidor que, a toda prueba, tenía razón: “Fidel Castro es un dictador, un opresor que impuso un régimen político a su pueblo”. Desde entonces, Lang siguió en completa sintonía de jolgorio con Aphatie, hasta recordar bellas palabras del iluminismo francés: “Castro es un déspota ilustrado, que obtuvo logros en cultura, cine, educación y salud”. Así que en un sistema cruel y de opresión pueden lograrse semejantes conquistas sociales, las mismas que hoy existen en Cuba, y se trabaja intensamente para su ampliación y perfeccionamiento.    

Pero Lang traía en su plegaria contra Fidel una verdad revelada, y ese era el momento para publicarla: “Sí, evidentemente, Cuba es una dictadura”. Y lo dijo con la transparencia del agua bendita que corre por el hermoso Sena.   Claro, para mostrar asimismo que es un candidato ideal e idóneo al nuevo puesto de “defensor” de los derechos humanos.

Lang retozó con la acreditación mediática de Fidel y Cuba de dictador y dictadura respectivamente, y quiso matizar sus criterios con visos de una apócrifa imparcialidad cuando benefició a Obama (Barack) con la voluntad de diálogo y de cambio de la política hacia Cuba, ignorando la nítida posición del gobierno cubano acerca de esta problemática, que le fuese transmitida, en el 2009, por el presidente Raúl durante horas de conversación en La Habana, que lo enaltecieron y emocionaron en calidad de “emisario especial” del presidente Nicolás Sarkozy. Habría que preguntarle al bien informado Jack Lang por qué ignoró las apreciaciones sobre el tema de James Carter, ex presidente estadounidense, que visitó la Isla, reuniéndose con Fidel, Raúl, sosteniendo amplios encuentros con sectores e instituciones   de la sociedad civil cubana y de la llamada disidencia tutelada por Washington. Estas omisiones mutilaron todo equilibrio en sus festinados juicios sobre Cuba.

En el programa el dios Cronos corría veloz. Aphatie había casi ganado el debate cuando Lang se burló del tiempo: se vistió de gladiador intrépido y en un segundo entró en desacuerdo con un “embargo anormal” que los cubanos consideran un bloqueo económico, comercial y financiero”, porque significa un conjunto de acciones agresivas mantenidas por medio siglo para destruir  a todo un país, o sea, un verdadero genocidio; pero que en apego a la “moralidad” de un francés es un simple “embargo” que no debería existir después de la “guerra fría”. Tal parece que las estrategias, los métodos y los procedimientos de ese período nefasto en las relaciones internacionales no se aplican hoy en la política internacional, y en las guerras calientes que los imperialistas occidentales practican con la participación de la OTAN en África y Medio Oriente. Sí, por mezquinos intereses geopolíticos y económicos en sus fines de dominación global.   


Fidel Castro y Lang. Museo del Louvre, París.
En fin, Jack Lang estuvo irreconocible en el estudio del Canal +, y asumió una postura irrespetuosa hacia el líder y fundador de la primera Revolución socialista que habla español, y que es tan autóctona – lo seguirá siendo- como el pingorotudo de su palma real. Lamentablemente, este factor de índole civilizatorio fue soslayado por Lang, un avezado conocedor de cuestiones socio-culturales.

Nadie como el novelista Gabriel García Márquez, premio Nobel de literatura, genuino embajador de la cultura universal, ha podido captar al Fidel auténtico,   puesto que lo hizo en su artículo titulado:”El Fidel Castro que yo conozco”, del cual deseo compartir un fragmento con los lectores:

“Fidel es el antidogmático por excelencia (…) cuando habla con la gente de la calle, la conversación recobra la expresividad y la franqueza cruda de los efectos reales. Lo llaman Fidel. Lo rodean sin riesgos, lo tutean, le discuten, lo contradicen, le reclaman, con un canal de transmisión inmediata por donde circula la verdad a borbotones. Es entonces que se descubre al ser humano insólito, que el resplandor de su propia imagen no deja ver. Este es el Fidel Castro que creo conocer: un hombre de costumbres austeras e ilusiones insaciables, con una educación formal a la antigua, de palabras cautelosas y modales tenues, e incapaz de concebir ninguna idea que no sea descomunal. Sueña con que sus científicos encuentren la medicina final contra el cáncer y ha creado una política exterior de potencia mundial, en una isla 84 veces más pequeña que su enemigo principal.”

Después de estas palabras del célebre novelista, el show Aphatie-Lang es un espectáculo bajo y risible que roza con el peor estilo miamense basado en el terror mediático sobre y contra Cuba. Lo que sí resulta evidente es que Lang no conoce al Fidel real, tampoco le interesa conocerlo a plenitud, porque es un revolucionario radical, anticapitalista y antiimperialista.

A Lang sólo le concierne la democracia burguesa y la institucionalidad capitalista impuesta a sangre y fuego al mundo por las ricas potencias occidentales.

A Lang sólo le incumbe la puja por obtener el bien remunerado puesto francés de “defensor de los derechos”, en disputa también por otros excelsos paladines  de los “derechos humanos y la democracia occidental”. Y me refiero a Bernard Kouchner, quien -a diferencia de Lang-,  aduce razones íntimas y entrecruza sentimientos del corazón para manifestar su odio visceral a Fidel, considerado un “malvado dictador” en sus asiduas diatribas anticubanas en la radio francesa. En ambos casos, ni con el travestismo mediático podrían lograr su  “ilusión” de adjudicarse el disputado cargo. 

Mientras la contienda por la justiciera responsabilidad de “defensor de los derechos” continúa, Lang, aturdido de oportunismo y por el látigo despiadado de su verdugo Aphatie, pudiera encontrarse todavía tan aquejado como el público de la emisión estelar del Canal +, o, por qué no, absorbido en el análisis filosófico y semántico de este texto insondable: “Cuba: todo es y todo no es. Cuba: nada es y nada no es. Cuba: es lo que es y no es lo que no es.  Sí es no y no es sí. Donde dije digo, ahora digo Diego”.
 
Así de graves son probablemente las lesiones cerebrales que deja Aphatie en las personalidades políticas que con frecuencia son invitadas al gran espectáculo del Canal +.  Desde luego, señores, este es, en mi opinión, el periodismo de la peor especie sobre Cuba en Francia, que por sus impactos y secuelas en las mentes de millones de personas pudiéramos clasificar de gran noticiero del terror.

Créanme. Siento piedad por Jack Lang: un hombre que ama la cultura y profesa el sueño  del “Duende cubano”.